Laicos Misioneros Combonianos

Amor creativo (vencer el mal con el bien)

Amor
Amor

Comentario a Mt 5,38-48 (7º Domingo ordinario, 23 de febrero de 2020)

La parte del sermón del monte que leemos hoy nos eleva a la cumbre de la espiritualidad cristiana, aquella manera de ser que nos hace ser y actuar como hijos de Dios, cuyo corazón es más grande que el mal y hace llover sobre buenos y malos.

El mejor comentario a este pasaje de Mateo puede ser una famosa frase atribuida a S. Juan de la Cruz:

“Donde no hay amor, pon amor y sacarás amor”. 

De eso se trata, de sembrar amor para que el amor crezca en nosotros y en el mundo que habitamos.

La Carta a  los Romanos nos ayuda a comprender el alcance de esta enseñanza suprema de Jesús:

“A nadie devuelvan mal por mal; procuren hacer el bien a todos. Hagan lo posible, en cuanto de ustedes dependa, por vivir en paz con todos… No se dejen vencer por el mal, venzan el mal con la fuerza del bien” (12, 17-21). El autor de dicha Carta cita también un  proverbio: “Si tu enemigo dale hambre, dale comer; si tiene sed, dale de beber” (25, 21).

No hay que mirar esta enseñanza de Jesús como una “obligación” costosa y casi imposible, casi como si Jesús quisiera hacernos la vida difícil. No. Lo que Jesús quiere es iluminar nuestra existencia, mostrarnos el camino de la verdadera felicidad, ensanchando el corazón, siendo creativos y rompiendo la cadena del mal. Si a un ojo golpeado, respondemos con el golpeo de otro ojo, quedaremos satisfechos por la venganza conseguida, pero no quedaremos mejor sino pero, incrementando el mal, en vez de superarlo. Sin embargo, si uno tiene la valentía y la fe para perdonar y mirar adelante, en vez de revolverse en el pasado, está creando algo nuevo, está dándose la oportunidad de que la misericordia se imponga y el amor triunfe, para alegría propia y ajena.

Jesús coloca a sus discípulos en un nivel diferente del ordinario en el campo de las relaciones entre las personas. Frecuentemente nosotros nos enzarzamos en una serie de reacciones en cadena: Me insultó, yo le insulto a mi vez; me trató con desdén, yo le contesto con la misma moneda; me hirió, yo trato de hacerle una herida más dolorosa; me gritó, yo alzo más la voz….

A veces nuestra venganza es una palabra ofensiva, otras veces es un silencio retraído y poco comunicativo; a veces nos guardamos nuestra venganza, pero permanece dentro de nosotros mismos como un sutil veneno que estropea nuestras relaciones y nuestra vida por mucho tiempo. Sin embargo si uno tiene el coraje de olvidar la ofensa, confía en el amor gratuito de su Señor y, fiado en su palabra, mira adelante, su corazón se serena y se hace capaz de crear algo nuevo, algo mejor.

“Así como Dios es misericordioso, los que nos llamamos seguidores de Cristo debemos actuar con misericordia hacia los que nos rodean. Este es el corazón de la vida cristiana: darnos a nosotros mismos para que los demás mejoren. El mundo no vive así y el reino de Satanás no practica la misericordia. Pero los que pertenecen al reino de Dios se esfuerzan por vivir de acuerdo con la enseñanza de Cristo: Os doy un mandamiento nuevo: Amaos los unos a los otros” (Jn 13,34)”. (Comentario bíblico internacional).

Naturalmente sólo el Espíritu de Dios puede hacernos comprender bien esta enseñanza sublime. Tampoco se trata de vivir eso en plenitud desde el principio. Se trata más bien de un camino que se emprende, un estilo que se adopta, una meta que se acepta y que marca nuestra vida. Cada día, cada herida, cada avance… es un paso hacia esa madurez del amor cristiano.

P. Antonio Villarino

Bogotá

“No se contenten con lo mínimo”

amor

Comentario a Mt 5, 17-37  (6º Domingo ordinario, 16 de febrero de 2020)

Seguimos leyendo el capítulo 5º de Mateo, en el que se nos va explicando el perfil del discípulo de Jesús. Esta vez se nos habla de la relación del discípulo con la Ley, dando un principio general y tres ejemplos concretos. Veamos:

  1. Un llamado a “ser mejores”

El principio general se podría enunciar de esta manera: “No se contenten con lo mínimo; al contrario, busquen siempre lo mejor”. Jesús dice: “Si no son mejores que los maestros de la Ley y los fariseos, no entrarán en el reino de los cielos”. A veces se oye decir: Yo no soy tan malo, no mato, no robo, procuro no hacer daño a nadie… Eso está bien, pero no basta para ser discípulo de Jesús. El Maestro de Galilea quiere que aspiremos a un más alto grado de vida moral. No se trata de contentarnos con no hacer el mal, sino de aspirar a hacer el mayor bien posible, incluso, a “ser perfectos como mi Padre celestial es perfecto”. Y no olvidemos que la perfección consiste en el amor. Jesús no quiere que vivamos “a la defensiva”, procurando hacer el menos mal posible, sino “a la ofensiva”, tratando de ser “lo mejor posible”.

2. Tres ejemplos

Para explicar el principio anterior, Jesús pone cinco ejemplos, de los que hoy leemos tres:

-No se trata sólo de “no matar”, sino de vivir con los demás relaciones de respeto profundo, sin lo cual hasta los actos de culto quedan falsificados. Hoy diríamos: no se trata de evitar la guerra o los conflictos, sino de tomar a los otros en serio, reconocerles sus derechos y construir un mundo mejor para todos.

-No se trata de no cometer adulterio, sino de establecer entre varón y mujer unas relaciones nuevas de dignidad, respeto y fidelidad, que superen la “cosificación” del otro o de la otra; relaciones que van más allá de las apariencias y tienen su raíz en el corazón, es decir, en lo profundo de la persona. Las relaciones varón-mujer están pasando por un período de grandes cambios y todos tenemos que esforzarnos por encontrar un nuevo equilibrio social. En esa tarea me parece que las palabras de Jesús son muy iluminadoras.

-No se trata de no jurar en falso, sino de ser sinceros y honestos en nuestra comunicación con los demás. “Que su palabra sea sí, cuando es sí, y n, cuando es no”. No se trata de no mentir, sino de ser siempre veraces y auténticos. Una sociedad (o una familia) montada sobre la mentira pronto se convierte en un “infierno”; sin embargo, donde reina la verdad, se establecen relaciones constructivas en la familia, en el lugar de trabajo, en la sociedad en general.

¡Cuánta sabiduría hay en estas palabras de Jesús! ¡Qué orgullosos podemos estar de nuestro “Maestro de Galilea”! ¡Qué suerte ser discípulos de un tal Maestro!

Ánimo, dejémonos iluminar por sus palabras sabias.

P. Antonio Villarino

Bogotá

¡Envío oficial de Agnieszka y Ewelina a Perú!

LMC Polonia
LMC Polonia

En una semana, nuestras LMC – Ewelina y Agnieszka, fueron enviadas a su próxima misión en Perú por sus obispos diocesanos.

La misa de envío de Agnieszka tuvo lugar el 2 de febrero de 2020 a las 12:00 (aún con adornos navideños) en la iglesia parroquial de Rybnik-Zamysłów, y fue hecha en nombre de toda la Iglesia por el obispo Grzegorz Olszowski.

LMC Polonia

“Ve y proclama el Evangelio a toda la creación”, dijo, entregándole una cruz misionera. También se dirigió a los reunidos en la iglesia: “El rito de envío a los caminos misioneros no es sólo para Agnieszka, sino también para todos vosotros, así que recordadla y apoyadla con vuestras oraciones y colectas. En todas partes de Perú, donde Agnieszka estará, parte de vuestra parroquia estará con ella también” dijo.

Una semana después, el 9 de febrero de 2020 a las 10:00 am, en Cracovia, en la parroquia de Nuestra Señora del Rosario, Ewelina fue enviada a la misión también.

LMC Polonia

En su homilía, el obispo Jan Zając nos recordó que Cristo no nos dice que quiere que nos convirtamos en la sal de la tierra y la luz del mundo …

– Él dice: desde el momento en que te uniste a Mí, desde el momento en que el mundo comenzó a reconocerte como mi discípulo, y desde que te miro como mi discípulo, eres ya sal de la tierra y luz del mundo. Esto sucede sin vuestro mérito, sino gracias a Mí, porque decidí utilizaros para la salvación de los demás.

Entregando a Ewelina la cruz misionera, también dijo que Dios la eligió para ir y dar fruto. La cruz será su ayuda y un signo de esperanza y consuelo.

Las chicas coinciden en que toda la ceremonia fue bastante estresante para ellas desde el punto de vista organizativo, pero al mismo tiempo fue una experiencia muy hermosa y conmovedora.

Les deseamos la bendición de Dios y que lleguen a su misión muy pronto, porque sabemos que las están esperando.

Laicos Misioneros Combonianos, Polonia

Sal y luz

Sal y Luz
Sal y Luz

Comentario a Mt 5, 13-16 (5º Domingo ordinario, 9 de febrero de 2020)

Leemos parte del “sermón del monte” que nos transmite Mateo en el capítulo 5º de su evangelio.

Jesús compara al discípulo con la sal, cuyas funciones (según el Antiguo Testamento) son: dar sabor, conservar, purificar, consagrar. De la misma manera, el discípulo, cuando es auténtico, ayuda a dar gusto a la vida; a conservar los valores de la familia o de la sociedad en que vive; a purificar el mal que existe, combatiendo, por ejemplo, la corrupción; y ayuda a consagrar el mundo a Dios, como la sal consagraba las ofrendas ofrecidas a Dios en el antiguo templo.  Pero, ¡ojo!, la sal -dice Jesús- puede perder su sabor y su utilidad.

¿Cuándo perdemos el sabor?

El P. Ermes Ronchi, que ha predicado los ejercicios espirituales al Papa y a la Curia romana hace unos años, se preguntaba cuándo perdemos el sabor de la sal y nos volvemos inútiles. Les resumo su respuesta. Perdemos el sabor:

  1. Cuando atraigo la atención sobre mí mismo y no sobre Dios, como hacían los discípulos cuando discutían sobre quien sería el más importante (Mc 9,33)
  2. Cuando  no sé querer bien a las personas y no transmito amor, siendo como un bronce que resuena o sal insípida (1Cor 13, 1).
  3. Cuando no comunico esperanza ni libertad. “El mal está a tu puerta –dice Dios a Caín- pero tú puedes dominarlo” (Gn 4,7).
  4. Cuando no crezco en humanidad. “No de como habla de Dios, sino de como habla de las cosas de la vida, sé si una persona ha estado con Dios” (Simone Weil).
  5. Cuando me parezco demasiado en mi manera de actuar al “mundo”. “Entre ustedes  no sea así”.

¿Cómo ser luz?

El mismo predicador recuerda que Jesús no dice “deben ser luz”, sino “ustedes son luz”, “resplandezca su luz en las buenas obras”; y afirma: “Cuando sigues como única regla de vida el amor, entonces eres luz y sal para quien te encuentra… Allí donde hay caridad y amor abunda la sal que da buen sabor a la vida”.

Para ser luz, dice el P. Ronchi, hay tres vías:

Primera: Compartir el pan.  “Isaías sugiere una primera vía para que la lámpara ilumine la casa y la sal no pierda su sabor: comparte el pan, acoge en tu casa al extranjero, viste al desnudo, no apartes los ojos de tu gente, entonces tu luz surgirá como la aurora, tu herida sanará” (Cfr Is 57, 7-8).

Segunda: “saber” a Cristo. “La segunda vía la indica San Pablo: “Nunca me he preciado de conocer otra cosa sino a Jesucristo y a éste crucificado” (1Cor 2,2). “Saber” es mucho más que conocer, es tener el sabor de Cristo. Y esto sucede cuando su Palabra y su amor pasan a formar parte de mí mismo y empiezo a sentir, pensar, actuar como él.

Tercera: La comunidad.  Jesús no dice “tú” eres luz, sino “ustedes” son luz.  “Nuestra luz –dice el P. Ronchi- vive de comunión, de encuentro, de saber compartir”. Si vivimos esos valores, sin duda, seremos luz que se difunde en todos los que nos rodean y sal que da sabor a la vida, nuestra y de los demás.

Todo esto lo vivimos, no como cosa adquirida, sino como discípulos que aprendemos cada día, leyendo la Palabra, orando y reflejando en nuestra vida el amor que Jesús no regala continuamente.

P. Antonio Villarino

Bogotá

Envío en misión del Sr. Enoch MALUMALU

LMC Congo
LMC Congo

El domingo 2 de febrero de 2020, los Laicos Misioneros Combonianos de la provincia del Congo, representados por los miembros de las comunidades de la Arquidiócesis de Kinshasa, enviaron al Sr. Enoch MALUMALU, coordinador de la COLAMICA Santa María Goretti, a la misión de Mongoumba, en la región de Lobaye, en la República Centroafricana.

La misa de acción de gracias se celebró en Kinshasa en la parroquia de San Juan Pablo II, ante un centenar de fieles de la parroquia, familiares, amigos y conocidos de Enoc, que acudieron a la misa de envío y celebraron la fiesta de la Presentación del Señor en el Templo, Misa presidida por el P. Simplice MBASSI, sacerdote de la congregación de los Padres Josefinos y concelebrada por el P. Juan Pablo ETUMBA, misionero comboniano y párroco de la parroquia de San Juan Pablo II, con el diácono André MBALA mccj y la representación de las Hermanas Combonianas. En su homilía el Padre recordó la importancia de esta fiesta y evento: “En este día Jesús es consagrado a Dios en el Templo de Jerusalén y este día se ha convertido en la fiesta de todos los hombres y mujeres consagrados que han dado su vida a Cristo. Pero este día también es la fiesta de los mensajeros.  Comentando los textos litúrgicos, insistió en la importancia de la oración -que debe ser regular y perseverante- en la misión y en la disponibilidad de recursos materiales. “A esto le siguió la imposición de manos, la bendición y el envío misionero.

En sus palabras, Enoc invitó a los jóvenes africanos en general y a los congoleños en particular a descubrir su vocación misionera y a comprometerse a servir a nuestros hermanos y hermanas más pobres y a insistir para que “salvar África a través de África” sea una realidad efectiva. Los fieles presentes en la misa también apoyaron el envío de su hermano Enoch a través de una colecta especial organizada en esta celebración.

Este envío se realiza después de un período de formación específica (que incluía la experiencia de vida comunitaria) y la formación para la misión (inculturación) de seis meses cada uno. El Sr. Enoch MALUMALU, Laico Misionero Comboniano de la provincia del Congo, dejará Kinshasa a principios de marzo para llevar a cabo su misión en Monógama en la región de Lobaye en la República Centroafricana.

Es la primera vez que habrá por varios años un Laico Misionero Comboniano de origen africano en esta comunidad internacional, es una oportunidad para dar gracias a Dios y esperar más presencias africanas en la responsabilidad de cada uno de nosotros de continuar nuestra presencia misionera. Esta continuidad incluye el análisis de la realidad en la que estamos inmersos como comunidad LMC y, junto con la familia comboniana o la comunidad pastoral comboniana, discernir nuestro presente y futuro.

LMC Congo

LMC Provincia del Congo