Laicos Misioneros Combonianos

Ministerialidad: una aproximación a partir de la riqueza semántica de los textos bíblicos

La Palabra
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Introducción

El presente artículo desea ser una simple y breve contribución al proceso de reflexión y condivisión en torno al tema de la ministerialidad a partir de los textos bíblicos. Visto que el substantivo abstracto “ministerialidad” no aparece en los textos sagrados, nuestra aproximación estará basada en la pluralidad semántica del término ministro. Es importante subrayar desde ahora que nuestro texto no pretende incluir todos los términos bíblicos equivalentes a “ministro”, ni profundizar los llamados ministerios bíblicos como por ejemplo sacerdote, rey, profeta, apóstoles, evangelistas, pastores, doctores. Nos limitaremos por tanto a afrontar algunos elementos teológico-lingüísticos asociados a los términos y compartir, en un segundo tiempo, a título conclusivo, una breve reflexion y algunas preguntas en vista de una eventual profundización del tema.

  1. Visión general de los términos bíblicos equivalentes a ministro
    1. En el Antiguo Testamento
      1. MESHARET

La raíz de este término hebraico designa cualquier servicio. En el contexto de nuestro tema, merece ser subrayado el servicio de Josué a Moisés en Es 24,13; 33,11, Nm 11,28 e Gs 1,1. En estos textos, MESHARET significa ministro, auxiliar directo, discípulo. Moisés de hecho llevaba Josué a sus encuentros con Dios sobre el monte y en la tienda. El ministerio de Josué consistía en ayudar a Moisés a entender el mensaje de Dios y luego transmitirlo al pueblo. Lo que es interesante en estos textos bíblicos es que ser un ministro es una fase de preparación para ser un guía, es decir, un verdadero discipulado. Por lo tanto, MESHARET se refiere al tema de la relación discípulo-maestro, de aprender cómo continuar una misión o ministerio. Desde este punto de vista, el concepto de MESHARET nos transmite la idea de que, en la relación discípulo-maestro, el discípulo aprende no sólo del maestro sino también de la realidad. Es decir, la realidad también se convierte en maestra. Por lo tanto, el ministro es, al mismo tiempo, un discípulo del Señor y de la realidad.

  1. EBED

Otro término usado en el Antiguo Testamento para designar a un ministro es EBED. Este término indica no sólo el servicio común de cualquier persona subordinada a un amo, como en el caso de Naamán (2 Reyes 5:6), sino también la subordinación a los planes divinos, como en el caso del siervo de Dios (EBED ADONAI o EBED HA-ELOHIM) en Is 42:1-4; 49:1-6; 50:4-9; 52:13-15; 53:1-12. Aunque los estudiosos no están de acuerdo con la identidad histórica de EBED ADONAI, los textos muestran claramente que la sumisión a los planes de Dios es la condición para cumplir la misión recibida.

  1. En el Nuevo Testamento

En lo que respecta al Nuevo Testamento (NT), los siguientes términos merecen ser destacados:

1.2.1. PAIS/DOULOS

En el sentido común, PAIS significa niño. En Mt 12:18, sin embargo, se cita la versión griega de Is 42:1 en la que el término PAIS traduce el significado hebreo de EBED (siervo), para indicar que Jesús es el Siervo de Dios. Con la misma intuición, en el pórtico de Jerusalén, después de Pentecostés, Pedro declara por primera vez que Jesús es el Siervo de Dios (Hechos 3:13). De hecho, Pedro estaba tan marcado por la imagen de Jesús el Siervo que se convirtió en un punto de referencia para su primera predicación después de Pentecostés. Así, presenta la imagen de Jesús el Siervo como un paradigma para cualquier tipo de servicio en la Iglesia naciente. Prueba de ello es la transposición semántica que el NT opera entre los términos PAIS (niño, sirviente) y DOULOS (esclavo, sirviente). Tengamos cuidado: dirigiéndose a los apóstoles en Jn 15:15, Jesús califica su relación con ellos como una relación de amistad y no de servidumbre o esclavitud. Además, el término DOULOS (sirviente) seguirá caracterizando la misión de los discípulos. De hecho, Jesús recomienda que las relaciones interpersonales estén marcadas por las actitudes y los sentimientos del siervo, que deben ser adoptados por todo aquel que quiera ser grande en el Reino de los Cielos (Mt 20:27; Mc 10:44). También hay que señalar que DOULOS es el título con el que Pablo se presenta a sus comunidades (Rom 1,1; 2 Cor 4,5; Gal 1,10; Ef 6,6; Fil 1,1; Tit 1,1). Algunos cristianos son llamados siervos (DOULOI) en Col 4:12; 2 Tim 2:14; Stg 1:1. Pedro, Judas y toda la Iglesia son siervos (DOULOI) de Cristo según 2 Pedro 1:1; Jd 1:1; Apocalipsis 1:1. Podemos ver así que los términos PAIS y DOULOS se convierten en sinónimos y Jesús el Siervo parece ser el único paradigma en el ejercicio de los ministerios.

1.2.2. LEITOURGOS

De este término, tres significados merecen especial atención:

a.         LEITOURGOS significa los servidores y administradores públicos que son llamados siervos de Dios porque cumplen celosamente sus obligaciones (Rom 13:6). Para ellos, el cristiano debe ser sumiso y debe rezar por ellos para que tengan una vida tranquila, pacífica, piadosa y honesta (2 Tim 2:2).

b.         El que proclama el Evangelio de Jesucristo a los que no lo conocen, para que se convierta en una ofrenda agradable a Él, se llama también LEITOURGOS (Rom 15:16).

c.         El término también se aplica a Jesús para indicar su ministerio como mediador entre Dios y los hombres (Heb 8:2). También es interesante que, en el NT, con este término, el ministerio del servidor público se equipara al del evangelizador, porque ambos, inspirados por Jesús el mediador, sirven al mismo Dios. Como acabamos de decir, inspirarse en Jesús el mediador es asumir y llevar a cabo, dentro y fuera de la Iglesia, la dimensión sacerdotal de los ministerios. Todos los ministerios, de hecho, sin excepción, tienen una dimensión sacerdotal, es decir, la mediación entre el creador y la creación.

1.2.3. HYPĒRETES

Con respecto al término HYPĒRETES, sólo encontramos el significado de “ministro de la Palabra” (Lc 1:2; Hechos 26:16). En estos textos, la experiencia de Cristo aparece como una condición necesaria para el ejercicio del ministerio. Basta con ver que los “servidores de la Palabra”, mencionados en Lc 1:2, son testigos oculares. Saulo, en Hechos 26:16, es constituido como siervo y testigo de lo que acababa de ver y de lo que el Señor aún le tenía que mostrar. De estos pasajes surge la idea de que los ministerios nacen de la experiencia de Cristo y se nutren de ella.

1.2.4. DIAKONOS

Es un término ampliamente utilizado en el NT, pero en diferentes contextos y con diferentes significados. Básicamente, es bueno detenerse en lo siguiente: DIAKONOS es la persona que recibe la misión de servir a la Iglesia. Esteban y sus amigos son DIAKONOS porque se preocupan por las obras de caridad de la comunidad (Hechos 6:1-6); Pablo y Apolo, aunque trabajan incansablemente en la evangelización, prefieren ser considerados simplemente diáconos (DIAKONOI) de la Iglesia (1 Cor 3:5-15); Tíquico (Ef 6:21), Epafras (Col 1:7) y Timoteo (1 Ts 3:2) son DIAKONOI porque colaboran más directamente en la evangelización. Jesucristo es también DIAKONOS porque no vino a ser servido sino a servir y dar su vida en rescate por muchos (Mt 28:28; Mc 10:45; Rom 15:8). La asistencia a los más necesitados se considera no sólo una DIAKONIA (ministerio, servicio) sino una condición necesaria para tener un lugar en el Reino de los Cielos (Mt 25, 31-46). En particular, cabe destacar los textos sobre la inferioridad del DIAKONOS: Lc 12,37 y 22,26-27. El DIAKONOS es inferior a Dios y al pueblo que se le ha confiado. De hecho, parece que esta fue una característica importante de los ministerios en las primeras comunidades cristianas.

1.2.5. OIKONOMOS

OIKONOMOS es el administrador que cuida de la propiedad de su señor. Cabe señalar que en la tradición paulina y petrina, los apóstoles y todos los cristianos se llaman OIKONOMOI porque administran los misterios y las gracias de Dios (1 Cor 4:1-2; 1 Pedro 4:10). El simbolismo del administrador de la casa es verdaderamente sugerente, porque insiste en el deber de todo cristiano de tener un ministerio. Así, los ministerios son vistos como una forma de administrar el OIKOS (morada, casa) de Dios (1 Cor 3:5-9).

  • Reflexión

La riqueza semántica de la que hemos hablado no debe ser vista como un mero refinamiento lingüístico de los autores bíblicos, sino como una prueba clara de la diversidad de experiencias de ministerialidad entre el pueblo de Israel y las primeras comunidades cristianas. Asimismo, esta riqueza semántica nos sirve de base e inspiración para la continua contextualización de los ministerios.

2.1 Diversidad de experiencias ministeriales

De lo dicho anteriormente, queda claro que las diversas experiencias de ministerio relatadas en los textos sagrados son de interés para los hagiógrafos para presentar, a través de ellas, a un Dios que suscita ministerios para el servicio de su casa. Recordemos que, en el NT, la casa de Dios (OIKOS TOU THEOU) indica, en un sentido estricto, la Iglesia de Cristo (1 Tim 3:15; Heb 3:6) y, en un sentido más amplio, todo el universo (Hechos 7:44-50). La complejidad inherente a los conceptos demuestra la importancia de profundizar no sólo en el significado de la expresión “casa de Dios”, sino también en los ministerios que deben administrarla plenamente. La casa de Dios es tan compleja que no puede ser administrada sin una amplia gama de ministerios. Por lo tanto, es urgente estimular el nacimiento de nuevos ministerios dentro y fuera de la Iglesia. En este sentido, los combonianos están llamados a animar este proceso, que hoy más que nunca aparece como una conditio sine qua non para la evangelización del mundo contemporáneo.

2.2.      Contextualización de los ministerios

Las diversas experiencias de ministerio en la Biblia van acompañadas de un proceso de contextualización, es decir, la adaptación de los ministerios a un contexto determinado. Para los combonianos, la contextualización implica dos procesos intrínsecamente interdependientes: el proceso ad intra y el proceso ad extra. Ad intra porque requiere que los ministerios y los compromisos misioneros sean repensados a la luz de la realidad interna del Instituto (número de hermanos, formación académica, geografía vocacional, situación económica, etc.). Ad extra porque nos desafía a identificar, en el contexto en el que trabajamos, personas, medios y métodos para fomentar el surgimiento de nuevos ministerios o la actualización de los existentes con y desde ellos. Ambos procesos requieren realismo, coraje y optimismo. Cabe señalar que, en el proceso de contextualización de los ministerios, considerados individualmente y como grupo, la lectura contextualizada de la Sagrada Escritura desempeña un papel insustituible. Por esta razón, es esencial volver a aprender a leer la Biblia desde el contexto del receptor contemporáneo. Sólo así será posible identificar los ministerios más adecuados para cada realidad.

3. Preguntas para un estudio más profundo

a) ¿En qué consiste esta “inferioridad del ministro” aplicada al misionero comboniano?

b) ¿Sentimos hoy en día la necesidad de nuevos ministerios en la Iglesia y en el Instituto? ¿Cuáles?

c) La casa de Dios es inmensa y compleja. ¿Cómo se puede administrar integralmente?

d) ¿Hemos podido contextualizar el carisma comboniano y los ministerios vinculados a él?

e) ¿Hemos podido contextualizar nuestra hermenéutica de los textos bíblicos para obtener ministerios adaptados a la realidad? ¿Qué dificultades hemos encontrado?

Bibliografía recomendada

COLLINS, J.N. (2014). Diakonia Studies: Critical Issues in Ministry. Oxford: Oxford University Press.

COMISSÃO Teológica Internacional. (2002). Da Diaconia de Cristo à Diaconia dos Apóstolos.

GUIJARRO, S. (2017). La Aportación del Análisis Contextual a la Exégesis de los Textos Bíblicos. Cuestiones Teológicas, 44 (102), 283-300.

KING, N. (2019). Ministry in the New Testament. New Blackfriars, 100 (1086), 155-164.

MĂCELARU, M.V. (2011). Discipleship in the Old Testament and Its Context: A Phenomenological Approach. Pleroma, 13 (2), 11-22.

P. José Joaquim L. Pedro, mccj

Libro: Somos Misión

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“La creación, expectante, está aguardando la manifestación de los hijos de Dios” (Rom. 8,19)

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Queridos hermanos y hermanas os saludamos cordialmente en el nombre de Jesús, nuestro Señor.

Como bien recordarán, hace unos dos años se publicó el primer volumen, titulado: “Sé el cambio que quieres ver en el mundo“, donde se recogieron las ideas que nos animan y guían de manera particular dentro de los caminos inherentes a la JPIC. Estos caminos, a su vez, también fueron posibles gracias a los encuentros de los Foros Sociales Mundiales (FSM) y los Foros organizados como Familia Comboniana. En los 150 años de Historia y Vida, nuestros Institutos se han enriquecido con una gran experiencia ministerial gracias sobre todo a la dedicación de muchos misioneros y misioneras que han interpretado la especificidad de nuestro Carisma con creatividad y pasión apostólica.

Este segundo volumen titulado: “Somos misión: testigos de ministerialidad social en la familia comboniana“, presenta una gama significativa de experiencias ministeriales concretas. Nuestro deseo es que al compartir estas vivencias, elegidas entre muchas otras, nos ayude en primer lugar a valorar lo que ya hacemos, gracias al Don del Espíritu Santo y a nuestras respuestas personales y comunitarias. Además, esta pluralidad de empeños compartidos nos ayuda a apreciar las diferentes acciones ministeriales combonianas que se complementan y enriquecen mutuamente, revelando la riqueza del Carisma en un dinamismo creciente.

Pedimos a nuestros Superiores Provinciales que distribuyan copias impresas de este segundo volumen a todas las comunidades, así como la copia digital en cuatro idiomas, para que todos y cada uno puedan disfrutar del trabajo realizado conjuntamente y en colaboración con más de 40 hermanos y hermanas combonianos.

Queremos agradecer a los miembros de la Comisión de la Ministerialidad Social de la Familia Comboniana que han trabajado con pasión y competencia en el cuidado de este segundo volumen y en el mapeo de nuestra presencia comboniana de ministerios sociales en todo el mundo.  En diciembre de 2020, si el Covid-19 lo permite, se celebrará en Roma el Foro sobre la Ministerialidad Social. 

Estas iniciativas y actividades forman parte de un gran viaje en sinergia y colaboración entre los miembros de la Comisión y muchos hermanos y hermanas, que seguramente aportarán entusiasmo y apertura a la novedad a la que nos guía el Señor.  Todo esto requiere, sin embargo, por parte de toda la Familia Comboniana una gran apertura de corazón, de mente, de creatividad y de compromiso que confiamos a la intercesión de nuestro gran fundador, San Daniele Comboni.

¡María, Mujer del Evangelio, enséñanos a proclamar a tu Hijo Jesús en nuestro compromiso ministerial!

Sr. Luigia Coccia, smc                        P. Tesfaye Tadesse, mccj

Puedes descargar el libro siguiendo este link

Reunirse en medio de una pandemia en curso

LMC Kenia
LMC Kenia

Cuando nos reunimos por última vez en marzo de este año, ninguno de nosotros pensó que no podríamos reunirnos en los próximos seis meses. Habíamos hecho planes para reunirnos de nuevo en el mismo mes, e incorporar a algunos posibles nuevos miembros de Kariobangi en Nairobi y Nyeri. Como LMC-Kenia, estábamos entusiasmados por revisar las posibles actividades de solidaridad de las que formaríamos parte. Sin embargo, no sólo se descarrilaron nuestros planes con el inicio de la pandemia del coronavirus en Kenia, también lo hizo nuestra formación. También sabíamos que no éramos los únicos, ya que muchos más países se habían visto afectados, algunos más que otros. Aun así, intentamos llevar a cabo nuestras reuniones online con la esperanza de que algún día nos volviéramos a encontrar.

La partida del P. Claudio, MCCJ de Kenia de vuelta a Italia fue una noticia agridulce para nosotros. Él ha sido muy importante en nuestra formación desde el principio de la creación del grupo. ¿Cómo podría irse sin que lo celebremos y nos despidamos con nuestra presencia física? Por tanto, decidimos reunirnos el 29 de agosto no sólo para desearle lo mejor, ya que se preparaba para dejar nuestro querido país después de servir durante muchos años, sino también para reunirnos como grupo para planificar nuestro futuro.

LMC Kenia

Durante la reunión, nos esforzamos en seguir las pautas de seguridad emitidas por nuestro gobierno mientras compartíamos nuestras experiencias de los últimos seis meses. La pandemia ciertamente nos ha afectado a todos y cada uno de nosotros. Pero en general, estamos agradecidos de que por la gracia de Dios hayamos sido capaces de continuar. Fue una gran alegría vernos de nuevo cara a cara. Por un momento, todos olvidamos los miedos y desafíos que trajo la pandemia.

En el corto tiempo que tuvimos, pudimos debatir asuntos relacionados con el grupo, como los aspectos financieros, nuestro proyecto de miel, nuestra presencia en internet y los planes futuros sobre cómo progresará nuestra formación. El celo misionero dentro del grupo no se ha desvanecido en lo más mínimo. De hecho, los retos a los que nos enfrentamos parecen encender un deseo más profundo de servir al Señor como misioneros en nuestro país y más allá. Planeamos continuar nuestros encuentros de formación, aunque sea por un solo día al mes, para tratar de recuperar el tiempo perdido. Seguimos esperando el momento en el que podamos reanudar nuestra habitual formación continua. Mientras tanto, intentaremos aprovechar al máximo las oportunidades que se nos presenten. Mientras el P. Claudio se embarca en otra fase de su vida misionera, rezamos para que el Señor le bendiga y se quede siempre con él.

LMC Kenia

Grupo LMC en Kenia

Parroquia misionera y ministerial

P Fernando MCCJ

“La Iglesia peregrinante es misionera por naturaleza” (AG 2; Cf. Mt 28, 16-20; Mc 16, 15-20), pero también es ministerial por naturaleza (cf. Rom 12, 4-8). Ministerialidad y misión están profundamente unidas ya que la misión se concretiza y realiza a través de la diversidad de ministerios. Un ministerio es un servicio para el bien común o el desarrollo de la misión de la Iglesia. Por tanto, podemos decir que la Iglesia es misionera porque ella es substancialmente ministerial, servidora. En el contexto del año de la ministerialidad que estamos viviendo en el Instituto, ponemos particular interés, en este artículo, en el aspecto ministerial y carismático de la misión evangelizadora de la Iglesia, en la parroquia.

P Fernando MCCJ

A la luz del Concilio Vaticano II entendemos que todo bautizado está llamado a ser evangelizador porque participa de las tres funciones ministeriales de Cristo: Sacerdote, Profeta y Rey y comparte su misión (cf. LG 30-38). Los ministerios, en primer lugar, se pueden clasificar en dos grandes grupos: Ministerios Laicales y Ministerios del Orden Sacerdotal. Cuando se parte de una idea jerárquica de la Iglesia y de una visión clerical de la pastoral los ministerios laicales se sofocan o se reducen a servicios de apoyo al sacerdote, a su misión. Como consecuencia los agentes de pastoral se convierten en simples colaboradores, ayudantes, “monaguillos del sacerdote” (altar boys), o como hubo en muchas misiones el “mision boy”, aunque fueran adultos. Hay, también, algunos sacerdotes que dedican gran parte de su tiempo a labores propias de los hermanos o de otros ministerios laicales, dejando poco tiempo para los ministerios propios de su sacerdocio.

Otra práctica común, es la de dividir la parroquia en zonas pastorales adjudicadas a cada uno de los sacerdotes. Cada uno organiza y administra su zona, su pastoral, su equipo, sus proyectos, su gente, su misión, su dinero. Se vuelve un área de su propiedad donde los otros misioneros no pueden intervenir y, en ocasiones, ni siquiera pueden opinar. Cada uno debe respetar el territorio del otro. El XVIII Capítulo General y la Alegría del Evangelio del Papa Francisco nos exhortan a entrar en un proceso de conversión para pasar de modelos clericales y jerárquicos de la misión y la pastoral a modelos basados en los ministerios suscitados por el Espíritu Santo, a vivir el espíritu del Concilio Vaticano II. Por el bautismo todos somos iguales: discípulos de Jesús pero con diversas vocaciones y dones (cf. LG 30). Utilizando la expresión creada por los obispos latinoamericanos en Aparecida y utilizada por el Papa Francisco, afirmamos que todos somos discípulos misioneros de Jesucristo (cf. AE 119-121.130-131, Aparecida 184-224).

Es importante señalar que el bautizado es, en primer lugar, un discípulo de Jesucristo y el encuentro con Jesús lo transforma en misionero. Este Jesús que lo ha fascinado lo envía a evangelizar: “Cada cristiano y cada comunidad discernirá cuál es el camino que el Señor le pide, pero todos somos invitados a aceptar este llamado: salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio” (AE 20). Cada discípulo misionero debería apropiarse de la pasión de Pablo por la misión y exclamar: “¡Ay de mi si no predico el Evangelio!” (1 Cor 9, 16). Evangelizar no es sólo un deber, es sobre todo un derecho de cada discípulo misionero de Jesucristo.

En nuestros tiempos es fundamental crecer en la pluralidad y diversidad ministerial. Los ministerios ordenados y laicales son dones del Espíritu Santo, dados con el fin de complementarse hacia un fin común: “Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de actividades, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo. Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para el bien común” (1 Cor 12, 4-7). La misión actual requiere modelos pastorales ministeriales. Una parroquia misionera ministerial es dinámica porque a través de la escucha del Espíritu Santo y la lectura de los signos de los tiempos descubre, concibe, crea y desarrolla nuevos ministerios y estrategias pastorales.

A continuación propongo dos esquemas pastorales basados en los ministerios que ya se están dando en diversas partes del mundo.

Los ministerios ordenados no los menciono aquí porque son adherentes a la vocación sacerdotal, el énfasis está en los ministerios laicales.

  • En algunas Comunidades Eclesiales de Base: 1. En relación a la Palabra de Dios: Animador bíblico para coordinar la reflexión bíblica en las pequeñas comunidades. 2. En relación a la formación de la comunidad: Catequistas para la preparación a los sacramentos y su seguimiento después del sacramento. 3. En relación a las celebraciones litúrgicas: Ministros de la acogida, cantores, lectores, acólitos, ministros extraordinarios de la Eucaristía. 4. En relación a la solidaridad social: Formadores de conciencia política y en derechos humanos, ministerio de caridad y solidaridad con los necesitados, ministerio para la organización y movilización comunitaria.
  • Organización por pastorales. Algunas parroquias integran la diversidad de ministerios en tres pastorales: Profética, Litúrgica, Social. 1. Pastoral profética: Catequistas para la formación básica para los sacramentos, maestros para dar una formación continua a todas las personas que ejercen un ministerio, coordinadores para acompañar a los diversos grupos parroquiales, escuela de pastoral y una publicación periódica para la formación de todos los líderes y de la comunidad parroquial. 2. Pastoral litúrgica: Ministros de acogida, coros, cantores, proclamadores de la Palabra, acólitos, ministros extraordinarios de la Eucaristía, coordinadores de los grupos de liturgia, actores para la representación del evangelio en las misas de niños. 3. Pastoral social: Ministros de la solidaridad y caridad, visitadores de los enfermos, formadores de la conciencia social, sobre los derechos humanos y la doctrina social de la Iglesia, hospitalidad.

Para que una parroquia ministerialmente organizada funcione bien es fundamental contar con un consejo parroquial que incluya líderes tanto de los ministerios ordenados como de los laicales para que en comunión acompañen el proceso evangelizador, disciernan los signos de los tiempos para comprender cuales deben ser las opciones pastorales propias para el contexto y tiempos actuales y los ministerios necesarios para llevar adelante la labor misionera. Además, es importante contar con una espiritualidad que ayude a todos los evangelizadores a conocer y amar más su vocación de discípulos misioneros de Jesucristo.

P. Fernando Mal GatKuoth

Encuentro reflexivo nacional de los Laicos Misioneros Combonianos de México

LMC Mexico

El sábado 01 de agosto del 2020, solemnidad de San Alfonso María de Ligorio, los Laicos de diferentes puntos del país de México, celebramos un encuentro nacional, para compartir nuestra vivencia a partir de la pandemia. Participaron laicos de: Michoacán, Guanajuato, Guadalajara, Morelos y Ciudad de México, acompañados de nuestro asesor nacional: Gustavo Covarrubias MCCJ. Iniciamos con una oración para impulsar el espíritu misionero, a partir del profeta Naum 1, 7. Posteriormente compartimos la manera en que estamos viviendo nuestra vocación de Laicos Misioneros Combonianos.

Fuimos iluminados por la realidad, meditando los diferentes escenarios sociales, políticos y familiares, a los que nos enfrentamos y la manera en que podemos vivirlos tal y como San Daniel Comboni lo hubiere hecho. Tomando como tres estrategias: La oración, la solidaridad y la cooperación y ser signos de Esperanza en el mundo. Posteriormente meditamos la Palabra de Dios para traducir en compromisos concretos en nuestra labor misionera: La oración, salir al encuentro con el otro, ir poco a poco trabajando jornadas misioneras, dando siempre prioridad a la salud de todos, teniendo como referente lo valiosa y digna que es la vida humana.

Por último, compartimos el panorama de la misión a nivel internacional y cerramos con un momento de oración para invocar la protección maternal de Nuestra Madre María de Guadalupe, comprometiéndonos a seguir consolidados como una sola familia misionera comboniana.

“Sin los laicos el trabajo de la misión es estéril” (EC 1219).

Juan José Mendoza Buenrostro