Laicos Misioneros Combonianos

“No el muncho saber aprovecha, sino el mucho amar”

Reyes Magos

Reyes MagosUn comentario a Mt 2, 1-12 y Mt 3, 13-17 (Epifanía, 6 de enero del 2019)

La Navidad concluye con la Epifanía, que significa “manifestación”. La Epifanía incluye la fiesta de los “Reyes magos” (6 de enero) y el domingo próximo (13 de enero) en el que se celebra el Bautismo del Señor. En este comentario me refiero a los dos textos evangélicos, destacando algunas consideraciones:

Los sabios de Oriente y la naturaleza (ecología)

Los sabios de Oriente (“reyes magos”) observaban la naturaleza y en ella descubrieron una estrella, algo que para ellos fue un signo de la nueva presencia de Dios en el mundo.

De hecho, la naturaleza es el primer libro que los seres humanos tenemos para entendernos a nosotros mismos y nuestra relación con los demás y con Dios. El mundo técnico y urbano, llevado por una prepotencia exagerada,  quiso alejarse durante un tiempo de esta naturaleza, lo que está trayendo bastantes problemas a la humanidad. Ahora ha vuelto un  cierto respeto a la naturaleza. Ojalá eso nos ayude a integrarnos mejor con ella y en esa integración encontrar a Dios, como fuente de vida, de armonía, de luz y de paz. La encíclica del Papa Francisco sobre la ecología es, en este sentido, muy actual y muy oportuna.

Juan Bautista y el cambio que se nos pide

Por otra parte, Juan, iniciador de un gran movimiento de cambio radical, manifestado en el bautismo, supo percibir en la masa de “convertidos” la presencia de Uno, una persona especial sobre la que se abría el cielo, es decir, que tenía una relación especial con Dios del que era el “hijo amado”. A nosotros se nos invita a identificarnos con este Jesús de Nazaret y con él sabernos hijos amados, perdonados y renovados. No se trata tanto de que seamos moralmente perfectos cuanto de que tomemos conciencia de ser hijos amados. No cambiamos para amar, cambiamos porque somos amados.

Herodes y los adormecidos

Frente a los sabios de Oriente y al profeta del Jordán, nos encontramos con las personas endurecidas, que se encierran en sus privilegios y son incapaces de comprender los caminos de Dios en su tiempo. Herodes no era capaz de percibir los signos de Dios, porque estaba cegado por sus intereses políticos. Lo único que le interesaba era conservar su poder y todo lo demás, no sólo no existía, sino que “no podía existir”. Cualquier amenaza contra su poder debería desparecer por las buenas o por las malas. Lo que no sabía Herodes es que, a pesar de su poder, el amor de Dios terminaría por triunfar. Los seguidores de Jesús sabemos que el mal existe, pero el Bien de Dios termina triunfando.

Junto a Herodes había también los “expertos” (sacerdotes y escribas) que conocían las tradiciones y la sabiduría acumulada en las Escrituras, pero esos conocimientos no le servían para “ver” el paso de Dios por sus vidas. Se miraban demasiado a su propio ombligo, estaban demasiado pagados de sí mismos. “No el mucho saber aprovecha, sino el mucho amar”, dijo San Ignacio.

La Epifanía es un buen momento para mirar alrededor (al mundo, a los demás) y al interior de nosotros mismos para percibir los signos del paso de Dios por nuestra vida. Ojalá nuestro corazón sea humilde y abierto, de manera que nuestros ojos puedan “ver” a este Dios que se nos revela y como, los sabios de Oriente, lo reconozcamos y lo adoremos.

P. Antonio Villarino

Bogotá

Finalizó la VI Asamblea General de los LMC en Roma… ánimo en la Misión.

Asamblea LMC Roma

Asamblea LMC RomaAcaba de concluir nuestra VI Asamblea Internacional de los LMC en Roma. Durante estos días ha sido difícil poder escribir y compartir con todos como se iba desarrollando. Ha sido una semana intensa de trabajo en grupos, plenarios en múltiples idiomas y de consensuar acuerdos.

Una semana de encuentros personales, donde hemos hecho presencia en la vida de los demás, hemos entendido un poco mejor como cada uno vive nuestra común vocación LMC en cada país, en cada cultura. Donde nos hemos alegrado con los logros, preocupado por las dificultades, animado a acompañar y cuidar las heridas o a acompañar a los que caen enfermos. Pero todos y todas desde este espíritu de familia LMC internacional que quiere hacerse presente en el sostenimiento mutuo de esta vocación y en el apoyo al servicio que el Señor nos encomienda como movimiento LMC internacional.

Asamblea LMC RomaTambién ha sido un momento privilegiado de oración y celebración conjunta. De compartir desde nuestra fe, nuestra común vocación LMC. Cada uno llamado por Jesús a salir al camino de la humanidad, al encuentro personal con el más débil y excluido. Jesús que estamos esperando en este adviento y que sabemos no nace en un palacio o entre los poderosos, sino que pide posada en las periferias para terminar naciendo en un humilde pesebre. Jesús desde su nacimiento nos muestra donde debemos estar para encontrarnos con Él.

Un momento donde María ha estado muy presente. En nuestra pequeña cripta nos acompañaba un cuadro de la Virgen de Guadalupe. María que se hace cercana e intercesora de los últimos, de los pueblos indígenas de América, y posibilita la inculturación de la fe. Maestra en el camino. María que lleva a Jesús en este tiempo de adviento, tiempo de esperanza. Ella y las diferentes advocaciones de María han estado muy presentes durante esta semana, como madre que nos quiere acompañar.

Asamblea LMC RomaComboni a los pies del altar nos ha recordado en todo momento lo específico de nuestra vocación. Una vocación que busca ser “católica” (universal), porque solo si todos nos unimos será posible al regeneración de este Mundo.

Una bola del Mundo que también ha estado a los pies del altar, representando todas esas situaciones que debemos servir, partiendo de la propia madre tierra, maltratada por un sistema de sobreexplotación y ocupándonos de sus hijos e hijas que sufren las desigualdades de este mundo, el injusto reparto del acceso a las riquezas y de las maravillas que Dios colocó para todos, para que pudiéramos tener un vida plena.

Asamblea LMC RomaCon un camino donde hemos reconocido el camino recorrido en estos seis años desde cada rincón del mundo. Muchas han sido las realidades de nuestra humanidad que se han hecho presentes, recordando donde cada uno de nuestros LMC está presente. Queremos seguir siendo Iglesia en salida, iglesia desacomodada que parte con humildad a acompañar la vida de los empobrecidos, que reconoce en la diversidad riqueza, que necesita seguir aprendiendo con los demás a descubrir el rostro de Dios más completo posible, aquel leído y descubierto por cada una de las culturas de este mundo.

Comunidad de comunidades que quiere estar presente allá donde el Señor nos coloca. Que quiere mirar a su alrededor y no conformarse. Acercarse a estas realidades de frontera, allá donde los demás no quieren ir, y hacerse pueblo con el pueblo. Disponible a dejar su tierra o a acompañar en su propia tierra estas realidades de misión. Porque la misión no entiende de fronteras y geografías sino de personas. Un mundo globalizado que necesita una respuesta común.

Asamblea LMC RomaPor eso reconocemos, gritamos, rezamos: ¡Un mundo, una humanidad, una respuesta común!

Por eso hemos cantado una y otra vez que “Tudo está interligado, como se fôssemos um… tudo está interligado nesta casa común”.

Ahora se abre un tiempo de oración, de discernimiento para entender el paso de Señor por nuestras vidas, por nuestra asamblea. Para entender las conclusiones que entre todos y todas hemos conseguido consensuar.

Tiempo de estudio, reflexión y oración en cada una de nuestras comunidades. Porque como la Palabra, estas conclusiones, leídas en comunidad tienen un sentido más pleno.

Que el Señor nos conceda la valentía para dar un paso adelante y la fidelidad para mantenernos junto a Él en este camino de servicio misionero.

¡Feliz Navidad a todos y cada uno!

Asamblea LMC Roma

Alberto de la Portilla, LMC