Laicos Misioneros Combonianos

Del mercado salvaje y el consumismo a un amoroso y tierno cuidado por la vida

Grupo

De acuerdo con algunos llamados proféticos, que han estado anunciando una era posmoderna, o post-religiosa, o mejor una era post-capitalista, ahora estamos cayendo en una era post-esperanza con una historia interminable de creciente dominación de los propietarios del capital, más desventajas e injusticia social para los más rezagados de la sociedad, aumento de la contaminación, un tremendo abuso desmesurado del agua en todas partes, ríos y océanos llenos de plástico y química. Es más, algunos grupos de personas muestran menos compromiso y más desafección política. Sin embargo, nos encontramos con personas que siguen haciendo preguntas ingeniosas, notables e importantes sobre cómo gestionar: ¿Sigue ahí la democracia? ¿Puede aún salvarse nuestro planeta tierra? ¿Qué podríamos hacer?

Vemos estas y otras preguntas similares ya como una señal de que la humanidad, que algunas personas razonables e inteligentes todavía tienen recursos en sí mismas y quieren vivir de acuerdo con su dignidad y mentalidad noble. Eso es alentador incluso para nosotros. A pesar de muchas situaciones difíciles, catástrofes e injusticias, ellos y nosotros no renunciamos, no nos rendimos, no permanecemos pasivos. No basta con sentir ira, con buscar a los culpables. El odio y la violencia no son la alternativa. Al contrario.

Empecemos de nuevo, reunámonos para analizar las situaciones a la luz del Evangelio y de la Doctrina Social del Papa Francisco. Juntos encontraremos nuevas formas de hacerlo mejor, en primer lugar nosotros mismos, y luego tomaremos el coraje para proponer a los demás estas nuevas formas que encontramos para el presente y para el futuro. ¡Con amoroso y tierno cuidado por la VIDA!

Comenzamos a pensar en escribirte este mensaje mientras se acercaba la fiesta de Nuestra Señora del Monte Carmelo. Ciertamente has oído hablar de las montañas Dolomitas en Italia y del hecho de que las montañas han cambiado su aspecto. Por tanto, nos inspira mirar a Nuestra Señora del Monte Carmelo como Madre cariñosa de Jesús de Nazaret, y como un modelo a seguir que lleva una vida genuina en contacto con la naturaleza, en la simplicidad de las relaciones y en una forma creativa de vida. Nos encanta contemplarla a ella y a su familia, siendo José el carpintero del pueblo. La vemos realzando madera, árboles, hierbas y flores. La vemos recogiendo agua con reverencia y haciendo el trabajo doméstico de manera austera y económica, sin pretensiones, aprovechando al máximo las pequeñas cosas. Con amor y cuidado la VIDA.

Nos sentimos llamados a continuar nuestra profunda transformación en nosotros mismos, en nuestros planteamientos y de manera práctica, así como nuestra Campaña de Transformación por un nuevo estilo de vida, por una vida más simple, de una manera que no agreguemos destrucción y empeoremos la condición desesperada de nuestra Madre y Hermana Tierra. Dejemos atrás la mentalidad habitual de mercado salvaje, del consumismo y convirtámonos en familias y comunidades con una mentalidad integral de desarrollo humano y ambiental.

Pensemos de nuevo en plantar árboles, en atesorar y ahorrar agua siempre, en mirar nuestros campos con veneración y en cultivar en nosotros y a nuestro alrededor una actitud de máximo respeto por la Sacralidad de la Creación, como lo hicieron nuestros antepasados.  Pensemos en eliminar el plástico de nuestra vida cotidiana e invirtamos nuestra creatividad en cómo sustituirlo.  ¡Esto es en realidad una afirmación de nuestra fe en tu creatividad!

Queridos amigos, ¡vamos a crear algo nuevo! Que nuestros hogares sean centros de nueva VIDA, de calidad de VIDA, como siempre hemos visto en nuestra visión y misión dentro de nuestros “Ministerios Sociales”, como “Emprendedores Sociales”, “Transformadores Sociales”. ¡Juntos nos atrevemos! ¡Juntos lo lograremos! ¡Con amoroso y tierno cuidado por la verdadera VIDA!

“Alabado seas mi Señor”.  En las palabras de este hermoso cántico, San Francisco de Asís nos recuerda que nuestra casa común es como una hermana con la que compartimos nuestra vida y una hermosa madre que abre los brazos para abrazarnos.  “Alabado seas mi Señor, a través de nuestra Hermana, madre tierra, que nos sostiene y gobierna, y que produce varios frutos con flores y hierbas de colores”.  (LS 1)

“No quiero desarrollar esta encíclica sin acudir a un modelo bello que puede motivarnos. Tomé su nombre como guía y como inspiración en el momento de mi elección como Obispo de Roma. Creo que Francisco es el ejemplo por excelencia del cuidado de lo que es débil y de una ecología integral, vivida con alegría y autenticidad. Es el santo patrono de todos los que estudian y trabajan en torno a la ecología, amado también por muchos que no son cristianos. Él manifestó una atención particular hacia la creación de Dios y hacia los más pobres y abandonados. Amaba y era amado por su alegría, su entrega generosa, su corazón universal. Era un místico y un peregrino que vivía con simplicidad y en una maravillosa armonía con Dios, con los otros, con la naturaleza y consigo mismo. En él se advierte hasta qué punto son inseparables la preocupación por la naturaleza, la justicia con los pobres, el compromiso con la sociedad y la paz interior”. (LS 10) “La humanidad está llamada a tomar conciencia de la necesidad de realizar cambios de estilos de vida, de producción y de consumo, para combatir este calentamiento o, al menos, las causas humanas que lo producen o acentúan. Es verdad que hay otros factores (como el vulcanismo, las variaciones de la órbita y del eje de la Tierra o el ciclo solar), pero numerosos estudios científicos señalan que la mayor parte del calentamiento global de las últimas décadas se debe a la gran concentración de gases de efecto invernadero”. (LS 23) ¡Debido a la explotación salvaje!  “Mencionemos, por ejemplo, esos pulmones del planeta repletos de biodiversidad que son la Amazonia y la cuenca fluvial del Congo, o los grandes acuíferos y los glaciares”. (LS 38)

“Para la tradición judío-cristiana, decir «creación» es más que decir naturaleza, porque tiene que ver con un proyecto del amor de Dios donde cada criatura tiene un valor y un significado. La naturaleza suele entenderse como un sistema que se analiza, comprende y gestiona, pero la creación sólo puede ser entendida como un don que surge de la mano abierta del Padre de todos, como una realidad iluminada por el amor que nos convoca a una comunión universal”. (LS 76) “No obstante, Dios, que quiere actuar con nosotros y contar con nuestra cooperación, también es capaz de sacar algún bien de los males que nosotros realizamos, porque «el Espíritu Santo posee una inventiva infinita, propia de la mente divina, que provee a desatar los nudos de los sucesos humanos, incluso los más complejos e impenetrables»”. (LS 80)

“Oración por nuestra tierra”

“Dios omnipotente, que estás presente en todo el universo y en la más pequeña de tus criaturas, Tú, que rodeas con tu ternura todo lo que existe, derrama en nosotros la fuerza de tu amor para que cuidemos la vida y la belleza.

Inúndanos de paz, para que vivamos como hermanos y hermanas sin dañar a nadie. Dios de los pobres, ayúdanos a rescatar a los abandonados y olvidados de esta tierra que tanto valen a tus ojos. Sana nuestras vidas, para que seamos protectores del mundo y no depredadores, para que sembremos hermosura y no contaminación y destrucción.

Toca los corazones de los que buscan sólo beneficios a costa de los pobres y de la tierra. Enséñanos a descubrir el valor de cada cosa, a contemplar admirados, a reconocer que estamos profundamente unidos con todas las criaturas en nuestro camino hacia tu luz infinita. Gracias porque estás con nosotros todos los días.

Aliéntanos, por favor, en nuestra lucha por la justicia, el amor y la paz.” (LS 246)

Todos ustedes, por favor, siéntanse abrazados con nuestra oración y afecto diarios,

Fr. Francesco Pierli MCCJ  /  Sr. Teresita Cortes Aguirre CMS

Proyecto Memoria de África: José Carlos Rodríguez

Jose Carlos

Continuamos esta serie de testimonios con José Carlos Rodríguez.

Periodista de formación, trabajó durante más de 20 años como misionero comboniano en Uganda informando sobre los conflictos y como trabajador social tras la guerra civil. Es el único español que ha hablado con Joseph Kony, líder del Ejército de Resistencia del Señor, durante las reuniones y conversaciones en las que participó con el objetivo de restablecer la paz en el país. También ha trabajado en proyectos de resolución de conflictos en R.D. Congo y en República Centroafricana, donde sigue trabajando a día de hoy.

¿Qué misión te quiere encomendar Jesús?

de dos en dos

Un comentario a Lc 10, 1-12.17-20 (XIV Domingo ordinario, 3 de julio de 2022)

Sabemos que Lucas, a diferencia de Marcos y Mateo, nos refiere dos discursos misioneros de Jesús: en uno habla a los Doce (que representan a Israel), mientras en el otro se dirige a los Setenta y dos, que representan a todas las naciones. El texto de hoy nos transmite este segundo discurso. Como es bastante largo, resulta imposible considerarlo todo en este breve comentario. Solamente quiero compartir con ustedes algunos breves “flashes” sacados de las primeras líneas:

  1. “Jesús designó”. Para los evangelistas está claro que no son los discípulos que eligen seguir a Jesús, sino que es éste quien les llama. Y ésta es una experiencia que hace cualquiera que se embarque en un camino de discipulado y de crecimiento espiritual. En un momento de nuestra vida, nos parece que somos nosotros los que decidimos optar por el Evangelio y por Jesús.  Pero esa visión no aguanta mucho, se cae ante nuestros primeros fallos. Pronto nos damos cuenta que realmente es el Señor quien nos eligió y nos puso en este camino, a veces a pesar de nosotros mismos. Por otra parte, es una experiencia que hacen los grandes artistas, que suelen decir algo así como “la inspiración me ha poseído”, o los enamorados que experimentan que la otra persona se les “impone”. También en la vida religiosa, llega un momento en que sabemos que la “gracia nos posee”, que el discipulado no es fruto de nuestros esfuerzos sino del amor gratuito de Dios.
  2. “Otros”. Así dice el texto. Los setenta y dos escogidos ahora no son los primeros. Seguramente Jesús había provocado un gran movimiento de amigos y discípulos, que no eran espectadores pasivos sino actores dinámicos en el proyecto de renovación que Jesús proponía a Israel y a toda la humanidad. Me parece muy importante que cada uno de nosotros contribuya a la misión con los propios dones y carismas, pero sin considerarnos “los únicos”, sin caer en los celos de lo que otros hagan. Los demás son también un don de Dios y normalmente tienen los carismas que a mí me faltan.
  3. Setenta y dos. Como sabemos, este número hace referencia a la totalidad de las naciones “paganas”. Desde el inicio la Iglesia de Jesús se siente enviada más allá de las fronteras de Israel. Después de la resurrección de Jesús, los apóstoles se extendieron por los pueblos vecinos y, con la ayuda providencial de Pablo, llegaron hasta Roma y a muchas partes del Imperio romano. Pienso que la Iglesia debe seguir este criterio en todas las épocas de la historia, superando constantemente los límites estrechos de la cultura ya adquirida, de los ritos establecidos, de las normas tradicionales… para abrirse a nuevas culturas y ámbitos religiosos. Las Iglesia necesita ritos, normas y cánones, pero no puede quedarse ligada a ellos como si fueran “ídolos”, porque la fe en Jesús la hace libre y capaz de superar sus propias tradiciones para abrirse a nuevos pueblos con los que crear nuevos ritos y nuevas normas.
  4. Discípulos. Esta es la base de la misión. Antes de ser misioneros, hay que ser discípulos, pertenecer al movimiento de Jesús. Ser discípulos es mucho más que aprender una doctrina, una moral o una metodología. Es pertenecer a una escuela de vida, es ser y vivir a la manera de Jesús. “No les llamaré siervos, sino amigos”, dice el Maestro. Hoy tenemos gran necesidad de recuperar esta conciencia de ser discípulos, porque nuestra vida cristiana se ha centrado en prácticas y tradiciones buenas, pero secundarias, se ha contaminado del mundo que nos rodea (burguesismo, secularismo, etc.), o ha caído en la mediocridad. Tenemos que recuperar la lectura creyente del Evangelio, tenemos que convertirnos al estilo de vida de Jesús (sincero, orante, libre, misericordioso). Tenemos que hacer de nuestras parroquias y comunidades lugares de discipulado.
  5. “Los envió de dos en dos”.  De nuevo hay que tenerlo claro: No soy yo que voy, es Jesús que me envía. Y me envía en compañía, para que la misión no se convierta en una ocasión de protagonismo mío, sino de servicio; para que, si me canso, encuentre apoyo en otro hermano; para que los demás vean que lo que anunciamos (el amor de Dios) se hace realidad en nuestra comunidad misionera. La misión “de dos en dos” supera la experiencia personal, subjetiva, para hacer una propuesta social, compartida. La misión no es un asunto privado, no es una iluminación personal; es un asunto comunitario, público, algo que se puede y se debe compartir con otros.
  6. “A todos los pueblos y lugares”. Jesús no es un predicador que se queda en un lugar y espera que vengan a escucharlo. Jesús sale al encuentro de las gentes allí donde viven y manda a sus discípulos a todas partes. Pienso en cuanto tiene que cambiar nuestra labor pastoral y misionera. A veces parece que esperamos que la gente venga a nuestras iglesias, participe de nuestras iniciativas… mientras Jesús dice: salgan, no se queden en casa, vayan a todos los pueblos y ciudades.

La mies es mucha, hay trabajo para todos. Se necesitan voluntarios para ser enviados. ¿Cuál es tu parte en la misión de Jesús? ¿A dónde te quiere enviar Jesús en este momento de tu vida? Lee la Palabra, mira a tu alrededor, escucha al Espíritu que “sopla” de mil maneras, especialmente en tu interior, y comprenderás qué parte de su misión te quiere encomendar Jesús.

P. Antonio Villarino

Bogotá

Ir contra corriente

wrong way

Un comentario a Lc 9, 51-62 (XIII Domingo ordinario, 26 de junio de 2022)

El evangelio de Lucas llega a un punto culminante de su narración sobre la vida de Jesús. Este, después de predicar por aldeas, campos y ciudades de Galilea, decide dirigirse a Jerusalén, el centro de la religión judía, donde está el Templo controlado por sacerdotes, fariseos y saduceos. Jesús va allá para proponer un cambio radical, que supere la hipocresía, la manipulación religiosa y el lucro indebido, creyendo verdaderamente en Dios como Padre misericordioso, que mira con amor a los pobres y pecadores. Cuando decide ir allá, Jesús intuye que cumplir la misión que se le ha encomendado no será fácil; le exigirá decisión, perseverancia, capacidad de sufrimiento y confianza.

En ese camino, cuesta arriba, como quien entra en “territorio adverso”, Jesús encuentra personas que se le oponen y algunos que le quieren seguir. Jesús no les engaña con palabras bonitas pero falsas; les avisa que, para seguirle, cuesta arriba, hasta Jerusalén, hay que ir contra corriente. En esta página que leemos hoy encontramos cuatro tipos de falsos candidatos a discípulos. Veamos:

1.-  Los fanáticos violentos. El evangelista los nombra. Son Santiago y Juan. Ellos representan a algunos miembros de las primeras comunidades que piensan que a los malos hay que eliminarlos, hacer “bajar fuego del cielo” contra ellos. Lucas dice simplemente que Jesús “se volvió hacia ellos y los reprendió”. En la comunidad de los verdaderos discípulos no cabe el fanatismo ni las posiciones violentas. Recuerden la parábola del trigo y la cizaña: no se puede arrancar la cizaña sin dañar el trigo, hay que esperar al tiempo de la cosecha para separarlos. Algunos quisieran un mundo perfecto, una Iglesia totalmente santa, una comunidad sin mancha… Eso es una ensoñación. Jesús invita a sembrar el bien, pero sin esa impaciencia que puede destruir el bien junto con el mal.

2.- Los acomodados. Hay algunos que quieren seguir a Jesús, que tienen buenos sentimientos, pero cuando hay que hacer algún sacrificio, se echan atrás. Como dice el proverbio, “el que algo quiere, algo le cuesta”. Seguir a Jesús implica a veces sacrificar algo de tiempo, renunciar a alguna comodidad, perder algo de dinero… Si prefieres seguir sentado en tu sofá, sin molestarte mucho, entonces no puedes ser discípulo.

3.- Los apegados a las tradiciones. En el evangelio se dice que uno quería seguirle, pero quería primero “enterrar a su padre”.  Jesús le responde: “Deja que los muertos entierren a sus muertos”. Evidentemente Jesús no está contra la piedad para con el propio padre, al contrario, en otro lugar, critica a quienes descuidan a sus padres con la excusa de servir al templo. Lo que Jesús dice es que, para seguirle, hay que ser libre de ataduras indebidas. Alguno, por ejemplo, no va a Misa porque a esa hora tiene el partido del fútbol o quiere ir al gimnasio, o va de bares con sus amigos… Oye, “deja a los muertos que entierren a sus muertos”. Sé libre para seguir a Jesús.

4.-  Los inconstantes y nostálgicos.  Estos son los que, como la mujer de Lot, miran al pasado más que al presente y al futuro. “Empuñan el arado”, es decir, se animan a trabajar por el Reino, pero se cansan, echan de menos “las cebollas de Egipto”, como los judíos en el desierto.  Jesús dice que estos “no sirven para el Reino de Dios”. Se requiere constancia, perseverancia, capacidad de mirar al futuro más que al pasado.

Hoy podemos preguntarnos si nosotros caemos en alguna de estas categorías o si estamos dispuestos a seguir a Jesús, sin condiciones, incluso cuando eso implica algún sacrificio, cuando nos exige liberarnos de alguna atadura indebida o cuando implica caminar cuesta arriba y contra corriente. ¿Quién se apunta? Si dice sí, ya somos dos. Vamos a ello con confianza y generosidad.

P. Antonio Villarino

Bogotá