Para que la celebración de la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones despierte en el corazón de los jóvenes la conciencia de que la misión necesita de su libertad para responder a la invitación de Jesús de ir al mundo entero a dar testimonio de Él. Oremos.
Familia Comboniana
Proyecto Memoria de África: María Luz Sánchez Aragón
Continuamos esta serie de testimonios con la hermana María Luz Sánchez Aragón.
La hermana María Luz Sánchez Aragón es misionera comboniana ha desarrollado la mayor parte de su labor en Congo por más de 20 años.
Nos habla de todos sus años de presencia misionera, especialmente su vocación misionera, sus años de presencia en Congo y su devenir frente a la realidad difícil que sigue atravesando el país y el mundo.
(video en español)
Presentación del libro “África, cuna de la transformación social” en Verona
El sábado 1 de abril se presentó en Verona el libro “África, cuna de la transformación social”, escrito por Domenico Agasso, que reconstruye la trayectoria y la visión misionera del P. Francesco Pierli [a la derecha en la foto]. El volumen recorre las etapas de la vida del P. Francesco, destacando las experiencias vitales y los procesos históricos a partir de los cuales se desarrollaron su investigación y su praxis de transformación social.
Lo que emerge es un camino profundamente comboniano, que refleja las ideas, los valores y el estilo del Plan de San Daniel Comboni para la Regeneración de África con África. Continuidad y discontinuidad al mismo tiempo, como surge a menudo en la propia reflexión del P. Pierli. Discontinuidad en el sentido de que los tiempos han cambiado mucho, con una mentalidad y unas estructuras socioeconómicas muy diferentes. Nos encontramos así con un pensamiento que afronta críticamente las grandes transformaciones sociales y culturales de nuestro tiempo, y que opera un discernimiento para responder a los desafíos epocales que se presentan según el sueño de Dios.
Se comprende entonces cómo desde sus orígenes en la Umbría de la posguerra, marcada por fuertes tensiones y exigencias de justicia social, el P. Pierli desarrolló una sensibilidad y un interés particulares por la doctrina social de la Iglesia y por la vocación de los cristianos a la responsabilidad social y “política”. Vivió la época del Concilio Vaticano II y la puso en práctica, inspirándose en la visión de Gaudium et spes y Lumen gentium. Se implica tanto con el magisterio como con la praxis social de la Iglesia, y cuando, al final de su mandato como Superior General de los misioneros combonianos, aterriza en Kenia, funda el Instituto de Pastoral Social en la Misión (ahora Instituto para la Transformación Social) en el Tangaza College (en la Universidad Católica de África Oriental). Era 1994, un año lleno de acontecimientos: el del primer sínodo para África, en el que participó como experto; las primeras elecciones democráticas en Sudáfrica, que sancionaban la transición tras el apartheid; pero también el genocidio de Ruanda, país predominantemente católico. El Sínodo africano invitó a la Iglesia a abrazar la misión social de la Iglesia en respuesta a los grandes desafíos del continente. El Instituto fundado por el P. Pierli fue la primera respuesta a esa invitación: formar ministros sociales a la altura de esos grandes desafíos.
La Dra. Judith Pete, antigua alumna del P. Pierli, que ahora enseña en la misma Universidad y está a cargo del programa UNESCO Universidad en África, que promueve la sinergia entre el aprendizaje y el servicio sobre el terreno, ofreció un testimonio palpable del impacto de la labor del Instituto. Además de relatar cómo su encuentro con el P. Pierli marcó profundamente su vida, destacó la importancia de la pedagogía utilizada en el Instituto, que armoniza teoría y práctica, preparación profesional y actitud de servicio e integridad. Sobre todo, destacó cómo los programas del Instituto para la Transformación Social contribuyen a formar líderes dedicados a la transformación social en África.
El profesor Mario Molteni, de la Universidad Católica de Milán, habló de la fructífera colaboración con el P. Pierli y el Instituto que fundó. Una colaboración que puso en marcha un programa de máster para la formación de emprendedores sociales, centrado directamente en las start-ups con impacto social. Un programa que sólo fue posible poner en marcha gracias a la valentía y la visión del P. Pierli, que hizo posible contar con un homólogo eficaz, abierto y creativo en África. Hoy, ese programa se ha extendido a 20 países africanos y en los próximos años llegará a otros cinco. No se trata sólo de un programa académico en asociación con universidades africanas, sino de una red de empresarios y servicios empresariales locales para lograr un impacto social significativo, organizada bajo una organización llamada E4Impact. Recientemente, esta iniciativa fue visitada por el Presidente Mattarella durante su visita oficial a Kenia, seleccionada por su innovación y trascendencia. En efecto, para superar las injusticias socioeconómicas y la insostenibilidad medioambiental que están llevando al planeta hacia escenarios catastróficos, necesitamos un nuevo modelo de desarrollo, como también insiste a menudo el Papa Francisco, por ejemplo en Laudato si‘ y con el movimiento Economía de Francisco.
Al final del acto, el P. Pierli fue preguntado por el reto más difícil de todos estos años. Sin dudarlo, subrayó la dificultad de cambiar mentalidades y actitudes, y relaciones de poder, que llevan a la dependencia en lugar de a la autonomía y la interdependencia en África. Aún no hemos superado la pesada herencia colonial. El camino hacia la transformación social continúa.
Original https://www.comboni.org/contenuti/115249
Aquí está el vídeo de la presentación del libro con intervenciones, entre otros, del autor y del propio P. Pierli.
Mensaje de Pascua del Consejo General MCCJ: “Valentía y esperanza”
“El primer día de la semana…” (Jn 20,1)
Queridos hermanos,
que os lleguen a todos nuestros buenos deseos de Cristo resucitado.
El capítulo 20 del Evangelio de Juan, al narrar la experiencia de la mañana de Pascua, nos invita a contemplar el itinerario de fe de tres protagonistas: María Magdalena, Pedro y el discípulo amado. Su itinerario de fe es también un itinerario de mirada: va de detenerse ante la evidencia de una tumba vacía (María), a una mirada más atenta a los detalles (Pedro), a una observación acompañada de memoria que implica la mente y el corazón (el otro discípulo).
Son tres miradas que abren el corazón de la comunidad y la hacen protagonista de la escritura de “una historia ‘otra’”, porque han tomado conciencia de que la resurrección se comprende en la medida en que se cree en la Palabra del Evangelio, y se hace del amor el motivo de la propia existencia, para superar los momentos de dolor, desconfianza, desánimo y, sobre todo, de “no esperanza”.
“Donde hay amor, hay mirada”. Citando esta frase de Ricardo de San Víctor, Bernardo Francisco María Gianni, Abad de San Miniato al Monte, durante un curso de Ejercicios Espirituales que predicó al Papa y a la Curia Romana, recordó la necesidad de reconocer “las huellas y pistas que el Señor no se cansa de dejar en su paso por esta historia nuestra, en esta vida nuestra”. Es en ese amor en el que hay que leer la mirada de Jesús sobre todos aquellos con los que se encontraba. Una perspectiva que hoy nos inyecta “una dinámica pascual” que nos hace conscientes de que “el momento histórico es grave”, porque “el aliento universal de fraternidad parece muy debilitado”, mientras que “es precisamente la fuerza de la fraternidad la nueva frontera del cristianismo”.
El camino de fe vivido por la comunidad primitiva en la mañana de Pascua no es sólo un hermoso testimonio, sino también -y sobre todo- una invitación a que sepamos detenernos ante los acontecimientos, las personas y los hermanos de hoy. Nuestro Fundador, San Daniel Comboni, supo “detenerse” ante los acontecimientos de su tiempo, buscando imitar a Cristo, que supo “ver a los pobres y compartir su suerte, consolar a los desgraciados, curar a los enfermos y devolver la vida a los muer-tos; llamar de nuevo a los extraviados y perdonar a los arrepentidos; muriendo en la Cruz, rezar por sus propios crucificadores; y, resucitado en la gloria, enviar a los apóstoles a predicar la salvación al mundo entero” (cf. Escritos, 3223).
Las personas que tienen ojos que “saben mirar” y están dispuestas a “perder el tiempo” por los demás son capaces de crear espacios de relación, darse como don, con vistas a la curación mutua.
Relación, don y sanación, vividos desde la perspectiva del amor-don -con ritmos y sensibilidades diferentes, como sucedió “en aquella primera madrugada”- nos permiten transformar nuestra fe en esperanza valiente, y redimir la historia y la dignidad de tantos hermanos y hermanas sobre los que las sociedades actuales han puesto -y siguen poniendo- “una gran piedra”, porque son rehenes de intereses egoístas, del desprecio y de la indiferencia.
Valentía y esperanza fueron las actitudes recordadas varias veces durante nuestro encuentro con los superiores de circunscripción, que concluyó el 19 de marzo. Somos plenamente conscientes de las situaciones -a menudo fatigosas y exigentes- en las que vivimos y que podrían llevarnos a vivir la vida del Instituto como un acontecimiento conmemorativo y, por tanto, sólo para ser recordado. Por el contrario, debemos tener la valentía de reactivar un circuito humano y fraterno, que nos permita dar una nueva aceleración a la obra de evangelización que llevamos a cabo en las distintas realidades en las que vivimos, cada vez más convencidos de que “un anuncio renovado ofrece a los creyentes -incluso a los tibios o no practicantes- una nueva alegría en la fe y una fecundidad evangelizadora. En realidad, su centro y esencia es siempre el mismo: el Dios que ha manifestado su inmenso amor en Cristo muerto y resucitado. Él hace a sus fieles siempre nuevos y, aunque sean viejos, recobran fuerzas, se revisten de alas como las águilas, corren sin cansarse y caminan sin fatigarse (Is 40,31)” (Evangelii gaudium, 11).
Hacemos llegar nuestros mejores deseos a nuestros hermanos ancianos y enfermos, a las personas afectadas por los terremotos en Turquía, Siria y los tremendos desastres medioambientales en Malawi, parte de Mozambique y Ecuador, y a todos los que sufren los horrores de la guerra en distintas partes del mundo.
Que el Señor Resucitado nos sostenga con su gracia a todos nosotros y a nuestros esfuerzos misioneros, para que, movidos por la fuerza del Espíritu, sigamos siendo fecundos agentes de justicia, paz y fraternidad para la humanidad que nos ha sido confiada.
¡Feliz Pascua de Resurrección!
El Consejo General MCCJ
Oración de la Familia Comboniana abril 2023
Por los que viven en la periferia de las grandes aglomeraciones urbanas, para que encuentren acogida, oportunidades de participación y redención, promoción y respeto, para que las ciudades recuperen un rostro humano. Oremos.