Laicos Misioneros Combonianos

Relaciones humanas y vida en grupo – 4ª formación FEC

LMC Portugal

LMC PortugalRelaciones humanas y vida en grupo, fue el tema de la formación de la FEC el fin de semana del 14 y 15 de abril de 2018, impartido por la formadora Paula Silva.
El tema fue muy interesante ya que nos hizo reflexionar sobre varios temas musicales y nos planteó preguntas sobre la letra de las canciones, proyectándolas para la realidad de nuestra vida y para la misión.
Por ejemplo; la “Lista” de Oswaldo Montenegro sobre la que nos hizo 10 preguntas sobre nosotros, que nos hicieron recordar el pasado y reflexionar sobre el presente.
Otra fue los”Contenedores” de Xutos & Pontapés, con 7 preguntas que nos hicieron reflexionar sobre nuestra salida a misión, cuestionándonos sobre lo que llevábamos, lo que dejábamos, lo que conocíamos del lugar a donde íbamos y cómo creíamos que nos sentiríamos a la llegada, empezando una nueva vida, partiendo de cero, con la posibilidad de poder ir más allá y fijar los objetivos de nuestra permanencia en el voluntariado.
Oímos el testimonio de Susana Querido que estuvo seis meses en Angola y pertenece al grupo misionero Ondjoyetu.
Terminamos con la Eucaristía, seguida del almuerzo y la salida hacia nuestras casas.
LMC Portugal
LMC Nelly Gomes

Jesús nos pasa el “testigo” de la misión

Comentario a Mc 16, 15-20: Solemnidad de la Ascensión, 13 de mayo de 2018

Esta vez la lectura evangélica de la liturgia da un salto. Del evangelio de Juan, que veníamos leyendo en los domingos de Pascua, pasamos a leer hoy la última parte del último capítulo de Marcos, que los expertos aseguran que fue añadido al evangelio original con un poco de retraso, lo cual no quiere decir que no sea evangélico; al contrario, se trata de un mensaje muy importante, que revela un dato significativo de la fe de los primeros cristianos. Los cinco versículos que leemos hoy hablan de cómo el testigo de la misión pasó de Jesús a la Iglesia, que continúa su obra en el mundo. Veamos brevemente cada uno de estos versículos:

1.- “Vayan por todo el mundo y proclamen la Buena Noticia a toda criatura”
Más claro no se puede decir. Los amigos y discípulos de Jesús entendieron muy pronto tres cosas: a) que la experiencia de amistad y discipulado que ellos habían hecho con Jesús de Nazaret era una perla preciosa, lo más importante que les había pasado en sus vidas; b) que a pesar de su muerte –o precisamente en y por ella– Jesús no era un perdedor, sino un triunfador –no por la prepotencia sino por el amor– y que ahora vive junto al Padre –por lo que sigue presente en cada época de la historia humana–; c) que esta maravillosa noticia no podían reservársela para ellos solos, que debía llegar a todos los rincones de la Tierra. Proclamar esta “Buena Noticia”, este “Evangelio” no es un mandato para imponer a otros una ideología o unos ritos, es un mandato para compartir con todos el enorme don recibido.

2.- “El que crea y se bautice se salvará”
Los discípulos y discípulas tienen claro también que la misericordia de Dios se les ha revelado a ellos y a todos los seres humanos en la persona de Jesucristo. Y para entrar en esta misericordia no hay que ser “los mejores”, sólo hay que creer, es decir, no encerrase en el propio orgullo o hipocresía y abrirse gratuitamente al Amor que gratuitamente se nos ofrece. El bautismo es el signo elocuente de esta aceptación, de este reconocimiento del propio pecado y de este dejarse purificar y liberar por el amor sin fin revelado en Aquel que, “siendo Dios no se agarró a su ser divino, sino que se despojó para hacerse igual a nosotros”.

3.- “Impondrán las manos a los enfermos y estos se curarán”
A veces nos parece que la misión de Jesús consiste en predicar. Y es verdad que la palabra es muy importante; ella nos permite comprender muchas cosas, iluminar nuestro camino, abrirnos a los demás y a Dios. Pero el Mensaje cristiano es mucho más que palabras. Es vida, es acción, es salud, es educación, es libertad…actúa en nuestra vida concreta, en cuerpo y alma. Es interesante notar como desde los inicios la misión cristiana ha creado todo un mundo de solidaridad (hospitales, escuelas, centros para ancianos y para niños, etc.). Estas acciones sociales no pretenden ganarse la simpatía de la gente. Son “signos mesiánicos”, es decir, acciones concretas que muestran el amor concreto de Dios por cada persona en su situación concreta. Por otra parte, esta “sanación”, que a veces en el mundo occidental reducimos a una pura curación física, es mucho más que eso: es una sanación de la persona misma, lo que evidentemente tiene efectos inimaginables de sanación física y psíquica, de las relaciones sociales y de la sociedad misma. No hay duda, el Evangelio, cuando se anuncia y se escucha desde la sinceridad, tiene en sí mismo una extraordinaria fuerza sanadora y liberadora.

4. “Fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios”
Naturalmente estos tres términos –elevarse, sentarse, diestra– son un lenguaje simbólico para transmitirnos una verdad con varias vertientes, entre otras, que ahora Jesús, estando “en el cielo”, más allá de la tierra, no tiene las limitaciones históricas de una galileo del primer siglo; ahora es contemporáneo de todos nosotros, de cualquier cultura, de cualquier género y de cualquier experiencia humana. En su nueva situación, Jesús no es manipulable por ninguno de nosotros (“no me toques”, dijo a la Magdalena), pero es cercano a todos, en cualquier condición de la vida: hombre o mujer, blanco o negro, más o menos pecador, moderno o anticuado… Todos podemos estar en comunión con el que está “sentado a la diestra de Dios”.

5.- “Ellos salieron a predicar y el Señor cooperaba con ellos”
Los discípulos y discípulas no se quedaron en Jerusalén, paralizados por el recuerdo o la nostalgia del Maestro. Se hicieron responsables del Evangelio en el mundo y se pusieron en marcha, con una fidelidad libre y creativa, sintiendo siempre que el Señor seguía con ellos, aunque de otra manera. Esa es la Iglesia, la comunidad de los discípulos, que se hace cargo del Evangelio en el mundo. Cada uno de nosotros es parte de esta Iglesia y tiene su parte de responsabilidad en esta misión.

P. Antonio Villarino
Bogotá

Una entrañable declaración de amistad

Comentario a Jn 15, 9-17: VI Domingo de Pascua, 6 de mayo de 2018

Seguimos leyendo el evangelio de Juan, como en los domingos anteriores, pero esta vez pasamos de las alegorías (el Buen Pastor, la Vid y los sarmientos) a una directa y conmovedora declaración de amistad en un círculo del que forman parte Jesús, el Padre y los discípulos. Les invito a leer este texto, como si nosotros mismos estuviéramos en aquella habitación del “piso superior” de una casa de Jerusalén, en la que el Maestro estaba con sus amigos, antes de enfrentarse a la hora decisiva de su vida. Vayamos por partes:

1.- La hora decisiva, la hora de la verdad

Desde el capítulo 13 hasta el 17, Juan nos cuenta gestos, sentimientos y palabras de Jesús en aquellas últimas horas de su vida, cuando él ya percibía la gravedad del enfrentamiento que estaba viviendo con las autoridades de su pueblo y cuando parecía que todo su proyecto de renovación profunda, el proyecto del Reino de su Padre, se venía abajo. El texto respira una especial fuerza emotiva, porque está en juego mucho más que una idea o un proyecto, están en juego las relaciones profundas entre Jesús, sus amigos y el Padre.

En efecto, aquella tarde del Jueves Santo era uno de esos momentos cruciales, en los que podemos volvernos cobardes y traidores (escapando para salvar nuestra piel) o llegar al máximo de la generosidad, reafirmando nuestra fidelidad sin condiciones y nuestra capacidad de dar incluso la vida en un acto supremo de confianza en Dios y en el proyecto de vida al que nos Él llama. En ese momento supremo y sublime, Jesús celebra con sus amigos el rito más importante de su tradición religiosa, la Pascua, actualizándolo y haciéndolo suyo, y, como el pueblo en Egipto, se prepara a “pasar”, en su caso, “pasar de este mundo al Padre”. En un momento así la vida se juega en su valor más auténtico y uno se centra en lo más fundamental, en lo que más le importa.

2.- Al final, sólo queda el amor

Jesús ha compartido tres años muy intensos con sus discípulos y discípulas; juntos hicieron largos viajes, juntos realizaron extraordinarias acciones de sanación de enfermos, anuncio del perdón a los pecadores, banquetes fraternos, disputas con los fariseos, propuestas de renovación moral…  Ahora, cuando el final está cerca, todo eso parece hasta cierto punto secundario. En efecto, lo que más le importa a Jesús en estos momentos aparece bien claro en este texto que leemos hoy: “Como el Padre me ama a mí, así os amo yo. Permaneced en mi amor”. Esto es la clave de todo. Lo demás “vendrá por añadidura”.

Este es el secreto de su vida: Jesús no duda, ni siquiera en los momentos más trágicos en los que experimenta el fracaso, de ser una persona amada por el Padre. Esa es la fuente de su serenidad profunda, de una alegría que le permite gozar de la belleza de los lirios y los cantos de los gorriones, proclamar su alegría porque los sencillos encuentran a Dios y los corazones rotos son recompuestos. Esa es la fuente segura de su libertad frente a moralismos fanáticos de derechas o de izquierdas.  Y esa experiencia de ser amado por el Padre, él la extiende con toda naturalidad y fidelidad al pequeño grupo de sus amigos, aquellos que le han seguido desde Galilea y que, aunque no lo entienden del todo, le permanecen fieles. No necesita que sean perfectos, ni que entiendan siempre sus palabras o el proyecto en el que ha querido embarcarlos. Todo eso importa, pero lo que más le importa es que tangan clara una cosa: que  Él les ama por encima de todo. No son sus “siervos”, no son funcionarios de un proyecto o de una causa; son sus “amigos”, sus “hermanos” y con ellos lo comparte todo: las tristezas y las alegrías, los sueños y los fracasos y, sobre todo, el amor del Padre.

3.- Permanecer

A sus amigos sólo les pide eso: que se amen los unos a los otros, que permanezcan en su amor. Pero el amor que corre entre Jesús y sus discípulos no es un sentimiento “barato” para personas de poco calado personal o superficiales, sin raíces (como una planta en tierra arenosa). Es más bien una amistad sólida, enraizada en la conciencia de ser hijos del mismo Padre y en compartir el sueño de una humanidad nueva.  No se trata de una amistad de conveniencia (que dura mientras duran los beneficios), sino una amistad que va más allá de los fracasos  y los  éxitos, una amistad que permanece en el tiempo y que se abre a todos aquellos y aquellas que aceptan el camino de Jesús. Una amistad que implica “aceptar los mandamientos”, seguir la enseñanza del Maestro, no tanto porque “está mandado”, sino porque vienen de Él y a Él queremos ser siempre fieles. Una amistad que se traduce en cercanía afectiva, concreta ayuda mutua, capacidad de perdón y comprensión, fidelidad gratuita y tantas otras cosas que cada uno de nosotros está llamado a nombrar en su experiencia concreta de vida.

En cada Eucaristía que celebramos, sellamos esta amistad, la hacemos crecer y esperamos que se vuelva fecunda, haciendo que nuestra alegría sea plena, como Jesús nos prometió

P. Antonio Villarino

Bogotá

Visita del coordinador internacional LMC a Balsas

LMC Brasil

LMC BrasilEl pasado 8 de marzo de este año tuvimos la alegría de recibir al coordinador internacional de los LMC, Alberto de la Portilla en visita al Grupo de Espiritualidad Comboniana de Balsas-MA. Oportunidad que nos ha permitido profundizar en el conocimiento del trabajo realizado por los LMC a nivel mundial.
Fue un bonito compartir que contribuyó mucho al fortalecimiento de nuestro grupo.
Nuestra gratitud y que Dios bendiga a todos.
Paz y Bien
Ortegal
Grupo de Espiritualidad Comboniana de Balsas

Rezando se entiende la gente

LMC Portugal

LMC Portugal“Rezando se entiende la gente”, este fue el lema de la 8ª unidad formativa que tuvo lugar el fin de semana del 13 al 15 de abril. Como de costumbre, los misioneros combonianos nos abrieron su casa en Viseu, donde siempre nos sentimos bien acogidos y en nuestra casa. Damos gracias a Dios por esta acogida. La formación fue orientada por Carlos Barros y Susana Vilas Boas.

Esta unidad formativa tiene una importancia singular frente a las demás. Sin oración, la misión se vuelve estéril y sin sentido, se debilita en los momentos difíciles; sin oración, podemos ser voluntarios pero no verdaderos misioneros.

Nuestro santo Daniel Comboni alude insistentemente a la necesidad de la oración, ya sea a solas o en comunidad. La relación íntima con el Sagrado Corazón de Jesús impregna toda su acción evangelizadora, la misión “nace a los pies de la cruz” y se concreta con el envío de sus apóstoles por Cristo resucitado.

El centro de esta formación fue la Liturgia de las Horas, la base de la oración en comunidad y que los laicos misioneros deben saber manejar para aprovecharla bien. Las orientaciones de la Iglesia se encuentran en la “Instrucción General sobre la Liturgia de las Horas”, emanada del concilio Vaticano II. Los extractos más significativos se encuentran al inicio del breviario. Su lectura es imprescindible, donde podemos resumir o subrayar los aspectos más relevantes.

La campana de mi infancia, en la Vacariça, también marcaba el compás del tiempo. El sacristán (o un familiar) no se olvidaba de tocar la campana todos los días al amanecer, los “maitines” (y nos despertábamos), al mediodía (y se interrumpía el trabajo en el campo para la comida) y al caer el sol, las “trinidades” (y el trabajo terminaba y se regresaba a casa). En cada uno de esos momentos la gente hacía una pequeña oración silenciosa. En ese tiempo los cristianos eran convocados, en alto y con buen sonido, a orar al ritmo de las horas; pero esto son memorias del pasado que la sociedad contemporánea va apagando.

Que esta formación constituya también una campana que nos despierte y nos convoque a la oración, diálogo íntimo con el Padre, como savia de nuestra vocación y acción misionera.

LMC Portugal

Mário Breda