Laicos Misioneros Combonianos

Comer juntos, abrir la mente, ser testigos

Comentario a Lc 24, 35-48, Tercer Domingo de Pascua, 15 de abril de 2018

Leemos hoy la última parte del capítulo 24 de Lucas. Después del episodio de los dos discípulos de Emaús, que reconocen a Jesús “al partir el pan” y que vuelven a Jerusalén para contar lo que han vivido, Jesús se muestra a todo el grupo en el ámbito del cenáculo, el lugar donde la comunidad estaba reunida, aunque más bien triste, confusa e incrédula. En el texto que leemos hoy podemos encontrar, como siempre, muchos motivos de meditación. Por mi parte me detengo en tres:

  • La importancia de comer juntos: “Comió ante ellos”.

Lucas nos cuenta que, ante el pasmo de los discípulos, que no se atrevían a creer lo que veían, Jesús les pidió pescado y se puso a comer en su presencia. Comer con alguien ha sido siempre y sigue siendo hoy, en las más diversas culturas, un gesto de gran importancia social. Comer juntos afianza las familias, fortalece las amistades, crea lazos sociales… y hasta favorece los negocios.

Por lo que nos cuentan los evangelios, para Jesús era normal y frecuente participar en comidas a las que era invitado, ya fuera para celebrar una fiesta (Caná), una amistad profunda (Mateo) o quizá simple curiosidad (algún fariseo). Con cierta frecuencia Jesús comparaba el Reino de Dios con un banquete al que el Padre Dios nos invita. En efecto, comer juntos es un signo de la nueva humanidad fraterna que Jesús ha proclamado en nombre de su Padre celestial; y de esta fraternidad, sellada con su sangre, es anticipo la última cena.

Por eso Jesús ha hecho de la comida comunitaria un signo evidente de su presencia en la comunidad de sus discípulos, compañeros de lucha por el Reino del Padre en medio de un mundo frecuentemente hostil. Cierto que todo se puede dañar y que a veces las comidas no son lo que parecen, engañando con una aparente pero falsa fraternidad. Eso puede pasar también con el gran sacramento de la presencia viva de Jesús: la Eucaristía. Podemos falsearla y de hecho lo hacemos. Pero, honestamente vivida, la Eucaristía es el gran signo de una humanidad renovada, de una Iglesia que escucha la Palabra y comparte el pan. Seguramente, si vivimos la Eucaristía con honestidad, Jesús se hará presente entre nosotros, la comunidad crecerá en comunión (incluida la comunión de bienes para la vida) y la humanidad tiene dentro de sí un fermento capaz de renovarla profundamente.

  • Abrir la mente: “Entonces les abrió la mente para que entendieran las Escrituras”

Jesús les abre la inteligencia, para que puedan comprender las Escrituras a partir de lo que están viviendo y para que entiendan lo que están viviendo a partir de las Escrituras. También esto sucedía con frecuencia en los diálogos de Jesús con sus discípulos y con las multitudes que lo seguían. Precisamente por eso Jesús era Maestro: porque tenía palabras luminosas, claras y pertinentes, que eran como faros que iluminaban la realidad. Escuchándolo a él, era fácil comprender, por ejemplo, que curar a un paralítico era más importante que “guardar” el sábado; que el Padre se alegra por un pecador que se arrepiente; que ayudar a un desconocido herido en el camino nos hace verdaderamente hijo de Dios (herederos de la vida eterna)… Y más fuerte todavía: que su propia muerte tiene sentido como un acto supremo de confianza y generosidad, superando la muerte con la entrega libre de la propia vida.

Por eso, hasta el día de hoy y por siglos que vendrán, los discípulos nos reunimos para escuchar la palabra sabia de Jesús, para dejarnos iluminar constantemente por ella en un diálogo fecundo con la vida de cada día. Desde lo que nos pasa entendemos mejor la Palabra y desde la Palabra entendemos mejor lo que nos pasa. Y en ello experimentamos a Jesús vivo que nos acompaña en nuestro caminar.

  • Ser testigos: “Su nombre será predicado a todos los pueblos”

Escuchar la palabra luminosa de Jesús, comer con él y con la comunidad de sus discípulos, experimentar la presencia de su Espíritu en mi vida y en el mundo, es el mayor don que yo haya podido recibir. Eso ha transformado mi vida, haciéndome sentir Hijo amado y hermano entre hermanos. Por eso, como Pablo, como Pedro, como Lucas, y millones de discípulos, yo también quiero ser testigo, misionero, alguien que quiere compartir con el mundo el gran don recibido. Ser testigo de Jesús en el mundo es lo más fascinante que una persona puede ser.

La misión no es una carrera orgullosa para crear prosélitos de una secta o para hacer propaganda de una ideología o para difundir un gran sistema religioso… La misión es ser humildes testigos de un don recibido: Una Palabra que continuamente da sentido a la vida en medio de tantas contradicciones propias y ajenas; una fraternidad que se aprende a construir día a día, no porque somos mejores que nadie sino porque somos sólo discípulos, aprendices de un proyecto que nos supera, pero que cuenta con nosotros; un Espíritu que, conforme a la promesa de Jesús, nos acompaña en todas las circunstancias, como una fuerza interior que nos guía en libertad y amor, contra viento y marea y a pesar de nuestros propios pecados.

Gracias, Jesús, por tu Palabra; gracias por tu comida de fraternidad; gracias por tu Espíritu, que nos acompaña en la dulce tarea de ser tus testigos.

Antonio Villarino

Bogotá

La noche de los deseos

LMC RCA12 de marzo de 2018
Día 388 Restante 712

Saludos a todos, ¿cómo estáis? Espero que bien… esta Navidad y Año Nuevo 2018 fueron un poco extraños, pasados ​​en el calor de la República Centroafricana, vistiendo una camiseta de verano y comiendo bacalao portugués … 🙂

LA NOCHE DE LOS DESEOS

¡Es de noche aquí! ¡Una noche profunda que envuelve todo! UNA NOCHE que no es como todas las otras NOCHES, ¡porque es una NOCHE perenne! ¡Es NOCHE incluso durante el día! Vivimos en esta NOCHE, en un presente infinito, ¡vivimos como si no hubiera mañana!

Nuestras escuelas necesitarían ser reconstruidas porque los ladrillos son devorados literalmente por las termitas y, cuando llueve, se inundan, y durante la NOCHE están habitadas por murciélagos que te revuelven el estómago…
Nuestro hospital no tiene suministros médicos, no hay alimentos para los pacientes, y los que necesitan cirugía deben proporcionar todo, hasta el último centavo …
Nuestras carreteras tienen baches que parecen cráteres debido a los grandes camiones y la lluvia, y la velocidad promedio en la carretera Bangui-Mongoumba es de alrededor de 30 km/h y el viaje dura entre 7 u 8 horas…
Necesitaríamos un puente sobre el río Lobaye o un nuevo ferry porque los camiones grandes y pesados ​​de las multinacionales extranjeras que transportan nuestra madera desde la selva lo han dañado… Necesitaríamos doctores, pediatras, profesores, instructores, profesores universitarios para cuidar de las nuevas generaciones, y en cambio…

…¡vendrán más soldados!

¡Tal vez sea el único que no comprende cómo más soldados pueden ayudarnos a salir de esta oscura y profunda NOCHE en la que vivimos!

El nuevo año nos trajo como regalo una nueva base militar en nuestra diócesis de Mbaiki… llegó el bulldozer, aplastó un área enorme, cavó rápidamente una trinchera, levantó grandes barreras de tierra y he aquí… una hermosa, nueva y segura base militar de la ONU… ¿para protegernos de quién? ¡Lobaye es la única área pacífica en la RCA!

Quizás soy el único que no comprende cómo más soldados, más armas, más vehículos blindados, más recursos para mantenerlos en marcha, pueden ayudarnos a salir de esta noche oscura y paralizante en la que vivimos. Añadiendo el riesgo de que nuestra NOCHE se convierta en una NOCHE aún más oscura. ¡Todos somos como equilibristas caminando por el cable, arriesgándonos a caer de nuevo en nuestros miedos, en lugar de encontrar el coraje para salir de esta NOCHE que parece ser eterna!

No hay dinero para las escuelas, para la atención médica, para los salarios de nuestros maestros, para los hospitales, para reparar nuestras carreteras…

…pero hay dinero para construir una nueva base militar y pagar 900 soldados…

¡Quizás es que no lo entiendo!

Alguien me preguntó qué habríamos DESEADO en la NOCHE de Navidad … y para 2018 …

… un poco de LUZ …

El pueblo que caminaba en TINIEBLAS ha visto una gran LUZ …
… para aquellos que vivieron a la sombra de la muerte, una LUZ ha brillado … (Mt 4:16)

Saludos, un abrazo, un beso, una oración y GRACIAS …
Simone, LMC

Paz, alegría, perdón, misión

Comentario a Jn 20, 19-31: Segundo Domingo de Pascua, 23 de abril del 2017

En este segundo domingo de Pascua, seguimos leyendo el capítulo 20 de Juan, que nos habla de lo que pasó “en el primer día de la semana”, es decir, en el inicio de la “nueva creación”, de la nueva etapa histórica que estamos viviendo como comunidad de discípulos misioneros de Jesús. La presencia de Jesús vivo en medio de la comunidad se repetiría después a los ocho días, para tocar el corazón de Tomás, exactamente como sucede con nosotros cada domingo, cuando cada comunidad cristiana se reúne para celebrar la presencia del Señor.

El evangelio nos dice que Tomás no creyó hasta que puso sus manos en el costado herido de Jesús. Precisamente de ese costado herido de Jesús, de su corazón que se da hasta el final, surge, el Espíritu que permite a la Iglesia seguir viviendo de Jesús. Con el Espíritu la comunidad recibe los siguientes dones: paz, alegría, perdón, misión. Veamos brevemente:

  • “Paz a ustedes”

Jesús usa la fórmula tradicional del saludo entre los judíos, una fórmula que algunas culturas siguen usando hoy de una manera o de otra. En nuestro lenguaje de hoy quizá podríamos decir: “Hola, cómo estás, te deseo todo bien, soy tu amigo, quiero estar en paz contigo”. ¿Les parece poco? A mí me parece muchísimo. Recuerdo cuando el actual Papa Francisco, recién elegido, salió al balcón de la basílica de San Pedro y simplemente dijo: “Buona sera” (Buena tardes). Bastó ese pequeño saludo para que la gente saltara de entusiasmo. No se necesitaba ninguna reflexión “profunda”, ninguna declaración especial; sólo eso: una sencilla palabra de reconocimiento del otro desde una actitud de apertura y amistad.

Pienso en la importancia y belleza de un saludo cordial y cariñoso entre los miembros de una familia, reafirmando día  a día esa cercanía amorosa que nos da vida y alegría; pienso en el saludo respetuoso y positivo entre compañeros de trabajo que hace la vida más llevadera y productiva; pienso en esa mano que nos damos durante la Misa reconociendo en el otro a un hermano, aunque me sea desconocido; pienso en el gesto de comprensión y apoyo hacia el extranjero… Pienso en una paz mundial que necesitamos tanto en tiempos de gran violencia y conflictividad. En todas esta situaciones, Jesús es el primero en decirme: “Hola, paz a ti”.

Es interesante anotar que, saludando, Jesús muestra sus manos y su costado que mantenían las huellas de la tortura que había padecido. Es decir, la paz de Jesús no es una paz “barata”, superficial; es una paz que le está costando mucho, una paz pagada con su propio cuerpo. Nos recuerda que saludar con la paz a nuestra familia, a nuestro entorno laboral, a nuestra comunidad… no siempre es fácil; más bien a veces es difícil. Pero Jesús –y nosotros con él- es un “guerrero” de la paz”, un valiente, que no tiene miedo a sufrir.

  • Alegría: “Los discípulos se alegraron de ver al Señor”.

La llegada de Jesús, con su saludo de paz, produce alegría. Como produce alegría la llegada de un amigo; como hay alegría en una familia o en una comunidad cuando hay aceptación mutua. No se trata de una alegría tonta, que oculta las dificultades, los problemas o hasta los pecados; no es la alegría de quien falsea la realidad o se droga con el vino, la droga, los placeres de cualquier tipo o un orgullo inconsciente e insensato.

Es la alegría de quien se siente respetado y respeta; la alegría de quien se siente valorado y valora; la alegría de quien se sabe amado gratuitamente y ama gratuitamente; la alegría de quien se reconoce como Hijo del Padre. Es la alegría honda de quien ha encontrado un sentido a su vida, una misión a la que entregar sus días y sus años, aunque eso implique lucha y sufrimiento. Es la alegría de quien ha encontrado en Jesús a un amigo fiel, a un maestro fiable, a un Señor que vence el mal con el bien.

  • Perdón: “a quienes perdonen les quedará perdonado”.

 La alegría del discípulo, como decíamos, no es la del inconsciente ni la del “perfecto”, que pretende hacerlo todo bien. Es la alegría de la persona que acepta ser perdonada y sembrar semillas de perdón. Jesús infundió en su Iglesia el Espíritu del perdón, de la misericordia y de la reconciliación. El Papa Francisco ha recuperado para nuestro tiempo este “principio misericordia”. La Iglesia no es el espacio de la Ley o de la condena; la Iglesia de Jesús es el espacio de la misericordia, de la reconciliación, el lugar donde siempre es posible comenzar de nuevo. Sin misericordia, la humanidad se hace “invivible”, “irrespirable”, porque, al final, no somos capaces de vivir de solo ley. Necesitamos la misericordia, la paz, la alegría de la fraternidad.. y eso solo viene realmente como fruto del Espíritu.

  • Misión: “Como el Padre me envió, así les envío yo”.

 La comunidad de discípulos, pacificada, perdonada, convertida en espacio de misericordia, se hace comunidad misionera, enviada al mundo para ser en el mundo precisamente eso: espacio de misericordia, de reconciliación y de paz. ¡Cuánto necesita nuestro mundo este espacio! ¡Cuán necesario es extender por el mundo estas comunidades de discípulos para que humildemente creyentes sean lugares de saludo pacífico, de perdón y de alegría profunda!

P. Antonio Villarino

Bogotá

“Soy piedrecita, soy Iglesia” – 6ª Unidad Formativa LMC

LMC PortugalEn los días 17 y 18 de febrero tuvimos la formación “Soy piedrecita, soy Iglesia”, en Viseu. El sábado, tuvimos como formador al P. José Augusto Duarte Leitão, del Verbo Divino, que a lo largo del día nos fue hablando de principios de la doctrina de la Iglesia: la centralidad de la persona humana, el bien común, el principio de subsidiariedad y el principio de la solidaridad.

Fuimos reflexionando y compartiendo momentos de la vida de Jesús donde estos principios se hicieron presentes y notorios. Hemos entendido que estos principios se interconectan casi siempre y que nos muestran cómo debemos actuar y relacionarnos en el mundo, a la luz de Jesucristo y de la Iglesia.

Me inspira confianza y esperanza entender que muchas de las cosas que para mí tienen sentido y que intento tener presentes en mi día a día son consideradas por la Iglesia como estructurales en la doctrina social y caritativa.

Entendí que aquello en lo que creo y la forma como veo la vida y mi relación con los demás y con el mundo que me rodea es lo que la Iglesia defiende y promueve.

Tuvimos después un momento de oración, un poco diferente, con el paso a rezar que estuvo muy bien. Guardo las palabras Eres precioso a mis ojos“, intento no olvidarme de este Amor que Dios tiene por mí, de la valía de mi persona a sus ojos. ¿Habrá mayor alegría que ésta, de saberme amada por el Señor? Sólo Él me salva, sólo Él me conoce y es Él quien me llama por mi nombre y me hace correr a su encuentro en los demás, en los que se cruzan conmigo. Es Él quien me llama a servir, a amar, a dar. Es Él quien me llama a ser Amor, como lo es conmigo. Sé que muchas veces estoy lejos de este amor pleno, soy frágil… Pero sé que soy una piedrecita en esta Iglesia del mundo, tengo mi lugar y voy intentando día tras día convertirlo en un sitio mejor.

Por la noche vimos la película Germinal, una película francesa que retrata la lucha por los derechos de unos trabajadores en una mina. Fue intenso, tanto por la historia que retrataba, como en términos de imagen. ¡Fue duro! Pero fue también emocionante, y me hizo pensar en tantas desigualdades y en cómo muchas veces tenemos que someternos a ciertas cosas que pueden no parecer bien a primera vista, pero que, en el fondo, no perdemos nuestra integridad como personas, y que sólo estamos luchando por un bien mayor.

El domingo, tuvimos con nosotros al hermano José Manuel que nos vino a hablar de la urgencia de unir la mente con el corazón, para conseguir volver a la esencia del Amor de Dios, que Jesús nos vino a traer. Y sólo uniendo la mente con el corazón podemos mirar el mundo y podemos encontrar este Amor que transforma.

El hno. José Manuel nos contó acerca de las situaciones que está viviendo desde que está en Portugal, como la situación del barrio de la Torre con una comunidad de gitanos que están sin hogar y sin condiciones, en Beja. Esencialmente nos ha hablado del sufrimiento de personas que habitan en nuestro país y con el que no puede ser indiferente. Reitera la idea de que es importante ir a la causa del problema, escuchar a las personas, entender el origen de las situaciones de sufrimiento y actuar en consecuencia, siempre a la luz de lo que Jesucristo haría. Siempre a la luz de su amor.

Fue hermosa la forma como el testimonio del hno. José Manuel vino a traer a la vida las enseñanzas que el P. José Augusto nos transmitió el sábado. Fue hermoso ver esta unicidad entre la “teoría” y la “práctica”. Como las enseñanzas de la Iglesia se hacen presentes en nuestro día a día y principalmente se deben hacer presentes en el mundo en que vivimos. Siento que quiero ser una piedrecita viva de esta Iglesia y que no puedo permanecer indiferente al sufrimiento del mundo. ¡Hay que actuar, hay que luchar, hay que hacer nuestra parte!

Y para terminar, guardo una idea que el hermano nos dejó “vais a donde manda la agenda de Dios”… Y es esa agenda, aquella en que reina el Amor de Dios, que gobierna nuestra vida y nuestra misión en el mundo. Que sepa dejarme llevar a donde me lleve la agenda de Dios.

En los días 17 y 18 de febrero tuvimos la formación "Soy piedrecita, soy Iglesia", en Viseu. El sábado, tuvimos como formador al P. José Augusto Duarte Leitão, del Verbo Divino, que a lo largo del día nos fue hablando de principios de la doctrina de la Iglesia: la centralidad de la persona humana, el bien común, el principio de subsidiariedad y el principio de la solidaridad.  Fuimos reflexionando y compartiendo momentos de la vida de Jesús donde estos principios se hicieron presentes y notorios. Hemos entendido que estos principios se interconectan casi siempre y que nos muestran cómo debemos actuar y relacionarnos en el mundo, a la luz de Jesucristo y de la Iglesia.  Me inspira confianza y esperanza entender que muchas de las cosas que para mí tienen sentido y que intento tener presentes en mi día a día son consideradas por la Iglesia como estructurales en la doctrina social y caritativa.  Entendí que aquello en lo que creo y la forma como veo la vida y mi relación con los demás y con el mundo que me rodea es lo que la Iglesia defiende y promueve.   Tuvimos después un momento de oración, un poco diferente, con el paso a rezar que estuvo muy bien. Guardo las palabras "Eres precioso a mis ojos", intento no olvidarme de este Amor que Dios tiene por mí, de la valía de mi persona a sus ojos. ¿Habrá mayor alegría que ésta, de saberme amada por el Señor? Sólo Él me salva, sólo Él me conoce y es Él quien me llama por mi nombre y me hace correr a su encuentro en los demás, en los que se cruzan conmigo. Es Él quien me llama a servir, a amar, a dar. Es Él quien me llama a ser Amor, como lo es conmigo. Sé que muchas veces estoy lejos de este amor pleno, soy frágil... Pero sé que soy una piedrecita en esta Iglesia del mundo, tengo mi lugar y voy intentando día tras día convertirlo en un sitio mejor.   Por la noche vimos la película Germinal, una película francesa que retrata la lucha por los derechos de unos trabajadores en una mina. Fue intenso, tanto por la historia que retrataba, como en términos de imagen. ¡Fue duro! Pero fue también emocionante, y me hizo pensar en tantas desigualdades y en cómo muchas veces tenemos que someternos a ciertas cosas que pueden no parecer bien a primera vista, pero que, en el fondo, no perdemos nuestra integridad como personas, y que sólo estamos luchando por un bien mayor.  El domingo, tuvimos con nosotros al hermano José Manuel que nos vino a hablar de la urgencia de unir la mente con el corazón, para conseguir volver a la esencia del Amor de Dios, que Jesús nos vino a traer. Y sólo uniendo la mente con el corazón podemos mirar el mundo y podemos encontrar este Amor que transforma.  El hno. José Manuel nos contó acerca de las situaciones que está viviendo desde que está en Portugal, como la situación del barrio de la Torre con una comunidad de gitanos que están sin hogar y sin condiciones, en Beja. Esencialmente nos ha hablado del sufrimiento de personas que habitan en nuestro país y con el que no puede ser indiferente. Reitera la idea de que es importante ir a la causa del problema, escuchar a las personas, entender el origen de las situaciones de sufrimiento y actuar en consecuencia, siempre a la luz de lo que Jesucristo haría. Siempre a la luz de su amor.   Fue hermosa la forma como el testimonio del hno. José Manuel vino a traer a la vida las enseñanzas que el P. José Augusto nos transmitió el sábado. Fue hermoso ver esta unicidad entre la "teoría" y la "práctica". Como las enseñanzas de la Iglesia se hacen presentes en nuestro día a día y principalmente se deben hacer presentes en el mundo en que vivimos. Siento que quiero ser una piedrecita viva de esta Iglesia y que no puedo permanecer indiferente al sufrimiento del mundo. ¡Hay que actuar, hay que luchar, hay que hacer nuestra parte!  Y para terminar, guardo una idea que el hermano nos dejó "vais a donde manda la agenda de Dios”... Y es esa agenda, aquella en que reina el Amor de Dios, que gobierna nuestra vida y nuestra misión en el mundo. Que sepa dejarme llevar a donde me lleve la agenda de Dios.   Ana Isabel Sousa

Ana Isabel Sousa