Introducción
El presente artículo desea ser una simple y breve contribución al proceso de reflexión y condivisión en torno al tema de la ministerialidad a partir de los textos bíblicos. Visto que el substantivo abstracto “ministerialidad” no aparece en los textos sagrados, nuestra aproximación estará basada en la pluralidad semántica del término ministro. Es importante subrayar desde ahora que nuestro texto no pretende incluir todos los términos bíblicos equivalentes a “ministro”, ni profundizar los llamados ministerios bíblicos como por ejemplo sacerdote, rey, profeta, apóstoles, evangelistas, pastores, doctores. Nos limitaremos por tanto a afrontar algunos elementos teológico-lingüísticos asociados a los términos y compartir, en un segundo tiempo, a título conclusivo, una breve reflexion y algunas preguntas en vista de una eventual profundización del tema.
- Visión general de los términos bíblicos equivalentes a ministro
- En el Antiguo Testamento
- MESHARET
La raíz de este término hebraico designa cualquier servicio. En el contexto de nuestro tema, merece ser subrayado el servicio de Josué a Moisés en Es 24,13; 33,11, Nm 11,28 e Gs 1,1. En estos textos, MESHARET significa ministro, auxiliar directo, discípulo. Moisés de hecho llevaba Josué a sus encuentros con Dios sobre el monte y en la tienda. El ministerio de Josué consistía en ayudar a Moisés a entender el mensaje de Dios y luego transmitirlo al pueblo. Lo que es interesante en estos textos bíblicos es que ser un ministro es una fase de preparación para ser un guía, es decir, un verdadero discipulado. Por lo tanto, MESHARET se refiere al tema de la relación discípulo-maestro, de aprender cómo continuar una misión o ministerio. Desde este punto de vista, el concepto de MESHARET nos transmite la idea de que, en la relación discípulo-maestro, el discípulo aprende no sólo del maestro sino también de la realidad. Es decir, la realidad también se convierte en maestra. Por lo tanto, el ministro es, al mismo tiempo, un discípulo del Señor y de la realidad.
- EBED
Otro término usado en el Antiguo Testamento para designar a un ministro es EBED. Este término indica no sólo el servicio común de cualquier persona subordinada a un amo, como en el caso de Naamán (2 Reyes 5:6), sino también la subordinación a los planes divinos, como en el caso del siervo de Dios (EBED ADONAI o EBED HA-ELOHIM) en Is 42:1-4; 49:1-6; 50:4-9; 52:13-15; 53:1-12. Aunque los estudiosos no están de acuerdo con la identidad histórica de EBED ADONAI, los textos muestran claramente que la sumisión a los planes de Dios es la condición para cumplir la misión recibida.
- En el Nuevo Testamento
En lo que respecta al Nuevo Testamento (NT), los siguientes términos merecen ser destacados:
1.2.1. PAIS/DOULOS
En el sentido común, PAIS significa niño. En Mt 12:18, sin embargo, se cita la versión griega de Is 42:1 en la que el término PAIS traduce el significado hebreo de EBED (siervo), para indicar que Jesús es el Siervo de Dios. Con la misma intuición, en el pórtico de Jerusalén, después de Pentecostés, Pedro declara por primera vez que Jesús es el Siervo de Dios (Hechos 3:13). De hecho, Pedro estaba tan marcado por la imagen de Jesús el Siervo que se convirtió en un punto de referencia para su primera predicación después de Pentecostés. Así, presenta la imagen de Jesús el Siervo como un paradigma para cualquier tipo de servicio en la Iglesia naciente. Prueba de ello es la transposición semántica que el NT opera entre los términos PAIS (niño, sirviente) y DOULOS (esclavo, sirviente). Tengamos cuidado: dirigiéndose a los apóstoles en Jn 15:15, Jesús califica su relación con ellos como una relación de amistad y no de servidumbre o esclavitud. Además, el término DOULOS (sirviente) seguirá caracterizando la misión de los discípulos. De hecho, Jesús recomienda que las relaciones interpersonales estén marcadas por las actitudes y los sentimientos del siervo, que deben ser adoptados por todo aquel que quiera ser grande en el Reino de los Cielos (Mt 20:27; Mc 10:44). También hay que señalar que DOULOS es el título con el que Pablo se presenta a sus comunidades (Rom 1,1; 2 Cor 4,5; Gal 1,10; Ef 6,6; Fil 1,1; Tit 1,1). Algunos cristianos son llamados siervos (DOULOI) en Col 4:12; 2 Tim 2:14; Stg 1:1. Pedro, Judas y toda la Iglesia son siervos (DOULOI) de Cristo según 2 Pedro 1:1; Jd 1:1; Apocalipsis 1:1. Podemos ver así que los términos PAIS y DOULOS se convierten en sinónimos y Jesús el Siervo parece ser el único paradigma en el ejercicio de los ministerios.
1.2.2. LEITOURGOS
De este término, tres significados merecen especial atención:
a. LEITOURGOS significa los servidores y administradores públicos que son llamados siervos de Dios porque cumplen celosamente sus obligaciones (Rom 13:6). Para ellos, el cristiano debe ser sumiso y debe rezar por ellos para que tengan una vida tranquila, pacífica, piadosa y honesta (2 Tim 2:2).
b. El que proclama el Evangelio de Jesucristo a los que no lo conocen, para que se convierta en una ofrenda agradable a Él, se llama también LEITOURGOS (Rom 15:16).
c. El término también se aplica a Jesús para indicar su ministerio como mediador entre Dios y los hombres (Heb 8:2). También es interesante que, en el NT, con este término, el ministerio del servidor público se equipara al del evangelizador, porque ambos, inspirados por Jesús el mediador, sirven al mismo Dios. Como acabamos de decir, inspirarse en Jesús el mediador es asumir y llevar a cabo, dentro y fuera de la Iglesia, la dimensión sacerdotal de los ministerios. Todos los ministerios, de hecho, sin excepción, tienen una dimensión sacerdotal, es decir, la mediación entre el creador y la creación.
1.2.3. HYPĒRETES
Con respecto al término HYPĒRETES, sólo encontramos el significado de “ministro de la Palabra” (Lc 1:2; Hechos 26:16). En estos textos, la experiencia de Cristo aparece como una condición necesaria para el ejercicio del ministerio. Basta con ver que los “servidores de la Palabra”, mencionados en Lc 1:2, son testigos oculares. Saulo, en Hechos 26:16, es constituido como siervo y testigo de lo que acababa de ver y de lo que el Señor aún le tenía que mostrar. De estos pasajes surge la idea de que los ministerios nacen de la experiencia de Cristo y se nutren de ella.
1.2.4. DIAKONOS
Es un término ampliamente utilizado en el NT, pero en diferentes contextos y con diferentes significados. Básicamente, es bueno detenerse en lo siguiente: DIAKONOS es la persona que recibe la misión de servir a la Iglesia. Esteban y sus amigos son DIAKONOS porque se preocupan por las obras de caridad de la comunidad (Hechos 6:1-6); Pablo y Apolo, aunque trabajan incansablemente en la evangelización, prefieren ser considerados simplemente diáconos (DIAKONOI) de la Iglesia (1 Cor 3:5-15); Tíquico (Ef 6:21), Epafras (Col 1:7) y Timoteo (1 Ts 3:2) son DIAKONOI porque colaboran más directamente en la evangelización. Jesucristo es también DIAKONOS porque no vino a ser servido sino a servir y dar su vida en rescate por muchos (Mt 28:28; Mc 10:45; Rom 15:8). La asistencia a los más necesitados se considera no sólo una DIAKONIA (ministerio, servicio) sino una condición necesaria para tener un lugar en el Reino de los Cielos (Mt 25, 31-46). En particular, cabe destacar los textos sobre la inferioridad del DIAKONOS: Lc 12,37 y 22,26-27. El DIAKONOS es inferior a Dios y al pueblo que se le ha confiado. De hecho, parece que esta fue una característica importante de los ministerios en las primeras comunidades cristianas.
1.2.5. OIKONOMOS
OIKONOMOS es el administrador que cuida de la propiedad de su señor. Cabe señalar que en la tradición paulina y petrina, los apóstoles y todos los cristianos se llaman OIKONOMOI porque administran los misterios y las gracias de Dios (1 Cor 4:1-2; 1 Pedro 4:10). El simbolismo del administrador de la casa es verdaderamente sugerente, porque insiste en el deber de todo cristiano de tener un ministerio. Así, los ministerios son vistos como una forma de administrar el OIKOS (morada, casa) de Dios (1 Cor 3:5-9).
La riqueza semántica de la que hemos hablado no debe ser vista como un mero refinamiento lingüístico de los autores bíblicos, sino como una prueba clara de la diversidad de experiencias de ministerialidad entre el pueblo de Israel y las primeras comunidades cristianas. Asimismo, esta riqueza semántica nos sirve de base e inspiración para la continua contextualización de los ministerios.
2.1 Diversidad de experiencias ministeriales
De lo dicho anteriormente, queda claro que las diversas experiencias de ministerio relatadas en los textos sagrados son de interés para los hagiógrafos para presentar, a través de ellas, a un Dios que suscita ministerios para el servicio de su casa. Recordemos que, en el NT, la casa de Dios (OIKOS TOU THEOU) indica, en un sentido estricto, la Iglesia de Cristo (1 Tim 3:15; Heb 3:6) y, en un sentido más amplio, todo el universo (Hechos 7:44-50). La complejidad inherente a los conceptos demuestra la importancia de profundizar no sólo en el significado de la expresión “casa de Dios”, sino también en los ministerios que deben administrarla plenamente. La casa de Dios es tan compleja que no puede ser administrada sin una amplia gama de ministerios. Por lo tanto, es urgente estimular el nacimiento de nuevos ministerios dentro y fuera de la Iglesia. En este sentido, los combonianos están llamados a animar este proceso, que hoy más que nunca aparece como una conditio sine qua non para la evangelización del mundo contemporáneo.
2.2. Contextualización de los ministerios
Las diversas experiencias de ministerio en la Biblia van acompañadas de un proceso de contextualización, es decir, la adaptación de los ministerios a un contexto determinado. Para los combonianos, la contextualización implica dos procesos intrínsecamente interdependientes: el proceso ad intra y el proceso ad extra. Ad intra porque requiere que los ministerios y los compromisos misioneros sean repensados a la luz de la realidad interna del Instituto (número de hermanos, formación académica, geografía vocacional, situación económica, etc.). Ad extra porque nos desafía a identificar, en el contexto en el que trabajamos, personas, medios y métodos para fomentar el surgimiento de nuevos ministerios o la actualización de los existentes con y desde ellos. Ambos procesos requieren realismo, coraje y optimismo. Cabe señalar que, en el proceso de contextualización de los ministerios, considerados individualmente y como grupo, la lectura contextualizada de la Sagrada Escritura desempeña un papel insustituible. Por esta razón, es esencial volver a aprender a leer la Biblia desde el contexto del receptor contemporáneo. Sólo así será posible identificar los ministerios más adecuados para cada realidad.
3. Preguntas para un estudio más profundo
a) ¿En qué consiste esta “inferioridad del ministro” aplicada al misionero comboniano?
b) ¿Sentimos hoy en día la necesidad de nuevos ministerios en la Iglesia y en el Instituto? ¿Cuáles?
c) La casa de Dios es inmensa y compleja. ¿Cómo se puede administrar integralmente?
d) ¿Hemos podido contextualizar el carisma comboniano y los ministerios vinculados a él?
e) ¿Hemos podido contextualizar nuestra hermenéutica de los textos bíblicos para obtener ministerios adaptados a la realidad? ¿Qué dificultades hemos encontrado?
Bibliografía recomendada
COLLINS, J.N. (2014). Diakonia Studies: Critical Issues in Ministry. Oxford: Oxford University Press.
COMISSÃO Teológica Internacional. (2002). Da Diaconia de Cristo à Diaconia dos Apóstolos.
GUIJARRO, S. (2017). La Aportación del Análisis Contextual a la Exégesis de los Textos Bíblicos. Cuestiones Teológicas, 44 (102), 283-300.
KING, N. (2019). Ministry in the New Testament. New Blackfriars, 100 (1086), 155-164.
MĂCELARU, M.V. (2011). Discipleship in the Old Testament and Its Context: A Phenomenological Approach. Pleroma, 13 (2), 11-22.
P. José Joaquim L. Pedro, mccj