El XVIII Capítulo General de los Misioneros Combonianos que está teniendo lugar en Roma se inició la mañana del lunes con la presentación del Estatuto del Capítulo por parte del P. Pietro Ciuciulla, miembro de la comisión precapitular. Este documento es un instrumento que guía el desarrollo del Capítulo y sirve en la planificación de las diversas fases de trabajo. Por la tarde, el trabajo se ha realizado a nivel de grupos continentales con el fin de ver y sugerir cambios, enmiendas o mociones para mejorarlo. Una vez en aula, los capitulares han compartido sus puntos de vistas y cada grupo ha presentado sus propuestas. Al día siguiente se continuó con la votación de las diversas enmiendas hasta ser finalmente aprobado. El cambio principal respecto al Capítulo precedente es que se da un mayor tiempo a la fase de discernimiento hecho en grupos y así se logra una metodología más adecuada para el fin que pretendemos. Se ha evidenciado el deseo de que este Capítulo no caiga en la tentación de producir un largo documento, sino que se concentre en el contenido de un texto que focalice sobre algunas prioridades del Instituto. Después de la aprobación del calendario de trabajo, la sesión de la tarde del martes, día 8 de septiembre, se ha dedicado al discernimiento en grupos para buscar las personas más adecuadas en cada uno de los servicios del Capítulo. La jornada concluyó con la elección de los cuatro escrutadores. El miércoles, 9 de septiembre, la sesión se inició con la elección de los oficios y continuó durante toda la jornada. Consejo de Presidencia: P. Enrique Sánchez, presidente; P. Giuseppe Moschetta y P. Manuel Augusto Lopes Ferreira. Secretario general: P. Pietro Ciuciulla. Moderadores: P. Pedro Andres Miguel, P. Joseph Mumbere Musanga, Hno. Alberto Degan y P. Rogelio Bustos. Comisión especial: P. Rafael Ponce (coordinador), P. Dario Bossi y P. Jeremias dos Santos Martins. La Comisión central está constituida por el Secretario general, los cuatro moderadores y el coordinador de la Comisión especial. Su labor es la de coordinar el trabajo del Capítulo. Escrutadores: Hno. Matthias Adossi, Hno. Dessu Yisrashe, Hno. Humberto da Silva Rua y P. Felix Cabascango. Comunicadores: Hno. Alberto Lamana (coordinador), P. Jean Claude Kobo y P Efrem Tresoldi. Comisión litúrgica: P. Roberto Turyiamureeba, Hno. Jean Marie Mwamba y P. Alcides Costa. Comisión recreativa y cultural: P. Juan Armando Goicochea, P. Karl Peinhopf y P. Ramon Vargas. La jornada concluyó con la celebración de las vísperas de la solemnidad de S. Pedro Claver, patrono del Instituto.
Europa
¿Quién es Jesús?
Un comentario a Mc 8, 27-35 (Domingo XXIV T.O. , 13 de septiembre del 2015)
Marcos nos sitúa hoy en Cesarea de Felipe, una ciudad romana, en la frontera norte de Israel. Allí, lejos de Jerusalén, Jesús plantea la pregunta sobre su identidad. A esa pregunta se dan en el texto tres respuestas:
1. La visión de las masas, que ven a Jesús como una repetición de los profetas del pasado. Es evidente que Jesús aparece ante la gente como un gran profeta: enseña de manera nueva, curas enfermos, arroja malos espíritus, propone un cambio profundo en la sociedad y en la vida religiosa… Se inscribe en la línea de los grandes profetas, uno más en la historia de Israel.
Me parece que esta visión se parece bastante a la de muchas personas de nuestro tiempo, para quienes Jesús es un personaje histórico interesante, casi fascinante, pero uno más de los grandes hombres que de vez en cuando surgen en la humanidad.
2. La visión de los discípulos: Marco pone la respuesta de los discípulos en boca de Pedro: “Tú eres el Cristo”, es decir, el Mesías esperado, el Ungido por Dios para liderar a su pueblo. Los discípulos evidentemente estaban fascinados por la personalidad de Jesús y veían cumplidas en él las promesas de Dios en el AT.
Me parece que esta visión es la de tantos de nosotros que, al leer los evangelios y al orar, nos sentimos en sintonía con la persona y el mensaje de Jesús. Frente a tanto poder abusivo que encontramos a nuestro alrededor, frente a tanta corrupción, frente a tanta palabra superficial como se grita en nuestros medios de comunicación, muchos de nosotros decimos: Yo sigo a Jesús de Nazaret, él es el enviado de Dios, su propuesta de Reino es la que me convence.
3. La visión de Jesús mismo: Todo lo dicho por la gente y por los discípulos es verdad (él es un profeta, él es el Mesías de Dios), pero ¡ojo!, no se hagan una falsa idea. Este Mesías luminoso y fascinante está llamado a pasar pro Jerusalén, a ser sometido a dura prueba, a pasar por la muerte antes de convertirse en semilla de una esperanza que no muere nunca.
Me parece que aceptar este paso por la cruz y por la muerte es la “piedra de toque” de una fe verdadera, que va más allá de un entusiasmo pasajero. A Pedro le costó mucho dar este paso, como a todos nosotros. La presencia del Espíritu le ayudó a comprender a este Jesús, que es el Cristo de Dios, pero, no como rey y jefe dominador, sino como “siervo de Yahvé”, como quien está dispuesto a ser rechazado, despreciado, torturado.
Pidamos al Señor resucitado, que se nos hace cercano en la Eucaristía, que nos ayude a comprender su verdadera identidad, a seguirle como discípulos, más allá del entusiasmo pasajero, también cuando la cruz se hace presente y el camino a Jerusalén se hace empinado.
P. Antonio Villarino
Roma
¡Un sueño hecho realidad!
Misión en África, un sueño. Algo que hace tiempo que quería vivir y finalmente conseguí. Tenía 17 años cuando empecé a soñar con África cuando empecé a querer conocer más el “mundo” de la Misión. En agosto, fui como parte del grupo de Fe y Misión con cuatro jóvenes y dos misioneros de la Familia Comboniana, fuimos para Mozambique, a la misión de Carapira. Siempre he pensado que la misión era llevar a Jesús a los demás, pero cuando llegué a Carapira Él ya estaba allí y con los brazos abiertos para recibirme y decirme que me había elegido y que ese pueblo era de Él.
Fue una experiencia indescriptible, pero intentaré compartirla: Encontré un pueblo acogedor, generoso, alegre, lleno de sonrisas. Un pueblo sin prisa, donde el tiempo es un pormenor.
La gente siempre tiene tiempo para hablar, se detienen para saludarse. No se siente estrés, si mi vecino está mal, no soy indiferente.
Encontré un espectacular equipo de misioneros que hace un trabajo de excelencia, todos los días se entrega en cuerpo y alma a la gente de Carapira.
Hermanos, hermanas, sacerdotes y laicos misioneros Combonianos, dan lo mejor como educadores, formadores. Acompañan a decenas de jóvenes, sin tener en cuenta su creencia. Acompañan a las comunidades, tratando de ser presencia de Cristo en medio del pueblo. Conocí de cerca el trabajo de los misioneros laicos, que trabajan apoyando las distintas actividades en la Escuela Industrial, donde tienen un papel muy activo. Laicos que están presentes como alguien que educa, cuida, como alguien que ama, ya que los jóvenes que asisten a la Escuela Industrial dejaron sus casas para poder estudiar. Los laicos son una presencia amiga e incluso materna. Los laicos también ayudan en la pastoral, ayudan a los niños y a los jóvenes a descubrir a Jesús.
Con toda la comunidad misionera que conocí y al lado de los que trabajé y aprendí mucho, encontré que un misionero ama verdaderamente, es capaz de amar, es capaz del amor incondicional. Guardo conmigo cada momento que viví, agradezco la confianza que han depositado en mí y mis colegas.
El mayor desafío que enfrenté a lo largo de este mes fue sin duda el vivir en comunidad.
Toda la experiencia fue extraordinaria, imposible permanecer indiferente, me gustó mucho todo el trabajo que pudimos hacer con los jóvenes de la Escuela Industrial. Sobre la Laudato Si, me encantó estar con las chicas del internado, me gustó haber trabajado con los jóvenes de la comunidad, “Salvar la juventud con la juventud”.
Me marcó realmente una conversación que tuve en los primeros días, cuando llegué al internado a trabajar con las chicas para apoyar en el estudio y aclarar dudas de portugués y matemáticas. Nelson, una chica de 13-14 años, que asiste a séptimo grado, no se acercaba mucho, siempre me observaba, pero siempre un poco distante, cuando me acerqué para tratar de poner fin a las reservas de ella, ella me dijo: “No quiero ser tu amigo, porque te vas a los pocos días y nunca más te veré”. Esto me cortó el corazón, me dejo parada, quise decir algo, pero no encontraba palabras, quería decirle a esa chica que no sería así, pero estaría mintiendo porque era cierto, tenía un viaje programado. Acepté su elección, decidí no insistir. Y durante los 15 días trabajados en el internado, hablábamos poco, estudiamos juntas, descubrimos palabras nuevas y difíciles, hacíamos la tarea.
Pero yo sé que interactuaba con Nelson, estoy segura, ella sonreía e incluso bromeaba cuando pronunciaba algo mal en Macua, o cuando les dije que tenía miedo de enfermarme de malaria. Y llegó el día en que tenía que decir adiós a ella y a todas las otras chicas. Y Nelson me preguntó: “¿Maestra ahora me va a olvidar?”
Ella es experta en dejarme “bloqueada”, es hermosa, tiene unos ojos grandes, hermosos, brillantes, y estaban llenos de agua y pensé ¿cómo voy a olvidar esto, Señor? No lo haré. La abracé y le dije que no me voy a olvidar de ti.
Algo que también me marcó mucho fueron las Eucaristías, celebran con mucha alegría, cantan, aplauden, son fuertes, muy bonitas. La mujer mozambiqueña, no os puedo dejar de hablar de ella, es luchadora, trabajadora, siempre a cargo de las tareas más complicadas. Tiene un papel fundamental.
Esto es un poco de lo que viví, fue una buena experiencia que yo realmente quiero repetir.
Fue muy importante para mí, cada día tuvo hechos significativos que no podré olvidar.
Y no se olviden que los sueños se hacen realidad. Sólo tenemos que hacer un 5%, Dios hace el resto.
Sofia Coelho
XVIII Capitulo General de los Misioneros Combonianos
Ayer domingo se ha iniciado oficialmente el XVIII Capitulo General de los Misioneros Combonianos con la Santa Misa de apertura.
Los capitulares han tenido una semana de preparación previa.
El capítulo finalizará el próximo 4 de octubre. Durante este tiempo permaneceremos en oración por la buena marcha del mismo, por el bien de la familia comboniana y de la misión a la que estamos llamados.
Para una información constante se puede visitar la página oficial del instituto religioso masculino www.comboni.org donde además de noticias diarias encontramos una serie de videos llamados “Voci del capitolo”, donde algunos capitulares nos ofrecen los aspectos importantes que van tratando y la marcha de las sesiones y encuentros.
Unidos en oración.
Capacitado para escuchar y para hablar
Comentario a Mc 7, 31-37 (Domingo XXIII T.O., 6 de septiembre del 2015)
En la lectura de hoy Marcos presenta a Jesús en territorio “pagano”, donde habitaban personas que no seguían las prácticas religiosas judías, que eran las suyas. Pero, más allá de las diferencias religiosas o culturales entre los habitantes de la Decápolis y los de Nazaret o Jerusalén, Jesús encuentra a un hombre concreto, con un problema “humano”, que afecta por igual a creyentes y no creyentes, ricos y pobres, cultos y analfabetos: es sordo y mundo.
Parece bastante evidente que este caso concreto de un sordo mundo en territorio pagando es, en la intención del evangelista Marcos, un signo evidente de la misión e Jesús.
Él usa el poder-amor de Dios (simbolizado en la imposición de manos) para liberar al ser humano de su sordera (su incapacidad para escuchar a Dios y a los demás, su egoísmo y orgullo auto-referencial, centrado en sí mismo) y de su mudez (su incapacidad para decir palabras comprensibles, su incomunicación, su incapacidad para decir la verdad que vive).
Cuando era joven sacerdote, conocí un niño de diez años al que todos consideraban sordo-mundo, hasta que una joven religiosa comenzó a prestarle mucha atención, a seguirlo de cerca, a mostrarle un amor concreto, sincero, gratuito y constante. Después de un tiempo, la hermana se dio cuenta de que el niño tenía un problema en el oído y lo llevó al médico; resuelto el problema, el niño comenzó a escuchar palabras y a repetirlas, dejando de ser sordomudo. Pensé entonces en la el gran poder del amor, capaz de poner en marcha procesos liberadores.
Sabemos que en la mayoría de los casos no es así. Que frecuentemente la sordera y la mudez no tienen solución, aunque, gracias a Dios, hay muchas maneras de superar la incomunicación. Pero, como en el Evangelio, el problema no reside tanto en la incomunicación física cuanto en otro tipo de incomunicación: aquella que nos lleva a cerrar los cauces de comunicación y de amor con miembros de la propia familia, con miembros de la comunidad, con personas de otras culturas, de otras ideas políticas o de otras religiones…
Frecuentemente nosotros nos volvemos “sordos” y “mudos” en el corazón de nuestra personalidad: Nos negamos a escuchar lo que los otros nos tienen que decir y, por eso mismo, no tenemos una palabra sincera, auténtica, liberadora para los demás.
Todos recordamos el pasaje de Emaús, en el que Jesús camina con los discípulos, escucha sus inquietudes y, sólo después, les comparte unas palabras iluminadoras.
A veces parece que nuestras propias comunidades eclesiales son sordas y mudas: no quieren escuchar los gritos de la humanidad (emigrantes, prófugos, jóvenes, parejas rotas, mujeres…), ni a los profetas de nuestro tiempo que nos muestras caminos de libertad y solidaridad. Esa “sordera” nos hace también “mudos”, incapaces de decir palabras significativas, constructoras de humanidad.
Una Iglesia misionera es una Iglesia que escucha, libre de la sordera del orgullo y de la arrogancia. Sólo así podrá ser liberadora.
En la Eucaristía Jesús nos toca con su cuerpo. Pidámosle que cure nuestra sordera y libere nuestra lengua para que podamos ser sus misioneros, curados y capaces de curar a otros miembros de nuestra humanidad. Y en ello encontremos un camino cada vez más claro hacia la comunión con el Padre.
P. Antonio Villarino
Roma