Laicos Misioneros Combonianos

Segunda asamblea africana de los LMC

KinshasaLos coordinadores de los Laicos Misioneros Combonianos (LMC) de las provincias Combonianas de África, y los misioneros Combonianos acompañantes, celebraron su segunda reunión africana del 21 al 26 de julio en la casa comboniana de Kimwenza (Kinshasa), República Democrática del Congo (RDC). Fue un encuentro de reflexión sobre el pasado y la planificación de las actividades futuras del LMC en el continente africano.

La segunda reunión del LMC africano contó con la participación de 25 personas: 18 laicos, 5 Misioneros Combonianos y 2 misioneras combonianas, incluidos los representantes del Comité Central del LMC, Alberto de la Portilla y P. Arlindo Ferreira Pinto.

La primera mañana se dedicó a dos temas, con el objetivo de introducir a los participantes en los trabajos de la asamblea, un tema sobre la realidad actual del Congo y el otro sobre la visión de la misión en la “Evangelii Gaudium”.

Comenzó la asamblea con la presentación de los participantes, sesión orientada por los miembros laicos del Comité Africano del LMC: Dieudonné Likambo (Dido), congoleño, Innocent Mweteise Karabareme, Ugandés y Marcia Costa, portuguesa que trabaja actualmente en Mozambique. De este mismo comité también forman parte del Provincial de Mozambique P. José Luis Rodríguez López, y el P. Joseph Mumbere Musanga, Congo. El P. José Luis se encuentra en México y el P. Joseph participó en los últimos días de la reunión por motivo de sus otras ocupaciones y problemas de transporte.

A continuación se repartieron las diferentes tareas para toda la semana.

Marcia Costa aprovechó el momento para recordar los principales objetivos de la reunión, principalmente los temas de identidad, formación y autonomía económica, revisar y programar las actividades del LMC en el continente africano y en cada una de las provincias, teniendo en cuenta la conclusiones de las reuniones intercontinentales del LMC, en particular la última asamblea de Maia (Portugal), en diciembre de 2012, y la primera reunión africana en diciembre de 2011 en Layibi (Uganda).

Las palabras de bienvenida a todos los participantes de la reunión fueron ofrecidas por el mensaje del P. Joseph Mumbere Musanga (leído por P. Enrique Bayo), y por la hermana Espérance Bamiriyo Togyayo respectivamente superior provincial de los Combonianos y Combonianas en Congo. Ambos destacaron el valor de la colaboración entre los institutos nacidos en el mismo carisma de Comboni y la importancia de la oración y el testimonio misionero comboniano como familia.

El P. Arlindo Pinto, coordinador del LMC a nivel del Instituto comboniano, informó que el P. Enrique Sánchez, Superior General y el P. Antonio Villarino, asistente general, enviaban saludos a todos los participantes de esta reunión y siguen con atención las diferentes realidades del LMC en el continente africano. Por su parte, Alberto de la Portilla, miembro y coordinador del Comité Central del LMC, dijo que esta reunión es un evento que afecta no sólo a los LMC africanos, sino también al resto del LMC de los continentes europeos y americanos que viven en contextos y realidades diferentes, pero con un fuerte sentido de pertenencia al LMC.

El P. Jean Claude Kobo Badianga, comboniano congoleño, hizo una breve presentación sobre la historia de la República Democrática del Congo (RDC) para la mejor comprensión de la situación socio-política y económica actual del país. Relacionó la historia de la República Democrática del Congo con la historia y los conflictos recientes y del pasado con los países vecinos (Angola, Congo-Brazzaville, Ruanda, Burundi, Uganda, Sudán del Sur y la República Centroafricana). Habló de las principales dificultades que impiden un gobierno estable y verdaderamente democrático en la República Democrática del Congo, como por ejemplo, el tribalismo, el regionalismo y la corrupción.

Se refirió a los diversos grupos rebeldes armados que operan principalmente en el norte y noreste del país, con la complicidad política nacional junto con los intereses internacionales relacionados con los riquísimos recursos naturales del suelo y el subsuelo de los congoleños. Petróleo, oro, coltán y muchos otros recursos minerales preciosos que son la verdadera fuente de las contradicciones sociales, las desigualdades económicas y los conflictos armados en la República Democrática del Congo.

La Iglesia Católica, los cientos de otras iglesias y sectas religiosas toman diferentes posiciones ante la realidad que pasa en el país, la mayoría de los casos para favorecer el “status quo” y, rara vez, para denunciar las injusticias de que son víctimas los congoleses de Norte a Sur.

El P. Jean Claude recordó que los LMC tienen en esta realidad social, en la República Democrática del Congo y en otros países africanos, la responsabilidad cristiana y moral que puede y debe estar presente en sus actividades pastorales y profesionales.

KinshasaEl P. Enrique Bayo Mata, comboniano español que trabaja en la República Democrática del Congo, presentó el tema de la misión a partir de la exhortación apostólica post-sinodal del Papa Francisco “Evangelii Gaudium”. Después de una presentación general del documento, el P. Enrique subrayó la perspectiva de la nueva evangelización marcada por la alegría del anuncio y el testimonio del Evangelio de Jesucristo en las diversas periferias humanas del mundo moderno. Habló de la conversión pastoral urgente para llevar a la Iglesia a salir de sí misma y volverse misionera, es decir, para ponerse al servicio de las personas y de los pueblos, especialmente de los excluidos, los más necesitados de la alegría de la fe y de la vida cristiana, y de los más alejados de los valores del Evangelio.

Hizo referencia a que los laicos, formados profesional e intelectualmente, tienen una misión especial en el proceso pastoral de evangelización que busca transformar la sociedad y la inclusión social de los pobres en la vida activa de sus países.

En la tarde del primer día, Innocent dio una visión general acerca de quiénes son los LMC y lo que esperan de sí mismos, recordando que normalmente se comienza de una pequeña realidad y con pocas cosas, pero crece y madura teniendo una visión clara de la identidad, de lo que somos, y si tenemos un plan de acción concreto y lo que debemos hacer, en un contexto permanente de escucha de la Palabra de Dios, la oración y el discernimiento vocacional en el espíritu de San Daniel Comboni. Una vez terminada la exposición de Innocent siguió un largo intercambio de ideas y experiencias de las distintas realidades del LMC en África.

Marcia Costa presentó, a continuación, un resumen de la primera reunión africana de Layibi, especialmente lo referente a la identidad y la misión del LMC. Realzó que hace parte de la vocación LMC salir fuera de su realidad o país durante un período determinado, para una actividad misionera específica, y que los LMC asumen un compromiso de por vida. Los LMC tienen una formación humana, espiritual y misionera específica y buscan los medios para llegar a ser económicamente autónomos en sus diversas actividades. Después de la presentación, siguió un abundante intercambio en torno a los temas del documento Layibi. Se insistió, una vez más, en la importancia de que los LMC hagan una experiencia de misión fuera de su contexto geográfico.

El segundo día de actividades se dedicó a la presentación de los informes de las actividades del Comité Africano, el Comité Central y de las diferentes provincias africanas: Egipto-Sudán, Sudán del Sur, Togo-Ghana-Benin, República Centroafricana, Congo, Mozambique y Uganda. Dido Likambo presentó el informe del trabajo del Comité Africano desde la reunión de Layibi hasta la preparación de la reunión en curso en Kinshasa, y Alberto presentó los informes del Comité Central y de las provincias que no estuvieron representadas en la reunión, pero tienen LMC en sus países (Chad, Malawi-Zambia y Etiopía).

Uno de los temas más discutidos fue la falta de comunicación entre la Comisión Africana y las diversas provincias de África. Una de las razones dadas para el intercambio limitado de información y experiencia eran las dificultades naturales de las diferentes lenguas que se hablan en cada una de las provincias, y la dificultad de acceso a las nuevas tecnologías de la comunicación, sobre todo a través de Internet, en la mayoría de los países africanos.

Con el fin de preparar las conclusiones de la reunión, se utilizó el método de trabajo en grupos seguido de plenarios, durante los días 23 y 24, de forma que se fueron respondiendo las siguientes preguntas: ¿Cuál es la relación entre los grupo LMC locales y los LMC extranjeros que se encuentran en el mismo país? ¿Cuáles son los retos y estrategias a tener en cuenta para hacer un camino común? ¿Cómo podemos compartir los contenidos de formación de varios países para llegar a tener la misma formación básica a nivel continental? ¿Qué nos falta para que podamos vivir la vocación de la LMC según las conclusiones de Layibi? ¿Qué estrategias podemos seguir para vivir plenamente la vocación LMC? ¿Qué estrategias podemos adoptar para alcanzar la independencia económica? ¿Cómo podemos organizar el movimiento LMC a todos los niveles: la formación, la relación entre la LMC de diferentes países de África, la vocación, la organización y la economía?

En la tarde del 24 y la mañana del día 25, los laicos se reunieron para formular las conclusiones de la reunión, mientras que los Misioneros Combonianos y Combonianas aprovecharon esta ocasión para hablar de su colaboración con los LMC y compartir algunas ideas y experiencias acerca de cómo pueden y deben ayudar a consolidar el LMC en todas las provincias Combonianas. Se recordó también el compromiso hecho por los Misioneros Combonianos en el Capítulo General de 2009.

En la última tarde de trabajo, se leyeron, discutieron y aprobaron las conclusiones según los temas que se trataron durante la reunión. Esto fue seguido por la elección de la Comisión Africana, habiendo sido reelegidos para los próximos tres años: Dieudonné (Congo), Innocent (Uganda) y Marcia (Mozambique). Por último, se propuso que la próxima reunión debería tener lugar en julio 2017 en Lomé (Togo), fecha y lugar a confirmar por el superior provincial del sector.

KinshasaEl sábado, el grupo fue a visitar el Jardín Botánico “Kisantu bas-Congo” y la Catedral Kisantu, a unos 120 km de la ciudad de Kinshasa.

La reunión concluyó el domingo con una reunión conjunta con los LMC congoleños de Kinshasa en la comunidad provincial (Kingabwa), teniéndose tras la Eucaristía, presidida por el P. Joseph Mumbere, un almuerzo fraterno.

Arlindo Ferreira Pinto.

Sólo dos pequeñas manos

Ethiopian children in Fullasa

En el evangelio de Mateo (Mt 18, 1-5, 10, 12-14), en respuesta a la pregunta “quien es mayor en el reino de los cielos”, Jesús llama a un niño pequeño junto a él. El presenta al niño como modelo de cómo debemos acercarnos y confiar en Dios.

Una historia de Rafael González, un comboniano que trabajó en Kenia, acudió a mi mente cuando escuche este evangelio.

“Había 120 niños pobres y hambrientos en la escuela infantil de la misión, situada en el semidesierto del norte de Kenia donde yo vivía. Ellos recibían allí su única comida del día. A medio día los más pequeños se colocaban en fila para recibir la comida. Latas viejas, cuencos de madera o solo dos pequeñas manos recibían una modesta cantidad de gachas hechas con harina de maíz hervido con agua.

Una niña llamada Namoe, que caminaba de muy lejos cada día para asistir a la escuela, llenaba su pequeña lata de judías cada día. Pero a diferencia del resto de los niños, que se comían la comida allí mismo, Namoe se alejaba de la misión con su lata llena.

Un día la seguí a cierta distancia. Ella caminaba y caminaba con las gachas en la mano. A pocos kilómetros de la escuela, se encontró con su madre y su hermana menor, sentadas en una sombra junto al camino.

Namoe se sentó. Colocó su pequeña lata de gachas en el medio. Ella compartió su única comida del día con su madre y su hermana.”

Que hermoso acontecimiento de amor presenció Rafael aquel día. Y a mí me habla de un modo especial de las palabras de Jesús hoy: “a menos que cambies y te hagas como un niño, no entrarás en el reino de los cielos”.

Maggie, Mark, Emebet, Isayas y Therese Banga, Laicos Misioneros Combonianos, Awassa, Etiopía

Caminar con Comboni

Mozambique¡Hola compañeros de viaje, la paz sea con vosotros!

En estos días se ha celebrado la Asamblea MCCJ en la Provincia de Mozambique. Como Familia Comboniana, las hermanas combonianas y los LMC, fuimos invitados a asistir a las dos primeras jornadas. Esto nos permitió conocer mejor a nuestra Provincia y los Misioneros Combonianos que están trabajando aquí.

Estando celebrando este año jubilar de los 150 años del Plan de Comboni, partimos de una reflexión, presentada por el Padre Vitor Dias, formador del noviciado de Santarém, Portugal. ¿Cómo soñar, experimentar, anunciar: Cristo, Comboni y la alegría del Evangelio, en la actualidad, en nuestra vida diaria, en nuestra acción?

Entre nosotros, estuvimos compartiendo nuestro sentir, nuestras experiencias de Cristo en la misión, y así, como los que construyen una estera, fuimos compartiendo esta reflexión. Os dejo, a sabiendas de que muchas cosas siguen sin ser dichas, algunos puntos:

Se nos invita, como Comboni, al encuentro con Dios, sin dejar que nos aten nuestros propias tareas, para que con Él, permanecer en esta actitud: “Aquí estoy para lo que me quieras,” dejémonos, por tanto, todos los días, inspirar, enamorar, entusiasmar, desafiar, por el Señor de la Misión.

Una metodología del encuentro, que nos permita vivir la Pastoral del Encuentro con el otro en una actitud de escucha y diálogo. Atreverse a vivir la misión como un “saludo”, un partir a “caminar” con las comunidades, para que en el encuentro informal, anunciemos a Cristo y nos dejemos evangelizar por los pueblos que nos acogen.

¿Recordáis la actitud del Papa Francisco, que dejando el coche se dirigió a la anciana? ¿No resultará de mayor impacto, de mayor anuncio de Cristo, que mil palabras dirigidas por un micrófono?

Pues eso, también nosotros tenemos que dejar nuestro “coche”, despojarnos de lo que somos y tenemos (formación, estilos de vida, experiencias personales), para poder encontrarnos con los demás, nuestra comunidad y la gente nos acoge, a partir de lo que el otro es. Es una invitación a una actitud de humildad, encontrar al otro a partir de él mismo. Un gran desafío, ¿verdad?

Plan de Comboni, ¿reproducción o actualización? Diríamos que las dos actitudes. Una actitud de reproducción en relación con el plan de Comboni en lo que es su máxima expresión: la libertad de la persona humana. Por otro lado uno de los aspectos fundamentales del Plan es la dimensión del Hoy. Un plan que no es papel, sino acciones que generan la vida, una vida que se quiere en abundancia. Para ello, es esencial partir de lo ya construido y contextualizar en nuestra realidad de hoy, donde nos encontramos. Procuramos abandonar lo “viejo” para comenzar lo “nuevo” a partir de una continua actitud de discernimiento.

¿Cuál es la nueva actitud? ¿A qué apostamos? ¿Construcción de estructuras o construir con la gente? ¿Edificios de piedra o construcciones humanas?

El desafío está lanzado: no nos convirtamos en meros administradores de las estructuras creadas, sino busquemos, inventemos nuevas posibilidades, sin miedo, con esperanza y confianza, en una actitud no de “aquel que viene a dar”, sino de quien “viene a aprender y caminar juntos”.

Aprovechemos la riqueza de la diversidad, para que podamos marcar el ritmo de una misión en una creciente colaboración y ayuda mutua, en el que las personas con las que trabajamos sean cada vez más los protagonistas de la misión y de sus vidas.

Nos despedimos con la pregunta: “¿Cómo encarnar el Evangelio hoy?”

Con la certeza de que ninguno de nosotros lo lleva todo y que ninguna cultura agota el Evangelio, caminamos con el miedo del caminante y el corazón lleno de confianza en el Señor de la misión, que nos llama a enfrentar las dificultades con serenidad y optimismo.

“La paz sea con vosotros” y “¡No tengáis miedo!”

Os espero en Mozambique 😉

MozambiqueMárcia Costa. LMC en Mozambique.

Perseverancia – la raza de todos los etíopes

EthiopianPerseverance

Etiopía ha sido conocida por sus corredores de larga distancia desde 1960, cuando el hijo de un pastor, Abebe Bikila, sorprendió al mundo al ganar la medalla de oro olímpica de maratón corriendo descalzo en Roma. Los etíopes dominan las carreras de resistencia, lo cual es bastante sorprendente para un país bien conocido por la pobreza, el hambre y la guerra. ¿Cómo lo hacen? Algunos dicen que la genética o el entrenamiento en altura, tal vez la cultura de correr y la presencia de modelos, o patriotismo. Creo que hay algo más – una virtud que impregna no sólo el mundo atlético sino toda la vida en Etiopía: la perseverancia.

Hace unos meses vimos Ciudad de Corredores, un documental sobre los corredores jóvenes de Bekoji, un pequeño pueblo de las tierras altas de Etiopía, de donde han salido algunos de los mejores corredores de larga distancia del mundo. El personaje central es Sentayehu Eshetu, también llamado “Coach”, el hombre que ha entrenado a la mayor parte de los corredores jóvenes durante 25 años de forma voluntaria. Cada mañana, al amanecer, guía a un entusiasta grupo de 250 jóvenes a través de un estricto entrenamiento. En la película le preguntaron al entrenador: “¿qué se necesita para ser un gran atleta?” Y él respondió tres cosas:

  1. Comida
  2. Descanso
  3. Perseverancia

Su lista me sorprendió, porque para atletas a nivel mundial el entrenador habría debido de decir talento o habilidad natural. Los dos primeros puntos ilustran el desafío de la pobreza en Etiopía (de la que soy testigo a diario), donde la comida es a menudo escasa y la supervivencia significa trabajar muchas horas sin descanso, arando a mano y con bueyes, cuidando de los animales, acarreando agua para beber y recogiendo leña. Reflexionando sobre el tercer punto de la lista encontré la clave para entender no sólo a los atletas exitosos, sino al espíritu, al alma de Etiopía.

¿Qué es la perseverancia? Es el esfuerzo continuo para hacer o lograr algo a pesar de las dificultades, el fracaso, o la oposición. Es una virtud que forma el carácter, y nosotros hemos sido testigos aquí con nuestros colegas, amigos y en la comunidad.

Uno de los primeros proverbios amáricos que aprendimos al llegar a Etiopía fue: “Qes ser qes enkulal ser eger yihedal.” La traducción sería “poco a poco el huevo caminará con sus piernas.” O en otras palabras, “la perseverancia le permite a uno lograr grandes cosas”. Haile Gebresellasie, uno de los corredores del mundo con más medallas, creció a 10 km de la escuela más cercana. Sólo había una manera de llegar allí: corriendo. Hiciera calor, frío, viento o lluvia, él corría diez km hasta la escuela cada mañana, y lo mismo de vuelta cada tarde. Así acumuló un montón de kilómetros bajo sus pies. Como curiosidad, si nos fijamos en su postura cuando corre, lleva el brazo izquierdo torcido como si estuviera sosteniendo sus libros de la escuela. Haile es perseverante y sus 27 récords del mundo dan fe de ello.

Los etíopes, en los podios, han demostrado este rasgo al mundo. La perseverancia está presente en las aldeas, en la madre con el bebé atado a su espalda haciendo las tareas diarias a pesar de no tener electricidad ni agua, en la fuerte fe en Dios de los cristianos aquí, en el estudiante de secundaria haciendo sus deberes sentado en la tierra a la luz de las velas, en el agricultor arrancando las malas hierbas a mano con el calor del día. Es una virtud adquirida por las dificultades de la vida aquí. No hay otro camino que el de perseverar.

Hermanos, estimen como la mayor felicidad el tener que soportar diversas pruebas. Ya saben que, al ser probada nuestra fe, aprendemos a ser constantes. Procures, pues, que esa constancia perfecta se verifique con hechos, para que de ahí salgan perfectos e irreprochables, sin que les falte nada” (Santiago 1, 2-4)

– Maggie

Maggie, Mark, Emebet, Isayas  y Therese Banga, Laicos Misioneros CombonianosAwassa, Ethiopia

Con el corazón en la misión

P._Enrique_Sanchez“Ante la cercanía de la fiesta del Sagrado Corazón –viernes, 27 de junio–, deseo compartir con vosotros esta pequeña reflexión que nos ayude a prepararnos para esta celebración clavando nuestra mirada en ese Corazón abierto del que brota nuestra vocación misionera para adquirir la fuerza que necesitamos en este momento de nuestro viaje como herederos de san Daniel Comboni”, P. Enrique Sánchez G. mccj.

Con el corazón en la misión

“No quiero ocultarle que, cuando la Santa Sede me confió esta vasta y laboriosa Misión, mi conciencia estaba un poco titubeante, porque conocía mi pequeñez ante esta tarea enorme que Dios me había confiado por medio de su augusto Vicario Pío IX, y pensaba que con nuestras fuerzas nunca conseguiríamos establecer el catolicismo en estas inmensas regiones, donde la Iglesia, a pesar de los esfuerzos de tantos siglos, jamás lo había logrado. Entonces puse toda mi confianza en el Sagrado Corazón de Jesús y decidí consagrarle todo el Vicariato el 14 de septiembre próximo. Al objeto de llevar a cabo esta gran solemnidad mandé una circular, y rogué al admirable apóstol del Sdo. Corazón, el P. Ramière, que redactara el acto de consagración solemne, lo cual ha hecho” (Escritos3318).

Queridos hermanos,
Ante la cercanía de la fiesta del Sagrado Corazón, deseo compartir con vosotros esta pequeña reflexión que nos ayude a prepararnos para esta celebración clavando nuestra mirada en ese Corazón abierto del que brota nuestra vocación misionera para adquirir la fuerza que necesitamos en este momento de nuestro viaje como herederos de san Daniel Comboni.

El 31 de julio de 1873, san Daniel Comboni escribió una carta al obispo Joseph De Girardin, de la que tomé el texto con el que comienzo mi reflexión.Lo elegí porque creo que contiene algunos elementos que se corresponden con la realidad con la que nos enfrentamos en este momento de nuestra vida y de nuestra misión y que merecen una reflexión por nuestra parte.

Igual que en aquel tiempo, también hoy se puede decir que la misión que nos es confiada sigue siendo extensa y laboriosa;a menudo parece mucho más exigente y más allá de nuestras fuerzas.Y esto – lo digo sin rodeos – no es una ayuda para vivir de manera responsable y eficaz.

Durante los últimos treinta años, el Instituto ha crecido considerablemente en su proceso de crecimiento y se ha involucrado en muchas áreas, en muchos frentes y en muchas diferentes realidades misioneras cuya magnitud es evidente.El inmenso Vicariato de África Central se ha convertido para nosotros en más inmenso todavía, con presencia en cuatro continentes y una diversidad de compromisos misioneros de tal envergadura que nos hace creer que estamos presentes en todos los frentes de la misión.Esta realidad, para algunos de nosotros, es un bien, parece responder a la necesidad de hacer valer el propio ego, nos hace creer que somos grandes misioneros porque llevamos el Evangelio a todos los rincones del planeta y a todas las periferias de la humanidad, para usar una expresión querida por el Papa Francisco.

A la inmensidad, hay que añadir el trabajo arduo, la complejidad de una misión que demanda, desafía, pasa por un cambio profundo debido a una transformación de ritmo frenético del mundo y de la sociedad.La misión está cambiando sin darnos tiempo para averiguar qué dirección hemos de tomar y, parece haber una incapacidad de nuestra parte, para anticiparnos a estos cambios.

Pero el trabajo duro que requiere la misión hoy se convierte en un desafío para nuestra creatividad, nuestra capacidad para cuestionarnos a nosotros mismos, a soñar para emprender nuevos caminos que nos pueden obligar a caminar sobre tierra desconocida, inédita – como se nos ha dicho hace algún tiempo – que nos invita a no vivir de rentas de la herencia recibida que puede llevarnos a engaño con una pretensión de omnipotencia misionera.

Comboni, en la carta de 1873, se confesaba indeciso debido a su pequeñez.También hoy nosotros estamos siendo conscientes de nuestra pequeñez, y no sólo porque las estadísticas nos recuerdan la continua disminución de la plantilla.Creo que no es sólo una cuestión de números.Creo que esta pequeñez nos puede hacer entender que nuestras fuerzas no serán nunca suficientes para responder a las necesidades de la misión y que el Señor no hace sus cálculos usando las matemáticas.

Sagrado Corazón¿Hacia dónde dirigimos, pues, nuestra mirada, de dónde obtener las fuerzas y la luz para vivir radicalmente nuestra vocación misionera comboniana?

Creo que nosotros hoy día, la pequeñez tenemos que medirla mirando a nuestra calidad de vida, a la coherencia en el cumplimiento de nuestros compromisos y opciones personales de vida que hemos hecho, la capacidad de no ser superficiales en vivir nuestra consagración religiosa para la misión, nuestra total disponibilidad a ir a servir a los pobres, a la libertad de no dejarnos engañar por las sugestiones fáciles de nuestro mundo: el consumismo, la apariencia, la superficialidad, etc.

Sin apuntar con el dedo a nadie en particular, y sin querer regañar, creo que cada uno de nosotros debe reconocer su pobreza, su fragilidad y sus límites, la tentación de hacer de la misión algo que me es útil y no más bien una realidad que me llama a entregarme incondicionalmente y sin usar pretextos para convertirla en una “misión a medida”.

Tengo una profunda admiración por tantos hermanos que viven con enorme entusiasmo, dedicación y sacrificio en situaciones de violencia indescriptible y peligro.Son esas piedras ocultas con las cuales – Comboni nos recuerda – hay que construir la misión.Es a la luz de estos testimonios que tenemos que medir nuestra respuesta a la llamada que hemos recibido y vamos a descubrir lo grandes, fuertes y capaces que podremos ser para abrazar la misión que se nos confía hoy.

Comboni dijo humildemente: “Pensé que con nuestra propia fuerza nunca lo conseguiremos”.No es una expresión de desaliento, es la convicción de tener entre manos una misión que no depende de nosotros.“Así que deposité toda mi confianza en el Sagrado Corazón de Jesús”.Tal vez, y sin tal vez, creo que es el momento para nosotros de hacer esta experiencia de abandono y confianza, de fe y apertura a la acción de Dios en nuestras vidas, lo cual no quiere decir refugiarse en una espiritualidad que nos saque de la realidad, de la responsabilidad de participar en la construcción del Reino.

La confianza en el Sagrado Corazón de Jesús es para nosotros hoy día, el reto que nos obliga ensuciar nuestras manos en la transformación de nuestra humanidad, a través de nuestro servicio misionero, sin olvidar que el único y verdadero protagonista de la misión es y será siempre el Señor.

Si Comboni quiso consagrar su Vicariato a este Corazón, que no es sino el amor infinito de Dios por cada uno de nosotros y para todos aquellos a quienes somos enviados como misioneros suyos, creo que vale la pena que vivamos esta celebración, renovando nuestra disposición, para que el Señor cumpla en nosotros sus planes, reconociendo que la misión que brota de su corazón tiene un futuro brillante. Debemos vivir en la confianza de que el Señor no nos va a defraudar.
Feliz fiesta a todos.
P. Enrique Sánchez G. mccj