Laicos Misioneros Combonianos

El viento del cambio. Historias de vida y ministerialidad social

equipo ministerialidad
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Los combonianos y las combonianas nacieron gracias al Plan de San Daniele Comboni para salvar África con África. El Plan se publicó por primera vez en 1864, pero fue revisado y actualizado siete veces por el propio Comboni: fue una inspiración desde lo Alto, fruto del amor compasivo del Buen Pastor por África que Comboni llamó “la perla negra“; pero también una participación desde abajo, con diferentes expresiones de misión, estrategias, participación de grupos eclesiales, filántropos, científicos y geógrafos, para la búsqueda de personal y fondos para su realización.

Los biógrafos de Comboni reconocen algunas de sus características fundamentales, entre ellas su clarividencia práctica y dinámica y su fe inquebrantable en la regeneración de África, a pesar de los obstáculos, cruces, malentendidos, críticas y calumnias; prueba de ello es que dos africanos, Daniele Sorur Pharim Den (1860-1900) y Fortunata Quascè (1845-1899), ambos sudaneses y rescatados de la esclavitud, con la visión inclusiva de la obra comboniana, se desposaron inmediatamente con el Plan y, a través de su ministerio, revelaron su eficacia.

El primero describió la condición real de los negros y subrayó que la regeneración de los africanos sólo podía tener lugar con dos condiciones: romper el yugo de la esclavitud y ofrecer a los africanos las mismas oportunidades de formación que se daban a todos los demás pueblos. La segunda dedicó toda su vida a la formación y preparación de las jóvenes africanas, para que, a su vez, liberadas de toda esclavitud, iniciaran procesos de regeneración en el corazón del África negra.

Desde hace más de 150 años los herederos de Comboni, iluminados desde lo alto, con la misma determinación y con la misma confianza; movidos por el amor compasivo hacia los más pobres y abandonados, han dado forma al sueño de regenerar África a través de la pastoral social, adaptando el proyecto a los tiempos y a los lugares, con el soplo del Espíritu que “renueva la faz de la tierra” (Sal 103,30). Un importante patrimonio que debe ser conocido y valorado, especialmente hoy en día, para hacer frente a un sistema neoliberal de depredadores, que centraliza la riqueza en manos de unos pocos y promueve la cultura del despilfarro, excluyendo a miles de millones de personas de las condiciones de vida plena.

Por eso para el 2020, año en que los misioneros combonianos han dedicado sus esfuerzos a la ministerialidad, las direcciones generales de la familia comboniana, consagrados, seculares y laicos, han pedido a una comisión, nombrada ad hoc, que publique un libro en el que se narren algunas historias de vida vividas en la ministerialidad social. Al mismo tiempo, ampliar la investigación a través de un mapa de nuestras presencias y compromisos, involucrando a las comunidades de la familia comboniana, dispersas en los cuatro continentes. El objetivo era:

  • Elaborar criterios, modalidades y principios comunes en las experiencias de colaboración existentes, enmarcándolas en una perspectiva institucional.
  • Evaluar cómo los diversos ministerios tienen un impacto de transformación social en la realidad y cómo nuestra presencia ministerial responde a una necesidad real de los signos de los tiempos.

Este trabajo ha sido sin duda ambicioso, pero al mismo tiempo limitado, en el sentido de que siempre es difícil encerrar la riqueza de la experiencia vivida en un documento escrito. También porque hay una embarazosa elección entre las experiencias de 3.500 consagrados, seculares, y laicos que trabajan según el carisma comboniano, en África, América, Asia y Europa.

El libro titulado “Somos Misión. Testimonios de la pastoral social en la familia comboniana”, se publicó en junio de 2020, en cuatro idiomas (italiano, inglés, español y francés). La obra fue fruto de la colaboración de 61 misioneros y misioneras, invitados a relatar su experiencia social ministerial; dos expertos externos también hicieron una sabia lectura del material, indicando los puntos fuertes del compromiso ministerial y los nudos que hay que desatar para una mayor eficacia para el cambio del sistema.

Las narraciones y las acciones realizadas en este texto ayudan a comprender que, incluso en la multiplicidad de situaciones, enfoques e iniciativas, la dimensión social es el eje transversal de todo ministerio; en el sentido de que todo servicio, entendido como un don de Dios, por su misma fuerza intrínseca, proclama la liberación de los oprimidos, “el año de gracia” (Lc 4,18-19) y revela al pueblo “los cielos nuevos y la tierra nueva” (Ap 21,1) en el plan original y providencial de Dios.

El relato de la práctica de la pastoral social, por esta razón, enriquece el paradigma de referencia de la misión, cada vez más encarnado en la complejidad del mundo actual y atento a la lectura de los signos de los tiempos y los lugares, para poder re-anunciar a todos los pueblos la fe en Jesucristo, con lenguajes y estilos de presencia apropiados.

El proceso iniciado será largo y gradual a lo largo del tiempo, pero podrá utilizar algunos temas y sugerencias que se destacan en estas acciones y otros que se expresarán en la cartografía general de la familia comboniana. También habrá un momento de recogida, profundización, síntesis, discernimiento y relanzamiento en el Foro de Ministerios Sociales Combonianos en Roma, el próximo diciembre de 2020.

No parte de la nada ni de teorías, sino de hechos vividos y narrados en la vida cotidiana de la misión comboniana, que se pueden resumir con algunos verbos:

Ver: con “ojos penetrantes y un corazón abierto” para asumir los retos y oportunidades de la proclamación del Evangelio.

Hacerse próximo: en la dinámica de una Iglesia misionera en “salida“, que vive entre los marginados y toca las heridas de sus hermanos y hermanas, asumiendo el olor a oveja y el estilo de vida de los pobres.

Encontrar: vivir y promover la mística del encuentro. Profesar la catolicidad y acortar la distancia entre credos y culturas, a través del diálogo y el ecumenismo, para una fraternidad global.

Regenerar: dejarse desafiar por la realidad y buscar industriosamente los cinco panes y los dos peces de los pequeños, el óbolo de la viuda, el agua de la purificación de los pueblos.

Transformar: no hay más tiempo para cambiar; ¡es la hora de cambio! Es hora de enfrentar las causas que generan la desigualdad entre las personas y entre los pueblos y la cultura del despilfarro.

Celebrar: Todo lo que da sustancia al ministerio social y configura a los discípulos y a las discípulas al misterio Pascual de Cristo, soporte de la fe en la vida diaria de la misión.

Reiniciar. Bajo la mirada del Espíritu ya no hay lugar para la autoglorificación y la vanagloria; todo es probado con la llama de fuego que purifica y nos impulsa a atrevernos y emprender de nuevo por nuevos caminos y senderos, para que sean cada vez más numerosos los caminos de Dios.

Las áreas de la ministerialidad social

El corazón de la ministerialidad social es escuchar el grito de los pobres, hacer una alianza con ellos, para que sus expectativas se cumplan y sean capaces de transformación; en la lógica evangélica del Señor: “El que pasó de ser rico a ser pobre, para que ellos se enriquecieran con su pobreza(2 Cor 8, 9).

Como Familia Comboniana, hemos trabajado siempre en la dimensión social: formación de las conciencias y preparación de líderes profesionales; media y comunicación; cuidado y atención a las personas, salud y educación; periferias existenciales y geográficas (como el cuidado de los niños de la calle, situaciones de guerra y conflicto, minorías étnicas; tráfico de niños y mujeres; derechos humanos; prisiones, nómadas…); movilidad humana y pastoral de los migrantes; salvaguardia de la creación; liturgia y catequesis.

Perspectivas

El proceso de poner de relieve la dimensión social de la ministerialidad no puede ni debe considerarse como una acción circunstancial y limitada en el tiempo. Es un largo camino, según la tradición viva de la Iglesia. Debe ser sostenida, alimentada y revisada en el ritmo acelerado del cambio de época, para ser eficaz y dar creatividad a la presencia misionera y carismática de la Familia Comboniana en el mundo de hoy.

La dimensión social en la ministerialidad nos invita, por lo tanto, a revisar la idea de misión. Una invitación a la Familia Comboniana a reflexionar sobre lo que quiere ser y quiere realizar para el bien de la humanidad en la construcción del Reino de Dios. El hilo conductor es siempre la misión, con estas características particulares:

  • la transformación del sistema que genera la cultura del desecho;
  • la promoción del Evangelio del cuidado de la gente a través de la proximidad y la compasión samaritana;
  • la sinodalidad, en la implicación y la participación efectiva de todos los ministerios;
  • conversión ecológica, conscientes de que salvaguardando la casa común crearemos condiciones de vida dignas para todos, especialmente para los excluidos.

Por eso el título del libro “Somos misión“, se convierte en una llamada a la misión, vivida como comunidad de comunión regenerada y comboniana entre hermanas, hermanos y laicos, cada vez más articulada e interconectada con otros grupos y asociaciones eclesiales y laicas, como parte integrante del Pueblo de Dios.

Este proceso de cambio amplifica el sueño comboniano de regenerar África con África en la perspectiva del gran sueño del Papa Francisco, expresado en la Exhortación Apostólica post-sinodal “Querida Amazonia“: el sueño de construir una nueva sociedad con la inclusión de los “desechos” y un nuevo pacto social para el bien común. El sueño cultural de una humanidad plural; el sueño ecológico donde todo está interconectado y el compromiso de salvar la tierra garantiza el futuro de toda la humanidad. Finalmente, el sueño eclesial, bien simbolizado por la imagen de un “hospital de campaña”, inmerso en la vida y la realidad de los pobres y marginados, que toca las heridas de los hermanos y hermanas y vierte el aceite de la paz y la reconciliación.
Fernando Zolli y Daniele Moschetti

El papel ministerial del hermano

Joel Cruz
Joel Cruz

ENCARNACIÓN DE LA PALABRA, FRATERNIDAD Y PROMOCIÓN HUMANA

A continuación, presentamos la experiencia del Hno. Joel Cruz Reyes en Ecuador. En la que destacan rasgos del ministerio del Hermano desde una nueva perspectiva de promoción humana que tiene como fundamento La Palabra.

1. Encuentro con la misión

En 1997 llegué a Ecuador destinado al Centro Cultural Afroecuatoriano en la ciudad de Guayaquil. En ese entonces, el acompañamiento de los afrodescendientes giraba alrededor de la religiosidad, lo litúrgico-sacramental y la formación sociopolítica, con la finalidad de visibilizarlos social y eclesialmente. Para eso se buscaba el apoyo de laicos expertos en sicología, antropología, sociología, política…

Por el comportamiento, las actitudes y las motivaciones que percibí en los afros que acudían al Centro, me di cuenta que la dependencia que tenían del misionero, era crónica. Se habían acostumbrado a considerarse material, espiritual y moralmente indigentes. Ciertamente, este comportamiento era el reflejo de las sombras de su historia que los alcanzaba en el presente, pero también era consecuencia de la visión paternalista que había predominado en su acompañamiento. Esto no les permitía crecer en humanidad y en espíritu; los estancaba en el lugar del “objeto”, no los dejaba avanzar hacia el lugar del “sujeto” eclesial y social.

2. Entender e iniciar procesos

Poco a poco, fui entendiendo que esos procesos, aunque eran muy buenos, fueron desconectados de la fe y de La Palabra, como si la “regeneración del ser humano afro” fuera solamente un problema “humano-social”. Me di cuenta que los procesos no llegaban a la contemplación del afrodescendiente como hijo de Dios, imagen y semejanza de Él, esculpido por una historia, circunstancias sociales y eclesiales adversas, cierto, pero al final de cuentas el ser humano pensado, querido por Dios y con una misión específica en la Iglesia, en la sociedad, en el mundo.

Los resultados eran lógicos porque, por un lado, el acompañamiento piramidal heredado por la tradición pastoral predominante en la Iglesia, los hacía “objeto-dependiente” de la acción del “sujeto” que era el misionero. Por otro, la intervención de laicos especialistas sin una visión religiosa, de fe y desconectados de la Palabra de Dios, no podían ofrecer más que una manera de ver al afrodescendiente y su historia, como “un problema” personal y social. No se veían como “seres humanos” sino como “problema social” y “objeto” de abusos, maltratos y exclusiones. Estaban convencidos de que eran solo “víctimas” y no seres humanos con una responsabilidad eclesial y social.

3. Presencia que comparte la vida

Cuando comencé a caminar con ellos, me di cuenta que la presencia del Hermano que, por naturaleza vocacional, está desvestido de lo sagrado, poco a poco va “redondeando” la pirámide relacional en las estructuras culturales, sociales y eclesiales, hasta consolidar la circularidad de la fraternidad ministerial querida por Jesús. Que el Hermano, precisamente, porque es religioso, es capaz de contemplar la humanidad de las personas que acompaña y poner en movimiento esa humanidad (pro-moción humana) en la Iglesia y en la sociedad.

Entendí que el Hermano es un puente entre ciencia y fe, entre Evangelio y sociedad, entre Iglesia y mundo, entre vida religiosa y secular, entre el ministerio sacerdotal y laical. Sin su presencia, con frecuencia, los procesos se vuelven “extremistas”: se van al “extremo litúrgico-sacramental” o al “extremo político-social”. Y el Hermano, tiene un pie en cada extremo. Por eso, es capaz de equilibrar los procesos de evangelización y hacer que el ser humano no vea su historia como tragedia humana sin Dios, sino como historia sagrada y de salvación, donde Dios no solo está presente sino que se hace carne y asume las causas de ese ser humano como suyas.

4. Los milagros de la fraternidad

El Señor me dio la oportunidad de ver los milagros de la fraternidad que brota de la conciencia de saberse todos hermanos, hijos de un mismo Padre. Con la misma dignidad y responsabilidad misionera de Cristo y, por eso, entenderse como el Cuerpo Negro de Cristo en esa sociedad discriminatoria y excluyente que también ensombrecía a la Iglesia en ese contexto. Me dio la oportunidad de experimentar el poder liberador que tiene ese “hacerse uno más entre ellos”, del no tener miedo a “rebajarse”, así como Jesús (Filip 2, Emaús) y buscar junto con ellos los caminos, las respuestas, las soluciones…

Ese estar entre los afrodescendientes como “compañero de camino” y no como guía o maestro, hizo que la gente comenzara a saborear y gustar la comunión y participación, a entender el valor y el poder del “cenáculo de apóstoles” soñado por San Daniel Comboni. Así nació la Hermandad de Misioneros Afroecuatorianos, el Camino Bíblico Afro, procesos de etnoeducación y recreación cultural en un contexto urbano, organizaciones y asociaciones afros con fines culturales y sociopolíticos, la pastoral juvenil afro…

El camino fraterno con los afros me permitió contemplar cómo “el objeto” se fue transformando en “sujeto” social y eclesial. Y todo comenzó cuando se descubrieron como seres humanos, hijos de Dios, misioneros del Padre. Y esta conciencia se siembra conviviendo con ellos, discutiendo con ellos, así como Jesús con sus discípulos: en el camino, en la casa, en la fiesta, en sus lugares… conversando, respondiendo a inquietudes, explicando, compartiendo sin prisas, sin lugares fijos… con frecuencia, lejos del templo.

El haber experimentado el poder regenerador de la fraternidad en el ser humano, me hizo pensar e imaginar al Hermano Misionero Comboniano como “partero” de ministerios laicales que van más allá de las estructuras del templo y de las cuestiones religiosas. De una ministerialidad que toca las cuestiones humanas y sociales; como acompañante de esos ministerios que nacen con proyección secular para infundirles el Espíritu y puedan ser la fuerza transformadora de Dios en la sociedad.

El camino con la gente, me hizo reconocerme como un Hermano religioso, es decir, un “experto” en establecer la conexión profunda entre el mundo y Dios, entre la carne y el espíritu, entre lo humano y lo divino. Un experto en ayudar al ser humano a comprender a Dios como ciudadano que actúa en esa sociedad en la que se encuentra a través de ese ser humano que se reconoce como su presencia.

5. Cuestionamientos y mirada hacia el futuro

¿Pero cómo garantizar que la fraternidad promotora de la humanidad de la gente se fortalezca y no termine diluida en la tradición evangelizadora que mira más lo litúrgico-sacramental? ¿Cómo hacer que el ministerio de encarnación de la Palabra en ministerios que tocan las cuestiones humanas y sociales pueda ser más visible y significativo en el Instituto, la Iglesia y la sociedad? Estas interrogantes encontraron respuesta en la propuesta planteada por San Daniel Comboni de establecer Centros de formación donde el africano no cambia y el misionero no muere.

Esta estrategia me pareció la más adecuada para la realidad numérica y dispersa del Hermano en el Insituto y, así poder pensar una figura física que acompañe el ministerio del Hermano, lo identifique, lo defina y lo haga más comprensible. Por eso, así como el sacerdote es acompañado por la figura de la parroquia, obra que explica y hace comprensible su ministerio, así comencé a imaginar una obra que pudiera detonar toda la fuerza ministerial de la fraternidad en el Instituto. Así nació la idea de las Obras Combonianas de Promoción Humana (OCPHs) y, el Centro Cultural Afroecuatoriano de Guayaquil, se convirtió en la primera de estas obras.

PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL Y COMUNITARIA:

  1. ¿Qué es lo que me llama más la atención de esta experiencia religiosa? ¿Por qué?
  2. ¿Qué suscita esta experiencia en mí? ¿Por qué razón?
  3. ¿Qué nos dice a nosotros como comunidad?
  4. ¿Qué parte o partes de esta experiencia pueden iluminar el trabajo parroquial o los proyectos misioneros en nuestras comunidades/misiones?

PARA PROFUNDIZAR

Orientaciones del Papa Francisco y Benedicto XVI sobre la fraternidad

Reflexiones tomadas del documento “Apuntes para una espiritualidad misionera de la fraternidad” del Hno. Alberto Degán.

En ese tercer milenio el papa nos propone una misión fascinadora: combatir la “globalización de la indiferencia” construyendo la “globalización de la fraternidad”.  Naturalmente, es un llamado para todos los cristianos, pero en nosotros los Hermanos este llamado suscita sin duda un sentido de alegría y de responsabilidad particular.

  • Los primeros dos mensajes para la Jornada Mundial de la paz del papa Francisco (los mensajes de 2014 y 2015) son enteramente dedicados al tema de la fraternidad. “La fraternidad es el fundamento y el camino para la paz”, nos dice Francisco. De hecho, la paz y la justicia no son sólo una cuestión ‘técnica’ de hacer cambios estructurales para disminuir las escandalosas desigualdades que caracterizan el mundo de hoy, ni se trata únicamente de una cuestión política. La paz y la justicia son, ante todo, un desafío espiritual: sólo si nos sentimos hermanos, hijos del mismo Padre, los hombres estarán dispuestos a hacer los cambios y los ‘sacrificios’ necesarios para dar vida a una sociedad justa y fraterna. Como dijo Francisco en el mensaje Urbi et orbi para la Navidad de 2018, “sin la fraternidad que Jesucristo nos ha dado, nuestros esfuerzos por un mundo más justo no llegarían muy lejos” (Salmo 84, 11-12).
  • El papa Benedicto propuso la fraternidad como principio económico: “El desarrollo económico, social y político necesita, si quiere ser auténticamente humano, dar espacio al principio de gratuidad como expresión de fraternidad”, afirma en su encíclica “Caritas in veritate” n. 34. Y añade: “El gran desafío que tenemos… es mostrar… que en las relaciones mercantiles el principio de gratuidad y la lógica del don, como expresiones de fraternidad, pueden y deben tener espacio en la actividad económica ordinaria” (CV 36). Benedicto XVI propone que la lógica de la fraternidad re-configure nuestro sistema económico.
  • Más recientemente, el papa Francisco ha dedicado todo el mensaje para la Jornada Mundial de la paz de 2014 al tema de la fraternidad: “La fraternidad, fundamento y camino para la paz”. Los títulos de las distintas partes de este documento son: “Todos ustedes son hermanos, (Mt 23,8)”, “La fraternidad, premisa para vencer la pobreza”, “El redescubrimiento de la fraternidad en la economía”, “La fraternidad extingue la guerra”, “La fraternidad genera paz social”, “La fraternidad ayuda a proteger y a cultivar la naturaleza”. Sólo dando una rápida mirada a estos títulos, llegamos a entender que para Francisco la fraternidad – lejos de ser un concepto aleatorio y ‘romántico’ –  es un principio de fe muy concreto con ineludibles implicaciones sociales, políticas y económicas. Según el papa no se puede construir la justicia social si antes no cultivamos en nuestros corazones un profundo sentimiento de fraternidad.
  • La primera parte de este Documento se titula “¿Dónde está tu hermano?” (Gen 4,9). En la Biblia, ésta es la segunda pregunta que Dios dirige al hombre, y eso significa que para Dios es una cuestión fundamental. El ser humano, así como fue concebido por nuestro Creador, realiza su humanidad cuando sale de su egoísmo y se preocupa por la condición de vida de sus hermanos, cuando entra en una lógica de comunión y de fraternidad que le hace percibir que su vida tiene sentido sólo si será vivida en una actitud de solidaridad con sus congéneres. En otras palabras, para Dios ser humanos significa ser y sentirnos hermanos.
  • Jesús se presenta a nosotros como el “primogénito en medio de muchos hermanos” (Rm 8,29): la fraternidad es el camino trazado por Dios para la realización de nuestra humanidad. Como dice un proverbio africano, “yo soy un ser humano porque tú eres un ser humano”, o sea: ‘Yo me siento bien y puedo realizar mi humanidad cuando veo que también mis hermanos están bien y la pueden realizar’. Pero en nuestra sociedad prevalece la lógica contraria, la del antiguo adagio latín “Mors tua vita mea”, que significa: “Tu muerte es mi vida”, “Sólo si te mato y me adueño de tus bienes yo puedo vivir feliz”.

Así, no hay que sorprenderse si Helmut Maucher – presidente de la multinacional Nestlé en los años ’80 y ’90 – llegó a decir que él necesitaba de ejecutivos con “instinto asesino”. De esta manera, como afirma el economista Hinkelammert, “la lucha por asesinar al otro es vista como fuente de prosperidad y de vida”. Así, el evangelizador propone el modelo y la espiritualidad del hombre-hermano contra el modelo y la ‘espiritualidad’ del hombre-killer.

Para combatir la injusticia y la pobreza, entonces, hace falta una “revolución espiritual”, una espiritualidad de la fraternidad que nos haga entender que la derrota y la muerte de mi hermano será también, tarde o temprano, mi derrota y mi muerte. Como dijo Martín Luther King, “o lograremos vivir como hermanos o moriremos todos como necios”.

  • En la Evangelii Gaudium (n.186) Francisco afirma que nuestro amor por “los más abandonados de la sociedad” deriva “de nuestra fe en Cristo siempre cercano a los pobres”. Sin duda, frente a tantos enormes desafíos, a menudo nos sentimos pequeños e impotentes: no tenemos respuestas inmediatas sobre el QUÉ HACER. Pero Jesús nos da una indicación muy clara sobre el DÓNDE ESTAR: hoy, como ayer, Jesús “siempre cercano a los pobres” nos llama a estar CERCA DE LOS POBRES, CERCA DE LOS ÚLTIMOS.

Nuestro Capítulo General de 2015 ha acogido esta invitación del papa, y por eso ha indicado como primer criterio para recalificar nuestros compromisos el criterio de la “cercanía a los pobres” (AC15 n.44.5). Se trata de un criterio que para nosotros los Hermanos combonianos tiene un valor especial, porque nuestro Fundador nos veía como aquellos que estamos más cerca de la gente, porque pasamos más tiempo con ella: “En África central los hermanos artesanos bien preparados contribuyen a nuestro apostolado en mayor medida que los sacerdotes a la conversión, porque los alumnos negros y los neófitos (la mayor parte de los cuales… han de permanecer un espacio de tiempo bastante largo con los ‘maestros’ y ‘expertos’, quienes con la palabra y el ejemplo son verdaderos apóstoles para sus alumnos) están con los hermanos, y los observan y escuchan más de lo que pueden observar y escuchar a los sacerdotes” (E5831).

Nota: Mirar también la última encíclica del Papa Francisco “Fratelli Tutti” sobre la fraternidad y la amistad social (03 de octubre del 2020).

ORACIÓN PERSONAL

“Y la Palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria (la gloria que corresponde al unigénito del Padre), llena de gracia y de verdad.” Jn 1,14

Reflexiones a partir de los encuentros continentales de Hermanos en América:

  • En medio de una mentalidad y tradición eclesial que aprisiona la Palabra de Dios en los templos, en los discursos teóricos y que difícilmente se atreve a ir más allá de las estructuras eclesiales y tocar las cuestiones humanas y sociales, se inserta la figura ministerial del Hermano Misionero Comboniano.
  • Su vocación de “hacer carne La Palabra”, en el contexto donde vive y convive, y de conformar al ser humano como hijo de Dios y hermano de todos, lo conduce a abrir caminos e iniciativas que no se limitan a las estructuras y tradiciones eclesiales, porque la “encarnación misionera de la Palabra” la vive en sintonía con los tiempos y los lugares donde se encuentra.
  • El espíritu fraterno de Dios lo conduce a la inserción en la vida y cotidianidad de la gente, por eso, es capaz de descubrir y rescatar la riqueza y experiencia de individuos y grupos humanos que acompaña misioneramente, con la finalidad de enriquecer a la Iglesia, a la sociedad y promover  lo verdaderamente humano de los pueblos por donde pasa, como obra y revelación de Dios que debe ser conocida, reconocida, valorada, asumida y propuesta por la Iglesia al mundo.
  • La convivencia fraterna con la gente, desde la conciencia y espíritu misionero, lo convierte en el “radar” que capta los signos, las señales, los ruidos, los desafíos… que la realidad humana y social plantean en el hoy y aquí. Por eso, su palabra y aportación es determinante en el dinamismo, creatividad y actualización de la misión comboniana.
  • Su rostro evangélico-social fraterno lo convierte en “puente” entre la sociedad y la Iglesia, entre lo secular y lo religioso, entre el laicado y el clero. Precisamente por eso, se convierte en el rostro social del compromiso misionero de la Iglesia. Esta dimensión vocacional lo inserta en el núcleo de la sensibilidad humana que busca solidaridad, justicia, paz, compromiso transformador de la sociedad. Su vocación lo convierte en una presencia que fortalece la conciencia y el espíritu del ser humano a vivir el Reino como justicia, paz, gozo (Rm 14, 17ss)…
  • El papel del Hermano como consagrado y ministro de Cristo, entonces, es la edificación y el crecimiento humano y cristiano de las personas y comunidades, desde la perspectiva del Evangelio, por eso, su acción no excluye el ministerio de la Palabra. Su presencia evangelizadora entre la gente, enfatiza la dimensión de la fraternidad en todos sus aspectos: desarrollo integral de las personas, la promoción de la justicia, la paz, los Derechos Humanos… es decir su ministerio toca directamente las cuestiones sociales, antropológicas y culturales desde la óptica del Reino de Dios.

COMPARTIR EN COMUNIDAD Y LINEAS DE ACCIÓN

  1. En un ambiente de oración y de escucha mutua, compartamos en comunidad los frutos de la oración personal.
  2. Reflexionemos juntos:
    1. ¿Qué te hace pensar lo que hemos compartido y orado sobre el ministerio del Hermano?
    1. ¿A qué sientes que nos invita el Espíritu, de manera personal, comunitaria, provincial y como Instituto?
    1. ¿Cómo podemos responder de manera concreta a las invitaciones del Espíritu?
    1. Nuestro compromiso es: ____________________________

“El ministerio de los Hermanos, discípulos del Cristo fraterno, presta atención a la dimensión de la fraternidad en todos sus aspectos, incluyendo el desarrollo integral de las personas, la promoción de la justicia, la paz y los Derechos Humanos. Por lo tanto, es un ministerio abierto predominantemente a la dimensión social, antropológica y cultural del Reino de Dios, orientado a la transformación social, al testimonio y al anuncio de la fraternidad y a la animación de la comunidad cristiana”.

SUGERENCIAS PARA LA CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA:

En el momento del PADRE NUESTRO, guardar un momento prolongado de silencio para pensar en la fraternidad que nace de Dios.

Campaña sobre los efectos nocivos de la actividad minera en la salud y el medio ambiente

Piquia
Piquia

Hoy, 29 de octubre, la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH), junto con Justiça nos Trilhos (Justicia en las vías), lanzó una campaña para alertar a los ciudadanos del mundo que consumen inconscientemente los productos de las empresas mineras y siderúrgicas que durante más de tres décadas han venido deteriorando la salud y contaminando el medio ambiente de la comunidad de Piquiá de Baixo, en la Amazonia brasileña.

La campaña marca el 30º aniversario del Grupo Ferroeste en el municipio de Açailândia e invita a todos a apoyar la lucha por los derechos de esta comunidad, a la que las empresas y el Estado han cerrado los ojos durante tanto tiempo.

Para saber más: https://bit.ly/3kFKur8

República Centroafricana – Ayuda para el Centro Médico “DA TI NDOYE”

RCA

Los Laicos Misioneros Combonianos, que prestan servicio en la misión de Mongoumba, son jóvenes que quieren dedicar parte de sus vidas a trabajar entre los más pobres y abandonados de este mundo. Sin embargo, no siempre es tan fácil como parece. Aquí creamos una comunidad internacional y participamos en la vida de la parroquia en colaboración con los Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús (MCCJ).

Nuestra misión en Mongoumba, en la República Centroafricana, está situada justo en la frontera con Congo-Brazzaville y la República Democrática del Congo. Nuestro servicio misionero consiste principalmente en integrar a las personas que viven en el interior de la selva – los pigmeos – con la gente de la aldea. Vamos a pequeñas aldeas situadas en el bosque para proporcionar al menos la ayuda médica básica a estas personas, junto con nuestro empleado del centro de salud local, llevamos a cabo charlas sobre las enfermedades que ocurren aquí, la higiene personal, realizamos catequesis sencillas que se pueden aplicar a sus vidas, así como damos dedicamos tiempo a educar a niños y jóvenes a través de juegos y actividades atractivas para ellos.

Los pigmeos son una tribu que los habitantes del pueblo consideran como mano de obra barata o gratuita, son empujados al margen de la sociedad, pero desafortunadamente esa es la realidad aquí. La integración es la tarea más importante para nosotros, pero es difícil hablar de integración, cuando a menudo sucede que los pigmeos no son admitidos de manera apropiada en el hospital para curar sus heridas, hacer pruebas de malaria o incluso mostrar el más mínimo interés por su salud. Son enviados a casa o a nuestra misión.

En nuestra misión, tenemos un pequeño centro de salud que no está en las mejores condiciones y un centro de rehabilitación llamado “Da ti Ndoye”, que significa “Casa de Amor”.

El proyecto tiene como objetivo modernizar este centro de rehabilitación que ha existido desde 1985. Nos gustaría combinarlo con nuestro centro de salud para crear un complejo que ofrezca muchas posibilidades. Es uno de los pocos centros de rehabilitación a los que acuden pacientes de toda la zona de la diócesis de M`Baiki. Además de restaurar el edificio físicamente, también nos gustaría renovar nuestra actividad misionera a través del trabajo sanitario para el beneficio de la población local dando el regalo más preciado: la salud.

Dependiendo de las posibilidades financieras, nos gustaría:

  • reemplazar el sistema de aguas residuales; limpiar y desinfectar el tanque de agua o reemplazarlo por uno nuevo; limpiar el pozo; comprar un generador para bombear el agua, reemplazar las tuberías de suministro de agua;
  • instalar paneles solares y baterías
  • comprar un generador de energía
  • renovar la cocina (reemplazando las encimeras, instalando azulejos)
  • renovar los baños (limpieza de las paredes, instalación de azulejos, sustitución de puertas, compra de equipos)
  • hacer una rampa para las sillas de ruedas e instalar barandillas en el porche
  • reemplazar el techo en todo el edificio, limpiar y renovar las paredes
  • equipar las oficinas con el equipo necesario
  • comprar los medicamentos más necesarios

PRESUPUESTO

Medicinas y materiales de cura: 4.000 EUROS

Equipo de fisioterapia: 2.000 EUROS.

Materiales de construcción:  12.000 EUROS

Equipo para el centro de salud: 5.000 EUROS.

Paneles solares y baterías: 5.000 EUROS

Bomba de agua y generador: 4.000 EUROS

Empleados: 3.000 EUROS

Transporte de materiales: 1.000 EUROS

Tratamiento de aguas residuales: 2.000 EUROS

TOTAL 39.000 EUROS

Si logramos recibir un dinero extra, lo usaremos para las medicinas y los programas de salud y desarrollo de la población pigmea.

Las donaciones pueden hacerse a la cuenta de los MCCJ en su país con la referencia: Centro de Ayuda Médica “DA TI NDOYE” en RCA. LMC Mongoumba

LMC en la República Centroafricana

Casa Familiar Rural de Açailândia: una trayectoria de luchas

CFR Brasil

Por Zé Luís Costa. De la página del MST. (Editado por Fernanda Alcântara)

CFR Brasil

La Casa Familiar Rural (CFR) de Açailândia, en el estado de Maranhão, se constituyó como asociación en 2001 después de que un pequeño grupo de militantes sociales se reuniera y empezara a debatir las formas de mejorar la cuestión de la educación rural para la realidad local.

Desde el inicio, las entidades que comenzaron la propuesta de la casa familiar entraron en el debate de este proyecto político y social, como el MST, que se acababa de instalar en la ciudad, el instituto de los Misioneros Combonianos, el Centro de Defensa de la Vida y los Derechos Humanos y el Sindicato de Trabajadores y Trabajadores Rurales de la ciudad.

La experiencia de este tipo de escuelas ya es antigua en el mundo y en el estado de Maranhão están presentes en varias ciudades diferentes. En otras partes del mundo este tipo de escuela se conocen como “Escuela Familiar Agrícola”.

Desde los primeros debates, las organizaciones interesadas celebraron varias reuniones, incluso en ciudades de las afueras, como nos recuerda Xoan Carlos (LMC). “Celebramos una serie de reuniones en las comunidades. Hubo otras 60 reuniones en los municipios de Açailândia, São Francisco do Brejão, Itinga, Bom Jesus das Selvas. Y finalmente se formó la asociación”.

Nos continúa contando: “De allí obtuvimos un pedazo de tierra, cedido por la Iglesia Católica. Pero no podíamos permitirnos construir el edificio o pagar a los empleados. Así que fueron unos cuantos años más de lucha y articulación en la búsqueda de proyectos, y donde obtuvimos algo de apoyo internacional”.

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Posteriormente, en 2003, las organizaciones involucradas en la idea lograron iniciar lo que soñaban para la ciudad y sus alrededores, en vista del gran número de asentamientos y comunidades rurales que tenían en las cercanías de la ciudad, ahora con 110.000 habitantes. Era un sueño para el futuro lejano.

Los pioneros de la idea lograron, con mucha lucha, convenios con el ayuntamiento, como afirma Xoan Carlos. “En 2005 comenzamos las primeras actividades de la CFR. Comenzamos con un curso de escuela primaria, habíamos logrado estructurar varias unidades productivas en agricultura, apicultura, ganadería, porcino… El gobernador Jackson Lago tenía la intención de hacer un curso de bachillerato integrado a la educación profesional, y comenzó un nuevo momento para la CFR”, concluye.

Con estas articulaciones, en 2006 se inició el curso de secundaria, que se adaptó mejor a las necesidades de los jóvenes en el campo. Principalmente porque, cuando en 2001, muchas comunidades sólo tenían jóvenes con el cuarto grado como máximo. Esta era entonces la necesidad: una escuela con características diferentes a las convencionales, para el campo.

Jarbe Firmino fue alumno de la primera promoción de la Casa de la Familia Rural de Açailândia, y más tarde ingresó en la Universidad Federal de Maranhão (UFMA). Se graduó en Educación de Campo y regresó a la CFR, ahora como monitor/profesor, y luego tomó un puesto en la institución como coordinador general.

Él cuenta su experiencia criticando la posición del poder público: “Esta experiencia, a la que me refiero, de coordinador, así como en otros momentos, fue de gran dificultad en cuanto al apoyo del poder público. Se trataba de períodos en los que los contratos no eran cumplidos por el Estado, lo que debilitaba el movimiento del que forma parte la CFR”, concluye.

Después de toda esta lucha, vino el reconocimiento y las conquistas. La principal fue la formación de jóvenes como técnicos agrícolas para trabajar en los asentamientos con sus familias y en algunos organismos estatales. El Consejo Regional de Ingeniería y Agronomía, el CREA, los reconoció para que pudieran trabajar de manera oficial prestando asistencia técnica en los proyectos.

Sin embargo, el deseo de la coordinación y del grupo que organiza la asociación y el CFR es que los estudiantes, formados, trabajen con sus familias desarrollando lo que han aprendido, en granjas familiares, como la mayoría de los asentamientos de la reforma agraria.

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El CFR es administrado por una asociación, y actualmente el presidente es Xoan Carlos. La coordinación es elegida por la asociación y tiene diez profesores que son contratados por la Secretaría de Estado de Educación de Maranhão.

Historia de las casas familiares rurales

Las Casas Familiares Rurales se originaron en Francia en 1935, en una situación de fuerte éxodo rural, cuando un grupo de familias, con el apoyo de la Iglesia Católica, se reunió para replantearse esta situación. La llamaron “Casa” para diferenciarla de la escuela convencional y porque comenzó en el hogar de una familia; “Familiar” porque era una organización de las familias y no del gobierno; y “Rural” porque el objeto de la experiencia estaba en el medio rural en su conjunto: técnico, humano, cultural, etc.

Hoy en día, en Francia, hay 450 CFRs. Desde el decenio de 1960, la experiencia se ha extendido a España e Italia bajo el nombre de “Escuela Familiar Agrícola”. Hay alrededor de 1.000 CFR en los cinco continentes, en treinta países.

En Brasil, las CFRs comenzaron a aparecer a finales de los años 60, actualmente existen cerca de 150 centros educativos rurales que funcionan con la “Pedagogía de la Alternancia”. En Maranhão hay aproximadamente 27 escuelas con estos principios formativos. La pedagogía de la alternancia desarrollada dentro de los métodos de Paulo Freire, en una construcción de formación técnica, se une a la formación para la vida, en el caso de Açailândia, ampliada con el compromiso en las luchas por un modelo diferenciado de agricultura.

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