Queridos cohermanos de la Provincia de Mozambique,
como Consejo General, seguimos con gran preocupación las noticias e imágenes de violencia y destrucción de bienes públicos y privados que llegan de Mozambique como reacción al fraude y a la falta de transparencia en el anuncio de los resultados de las elecciones generales -presidenciales, legislativas y de las asambleas provinciales y gobernadores- del pasado 9 de octubre.
Las manifestaciones populares, que debían ser pacíficas, degeneraron en actos de violencia, que fueron reprimidos por la fuerza por los cuerpos policiales -especialmente en las grandes ciudades-, causando más de veinte muertos y centenares de heridos. Estas manifestaciones de violencia, que sólo generan odio y muerte, angustia y miedo, nos han llevado a expresar, en nombre del Instituto, nuestra cercanía a cada uno de vosotros y a todo el pueblo de Mozambique.
Sabemos que todo el país atraviesa momentos difíciles y que, por regla general, quienes acaban sufriendo las consecuencias nefastas de los conflictos violentos son las personas más pobres e indefensas.
Ante el agravamiento de la situación, pedimos a todos los cohermanos que permanezcan vigilantes e informados sobre los acontecimientos, y que se solidaricen con quienes buscan la verdad y la justicia, en comunión con la Iglesia local. Sin duda, la resiliencia puede y debe ayudarnos a superar la adversidad actual y a encontrar vías pacíficas para orientar y dar esperanza al pueblo y al país.
Nuestra presencia en Mozambique en los últimos 77 años, inspirada en la Palabra de Dios y en el testimonio de San Daniel Comboni, se ha distinguido siempre por su capacidad concreta de asumir un estilo de misión comprometido e inserto en la realidad de la gente, y de hacer causa común con las alegrías y los dolores de quienes nos han sido confiados.
Os animamos, por tanto, a seguir siendo solidarios con las personas que os rodean, transmitiéndoles la esperanza que nace del Evangelio. Hoy más que nunca estamos llamados a proclamar la Buena Nueva de la paz como único camino para construir una sociedad basada en el respeto de la dignidad humana y en la preocupación por los más desfavorecidos.
Damos gracias a Dios por vuestro testimonio de entrega al pueblo con el que compartís la misión, y nos sentimos también solidarios con todos los mozambiqueños y mozambiqueñas que anhelan un futuro mejor y -hoy sobre todo- la paz.
Esperamos también que la profunda tradición cristiana y los valores ancestrales del pueblo sean el pilar desde el que se inicie una reflexión serena y justa que ayude a superar la actual polarización de fuerzas entre el gobierno y la sociedad civil.
Rezamos por el cese inmediato de la violencia en Mozambique y pedimos la intercesión de San Daniel Comboni para que os ayude a vivir con fe y esperanza este doloroso momento.
Que Dios os bendiga, os proteja y os dé la fuerza y la sabiduría para afrontar estos momentos difíciles.
Permanezcamos unidos en la solidaridad, rezando juntos por la paz.
Queremos compartir con vosotros un video sobre la atención sanitaria que nuestra comunidad internacional de Laicos Misioneros Combonianos desarrolla en Mongoumba, República Centroafricana.
En el Cristina nos cuenta las diferentes actividades que realizan y nos presenta la realidad de atención sanitaria y en especial la dedicación a la población Aka.
Gracias a todos por vuestras oraciones y el apoyo a nuestro servicio LMC en los lugares donde estamos presentes.
Os dejamos aquí la carta escrita por el Padre Pierli y la Hermana Teresita para todos los amigos de la transformación social.
Una Cuaresma en paz y una feliz Pascua 2024
Queridos amigos, queridas hermanas y hermanos
Se dice que un misionero de buen corazón, buen pastor y Transformador Social en América Latina, Pedro Casaldaliga, se expresó así: “Cuando al final de mi viaje me pregunten: ¿Has vivido? ¿has amado? Sin decir nada, abriré mi corazón lleno de nombres en él…“.
“Cuando al final de mi viaje me pregunten: ¿Has vivido? ¿Has amado? Sin decir nada, abriré mi corazón lleno de nombres, rasgos, perfiles, identikits grabados en él”. “Todo esto se verá, porque no podré recordarlo, enumerarlo, pormenorizarlo“. (Padre Pierli)
Así que ahora, para mantener vivos los nombres, nos gustaría mencionar con profunda gratitud e inmensa alegría algunos nombres de amigos, que vinieron a visitar al P. Pierli durante el último período: P. Selwam Sahaya con uno de sus cohermanos salesianos; P. Eliseo Citton, Prof. Mario Molteni, Prof. Giancarlo Volpato con su esposa Maristella, Dr. Luigi Zarzon con su esposa Silvana Berchioni, Párroco Francesco Vialetto, P. Emmanuel Denima, Dr. Judith Pete, Sr. Lettedenghil Ogbamicael con algunas hermanas combonianas, el P. Manuel Augusto Lopes Ferreira, Stefano De Togni, el P. Giuseppe Caramazza, el Hno. Alberto Parise, Stefano Domanin, Hna. Maria Vidale, Hna. Esperance Bamiriyo, Maria Pia Dal Zovo, Teresa Zenere con algunos otros miembros de la SIMC; de África tres jóvenes Ruth Wanjiru, Mary Watetu y Lucy Mutola, también de la ISMC; otra joven que es una buena amiga de ellos de Egipto, Silvia Makram; la dra. Alice Muchiri de CAMPSSI, Kenia (acompañada por el P. Caramazza); dos obispos africanos, Mirella Sattin, Mons. G. Franzelli MCCJ, y por supuesto el P. Tesfaye Tadesse Sup. Gen. y otros miembros del Consejo Gen.; el P. Fabio Baldan Sup. Prov. y otros miembros del Consejo Provincial; junto con muchísimos nombres y rasgos de un montón de amigos que siguen enviando comentarios, compartiendo su “Ministerio de Transformación” y experiencias y, además, “mensajes de mejoría” con oración y amor.
Como ya os hemos dicho muchas veces, seguimos soñando el sueño de Dios: El mundo convertido en Su reino de paz, justicia y fraternidad. Y en la noche, soñamos una y otra vez con estar con vosotros. Con grupos de todo tipo: adultos, hombres, mujeres, jóvenes y niños. Discutiendo, analizando, planificando juntos, y por supuesto: haciendo actividades juntos = pamoja. Sí, ¡hacemos acciones juntos!
Una vez estábamos entre un montón de jóvenes, trabajando en un gran huerto, sembrando grano y plantando árboles y después cantando, bailando, comiendo, celebrando juntos.
De día rezamos, meditamos, reflexionamos sobre el plan actual de Dios para el cosmos, para el mundo, para nosotros los seres humanos, para los dos que firmamos esta carta. Dios está absolutamente comprometido con este mundo nuestro. Los dos a nuestra edad actual (82 -77), debemos ver las posibilidades y que aún tenemos que responder ante Él para que siga obrando a través de nosotros según nuestras capacidades y recursos. La increíble fantasía creadora de Dios no está disminuyendo. Al contrario, ¡va en aumento! No es que el futuro esté vacío, ¡en absoluto! El futuro está lleno de energía que viene de todas partes. El Señor va siempre por delante de nosotros. Ha resucitado. El Señor resucitado no tiene límites. Su vitalidad no se agota, es ilimitada, incesante y perpetua. Así es el plan de Dios: Una explosión de vida y de amor. Es eterno e inagotable. Su vitalidad es transformadora. Está evolucionando en el cosmos, en el mundo y en la historia humana. ¡Qué maravilla podemos acoger en nosotros! Tenemos la esperanza cristiana. Nuestra esperanza y nuestra fe tienen dimensiones infinitas y van más allá de nuestra comprensión humana porque están ligadas al amor vigoroso, generoso, sin lazos, infinito y a la fantasía creadora de Dios. Por eso, el futuro está abierto a Su inconmensurable “Energía Creadora” y este mismo futuro está abierto a nosotros, declarados sus humildes co-creadores, comprometidos en la transformación constante hacia una calidad de vida superior, ya ahora en este mundo, y hacia Él, en la plenitud de Su conocimiento y de Su amor.
En nuestra tradición cristiana, existe un bello escenario con un breve diálogo de Jesús con el apóstol Pedro cuando éste se encontraba en Roma e intentaba huir por temor a ser crucificado. Sorprendido al ver entrar al Señor Jesús, Pedro le preguntó “¿Domine quo vadis?“, es decir “Señor, ¿a dónde vas?” (hay una iglesia que se llama así, justo en el lugar donde se supone que ocurrió este encuentro), y se dice que Jesús respondió “Voy a ser crucificado”. A estas palabras, Pedro no respondió, sino que regresó inmediatamente a Roma para su martirio.
¿No es a veces así nuestra situación? ¿No nos desanimamos a veces ante nuestra llamada a ser consecuentes, coherentes y fieles al plan de Dios sobre nosotros, fieles a Jesús y a nuestra decisión de tener clara en el corazón y en la mente nuestra “visión y misión”? Y fieles a la voluntad de permanecer en el camino de la “Transformación Social” para convertirnos en transformadores de impacto y artífices del “futuro”, co-creadores de Dios y Constructores de Su Reino de Paz, Justicia, Fraternidad. ¿Debemos dejar solo a Jesús y a nuestros hermanos y hermanas comprometidos, activos en el terreno? Ya tenemos forma de ir evolucionando a mejor y se nos han dado talentos, dones, no para nosotros, sino para el bien común. Nada nos pertenece; se nos da para compartirlo. No retrocedamos en nuestro camino. Dejemos que Dios nos renueve y nos vaya moldeando de nuevo como transformadores de impacto durante este tiempo de gracia: Cuaresma y Pascua.
¡Justo ahora, que nuestra querida África está consiguiendo su importante lugar en el concierto de naciones y continentes!
¿Nos hemos dado cuenta de lo decisiva que fue la visita del Presidente de la República Italiana, Sergio Mattarella, a nuestro Somirenec de Nairobi el pasado mes de marzo? ¿Hemos dado por sentado que la cumbre italo-africana del mes pasado (de acuerdo con la Unión Europea) ha traído automáticamente la justicia social y la fraternidad que Comboni y todos nosotros juntos perseguimos? Automáticamente, no. Por cierto, ¡damos gracias al Señor por este logro! Podemos decir que nuestros esfuerzos se ven recompensados. Sí, porque durante muchos años nos hemos comprometido, hemos invertido nuestras vidas, hemos dado nuestra contribución significativa a este proceso de asociación que ahora vemos florecer. Nos vemos como verdaderos puentes entre pueblos, naciones y continentes. ¡El Señor nos da nuevos ánimos!
Uno puede especular que nuestras propias circunstancias son tan diferentes a las de la época en que empezamos a soñar juntos. Sí, “nada permanece igual”. Ese es el principio de la “transformación”. Todo está en continua transformación. Nos enfrentamos a nuevos retos. Algunos nos enfrentamos a tribulaciones económicas, de salud, de edad y otras debilidades. Pero también hemos alcanzado un mayor nivel de conciencia, de dignidad, y nos hemos empoderado para seguir centrados en nuestros increíbles y elevados objetivos.
Nuestra meta más elevada es la nueva audacia para afrontar los retos. Comparemos nuestras tribulaciones con los dolores del parto. San Pablo nos dice que incluso la creación entera, la naturaleza, sufre dolores de parto mientras espera la manifestación de la gloria de Dios en sus hijos. Tal es la transformación a la que aspiramos. (Rom. 8, 18-25)
“Meditando esto, mi corazón y mi mente van inmediatamente a mi tierra natal, Italia Central. Allí, tenemos una maravillosa pintura original ‘Madonna del Parto’ (1450-1465) del famoso pintor Piero Della Francesca, que muestra a la Santísima Virgen María embarazada. Una de las obras más sublimes del Renacimiento. Ahora se conserva en el Museo Monterchi. Tan original que no conozco nada similar en ningún otro lugar”. (Padre Pierli)
Mirando la compleja arquitectura del mundo, con una “tercera guerra mundial en pedazos”, como acostumbra a decir el Papa Francisco, mirando las innumerables situaciones social, política y económicamente dolorosas, afirmando que parecen tan terribles como los dolores de parto, podríamos rogar al Señor que de todo eso “se produzca un parto” y nos dé una nueva criatura, que nazca un mundo nuevo, y de buena gana unimos de nuevo las manos y los corazones, para dar nuestra contribución a ello.
Deseándoles una Cuaresma tranquila y una feliz Pascua, los abrazamos con mucha oración y amor.
Con afecto,
P. Francesco Pierli MCCJ / Hna. Teresita Cortés Aguirre CMS
A lo largo del 2023 nos encontramos con muchas emociones y realidades, llenas de alegría, tristeza, reconforto, anhelo y cruz…
Los LMC de Guatemala iniciamos un año lleno de esperanzas puestas en el programa de nutrición Chispuditos, el cual creció de manera increíble a tal punto que logramos, junto con profesionales, hacer jornadas médicas y dentales, ya que el suplemento, las formaciones y los víveres no estaban ayudando a los niños a salir de la anemia y de sus enfermedades. Hemos hecho grandes esfuerzos por innovarnos, capacitarnos, pero no ha sido suficiente ya que cuando llegó el pediatra, la nutricionista y la dentista observaron un alto grado de desnutrición, problemas psicomotrices, dentaduras inservibles, enfermedades genéticas, deficiencias en el habla y el crecimiento, causados muchas veces por la misma desnutrición de las madres y la mala educación alimentaria. Son 6 años de un camino arduo, trabajando la mente, el corazón y el estómago, sin duda nos llena de alegría ver a los niños de 6 años que salen del programa sin anemia y con un tamaño y peso promedio, ¡Es para darle gloria a Dios!
Al mismo tiempo nos adentramos en la JPIC sabiendo que San Daniel Comboni tenía un interés especial en la justicia hacia los marginalizados y olvidados; nos sumergimos en la formación para conocer la migración en Guatemala y esta nos llevó a la trata de personas, situación terrible y muy latente en nuestro país. Descubrimos que Comboni lucho mucho por la trata de personas, evitando que se llevaran tantos negros como esclavos. Entendimos con charlas, encuentros personales y varios Cineforos sobre la trata de personas, Conocimos la realidad y crudeza de la vida de mujeres en situación de prostitución. Nuestro corazón se doblegó ante tal situación e iniciamos una campaña de concientización. Guatemala sufre trata de personas, mujeres, niños y surge a partir de la migración, la cual es una de las mayores problemáticas del país, de ahí se desprenden estos problemas sociales, culminando con una mal nutrición de niños, familias desmembradas, mujeres solas y niños prácticamente huérfanos.
Creemos que ha sido un año marcado por un despertar profundo al camino de Comboni. Tuvimos formaciones enriquecedoras, formamos nuevos candidatos a LMC, nos encontramos varias veces con un pequeño grupo de laicos en San Luis Petén que están haciendo su formación para ser LMC, ampliamos nuestra visión hacia nuevos proyectos y crecimos en el carisma Comboniano.
Nos espera un 2024 con nuevos y grandes desafíos, a nivel comunitario, misión ad gentes y a nivel económico, pero confiamos en la santa intercesión de San Daniel Comboni, nos acogemos a los corazones de Jesús y María y le pedimos a San José, que ayude a este pequeño grupo a ser luz y sal por donde vaya.
Feliz Inicio de año 2024 que este lleno de muchas bendiciones y nuevos caminos para cada LMC
Pregón realizado por Monseñor Jesús Ruiz, Obispo de M’baiki, República Centroafricana.
¡Todos los días, en África, son Navidad…! ¡Todo en África nos habla de una eterna Navidad!
Me han pedido hacer el pregón de Navidad…; yo no sé pregonar.
¿Qué es eso de pregonar, me he preguntado…, sino dar voz a tu vida interior…? Así, permitidme, dar rienda suelta a mi corazón… os voy a pregonar.
Mi pregón quiere ser hoy un recuerdo de infancia en la lonja parroquial de Alfonso VI allá por Navidad. Eran los años `70. Con nuestro párroco don Miguel, subíamos al monte de san Juan para buscar el musgo y adornar el belén repleto de casas de corcho, ríos de plata y figuras que caminan hacia el portal… Mi recuerdo se va a la misa del gallo en familia seguida de una copita y turrón…; mi recuerdo se goza viendo a los catequistas disfrazados en Reyes Magos durante la Misa de niños repartiendo regalos…; regalos siempre, nunca carbón.
Fui creciendo… y descubrí que el verdadero belén está fuera… Ya seminarista, en el nuevo templo parroquial, cada Navidad, con Ester, Mamen y otros jóvenes, visitando las casas del barrio para el concurso de belenes… En cada casa siempre nos esperaba una copita de licor dulce y un trozo de turrón…; cada año ensayábamos en el coro villancicos no comerciales que hacían furor: “uri, uri, ura…” y “en el portalín de piedra estaba María y José, estaba María llorando, estaba nervioso José…” Navidad visitando a los pobres de la parroquia con regalos y comida para así su soledad acompañar…;
Hace 36 años me fui a África…, pero yo…, yo no sé pregonar…
Allí, en África, descubrí que la Navidad no son luces de colores, ni árboles de Navidad…; allá, sin villancicos ni reclamos publicitarios por Navidad… sin mazapanes ni turrones… pero hay Navidad; en África no nieva…, no; hace calor, mucho calor por Navidad. En mi África no es costumbre la cena de Noche buena y menos aún el reveillón…, tampoco hay lotería del Niño ni se canta el gordo de Navidad… ¡Cómo recuerdo aquella mi primera Navidad en África en una lejana capilla donde después de celebrar el misterio de un Niño Dios nacido a las afueras, cené solo, con gran emoción, una lata de sardinas que llevaba en mi zurrón…! No…, en África no se estila nuestra forma de hacer Navidad…// Lo único que añoro en África son los Reyes Magos que nunca van…, y me temo nunca llegarán… ¡Qué pena que mis niños de África no sueñen con Reyes Magos… por Navidad…! Al rey Baltasar le pregunto cada año, tú que eres negro, ¿por qué olvidáis mis niños negros…, sin pasar? Y rezo con fuerza, ¡venid Reyes Magos, venid… que miles de niños negros y buenos, con grandes ojazos blancos, esperándoos están…!
Y cada año constato que la Navidad no es un veinticinco de diciembre… ¡Todos los días, en África, son Navidad…! ¡Todo en África nos habla de una eterna Navidad! La gente, cual belén viviente, por caminos de tierra roja y polvo avanza día a día no obstante su pesar… Unos sufren…, otros gozan…, hay quien llora… hay quien grita… y aquel que no puede más…; los hay que danzan… los hay en duelo… y otros ríen sin parar… Todos sin saberlo buscando van… Como figuras vivientes de barro caminan sin parar… Allí la mujer con su mandioca en la cabeza, erguida al andar…, un joven desde su quiosco contempla los niños danzar…, allá, hombres de piel curtida por el sol caminan hacia su huerto trabajar…, ancianos desdentados sentados frente a su hogar, viendo pasar las motos que como taxis van…, en cada concesión niños jugando a saltar…, una niña llevando a su hermanito pequeño detrás… Todos, cual figuras de barro vivientes, aún sin saberlo…, todos caminan hacia el portal… Cada uno su camino, cada cual su cantar…, pero todos en la misma dirección sin saberlo van a adorar. Y todos te regalan una sincera sonrisa si les saludas al pasar… Cada cual con cada cual, cada quien con cada quien haciendo camino al andar… Todos van buscando…, figuras de arco iris sin igual, en ese gran Belén que es la humanidad… Y al caer la tarde, cansados… a los pies del recién nacido, van sus cuerpos reposar, que esa es su forma de adorar. No tienen oro, ni plata, ni regalos para dar…, pero su cansancio se convierte en ofrenda difícil de igualar. Tienen hambre de comida y sed de verdad… hambre de justicia y de paz…, hambre de amor y también de dignidad. No…, en mi África la gente no pone belenes de barro y cartón, ni buey ni burra en el portal… Que son ellos, mi gente…, ese gran Belén viviente, no decorado, que cada día me encuentro al pasar… Yo, figurita de ese Belén, con ellos me uno adorar.
Van buscando al que ha nacido, tienen hambre de pan y verdad… / A tientas caminan, muchas veces en la oscuridad… / A tientas yo con ellos camino improvisando a veces un cantar… / La alegría en su corazón es la estrella que les guía… y nos dicta dónde andar / Alegría pues al Rey de los cielos van a adorar… / Cual pastorcillos…, con gallinas, mandioca, cacahuetes, bananas… y leña van… / Avanzan siempre pues al Niño quieren a adorar… Como los Reyes Magos sus presentes aportarán; no oro, ni incienso, ni mirra… No… Sus presentes son sus simples y duras vidas, todas ellas al Rey celestial ofrecerán. Y cada vida es preciosa ofrenda que al Niño Dios agradará… Y viéndolos María y José adorar… de sus labios una complaciente sonrisa escapará.
¡Ay, cuando estoy fuera de África, cómo añoro esta mi otra Navidad…!, sin luces, ni decorados, ni reclamos publicitarios de efímera felicidad… Ahora comprendo que Navidad es la vida de mi gente que busca la Luz en medio de tanta oscuridad… Hoy, perdido en la ciudad que me vio crecer, yo también busco y busco a ese Niño pequeño para adorar, mientras luces, escaparates y altavoces me insinúan… ¡Aquí no hay Niño que adorar!
Cuando era niño, en cada Navidad, siempre había algún gamberro que robaba al Niño del parque de Antonio Machado por Navidad… Hoy que soy grande, me gustaría gritar: ¡Que nos han robado al Niño una vez más…! Lo han cambiado por un frondoso abeto de colores y luces artificiales…, lo han suplantado por Papá Noel… Nos quieren vender toda clase de productos para colmar nuestra felicidad… Pero la ternura del Niño ¿quién nos la dará…?, el amor de ese Niño Dios ¿quién lo podrá suplantar…?; su luz maravillosa, no artificial, ¿quién podrá iluminar…?
Amigos, alerta, que nos están robando al Niño con ese consumo desenfrenado donde los pobres -como antaño el de niño de Belén- se quedan siempre a las afueras de la ciudad… “Amigos, despertad…, que nos están robando al Niño… por Navidad…
Amigos, es urgente reaccionar pues están matando al Niño…, por Navidad; los están matando a miles en la franja de Gaza…; los dejan morir de hambre a decenas de miles en África…; permiten que se ahoguen con sus padres en alta mar… No lo saben que Dios se hace Niño en el emigrante, en el refugiado, en el pobre y en el que no puede más… Como antaño en Belén, hoy dicen: “no hay sitio para vosotros… iros a otro sitio pues con nosotros no podéis habitar…” Amigos, hermanos… ¡qué tragedia! como Herodes en otro tiempo, hoy en 2023, están…; estamos… matando al Niño… por Navidad.
Es como si este mundo loco de luces de colores efímeras y girando borracho repleto de sí mismo dijera: ¡No, no vengas Niño a la tierra pues no tienes nada que dar…! Estamos tan llenos de nosotros mismos…, tan satisfechos… ¿qué nos puede un Niño dar? No, no vengas por Navidad.
Amigos, hermanos… despertémonos, unámonos, al Niño hay que salvar… ¡reinventemos la Navidad!
Saint d’Exuperi, el autor de “El principito”, decía que “todas las personas mayores fuimos al principio niños, aunque pocos lo recordamos”. Hermanos, amigos, recuperemos al Niño que llevamos dentro… ahora que es Navidad.
Sí, Navidad es ternura de Dios hacia la humanidad.
Navidad es abrazo al abuelo… Navidad es caricia al niño…
Navidad es sonrisa abierta…
Navidad es mirar con amor a los ojos del extranjero y del pobre…, sin juzgar…
Navidad es visitar al enfermo y al que está solo…
Navidad es pedir perdón…; y al hermano abrazar…
Navidad es contemplar al recién nacido y elevar los ojos al cielo…
Navidad es acompañar un trozo del camino de aquel que no puede más…
Navidad es salir del confort de tu casa para acompañar a la familia que lo está pasando mal…
Navidad es denunciar este mundo injusto y comprometerse por otro más igual…
Navidad es entrar en el templo de tu corazón… y allí a Dios adorar…
Navidad es regalo… TODO UN DIOS QUE SE DA.
Permitidme que os cuente un cuento de Navidad para acabar:
“Se estaba acercando la Navidad en nuestro pueblo…
Una de las grandes jugueterías se había surtido generosamente a fin de satisfacer todos los requerimientos de sus clientes… En las estanterías podían verse de todo. Armamentos de plástico y hojalata con banderas extrañas a nuestro pueblo para defenderse del enemigo, decían…; había también monstruos de pésimo gusto televisivo. Por supuesto, había también muchas otras cosas bonitas y dignas de ser obsequiadas en la alegría navideña.
Entre estas se encontraba un precioso osito de peluche, de gran tamaño. Realmente era bonito. Parecía transmitir cariño, y sus ojitos pequeños y brillantes le daban una extraña vida que cautivaba a quienes quisieran mirarlo con interés. Era un juguete valioso, y por tanto nada barato. Y Peluche lo sabía. Sin delirios de grandeza, él se sentía entre lo mejor que se podía conseguir en aquel lugar.
Justamente ése era su drama. Porque los que tenían suficiente dinero como para comprarlo, no tenían niños a quienes obsequiarlos. Y los que tenían muchos niños carecían de dinero.
El ser valioso era la causa de sus problemas. Porque a medida que se acercaba la Nochebuena, Peluche veía cómo las estanterías se iban vaciando de juguetes, mientras que él continuaba siendo admirado, pero sin que nadie se decidiera a adquirirlo para alegría de un niño.
La ansiedad que había ido creciendo con las horas se le transformó en angustia, cuando vio que el dueño de la juguetería bajaba lentamente las pesadas cortinas metálicas de aquella juguetería. Luego se apagaron las luces y dentro reinó el silencio. De afuera, en cambio, llegaba todo el bullicioso festejo navideño.
En la oscuridad, a Peluche le entraron ganas de llorar. Se dio cuenta que pasaría la primera Navidad de su vida de la manera más triste que se podía imaginar. Solo y sin nadie con quien compartir todo eso valioso que sentía poseer. Lo que más le dolía era saber que se había quedado solo justamente por ser valioso. Si hubiera sido barato ya estaría en manos de alguien, compartiendo la fiesta, aunque más no fuera que por unas horas.
De repente se sobresaltó. Creyendo soñar, vio que la sala se iluminaba con una luz suave y bella. Y sus ojitos brillaron de estupor cuando vio al mismísimo Jesús, que había entrado en la juguetería con una gran bolsa en la mano. Había venido a buscar juguetes a fin de distribuirlos él también. Porque tienen que saber que aquí, a los chicos ricos son sus padres quienes les traen regalos. Mientras que a los pobres, se los manda Dios.
Peluche tuvo la certeza de que esta vez alguien se lo llevaría con él para ser la alegría de un chico. Este Señor tenía muchos niños, y además era suficientemente rico como para pagar su precio y adquirirlo. Esperó, por tanto, con ansiedad, que se le acercara.
Cuando estuvo delante, el Señor lo miró -como nunca nadie antes lo había mirado- y le dirigió la palabra con toda naturalidad:
– Peluche, ¿quieres acompañarme esta Nochebuena para repartir regalos a los chicos pobres del barrio?
Y como la palabra del Señor es poderosa y da vida a todo aquel a quien se dirige, Peluche sintió que un extraño temblor se apoderaba de todo su cuerpo. Saltó de la estantería y dando cuatro vueltas de carnero en el piso se puso a bailar lleno de alegría. De no haber sido de peluche hubiera hecho un ruido infernal. Pero nadie sintió nada. Sobre todo, porque todos estaban ocupadísimos, celebrando la Navidad. Tan entretenidos estaban en ello que ni siquiera vieron a Jesús con la bolsa al hombro y con Peluche de la mano, caminando por sus calles rumbo a la salida. Hubo quienes al verlo desde atrás pensaron que se trataba de un vagabundo, acompañado de su perrito. Es tan fácil confundir al Señor con un pobre cualquiera… ¡y más en Navidad!
Cuando ganaron las afueras del pueblo, Peluche quedó extasiado. Vio por primera vez la noche de los campos. El cielo estaba que hervía de estrellas. A lo lejos los perros y los gallos indicaban donde vivían los pobres.
– ¡Qué hermosa es la noche!, exclamó Peluche.
– Sobre todo, si vas de mi mano, le dijo Jesús.
Y así fueron visitando las casas de las afueras. Cuando se acercaban a una casa pobre, les salían al encuentro los perros. Los perros de los pobres no ladran. Van derecho al bulto. Pero cuando descubrían que era Jesús quien venía, inmediatamente se abuenaban.
Y mientras el Señor los acariciaba para entretenerlos, Peluche sacaba de la bolsa un regalo, y entrando sigilosamente por la ventana abierta lo dejaba al lado de los niños dormidos.
Y todavía se quedaba un ratito para mirarlos sonreír en sueños. Como sucede en Navidad.
Y así se fue gastando la noche. Cuando ya quería ir saliendo el lucero, Jesús le dijo a Peluche:
– Mira, ahora vamos todavía a visitar la casa de Doña Matilde. El mejor de los regalos tiene que ser para su nietita, que está enferma.
Y nuevamente, mientras el Señor se entretenía con los perros de Doña Matilde, Peluche buscó en la bolsa el regalo mejor. Pero descubrió con sorpresa que ya no había más regalos. Estaba completamente vacía. Y perplejo se lo dijo a Jesús. Pero éste, guiñándole un ojo, como quien ya sabía el asunto, le dijo:
– Haz como yo. ¡Regálate tú mismo!
Nota: Nunca se supo en la barriada cómo hizo Doña Matilde para conseguir a su nietita un regalo tan hermoso. Y hasta hubo gente malintencionada que sospecho de ella… Son tan ladrones los pobres… Si te acercas, te roban el corazón.
Hermano…, hermana… Navidad eres tú… sé peluche… regálate.
Navidad soy yo…
No, yo no soy pregonero, no sé pregonar…, solo figura de barro y cartón que buscando al Niño camino hacia el portal…
Yo he encontrado al Niño; más bien, me he dejado encontrar… Este es mi pregón para dar: ¡Vamos juntos a adorar!
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