Laicos Misioneros Combonianos

SOMOS MISIÓN: testigos de la pastoral social en la familia comboniana

Libros
Libros

“Deseamos compartir con ustedes las siguientes observaciones. Nuestra Familia Comboniana (MCCJ-CLM-CMS-SCM) tiene una larga y valiosa tradición de compromiso en diversas actividades pastorales con una fuerte dimensión social. También tenemos una historia bien establecida de 12 años de participación en el Foro Social Mundial y en el Foro Comboniano”.

“… En el Foro Comboniano de 2018, celebrado en Salvador de Bahía (Brasil) con ocasión del Foro Social Mundial, los participantes sugirieron que todos los miembros de la Familia Comboniana que se dedican a la pastoral social pudieran reflexionar sobre sus actividades. Para mirar esta pastoral a la luz del Evangelio y de nuestro carisma específico, los participantes propusieron un análisis y evaluación de todas las actividades en las que estamos comprometidos. En el reciente encuentro de los dos Consejos Generales en abril de 2019 y de las coordinaciones Generales de las cuatro ramas de la Familia Comboniana en junio de 2019, acogimos esta propuesta y decidimos crear una comisión que pudiera elaborar una hoja de ruta y coordinar las diversas actividades para llevar a cabo la propuesta… “

La comisión designada tiene como integantes a:

P Daniele Moschetti, (danielemoschetti15@gmail.com), mccj

Hna. Hélèn Israel Soloumta Kamkol (isralvi@yahoo.fr), hmc

Marco Piccione (Venegono): (marcopiccione78@gmail.com), lmc

Sr. Maria Teresa Ratti (mtratticms@gmail.com), hmc

P Fernando Zolli (combonifi@gmail.com), mccj

Lo que se informa en este extracto de la carta con el que el superior general de los MCCJ (P. Tesfaye Tadesse) y la superiora general de las Hermanas Combonianas (Hna. Luigia Coccia) comunicaron al mismo tiempo el nacimiento de la comisión sobre la ministerialidad así como los fines de esta comisión.

A lo largo de estos meses, se han incorporado a la comisión algunas personas que han aportado una contribución indispensable en términos de experiencia y conocimientos para lograr un trabajo lo más completo y exhaustivo posible.

Las tres actividades concretas que la comisión ha emprendido para lograr sus objetivos son:

  • Trazar un mapa de todas las actividades sociales ministeriales de la Familia Comboniana.
  • Publicar el 2º volumen, que sigue al 1º a partir del título: “Sé el cambio que quieres ver en el mundo”.
  • Organizar la participación en el Foro Social Mundial (FSM) 2020.

En la primera actividad muchos de ustedes ya han participado y aprovechamos esta oportunidad para agradecerles su valiosa contribución. A partir de la recopilación de todos los aportes recibidos por la comisión, se elaborará una base de datos gracias a la cual será posible tener una fotografía de todas las actividades sociales y de JPIC en las que la familia comboniana está comprometida en el mundo.

Pero este post quiere, sobre todo, compartir la buena noticia de que se ha realizado y que ya está disponible el 2º volumen del libro sobre la pastoral social de la familia comboniana titulado “SOMOS MISIÓN: testigos de la pastoral social en la familia comboniana”, que presenta con informaciones más detalladas, algunos proyectos en los que estamos comprometidos padres, hermanos, hermanas, seculares o laicos y que se han considerado particularmente significativos para ilustrar los métodos y el estilo de vivir el aspecto del carisma comboniano que prevé un compromiso social concreto. Junto a la presentación de estos proyectos, hay algunas reflexiones de testigos que seguramente podrán ayudar a la reflexión y al discernimiento sobre estos temas tan importantes y, diría, característicos de nuestro ser comboniano.

El libro está disponible en cuatro idiomas (italiano, inglés, francés y español). Se distribuirá en las casas combonianas, pero algunos ejemplares se reservarán para los laicos.

Lamentablemente, la última actividad prevista por la comisión, es decir, la participación en el FSM, prevista inicialmente para el año 2020, está actualmente pendiente. De hecho, debido a la difícil situación sanitaria que afecta a todo el mundo, el foro ha sido aplazado hasta 2021.

En cambio, el foro de la familia comboniana, programado normalmente inmediatamente después del FSM, se decidió hacerlo en otro período. Por el momento, se ha fijado del 12 al 16 de diciembre de 2020.

 Esperando que el libro nos ayude como herramienta en nuestra misión cotidiana y en sentirnos aún más familia unida por el don recibido del carisma comboniano, os saludamos y os enviamos nuestros mejores deseos y oraciones para que, aún en este momento difícil, salgamos más fortalecidos en la fe y en la certeza de estar acompañados por un Dios que camina con nosotros.

Marco Piccione, LMC

La ministerialidad en el Magisterio de la Iglesia

P Steffano
P Steffano

Podemos definir provisionalmente la ministerialidad como la presencia transformadora de la Iglesia en todos los niveles y todas las dimensiones de la sociedad. La ministerialidad, por lo tanto, indica un servicio de la Iglesia al mundo contemporáneo, a través de una amplia presencia en la sociedad, como la levadura en la masa, que la transforma hacia el ideal del Reino de Dios. La ministerialidad va más allá de los confines de la Iglesia a la sociedad en general, donde los cristianos viven y expresan su fe en su trabajo diario.

Sabemos cómo ha cambiado esta presencia en la sociedad a lo largo de los siglos, así como su conceptualización en el Magisterio de la Iglesia. Hemos pasado de los modelos separatistas, que buscaban crear una sociedad alternativa y santa, a una comprensión más reciente de una Iglesia inmersa y encarnada en el mundo, pero no del mundo. El concepto y la práctica de la ministerialidad también siguieron el mismo camino de transformación. Estamos pasando del poder al servicio; de ministerios casi exclusivamente centrados en la Iglesia, a la aceptación de que la acción pastoral para el cambio social es más amplia que la Iglesia, más allá de los límites de las comunidades cristianas formales.

No hace falta decir que en este proceso de reavivamiento de la ministerialidad, el Vaticano II ha sido un hito. La Iglesia ha cambiado radicalmente su concepción de sí misma, pasando de ser una fortaleza bajo asedio o un arca en aguas tormentosas a ser una comunidad de discípulos, un “pueblo de Dios” en el mundo contemporáneo (cf. Gaudium et Spes). La visión del Vaticano II ha tenido un enorme impacto en todos los ministerios de la Iglesia. La pertenencia a la Iglesia ya no se medía por la ordenación sacerdotal y la sumisión a los ministros ordenados, sino por el bautismo. Todas las formas de apostolado laico, en todos los aspectos de la vida de la Iglesia, por cualquier miembro de la Iglesia -sea laico u ordenado- se derivan del bautismo y son una participación directa en la misión salvadora de la Iglesia (Lumen Gentium 33).

No es sorprendente, por lo tanto, que el acontecimiento del Vaticano II y sus consecuencias hayan visto surgir nuevos movimientos en la Iglesia, todos vinculados a nuevos ministerios potenciales: el movimiento litúrgico, el movimiento bíblico, el movimiento por la paz y los derechos humanos, el movimiento ecuménico. A esto se añade el nacimiento de una conciencia y competencia completamente nuevas de los laicos en la sociedad. Pablo VI extendió los ministerios centrales de la Palabra (oficio del Lector) y del Altar (oficio del Acólito) a todos los laicos, ahora conferidos no por ordenación sino por institución, para distinguirlos muy claramente del sacramento del sacerdocio (Ministeria Quædam, 1972).

En los turbulentos años posteriores al Concilio Vaticano II, los movimientos eclesiales laicos crecieron en importancia, especialmente durante el pontificado de Juan Pablo II. Encarnaban el espíritu del Concilio, es decir, la presencia de los laicos en la sociedad, en la base de una cierta independencia de la Iglesia tradicional y territorial. Los laicos ya no se reúnen, o no sólo, según un territorio (la parroquia tradicional), sino según otros criterios como la profesión, la cultura religiosa, la espiritualidad. Estos movimientos fueron la presencia transformadora directa de la Iglesia en la sociedad, basada en el espíritu del Vaticano II. Sin embargo, algunos de ellos eran progresistas, abiertos a lo nuevo, en un diálogo honesto con el mundo contemporáneo, listos para el intercambio mutuo para el crecimiento colectivo. Otros, sin embargo, sentían nostalgia de un pasado en el que la presencia de la Iglesia en la sociedad era más visible como punto de referencia y guía moral. La teología y la práctica pastoral post-Vaticano II no lograron eliminar o reducir la tensión histórica respecto a los diferentes modos de presencia de la Iglesia en el mundo.

La llegada del Papa Francisco y su pontificado puede considerarse otro hito en el desarrollo de una nueva conciencia cristiana y la presencia de la Iglesia en el mundo de hoy. Algunos eruditos definen a Francisco como el primer Papa verdaderamente post-Vaticano II, en el sentido de que ha encarnado totalmente el espíritu y la teología del Concilio. Se manifestó claro desde el principio de su pontificado, en la tarde de su elección, cuando desde la Logia de San Pedro pidió al pueblo que rezara por él y lo bendijera. Fue un luminoso “momento del Vaticano II”, un momento de magisterio no en forma escrita, sino de vida (M. Faggioli).

Varios aspectos de la vida y la enseñanza de Francisco han marcado una nueva conciencia de la Iglesia sobre sí misma y su papel en la sociedad. Por razones de espacio, mencionaré sólo algunas.

El primero es un llamamiento a la creación de una nueva mentalidad: de una experiencia única de Dios como Amor a una nueva visión de la Iglesia como un lugar donde este Amor se hace visible, inclusivo, incondicional y de misericordia efectiva. En una Iglesia así, empezamos a pensar “en términos de comunidad, de prioridad de la vida de todos sobre la apropiación de los bienes por parte de algunos” (Evangelii Gaudium, 188). Tal actitud conduce necesariamente a “una nueva mentalidad política y económica que ayudaría a superar la dicotomía absoluta entre la economía y el bien común social” (Evangelii Gaudium, 205).

La metodología que Francisco propone es “iniciar procesos más que de poseer espacios” (Evangelii Gaudium, 223): la visión y el servicio son más importantes que la autoafirmación y el poder. Por lo tanto, la ministerialidad (el servicio de la Iglesia a la humanidad) no es otra cosa que la implementación de la visión: una Iglesia con un sistema ministerial centrado no en el poder que fluye de un papel (el sacerdocio) sino en un ser común (la vocación bautismal) y en un camino común (determinado por una imagen profética de la Iglesia).

La ministerialidad requiere complementariedad y colaboración. Esto está bien expresado en la palabra sinodalidad. Caminar juntos, “sinodalidad”, es la otra característica fundamental de la Iglesia imaginada por Francisco. Los Sínodos ya existían antes de Francisco, pero él les ha dado un nuevo poder y un nuevo papel, convirtiéndolos en eventos de verdadera comunión y discernimiento eclesial (Episcopalis Communio, 2018). Algunos dicen que la sinodalidad es el verdadero cambio de paradigma de su pontificado; es sin duda un elemento constitutivo de la Iglesia. Apela a la conversión y a la reforma dentro de la propia Iglesia, para convertirse en una Iglesia más atenta a la escucha. También ofrece nuevas perspectivas para la sociedad en su conjunto, “el sueño de que el redescubrimiento de la dignidad inviolable de los pueblos y de la función de servicio de la autoridad podrán ayudar a la sociedad civil a edificarse en la justicia y la fraternidad, fomentando un mundo más bello y más digno del hombre para las generaciones que vendrán después de nosotros” (Francisco, Discurso en la ceremonia conmemorativa del 50º aniversario del establecimiento del Sínodo de Obispos, 2015).

La apertura al sueño de una nueva sociedad implica no sólo a cada persona bautizada, sino también a toda persona de buena voluntad que desee y actúe por la justicia, la paz y el cuidado de la creación. Compartir esta sed de justicia y reconocer lo que ya hacen los activistas sociales fue el leitmotiv de los mensajes del Papa Francisco a los representantes de los movimientos populares durante sus Encuentros Mundiales (2014-2017). Una vez más, Francisco recordó la idea de caminar juntos (sínodo), apoyando la lucha de los movimientos populares. Es la imagen de una Iglesia sinodal y ministerial, al servicio de la humanidad, que reconoce el ministerio de muchas personas de diferentes religiones, profesiones, ideas, culturas, países, continentes, y respeta la diversidad de cada uno. Francisco ha utilizado la imagen del poliedro (imagen también utilizada en Querida Amazonia, 2020): “refleja la confluencia de todas las parcialidades que en él conservan la originalidad. Nada se disuelve, nada se destruye, nada se domina, todo se integra” (Mensaje a los movimientos populares, 2014). Es la misma reorientación iniciada por el Vaticano II, de una estructura piramidal de la Iglesia a una estructura comunitaria, en la que cada riqueza es reconocida y apreciada en su diversidad. En resumen, la idea de la ministerialidad se basa en una clara comprensión de la Iglesia y una práctica identificable en, para y con el mundo, caracterizada por el diálogo, la apertura, la voluntad de reconocer, aprender y caminar junto con cualquier persona de buena voluntad comprometida en la transformación de la sociedad.
P. Stefano Giudici, mccj

Presentación del Manual para el Año del Ministerialidad

Comboni

El Secretariado General de la Misión (SGM) ha propuesto a las Circunscripciones un programa de reflexión comunitaria sobre el tema de la ministerialidad. La Dirección General es muy consciente del momento que nos toca vivir, marcado por el COVID-19 que a todos nos condiciona tanto a nivel psicológico como espiritual. El hecho que nuestras tareas pastorales hayan sido suspendidas por responsabilidad civil, podría tornarse en una buena ocasión para dar más tiempo al programa propuesto. Por lo tanto, invitamos a cada circunscripción a hacer un esfuerzo para adaptar los materiales, en la medida de lo posible intentado relacionar los temas propuestos con la situación que cada país está viviendo. [Manual completo]

Presentación de los temas para el Año de la Ministerialidad

Tema 1: La función ministerial del presbítero

Ficha 1.1: propone el estudio de un caso para introducir y familiarizarse con el tema.

Ficha 1.2: presenta un análisis temático en profundidad, para una lectura más analítica de la experiencia.

Ficha 1.3: introduce el momento de la oración personal y de la reflexión teológica.

Ficha 1.4: proporciona un espacio para compartir y discernir en comunidad.

Tema 2: Colaboración ministerial

Ficha 2.1: estudio de un caso.

Ficha 2.2: análisis temático en profundidad.

Ficha 2.3: oración personal.

Ficha 2.4: para compartir y discernir en comunidad.

Tema 3: Evangelización y Ministerios

Ficha 3.1: estudio de un caso.

Ficha 3.2: análisis temático en profundidad.

Ficha 3.3: oración personal.

Ficha 3.4: para compartir y discernir en comunidad.

Tema 4: La contribución ministerial de los laicos

Ficha 4.1: estudio de un caso.

Ficha 4.2: análisis temático en profundidad.

Ficha 4.3: oración personal.

Ficha 4.4: para compartir y discernir en comunidad.

Tema 5: Ministerios sociales y ecológicos

Ficha 5.1: estudio de un caso.

Ficha 5.2: análisis temático en profundidad.

Ficha 5.3: oración personal.

Ficha 5.4: para compartir y discernir en comunidad.

Tema 6: Sinodalidad

Ficha 6.1: estudio de un caso.

Ficha 6.2: análisis temático en profundidad.

Ficha 6.3: oración personal.

Ficha 6.4: para compartir y discernir en comunidad.​

Compartir la vida y la misión

LMC Brasil
LMC Brasil

¡Queridos amigos, paz y bien!

Queremos compartir con ustedes un poco de lo que nosotros, Regimar y Valmir, Laicos Misioneros Combonianos, estamos viviendo durante este tiempo de preparación para la misión. Como todos saben, ya deberíamos estar en la misión de Mozambique, en África, pero debido a la pandemia del coronavirus, los gobiernos han cerrado las fronteras y aún no hemos podido salir para misión. Estamos todavía en la casa de formación y misión de los Laicos Misioneros Combonianos en Contagem/MG.

Antes de la crisis del coronavirus, además de la formación que recibimos aquí en la casa de formación de Ipê Amarelo en Contagem, también fuimos a Brasilia para hacer un curso para misioneros que van a otros países, misión más allá de nuestras fronteras. Después de eso fuimos a São Paulo donde hicimos otro curso. Estos dos cursos nos ofrecieron la dimensión de lo que es ser un misionero en otro país.

El curso ad gentes en el Centro Cultural Misionero de Brasilia duró 26 días y nos hizo interiorizar, mirar dentro de nosotros mismos. También nos ayudó a conocer un poco el lugar al que fuimos destinados como misioneros. Decimos con certeza que el curso nos hace pensar y repensar si eso es lo que queremos, si queremos continuar en el camino de la misión en otro país o quedarnos donde estamos, porque los formadores del curso dejan muy claro las dificultades a las que sin duda nos enfrentaremos y otras dificultades que puedan surgir.

En el segundo curso en São Paulo sobre espiritualidad en las ciudades, que duró ocho días, fuimos transportados a un mundo más allá del nuestro ya conocido donde fuimos llevados a conocer personas con una fe y una forma de ser muy diferentes: de otras religiones, sectas, ateos, de diferente orientación sexual, personas que nunca van a la iglesia, pero que se dedican a amar al prójimo hasta el punto de entregarse al otro, de pasar noches en la calle para defender a los más necesitados y perseguidos (personas sin hogar).

Fue un encuentro en el que más que escuchar algo, tuvimos contacto con muchas realidades concretas, en el que hicimos amigos que llevaremos en nuestros corazones dondequiera que vayamos. Estos cursos fueron muy importantes para nosotros, de inmensa riqueza. Después de los cursos fuimos a Paraná y Santa Catarina. Allí participamos en los consejos comunitarios, en los encuentros con los laicos salvatorianos, en los encuentros con el GEC (Grupo de Espiritualidad Comboniana) de Curitiba, con los Padres Combonianos y participamos en las celebraciones y en las misas haciendo siempre animación misionera y hablando del carisma comboniano.

LMC Brasil

De vuelta a la comunidad de Ipê Amarelo, en Contagem/MG, continuamos nuestra formación, siempre ayudando en la comunidad y en los grupos de trabajo. Valmir, también conocido como Tito, inició el curso de formación para agentes de la APAC (Asociación para la Protección y Asistencia a los Convictos) y yo formé un coro de niños en la comunidad. Ahora todo se ha detenido debido a la pandemia y la cuarentena.

Por el momento, con el trabajo pastoral detenido, hemos creado una nueva rutina. Aquí somos cinco adultos y cuatro niños del matrimonio de Laicos Misioneros Combonianos de Guatemala que vinieron a Brasil como familia misionera y viven aquí en la casa de formación y misión de los Laicos Misioneros Combonianos. Tenemos la oración de la mañana, como siempre, y luego continuamos la formación. Por la tarde hay tiempo libre para el descanso, luego la lectura y un poco de ejercicio físico. Dejamos los jueves libres para la recreación, es el día que más jugamos con los niños, les encanta. Eso es un poco de lo que hacemos aquí en la casa.

También hay momentos para ayudar a la gente, ya sea hablando por teléfono o por WhatsApp, o donando algún alimento u otras formas que sean posibles, porque la gente viene a nosotros y no podemos dejar de atenderlos, tomando los cuidados necesarios. Y así estamos viviendo estos días de cuarentena, pidiendo a Dios que esta crisis pase pronto y podamos volver a la normalidad y finalmente salir a misión.

Nos gustaría, además de compartir, agradecerle su afecto y sus oraciones. Estén seguros de que esto nos fortalezca mucho y nos anima a continuar. Muchas gracias también por la ayuda económica enviada por los GEC de São Luís y Timón. Es muy valioso para nosotros contar con su contribución. Muchas gracias, que Jesús misionero y San Daniel Comboni continúen bendiciéndolos a todos.

Finalmente, queremos decir que estamos unidos en la oración y el amor. Recemos a Dios para que esta crisis del coronavirus pase pronto y podamos seguir nuestras vidas en otra normalidad. Recemos por las familias que han perdido a sus seres queridos, por todos los enfermos y por cada uno de nosotros.

Abrazos a todos y mucha luz en nuestros corazones.

LMC Brasil

Regimar y Tito (Valmir), Laicos Misioneros Combonianos

Ser misionera en todo momento

LMC Polonia
LMC Polonia

En el marzo teníamos planeado con Ewelina partir a Perú. Nuestro destino era Arequipa dónde queríamos trabajar con los más pobres. Desgraciadamente, un día antes del vuelo, cerraron las fronteras de Polonia y de Perú. Por lo que tuvimos que quedarnos un poquito más y hasta ahora no sabemos cuándo podremos empezar nuestra aventura en este país tan lejano.

Al principio, pensé que todo sería la cuestión de dos o tres semanas, las cuales podría dedicar a mejorar mi español y pasar tiempo con la familia. Sin embargo, ya han pasado casi dos meses y la situación aún no ha cambiado. No obstante, ahora ya sé, que no puedo quedarme aquí esperando cuándo empiece mi misión, sino que es ahora y aquí su comienzo. Porque no nos convertimos en misioneros cuando llegamos al lugar de nuestra misión y no dejamos de serlo cuando volvemos a casa.  Lo somos siempre pase lo que pase y estemos donde estemos. Y, aunque lo sabía antes, es ahora cuando lo entendí de verdad.

Creo que ser misionero en tu propio país es mucho más difícil que ir a un lugar lejano donde el cristianismo acabó de llegar, para ayudar a los habitantes a conocer a Dios. Podríamos preguntarnos para que ser misionero aquí en Polonia, entre la gente que desde su niñez iba a la iglesia, conociendo poco a poco el catecismo y celebrando las fiestas católicas cada año. Desgraciadamente, hay que admitir que también entre ellos hay personas que todavía no han encontrado al Dios Vivo, no han experimentado su Amor o, simplemente, aunque lo han encontrado no lo han reconocido.

Ser misionero siempre significa lo mismo, da igual que estemos en África, Perú o en Polonia. Estemos donde estemos tenemos que llevar a Dios a todos los que nos rodean y amarlos con su Amor. Es más fácil hablar sobre Él, pero lo que importa de verdad es testimoniarlo con nuestra forma de vivir. Para hacerlo, tenemos que antes que nada conocerle de verdad. No hay nada más fácil que conocer a alguien pasando tiempo con él, hablando horas. Es así como podemos conocer a Dios. Leyendo la Biblia, mirándole durante la adoración en el Santísimo Sacramento o estando con Él durante la Santa Misa. La conversión no es cuestión de un retiro sino de toda la vida. Ojalá nunca intentemos enseñar a alguien a quien no conocemos. No olvidemos que misionero no es sólo es quien parte de su país sino cada uno de nosotros, no importa dónde estemos y que hacemos. Yo cada día aprendo como ser misionera y aunque cometo muchísimos errores repito como el apóstol Pablo: me gloriare más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.

LMC Polonia

Agnieszka Pydyn, LMC Polonia