Laicos Misioneros Combonianos

Servir sin buscar el premio

Jesús
Jesús

Un comentario a Mc 10, 35-45, XXIX Domingo ordinario, 17 de octubre de 2021

Es interesante notar que el episodio que nos cuenta hoy Marcos viene a continuación del tercer anuncio que hace Jesús de que va a padecer mucho, que se burlarán de él, lo matarán y lo azotarán.

Da la sensación de que Santiago y Juan, que por otra parte pertenecían al círculo íntimo de Jesús, no querían oír lo que nos les interesaba. Así nos pasa también a nosotros muchas veces: Solo prestamos atención a lo que nos conviene, dejando en la sombra otros aspectos de la realidad o del Evangelio que no queremos tener en cuenta, sobre todo, si eso resulta exigente o doloroso.

Por otra parte, el relato parece suponer que para los apóstoles Jesús tenía que ser un Mesías político y triunfador, un líder extraordinario que fundaría una nueva sociedad en la que ellos serían personas importantes. También hoy a veces parece que esperamos algún mesías mágico, algún gran líder que nos resuelva los problemas como “por arte de magia” o por la fuerza de su poder.

Los apóstoles tendrían que pasar por la experiencia dura del fracaso en Jerusalén y la experiencia de la resurrección (de la presencia viva de Jesús más allá de la muerte) para comprender qué tipo de Maestro era Jesús. No era un Mesías arrollador que se imponía por la fuerza, sino el Hijo obediente del Padre, testigo de su amor a los pobres y pecadores.

También nosotros frecuentemente no comprendemos el sentido de nuestra vida, de nuestra vocación familiar o apostólica, hasta que pasamos por algún tipo de fracaso, de cruz, que nos ayuda a dar un salto a una dimensión más profunda y más real de las cosas.

Los apóstoles tuvieron que comprender que la propuesta de Jesús es la contraria a la que ofrece el “mundo”, entendido como un sistema de poder: Frecuentemente el mundo en el que vivimos, el sistema sociopolítico y económico en el que estamos inmersos, está manipulado por fuerzas egoístas y soberbias que se aprovechan de los humildes y sencillos, abusando de su poder para su propio beneficio. Jesús, por el contrario, anuncia el “reinado de Dios”, hecho de fraternidad y servicio gratuito. La Iglesia, en la medida en que es comunidad de discípulos de Jesús, debería ser el lugar en el que este “sueño” del reinado de Dios se hace humildemente realidad.

La tentación de los apóstoles –y de la Iglesia en general- es la de dar marcha atrás en el seguimiento de Jesús, “mundanizarse” y caer en la tentación del poder, olvidando el ejemplo de su Maestro y escapando del sacrificio que el servicio puede comportar.

Pienso que el evangelio de hoy nos hace un llamado a no escapar de una posible “copa de amargura” ni buscar “el puesto a la derecha o a la izquierda”, sino a estar disponibles para el mayor servicio. Como el Hijo del Hombre que está dispuesto a dar la vida. Esto implica confianza en el Padre, para morir a sí mismo y entregarse en ofrecimiento de sí mismo a Dios y a los hermanos.

En concreto: ofrecerse a servir  donde más me necesitan, con ánimo para “beber la copa” que toque y despreocupado del honor o el deshonor que eso implica.

P. Antonio Villarino

Bogotá

Cómo vivir plenamente

Comboni
Comboni

Comentario a Mc 10, 17-30, Domingo XXVIII (10 de octubre del 2021)

Seguimos leyendo a Marcos, que nos presenta a Jesús acercándose ya a Jerusalén, donde se va a producir un enfrentamiento a vida o muerte entre Él, con su propuesta del Reino de Dios, y el Sistema político-religioso-económico de su tiempo. Entonces, como ahora, mandaba en el mundo un conjunto de personas corruptas que se reían de la ética y, sobre todo, despreciaban a muchas personas sencillas, que eran sometidas a abusos de todo tipo en una cultura basada en la divinización del dinero y de las riquezas.

En ese contexto social, se produce -entre Jesús, un  “tal” y los discípulos- un diálogo a tres bandas, del que comento brevemente algunos detalles:

  • ¿Qué hacer para tener una vida plena? (o la “vida eterna”, como dice el personaje que se arrodilla ante Jesús). Todos buscamos eso mismo, aunque a veces no lo expresemos con esas palabras tan explícitas. ¿Qué debo hacer para ser feliz, para “sentirme vivo” y con plenitud de sentido?
  • Una actitud honesta. En tiempo de Jesús, como ahora mismo, entre tantos corruptos, había muchas personas buenas, que buscaban realizar su vida de una manera honesta, cumpliendo los mandamientos básicos del Antiguo Testamento, que coinciden, a grandes rasgos, con los mandamientos de todas las religiones y que yo reduciría a uno solo: “Sé honesto contigo mismo y con los demás”. Si vivimos honestamente, ya no es poco.
  • El llamado a dar un paso más y a fiarse de Dios. Jesús respeta y admira a esta persona que ha sabido vivir honestamente, pero descubre en su mirada y en su actitud un deseo de algo más. Si viene a verle, es que ha entrevisto una “perla de gran valor” (el Reino de Dios). Pienso que eso mismo nos pasa a muchos de nosotros: Vivimos con honestidad, tratando de hacer el bien lo mejor que podemos. Pero somos conscientes de nuestros límites y, en el fondo, deseamos algo más; en ese caso Jesús nos dice: No te contentes con lo mínimo, atrévete a “vender” lo que tienes (puede ser tu excesiva confianza en el dinero, pero también puede ser tu orgullo, tu arrogancia, tu imagen ante los demás), fíate de Dios y “compra” la perla de gran valor, que es el amor de Dios, como fuente de tu vida.
  • El desconcierto. El personaje en cuestión y los discípulos quedan desconcertados por la propuesta de Jesús: piensan que ya han hecho suficiente y que lo que Jesús pide no sólo es imposible, sino innecesario. Si me lo permiten, les cuento brevemente mi testimonio personal; recuerdo que, cuando de joven decidí marcharme de casa como misionero, la respuesta de mi padre fue: ¿Para qué necesitas hacer eso? ¿No te basta con ser una buena persona aquí? En efecto, uno puede ser una buena persona de muchas maneras. Pero no se trata de “hacer lo suficiente”, sino de amar sin medida, de “vivir plenamente”.
  • El salto en el vacío. De hecho, todo lo anterior suena como a “demasiado”, exagerado, “imposible”… Y así es, hasta que Dios interviene y “lo hace todo posible”. Hizo posible que aquellos pescadores de Galilea dejaran sus redes y recorrieran el mundo predicando el Evangelio; hizo posible que Ignacio de Loyola dejara su carrera militar para hacerse “soldado” de Cristo; hizo posible que Daniel Comboni – hoy celebramos su fiesta- abandonara su pueblito del norte de Italia para adentrarse en el desierto africano…
  • La plenitud de vida. El secreto que tantos discípulos de Jesús pueden contar es que, fiándose del Maestro y de Dios que “todo lo puede”, terminan por alcanzar una insospechada plenitud de vida, que no es solo religiosa, sino totalmente humana. Creo que muchos de nosotros hemos encontrado personas así en nuestro tiempo.

Al celebrar la Eucaristía, yo renuevo mi confianza en Aquel que me llama constantemente a fiarme de Él, sabiendo que nadie le puede vencer en generosidad. Al hacer memoria de Daniel Comboni, un hombre que se fió de Dios y entregó su vida para la regeneración de África, me animo a seguir su ejemplo.

P. Antonio Villarino

Bogotá

Encuentro LMC América

America

El 25 de septiembre 2021, el Comité Americano de los LMC: MCCJ Padre Ottorino Poletto, Beatriz Maldonado y Mireya Soto, con el acompañamiento de Alberto de la Portilla, tuvimos el agrado de encontrarnos con los LMC de América y alguno de Europa, para tener una conferencia formativa, impartida por el Padre Dario Bossi, con el tema “la vocación de los laicos y laicas en el contexto socio-político y eclesial de América”.

America

El Padre Dario Bossi es misionero comboniano, actualmente coordinador provincial de los misioneros combonianos en Brasil. El tema se desarrolló en tres puntos importantes: Manchas de colores (paea entender la situación donde nos encontramos), Luces cristianas (luces que desde la fe y la Iglesia nos ayudan a comprender la realidad y aportan ideas) y Misión LMC (algunas ideas que como misioneros, en nuestro caso combonianos, podemos desarrollar).

Expuso que América es un continente con riqueza cultural, recursos naturales, y ante la tempestad por la que atravesamos la humanidad entera, los LMC tenemos el compromiso de dialogar y accionar a favor del pobre y el necesitado, de allí la esperanza y las luces con las que contamos como lo son las Encíclicas del Papa Francisco en las cuales habla del compromiso con la naturaleza y la necesidad de una Iglesia en salida; La misión ad gentes y nuestra relación como familia comboniana.  

La conferencia ha sido grabada y la pueden escuchar y analizar (aquí abajo) para mayor enriquecimiento de nuestros grupos.

Nuestro encuentro finalizó con la oración que Cristo nos enseñó, dando gracias por habernos reunido y compartido.

Las obras divinas nacen y crecen a los pies de la cruz”.  San Daniel Comboni.

Mireya Soto, Comité Americano LMC

Una humanidad que cree en el amor fiel

matrimonio

Un comentario a Mc 10, 2-13 (XXVII Domingo ordinario, 3 de octubre 2021)

La lectura bíblica que hacemos hoy pasa por alto el primer versículo del capítulo 10, en el que se dice que Jesús pasó “al otro lado del Jordán”. A muchos les parece que esta indicación geográfica es una referencia menor o incluso equivocada (un despiste de Lucas). Sin embargo, a mí, que no soy experto, sino solo lector habitual de los evangelios, me huele que detrás de esa nota geográfica se esconde una intención interesante, que me atrevo a compartir aquí.

El río Jordán tiene un valor profético muy importante para el pueblo de Israel, comparable quizá al Mar Rojo. Si éste fue el límite primero entre la esclavitud de Egipto y el camino hacia la tierra prometida, el Jordán fue el que tuvieron que atravesar para entrar precisamente en esa tierra de Dios. Por eso atravesar el Jordán puede tener mucho que ver con “volver a entrar” en la tierra prometida, regenerar profundamente la vida querida por Dios, perdida entre tantas traiciones y claudicaciones. Por eso el Bautista fue a bautizar al Jordán invitando a la gente a la conversión, es decir, a dejar atrás el hombre viejo y empezar de cero, con una nueva fidelidad al proyecto de Dios.

Jesús se inserta plenamente en esta propuesta de regeneración. Y por eso me suena que, después de atravesar el Jordán, se le plantea a Jesús una cuestión de gran importancia, que nos afecta a todos: el plan de Dios para el matrimonio, realidad primera y más significativa de la vida humana y de la alianza “matrimonial” de Dios con su pueblo.

Me parece que la respuesta de Jesús no tiene que ver con una casuística de derecho matrimonial, sino con una propuesta de renovación profunda; parte importantísima de esa renovación profunda es volver a los orígenes, volver a la fidelidad a Dios, tanto en el matrimonio mismo como en la vida social.

En todo caso, repito que este texto no se puede entender como una actitud moralista o canonista, un enredarse en cuestiones de hasta dónde puedo separarme y hasta donde soy libre para hacer lo que quiero. El texto es el llamado a una regeneración total de la vida, en la que el matrimonio se vuelve “sacramento”, signo y realidad de la vida entendida como amor y fidelidad.

Por eso podemos decir que la imagen más fiel de la Iglesia es una pareja que se aman y son ante el mundo imagen del amor original y definitivo de Dios, un amor fiel y definitivo. Algunos entenderán esto, otros dirán que eso es una ingenuidad. Yo he tenido la suerte de conocer parejas jóvenes y maduras que entienden esto y su experiencia de vida es una belleza. Estas parejas representan lo mejor de la humanidad y de la Iglesia. Pueden ser pocas o muchas, pero son una semilla clara del Reino, sin que eso implique desconocer las dificultades reales de la convivencia entre personas. En ese sentido, la vida en pareja es un laboratorio de la humanidad con sus caídas y fracasos, pero el modelo que Jesús propone es el de una humanidad reconciliada que cree en el amor fiel.

P. Antonio Villarino

Bogotá