Laicos Misioneros Combonianos

Llegada de Emma (LMC italiana en Brasil)

Emma llegó a Brasil el 1 de diciembre de 2013. Ha venido por un tiempo de 3 años.

La comunidad de Nuestra Señora Aparecida de Ipê Amarelo la ha recibido con alegría.

En este día 8/12, día de la Inmaculada Concepción, Emma fue presentada y recibida por el pueblo. Aprovechando la visita pastoral de Don Luis, Obispo de nuestra región, Emma habló de la alegría de participar en la vida comunitaria y caminar con Jesús en tierras brasileñas.

Ahora estudia portugués y aprovecha el momento con los niños aquí en la casa de la misión de Santa Terezinha de Ipê Amarelo para mejorar su portugués.

¡Bienvenida Emma!

Por María de Lourdes,

LMC Brasil

Nuestra riqueza son los pobres

MongoumbaAyer en la Misa de apertura del Año Pastoral les decía a los cristianos que los pobres son nuestra riqueza en la parroquia y les anunciaba que Catherine, Odile y Monique saldrían hoy lunes por la mañana hacia M’baiki donde residirán con las Hermanas de Teresa de Calcuta.

Catherine, Odile y Monique llevan más de diez años con nosotros. Casualmente las tres son cristianas; viven en unas casas de barro en el terreno de la parroquia. Ninguna tiene familia y en su día fueron acusadas de brujería, lo cual supone amenaza de muerte, por ello encontraron refugio en la parroquia. Son los “pobres de la parroquia”.

Monique tiene 95 años según su carta de bautismo, Catherine y Odile superan los ochenta. Han envejecido y están muy deterioradas; no tenemos fuerzas para seguir atendiéndolas dignamente en estos momentos de inseguridad en que muchos de los que echaban una mano para asearlas o darles algo de comer han huido. Están viviendo en condiciones casi inhumanas pues Monique está paralizada y ciega desde hace años, Odile no puede moverse y Catherine que era la enfermera del grupo está con problemas cardiacos y no pueden valerse; sin agua, sin ninguna higiene, sin nadie que les prepare la comida o les eche una mano para moverse… Decidimos pedir asilo a las hermanas de Calcuta y les han aceptado. En un primer momento, ante la incertidumbre, ellas se negaron diciendo que querían morir en Mongoumba, que no querían irse… Luego, junto con Kaos conseguí convencerlas que era lo mejor para ellas… Les dije que las llevamos, y si no están contentas en un mes las traemos de vuelta.

El viaje hacia M’baiki, 90 kilómetros en cuatro horas, ha sido toda una Odisea. Monique no se sostiene sentada en el asiento trasero y se ha tumbado encima de Catherine; ha pasado el viaje vomitando. Catherine tenía cara de pocos amigos y Odile sonríe cada vez que le preguntamos si van bien… Probablemente es una de las primeras veces que han ido en coche en un viaje tan largo.

La hermana Alexandra nos ha acogido muy bien cuando hemos llegado a M’baiki en pleno tiempo de la siesta. Hemos instalado nuestras tres reliquias en una habitación con tres camas y con colchones de espuma; es la primera vez que tienen un colchón. Hasta tienen un baño con ducha y agua corriente en la habitación… Sus rostros sombríos se han iluminado… A Monique la hemos colocado en un colchón en el suelo para evitar que se caiga.

Hemos llenado todos los formularios: nombres, edad, procedencia, familia, enfermedades, medicamentos… En la casilla de condición social la hermana ha escrito: “proscritas acusadas de brujería…”. “¿Y si mueren qué hacemos?” me ha dicho la hermana sabiendo cuál complicado es el tema de enterrar a los muertos en esta costumbre; “No tienen a nadie le he dicho, pueden enterrarlas sin problemas, nadie las va a reclamar…”. La hermana me ha pedido firmar como tutor de las tres ancianas.

De verdad que les vamos a echar en falta, aunque seguiremos en contacto; son nuestros tesoros, los pobres.

Jesús Ruiz (MCCJ en Mongoumba). En la foto le acompañan las cuatro mujeres, Tere y Elia (LMC).

Contrastes

Liliana FerreiraEstoy donde está mi corazón y mi corazón es esta tierra maravillosa llena de árboles majestuosos y magníficos, que, desgraciadamente, se están llevando (robando) otros países. En esta tierra donde el sol sale por el mar y se pone sobre las montañas, donde la luna no es mentirosa y sonríe cuando la contemplamos. En esta tierra donde se puede respirar aire limpio, que por desgracia también es ya una fuente de ingresos para muchos. En esta tierra de maravillosas playas de arena blanca y aguas cristalinas que con gran tristeza están dejando de estar desiertas para dar paso a los mega-emprendimientos turísticos. En esta tierra de color rojo, tierra roja del color de la sangre, derramada por muchos en la lucha por la independencia, de la sangre de muchos derramada en la lucha por la paz y de la sangre de los que hoy siguen luchando por una vida mejor y por sus derechos. Aquí la tierra es también un medio de supervivencia, de ella el pueblo saca los alimentos  necesarios para mantenerse durante el año, pero está siendo usurpada por las multinacionales que surgen de la nada y exigen sus derechos sobre la tierra sin pensar en las consecuencias de quien vivió allí toda su vida.

Mozambique es hermoso y atractivo, lleno de belleza natural y de recursos, con gente amable y acogedora. En el exterior corre la idea de que es también un buen lugar de trabajo, pero incluso esto es sólo para los que vienen de fuera. El desempleo es alto, las personas jóvenes que se esfuerzan por terminar el bachillerato ven cerradas las puertas al mundo del trabajo y otras veces se les ofrece la oportunidad de trabajar a cambio de un pequeño valor…

Mozambique

Esta realidad acompañó las discusiones de clases de educación cívica y moral en el primer semestre donde hablamos sobre la situación actual de Mozambique, tocando puntos como la desigual en la distribución social, la pobreza, la educación y la salud, la corrupción, la globalización, la acción de las multinacionales, contrastes… temas importantes para cuestionar a los jóvenes, dando a conocer la realidad y procurando formar mentes críticas para que puedan exigir justicia y un futuro más prometedor.

Liliana Ferreira, LMC

Misión desde la fragilidad

Comunidad de BodaEs la primera vez que llego a la misión de Boda. Decidimos celebrar la fiesta de Comboni con nuestros hermanos de Boda que han pasado un momento difícil con el conflicto Seleka, pues les saquearon varias veces la casa y les robaron casi todo. En Boda viven estos tres hermanos combonianos probados por la misión: Adelino con 70 años tiene una salud muy deteriorada, Berti con 74 sigue siendo un todo terreno en la parroquia de Boganangone, y Claude, un centroafricano de 45 años.

La hermana Margarithe, de La Martinica, me cuenta el sufrimiento de su gente. Trabaja en el hospital de la ciudad, pero en agosto el médico y las matronas huyeron ante la violencia de los soldados y ahora muchas mujeres dan a luz en la selva y no pocos niños y madres mueren. Cada día en el hospital se tiene que enfrentar a las condiciones inhumanas en que vive este pueblo.

Es en este contexto de precariedad y sufrimiento que, para celebrar la fiesta de Comboni, Adelino nos ha invitado a meditar esta mañana sobre la “Misión desde la fragilidad”.  Partiendo de la experiencia de la Iglesia de Argel probada hace unos veinte años con no pocos mártires como su obispo Pierre Claverie, los siete monjes de Tiberine o los cuatro padres blancos y tantos otros misioneros y cristianos… hemos reflexionado qué quiere decir vivir la misión en nuestra situación concreta de dolor y sufrimiento; una Misión desde la fragilidad.

En estos momentos estamos llamados a vivir la misión con las manos desnudas. No hemos sido nosotros quienes hemos elegido este momento de prueba, ha sido nuestro Señor, el Siervo sufriente, quien nos ha conducido hasta aquí.

Cuando hacemos cábalas mentales preguntándonos “¿Cuál sería el momento ideal para la misión?”, nos equivocamos con futuribles utópicos lejos del corazón de Dios. Ese momento ideal de la misión no existe; el momento ideal es el hoy, el presente… Los cuatro padres blancos asesinados en Argelia eran conscientes de su vulnerabilidad y por eso habían escogido “la fragilidad como lenguaje del amor…”. Este tiempo nos invita a una segunda elección decían ellos; pasar “de una espiritualidad de desarrollo a una espiritualidad de la presencia y del diálogo”. En definitiva no es otra cosa que seguir el modelo de Jesús hecho carne para vivir la vida de los hombres. “Aprender nuestra impotencia y tomar conciencia de nuestra pobreza radical de nuestro ser desnudo radical delante de Dios no puede ser más que una llamada urgente a crear ante el otro relaciones de no poder; habiendo reconocido mi propia debilidad puedo no solamente aceptar la debilidad de los otros, sino también puedo vivir la invitación a hacer mía esa debilidad imitando así a Cristo pobre” (Cristel, padre Blanco).

El auténtico dialogo se sitúa en el no poder; hunde sus raíces en la debilidad y la fragilidad, Sólo hay verdadero dialogo cuando cada uno está enfrentado a su propia vulnerabilidad y fragilidad. Esto exige un cambio de óptica al estilo de san Pablo (1 Cor 2, 1-5) que se vanagloria de su propia fragilidad para así acercarse al otro con la fuerza de la debilidad…

Cierto, la debilidad no es una virtud, sino la expresión de una realidad fundamental de nuestro ser que tiene que ser constantemente moldeada por la fe la esperanza y la caridad para conformarse a la debilidad y la pobreza de Cristo. Jesús no ha elegido medios fuertes; la Iglesia no puede apoyarse ni en su poder ni en su fuerza. En estos momentos de crisis y prueba estamos invitados a huir de una Iglesia autorreferencial, una Iglesia que sea fin en ella misma; cuando la Iglesia toca la debilidad y la fragilidad de los hombres, entonces, desde su propia flaqueza puede convertirse en misterio de salvación.

En toda esta pedagogía de la fragilidad, siguiendo los pasos de Comboni, hemos visto cómo la oración es nuestra única fuerza, por ello hemos meditado sobre tres tentaciones de nuestra oración en estos momentos de crisis:

1ª) El miedo ante el futuro… pensar que no hay futuro. Tenemos miedo a que Dios nos abra los ojos y nos desnude; tenemos miedo porque sabemos que Dios cuando pide la mano se toma el brazo entero…

2ª) La evasión… Vivir en un futuro hipotético que no existe; “si hubiera vivido en otro momento, en otras circunstancias, con otras personas…” La evasión es el miedo y la negación del presente de Dios en mi vida.

3ª) La impaciencia… Quererlo todo ahora, inmediatamente… La lógica de la paciencia de Dios va en otro sentido… la lógica de la cruz, del grano de trigo.

No, no hemos elegido nosotros este tiempo de dolor y prueba, ha sido el Señor Jesús quien nos ha conducido amorosamente hasta aquí para que desde nuestra propia fragilidad y vulnerabilidad, quizás, podamos entrar en verdadero contacto con este pueblo humillado y ultrajado.

“¿Por qué os quedáis?” les preguntaban a los de Argelia. Este es el lugar de la Iglesia, la cruz de su Señor.

Por Jesús Ruiz (MCCJ en Mongoumba).

“Dios me quiere mucho”

dsc04962Queridos amigos y amigas,

Les resumo lo que nos ha ocurrido y lo que estamos viviendo. El  día 6 me caí por un terraplén cuando caminaba y tengo una fisura en una vértebra lumbar. Debo estar en cama al menos 1 mes, hasta que me hagan otra radiografía. Han descartado daños neuronales y de órganos internos.

Gracias a Dios sólo es eso. Desde el primer momento en que me di cuenta de lo que había pasado, me di también cuenta de que el Señor me había cuidado. Caí por una ladera de piedras, arena y vidrios rotos y sólo me hice heridas superficiales. Hasta las lentes las recuperaron intactas.

Muchas veces he caminado por ahí, por acortar, sabiendo que era peligroso, pero tratando de hacer como todos acá. ¿Por qué ahora me he caído?

Ahora estamos pasando cada día con fortaleza. Los niños lo acusan mucho, están muy inquietos, asustados de lo que me podía haber pasado. Y todo el trabajo cae sobre Isabel. La vida nos pone a prueba.

Estamos tratando de profundizar en esta experiencia. Sabemos que sólo en el Señor podremos caminar esta etapa. Esta ocasión dolorosa es oportunidad de sentir ese amor tierno del Señor y contemplar cómo se abren nuevos caminos.

Primero, la acogida maternal de los padres combonianos.  Desde el fondo de la quebrada les llamé por celular, además de a Isabel, y dos de ellos bajaron a prisa por el mismo camino arriesgado que yo. Me dieron agua, fruta, me consolaron, rezaron conmigo. Me sentí familia. En estos primeros días, mientras me fortalezca un poco, los padres nos han acogido en su casa, que están más acondicionada y cerca del hospital. Los niños, con su inquietud, son además una alegría en esta casa habitualmente tan tranquila. Van por ahí dando abrazos y haciendo cosquillas en la barriga a los padres.

Luego, las visitas de los vecinos y amigos, sobre todo los más humildes de Villa Ecológica. El vigilante de la clínica advirtió a Isabel que estaba llegando gente sospechosa preguntando por mí. En los tres días de hospital sentí que no tenía capacidad de recibir más cariño. Las vecinas que me daban con mucho cuidado la sopa mientras Isabel conversaba con los doctores. Las que traían fruta y yogur gastando lo que habían ganado en el día. Las que abrían la Biblia y rezaban por mí, como nosotros hemos hecho en sus casas cuando lo han necesitado.

Y la experiencia de detener las actividades, los proyectos tan hermosos que estábamos llevando a cabo, como la catequesis de adultos, justo a una semana de la celebración de la Confirmación. Confiar que este es un nuevo tiempo del Señor, donde Él nos está dando nuevas enseñanzas que necesitamos para ser más felices. Que Él se encargará de seguir la tarea, que para eso es suya.

Gracias siempre por estar cerca de nosotros, y mucho ánimo con su trabajo misionero.

Gonzalo Violero