Queridos
Laicos Misioneros Combonianos y amigos que disciernen su vocación LMC
Les enviamos cálidos saludos desde Awassa, una
hermosa ciudad en el sur de Etiopía donde los LMC hemos estado presentes
durante 9 años. Sin embargo, se avecinan cambios y por ello les invitamos a que
este cambio sea de la mejor manera posible.
A
principios de mayo, Madzia termina su misión en Etiopía y, a principios de
junio, Adela y Tobiasz vuelven a Polonia. Esto prácticamente significa el final
de la presencia LMC en Awassa. Pero esto no significa el fin de la presencia
LMC en Etiopía. Pedro ya está en Etiopía estudiando Amhárico.
A lo
largo de todos estos años, hemos tenido una muy buena cooperación con la
Familia Comboniana de Etiopía. Los MCCJ están muy abiertos a la presencia LMC,
entienden nuestro carisma y están dispuestos a ayudarnos a establecer una
presencia estable, permanente e independiente en Etiopía. Realmente sería una
pena no continuar con nuestra presencia en Etiopía.
Nosotros,
como grupo actual LMC en Etiopía, pensamos que ahora era el mejor momento para
trasladar nuestra presencia de Awassa a Gumuz, que es una región de primera
evangelización en el noroeste de Etiopía. Los Gumuz fueron discriminados
durante mucho tiempo por otras tribus etíopes y hasta hace pocos años eran
excluidos de la sociedad. Las cosas empezaron a cambiar con la llegada de los
misioneros combonianos hace menos de 20 años, quienes compartieron con ellos
las Buenas Nuevas y los ayudaron socialmente, construyendo instalaciones
educativas y sanitarias en 3 misiones (Gilgel-Beles y Gublack dirigidos por los
Padres y hermanos Combonianos y Mandura dirigida por las Hermanas Combonianas).
La necesidad de misioneros, también laicos, que vendrían a compartir su tiempo
y sus habilidades, son enormes, tanto en el trabajo pastoral como en el social.
Tenemos que admitir que el trabajo en el área Gumuz también puede ser bastante
desafiante, podemos considerar el clima cálido, muchos casos de malaria, tifus y
la necesidad de aprender amhárico… Sin embargo, estamos seguros de que la
satisfacción será mayor que cualquier obstáculo.
Los
religiosos Combonianos estarían muy contentos si nuestro movimiento pudiera
abrir una comunidad en Gumuz. Pero para lograr este objetivo, para hacer
posible esta misión, necesitamos personas. Estamos felices de que Pedro esté
listo para ir a Gumuz; también David y Carolina están por llegar a Etiopía.
Seguro que necesitaríamos más LMC listos para venir, para vivir algunos años en
África entre los más necesitados. ¡Les animamos a que vengan a Gumuz a todos
los que están discerniendo su vocación misionera y estamos seguros de que
Daniel Comboni haría lo mismo!
Queridos amigos y amigas, Salí de Portugal el 6 de marzo de 2019 y llegué a Etiopía el 6 de marzo de 2011. Soy más joven. Gracias a todos y todas por las manifestaciones de cariño y de amistad. En mis oraciones me pongo en el corazón de Dios porque Él, que nos ama a todos y cada uno de nosotros en particular, sabe lo que es mejor para cada uno de nosotros. Por eso estoy aquí en Etiopía. Porque Él, que me ama, sabe lo que es mejor para mí. No sé hasta cuándo. Sólo sé que estoy y cada día es una aventura nueva, un deseo sincero de vivir la misión hacia donde me envió. ¡Estoy bien! ¡Mejor que eso, estoy feliz! Me encuentro en la casa provincial de los MCCJ de Etiopía, en Addis Abeba. Esta será mi casa durante los próximos meses, mientras estoy aprendiendo el amárico. El amárico es una lengua difícil. Pero, gracias a Dios, hasta ahora, aún no caí en la tentación del desánimo. Me fortalece el deseo de estar cerca de las personas, de hablar con ellas, de hacer comunión. Y, sin saber amárico, eso es casi imposible o incluso imposible. Estoy enamorado de Etiopía. Sé que voy a tener momentos difíciles y duros, de duda y de desesperación. Pero ahora estoy enamorado. Y quiero vivir este momento con intensidad, porque es único. Vivo en comunidad con los MCCJ en Addis Abeba y me siento comunidad. Desde el principio me han acogido maravillosamente. Nuestro día comienza con la Eucaristía y las laudes a las 6:30; después del desayuno, voy a las clases, que empiezan a las 8:30 y terminan a las 12:00 y, después de almorzar, inicio el tiempo de estudio. A las 18:45 rezamos vísperas y, después de cenar, normalmente, convivimos un poco. Nuestra casa está casi siempre llena. Por aquí pasan muchos misioneros camino a sus misiones en África. Ya tuve la oportunidad de conocer a algunos sacerdotes y hasta obispos. Ya encontré historias lindas y escalofriantes. Cuán dura es a veces la misión… Pero siempre bella. Nuestra vida está en manos de Dios.
Ya tuve la oportunidad de estar unos días en Hawassa con los LMC aquí en misión. Qué bonito fue. Hasta tuvimos un pastel para conmemorar mi llegada. En la formación aprendemos que debemos recibir bien a los nuevos LMC. Pero recibir esa calurosa acogida y cariño es, de hecho, extraordinario. Estoy agradecido a nuestros LMC en Etiopía por eso. En Hawassa, durante un paseo en bicicleta, pinché las dos ruedas. Fue un buen bautismo. Este fin de semana participé en un retiro de los Comboni Friends. Fue muy bonito. La celebración de la Pascua, aquí, será una semana después de la celebración de la Pascua en Portugal. Aprovechando una semana de vacaciones, voy a conocer la misión con los Gumuz, el pueblo con quien, si Dios quiere, voy a trabajar. Estoy entusiasmado. Después os contaré cómo fue. A todos vosotros y a vuestras familias os deseo una santa Pascua y no se olviden de que Dios nos ama. Estamos juntos en el amor de Dios.
El P. Constantino Bogaio, Superior Provincial de los Misioneros Combonianos en Mozambique, nos cuenta como está la situación actualmente tras la destrucción causada por el paso del ciclón Idai.
El paso del Ciclón Idai, con vientos que llegaron a alcanzar entre 120 y 220 km por hora y con intensas lluvias, dejó en la ciudad de Beira y sus alrededores un rastro de destrucción nunca visto y vivido en la historia de Mozambique.
En poco tiempo, la ciudad se volvió desierta, fantasma, con la situación desoladora. Caminando por sus avenidas, calles y carreteras se podían contemplar las casas en ruinas, hospitales destrozados, los escombros de las iglesias, los árboles caídos, los postes de la corriente eléctrica y de teléfonos derribados por todas partes.
La ciudad de Chiveve tuvo un apagón en el que casi el 95 por ciento de sus edificios se vieron afectados, salvo el aeropuerto que se convirtió en un refugio para los nativos y extranjeros que llegaban para ayudar. En los barrios periféricos como Munhava, Muchatazina, Vaz, Chota, Ndunda y otros, además de la destrucción de las casas, también hubo grandes inundaciones.
Mientras la segunda ciudad del país empezaba a contabilizar los estragos causados por el ciclón y a levantarse de su orgullo herido, por otro lado, recibía las malas noticias que llegaban a cuenta gotas de que su única conexión terrestre estaba interrumpida debido a la furia, de las aguas de los ríos Pungue, Búzi y Muda y sus afluentes que se desbordaron de sus lechos causando pánico en los distritos de Dondo, Búzi, Nhamatanda, Chibabava en la provincia de Sofala.
La pequeña presa que almacenaba el agua para el abastecimiento de la ciudad de Beira en Dondo, se desmoronó en pocas horas y pasó a contribuir a las inundaciones en la Carretera nº 6, hace poco rehabilitada, y haciendo que cediera con cuatro enormes cortes que impiden el tránsito.
Esta es la única vía que permite la conexión entre Beira y otras ciudades. De esta manera aumentó la tristeza de los ciudadanos de Beira. Durante casi una semana quedaron totalmente aislados por tierra. Los productos de primera necesidad comenzaron a escasear y la lluvia no paraba de caer aumentando así la desgracia de los ciudadanos.
La comunidad internacional, que llegó para socorrer, asumió como prioridad salvar vidas en los distritos circundantes, trasladando su población a Beira. Así se crearon centros de alojamiento en varios puntos de la ciudad.
1. Algunos datos preliminares generales de las zonas afectadas
Tenemos que decir que no se sabe con certeza el número concreto:
Salas de Clases destruidas 3140.
Alumnos afectados: 90.756
Casas destruidas 19.730
Muertos: Las personas que murieron en toda la zona son más 500 y no se sabe hasta ahora la cantidad de personas desaparecidas.
2. A nivel de los Misioneros Combonianos
En la ciudad de Beira trabajamos en la zona suburbana de Chota donde viven más de 70 mil personas. En este momento hay 270 familias que quedaron con sus casas destruidas y 170 familias que necesitan apoyo inmediato de alimentos y otros productos. Así, en esta primera fase, nuestra intervención será dar apoyo a estas familias.
La segunda fase será ayudar a reconstruir sus casitas y también construir una escuela y un centro juvenil parroquial donde los niños y jóvenes tengan actividades, porque el que existía era de maderas y barro y el ciclón lo arrasó todo. Queremos construir este centro juvenil que dé esperanza a los niños, adolescentes y jóvenes que se han visto afectados, pero con estructuras sólidas y resistentes. Queremos también desarrollar un programa de apoyo a las madres en educación sanitaria y nutricional.
3. La situación sanitaria
La zona de Chota es la continuación del mayor barrio periférico de Beira. En este momento ya comenzó a ser castigado por el cólera. Se habla de unas 200 personas afectadas, pero este número puede crecer. Ya va a comenzar una campaña de vacunación. El barrio de Chota está en alerta máxima. Se espera que el cólera no alcance este barrio, porque sería otro desastre ya que las aguas fluviales que inundaron el barrio aún no bajaron.
La malaria es otra preocupación inmediata. Pasados quince días después del ciclón, las aguas paradas y los charcos son una gran fuente de incubación de mosquitos que provocan esta enfermedad.
4. La situación de Muxúngue La parroquia de Muxúngue se sitúa a casi 350 km de la ciudad de Beira. Las zonas más afectadas fueron Nhahápua, Goonda Madjaka y Gurudja donde pasan los ríos Muda y Búzi. Según calculan los misioneros de la zona son más de 120 hogares afectados. El promedio de cada familia es de seis hijos.
En esta área, nuestra intervención será plena después de que todas las personas regresen a la zona. Vamos a ayudar en la construcción de sus casitas. En este momento las autoridades civiles están apoyando en algo. La experiencia de los misioneros nos dice que después de esta avalancha de apoyo, es necesario hacer un programa de reconstrucción de todo lo que perdieron y ayudar a normalizar sus vidas.
Necesitamos su solidaridad y apoyo para esperanzar a esta gente. Su apoyo en esta fase inmediata será para comprar alimentos y otros productos básicos y en la fase siguiente para apoyar a reconstruir las infraestructuras necesarias para normalizar la vida de estos hermanos.
Desde ya queremos agradecer a aquellos que han enviado sus ofertas para apoyar a estos hermanos y esperamos que sigan ayudando en la segunda fase que será más dolorosa.
(Pueden participar en la campaña solidaria de los Combonianos en Mozambique).
Que la bendición de Dios descienda sobre cada uno de vosotros, por la intercesión de San Daniel Comboni.
Hice mi compromiso temporal como laico
misionero comboniano el 10 de mayo de 2015 y ahora vivo como laico misionero comboniano
en el ministerio de la sanación. Trabajo en Reach Out Mbuya, una organización
de Mbuya Catholic Parish que brinda atención integral a las personas y sus
familias que viven con VIH/SIDA o cáncer. Soy oficial de enfermería
especializado en cuidados paliativos que trabaja como especialista clínico,
formador y facilitador a tiempo parcial de cuidados paliativos en la Facultad
de Ciencias de la Salud de la Universidad de Makerere, Facultad de Medicina. Me
encanta enseñar y disfruto trabajando con adultos, niños y adolescentes/adultos
jóvenes que viven con VIH/SIDA y cáncer. En ellos me encuentro con Dios,
trabajando en estos jóvenes. Lo que esta gente quiere es solo una sonrisa y
comprensión, junto con poder cogerles de la mano, independientemente de cómo
sea su condición física, no es de extrañar que las mujeres que sangraron
durante 12 años solo dijeran si solo pudiera tocar el manto de Jesús me pondría
bien Mt. 9:21. Hemos sido testigos de personas que desean obtener la bendición
del Papa, el Obispo y los Sacerdotes, y cuando estás trabajando con los
enfermos, rechazados y abandonados, tocarlos es un gran alivio emocional para
ellos.
Esta experiencia me ha hecho
darme cuenta de que estamos llamados a descubrir y revelar el amor de Dios a
todos, revelar el Amor de Dios para todos cuya fuente está en el corazón
abierto de Jesús. Esto nos invita a que seamos contemplativos en espíritu,
generosos y educativos en la misión y apasionados por la justicia, la paz y la
integridad de la creación. Jesús es el único que nos guía en este viaje y este
viaje es emocionante a la vez que desconcertante para mí. Me resulta muy
difícil revelar el amor de Dios a alguien que tiene el corazón roto, cree que
Dios ya no se preocupa por él, si es así, ¿por qué tiene la enfermedad
incurable y el resto de palabras agónicas que los pacientes acostumbran a decir?
Persistir con estas personas y llevarles a casa Sacramentos como el Crucifijo,
la imagen de la Madre María, la Santa Eucaristía, etc., con la posibilidad de
rezar el Rosario junto al lecho de la persona enferma es una alegría
maravillosa que siempre recordaré en mi vida. Muchas de estas personas saben
que morirán pronto y, por eso, todos quieren reconciliar su pasado con Dios y
sus familias, amigos y las personas importantes de su vida. Lo que me da valor
y alegría en este desafiante servicio con los enfermos es tener fe y creer que
veo el rostro de Jesús en el sufrimiento, como la Santa Madre Teresa de Calcuta
nos testimonió durante su vida en este mundo, especialmente los rostros llenos
de lágrimas de los pacientes y sus familiares. Algunos de ellos ya han
renunciado a la vida ya que todas sus esperanzas se estrellaron con la
enfermedad terminal en la medida en que necesitan ayuda para hacer sus
necesidades más básicas, lo que les hace depender totalmente de sus hijos, teniendo
que dejar a un de lado la vergüenza de las creencias culturales/tribales africanas
donde se supone que un niño no debe ver la desnudez del padre biológico o de un
cuidador que se convierte en el verdadero padre de ese niño. Considerar a estas
personas tal como son les hace comprender que siguen siendo importantes para
otras personas; que también hay personas que las valoran a pesar de su
discapacidad física para el cuidado personal diario.
Signo de compasión, estudiantes
del Club Misionero de la Escuela Secundaria St. Kizito en Bugolobi Kampala,
sorprendidos de ver a las personas que todavía viven en estas condiciones en
este mundo, solos en su casa, sin hijos, persona descuidada que viven en la
misma casa. Todos lloraron allí, preocupados de que estas mujeres pobres y de
edad estén viviendo con VIH/SIDA. Dieron todo lo que tenían para ayudarlas y
prometieron mantenerlas en sus oraciones individuales.
Esto me hace recordar que en
nuestro viaje diario como Laicos Misioneros Combonianos; necesitamos el
espíritu de creatividad, valor y compromiso para que el Amor inmenso, tierno,
fuerte y misericordioso de Dios pueda moldear nuestro futuro. Esto solo se
puede lograr a través de las oraciones, ya que Jesús dijo que no hay nada que
el Padre no pueda darnos si se lo ponemos a Dios en oración Mt. 7, 7-12,
también me di cuenta de que esta es la única forma en que podemos atraer a más
personas a nuestro grupo, ya que se sentirán conmovidos por la forma en que
cuidamos a los enfermos, abandonados y necesitados, que es una manera abierta
para que podamos hacer apostolado en las comunidades locales en las que
vivimos. No es necesario que seas enfermera o médico para visitar a los enfermos,
lo que necesitan muchas veces es solo compañía, y no tanto tus habilidades
profesionales. Han visitado a profesionales médicos durante muchos momentos de
su vida y ahora solo necesitan amigos, personas que puedan escucharlos,
hablarles, animarlos y acercarlos tanto a Dios ahora que están postrados en cama.
Ni siquiera necesitas pensar en cargar con regalos para llevárselos, ya no
tienen apetito para la comida o para sus regalos caros; solo necesitan que
alguien se siente al lado de su cama, tome su mano, les mire a los ojos y hable
con ellos como amigos. Esto nos exigirá aún más debido a nuestros valores
morales y la confianza que mostramos en el grupo, a través del trabajo que
hacemos y cómo servimos a los necesitados, abandonados, de acuerdo con nuestro
Carisma de llegar a los más pobres y abandonados como Familia Comboniana que
valoramos nuestra vocación y haremos todo lo posible por complacer a San Daniel
Comboni para que él pueda interceder y orar por nosotros desde el Cielo para
que su luz siga brillando a través de nosotros en este mundo, entre las
personas necesitadas de este mundo. Todos tenemos dones individuales,
experiencias que podemos usar para responder esta llamada, como nuestras
sonrisas, sueños que podemos expresar libremente a las personas con las que
interactuamos a diario para brindar esperanza y amor a nuestro amado grupo como
Laicos Misioneros Combonianos. Siempre debemos recordar que lo que hacemos debe
promover siempre la comunión y vitalidad de los LMC, de manera que todas
nuestras misiones y para que todas nuestras acciones nos unan a todos como LMC
en una gran Familia Comboniana.
Hay muchos desafíos que podemos
enfrentar cuando hacemos nuestro trabajo diario, el acompañamiento con nuestros
Directores Espirituales en estos desafíos globales que enfrentamos es útil, es
muy importante que todos tengamos directores espirituales que nos ayuden a
avanzar. Esperanza, fe, amor y coraje en todo lo que hacemos. Lo que aprendemos
en nuestros encuentros periódicos, retiros, reflexiones personales diarias y el
compartir experiencias con nuestros compañeros de las diferentes congregaciones
religiosas y personas consagradas es algo en lo que todos podemos aventurarnos
a descubrir nuestra capacidad para resistir las tentaciones que quiere desviarnos
de nuestra meta de servir al Señor en los necesitados que nos encontramos todos
los días. Para nosotros esa tentación puede no ser la serpiente o esa cosa muy oscura
de la que somos conscientes, tampoco nuestros enemigos que conocemos, sino que quizás
lo podamos encontrar en una persona bienintencionada de la familia o comunidad pero
que nos aleje; por lo tanto, debemos pedir que se haga la voluntad de Dios en
nuestra vida, tal como nuestra Madre María lo hizo en la anunciación Lucas
1:38.
El Padre Richard Rohr Franciscan,
evangelista en internet y fundador del Centro para la Acción y la Contemplación
en EE. UU., desde su Falling Upwards: una espiritualidad para las dos mitades
de la vida (Jossey-Bass: 2011), 44-45 tiene esta conmovedora historia titulada
“Descargar a nuestro leal soldado” para que aprendamos y seamos LMC
comprometidos, espero que pueda tocarte como lo hizo conmigo:
Una historia que ocurrió en Japón
al final de la Segunda Guerra Mundial ilustra cómo podemos apoyarnos a nosotros
mismos y a otros en la transición a la segunda mitad de la vida. Si alguna vez
ha estado en Japón, sabrá que su cultura es rica en rituales, con un fuerte
sentido en la importancia del símbolo, la estética y la ceremonia.
Al final de la guerra, algunas
comunidades japonesas tuvieron la sabiduría de comprender que muchos de los
soldados que regresaban no estaban preparados para volver a ingresar en una
sociedad civil y pacífica. La única identidad de los veteranos durante sus años
de formación había sido como ser un “soldado leal” a su país, pero
ahora necesitaban una identidad más amplia.
Así que las comunidades crearon
una ceremonia por la cual un soldado era públicamente agradecido y elogiado por
su servicio a la gente. Después de que el soldado había sido honrado profusamente,
un anciano se ponía de pie y anunciaba con autoridad: “¡La guerra ha terminado!
La comunidad necesita que usted deje de lado lo que nos ha servido a usted y a
nosotros hasta ahora. Ahora necesitamos que vuelvas como padre, compañero,
amigo, mentor, algo más que un soldado”.
A este proceso lo llamo
“despedir a su soldado leal”. Como sugiere Ken Wilber, debemos
“trascender e incluir” a medida que crecemos, reconociendo el valor
de lo que vino antes, al tiempo que eliminamos las pieles e identidades
antiguas que ya no nos sirven.
Con ternura, observa cómo en
diversos momentos de tu vida te has fijado en diferentes prioridades,
diferentes medidas de lo correcto y lo incorrecto, diferentes fuentes de
significado y pertenencia. Da gracias por las lecciones que aprendiste en cada
fase, que te ayudaron a sobrevivir, tener éxito y convertirte en lo que eres
hoy. Pregúntate a ti mismo qué creencias puedes estar preparado para dejarlas descansar,
formas de pensar y actuar que ya no sirven a tu conciencia madura de la realidad.
Es posible que desees explorar tu
viaje de una o más de estas formas:
Escribir un diario o un poema.
Dibuja, pinta, esculpe, o crea un
collage.
Encuentra una pieza musical que
ilustre los cambios de estado y muévete con ella.
Habla con un amigo, director espiritual
o terapeuta.
Diseña una ceremonia sencilla
para despedir a tu ” soldado leal”.
Cuando aplicamos esta historia a
nuestra propia vida como LMC, creo firmemente que todavía hay tantos Soldados
leales en nosotros que necesitamos a nuestros mayores, como Directores
Espirituales y nuestros coordinadores a todos los niveles para ayudarnos a
cumplir este cometido. Usando la última parte de la historia, pidamos al Señor
que nos ayude a superar nuestro antiguo yo que prohíbe nuestra nueva identidad
como LMC para expresarse en línea con la voluntad de Dios que nos hemos
comprometido a realizar.
En Guatemala,
los LMC hemos iniciado este 2019, pidiendo a Dios luz para ver en donde quiere
que sirvamos a partir de este año. En Santa
Caratina Pinula, seguimos con el
programa de nutrición infantil, Chispuditos.
Sin embargo, el día de experiencia misionera que hicimos cada mes
durante tres años, lo dejamos atrás y ahora,
estamos listos para un nuevo destino…para llevar
alegría…fe….esperanza…paz….consuelo…para hacernos solidarios con la injusticia
y las carencias que sufren otros hermanos guatemaltecos.
Así,
el Señor nos conduce hacia el municipio de
Chinautla que pertenece al departamento de Guatemala,
su cabecera es Santa Cruz.
Se encuentra en la parte norte del departamento de Guatemala se
ubica a una distancia de sólo 12 kms de la ciudad capital. Son famosos por las
artesanías trabajadas en barro que producen con sus propias manos. Toda la
población es indígena, pertenecen a la etnia Pocomam.
Desde 1985, sufren abusos políticos de
corrupción, la alcaldía de la municipalidad se vio monopolizada por un
solo alcalde, quien estuvo apoyando al partido del gobierno de turno, hasta que
fue capturado por acusaciones de corrupción en 2015. A pesar de la captura,
este personaje, logró que su sobrina fuera electa como alcaldesa para el
período 2016-2020 y salió libre de prisión tan solo unos meses después de haber
sido capturado, a pesar de la gravedad de las acusaciones en su contra.
Pobres y abandonados…….la alcaldía municipal de
Chinautla no permite que llegue ningún camión a recoger la basura, desean
desesperar a los pobladores para que desalojen y puedan explotar allí
materiales para construcción. Las
personas del lugar tiran su basura en cualquier lugar, especialmente en un rio
que pasa en medio del pueblo, porque no tienen a donde llevarla, ni quien se la
lleve al basurero municipal. Viven pobreza y pobreza extrema, no tienen a donde
ir… ni quieren irse… esas son sus tierras… todos son propietarios.
Es allí a donde Jesús ha llevado nuestros
pasos…todo para su honra y su gloria.
Padre Roberto Gómez Palma, es el nombre del párroco de Chinautla, la
población en su mayoría es católica, poco han hecho allí las sectas
evangélicas. Apenas hemos llegado dos
veces, el 23 de febrero y el 16 de marzo 2019, se percibe a la población muy pacífica
y confiada. Envían a sus hijos a las
actividades que hemos hecho, grandes y pequeños llegan solos, muy
independientes y seguros.
Pedimos al Señor nos regale todo lo necesario para anunciar el Reino y compartir la alegría del Evangelio. Además nos ilumine para encontrar aquella necesidad en la que nosotros colaboremos desde nuestro ser Laicos Misioneros Combonianos. Nos ponemos en manos de la Providencia y confiamos en los Sagrados Corazones de Jesús y María, al estilo de San Daniel Comboni.
“Santos y Capaces, haciendo causa común con los más pobres y abandonados”. (San Daniel Comboni)
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