Laicos Misioneros Combonianos

Simposio Comboniano-De la inspiración concreta y la dinámica del Plan a la realidad actual

P Joaquim ValentePrefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades” (Gaudium Evangelii 49). Con estas palabras del Papa Francisco, comenzó este cuarto día del simposio.

Hoy hemos tratado de recopilar y resumir los puntos de vista de estos últimos días. Para hacerlo, el comité-líder propuso cuatro áreas para la reflexión:

  • La perspectiva de la misión: en el tiempo de Comboni y en nuestro tiempo;
  • El estilo de la misión: en el tiempo de Comboni y en nuestro tiempo;
  • Ministerialidad y formación: en el tiempo de Comboni y en nuestro tiempo;
  • Nuestra misión en la misión de la iglesia local: en el tiempo de Comboni y en nuestro tiempo.

Estos puntos se hann reflexionado a nivel personal y en grupo, y luego discutidos en plenario. Por lo tanto, tratamos de entender lo que se debe cambiar en nuestro ser misionero comboniano hoy, con el fin de responder a este desafío del Papa: ser herido, pero atreverse a ir más lejos para que Cristo pueda ser predicado a todas las criaturas y para que muchos puedan tener vida en abundancia.

Susana Vilas Boas

Simposio Comboniano-La realidad de la Congregación de los Misioneros Combonianos hoy

P EnriqueEl tercer día se inició con las palabras de St. Paul a los Corintios: “El amor nunca pasará” (1 Cor 13,8). Estas palabras fueron el punto de partida para los procedimientos del día que se iniciaron por el superior general de MCCJ – P. Enrique Sánchez que presentó su punto de vista sobre el Plan y la realidad de los Misioneros Combonianos hoy.

Esta reflexión, a dato pistas de lectura sobre la realidad de la misión comboniana en nuestros días y desto surgiron tres palabras claves: misión – como en el Plan de Comboni, la misión es el centro de la nuestra vocación y vida misionera; redimensionar – la urgencia que se necesita hoy para el Instituto dado el cambiamento del contexto social, eclesial e incluso los cambios “morfológicos” del Instituto. El número de miembros se reduce, y dentro de unos años, el 90% de los combonianos seron africanos; interculturalidad – una realidad que nos llama a un cambio en nuestra manera de pensar y de actuar.

Fue precisamente en estos puntos que se desarrollaron debates y grupos de trabajo. Trabajo, esto que culminó con la discusión sobre la emergencia y prioridad de lo desafío de la misión Comboniana de hoy, una discusión orientada y coordinada por el P. Antonio Villarino.

Susana Vilas Boas

Simpósio Comboniano-El espíritu del Plan y el desafío de la misión africana en el 800

simposiumEn este segundo día, el simposio Comboni se centró en el Plan de Comboni, a partir del contexto que fue escrito hasta la aplicación y la comprensión en nuestro contexto actual.

Para ayudarnos en esta reflexión, el P. Joaquim Valente (MCCJ) ayudó a todos los participantes, presentando y contextualizando, en el ayer y hoy, los puntos cardinales del Plan de Comboni y lanzando algunos desafíos para nosotros, que el Plan coloca.

De hecho, Comboni reconoce que las cosas no funcionan, reconoce que desconoce la solución, reconoce que no tiene ni él es la solución para la regeneración de África, reconoce que hay que ponerse a la escucha de Dios, que sólo Dios tiene y es la solución.

Comboni se abre a los nuevos movimientos del Espíritu que actúa en la realidad y en la historia humana. Mientras tanto, viaja a Europa y aprender de la experiencia de todos los que trabajan para la misión. Con todos estos testimonios y todo este aprendizaje, Comboni pretende “unir todas las cosas en Cristo.”

A su vez, el P. Johnson Uchenna Ozioko (sacerdote de Nigeria), nos ayudó a hacer una lectura del plan de Comboni desde el África de hoy, llamando la atención especialmente de la importancia actual de “salvar África con África”, así como la importancia y la urgencia de cambiar el lenguaje que usamos para hablar de la misión y de los africanos.

Por su parte, de acuerdo a su especificidad, la hermana. Fernanda Cristinelli (HMC) presentó brevemente una reflexión sobre este tema, realizada por las Misioneras Combonianas, subrayando el sentido y la urgencia de cambiar la ministerialidad de ser y vivir la misionaridad en femenino.

Al final del día, permanece en el corazón de cada participante las últimas palabras pronunciadas por el P. Johnson Uchenna Ozioko: Jesús lava los pies a sus discípulos y les dice: “Ve, y haz tú lo mismo.” Comboni amó a África, os digo: “Ve y haz tú lo mismo.”

Susana Vilas Boas

Workshop MCCJ sobre el “Plan de Comboni”

Misa en S PedroEl mundo de hoy, su urgencia misionera y los desafíos de la misión comboniana.

Comenzaron hoy, los trabajos de reflexión sobre el 150 aniversario del Plan de Comboni para la regeneración de África. De todas partes del mundo llegaron representantes de las diversas provincias de los Misioneros Combonianos (MCCJ), así como, están presentes representantes de las Hermanas Misioneras Combonianas (IMC), Misioneras Seculares Combonianas (MSC) y Laicos Misioneros Combonianos (LMC).

El día comenzó con la Eucaristía ante la tumba de San Pedro, donde Comboni tuvo la inspiración del Plan. Sin embargo, este simposio/workshop, como ha recordado el P. Enrique Sánchez (Superior General de los MCCJ) en su homilía, no pretende “contemplar” el Plan de Comboni, por el contrario, partiendo de él, pretende reflexionar y dar gracias a Dios por la realidad que este Plan ha sido desde los tiempos de Comboni. Hoy en día, tenemos que buscar la actualidad del Plan de Comboni, comprendiendo cómo se aplica y nos provoca en nuestro ser misionero. Para ello, advirtió el P. Mariano Tibaldo (MCCJ), debemos encontrar las prioridades en estos días y cómo – en la actualidad – vivir el reto del Plan.

La reflexión comenzó con el hermano Enzo Biemmi que presentó la exhortación apostólica Evangelii Gaudium como una provocación del actual Papa Francisco, que sobre todo encaja con el Plan de Comboni, en relación a la manera como Comboni concebía la vocación misionera.

De hecho, hoy en día, debemos abandonar las ideas preconcebidas del misionero que evangelizó “a los otros”. Necesitamos una conciencia y vivencia misionera que se fundamente en la conversión del propio misionero. Sólo el encuentro del misionero con Cristo le hace proclamar explícita e implícitamente el Evangelio en todas las circunstancias. No se trata por tanto, de un anuncio hacia fuera, sino de la alegría del encuentro con Cristo que se manifiesta en la vida del misionero. Debemos, por tanto, ser conscientes de que sin la conversión del misionero no hay anuncio, ya que sin esta experiencia de gracia, no se puede llegar al corazón del hombre, donde ya habita el Espíritu.

En verdad, el primer punto y origen de la vida misionera y de evangelización es reconocer la presencia de Dios en la persona de otro, dando así un nuevo estilo a la misión. Este fue la forma de actuar de Cristo, que todo lo que hacía lo referenciaba al “protagonismo” del Padre y / o la fe que salva aquel que lo busca para salvarse.

En este contexto, el P. Mariano Tibaldo (MCCJ) habló de los problemas urgentes de la vida misionera. Urgencias, estas, que no están vinculadas a un lugar geográfico, sino que deben responder, de hecho, las exigencias de la evangelización hoy. Fue precisamente sobre esta cuestión que los participantes, en grupos de trabajo, reflexionaron y pudieron compartir con los demás sus conclusiones en asamblea plenaria.

Susana Vilas Boas

Con el corazón en la misión

P._Enrique_Sanchez“Ante la cercanía de la fiesta del Sagrado Corazón –viernes, 27 de junio–, deseo compartir con vosotros esta pequeña reflexión que nos ayude a prepararnos para esta celebración clavando nuestra mirada en ese Corazón abierto del que brota nuestra vocación misionera para adquirir la fuerza que necesitamos en este momento de nuestro viaje como herederos de san Daniel Comboni”, P. Enrique Sánchez G. mccj.

Con el corazón en la misión

“No quiero ocultarle que, cuando la Santa Sede me confió esta vasta y laboriosa Misión, mi conciencia estaba un poco titubeante, porque conocía mi pequeñez ante esta tarea enorme que Dios me había confiado por medio de su augusto Vicario Pío IX, y pensaba que con nuestras fuerzas nunca conseguiríamos establecer el catolicismo en estas inmensas regiones, donde la Iglesia, a pesar de los esfuerzos de tantos siglos, jamás lo había logrado. Entonces puse toda mi confianza en el Sagrado Corazón de Jesús y decidí consagrarle todo el Vicariato el 14 de septiembre próximo. Al objeto de llevar a cabo esta gran solemnidad mandé una circular, y rogué al admirable apóstol del Sdo. Corazón, el P. Ramière, que redactara el acto de consagración solemne, lo cual ha hecho” (Escritos3318).

Queridos hermanos,
Ante la cercanía de la fiesta del Sagrado Corazón, deseo compartir con vosotros esta pequeña reflexión que nos ayude a prepararnos para esta celebración clavando nuestra mirada en ese Corazón abierto del que brota nuestra vocación misionera para adquirir la fuerza que necesitamos en este momento de nuestro viaje como herederos de san Daniel Comboni.

El 31 de julio de 1873, san Daniel Comboni escribió una carta al obispo Joseph De Girardin, de la que tomé el texto con el que comienzo mi reflexión.Lo elegí porque creo que contiene algunos elementos que se corresponden con la realidad con la que nos enfrentamos en este momento de nuestra vida y de nuestra misión y que merecen una reflexión por nuestra parte.

Igual que en aquel tiempo, también hoy se puede decir que la misión que nos es confiada sigue siendo extensa y laboriosa;a menudo parece mucho más exigente y más allá de nuestras fuerzas.Y esto – lo digo sin rodeos – no es una ayuda para vivir de manera responsable y eficaz.

Durante los últimos treinta años, el Instituto ha crecido considerablemente en su proceso de crecimiento y se ha involucrado en muchas áreas, en muchos frentes y en muchas diferentes realidades misioneras cuya magnitud es evidente.El inmenso Vicariato de África Central se ha convertido para nosotros en más inmenso todavía, con presencia en cuatro continentes y una diversidad de compromisos misioneros de tal envergadura que nos hace creer que estamos presentes en todos los frentes de la misión.Esta realidad, para algunos de nosotros, es un bien, parece responder a la necesidad de hacer valer el propio ego, nos hace creer que somos grandes misioneros porque llevamos el Evangelio a todos los rincones del planeta y a todas las periferias de la humanidad, para usar una expresión querida por el Papa Francisco.

A la inmensidad, hay que añadir el trabajo arduo, la complejidad de una misión que demanda, desafía, pasa por un cambio profundo debido a una transformación de ritmo frenético del mundo y de la sociedad.La misión está cambiando sin darnos tiempo para averiguar qué dirección hemos de tomar y, parece haber una incapacidad de nuestra parte, para anticiparnos a estos cambios.

Pero el trabajo duro que requiere la misión hoy se convierte en un desafío para nuestra creatividad, nuestra capacidad para cuestionarnos a nosotros mismos, a soñar para emprender nuevos caminos que nos pueden obligar a caminar sobre tierra desconocida, inédita – como se nos ha dicho hace algún tiempo – que nos invita a no vivir de rentas de la herencia recibida que puede llevarnos a engaño con una pretensión de omnipotencia misionera.

Comboni, en la carta de 1873, se confesaba indeciso debido a su pequeñez.También hoy nosotros estamos siendo conscientes de nuestra pequeñez, y no sólo porque las estadísticas nos recuerdan la continua disminución de la plantilla.Creo que no es sólo una cuestión de números.Creo que esta pequeñez nos puede hacer entender que nuestras fuerzas no serán nunca suficientes para responder a las necesidades de la misión y que el Señor no hace sus cálculos usando las matemáticas.

Sagrado Corazón¿Hacia dónde dirigimos, pues, nuestra mirada, de dónde obtener las fuerzas y la luz para vivir radicalmente nuestra vocación misionera comboniana?

Creo que nosotros hoy día, la pequeñez tenemos que medirla mirando a nuestra calidad de vida, a la coherencia en el cumplimiento de nuestros compromisos y opciones personales de vida que hemos hecho, la capacidad de no ser superficiales en vivir nuestra consagración religiosa para la misión, nuestra total disponibilidad a ir a servir a los pobres, a la libertad de no dejarnos engañar por las sugestiones fáciles de nuestro mundo: el consumismo, la apariencia, la superficialidad, etc.

Sin apuntar con el dedo a nadie en particular, y sin querer regañar, creo que cada uno de nosotros debe reconocer su pobreza, su fragilidad y sus límites, la tentación de hacer de la misión algo que me es útil y no más bien una realidad que me llama a entregarme incondicionalmente y sin usar pretextos para convertirla en una “misión a medida”.

Tengo una profunda admiración por tantos hermanos que viven con enorme entusiasmo, dedicación y sacrificio en situaciones de violencia indescriptible y peligro.Son esas piedras ocultas con las cuales – Comboni nos recuerda – hay que construir la misión.Es a la luz de estos testimonios que tenemos que medir nuestra respuesta a la llamada que hemos recibido y vamos a descubrir lo grandes, fuertes y capaces que podremos ser para abrazar la misión que se nos confía hoy.

Comboni dijo humildemente: “Pensé que con nuestra propia fuerza nunca lo conseguiremos”.No es una expresión de desaliento, es la convicción de tener entre manos una misión que no depende de nosotros.“Así que deposité toda mi confianza en el Sagrado Corazón de Jesús”.Tal vez, y sin tal vez, creo que es el momento para nosotros de hacer esta experiencia de abandono y confianza, de fe y apertura a la acción de Dios en nuestras vidas, lo cual no quiere decir refugiarse en una espiritualidad que nos saque de la realidad, de la responsabilidad de participar en la construcción del Reino.

La confianza en el Sagrado Corazón de Jesús es para nosotros hoy día, el reto que nos obliga ensuciar nuestras manos en la transformación de nuestra humanidad, a través de nuestro servicio misionero, sin olvidar que el único y verdadero protagonista de la misión es y será siempre el Señor.

Si Comboni quiso consagrar su Vicariato a este Corazón, que no es sino el amor infinito de Dios por cada uno de nosotros y para todos aquellos a quienes somos enviados como misioneros suyos, creo que vale la pena que vivamos esta celebración, renovando nuestra disposición, para que el Señor cumpla en nosotros sus planes, reconociendo que la misión que brota de su corazón tiene un futuro brillante. Debemos vivir en la confianza de que el Señor no nos va a defraudar.
Feliz fiesta a todos.
P. Enrique Sánchez G. mccj