Laicos Misioneros Combonianos

Nueva comunidad LMC internacional en Cracovia

LMC en CracoviaEsto es ser misionera, ser capaz de aceptar los cambios con alegría e ilusión allá donde éstos nos lleven y con los hermanos que sea. Y es mucho más fácil cuando descubro con entusiasmo, que también en Cracovia me siento en familia y en casa. La comunidad me ha recibido con mucho cariño y el conocer a mis nuevas compañeras de aventura sólo ha hecho aumentar mis ganas de llegar a África. Comunidad internacional, tres polacas y una española hablando en inglés y con la intención y el deseo de aprender pronto el Acholi.

Somos Monika, Ewa, Asia y yo Carmen, y a pesar del frío del invierno polaco hay mucho calor en nuestros corazones y toda la voluntad de recorrer este camino juntas como comunidad. No sé si son las ganas que todas tenemos pero hemos conectado de maravilla y se respira muy buen ambiente.

Seguimos con el proceso de formación intentando asimilar e interiorizar cosas tan necesarias como saber quiénes somos (laicas combonianas) nuestra historia y lo que significa integrarse y entrar en una cultura desconocida, diferente y a la que queremos acercarnos con el mayor respeto posible.

Creo que somos un equipo que se va a complementar bastante bien, donde hay mucha frescura y esa alegría por vivir el Evangelio y la Misión, que el Papa Francisco nos está recordando y que nosotras trataremos de no olvidar en ningún momento de nuestra experiencia en Gulu (Uganda).

No podía haber sido más positivo este comienzo de año con mi familia, la familia comboniana, con las laicas polacas y los Padres combonianos de la comunidad de Cracovia. Juntos consiguen transmitir esa idea que todos soñamos de unidad y de entusiasmo por un mismo objetivo: seguir a Jesús al lado de los últimos.

Carmen Aranda Arnao. LMC

El Plan de Comboni

Plan de ComboniEn estos primeros días del año 2014 hemos iniciado las celebraciones por el 150º aniversario del “Plan de Comboni para la regeneración de África” con una propuesta de reflexión que el Consejo General ha enviado a todos los hermanos y están entre manos otras iniciativas que pretenden ayudarnos a vivir este acontecimiento como una ocasión para acercarnos más a las grandes intuiciones misioneras de san Daniel Comboni y hacerlas nuestras.

En Roma y en las provincias y delegaciones de todo el Instituto habrá celebraciones, encuentros de reflexión y de trabajo y momentos de animación misionera para conocer mejor no sólo el texto del Plan, sino sobre todo el espíritu que hay en esas páginas, escritas por Comboni de un jalón, con grande pasión y entusiasmo misionero.

Las mismas páginas han sido reescritas luego, no con el lápiz y la tinta, sino con la vida de tantos misioneros y misioneras que con gran generosidad han aceptado la herencia de la misión como era concebida por nuestro padre y fundador. Así que el Plan no es algo que pertenece sólo al pasado sino una linfa que nos acompaña en el presente.

Celebrar el aniversario será también una ocasión para entender mejor cuanto sea actual la propuesta misionera contenida en el Plan y cuánto sea urgente traducir en nuestro lenguaje y para nuestro tiempo las intuiciones descubiertas en un pasado que cumple 150 años.

Se trata de hacer memoria de un don recibido hace mucho tiempo, para descubrir la actualidad de un espíritu y de estrategias misionera que son válidas también para nuestra época y para nuestra humanidad necesitada siempre de encontrar al Señor.

En el intercambio de las propuestas para la celebración de este aniversario, surgió el deseo de favorecer un camino que ayude a superar la tentación de realizar un simple ejercicio de recordar un momento de nuestra historia para buscar ante todo lo que nos permite apropiarnos de cuanto el Espíritu Santo ha hecho entender a san Daniel Comboni como camino para una misión nueva que fuese una respuesta a las urgencias y desafíos de su tiempo.

A nosotros se nos confía la tarea de encontrar el modo de actualizar la propuesta de vida contenida en el Plan y que el Señor tiene hoy para nosotros y para los hermanos y hermanas que nos encomienda en el servicio misionero.

Este año tenemos una ocasión extraordinaria no sólo para redescubrir el Plan de Comboni, sino también para escribir nuestro plan, el plan que el Señor nos inspira hoy en la medida en que somos conscientes de la urgencia, de los desafíos y de la dramaticidad de nuestro tiempo y de la continua premura fiel de Dios hacia sus hijos.

No hace mucho, en el último Capítulo General, nos pusimos como tarea recorrer el camino que conduce del Plan de Comboni al plan de los combonianos. El año 2014 es quizá el momento para preguntarnos a qué punto estamos, a nivel personal, de provincia y de Instituto.

¿Qué es el Plan?

Hay distintos modos de acercarnos al Plan y de poder compartir con ustedes sólo una breve reflexión que pueda ayudarnos para intentar elaborar nuestro plan personal o, al menos, iniciar lo que podría ser un esbozo.

Todos somos conscientes del hecho que, cuanto tenemos en mano el texto del Plan escrito por Comboni, estamos ante el resultado de un trabajo que ha tenido un largo camino y que al final se plasmó en pocas páginas que no pueden expresar la fuerza, los sentimientos, el valor, la esperanza, la confianza, las alegrías y las dificultades que, aunque están contenidas en aquellas páginas aparentemente frías e inexpresivas, contienen un espíritu que revela la grandeza de lo ahí está escrito.

El Plan no es el texto, sino la vida escondida en las palabras, los pensamientos, las intuiciones, los sueños y los anhelos que fueron el motor capaz de mover las manos de Comboni para dejar huella de lo que el Espíritu quería expresar y que va mucho más allá de las ideas y de las estrategias que de algún modo serán la respuesta al grito que se eleva e inoportuna los oídos de Dios para suscitar su misericordia.

Me agrada decir que el Plan es la mediación ofrecida por Comboni que, impregnado por el Espíritu, permite a Dios realizar su proyecto misionero; es la puerta que se abre para dejar a Dios entrar en la historia de sus hijos que necesitan de él y se cumpla así su sueño misionero.

El Plan, antes que ser documento escrito, fue un sueño y una pasión, una fuerza incontenible en el corazón de Comboni.

Es la expresión del amor – fuente de la misión – hacia los más pobres y abandonados. Amor que se vuelve real y realizable. Es la respuesta concreta a una realidad que no puede ser ignorada ni olvidada porque está hecha por personas con nombre y apellido, de dramas y urgencias; de promesas y de dones que non han permitieron que Comboni se involucrara – en su tiempo – y que no permiten hoy, a cada uno de nosotros, posponerlo a un mañana que no llegue nunca.

Visto a través de la persona de Comboni, el Plan es la disponibilidad total a pagar de persona el no dar marcha atrás, aunque ello puede conducir a desquiciar continuamente nuestra vida, a donarla poco a poco, porque hacer causa común con los pobres no conlleva ganancias.

El Plan es la expresión de una pasión misionera que no puede ser contenida por muros de contención ni disminuida o desanimada por problemas y dificultades, porque se trata de la fuerza de Dios que se sirve de la fragilidad humana para manifestar su grande amor.

En las páginas del Plan nos encontramos ante el deseo de Dios y el sueño de Comboni que se entrelazan y se confunden convirtiéndose en una idéntica pasión, apagada sólo en el árbol de la cruz y el grito de: “África o muerte”.

Es la experiencia de encuentro, de comunión profunda, de intimidad tan fuerte que las palabras pueden diluirse o el escrito desaparecer, pero el don total de sí permanece como testigo de una alianza que tiene a la misión y a los pobres como única pasión.

En la profundidad del Plan se halla el sueño de Comboni de un África abierta a Dios y a su proyecto redentor. El sueño de ver los pueblos africanos reconocidos y respetados en sus derechos y en su dignidad. El augurio de poder contemplar un continente iluminado por la luz del Evangelio que no tolera el engaño ni la injusticia ni festeja con la violencia ni con la muerte.

 ¿Que se nos pide hoy?

315_ES_Plan_ComboniAcercándonos a la herencia del plan,  ninguno de nosotros puede ignorar algunas preguntas que parecen evidentes cuando queremos tomar en serio nuestro ser misioneros y combonianos. ¿Pueden ayudarnos a imaginar un plan nuestro? Es más que un buen augurio. ¿Cuáles son nuestras pasiones? ¿Qué se mueve en nuestro corazón cuando contemplamos la realidad misionera de nuestro tiempo? ¿Dónde se concentra nuestro entusiasmo y dónde gastamos hoy nuestras energías? ¿Dónde encontramos los deseos de Dios por la humanidad y dónde nuestra disponibilidad a vivir sólo para la misión? ¿Cuánto el amor de Dios por los más pobres y abandonados es la energía que nos vuelve disponibles a todo por el Reino? ¿Dónde están los sueños que pueden ayudarnos a inventar el Plan que Dios se espera de nosotros para esta humanidad donde la misión sigue siendo el gran desafío para todos los que se dicen discípulos de Cristo y con mayor razón para nosotros que hemos recibido la vocación misionera?

Sería muy bello que al final de este año de celebraciones llegásemos a formular un nuevo plan, aunque sea modesto, para la misión que nos desafía como combonianos. Un plan que demuestre cuánto el carisma de Comboni sea actual todavía, vivo y fecundo.

Un plan que nos ayude a crecer en la confianza y en la certeza de que el Señor sigue trabajando junto con nosotros y nos prepara nuevos tiempos que nos harán vivir aún la alegría de la misión, a pesar de nuestra pobreza y fragilidad.

¿Cómo soñamos la misión en nuestro tiempo y qué estamos dispuestos a hacer para colaborar con el Señor en la realización de su proyecto para quienes él ama con todo el corazón? Seguramente que el grito y el sufrimiento de tantos hermanos y hermanas en todos los rincones de nuestro mundo nos ayudarán grandemente para tratar de dar nuestra respuesta, aunque sea modesta.

San Daniel Comboni nos acompañe en este sueño.
P. Enrique Sánchez G., mccj
Superior General

Visita a Polonia

Hola a todos. Como muchos sabéis la pasada semana estuve visitando al grupo de Polonia. Ha sido una semana muy interesante. En primer lugar me gustaría destacar el fin de semana pasado con el grupo de jóvenes candidatos a LMC. En Polonia tenemos una gran cantera de chicos y sobre todo chicas con interés misioneros que se acercan a este grupo con el fin de conocer esta vocación y con voluntad de servicio a la misión. Es un grupo grande, dinámico y con mucho interés y disponibilidad.

Durante el sábado estuvimos trabajando por grupos y en plenario sobre lo que significa ser Laico Misionero Comboniano y lo que supone participar en el grupo. Fue un momento bonito donde compartir expectativas, ilusiones, dudas e interrogantes sobre esta vida misionera laical.

En la noche compartimos el testimonio misionero de Monikę Krasoń (polaca) y Carmen Aranda (española). Dos de las LMC que se están preparando ahora para partir a Uganda como comunidad internacional; también algo de mi experiencia en Mozambique. Poco tiempo pero bonito.

También tuvimos tiempo para participar el domingo en el envío oficial de Joanna Owanek y Ewa Maziarz desde su parroquia (las otras dos LMC polacas que formarán parte de esta comunidad internacional). Esta misa presidida por su Obispo Monseñor Nitkiewicz, fue acompañada por el párroco, algún otro sacerdote diocesano y 6 misioneros combonianos de las dos comunidades de Polonia encabezados por el P. Gianni Gaiga (representante en Polonia del vicario general). Fue muy bonito el ver como toda la comunidad, con su obispo a la cabeza se responsabilizaba de estas laicas que son enviadas a misión, tanto espiritualmente como también con un compromiso económico que les posibilite viajar, tener un seguro médico y social así como algo de dinero para mantenerse. Creo que tenemos mucho que aprender de la Iglesia polaca en este sentido. Desde Cracovia (unas 3 horas) también fuimos 7 coches con los jóvenes del encuentro, así que estuvieron muy arropadas por toda la familia comboniana (continuaremos con este apoyo en su tiempo de formación y destino en Uganda).

El fin de semana dio también para poder hablar de manera particular con algunos jóvenes, para compartir inquietudes vocacionales y preguntas concretas sobre el quehacer misionero. Esperemos que muchos de ellos encuentren aquí su camino y compromiso al servicio de la misión.

¡16 años caminando como LMC!

El 25 de enero de 1998 en la casa de los Misioneros Combonianos de Maia (Oporto), comenzó la aventura de los Laicos Misioneros Combonianos en Portugal. Muchos fueron los que asistieron a esta primera reunión, y Dios quiso que, con el esfuerzo de algunos, esta aventura estimulante continúe hasta hoy.
En la actualidad, los LMC, dentro y fuera de sus fronteras, dan testimonio de Cristo como St. Daniel Comboni. De hecho, para nosotros “no hay ni Judío ni Griego, esclavo ni libre, no hay varón ni mujer, porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Ga 3, 28), por eso debemos anunciar a Cristo – Luz del mundo y Alegría de la humanidad – a todos los hombres y mujeres. Para nosotros, esta llamada desafiante pasa por el anuncio explicito, así como también por el desarrollo y la promoción humana.
16 años después, somos parte de la gran Familia Comboniana y, en particular, de la gran familia LMC extendida por todo el mundo. Hoy, queremos dejar un agradecimiento a todos los que “sembraran y cuidaran” esta semilla LMC y a todos los que, con nosotros, siguen viviendo esta apasionante aventura que nos hace atrevemos a ir más lejos por los caminos de la misión.

por Susana Vilas Boas

Envío oficial de una Laica Misionera Comboniana en Polonia

Monika“La misión no es ir de viaje, porque la misión no es un tour turístico por el mundo, sino que somos enviados en una misión ” – subrayó monseñor Victor Skworc, quien envió a Monika Krason nuestra LMC de Polonia para trabajar en Uganda. Monika irá de misionera a Gulu, donde trabajará en un orfanato dirigido por los Misioneros Combonianos. Ella va a pasar dos años sirviendo a los más pobres y abandonados, donde dará testimonio del amor de Dios, que no se olvida de los africanos.

El envío oficial tuvo lugar el 12 de enero en la parroquia de su familia en Łaziska Górne. Fue en la iglesia de Nuestra Señora Reina del Santo Rosario en la presencia de familiares, amigos, Misioneros Combonianos, Laicos Misioneros Combonianos y todos los feligreses. Fue un evento inusual, porque Monika es la primera misionera en su parroquia.

En la homilía, el Arzobispo destacó que somos responsables del futuro del Evangelio y que tenemos que compartir con aquellos que no lo han oído todavía. Todo el mundo está llamado a ser misionero, no importa si es en tu país o en un país de misión lejano, a veces a miles de kilómetros de distancia. Monika decidió ir a África. Es un trabajo muy bonito, pero también muy difícil, por lo que es importante apoyarla especialmente en la oración. El arzobispo aseguró Monika que la Iglesia y su parroquia la apoyarán en su compromiso como LMC tanto en la oración como a través de la ayuda material.

Monika recibió la cruz del Arzobispo. Esa cruz será la guía en su trabajo misionero, la ayudará en los peligros y será consuelo en los tiempos difíciles. Fue una experiencia inusual y hermosa para Monika, aquí está el verdadero comienzo de la misión. Deseamos a Monika todo lo mejor, momentos hermosos en Uganda y una buena experiencia de una misión entre los Acholi. Y, por supuesto, todos prometemos un recuerdo en la oración.

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LMC Polonia