Laicos Misioneros Combonianos

Niños y pobres se alegran con mi presencia

Lety LMCTestimonio de Leticia Ordoñez Bañales

Originaria de Guadalajara, México, esta Laica Misionera Comboniana (LMC) decidió acompañar a la comunidad católica de Rondos, un pequeño pueblo ubicado en las alturas de la provincia de Lauricocha, en el departamento de Huánuco, desde noviembre del 2011. Termina su compromiso este año y a continuación nos narra su experiencia.
Mi vocación empezó cuando tenía 16 años al participar de una misa de envío misionero. La parroquia organizó el evento para despedir a un sacerdote comboniano que partía para África. Sentí el llamado de Dios y en 1988 entré como religiosa a las Misioneras de Guadalupe. Aun así, no sentía realizada mi vocación y en 1999 me retiré para participar de los campos de misión en Guatemala con las Obras Misionales Pontificias Episcopales de México (OMPE) hasta el 2000.
En el 2001 ingresé a los LMC y al mismo tiempo trabajaba en la notaria parroquial de los Santos Crispin y Crispiniano de Guadalajara. En 2004, tuve que dejar todo y viajar a México DF para participar en una experiencia de formación comunitaria con otras laicas combonianas.
Llegué por primera vez al Perú junto con Rocío Quintero, mi compañera mexicana, en 2005. Las dos fuimos enviadas a Huarin, en la sierra de Huánuco. Salomé Flores, una laica peruana, se unió a nosotras y nos acompañó por un año. Rocío tuvo que volver a México luego del segundo año. Al tercer año llegaron los laicos peruanos Doris Pereira y Enrique García. Volví a mi país y entre 2009 a 2011 participé, junto a las LMC mexicanas Marcela Alanís y Olivia Ayala, de la nueva misión de Metlatonoc en el Estado de Guerrero.
Actualmente, Rondos es el pueblo en el que desempeño mi misión desde noviembre del 2011. Cuando llegué, encontré nuevamente a Rocío. Juntas llevamos adelante el trabajo con las mamitas y la enseñanza a los niños de la localidad. Damos clases de religión en las escuelas primarias y catequesis bíblica a niños y jóvenes. Mantenemos abierta la biblioteca durante los meses de verano y organizamos las vacaciones útiles con cursos taller para los alumnos. Aparte tenemos formación en la Escuela de Madres y preparamos a los candidatos para los sacramentos. Especialmente, motivamos a las parejas a casarse por la iglesia, pero solo hubo un matrimonio en 2013. Las fiestas patronales son las épocas de mayor demanda para los sacramentos. Siempre consideramos en nuestra agenda la visita a los enfermos y la ayuda a los pobres y ancianos desamparados.
Esta segunda experiencia en Perú se ha caracterizado por la soledad que muchas veces me ha tocado vivir. Luego de seis meses, Rocío tuvo que regresar a México. Después de un tiempo llegó Daniel, un LMC peruano, con un gran deseo de colaborar y gran amigo de los niños. Pero solo permaneció 7 meses. El tiempo que estuvo logramos hacer un gran trabajo de equipo. El año pasado enviaron a Sharliman, una LMC brasileña, quien no pudo acostumbrarse a la altura de 3650 msnm y tuvo que pedir su traslado para Arequipa a un mes de llegar a Rondos. Sin embargo, todo el tiempo que estuve sola, Dios y María Santísima han sido mi compañía.
Les confesaré que varias veces le digo a Dios: “¿Qué es lo que hago aquí sola?” Y la respuesta llega de los niños que tocan la puerta para pedirme algo; las mamitas que me preguntan “¿Cómo estás?”; los jóvenes que me dicen: “Te he venido a visitar”; los enfermos y abandonados que se alegran con mi presencia. Los niños de la escuela exclaman de alegría ¡la hermana Lety! ¡He ahí mi razón de estar presente en medio de ellos! Se preguntarán ¿Por qué no me quedo? Porque necesito de mi familia de sangre y ellos de mí. Además Rondos tiene derecho a que TÚ ocupes mi lugar.
Revista Misión sin Fronteras

Deja un comentario

Acepto la Política de privacidad