Laicos Misioneros Combonianos

“Razones del corazón”

LMC PortugalHay muchas razones que lo hacen palpitar.

Pero es una, sólo una, la esencia de las razones, que marca el ritmo de todas las demás ¡”el amor”!

Es el que orienta toda nuestra vida.

Pero, como seres humanos que somos, y porque, cada vez vivimos más en un mundo de la razón y para la razón, vemos el amor como una fórmula química que podemos manejar de acuerdo a nuestra voluntad.

El corazón tiene sus límites, ¡lo sabemos!

Los derrumbamos, volvemos a levantarlos y volvemos a eliminarlos…

¡¿Pero tiene que ser así?! ¿No podemos aprender? ¿No podemos ser valientes? ¿no podemos creer?

¡Quizás, sólo necesitemos un poco de coraje, de esperanza y creer!

Tal vez no habrá límites si elegimos hacerle frente, curarlos, ¡acogerlos!

Tal vez el corazón después de todo pueda ser ilimitado si tenemos el valor para decidir que el Amor no tiene límites.

Y si se trata de la pasión de Cristo, en su dolor por nosotros, donde encontramos el bálsamo de la misericordia, ¡sanaremos nuestras heridas sumergiéndonos en su amor!

¡No basta pedir, agradecer, orar!

¡Es obligatorio experimentar el perdón en nosotros y para nosotros!

Para después vivir en el otro y para el otro la alegría del amor…

Seamos un buen legado de su Pasión de Corazón abierto, sano y lleno de razones para vivir…

Cristina Sousa

Maia, 27 de Mayo de 2016

Mensaje del Consejo General MCCJ para la fiesta del Sagrado Corazón

ComboniQueridos hermanos:
En vísperas de la fiesta del Sagrado Corazón, nos sentimos atraídos e invitados de manera especial a contemplar este Corazón, expresión fecunda de toda la vida de Jesús. Les invitamos a reflexionar sobre ese momento histórico de la muerte de Jesús en la cruz, un evento que cambia el sentido de la historia. Un hecho histórico y simbólico al mismo tiempo que se repite en la vida de todos los crucificados en el mundo de hoy.

Ese año, la Pascua de los judíos era diferente. El viernes, día de la preparación, mientras todos se disponían a celebrar la gran fiesta, fuera de los muros de la ciudad, en el lugar llamado de la ‘calavera’, tres hombres terminaban sin reconocimiento alguno su corta vida. Uno de ellos se llamaba Jesús. Su vida, en gran parte, la había transcurrido tranquilamente en una pequeña y desconocida aldea de Galilea. También, los últimos tres años, se había convertido en un peregrino que recorría los caminos de Samaria, Judea y Galilea.

Hacía el bien a todos, curaba a los enfermos, sentía compasión por las multitudes, sobre todo, cuando las veía cansadas y dispersas. Sus palabras, llenas de autoridad, eran escuchadas con gusto porque calentaban el corazón. Sin embargo, un grupo influyente lo miraba con sospecha, lo consideraban un peligro al status quo porque amenazaba sus privilegios. Y un día, el viernes, antes de la Pascua, lo crucificaron. El día terminaba rápidamente, como tantas veces. Jesús colgado de la cruz, había cerrado sus ojos: mirando che ya estaba muerto, no le rompieron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza e inmediatamente salió sangre y agua (Jn 19, 33-34).

Junto a la cruz de Jesús estaban María, su madre, y el discípulo que Jesús amaba. Ellos vieron aquel corazón atravesado por la lanza que se abría humildemente y contemplaron el milagro. Otros se acercaron, lo observaron y creyeron. Vieron el agua y la sangre que salían como ríos de agua de vida nueva para el mundo. Se cumplían las palabras que Jesús mismo había dicho poco antes en Jerusalén, en la fiesta de las Cabañas: Quien tenga sed, venga y beba quien crea en mí; como dice la Escritura: ríos de agua viva brotarán de su corazón.

Como fuente inagotable, este corazón no se cansa de saciar la sed de todos aquellos que se acercan a Él. Junto a María, su madre y al discípulo que Jesús amaba, le seguían María de Magdala y Tomás, Margarita María Alacoque y Daniel Comboni y muchos otros que han encontrado en este corazón humilde y misericordioso una nueva visión del mundo y de la vida. Han redescubierto alegría y valor cuando su corazón experimentaba la amargura; fuerza y pasión para lanzarse de lleno a la misión, cuando la esperanza disminuía: Ahora, con la cruz que es la sublime efusión de la caridad del Corazón de Jesús, nosotros nos volvemos potentes (E 1735).

La fiesta del Corazón de Jesús, en este año de la Misericordia, nos invita a descubrir el supremo acto de amor de Dios, hasta el final. Es la invitación para que aprendamos de Comboni a contemplar el Corazón del Buen Pastor y a ponerlo al centro de nuestra vida. Cuando los hermanos, la gente o el trabajo difícil de la misión nos consumen, haciéndonos perder el entusiasmo y la alegría de servir, estamos invitados a contemplar este corazón: …Que de la contemplación del Corazón herido de Jesús se pueda siempre renovar la pasión por los hombres de nuestro tiempo, que se expresa con amor gratuito en el compromiso de solidaridad, especialmente hacia los más débiles y vulnerables. De ese modo podrán continuar a promover la justicia y la paz, el respeto y la dignidad de todas las personas (Palabras del Papa Francisco a los Misioneros Combonianos, 01.10.2015).
El Consejo General MCCJ

Tiempos de cambio

nuevas-LMC-MongoumbaEl día 13, día de la Virgen de Fátima, comenzaron los cambios en la Comunidad Apostólica de Mongoumba, con la salida del P Maurice para Roma, donde tomará parte en la formación para convertirse en formador de los jóvenes que quieren ser, ellos también, misioneros Combonianos. Que María interceda por él para adaptarse bien a su nueva comunidad, donde pasará este periodo de formación, y para que dé un buen testimonio de fe y amor a todos los que se crucen en su camino.

El día 23 tuvimos la alegría de recibir Ana, joven LMC polaca, de llega de Kinshasa, donde ha estado aprendiendo francés. Pedimos al Señor de la mies que nos ayude en este tiempo de integración para Anna a ser un ejemplo de amor, alegría y también de compasión y servicio a este pueblo al que fuimos enviadas.

Ayer fue el turno de llegar desde París, donde estuvo aprendiendo francés el P. Fernando, de México. En estos primeros meses de su estancia en Centroáfrica la comunidad de Mongoumba apostólica crecerá, será allí donde el P Fernando aprenderá el Sango. Donde irá después no se sabe…

El mes de julio será de nuevo tiempo de cambio con la salida de Elia. ¡La misión se quedará sin una piedra muy fuerte… de yeso! ¿Volverá algún día? Eso ¡sólo Dios lo sabe! Por ahora, no podemos más que agradecer desde ya, todo el bien que hizo a este pueblo y a esta comunidad. Que el Señor le acompañe siempre.

M-Augusta-Mongoumba

Un fuerte abrazo a todos los LMC y en especial a todos los que han celebrado sus cumpleaños.

Maria Augusta y Elia.

LMC RCA

Algunas son hermosas victorias

carcelAlgunas son hermosas victorias, pequeños logros nacidos de las batallas que tienen el sabor del esfuerzo, compromiso, esperanza, diseño, sueño, pero la mayoría están construidas en una camino largo de aquel que nunca se rindió, a pesar de las dificultades.

Estas pequeñas victorias son alegrías que se comparten en el equipo de trabajo formado por personas que creen en lo que hacen, que con confianza y humildad hacen posible día a día el trabajo diario de la pastoral penitenciaria.

Hoy, por fin, comenzamos la catequesis en la prisión de máxima seguridad de Nelson Hungria.

Nuestra alegría, junto con aquellos que participan, nace después de una larga espera, debido a los permisos necesarios, enredos burocráticos que habrían desalentado a mucho… pero ¡NO A NOSOTROS! Hemos mantenido la fe y la constancia en nuestra meta, para tratar de realizar un pedido hecho por los propios presos, mediando con la parte “institucional” que no tienen confianza en el trabajo de desarrollo y recuperación con los presos. Algunos creen que es tiempo perdido, que no vale la pena, que los que están en prisión no tienen derecho a nada, ni siquiera para buscar a Dios o a sí mismos, simplemente a estar dentro de una celda oscura. Pero es precisamente en esta oscuridad que viene el deseo de volver a “ver”, de encontrarse nuevamente, para abrazar el misterio que golpea el alma humana. Nadie tiene derecho de negar la necesidad y la búsqueda espiritual que es propia del ser humano. Por tanto, nuestra lucha fue para satisfacer una demanda que viene de una búsqueda personal, de un deseo de buscar a Dios y buscarse a uno mismo.

Hoy comienza un nuevo camino con un pequeño grupo de presos, y finalmente, en una sala donde se pueden poner en círculo libremente sin ningún tipo de impedimento por barras, esposas, divisores de espacio físico, agentes de seguridad.

Es muy emocionante lo que se comparte, fuertes, humanos, llenas de preguntas y deseos. Caminos que se construyen juntos, donde todos comparten y enriquecen al otro, donde se enseñan los unos a los otros, donde se comunican emociones, alegrías y heridas de una vida que se desea reconstruir, una vida que no quiere sentirse perdida o arruinada por el peso de la culpabilidad o la condena de las personas.

Sea bendecido este camino, sea bendecida esta sed de Dios que engrandece el corazón, que rompe fronteras y los barrotes de una prisión hecha de carne y de humanidad en la búsqueda del camino.

Viva la vida que es capaz de nacer y crecer, vivan las personas que la ayudan a crecer, viva la voluntad de colocarse en el camino y no tener miedo de hacerlo.

Entre los derechos que deben ser respetados a los prisioneros se encuentra el derecho a la asistencia religiosa.

Todos los presos tienen libertad de culto/religión, y el derecho a practicarlo en su unidad de prisión, nadie está obligado a participar si no quieres.

Emma, ​​LMC en Brasil

Entrevista a Ana Obyrtacz en Radio Maria en Congo

  1. Anna Congo Hola Anna. ¿Podrías presentarte a la audiencia? Háblanos de tu familia

Buenos días padre. Buenos días a todos.

Mi nombre es Anna Obyrtacz. Soy de Cracovia en Polonia. Soy cristiana, católica y Laica misionera comboniana. Tengo 30 años. Estoy en Kinshasa desde el 22 de enero de 2016. He venido aquí para aprender francés. Todavía estoy en Kinshasa durante una semana y luego me iré a la República Centroafricana para la misión por dos años. Voy a trabajar con los pigmeos de Mongoumba. El pueblo está situado a unos 200 km al sur de Bangui, capital de la República Centroafricana.

Mi familia vive en Polonia y está a la espera de mi regreso, 🙂 pero espero que vendrán a verme algún día a África. Nací en una familia de 4 hijos y yo soy la penúltima.

Mi familia está compuesta por mi padre Jean, mi madre Joséphine, mis hermanos y hermanas. Mi hermana mayor se llama Kinga después de ella viene mi hermano Christoper, después yo y por último mi hermano pequeño Michel. Mi hermano mayor está casado y es padre de dos hijos, un niño y una niña.

  1. ¿Polonia es un país más católico que el Congo?

Con el tiempo que pasé aquí en Kinshasa cuando miro los números, puedo decir que en el Congo como en Polonia hay muchos cristianos católicos. Pero también podemos decir que el número no refleja la verdad.

Para mí la comparación es difícil porque no tenemos las mismas realidades y tampoco me gusta comparar la fe. Y, además, creo que no se trata de números, sino de la “calidad” de nuestra fe.

  1. ¿Cómo es tu vocación laical Comboniana?

Dicen que la vocación es un misterio 🙂

Creo que mi vocación comenzó mucho antes de que yo pienso.

Cuando era joven, nunca pensaba en las misiones. Siempre quise vivir y trabajar en Polonia mi país. Pero hoy creo que el trabajo es el mismo en todas partes del mundo, también la gente es igual en todas partes del mundo.

Conocí a los misioneros combonianos (mccj), en marzo de 2012 en Cracovia, en una adoración que organizaron por los misioneros mártires. En Polonia hay dos comunidades combonianas, una en Cracovia y otra en Varsovia.

Yo estaba involucrada en las reuniones de pastoral misionera con los estudiantes.

También soy parte del movimiento misionero TUCUM, asociado con los Combonianos en Polonia que ejercen su actividad misionera en las parroquias. Son personas que quieren vivir conscientemente y trabajar juntas. Nuestras actividades: la oración, los actos de caridad, la promoción de la misión. Tenemos un signo de pertenencia al movimiento que es el anillo negro.

También trabajé con niños. Era un grupo de niños de mi parroquia. Después también llevé un grupo de infancia misionera para los niños de mi parroquia en Cracovia. Teniamos reuniones una vez por semana, estudio de la palabra de Dios y hablar sobre temas misioneros. Invitamos a los misioneros al grupo y también vemos películas misioneras. Siempre oramos por las misiones.

También hacía voluntariado con una Fundación polaca que ayuda a los pacientes de hematología y oncología.

Antes de venir aquí, estaba trabajando como especialista en el departamento de inversiones – en una institución pública para la construcción y mantenimiento de la vía pública.

Toda mi vida es un tiempo de discernimiento de mi vocación. Quiero vivir plenamente y en verdad por Dios, aunque humanamente pueda flaquear a menudo, sé que hay Alguien en quien siempre se puede confiar.

Dios está conmigo todos los días en cada paso de mi vida. Él ha preparado para mí un camino, y me ha mostrado las señales. Me ha permitido descubrir mi identidad laical, mi identidad Comboniana y mi identidad misionera. A continuación, ÉL me ayudó a tomar la decisión de partir a misión. Dios me ha quitado el miedo y me dio fuerza y ​​confianza.

El momento más importante de mi vocación ha sido la formación de la comunidad LMC:

  • Cada mes tenía una reunión de formación para explorar y descubrir el carisma y la espiritualidad de San Daniel Comboni
  • La oración individual (meditación)
  • La oración comunitaria
  • El discernimiento con los otros
  • La dirección espiritual

Cada día descubro mi vocación, para mí es un proceso continuo.

  1. ¿Por qué elegiste África, precisamente Centroáfrica para ir a misión y no en otra parte?

Después de descubrir mi vocación LMC no he pensado en ningún lugar de misión particular. Sólo sabía que me dispondría para donde fuese necesario o donde pueda ser útil, como dicen las palabras de nuestro fundador, San Daniel Comboni, “para los más pobres y abandonados”. Para mí el lugar no importa mucho. En cuanto a la ubicación, estaba abierta a lo que Dios preparase para mí, porque tengo confianza en que elija mejor que yo, que Dios sabe mejor que yo.

Como Movimiento Internacional de Laicos Misioneros Combonianos tenemos varias comunidades internacionales en África: Etiopía, Uganda, Mozambique, República Centroafricana, Malawi y también en América del Sur. Intentamos dar continuidad a esos lugares donde ya estamos sirviendo, pero también podemos ir a otro lugar si es necesario.

La elección de un lugar no sólo está en función de la profesión, la preferencia de la persona que parte, sino también, por supuesto, de la necesidad de la iglesia local, nuestra prioridad es la primera evangelización y cerca de los pobres, asegurando la continuidad de las comunidades.

También es importante que la decisión sea compartida por la persona y la coordinación del equipo en el país.

Pero tenía que ser África o América del Sur. Durante mi formación yo estuve en Uganda durante un mes, esta fue mi primera experiencia en África. Creo que África se ha metido en mi corazón.

He conocido las realidades de nuestras comunidades, y sabía que en la RCA se necesitaba personal. También hablamos de la situación política difícil, inestable y peligrosa. Y era consciente que tenía que aprender el francés.

No fue una decisión fácil, incluso diría difícil. Podría haber elegido algo más seguro y más fácil. ¿Pero será que mi elección debe ser por lo sencillo? o ¿voy a donde Dios me está llamando? Sabemos que hacer la voluntad de Dios no es humanamente fácil. Pero estoy segura de haber elegido la mejor.

Así que como país de misión, decidí ir a la República Centroafricana.

  1. ¿Qué has aprendido durante tu estancia estos 3 meses del Congo y de la iglesia de Kinshasa en particular?

Si vine al Congo era para aprender el idioma, que me ha costado mucho. Además, todos los días he tenido que aprender a vivir en otra realidad de la que dejé en Polonia y a veces ha sido difícil. ¿Por qué? porque ahora, con Internet, tenemos la facilidad de tener comunicación permanente con mi familia, con mis amigos en Polonia, por lo que podemos estar cerca.

Para mí, la misión es sobre todo vivir con la gente. A través de las diferentes conversaciones llegué a conocer la realidad a la que se me envió, en la misión se deja una realidad para vivir otra.

Creo que el futuro mostrará lo que he aprendido en el Congo y si he sido una buena estudiante.

Otra cosa muy importante durante mi estancia en Kinshasa ha sido aprender la apertura a lo nuevo. A pesar de ser muy diferente a Polonia.

  1. ¿Qué mensaje dejarías a los jóvenes y especialmente los laicos africanos?

Que busquen al Señor en su vida todos los días, en todo lo que hacen descubrir lo que él ha preparado para ellos.

Jóvenes, vivid sólo el Plan de Dios en vuestras vidas pues es el mejor.

Sabemos que la vida no se termina en esta tierra, esta es sencillamente una etapa.

Estén seguros de que no están solos. A pesar de sufrir cuando uno se siente solo, Dios siempre está presente.

No tenga miedo de vivir con pasión y hacer lo que amas.

Otra cosa que mi obispo me dijo antes de ir a la misión, “ni la fe ni la ciencia, sólo el amor nos ayudará a conocer y experimentar a Dios”, y tenemos que decir a los otros que es el más grande y primer mandamiento de Dios. Yo se lo digo a todo el mundo.

  1. ¿Qué plato congoleño te gusta más?

Me encanta el pescado, especialmente el pescado salado y también el pondu, sobre todo preparado por Irene. Irene es una laica Comboniana de Kinshasa, con la que he vivido durante mi estancia aquí.

Anna Congo

Muchas gracias

Anna Obyrtacz LMC