Laicos Misioneros Combonianos

¿Todo acabará mal?

higuera

higueraComentario a Mc  13, 24-32 (XXXIII Domingo ordinario, 18 de noviembre del 2018)

Estamos al final del Año Litúrgico (después de este domingo ya solo nos queda el último dedicado a Cristo Rey) y leemos parte del último capítulo de Marcos antes de la Pasión.

En este capítulo Marcos añade al discurso de las Parábolas y a la narración de los hechos de Jesús el discurso apocalíptico, es decir, sus palabras sobre el final de la historia. Para ello parte de la experiencia histórica de los primeros discípulos de Jesús y de la esperanza que les ayudaba a vivir y dar sentido a sus vidas.

¿Final de la Historia?

Hace algunos años (décadas ya), cuando cayó el Muro de Berlín y colapsó todo el sistema marxista que había resistido por setenta años en la Unión Soviética y otros lugares del mundo, un famoso escritor estadounidense de origen japonés, Fukuyama, escribió un ensayo titulado “el fin de la historia”.  En realidad, el título era exagerado. La Historia no se acababa tan pronto. Pero el autor tenía razón en que una importante época de la Historia dejaba paso a una nueva.

Esta experiencia de cambio radical, similar al que  a veces parecemos experimentar en nuestro tiempo,  la ha hecho la humanidad en diversas transiciones históricas. Una de estas transiciones la vivieron las primeras comunidades cristianas, que experimentaron dos acontecimientos que para ellas fueron inmensas tragedias: la muerte de Jesús en la cruz y la destrucción de Jerusalén, ambas cosas impensables. No podían concebir que el Mesías fuera asesinado y que Jerusalén, la ciudad santa, fuera destruida. Y sin embargo ambas cosas sucedieron. ¿Significaba eso el fin de la historia? ¿Se acababa el mundo? ¿La maldad y la muerte saldrían triunfantes?

La respuesta que las comunidades cristianas tuvieron, recordando a Jesús, nos la transmite Marcos: Ciertamente parece que el sol se apaga, que la luna ya no alumbra, que la creación se desmorona, pero todavía no es el final. En todo caso, después de la “aflicción”, Jesús se hará presente como Juez y Señor de la Historia.

Nuestra historia hoy

Leyendo este texto apocalíptico de Marcos hoy, nosotros nos sentimos alentados a mantener la esperanza “contra toda esperanza”, sabiendo que los sufrimientos personales, las crisis económicas y afectivas, los desmoronamientos de algunas instituciones no son el final de las cosas. Son solo signos, como las yemas de la higuera en primavera, de una nueva vida, una nueva época en la historia, una nueva oportunidad para nuestra vida personal. De hecho, así fue: las comunidades cristianas dieron origen a una nueva manera de vivir en un mundo que por mucho tiempo les era hostil y por mucho tiempo caminaba en sentido opuesto.

Así, los discípulos de Jesús seguimos caminando hoy por la historia de edad en edad, de época en época, purificándonos constantemente, acogiendo las nuevas oportunidades, sabiendo que al final de nuestro camino personal –y de la historia del mundo- no nos espera la destrucción y la muerte, la maldad o la injusticia, sino el encuentro con Jesucristo que “reunirá a sus elegidos” en un mundo nuevo, donde reine para siempre la verdad y el amor.

Antonio Villarino. Bogotá

XVIII Congreso de Cenáculos de Oración Misionera (CPM)

LMC Congo

LMC CongoEl primer domingo de noviembre se conoce como el día de la reunión del Congreso de los CPM. Este año, el congreso se celebró el domingo 4 de noviembre de 2018 en la 15ª calle industrial / Limete-Kinshasa en R.D.Congo sobre el tema: “CPM, comprometido con la cultura de justicia y paz”. Las desigualdades e injusticias sociales, las amenazas ecológicas, el imperialismo y la dominación económica de los más ricos, la guerra y la migración humana son flagelos que no pueden dejar a nadie indiferente.

En su presentación, el Padre Boniface enfatizó que “el trabajo de la educación para la cultura de paz es de suma importancia. Porque la educación, la clave para el desarrollo sostenible de una sociedad, es el arma más poderosa contra la pobreza. Ningún país puede erradicar la pobreza sin educación. Desarrollar una cultura de justicia y paz es un compromiso que todos en su nivel están llamados a abrazar para hacer de este mundo un lugar mejor. Pero también requiere sacrificios como Jesús nos dio el ejemplo (1 Pedro 2:21). Durante el mismo día, nació un nuevo Coro llamado Afriquespoir.

Comenzó alrededor de las 9:30, el congreso terminó alrededor de las 15:00 con una celebración eucarística y una comida fraterna.

LMC Congo

LMC Congo

Llegó el día……..día del envío

LMC Guatemala

LMC GuatemalaAyer, domingo 4 de noviembre, en las instalaciones de Casa Comboni, ciudad de Guatemala,  vivimos el día tan esperado…..después de tiempo de preparación, animación misionera, ventas, fiesta, bulla, gozo, servicio, dificultades, cansancio, trámites legales, después de tantas inquietudes, inseguridades, pero también confianza, amor, oración, entrega……..los LMC de Guatemala,  vivimos un grandioso día, para toda la comunidad, pero especialmente, por supuesto, para Alejandro, Ana Cris, Esteban, Isabel, Agustín y Lucia.

Voy a citar palabras de la homilía hermosa que escuchamos de parte del Provincial de Centro América, P. Víctor Hugo Castillo, quien Inició el mensaje de esta manera:

Toda obra de Dios nace desde lo pequeño. Así como un niño primero es pequeño e indefenso…poco a poco crece. 
Así ha sido el camino de los Laicos Misioneros Combonianos de Guatemala”. 

“La misión  transforma: La manera de pensar, la manera de vivir nuestra fe. La manera de acercarnos a los demás. 
La decisión de partir es una decisión  que se forja en el tiempo”.

Dios realiza milagros todos los días, y no parte de la perfección, ni de lo grandioso, parte de lo sencillo, lo pequeño, es su estilo de amor.  Nosotros en Guatemala, somos pocos, sencillos, con dificultades económicas, pero aún así, cuando Dios quiere llevar a cabo su obra…….y nosotros ponemos nuestra disposición, simplemente…..como sin saber……como sin poder…..sólo confiando….dejándose llevar…..poco a poco, descubriendo el plan de Dios…..caminando juntos….tropezando y levantándonos……así, llegamos como comunidad a este día.

La Primera Lectura que Alejandro y Ana Cris eligieron nos habló de este proceso, para nosotros como comunidad, y especialmente para ellos como matrimonio:
Jeremías 1:4-9

“El Señor me dijo: “Antes de formarte en el vientre de tu madre te conocí; antes que salieras del seno te consagré; como profeta de las gentes te constituí”.  Yo dije: “¡Ah, Señor Dios, mira que yo no sé hablar; soy joven!”.  Pero el Señor me respondió: “No digas: ¡soy joven!, porque adonde yo te envíe, irás; y todo lo que yo te ordene, dirás.
No tengas miedo de ellos, porque yo estoy contigo para protegerte, dice el Señor”.  El Señor extendió su mano, tocó mi boca y me dijo: “Yo pongo mis palabras en tu boca”.

Continúo con palabras de la homilía:

 “Somos llamados para algo grande.  Para recibir bendición. Somos bendición para  los demás. Hacer misión es hacer de la vida un riesgo. La vida vale la pena vivirla cuando tenemos proyectos.  Un proyecto se construye constantemente. Crece mientras nosotros también crecemos. 
En el proyecto de vida hay confianza… Sacrificio”

LMC GuatemalaEstas palabras, resumen el camino recorrido, y el camino por recorrer.  Es maravilloso vivirlo en comunidad.  Todos con el mismo sentir, el mismo deseo, de que la misión Adgentes se lleve a cabo, de que el carisma y la identidad comboniana crezca y sea el medio para anunciar a Jesús muerto y resucitado a todas las naciones, como dice la escritura.  Unos, no saldremos de nuestras fronteras, por circunstancias diversas, pero sí colaboramos para que quienes estén con la posibilidad, lo hagan.  Reflexiono, y agradezco el hecho de ser una comunidad generosa, sin egoísmo, sin envidia, somos familia y queremos lo mejor para cada uno de nuestros hermanos.  Alejandro y Ana Cris, han sido valientes al disponerse generosamente a partir…..los amamos….los admiramos y nos sentimos orgullosos de ellos.  Mientras ellos estén allá en donde Dios los ha enviado, nosotros aquí trabajaremos fuerte y confiados para que nada les falte.

“Aquella  misión doméstica, la que nos hace mirarnos sólo al ombligo. No es una misión que crece. La única manera de crecer es a través de la experiencia. 
El camino hacia la misión conlleva un proceso: sentirse llamado. Rezar. Dialogar Discernir. Pedir Consejo, todo para ponerse en camino…..para partir.

Llevamos este tesoro de la misión  en vasijas de barro. Tengamos presente el hecho de que no hay misión sin cruz”.   Agregó a su mensaje P. Víctor Hugo.

Fortalecidos por el amor, deseamos crecer, abrirnos, tanto a  nuevos miembros, como a espacios distintos…hoy será Brasil, mañana, Dios ya lo sabe, y ya destinó a quienes irán.  Nosotros oramos por discernimiento, por luz por seguir caminando.  Sin conformidad cómoda, todo lo contrario, en movimiento, con dinamismo, mientras hay vida, hay misión, hay proyectos, hay trabajo, hay sentido, hay razón para vivir.  ¿Qué más se puede pedir al cielo? Todo está allí desbordándose, así es el amor de Dios.

María, ejemplo de servicio:

“Sólo cuando se acoge el llamado se es capaz de ir en una actitud de servicio”. 

Dijo P. Víctor Hugo acerca del Evangelio, María se puso en camino, sin pensar, solo quiso servir a su prima Isabel.  Salió….de sí misma, de su casa, de su pueblo….para ir y servir.   A eso estamos llamados todos los bautizados, y este carisma hermoso, el comboniano que une a un montón de “locos”, locos por el amor recibido y experimentado.  Locos por que todos se enteren y lo experimenten…locos por la pasión de la misión.  Locos por Jesucristo.  Esta locura nos hace ir y servir, pocos lo comprenden, varios lo critican,  pero Dios conoce el corazón del misionero y regala los medios para vivir su vocación particular.

“La misión es una locura, cuántas veces escuchamos: ¿para qué te vas tan lejos?, ¿acaso no hay aquí tanto por hacer?  Sí, es la respuesta, solo que mi vocación me llama a ir más allá.  Y la vocación, no se explica, no se comprende, sencillamente allí está como don de Dios”. 

Dichosos nosotros Combonianos por esa herencia de nuestro fundador, San Daniel Comboni.  No se explica, casados, solteros, jóvenes, menos jóvenes, pero esta vocación vivida como regalo, en donde sea que estemos, como sea que seamos, es lo que da sentido a nuestra vida, sentido al regalo de nuestro bautismo.   Sigue el tema del amor infinito de Dios, que no se mide en generosidad.

Para terminar, P. Víctor hizo una exhortación a todos los presentes:

“La misión también es de los laicos. El Papa Francisco insiste en que los laicos somos un gigante dormido que hay que despertar!” 

El Corazón de Jesús y de María, son la causa de nuestra alegría

San Daniel Comboni, ruega por nosotros

LMC Guatemala

Lily Portillo

Contraste entre vanidad y humildad

viuda pobre

viuda pobreComentario a Mc 12. 38-44 (XXXII Domingo ordinario, 11 de noviembre de 2018)

Marcos nos transmite hoy dos dichos de Jesús que contraponen dos situaciones opuestas, ante las que Jesús se manifiesta de una manera muy contundente, lo que seguramente nos impacta y nos cuestiona, si leemos el texto con el corazón sencillo y abierto.

Por un lado están los “maestros de la ley” que “se pasean con vestidos lujosos, buscan los puestos de honor y devoran los bienes de las viudas”. Por otro, está la viuda pobre que se acerca al lugar de las ofrendas en el templo y echa “dos monedas de muy poco valor”, que eran “todo lo que tenía para vivir”.

Ante esas dos categorías de personas, Jesús se pone claramente a favor de la viuda y nos enseña que lo que da valor al ser humano no son los “adornos” superficiales ni las apariencias, sino la autenticidad de la vida, el poner en juego todo lo que somos y tenemos con lealtad y generosidad.

Esta enseñanza podemos aplicarla a todos las dimensiones de nuestra vida: la profesional, la familiar, la religiosa. La pregunta es: como trabajadores, como miembros de una familia o de la Iglesia, ¿entregamos todo lo que somos o nos reservamos? ¿Somos auténticos en nuestro comportamiento o preferimos esconderos detrás de los adornos y las máscaras, como Adán se escondía detrás de unas hojas de parar?  ¿Buscamos el prestigio personal incluso a base de vivir una vida falsa?

Leyendo este texto de Marcos, me acuerdo de un breve salmo (el 130), que dice así:

                Señor, mi corazón no es altanero, ni son altivos mis ojos.

                Nunca perseguí grandezas ni cosas que me superan.

                Aplaco y modero mis deseos;

                Estoy como un niño en el regazo de su madre.

                ¡Espera, Israel, en el Señor, ahora y siempre!

Como en los tiempos de Jesús, también hoy el mundo que vemos en los medios de comunicación vive mucho de apariencias, de imagen postiza, de vanidad, de enaltecer nuestro “ego”. Incluso a la hora de compartir, la mayoría comparte de lo que le sobra, como los ricos del evangelio. Son pocas las personas que dan de lo que les hace falta, como la viuda. ¿Doy yo alguna vez de lo que me hace falta? ¿Me expongo a compartir incluso cuando no tengo asegurado lo necesario?

Cuando uno da algo “a fondo perdido”, incluso algo que le “duele” perder, entonces crece enormemente en humanidad y se acerca a la realidad divina, como la viuda del evangelio.

Antonio Villarino. Bogotá

El testamento de Jesús

amor

amorComentario a Mc 12, 28-34 (XXI Domingo ordinario, 4 de noviembre de 2018)

El capítulo 12 de Marcos, que estamos leyendo estos domingos, nos sitúa en el medio de las polémicas definitivas de Jesús con los líderes de su tiempo, antes de que todo concluya violentamente en Jerusalén. De alguna manera, este texto cumple la misma función que los capítulos 13-17 del evangelio de Juan. Es decir, estamos ante una especie de testamento. Después de todo lo dicho y hecho por Jesús en Galilea, Samaria y Judea, ¿qué nos queda como enseñanza básica, como punto de referencia? El amor en su doble cara: Dios y prójimo.

Dos en vez de uno

Según Marcos, a Jesús se le pregunta por principal mandamiento, pero él responde, no con uno sino con dos, uniendo dos citas del Antiguo Testamento: Dt 6,5 y Lv 19,18. La primera cita proclama la soberanía de Dios y la segunda hace referencia al amor al prójimo. Uniendo estas dos citas, Jesús nos está revelando que amor a Dios y amor al prójimo son dos caras de la misma moneda, dos dimensiones fundamentales de toda vida humana.

La importancia de reconocer la paternidad de Dios

Jesús recuerda la famosa “shemá”, un texto que los judíos sabían de memoria y recitaban todos los días, como fruto de su experiencia religiosa. Para los judíos reconocer a Dios como Padre de su historia era tan importante como para un hijo reconocer a su padre. Los que trabajan con jóvenes hablan de lo importante que es para el desarrollo de un joven tener una relación sana con su padre. Nadie viene a la vida por sí mismo, todos debemos nuestro ser a un padre que nos engendró. No reconocer eso es como construir una casa sin fundamentos. Si esa relación está dañada o no es reconocida, el joven no logra crecer armónicamente. De la misma manera, me atrevo a decir que si no reconocemos la paternidad de Dios, como origen supremo de la vida y meta hacia la que caminamos, algo se tuerce en nuestra vida, algo queda incompleto.

Nuestro tiempo, marcado por una especie de ateísmo práctico y teórico generalizado, parece ignorar esta realidad, pero creo que los creyentes encontramos mucho sentido y alegría al escuchar el texto que hemos heredado de los judíos: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser”. Eso da pleno sentido a nuestra vida de hijos agradecidos por la vida recibida como un don.

El amor a todo lo que existe

Por otra parte, amar a Dios es amarnos a nosotros mismos, nuestro origen, y nuestra meta; amar todo lo que existe juntamente con nosotros; amar, sobre todo, a los seres humanos como parte de nosotros mismos y de este Dios Padre. Sobre esta dimensión, les comparto las palabras de San Agustín:

“Creo que ésta es la perla que buscaba el comerciante descrito en el Evangelio, que, al encontrarla, vendió todo lo que tenía y la compró (Mt 13, 46). Esta es la perla preciosa: la caridad. Sin ella de nada te sirve todo lo que tengas; si solo posees ésta, te basta (…) Puedes decirme: no he visto a Dios; pero ¿puedes decirme: no he visto al hombre? Ama a tu hermano. Si amas a tu hermano que ves, también verás  a Dios, porque verás la caridad”.

Antonio Villarino. Bogotá