Laicos Misioneros Combonianos

El sermón de la llanura

Sermon

SermonComentario a Lc 6, 17. 20-26 (VI Domingo ordinario, 17 de febrero del 2019)

Jesús cambia de plan

La primera parte del evangelio de Lucas termina con una frase lapidaria, pero altamente reveladora del enfrentamiento que se estableció entre Jesús y el sistema establecido en Jerusalén. Después de contar como Jesús cura en sábado a un hombre que tenía una mano paralizada, Lucas concluye: “Pero ellos, llenos de rabia, discutían qué podrían hacer con Jesús” (Lc 6, 11). La propuesta renovadora de Jesús evidentemente no es acogida por los líderes del pueblo.

Lucas nos cuenta entonces que, ante esta crisis, “Jesús se retiró al monte para orar y pasó la noche orando a Dios”. Es decir, en los momentos de crisis, Jesús se vuelve a las fuentes de su vida y de su espiritualidad, allí donde encuentra la luz y la fuerza para su caminar humano.

De aquella experiencia de oración, en la que sin duda se encontró consigo mismo, con el amor del Padre (entendido y experimentado desde la concreta y dura realidad del momento), Jesús parece salir transformado, con nuevas luces sobre lo que hay que hacer, y decidido a empezar un nuevo camino, una nueva etapa.

“Al hacerse de día reunió a sus discípulos, eligió de entre ellos a doce, a quienes dio el nombre de apóstoles” (Lc 6, 13). Es decir, si el viejo proyecto de Israel no vale para acoger el reino, se inicia un nuevo proyecto, cuyas columnas serán estos doce hombres, escogidos a la luz de la oración.

Las orientaciones de Jesús a los nuevos discípulos

Después de la elección de los doce, Lucas coloca el “sermón de la llanura”, de alguna manera un paralelo de lo que se conoce como el “sermón de la montaña” en Mateo.

“Bajando después con ellos –dice Lucas- se detuvo en un llano donde estaban muchos de sus discípulos…Entonces Jesús, mirando a sus discípulos, se puso a decir” (Lc 6, 17 y 20). Por mi parte quisiera destacar hoy dos matices:

a) La gente que seguía a Jesús

Personas “de toda Judea y Sidón, que habían venido para escucharlo y para que los curara de sus enfermedades. Los que estaban atormentados por espíritus inmundos quedaban curados; y toda la gente quería tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos” (Lc 6, 17-19).

Si leemos este texto desde la realidad de hoy, no encontramos muchas diferencias. Las multitudes que iban a escuchar a Jesús se parecen bastante a las que hoy buscan sanación, comprensión, consuelo, fortaleza para sobrellevar las luchas de la vida. A estas personas se dirige Jesús.

b) Cuatro grandes mensajes

Lo que dice Jesús se divide en cuatro grandes mensajes: Bienaventuranzas y amenazas, Amor a los enemigos, contra las hipocresías, buenos y malos frutos y los dos cimientos.

La lectura litúrgica de hoy se detiene en el primero de estos mensajes: Las bienaventuranzas. El conjunto de este Mensaje central es claro. Jesús pone entre los preferidos de Dios a los pobres, humillados, sufrientes y se revela contra los que construyen su riqueza o su autoestima sobre el dolor de los demás.

Según el cardenal Martini, “las bienaventuranzas son la proclamación del modo de ser de los hombres evangélicos, discípulos auténticos de Jesús, hombres y  mujeres afortunados y felices” (Las bienaventuranzas, San Pablo, Bogotá, 1997, pág. 14).

A sus discípulos y seguidores, que eran personas sencillas frecuentemente aplastadas por los poderosos y por las luchas de la vida, Jesús les dice: “ánimo, no se desanimen, ustedes están en el camino correcto, Dios está con ustedes”.

Al leer hoy este texto, desde nuestra realidad, también nosotros podemos escuchar el eco de las palabras de Jesús como una invitación a no rendirnos y a confiar, si somos pobres y necesitados; si nos consideramos ricos y poderosos, las palabras de Jesús nos pueden sonar como una advertencia: “tengan cuidado que por ahí no van bien”. En los dos casos, las palabras de Jesús son orientadoras y salvadoras. Acojámoslas con fe y como discípulos dóciles.

P. Antonio Villarino, Bogotá

Noticias de la misión de República Centroafricana – Diario Astrolabio

LMC RCA

LMC RCADesde la Misión de Mongoumba (República Centroafricana) la LMC María Augusta escribe para el Diario de su parroquia – El Astrolabio.
Querido Padre Orlando
¿Cómo está? Espero que haya comenzado muy bien el nuevo año y que así sea hasta el final. Un buen 2019 para todos sus parroquianos y su familia.
He tenido malaria la semana pasada, pero, gracias a Dios, ya estoy recuperada. Los demás miembros de la comunidad están bien.
El padre Samuel partió hoy para pasar sus vacaciones. Pedimos al Señor que las pase bien y que pueda volver lleno de fuerza y ​​coraje para continuar la misión que le es confiada.
Durante los días 17 y 18 de diciembre tuvimos la visita del Cardenal. ¡Toda la gente de la parroquia quedó muy contenta! A la llegada se congregó una multitud… vinieron muchas personas de confesiones cristianas diferentes. La iglesia estuvo repleta de gente, para la Eucaristía, y fuera de ella había casi otras tantas personas. ¡Se prolongó por 5 horas! Él habló muy bien sobre el problema del likundu* (la brujería) y otros problemas.

Ana y Cristina estaban en Bangui y Simone en Italia, yo estuve con los sacerdotes para recibirlo. ¡Gracias a Dios corrió todo muy bien! Espero que las personas pongan en práctica lo que escucharon. Visitó las diez parroquias de la diócesis. La nuestra fue la penúltima. Terminó su visita pastoral en la catedral S. Jeanne d ‘Arc, en Mbaiki. Sé que acabó cansado, pero muy contento con la participación que hubo.
Cuando vinimos aquí a Bangui, la última vez, encontramos en el supermercado un policía de Janeiro da Cima (localidad portuguesa). Él dijo que ya había oído que estaba aquí una misionera de Janeiro da Baixo (localidad vecina). ¡Fue muy bueno! Nos habló que había militares al rededor del aeropuerto y ayer fuimos allí a hacerles una visita. ¡Nos recibieron muy bien y con gran alegría! Nos dieron medicamentos y nos invitaron a almorzar. Si Dios quiere iremos mañana.
Los resultados de nuestros alumnos no son alentadores, esperamos que mejoren en este trimestre.
Sé que ha visto y escuchado muchas noticias, nada agradables, sobre este nuestro pobre país. Gracias a Dios aquí estamos en paz, pero ¡sufrimos por nuestros hermanos que están siendo masacrados!
Todavía no sabemos cuándo volveremos a Mongoumba…
Continuamos unidos por la oración.
Un gran abrazo misionero de todos nosotros, para usted y todos aquellos que leen el Astrolabio.
La LMC Maria Augusta en el Astrolabio
AÑO V – Nº 139 – 3 de febrero de 2019
Paróquias de Cabril, Dornelas do Zêzere, Fajão, Janeiro de Baixo, Machio, Pampilhosa da Serra, Portela do Fôjo, Unhais-o-Velho e Vidual

* El problema del likundu tiene que ver con aquellos que son falsamente acusados ​​de brujería y brutalmente asesinados.

Remar mar adentro

barca

barca(Un comentario a Lc 5, 1-11, Quinto Domingo Ordinario, 10 de febrero de 2019)

Después del Sermón programático de Jesús en Nazaret, Lucas nos cuenta, en su quinto capítulo,  una historia llena de sentido que me atrevo a resumir en algunas breves consideraciones:

1) El escenario, el lago de Genesaret: Jesús, en este caso, no está en la sinagoga ni en ningún espacio religioso. Sabemos que Jesús también predicó en la sinagoga y aprovechó las lecturas bíblicas durante el culto oficial. Pero la mayor parte de la acción y la enseñanza transmitida en los evangelios trascurre en la calle, en los caminos, en los mercados, en los lugares de trabajo y de convivencia pública.

La religión, como cualquier realidad humana, necesita espacios y tiempos “sagrados”, reservados. Pero no queda reducida a ellos. Porque la verdadera religión tiene que ver con el sentido profundo de la vida misma: el trabajo y la amistad, la enfermedad y las inquietudes, los gozos y las angustias de la existencia humana. ¿Vivimos nuestra fe en diálogo con la cultura y los problemas de nuestro tiempo o preferimos vivir como en un gueto?

2) La muchedumbre que se agolpaba a su alrededor. Las multitudes buscaban a Jesús, hambrientas de verdad y salud, de  misericordia y cercanía afectiva. Pienso que estas multitudes siguen existiendo hoy, hambrientas de verdad sobre la vida, de consuelo en momentos de enfermedad y angustia; de luz para saber cómo relacionarse con los demás, cómo vivir el matrimonio; cómo salir adelante en medio de las tensiones; cómo superar enfermedades, para cuya cura no tienen dinero…

3) Enseñaba desde la barca. Al ver a la multitud de desheredados, de gente confusa y ansiosa, de personas con hambre de ser iluminadas, Jesús se sienta a compartir lo que sabe. Y, en otra parte, se nos dice que “enseñaba con autoridad”.

En nuestros tiempos abundan los maestros en los medios de comunicación, en los lugares de trabajo… en todas partes. El problema es: ¿dicen la verdad? Hay mucha inconsciencia, ingenuidad, arrogancia y quizá hasta mala fe.

Podemos preguntarnos: ¿A quién escuchamos nosotros? ¿A quién tomamos como maestros? Podemos preguntarnos también si nosotros nos sentimos con autoridad para enseñar o si repetimos fórmulas aprendidas de memoria, pero no interiorizadas, por lo que no tienen ningún poder de convocatoria o de iluminación; fórmulas muertas que no han sido confrontadas con la vida desde la experiencia del poder de Dios.

4) Rema mar adentro. A un cierto momento Jesús invita a los discípulos a ir mar adentro. Sin duda, la expresión evangélica pretende decir algo más que la simple experiencia de un pescador. Si se nos cuenta aquí, tiene algún significado más profundo, relacionado con el seguimiento de Jesús y con la experiencia de la primera Iglesia.

Desde su enseñanza, Jesús invita a los discípulos a adentrarse en el profundo sentido de una vida vivida desde la confianza en Dios, una vida basada en el sermón de la montaña, hecha de confianza, sencillez, honestidad, misericordia, perdón, donación total de sí mismo…

El que haya pretendido vivir así sabe que le entran mucha dudas, que muchas veces tiene la sensación de ridículo y de fracaso; de que muchas veces uno piensa que no es así, que hay que ser “realistas” y vivir basados en el dinero, el poder, el placer, es decir, los instintos básicos. ¿Por qué aventurarse más allá?

Como Pedro, la Iglesia tiene experiencia de que no es fácil pescar (vivir plenamente) en el proceloso mar de la vida; muchos fracasan y vuelven a la tierra firme de los instintos básicos. Pero Pedro una vez más, motivado por la palabra de Jesús, se anima a hacer un nuevo intento. Esta aventura de remar mar adentro sólo es posible si la palabra de Jesús nos calienta el corazón una y otra vez.

5) Pescaron gran cantidad de peces. La palabra de Jesús no es vana. De hecho, se produce el milagro. En la historia de la Iglesia se ha producido una inmensa  cantidad de milagros de amor: desde San Pablo hasta la Madre Teresa de Calcuta, desde Francisco de Asís hasta Francisco Javier, desde Teresa de Ávila hasta Edith Stein. En nuestra propia vidas e produce con frecuencia el milagro del bien hecho.

6) Soy un hombre pecador. El éxito apostólico, si es auténtico, lejos de producir arrogancia y orgullo tonto, produce una experiencia de indignidad, de ser pecador, de que uno lleva un tesoro en vasija de barro. A veces la gente se acerca a nosotros, como si fuéramos algo, como si nuestra oración valiera más… Y nosotros sabemos lo pecadores que somos. Muchas veces nos dan ganas de dejar la misión, porque hasta nos da una cierta sensación de hipocresía, de aparecer como si fuéramos nosotros, cuando es la palabra de Jesús. El apóstol lleva consigo su propia realidad de pecado. A veces quisiera que el Señor le liberara de ello, pero, como a San Pablo, se le dice: “te basta mi gracia”. Si eres discípulo misionero, no quieras ser especial, tú sigues siendo un pecador, como todos los demás.

7) No temas, serás pescador de hombres. La vocación se produce en el intersticio de esta doble conciencia: de la fuerza de la palabra de Jesús, por una parte, y de la conciencia de pecado, por otra. En esa realidad se produce el llamamiento: A pesar de ser pecador, no temas; yo te llamo para que remes mar adentro en el Reino y seas pescador de hombres. ¡Ánimo, no te detengas ni siquiera ante tu propio pecado! ¡Rema mar adentro! Hay mucho que vivir, mucho que hacer.

P. Antonio Villarino, Bogotá

Encuentro de Formación – «Comboni: Dios, la Cruz y la Misión»

LMC Portugal

LMC PortugalDurante los días 18, 19 y 20 de enero tuvimos el 5º encuentro de formación de este año, en Viseu. Fue la hermana misionera Comboniana Carmo Ribeiro quien nos acompañó este fin de semana tan lleno, tan rico, tan intenso, sobre el tema “Comboni: Dios, la Cruz y la Misión”. Comenzamos por una cosa que consideré muy relevante y que me hizo pronto comprender que el fin de semana sería muy bueno. La hermana Carmo comenzó por darnos un título ligeramente cambiado, más completo: Comboni: Dios, el Corazón del Hijo en la Cruz, como Buen Pastor y la Misión. Y desde ahí empezamos a ver la grandeza de Comboni y de su carisma.
Fuimos viendo a lo largo del sábado aquellos que son y que se han convertido en los grandes pilares de la vivencia de Dios en Comboni. En primer lugar la Confianza en Dios y el profundo sentido de que su vida es de Dios. Comboni siempre dio tiempo a la oración, al silencio e incluso en las tribulaciones confía plenamente y entrega su vida en las manos de Dios. Es de ahí que viene la vocación de Comboni y es siempre a Él que recurre, es siempre en Él que vive y que va haciendo luz en su camino. Esta profunda relación me fascina y me hace ver cómo todavía estoy tan lejos de esta vida entregada y de confianza.
En segundo lugar, el Amor del Corazón traspasado de Cristo Buen Pastor, que dio la identidad y el carisma Comboniano. Es desde una experiencia mística de oración que surge esta fuerte conexión con el corazón traspasado de Cristo Buen Pastor, es de este corazón que Comboni bebió y se fortaleció y fue de aquí que creció su vocación y entrega a la misión. Este corazón que moldeó la forma en que Comboni vivió y que siempre debe moldear nuestra vida. Seamos capaces de tal confianza y entrega.

En tercer lugar, el Amor a la Cruz, la cruz que nos salva. Este sentido de que la cruz, el sufrimiento, las dificultades al ser vividas ¡generan vida! Comboni experimentó el ser pequeñito, abrazó la cruz como su esposa y fue salvado por Dios, por su Amor.
Después, el Cenáculo de Apóstoles, es decir, la comunidad como centro donde la misión se realiza, dentro de sus riquezas, fragilidades y dificultades. Con lo que cada uno es y lo que cada uno es capaz de dar de sí. Y el saber que la comunidad empieza en mí y que la vulnerabilidad nos hace hacer más comunión que nuestras cualidades.

LMC PortugalEn quinto lugar, María, como Madre de la Iglesia y Madre de África. María, que preparó y acompañó siempre a su hijo Jesús, es parte del cenáculo también. En María Comboni ve a la madre de los negros y el apoyo de los misioneros. Y es en ella también que debemos buscar nuestra inspiración, nuestras dudas y poner en sus manos nuestra vida.
Después San José que es también uno de los pilares del carisma Comboniano, el que guardó el mayor tesoro, lo mejor que Dios tenía: Jesús y María. San José que siempre guardó y administró los bienes que Dios le dio y que nunca fueron de él, con silencio, intención recta y un cuidado para que nada les faltase.
Es también en la oración y en el celo que se establece otro pilar de la vida de Comboni en Dios, el sentido de la importancia y de la fuerza de la oración permanente y siempre en el sentido de velar y cuidar de la misión.
Y finalmente, y no menos importante, el sentido de Iglesia, de pertenencia, de ser uno con los demás. Y por encima de todo, obediencia y respeto por las decisiones que la Iglesia tomaba, pero sin olvidar nunca la misión que Dios le había dado, para llevar a cabo el Plan para la Regeneración de la Nigricia.
Bueno, por encima de todo guardo en mi corazón todos estos pilares Combonianos, y siento que los debo buscar también para mi vida. Fue un día intenso, de muchas cosas compartidas, muchos aprendizajes. Hay que rezar todo esto a Dios para que se ilumine el camino a la luz de Comboni.
Terminamos la tarde con una oración, con un gesto sobre alegrías y cruces, una oración comunitaria, donde sentí este cenáculo del que Comboni nos hablaba, donde nuestras fragilidades, alegrías, cruces y miedos fueron puestos en comunión con Jesús y los unos con los otros. Fue una oración muy marcada, intensa y donde conseguí ver el rostro de Jesús allí reflejado.
Por la noche vimos la película “De hombres y dioses”, sobre una comunidad de monjes en Argelia, que viven la difícil elección de huir o continuar junto al pueblo y la misión a la que fueron enviados. Es una película muy intensa, con mucha vida, sobre fe, comunidad, entrega, misión… Sobre el amor de Jesús que se hace presente en cada uno y sobre una entrega total y desmedida, dentro de las fragilidades de cada uno. Una película que ayudó en cierta forma a visualizar toda la vivencia Comboniana de la hablamos y aprendimos durante el día.

En el Domingo tuvimos el testimonio de la hermana Conceição, que compartió su vivencia misionera y comunitaria. Guardo en el corazón su intensidad a hablar de la misión, de la belleza de la comunidad, de las maravillas que Dios estaba trabajando en las misiones donde estuvo y el sentido de arriesgar en nombre de la misión. Este arriesgar que a veces parece locura pero siempre en la confianza en Jesucristo y en Comboni.
Además de todo esto, que es tanto y tan bueno, tuvimos un fin de semana muy afortunado, donde compartimos café en casa de las hermanas misioneras Combonianas, que con tanto cariño nos recibieron. Tuvimos la presencia del Padre Luís Filipe que nos acompañó en todo el fin de semana y que fue dejando su testimonio como misionero Comboniano y la hermana Conceição que nos dio su testimonio y que compartió tanto de ella misma con nosotros. Hemos tenido también la alegría de vivir la Eucaristía con Artur Valente, con el Padre Luís Filipe y con la hermana Conceição y así, de cierta forma, conmemorar los orígenes e inicios de los Laicos Misioneros Combonianos.
Podría seguir escribiendo cosas que viví, sentí y aprendí este fin de semana pero por encima de todo está la certeza de que la vida de Comboni es intensa e impactante y que su fe lo llevó por los caminos más bonitos de la vida y de la misión.

Que pueda digerir todos estos aprendizajes y rezar a Dios para aclarar el camino a seguir.

LMC Portugal
Ana Isabel Sousa

La misión no es experiencia, es VIDA

LMC Peru

LMC PeruTal vez la percepción que tenemos de nosotros mismos aquí disminuyó dada la grandeza del mundo al que te sientes llamado. Tal vez, poco a poco, nos fuimos desprendiendo de las cosas para agarrarnos al mundo, a las personas, al amor. Ya no tenemos cosas. Ya nada es nuestro. Ya no hay nada que no pueda ser dado, ser compartido con todos los que caminan a nuestro lado con nosotras. Hace mucho que no somos solo nosotras, que todo lo que somos es compartido no solo entre nosotras, sino con el mundo. Somos parte de un todo que sólo tiene sentido en el compartir de cada día y de las vidas que somos y que sabemos ser junto a los otros.

El paisaje refleja la grandiosidad de lo que llevamos dentro, la grandiosidad de los pequeños milagros de los cuales no somos sólo espectadoras, somos el grano plantado en tierra fértil, somos riego constante de vidas con sentido. Ya no somos solamente nosotras, somos más que la suma de las partes. Somos de Dios. Somos su instrumento, somos sus manos, sus pies y sus abrazos. Somos imperfectas y heridas en un mundo lleno de dolor y de sufrimiento donde con amor osamos sembrar el paraíso del amor de Dios.

LMC PeruEn cada amanecer salimos al encuentro del otro, salimos de la comodidad de lo que no tenemos, de lo que no nos pertenece, vamos al encuentro del amor. Vamos en la esperanza de que en cada calle o esquina tendremos siempre dos brazos listos para crecer con nosotras. No somos nada y en nuestra humildad somos lo que de más verdadero existe en nuestro interior. No conseguimos enumerar la cantidad de vidas que ya cruzaron la nuestra, ni la cantidad de sonrisas, lágrimas y abrazos que compartimos en la sencillez del umbral de la puerta. Es así, el amor es despojado de la superficialidad, es integro no tiene color ni raza, es porque es. Y estamos llamados diariamente a dejarlo ser y crecer.

Damos la vida todos los días sin horarios, sin planes. Nos entregamos. Son muchas las veces que apartamos nuestros planes porque Dios nos llama a través de una historia. Son muchas las veces en que sentimos que es Dios mismo quien nos llama a la puerta a través de tantos rostros, historias y personas. Estamos disponibles al amor que nos golpea, que nos llama en cada momento. Estamos abiertas a la llamada de Jesús que sentimos que nos llama diariamente.

LMC PeruSomos terreno de cultivo abierto al cuidado del otro y abierto a la posibilidad de crecer de la mano en el camino de Jesús. Somos cruz cargada en hombros y brazos de quienes perdidos no pueden caminar. Eso es misión. Aceptar diariamente la invitación de Jesús a un estilo de vida menos nuestro y más de Él. No es fácil. Sabemos con nuestra vida que el camino no tiene nada de fácil. Pero solo así tiene sentido para nosotras.

La misión es vida, es nuestra vida, son sus vidas y la vida que sabemos ser y donar en el anuncio de un Evangelio vivo en cada uno de nosotros. Somos en cada paso testigos de un Jesús que quiere habitar en la sencillez de nuestros corazones. Es en el sabernos familia, que cada día, en cada visita, nos entregamos y somos más.

La tierra es árida y los montes que nos rodean son a menudo el camino de muchos a su casa. Protegidas por la fuerza imponente del volcán Misti y Chachani, de vara en mano, atravesamos los límites de lo visible y partimos en busca del rostro de Dios en los más lejanos. Subimos y bajamos los montes, recorremos el camino más sinuoso. Superamos los límites físicos de nuestro cuerpo que a veces pide descanso. Hemos superado nuestros límites, seguras de que Él es nuestra fuerza y ​​nuestra vida. Con la certeza de que es nuestra la misión de llevarlo y anunciarlo donde Él ya habita, donde ya hay semillas de Él, donde ya hay Dios, donde sólo falta quien lo recuerde, quien lo nombre y anuncie. Superamos nuestras periferias para ir a las periferias del mundo para allí ser símbolo de vida, de amor, ser símbolo de Él.

LMC PeruNo tenemos mucho. Vivimos simples y humildes entre el pueblo de Dios. Somos con ellos pueblo de Dios. En la simplicidad y pobreza de la vida que llevamos habita el tesoro en los vasos de barro de cada uno de nuestros corazones: el amor de Dios.

Es bueno, muy bueno, dejarnos emocionar con todos aquellos que hoy forman parte de nuestra historia. Es bueno ser apoyo y hombro, es bueno ser lugar de refugio, es bueno poder ser Neuza y Paula en todo lo que somos y compartir en la simplicidad ese don que es nuestra vida. Y ayudar al otro a descubrir el don de la suya. Somos de los que nos llegan, somos de los que se marchan, somos de los que vienen y de todos los que dejamos en el camino. Y paso a paso no descubrimos la misión, somos misión. Somos una misión que no es nuestra sino de Aquel que nos envía todos los días a un amor mayor.

Somos dos de las mil vidas para la misión de Comboni. Juntas redescubrimos nuevas Áfricas, nuevas periferias. No nos llega el poco, no nos llega la llanura de la comodidad. Vamos. Juntas vamos más allá de los montes, más allá de nosotras mismas. Juntas vamos al encuentro de las nuevas periferias, aquellas donde aún no estamos y que aún no hemos llegado. Si supieran ustedes, si supiéramos todos cuántas Áfricas faltan por descubrir, cuántas periferias existen sedientas de Dios, de su amor y de ese milagro de Amor que es la Eucaristía. Por eso estamos aquí. Por eso vamos al encuentro del amor haciendo de nuestra vida la misión.

En la oración diaria descubrimos los caminos a seguir, descubrir la belleza de una misión sin fin, sin fronteras, sin límites. Él es el límite. En realidad, Él no tiene límites. Caminamos en la certeza de que no estamos solas pues son sus brazos los que encontramos en cada amanecer y al final del día. Caminamos en la certeza de que llegamos siempre donde Él nos espera. Y aunque el día sea largo y muchas sean las historias de vida que nos llegan y nos hacen partícipes y muchas veces son las lágrimas lo que compartimos unos con otros. La respuesta es siempre la misma. Sí, Señor, estamos aquí, llévanos donde quieras que estemos. Y aunque la vida nos lleve lejos de aquí, somos Perú en el mismo amor que nos trae aquí y nos hace hermanos hasta el final.

Desde Perú con amor,

LMC Peru

Neuza Francisco & Paula Ascenção. LMC