Un año después de la asamblea general en Roma y del saludo
del Papa Francisco celebramos con la Familia Comboniana como movimiento de Laicos
Misioneros Combonianos y junto con voluntarios en el sur y norte global, quienes
decidieron inspirarse en San Daniel Comboni, fortalecidos por un movimiento de
cristianos laicos y con vocación a difundir las Buena Nueva del evangelio.
Comenzamos con un World-Cafe
con declaraciones del Papa Francisco sobre la misión hoy, la misión en
comunidades cada vez más reducidas, la misión en la Europa poscolonial y en
tiempos de cambio climático global. Los que llegaron tuvieron la oportunidad de
comentar las declaraciones seleccionadas en varias mesas. La idea era intercambiar
ideas en varios grupos pequeños en mesas paralelas.
Posteriormente, un breve video con el saludo del Papa en
Roma en diciembre de 2018 (compilado por Cristina de Brasil) y el saludo del
Comité Central General de los Laicos Misioneros Combonianos se leyeron en parte
como una introducción a la fiesta. Se trataba de la lectura del tercer domingo
de Adviento, el domingo de la Alegría, con la que se proclama el evangelio, así
como el crecimiento conjunto de los LMC a nivel nacional e internacional. Se
presentó el nuevo logotipo internacional de los Laicos Misioneros Combonianos.
Este fue el resultado de un proceso cooperativo el año pasado y fue
seleccionado de entre varias propuestas.
La palabra servicio fue iniciada por un “orden de
búsqueda”. Los presentes fueron invitados a recolectar varios objetos
durante una caminata, a partir de los cuales se debería diseñar una cuna. Por tanto,
se unió la actualidad y el pasado, así como los aspectos de la integración
global y la injusticia, la contaminación y la misión hoy. Los dos MaZ en servicio,
el MaZler * que regresaba, los LMC internacional y los numerosos amigos
combonianos, que habían respondido a la invitación pero que lamentablemente no
pudieron estar allí, fueron incluidos en las oraciones.
La fiesta continuó en el comedor y la sala. Allí se preparó
una “comida de pastor”. Esto nuevamente ilustró la próxima Navidad.
Gracias a muchas manos amigas, hubo una deliciosa reunión social, completada
con pastel y ponche navideño infantil (ya que dos familias también trajeron a
sus cuatro hijos). Durante la tarde y al día siguiente, se recibieron
felicitaciones e imágenes de las celebraciones de los LM en México, Kenia,
Guatemala, Portugal, España, Egipto, Italia y Roma, que se compartieron en vivo
a través de WhatsApp durante la fiesta.
Somos Alejandro y Ana Cris junto con
nuestros cuatro hijos, Esteban, Isabel, Agustín y Lucia.
Hace un año que llegamos a Brasil como
parte de nuestra vocación LMC. Actualmente estamos en el barrio Ype Amarelo,
del municipio de Contagem del estado de Minas Gerais.
Aquí estamos viviendo en la casa de
Formación y Misión de los LMC de Brasil.
Tenemos 9 años de ser LMC en Guatemala y
formamos parte de Provincia de Centroamérica. Es una caminada que envuelve a
muchas personas, como lo es con la comunidad de Guatemala antes de nuestra
partida y ahora también durante este tiempo en este campo de misión, así
también la comunidad de Brasil, el comité americano que siempre está al
pendiente y por supuesto el comité central que constantemente ha contribuido en
armonizar el proyecto para que vaya adelante.
Con alegría compartimos un poco de esta
caminada.
Que todo sea para la Gloria de Dios y la
Salvación de las Almas (San Daniel Comboni).
“La alegría del evangelio llena los corazones y las vidas de todos los
que se encuentran con Jesús. Aquellos que aceptan su oferta de salvación son
liberados del pecado, la tristeza, el vacío interior y la soledad. Con Cristo,
la alegría nace constantemente de nuevo. Deseo alentar a los fieles cristianos
a embarcarse en un nuevo capítulo de evangelización marcado por este gozo”.
(Evangelii Gaudium, 1)
¡Hoy es un día alegre!
Es domingo de Gaudete. Gaudete es la palabra latina para regocijarse, y este domingo estamos llamados a pausar nuestro
Adviento para recordar la alegría y la anticipación de la Redención Prometida.
En la primera antífona de la misa de hoy podemos escuchar “Regocíjate en
el Señor siempre. Lo diré de nuevo: ¡Alégrate!” (Filipenses 4, 4). Estas
palabras deberían acompañarnos en cada momento, en cada situación, incluso si a
veces no es tan fácil.
Y para nosotros como LMC también
es otra razón para alegrarnos hoy. El año pasado, en la asamblea internacional
LMC en Roma, se decidió que el tercer domingo de Adviento será el día de nuestra
fiesta, donde también podemos reunirnos con otros miembros de la Familia
Comboniana y celebrar juntos.
Este día puede ser muy inspirador
para nosotros como misioneros. En la exhortación apostólica del Papa Francisco
“Evangelii Gaudium” pudimos leer muchas veces cómo se conectan la
alegría y la misión.
En primer lugar, debemos recordar
la fuente de la alegría. La verdadera alegría cristiana es diferente de la que
ofrece el mundo. Proviene del encuentro personal con Jesucristo, que tiene que
renovarse todos los días, sin falta. La presencia de Dios en nuestras vidas y
su amor incondicional fortalece esta alegría. Los cristianos tenemos que ser
personas llenas de alegría e irradiarla. No podemos mantener esta alegría solo
para nosotros. Estamos llamados a compartirla con otros, para que pueda llegar
a todos, especialmente a los más pobres y abandonados que pueden no haber
experimentado muchas cosas buenas en sus vidas. Esta es la base de la misión en
cada lugar donde estamos.
En la homilía del comienzo del
Mes de la Misión Extraordinaria, el Papa Francisco pronunció hermosas palabras
sobre este tema. Tal vez algunas de ellas ya las hayan escuchado, pero aun así
es bueno volver a leerlas y repensarlas: “¿Podemos nosotros, que hemos
descubierto que somos hijos del Padre celestial, guardar silencio sobre la
alegría de ser amados, la certeza de ser siempre amados a los ojos de Dios? Ese
es un mensaje que mucha gente está esperando escuchar. Y es nuestra
responsabilidad. Preguntémonos: ¿qué tan buen testigo soy?
Pecamos por omisión, es decir,
contra la misión, cada vez que, en lugar de difundir alegría, nos consideramos
víctimas o pensamos que nadie nos ama ni nos comprende. Pecamos contra la
misión cuando cedemos a la resignación: “No puedo hacer esto: no estoy
preparado para eso”. ¿Cómo puede ser? Dios te ha dado talentos, ¿pero te
crees tan pobre que no puedes enriquecer a una sola persona? Pecamos contra la
misión cuando nos quejamos y seguimos diciendo que todo va de mal en peor, en
el mundo y en la Iglesia. Pecamos contra la misión cuando nos convertimos en
esclavos de los temores que nos inmovilizan cuando quedamos paralizados al
pensar que “las cosas nunca cambiarán”. Pecamos contra la misión
cuando vivimos la vida como una carga y no como un regalo, cuando nos ponemos a
nosotros mismos y a nuestras preocupaciones en el centro y no a nuestros
hermanos y hermanas que esperan ser amados”.
Hoy es un hermoso día de
celebración, unidos con todos los demás LMC de todo el mundo. Pero también es
un buen día para reflexionar personalmente y compartir en los grupos:
¿Qué tipo de persona soy? ¿Alguien que parece
que regresa de un funeral? ¿O alguien cuya vida resplandece de fervor porque
recibió la alegría de Cristo?
¿Cómo me invita Dios a volver a la fuente de mi
alegría?
¿Cómo estoy nutriendo la fuente de mi alegría,
mi relación con Jesús?
¿Estoy viviendo mi vida cotidiana de manera que
permita que la bondad del Evangelio llegue a los demás?
Mientras reflexionamos sobre estas preguntas, tengamos en cuenta que una señal segura de que el Evangelio se está proclamando y dando fruto es si la alegría está presente (Evangelii Gaudium # 21). Que todos nuestros servicios estén repletos de la alegría del Evangelio enraizado nuestros encuentros personales con Jesús.
Para que todos los
países decidan tomar las medidas necesarias para hacer que el futuro de los más
jóvenes sea una prioridad, especialmente de aquellos que están sufriendo.Oremos.
No quiero cerrar esta serie de
entradas sobre mi visita a Kenia sin contaros mi corto viaje al norte a visitar
la zona West Pokot.
Iba a ser una visita más larga
pero después, por los imprevistos que nunca faltan, tuvimos que acortarla para regresar
antes a Nairobi. De todas formas fue intensa y muy interesante.
En este viaje fui con el P Maciek
y el hermano Cesar de la comunidad de Amakuriat.
Un viaje de 15 horas en la cabina
de un Land Crusier que se antojaba un poco estrecha para los tres pero que compartimos
con gusto.
Como siempre el coche estaba
cargado hasta arriba, es común en el misión aprovechar cada viaje para comprar
lo que no se encuentra en el interior, tanto para tu comunidad como para las
otras comunidades de la zona que también tienen necesidades. Y así es normal
que el coche de un misionero se llene cada vez que va de un sitio para otro.
Como no, también tuvimos tiempo para
hacer alguna visita y algún recado por el camino como visitar al Obispo. Aunque
no pudimos verle por estar en otro lugar en ese momento, al menos firmamos en el
libro de visita de la diócesis.
Salimos a las 6 de la mañana y llegamos
a la verja de la misión a las 9 de la noche. La verdad es que la carretera no estaba
demasiado mal en la mayoría del camino, pero por el mucho tráfico todo se
enlentece. Las últimas horas las hicimos por carretera de tierra que nos iba
indicando como muchas cosas quedan atrás y mucho queda aún por hacer. Hubo un tramo
especialmente complicado de una media hora donde se agradecía tener un cuatro
por cuatro pues la carretera con las últimas lluvias había quedado bastante maltrecha
de socavones y piedras. Afortunadamente no llovió mucho y no quedo cortada la
carretera con algún río de los que se forman cuando llueve fuerte y que no te
permite entrar o salir de la zona por unas horas o días.
Al día siguiente y tras cenar con
la comunidad, que me acogió y me hizo sentir como en casa, pudimos aprovechar
para visitar la zona “comercial” del pueblo y en la tarde alguna comunidad
Pokot.
En esta comunidad comboniana
estuvo muchos años el P Tomás Herreros, provincial en España cuando nos
preparábamos a partir a misión y, del que había escuchado su testimonio entre
los Pokot y ahora podía ver en primera persona esta misión. Por cierto, muy
querido y recordado por todos, ha dejado una gran legado en la zona y entre sus
gentes.
El pueblecito de Amakuriat es
como casi cualquier otro pueblo africano, con sus pequeños comercios, un
pequeño hostal e incluso algún restaurante local donde comer.
Pasear por sus calles es algo
lento pues a cada 5 minutos te encuentras una persona que saluda al P Maciek,
le pregunta, cuenta algo de su vida o queda para poder conversar en otro
momento.
Esta parroquia es una de las
posibilidades donde podríamos ir si algún día tenemos personal suficiente para
abrir otra comunidad misionera en África, así que era importante verla.
En la tarde pudimos visitar un par
de poblados tradicionales Pokot. Sigue siendo impresionante ver como mantienen
sus costumbres, sus construcciones y maneras de vivir. Aunque haya escuelas en la
zona todavía queda mucho por hacer. La educación es una puerta al futuro y el desarrollo
de este pueblo que sigue viviendo como hace siglos. El ganado sigue siendo la
fuente principal de riqueza, la poligamia es algo todavía extendido y el
trabajo fundamental de las mujeres para mantener a la familia algo central.
Acceder al poblado es algo
difícil, en un camino que se adivina entre las acacias y que en algún momento
necesita que nos bajemos a colocar la tracción a las cuatro ruedas si queremos
avanzar.
Pudimos visitar algún poblado y
como siempre nos sorprenden con su acogida y amabilidad. Lo poco que tienen lo
comparten y así hicieron ofreciéndonos un vaso de leche de sus vacas. Por
cierto, ya algo fermentada ya que no tienen nevera ni nada que se le parezca y
es en una calabaza donde la conservan. Cocinar con leña, dormir encima de pieles
de vacas o en alguna cama rudimentaria, sin luz o agua potable y con el poblado
rodeado de espinos para protegerse de las hienas sigue siendo su medio de vida.
Afortunadamente me cuentan que ahora la zona está pacificada, ya no sufren los
robos de ganado por parte de los Turkana (vecinos del norte) que también traían
a veces muerte por los enfrentamientos entre ambos pueblos.
Al día siguiente fuimos a otro de
los tres sectores de la parroquia. Una parroquia con tres sectores donde 8
horas pueden separar una punta de otra, por caminos de tierra y donde el misionero
descansa a veces en un pequeño cuarto tras la capilla o al raso con su saco de
dormir.
Chelopo nos permitió descansar un
poco en nuestro camino de regreso a Nairobi. Pudimos estar un rato con el grupo
de jóvenes que nos inundaron con sus muchas iniciativas. Quieren tener un campo
de vóley, ya tienen la red y solo falta limpiar la zona y traer cemento para
los postes, también organizarán un campeonato de vóley con los grupos de jóvenes
de las comunidades vecinas. Pretende aprovechar algunos ordenadores viejos que
están en el almacén de la escuela para ponerlos en una sala e intentar aprender
cómo usarlos, hacer convivencias con otros grupos y ver cómo ayudar a la comunidad.
Ahora están de vacaciones de verano y tiene más tiempo libre.
Una juventud con iniciativas y ganas
de hacer cosas.
Después continuamos nuestro
viaje. El hermano Cesar nos acercó a un pueblo para coger un bus nocturno a Nairobi
con el cual terminar nuestro viaje relámpago al norte.
A las 5 de la mañana ya estábamos
en Nairobi y d la estación fuimos a la casa provincial donde saludar a muchos
misioneros que allá estaban de paso o reunidos, hablar con el provincial sobre
lo vivido y descansar un rato.
Fue una visita relámpago pero muy
interesante. Quién sabe si en el futuro alguna comunidad LMC estará por la
zona. Sin duda una misión muy bonita y con mucha necesidad.
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