Laicos Misioneros Combonianos

Durante el periodo de Pascua en Mozambique

La Palabra
La Palabra

Aquí estamos, dándoos algunas noticias después de un tiempo….

Este periodo ha estado muy lleno de experiencias y de belleza, hecho de encuentros sencillos e inesperados, pero al mismo tiempo siempre enriquecedores para nuestras vidas.

En este último mes, hemos participado en ordenaciones sacerdotales, hemos visitado y compartido momentos con los hermanos del noviciado comboniano, hemos participado en bautizos y comuniones en una comunidad aquí cerca de Carapira junto con nuestros padres combonianos, hemos cenado en casa de una familia aquí en el pueblo, etc… diría que hemos experimentado la esencialidad del compartir y de la vida misma.

Cuánto nos gustaría encontrar la manera de llevarles todas las emociones y la belleza, que el pueblo Macúa siembra cada día en nuestros corazones. Cada día es siempre un buen motivo para sonreír, vivir con ternura y encontrar todas las excusas posibles para encontrarnos y estar juntos.

Qué agradecidos nos sentimos a la vida por este regalo que hemos recibido y que nos gustaría devolveros. Cada día que pasa, sentimos que vivimos aquí desde siempre y que no estamos en tierra extranjera, sino que nos sentimos como en casa.

Os dejamos con esta imagen que es la Palabra, fuente esencial en nuestra Vida, para dirigir siempre nuestros pasos.

Un fuerte abrazo a cada uno de ustedes y gracias por caminar con nosotros y estar siempre a nuestro lado.

Feliz Pentecostés

Ilaria, LMC

La verdadera resurrección pascual

LMC Mozambique

Con alegría y gratitud, les escribimos con noticias directamente desde Mozambique. Nuestro primer mes pasó muy rápido, intenso y profundo. Desde el principio, fuimos recibidos con gran entusiasmo, por la gente de esta tierra que todavía sufre la injusticia y no tiene muchas esperanzas para el futuro. El pueblo Macua, realmente tiene un corazón grande y generoso, a pesar del sufrimiento en sus ojos.

 En este primer tiempo, donde todavía estamos tratando de entender dónde estamos, tuvimos un gran regalo, el de compartir con ellos, los cuatro días más importantes del tiempo de Pascua, desde el Jueves Santo hasta la Pascua de Resurrección. Salimos de casa el jueves por la mañana temprano y hasta el domingo de Pascua por la tarde, vivimos en el pueblo en estrecho contacto con ellos. Nos llevamos algunas cosas, lo imprescindible para pasar esos días. Evidentemente, en estas comunidades nos recibieron con los brazos abiertos; y vivir en la aldea con ellos significaba no tener agua, ni luz, dormir en el suelo con escorpiones, murciélagos, etc… sin todas las comodidades que ahora en Occidente damos por sentadas.

 Para nosotros fueron cuatro días de verdadera esencialidad, de puro amor que nos permitieron amar aún más su historia y cuestionarnos sobre nuestra forma de estar cerca de los demás, sobre la importancia del estilo con el que estar en misión. ¡Cuánta riqueza recibimos, cuánto aprendimos de ellos una vez más, a vivir lo esencial en profundidad y riqueza que el Señor nos sigue regalando cada día! A partir de ahora, nuestras vidas están siendo moldeadas con una nueva forma, la que nuestros hermanos/hermanas nos enseñan cada día. Nuestras vidas están experimentando realmente una Resurrección Pascual, gracias a ellos y gracias a lo que el Señor nos enseña cada día gracias a su Palabra que es Vida y vivificante para hacer camino en su Voluntad (y no en lo que nosotros en cambio buscamos para satisfacernos, para dar respuestas a nuestro sentido de estar aquí ejecutando sólo proyectos). Para nosotros, incluso antes de venir, estaba muy claro que la belleza de la vida y de ser misión es precisamente compartir todo nuestro ser con ellos, en el mismo plano con ellos. Creo que este punto es fundamental para nosotros, y sobre todo es una forma de vida que cada uno de nosotros puede sentir en su interior, pero hace falta mucho valor para vivirla en la sencillez y en el amor al otro. Estamos firmemente convencidos de que el mayor testimonio que podemos dar es precisamente el camino y la actitud cristiana, no las palabras… en cambio, muchas veces nos perdemos en esto sin un verdadero testimonio de lo que somos, pero sobre todo de a Quién amamos.

Sentimos que esta presencia nuestra aquí está realmente acompañada por la presencia del Señor. Realmente hemos echado de menos volver a abrazar la pobreza, la esencialidad y el compartir total con los más solos y abandonados. Es un gran don vivir la misión porque es Vida, es alegría, es coraje, es salir de uno mismo para darse totalmente al Otro.

Por esta riqueza que estamos recibiendo en nuestras vidas, queremos agradecer a todas las personas que nos están apoyando, que nos están acompañando con la oración y con su estar cerca de nosotros, porque ésta también es una Iglesia en salida, donde el problema de una persona se convierte en el problema de una comunidad. Creemos firmemente en este sueño de vida, que el Señor ha puesto en nuestros corazones, y confiamos siempre en Él, que conoce mejor que nosotros el camino y la forma de construir una nueva manera diferente de estar en misión. Y recordemos siempre que: «si existo es porque el otro me hace existir» y este debe ser un punto fundamental sobre el cual construir puentes y no muros.

Os abrazamos con mucha estima, gratitud, afecto, y esperamos de verdad que toda nuestra alegría pueda llegar hasta vosotros para construir juntos algo diferente, donde también vosotros estéis en comunión con nosotros en este camino de la vida. Seguimos rezando por todos vosotros y llevándoos en cada uno de nuestros pasos, buscando siempre el Rostro de Dios; nosotros también contamos con vuestras oraciones. Hasta la próxima…

Con afecto Ilaria y Federica

GUARDIÕES: La lucha por la tierra

LMC Brasil

“HOLA, SOMOS ANNA Y GABRIELE, Y ESTO ES CIRANDA, EL PODCAST QUE CUENTA NUESTRA EXPERIENCIA MISIONERA EN BRASIL. EN EL QUE INTENTAMOS ADENTRAROS EN LAS OPCIONES DEL DÍA A DÍA DE QUIENES VIVEN EN ESTA PARTE DEL MUNDO”.

Hoy mismo, tras una mañana de sol a raudales, nos ha visitado la lluvia, media hora de una potente tormenta que se ha disuelto en pocos segundos, como el rápido paso de un avión. La temporada de lluvias se ha convertido en esto, en un breve chaparrón frío, todo el mundo se pregunta si es casualidad que ya no llueva durante semanas enteras como ocurría en el pasado, pero está claro que el cambio climático también grita con fuerza aquí.

No se llega a estos niveles de la noche a la mañana, siempre hay un camino y una historia detrás, y la historia de esta tierra tiene raíces muy profundas.

Todo empezó hace mucho tiempo. De hecho, desde la época de la invasión colonial hasta hoy, Brasil nunca ha aplicado una reforma agraria popular. Pensemos que en un territorio inmenso como el de Brasil, sólo el 1% de los propietarios posee casi el 50% del total de la superficie cultivable del país, y la mitad de estas grandes propiedades son totalmente improductivas y, por lo tanto, podrían ser expropiadas para la reforma agraria. Brasil es también el mayor territorio del mundo en términos de tierra cultivable posible. Es por ello que desde hace décadas el derecho a la tierra se conquista y no se recibe por derecho, es una lucha contra el sistema que ha visto nacer grandes movimientos como el de los SIN TIERRA (MST), movimientos que luchan por poder vivir allí donde muchos, con raíces en la tierra y el campo, siempre han querido y querrían seguir viviendo.

Así nació la idea de una ocupación: cientos de familias reunidas, organizadas, ocupando grandes parcelas de tierra para llamar la atención del gobierno federal. Raimunda, a la espera de recibir esta tierra, vivió acampada con su familia durante años, en tiendas hechas con láminas de plástico y 4 palos, dentro de las cuales había ollas y carbón para cocinar, ropa, hamacas para engancharse entre un árbol y otro, y luego niños nacidos en medio del bosque, criados lejos de la vida en la ciudad. Todo en un verdadero sentido de comunidad, de lucha, de vida compartida con poco, esperando el gran día en que por fin podamos recibir un pedazo de tierra para construir nuestras propias casas, rodeados de árboles y campos que cultivar.

Los habitantes de la Asentación Francisco Romao han conseguido el derecho a la tierra tras 10 años viviendo en un campamento.

Cuando llegaron a ese territorio descubrieron que se trataba de tierras del Gobierno, que habían sido ocupadas por un terrateniente de forma ilegal, ya que toda la zona había sido deforestada para crear un inmenso pastizal de vacas lecheras, destruyendo la vegetación circundante.

Este fenómeno de apropiación ilegítima de tierras se conoce como “Grillagem”, una práctica de envejecimiento forzado de documentos falsos que se colocan en una caja con grillos, lo que hace que amarilleen y se roan, dándoles una apariencia antigua y más creíble, un fenómeno de falsificación para tomar posesión ilegalmente de tierras baldías o de terceros. Las familias denunciaron esta ilegalidad para pedir al gobierno la posibilidad de tener parte de esas tierras y poder cultivarlas y reforestarlas. Tras años de lucha y de reclamar la tierra, cada familia consiguió tener una propiedad donde poder hacer lo que siempre habían soñado: vivir de la tierra de forma sostenible. Es una historia increíble la de los assentamentos, lugares donde la vida fluye al ritmo del campo.

Entras en el asentamiento por caminos de tierra, de un rojo intenso, y enseguida te ves rodeado de casas y patios llenos de árboles frutales y plantas medicinales de todo tipo, de las que las familias conocen todos sus beneficios y las valorizan con fines hasta la última hoja. Cuando vamos a visitarles nos hablan con gran nostalgia de aquellos tiempos pasados: los tiempos de la precariedad, pero también de la unión, la alegría y el compartir. Al principio, las casas eran de barro y paja, la gente vivía muy poco. La vida en el asentamiento era un compartir constante de los bienes propios, el objetivo era que todos pudieran vivir de esa tierra y que los asuntos se resolvieran juntos, bajo el toldo en el centro del pueblo, un espacio dedicado a las reuniones comunitarias. Juntos decidimos qué cultivar (maíz, judías, castanha), decidimos dónde construir la escuela, juntos luchamos para conseguir tractores, luchamos para tener un edificio de salud pública. Eran los cimientos para permitir una vida digna, y se construyeron juntos. Una vida digna que permitiera al menos 3 comidas al día, con arroz, judías y mandioca, elementos básicos de la cocina brasileña. En todo este proceso, las mujeres fueron las verdaderas protagonistas, ocupándose de la casa, cuidando a los niños y ayudando a los hombres en el campo, un verdadero ejemplo de fuerza y liderazgo.

Comunidad, solidaridad y hacer juntos, este es el hilo conductor que ha permitido ganar muchas batallas y con el que se construyeron y aún resisten los assentamentos, lugares de vida, lucha y defensa de la vida campesina. Las familias campesinas siempre han tenido un gran objetivo: plantar y cosechar alimentos, pero también reforestar y proteger la vegetación autóctona. Por eso los llamamos Guardiões: los guardianes. Guardianes de la naturaleza, guardianes del bienestar del suelo y de ese pedazo de la Amazonia que les ha sido confiado. Guardianes de la comunidad y de la vida campesina, de la lucha contra un sistema que quiere quitar la vida a los últimos y dar fuerza a los poderosos. Guardianes de esa tierra que ahora ha sido completamente destruida.

En el próximo episodio conoceréis otras historias de mujeres que han decidido luchar frente a todo esto. Os deseamos una buena continuación y una feliz y pacífica Pascua y resurrección en el Señor.

Anna y Gabrielle, LMC en Brasil

Experiencia misionera laical de Ilaria Tinelli y Federica Rettondini en Módica

LMC Italia

“Lo esencial es invisible a los ojos”. Empezamos con esta hermosa frase, sacada de El Principito, porque resume perfectamente lo que más nos ha impactado durante estos meses de vida vivida a tope aquí en Módica.

Después de pasar unas semanas en Verona, para asistir al curso del Centro Unitario de Formación Misionera (CUM) y recibir el mandato del Obispo, volvimos a esta tierra tan rica en vida y pasión, que tanto echábamos de menos. Pasamos unos días por la comunidad de Avola, para dar testimonio en la parroquia y en algunas escuelas. También aquí hemos tocado con nuestras propias manos tanta generosidad, calurosa acogida y graciosa amabilidad, pero sobre todo la “sed” de un Dios que es plenitud de vida y de verdad, y también ese gran deseo que cada uno de nosotros lleva en el corazón de ser siempre hermana/hermano, o “casa”, para alguien.

Cuando volvimos a Modica, como siempre, la gente nos acogió con los brazos abiertos, y nos implicamos en las diversas actividades en curso, como la escuela de italiano, por la mañana, con las mujeres inmigrantes y, por la tarde, con los niños del centro educativo “Crisci Ranni” y los chicos de la Badia.

Mucho más allá de las actividades que se desarrollan, la belleza de esta experiencia reside en ver y sobre todo en sentir que las personas son verdaderamente generosas y hermosas, siempre dispuestas a dedicarse, con todo el amor y la pasión que poseen, a ayudar a los demás y a crear una comunidad ampliada en la que todos se sientan llamados a hacer causa común y a sentirse como una sola familia.

Lo que más nos impresionó -y sentimos como un “gran regalo”- fueron los jóvenes que conocimos en las escuelas, durante las clases de catequesis, sobre todo en la preparación a la Confirmación. Los jóvenes de los institutos (en particular, los del Liceo Classico y Ginnasio de Modica Bassa) eran maravillosos, capaces de regalarnos tanta “belleza” hecha de valores, esperanza y alegría. Percibimos en ellos un gran deseo de vivir una “gran vida”, de gastarse en algo grande. Pero necesitan que los adultos aprendamos a escucharles, estando cerca de ellos y acompañándoles.

Ha habido algunos momentos en clase en los que se han “entregado” de una manera profunda, y hemos comprendido con qué delicadeza y cuidado hay que cuidar sus vidas. Cuántas veces los adultos, por el contrario, juzgamos a estos jóvenes, “etiquetándolos” quizá sólo por su forma de vestir. En cambio, ellos tienen su propio mundo de expresión, y hay que ayudarles a “sacar” lo que llevan dentro.

He aquí un hecho que nos impresionó. Una tarde, dimos un pequeño paseo por Modica Alta, para ver el paisaje, para contemplar la belleza de la creación. Cuando llegamos a “Il Pizzo”, vimos a un grupo de 20 o 30 jóvenes riendo y bromeando. Nos acercamos y, despacio, con mucha delicadeza, les saludamos y luego charlamos un poco con ellos. Nada especial, eso sí. Pero grande fue nuestra sorpresa cuando nos dieron las gracias por el simple hecho de habernos atrevido a saludarles, a pararnos, a compartir nuestras vidas con ellos, y también a escucharles. Nos dijeron: “Normalmente, por no decir casi siempre, nos “critican” y nos mantienen alejados”.

Con estas pocas líneas, queremos invitarles a tener el valor de ‘ensuciarnos las manos’, de atrevernos en nuestras vidas. ¡Vale la pena gastar la vida por los últimos! Y cuando nuestro camino encuentre obstáculos, sigamos impertérritos nuestro camino, sabiendo que el Señor está siempre presente y dispuesto a guiarnos. Lo importante es no ceder a compromisos de ningún tipo, sino continuar fielmente por “el camino del Señor”.

Gracias, chicos. Vosotros sois la “belleza de esta vida”. Y estamos seguros de que la “belleza” y la “plenitud creada” permanecerán siempre indelebles en el corazón de cada uno de nosotros.

Gracias, Modica, por dejarnos vivir seis meses súper llenos de plenitud. ¡Siempre te llevaremos indeleble en nuestros corazones!

Con afecto y profunda gratitud,

Ilaria Tinelli y Federica Rettondini

Feliz Año Nuevo desde Kitelakapel :)

LMC Kenia

¡Saludos desde Kitelakapel!

Esperamos que os vaya bien. A nosotros nos va genial. Estamos empezando el nuevo año escolar. Linda y Pius vuelven a las escuelas para enseñar habilidades para la vida. Yo paso cada vez más tiempo en las clínicas. Espero pacientemente mi permiso de trabajo oficial. Nuestro trabajo pastoral, el proyecto Why Blue Sky de apoyo a los profesores, también vuelve al horario habitual.

Las tres últimas semanas, las del cambio de año, las pasamos de viaje. Justo después de Navidad, que pasamos en Kitelakapel, fuimos a la región de Turkana, habitada por la tribu del mismo nombre. Fuimos allí junto con Guilia y Hani, que nos visitaron de nuevo 🙂 . Fuimos a visitar dos misiones combonianas en Lokichar y Lodwar. Construidas desde cero por los Misioneros Combonianos. En medio de la nada. En Lokichar hay una iglesia, una escuela y un centro para niños con diversas discapacidades. En los pueblos cercanos hay más escuelas construidas por los combonianos y entregadas a la gente. Lo mismo ocurre en Lodwar. Escuelas, capillas, centros de salud. De pueblo a pueblo. Creados con amor para servir a los demás.

El lunes regresamos de Nairobi. Allí pasamos una semana, realizando diversos trámites, pero también conociendo numerosos proyectos, como un centro infantil en medio de los barrios marginales más grandes de África, dirigido por nuestro amigo de la comunidad LMC, o el hogar para niños de la calle Kivuli Center, fundado por el sacerdote diocesano Kizito. Como comunidad internacional, también participamos en la reunión anual del grupo LMC de Kenia. Juntos hicimos balance de 2023 y planificamos 2024. Durante la reunión, se eligieron nuevos líderes y en la Santa Misa solemne, una de las candidatas, Mercy, se convirtió oficialmente en laica misionera comboniana. Es increíble lo mucho que nos sentimos parte de este grupo.

 Tenemos varias ideas en la cabeza y talleres planeados. El nuevo año promete ser intenso. Os mantendremos informados de lo que nos pasa.

Marzena Gibek

Laica Misionera Comboniana -Kitelakapel, Kenia