Laicos Misioneros Combonianos

Llamados a vivir y ser comunidad

IMG_2997

Durante el fin de semana 21 y 22 de febrero, los Laicos Misioneros Combonianos se reunieron en Viseu para el sexto encuentro de formación sobre el tema: “Comunidad: Retos y Oportunidades” orientado por la comunidad de vida de Oporto. La reunión se celebró en el Monasterio de Santa Beatriz da Silva, quienes muy amablemente nos acogieron en su casa y les estamos muy agradecidos.

A lo largo de este encuentro tuvimos la oportunidad de reflexionar y entender en profundidad la vida comunitaria. La comunidad aparece al principio de la Biblia, cuando Dios dice: “No es bueno que el hombre esté solo” (Génesis 2, 20). Así, de hecho, somos llamados a lo largo de nuestra vida a vivir y a ser comunidad. Como dijo Susana: “El mundo es nuestra estructura. Las personas son nuestro hogar. Sin este mundo no podemos tener otro. Sin las personas el ser humano no vive”. De esta manera, debe ser con las personas y para las personas que debe existir la comunidad.

 “Tenemos que ser partes de un mismo cuerpo”

IMAG0618

La comunidad está en todas partes, en los más diversos ámbitos de nuestra vida: la escuela, el trabajo, la familia, los amigos, la iglesia, la catequesis y la misión. Pero sólo hablamos plenamente de comunidad si aceptamos a Jesucristo como miembro de nuestra comunidad, como el hermano que nos ama tanto que murió en la cruz con el peso de nuestros pecados. Jesús nos ama y forma parte de nuestra comunidad y junto con el Padre y el Espíritu Santo son el centro, el corazón de cualquier comunidad. Al igual que ellos debemos ser una sola voz, ser una sola alma debemos ser partes de un mismo cuerpo. Este es el verdadero desafío de ser comunidad. Esto se debe a que todos somos diferentes en nuestros defectos y cualidades. Y Dios nos llama individualmente por nuestro nombre. Dios llama los diferentes, los pecadores. Dios nos llama a nosotros. Y somos nosotros, con todo lo que nos caracteriza, los que formamos comunidad.

 “Tenemos que ser partes de un mismo cuerpo”

 IMAG0617

Y la pregunta que tantas veces nos hacemos es: ¿funcionará la comunidad a pesar de las diferencias entre las personas? Sí, no es fácil, pero es definitivamente posible. Funciona si conocemos nuestro centro, si somos sinceros el uno con el otro, si usamos los dones de cada uno al servicio en las cosas donde somos mejores. Funciona si tenemos la humildad de compartir tareas. Pero no es para dividirnos sino para unirnos. De esta manera la comunidad pasa por la fe en el otro. La comunidad es una cuestión de amor en la que hay un solo corazón, una sola alma y una sola voz. Deja de ser un yo para ser un nosotros. Donde todo es puesto en común.

 “La comunidad es amor”

 IMAG0615

La comunidad es, sin duda, el amor. El amor que viene de Dios, que nace de Aquel que nos ama primero de una manera abrumadora. Es este amor que mueve el mundo al que estamos llamados a ser para nuestros hermanos. Y como S Juan Pablo II afirmó: “El amor es un acto de voluntad”.

Por eso parte de cada uno de nosotros el perdonar, disculpar, querer amar a los demás, elegir amarlos a pesar de todos sus defectos y errores, que yo también tengo, y amarnos con nuestras diferencias y nuestras debilidades.

 Por: Paula Sousa

La serpiente salvadora

Comentario a Jn 3, 14-21: Cuarto domingo de cuaresma, 15 de marzo de 2015
Estamos ya en el cuarto domingo de cuaresma. Leemos un párrafo del capítulo tercero del evangelio de Juan, que, como siempre, sólo se entiende desde las Escrituras y tradiciones hebreas, ya que Jesús y los primeros discípulos eran judíos que creyeron que en su persona se había manifestado de manera definitiva el amor misericordioso de Dios Padre. Nosotros nos movemos tras las huellas de Jesús y de sus primeros discípulos, pidiendo al Espíritu que nos haga comprender a fondo esta maravillosa verdad: que, mirando a Jesucristo, encontramos la misericordia salvadora del Padre. Vayamos por partes:

serpiente
1.- La serpiente del desierto
Juan dice que Jesús (alzado sobre la cruz) es como la serpiente que Moisés levantó, por orden de Dios, en el desierto para curar a los miembros del pueblo de Israel, mordidos por serpientes. Encontramos la narración de este episodio al que se refiere Juan en el libro de los Números, capítulo 21: Llegados a un cierto lugar, (donde recientemente han encontrado estatuillas de serpientes), los israelitas, cansados de caminar en condiciones difíciles, caen en el desánimo y el escepticismo; decepcionados, critican amargamente a Dios y a su profeta. En esa situación aparecen serpientes venenosas que causan muchas muertes. Entonces el pueblo piensa que está siendo castigado por su rebeldía, se arrepiente y pide a Moisés que interceda ante Dios pidiendo perdón. Como respuesta a sus oraciones, Dios ordena a Moisés construir una serpiente de bronce y que la exponga en un palo. Al mirarla, los que han sufrido picaduras de serpiente, se curarán. Algunos expertos dicen que esta era una leyenda-tradición que los judíos heredaron de algún otro pueblo vecino y que había arraigado mucho entre ellos.
Pero la historia servía para recordar las muchas rebeldías en las que constantemente caía el pueblo de Israel y, si se me permite la expresión aparentemente “poco respetuosa”, los múltiples “trucos” que Dios sabe utilizar para manifestar su misericordia, incluso cosas que aparentemente pueden parecer insignificantes o ridículas. A mí personalmente me recuerda que también yo caigo constantemente en rebeldía y soy infiel a Dios y a mi alianza con Él. También me recuerda que a veces Dios me manifiesta su misericordia en pequeños detalles, aparentemente insignificantes, pero muy reales y eficaces, como una palabra oportuna, una imagen que me habla personalmente, un contratiempo, una música, una confesión con cualquier sacerdote tan pecador como yo…

Barrancabermeja-colombia
2.- Jesucristo es la “serpiente” alzada para nuestra salvación
Juan hace referencia a esta historia del AT, pero no quiere detenerse en ella, sino que quiere ir mucho más allá y dar un gran salto de significado. Juan nos recuerda que, de la misma manera que Dios utilizó, para dar vida, una imagen de aquellas serpientes asesinas, instrumento del castigo que merecían aquellos judíos rebeldes, usa la muerte de Jesucristo en la cruz para revelarnos su misericordia sin fin. De la misma materia del mal (del pecado, de la rebeldía) Dios saca la vida, la gracia, la obediencia, hecha carne en Jesucristo. Por eso los discípulos miramos constantemente a la cruz de Jesús, no porque somos masoquistas, sino porque en ella encontramos la respuesta de Dios a nuestro pecado, a nuestra rebeldía, a la violencia asesina de nuestro mundo.
Por extraño que nos parezca a los católicos, hay algunos cristianos que dicen oponerse a usar la cruz, porque –dicen– sería como reverenciar la pistola que mató a un hijo o a un hermano. La cruz –dicen– es una cosa horrenda, de la que avergonzarse y de la que renegar… Y tienen razón que la cruz es una cosa fea y terrible, pero no más terrible que los absurdos asesinatos que la humanidad comente continuamente, non más fea que los abusos de unos sobre otros, no más fea que nuestra propia infidelidad…
Pero Jesús no huye de toda esa fealdad y barbarie, no se mantiene en un lugar apartado y “puro”, como hacían los fariseos de su tiempo y de ahora. Jesús se mete de lleno en el charco de nuestra realidad, sin miedo a contaminarse, y en medio de ella nos invita a alzar nuestra vista hacia Él, que es fiel al Padre hasta dar la vida. Allí encontraremos la imagen viva del Amor de Dios que transforma nuestra realidad de pecado en ocasión de gracia. “Donde abundó el pecado –dice San Pablo– sobreabundó la gracia”. Sólo el amor puede realizar tal milagro. Por eso no hay pecado o situación de miseria que no pueda ser salvada, que no haya sido salvada ya en Jesucristo. Porque el amor de Dios no tiene límites.

3.- Creer es vivir en la luz
Juan concluye diciendo que quien cree ya está salvado; quien no cree es como aquel que, ante la luz, cierra los ojos y se niega a ver, porque prefiere encerrarse en su propio, estúpido, orgullo. La tragedia humana es precisamente esa: que a veces preferimos vivir en la oscuridad de nuestro pecado, de nuestros vicios, de nuestra mentira, en vez de abrirnos sinceramente al poder misericordioso de Dios, que puede hacer de nuestro pecado “abono” para una vida nueva y luminosa, instrumento de salvación.
La cuaresma es la gran ocasión que la liturgia nos ofrece para entrar en esta dinámica: reconocer nuestros pecados y miserias, levantar los ojos a Jesucristo y dejarnos inundar por la luz de verdad y misericordia que emanan de su costado abierto en la cruz. “Sólo lo que es asumido es salvado”, decían los santos padres de la Iglesia antigua. Cuaresma es el momento de dejar que Dios asuma nuestra realidad, en su verdad, y transforme nuestro pecado en gracia salvadora para nosotros mismos y para los demás.
P. Antonio Villarino
Roma

El “cuerpo” de Dios

Comentario a Jn 2, 13-25: DOMINGO, 8 de marzo de 2015

En este tercer domingo de cuaresma, y en los dos siguientes, dejamos Marcos y tomamos el evangelio de Juan, que, a diferencia de los sinópticos (Mateo, Marco y Lucas), nos presenta a Jesús en Jerusalén desde el capítulo segundo, del que hoy leemos la segunda parte sobre la “purificación” del Templo. A partir de esta lectura les comparto tres reflexiones:

1) Purificar la religión
El Templo de Jerusalén –y la ciudad misma– era lo más sagrado para Jesús, buen judío, y para sus discípulos. Templo y Ciudad eran como un “sacramento” de la maravillosa presencia de Dios en la vida de Israel y de todos sus habitantes. Jesús, con María y José, los visitó desde niño y los amaba de todo corazón, porque en ellos encontraba las huellas del paso de su Padre por la historia de su pueblo. En el templo se unían sus dos grandes amores: su Padre y su Pueblo. Por eso hace suyo el salmo que dice: “El celo de tu casa me devora”. Y es precisamente este celo lo que produce en él una rebeldía radical, al ver la degradación a que había sido sometido el templo a causa de la corrupción y el mercantilismo. Jesús se propone purificar el templo, sabiendo que Dios no se deja “atrapar” por ninguna institución, por muy sagrada que sea. De hecho, más adelante en el evangelio de Juan, dirá a la samaritana: “Ha llegado el momento en que ni en este monte ni en Jerusalén adorarán al Padre… los verdaderos adoradores lo adoraran en espíritu y en verdad”.
Una tentación de las personas religiosas es la manipulación o banalización de los ritos y lugares sagrados. Ciertamente, necesitamos ritos y lugares que nos ayuden a orar y a celebrar, pero, ojo con ponerlos al servicio de nuestros intereses personales o de grupo. Los discípulos de Jesús debemos estar siempre atentos a no caer en estos abusos y a purificar constantemente nuestras prácticas religiosas.

jerusalen (jerez)2) El signo del propio cuerpo
Cuando los judíos le preguntaron qué signo hacía para justificar su postura purificadora, Jesús respondió que el signo era su cuerpo, convertido en verdadero “templo”, lugar de encuentro entre Dios y la humanidad. La fe de los discípulos no tiene su centro en ningún lugar geográfico, sino en el cuerpo de Jesús, un cuerpo que aguantó el sufrimiento extremo y en el cual terminó por mostrase el triunfo de Dios.
Unido al de Cristo, también nuestro cuerpo (expresión concreta de nuestro espíritu) es lugar del encuentro con Dios: un cuerpo capaz de sufrir y amar de manera concreta y tangible, un cuerpo que se arrodilla y se postra para adorar, un cuerpo que se hace instrumento de servicio a los pobres y desheredados, un cuerpo que ve, escucha y abraza a los cuerpos martirizados de tantas personas. Como dice el papa Francisco, los enfermos y los pobres son el cuerpo de Cristo. Abusar de estos cuerpos o de nuestro propio cuerpo es profanar el templo de Dios. Servirlos es adorar a Dios.

3) La precariedad de la fe
El evangelista nos cuenta que, viendo los signos que hacía Jesús, muchos creyeron, pero él no se fiaba. Los evangelios nos cuentan la oposición y las traiciones a las que Jesús se enfrentó, hasta el punto que, al final, quedó prácticamente solo y abandonado de todos. En la vida de Jesús hubo momentos de entusiasmo, en los que las multitudes le seguían, pensando de haber encontrado a un gran rey del que se podrían aprovechar o un líder que les llevaría a la realización de su programa político o religioso. Pero Jesús no se dejaba atrapar en la trampa de este entusiasmo fácil, que podría apartarle de su verdadera misión en obediencia al Padre. Jesús permanece siempre confiado, realista, libre, abierto y fiel hasta la muerte, a pesar de la inconstancia de los que le rodean.
La tentación del entusiasmo fácil y de la superficialidad se nos presenta también a nosotros como personas o como grupos. Cada uno de nosotros, nuestra comunidad o la Iglesia en su conjunto, puede contentarse con una religiosidad superficial, hacer algún tipo de “trampa” para ganar las masas y atraer seguidores, aunque solo sea en apariencia… Ese no es el camino de Jesús. El ni se escandaliza por aquellos de los suyos que le abandonan ni confunde los aplausos fáciles con una fe auténtica; sabe, sin embargo, reconocer una sincera, una fe “encarnada” en un cuerpo, en una vida que “se desvive”, se entrega en adoración y en servicio al “cuerpo de Cristo” en la Eucaristía y en los Pobres.
Pedimos al Espíritu de Jesús que nos abra a esta fe firme, concreta y constante, a pesar de nuestras dudas y debilidades.
P. Antonio Villarino
Roma

No hay gloria sin cruz

Comentario a Mc 9,2-8: DOMINGO, 1 de marzo 2015

En este segundo domingo de cuaresma, seguimos leyendo a Marco, pero dando un salto respecto al primer capítulo que hemos leído últimamente. Nos situamos en el capítulo 9, cuando ya Jesús está acercándose a Jerusalén, donde le espera el conflicto final con las autoridades. Como siempre, este texto nos ofrece muchos puntos de reflexión. Yo me detengo en los siguientes:

Cinncinnati (St Charles)
1) Aceptar la cruz: ¡Qué difícil es!
Pocos versículos antes de nuestro texto, el Maestro, a quien Pedro acaba de reconocer como “el Cristo”, comienza a manifestar a sus discípulos que “tenía que sufrir mucho”. Los discípulos se muestran reticentes ante esta perspectiva: No puede ser que el Mesías tenga que morir y, además, ellos no están dispuestos a pasar por ello; ellos, más bien, piensan en ser jefes del nuevo pueblo. Jesús no duda en llamar a Pedro “Satanás”, ya que representa la tentación de desobediencia al Padre, la misma tentación de Adán y del pueblo en el desierto. Sobre ese trasfondo sucede la escena que Marcos nos cuenta hoy, según la cual Jesús toma a sus discípulos más íntimos de la mano y los lleva a hacer una experiencia especial.
Pienso que también nosotros tenemos mucha dificultad para aceptar la cruz, el sufrimiento, el fracaso: EL de Jesús, en primer lugar, pero especialmente el nuestro. Ninguno de nosotros quiere sufrir, aunque sea por una causa buena. Lo consideramos un “castigo de Dios” y nos revelamos contra él. En esos momentos, en los que quizá no comprendamos lo que nos está pasando y en los que menos ganas tenemos de orar o de ir a la iglesia, es cuando más necesitamos dejarnos tomar de la mano y pedir al Señor que se nos manifieste, se nos revele, nos muestre el camino y el sentido de lo que estamos viviendo.

2) El Monte: la perspectiva divina
Jesús tomó a sus tres discípulos más íntimos y los llevó al monte, a solas. Allí los discípulos tienen una experiencia muy especial, en la que podemos destacar algunas características:
-El monte: lugar de teofanías en casi todas las religiones. Implica alejamiento de la rutina diaria, de lo aceptado como norma de vida por todos; el contacto con la naturaleza, no manipulada por el hombre, un espacio físico que el ser humano no controla y que, por tanto, le ayuda a encontrarse con lo que está más allá de sí mismo o de la sociedad; un lugar donde es posible percibir cosas nuevas sobre uno mismo, la realidad que nos rodea, el misterio divino… Cuando uno está demasiado cerca de los problemas, no los entiende bien. Hay que tomar distancia para mejorar la perspectiva.
-Intimidad: Jesús va más allá de los tópicos y de los niveles exteriores de la personalidad y la convivencia (cómo vistes, qué comes, qué música te gusta, qué opinas del Papa). Jesús comparte con los amigos lo más profundo de sí mismo: “A ustedes les llamo amigos”; “todo lo que oí al Padre se lo he contado”.
-A solas: Jesús no quiere testigos extraños, ni medios de comunicación. Incluso más tarde les dirá que no cuenten a nadie lo que han vivido. Hay experiencias que uno tiene que reservarse para sí mismo o para los íntimos. No son experiencias para vender a los periódicos, ni siquiera para anunciar en el púlpito de las iglesias. “Entra en tu habitación y allí ora al Padre que te ve en el secreto de tu corazón”. Cierto: Hay momentos para el testimonio y la comunicación, pero también hay otros momentos para la oración a solas. De lo contrario es muy fácil corromper hasta lo más sagrado. Como alguien ha dicho, debemos saber estar “a solas con el solo”.

3) “Este es el Hijo predilecto, escúchenlo”
El evangelista nos describe una escena maravillosa que resulta difícil entender desde nuestra cultura actual, pero que es bastante clara en su significado global:
-Los discípulos tienen una experiencia de Jesús que va más allá de su realidad inmediata de predicador ambulante. Es una experiencia que han tenido después muchos santos, empezando por San Pablo. Es la experiencia pascual que ayudó a los discípulos a poner en su lugar la cruz y el duro trabajo del Reino, reconociendo en Jesús al enviado de Dios. Es la experiencia que Jesús está vivo y presnete.
– Moisés y Elías conversan con el Maestro. Nuevo y Viejo Testamento se dan la mano, dentro de un plan general de revelación y salvación. Para entender a Jesús es importante dialogar con la Ley y los profetas del A.T. Para en tender a estos es importante volver la mirada a Jesús.
-“Qué bien se está aquí”. Una y otra vez los discípulos de Jesús, de entonces y de ahora, experimentan que la compañía de Jesús les calienta el corazón, les hace sentirse bien. Les pasó a los discípulos de Emaús, a Pablo y a tantos santos. El encuentro con el Señor, también ahora, produce una sensación de plenitud, de que uno ha encontrado lo que más busca en la vida.
-“Este es mi hijo amado. Escúchenlo”. Todos buscamos “a tientas” el rostro de Dios, el sentido profundo de nuestras vidas, un amor definitivo. Algunos lo buscan en las enseñanzas de Buda, en nuevas teorías (New Age), en el placer o en el orgullo de sus propios éxitos… Los discípulos tuvieron la claridad de que Jesús es el rostro del Padre y escucharle a él es escuchar al Padre y encontrar la mejor guía para la propia vida. Nosotros somos herederos de esta experiencia y pedimos al Espíritu que la renueve en nosotros. Solo así podemos ser gozosos testigos y misioneros del gran don que se nos ha hecho para nosotros y para toda la humanidad.

P. Antonio Villarino
Roma

“Estuve preso y me fuiste a visitar”

Emma Entre las diversas actividades pastorales de la parroquia de Santo Domingo, dirigida por los misioneros combonianos en Nova Contagem, también está la pastoral penitenciaria, a cargo de 15 voluntarios, incluyendo los Laicos Misioneros Combonianos, que son parte de la parroquia.

Todos los martes y miércoles por la mañana, el grupo se reúne para visitar los pabellones de la prisión de máxima seguridad Nelson Hungría, situada en Nova Contagem, con cerca de 2.000 reclusos. La reunión es a las 08:00 en la plaza junto a la prisión.

La realidad carcelaria en Brasil, como en otras partes del mundo, sufre de un alto hacinamiento debido a un sistema penitenciario con poca atención a la recuperación de los presos.

Las prisiones de Minas Gerais, por ejemplo, pueden recibir 32.000 presos, divididos en 144 prisiones en realidad son 54 mil las personas recluidas en las distintas unidades. Esta situación sólo consigue empeorar las condiciones de vida de los presos, con un objetivo más de castigar que de re-educar y re-socializar, con graves violaciones de los derechos humanos.

Emma La acción y el compromiso del grupo de Pastoral Penitenciaria, compuesto principalmente por mujeres, es creer en un trabajo de promoción de la dignidad humana, el respeto por los derechos humanos, y la superación de los límites del sistema penitenciario actual en favor de un modelo que permita la recuperación y la reintegración efectiva de la persona.

Lo más importante de nuestra actividad pastoral es el testimonio de un Dios que no discrimina a nadie, en un lugar marcado por el desprecio, los prejuicios y la violencia, haciendo nuestras las palabras del Evangelio: “Yo estaba en la cárcel, y me fuiste a visitar”. Es la pedagogía de Jesús, método, modelo, que dirige el camino de esta pastoral, reconociendo el rostro de Dios en cada persona, incluidos en los presos.

Hay muchos desafíos y dificultades en nuestras actividades pastorales, como el exceso de burocracia que a menudo retrasa y complica nuestro trabajo, con controles, restricciones en las visitas, permisos limitados; pero con coraje este pequeño grupo de voluntarios se enfrentan a las dificultades. Esto ha permitido en 2014, la creación de dos grupos de catequesis dentro de la prisión. Y fue posible que algunos reclusos que lo habían solicitado recibieran los sacramentos.

EmmaPara esto son fundamentales los momentos de formación permanente que hacemos los fines de mes, con un espacio dedicado a la programación y la formación, que permite a los agentes de pastoral de prisiones aprender las acciones que ayudarán a mejorar las visitas a la prisión y la relación con los internos. En esto también ayuda las formaciones llevadas a cabo por la diócesis.

En síntesis este sería el trabajo de la pastoral penitenciaria. Una actuación sencilla que da la mano, encontrándose con rostros concretos, escuchando las historias de vida, de los que están al otro lado de los barrotes, con el fin de dar testimonio de la dignidad de todo ser humano, ya que como dice el Evangelio: “En esto reconocerán que sois mis discípulos, en que os améis unos a otros ” (Jn. 13, 35).

Emma Chiolini, Laica Misionera Comboniana