Laicos Misioneros Combonianos

La alegría del Evangelio la fuente del espíritu misionero

LMC PoloniaLos LMC de Polonia celebramos algo grande. Tres jóvenes de nuestra comunidad polaca entraron oficialmente a la comunidad LMC. ¡Dios los bendiga!

Durante la reunión del 12 al 14 de junio nosotros co-organizamos y participamos en el IV Congreso Misionero de Polonia. El viernes comenzamos con la Misa de acogida y entrada de Katarzyna Tomaszewska, Magda Fiec y Anna Obyrtacz en el movimiento LMC. La misa del viernes fue el comienzo de un gran camino para nuestras jóvenes. Habían llegado a Varsovia el día anterior para tener algún tiempo para la oración y la meditación en silencio. Durante la misa, nuestras amigas leyeron una oración especial preparada por ellas mismas para esta ocasión particular y que subraya su voluntad oficial de entrar a formar parte del movimiento LMC. El Delegado del Padre General de los combonianos, el P. Gianni Gaiga, recogió esta declaración junto con otros padres combonianos que celebraban la misa. Debo hacer hincapié en que recibimos a la familia y amigos de Kasia que llegaron especialmente para este día de la provincia de Silesia. Kasia está dispuesta a ir a Mozambique, Anna será designado para ir a la República Centroafricana y Magda está esperando la decisión sobre el destino de su misión. Más tarde en el día hubo un tiempo para cuidar también el estómago, para ello- organizamos una gran barbacoa. El padre Guillermo Aguinaga Pantoja que es el superior de la casa, nos dio la bienvenida e insistió que la comunidad de Varsovia está siempre abierta para los LMC. Allá estuvo nuestra primera misionera – Danuta Krol – que compartió con nosotros su experiencia de Uganda. Tuvimos también la posibilidad de hablar en el “último minuto” con el P. Andrzej Flip que sirve en Mozambique y tenía un vuelo de vuelta al día siguiente. Nuestra muy conocida hermana Ula Bayer con el grupo de niños de Mosina (cerca de Poznan) también estuvo presente.

Fuimos al centro de la ciudad al día siguiente. El organizador del congreso era la Comisión Episcopal polaca de misiones y Papieskie Dziela Misyjne (caridad oficial de la Iglesia Católica para la misión en el extranjero). “La alegría de Evangelio la fuente del espíritu misionero” fue el tema del congreso bajo el amparo de Juan Pablo II. Fue una reunión inusual porque este congreso no es algo normal y sólo tiene lugar cada diez o quince años o incluso décadas.

Tres formas de participación estaban previstas en función de las personas asistentes: para los niños, jóvenes y adultos, por lo que estábamos divididos en tres grupos para trabajar en paralelo. Todos estábamos en el centro de Varsovia y los adultos justo en frente de la iglesia central. El lugar y la naturaleza abierta de la reunión habían atraído a mucha gente. Aprovechamos para promover los LMC y las misiones en general, dando folletos y materiales promocionales. Tuvimos la oportunidad de hablar y animar a la gente a esta forma de acciones en la Iglesia. Conocimos a muchas órdenes, congregaciones y comunidades también a organizaciones laicas que participan en la misión ad gentes. En el barrio nos encontramos a nuestros compañeros de Akademickie Kolo Misjologiczne w Poznaniu (Misión Académica Círculo en Poznan). Hablamos con el representante de MIVA (Asociación de Vehículos para la Misión) que patrocinan todo tipo de los vehículos a las misiones para ayudar a los misioneros. Uno de ellos irá a Ecuador al P. Adam Zagaja (MCCJ) en un futuro cercano. El Congreso acogió muchas ONG (Organizaciones No Gubernamentales). Una de las más atractivas fue Szymon Holownia: La Fundación Kasisi. Holownia es uno de los periodistas católicos más populares, escritor, bloguero y presentador de televisión que está involucrado en muchas acciones en África ahora. En el panel de la conferencia Holownia hizo hincapié en la esencia de la misión de los laicos y el significado real de la hermandad de ayuda no sólo en África sino también aquí en Europa por ejemplo, para los numerosos inmigrantes africanos en el sur de Europa.

También hubo un momento para la Jornada Mundial de la Juventud con las personas jóvenes de Europa del este. Nos animó a ayudar a la gente del Este dispuestas a participar con el papa Francisco el próximo año. Nos encontramos también con Karol Pawlowski que había sido inspirado por San Adalberto y la peregrinación del camino de Santiago de Compostela, y ahora está tratando de establecer y promover el camino de san Adalberto desde Gniezno en Polonia a Magdeburgo en Alemania (la web: http: // www .droga-swietywojciech.pl). Todas esas reuniones nos ayudaron a comprender que nuestra Iglesia es muy rica y diversa y todavía hay un montón de cosas que hacer.

Al final todos los participantes unimos a la Misa presidida por el cardenal Fernando Filoni – Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos. La homilía estuvo a cargo del cardenal Kazimierz Nycz de Varsovia. El Cardenal subrayó que cada hombre que cree en el Evangelio debe vivir como misionero. Todos se acercaron a la Iglesia de la Santa Cruz en procesión con la cruz y el icono de la Jornada Mundial de la Juventud. El día se completó con un concierto de música sacra y terminó con el canto del Llamamiento de Jasna Gora (Jasna Gora es el lugar de peregrinación de la Virgen María).

Este día tan rico y todas las reuniones nos transmitieron una alegría como la del Evangelio. ¡Vayamos entonces con alegría y juntos en nuestros caminos misioneros, siempre sonriendo y con el Evangelio en el corazón!

Tomasz Wierzbicki

LMC Cracovia

Pan en el desierto: Lo imposible se hace posible

Comentario Jn 6, 1-15 (XVII Domingo del T.O. 26 de julio del 2015)

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Recordemos que en los domingos de este año litúrgico estamos leyendo, de manera continuada, el evangelio de Marcos y que, hasta ahora, hemos llegado al capítulo sexto. El domingo pasado habíamos dejado a Jesús conmovido ante la multitud que le seguía como “ovejas sin pastor”. Hoy tocaría seguir leyendo, en el mismo capítulo, lo que todos conocemos como la “multiplicación de los panes”. Pero, para meditar este episodio, la liturgia ha preferido ofrecernos la lectura del capítulo sexto de Juan, que trata el mismo tema con mucha más extensión y con interesantísimas referencias teológicas. De hecho, nos vamos a quedar en esta lectura del capítulo sexto de Juan en este y en los próximos cuatro domingos. Después volveremos a Marcos, leyéndolo a partir del capítulo séptimo. En este domingo se nos ofrecen los primeros quince versículos de este capítulo sexto de Juan. Cada uno de nosotros está invitado a leerlo con atención. Por mi parte, me detengo en dos reflexiones:

1.- Jesús, el nuevo Moisés
Juan empieza esta narración con una cierta solemnidad. Evidentemente nos quiere decir que algo grande está pasando. Tres elementos delatan está “solemnidad”:
– Jesús, partiendo de las orillas del Lago de Galilea, sube a la montaña. A estas alturas ya sabemos que, en el lenguaje bíblico, la montaña es mucho más que un accidente geográfico. Subir a la montaña nos recuerda, entre otras, la historia de Moisés que subió al Sinaí y allí experimentó la especial revelación del Dios liberador de Israel.
Al llegar a la montaña, Jesús “se sienta” con sus discípulos. El gesto nos habla de Jesús como Maestro con una autoridad que no tenía ninguno de los maestros de su tiempo. Como Moisés, que recibió en el Sinaí la Ley de Dios para su pueblo, Jesús transmite a sus discípulos la nueva Ley, la Palabra recibida del Padre.
-Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Sabemos que la Pascua era la fiesta en la que se hacía memoria de la liberación experimentada, se fortalecía la identidad del pueblo y se renovaba la esperanza en una nueva y definitiva liberación.
Lo que Juan nos va a contar en el capítulo sexto de su evangelio se sitúa en este solemne cuadro de referencias teológicas.
Para los discípulos, y para nosotros, Jesús no es un maestro cualquiera, no es un profeta más o menos inspirado, no es un renovador de la ética. Es la Palabra de Dios que nos ilumina como una luz en la oscuridad, es el Pan de Dios que nos alimenta en el desierto, es el nuevo Moisés que, descendiendo de la montaña, guía al pueblo y lo sostiene en su caminar hacia una nueva tierra de libertad y plenitud. En él se centra la nueva Pascua, la nueva Alianza entre Dios y su pueblo.

2.- Lo imposible se hace posible
Juan nos cuenta que Jesús preguntó a Felipe cómo alimentar a tanta gente en un descampado. Y Felipe le dio la respuesta sensata, realista: No es posible. Todos nosotros daríamos la misma respuesta, como de hecho lo hacemos cuando nos encontramos con problemas de difícil o imposible solución.
Felipe tenía tazón, pero parece que había olvidado la historia de su pueblo: alimentar a una multitud en un descampado es tan imposible como que un pequeño pueblo de esclavos se liberarse de las manos de un poderoso faraón; o como que ese mismo pueblo atravesase un desierto sin morir en el intento… Pero Dios hizo que lo que parecía imposible resultase posible: el pueblo se liberó, caminó por el desierto cuarenta años, alimentándose “milagrosamente” y llegó a la tierra prometida.
Pero no hay que entender esto mágicamente, como si Dios, con una barita mágica, resolviese nuestros problemas. Se trata, a mi juicio, de algo más sencillo y más profundo: cuando permitimos que Dios nos acompañe con se bendición y hacemos lo que está en nuestras manos, los poderosos se rinden, las aguas se separan, el pan se multiplica, el hambre y la injusticia se superan, los conflictos se superan y la comunidad humana se regenera avanzando hacia nuevas cotas de justicia y fraternidad, cumpliendo el sueño de Dios, de modo que se haga su voluntad “en la tierra como en el cielo”.
Cuando afrontamos los problemas con fe, esperanza y caridad (generosidad), lo imposible se hace posible, como se ha demostrado tantas veces en la historia universal y también en nuestras historias particulares. Cuando participamos en la Eucaristía, renovamos esta fe.
P. Antonio Villarino
Roma

Superar la indiferencia: Hacer causa común

Un comentario a Mc 6, 30-34 (XVI Domingo del T.O.: 19 de julio del 2015)

Leemos hoy cinco versículos que forman una especie de transición literaria entre dos narraciones fuertes de Marcos: el martirio de Juan Bautista (una experiencia seguramente muy dolorosa para los discípulos y el mismo Jesús) y la multiplicación de los panes (signo elocuente de un Dios que alimenta al pueblo de los sencillos y fieles en el desierto).
El texto que leemos hoy es, pues, de transición, pero no por ello menos importante. De hecho, está lleno de profundos y límpidos sentimientos en dos direcciones principales: la comunidad de los discípulos y la multitud de personas en búsqueda de una mayor calidad de vida. En el corazón de Jesús se produce como una especie de doble movimiento de sístole y diástole, de ida y venida, entre la comunidad y la multitud, que, como el del corazón, se necesitan y se alimentan recíprocamente. Detengámonos un momento en este doble movimiento de amor concreto:

combonianos en Asia- Gerardo (Peruano),Mario (mexicano), Miguel Angel (español), Moises (filipino), Parunñgao (Filipino)1.- Ternura en la comunidad de amigos
Marcos nos cuenta como Jesus acoge a los discípulos que regresan de la misión, los escucha y los invita a descansar, como él lo hacía entre los amigos de Betania…
No sé si ustedes recuerdan la película de Pier Paolo Pasolini sobre el evangelio de San Mateo, que se proyectó hace ya bastantes años; era una gran película, pero –si mi memoria no me falla- presentaba a Jesús como una especie de profeta serio y más bien enojado, como una especie de látigo de hipócritas y corruptos; con el rostro tenso, la voz firme y la condena siempre en los labios; sin más amigos que una justicia descarnada y una moralidad exigente e irreductible…. Sin duda, Jesús fue claro en la denuncia de una religiosidad hipócrita y esclerotizada, pero Jesús era mucho más que un profeta airado. En el evangelio de hoy Marcos nos presenta a un Jesús tierno, acogedor, preocupado por el bienestar incluso físico de sus amigos. Esto nos da la medida de esa humanidad tan necesaria en cualquier familia, comunidad o grupo apostólico. A veces queremos hacer las cosas tan bien, somos tan perfeccionistas o tenemos tantas ambiciones para las personas queridas que nos volvemos intransigentes, mordaces, airados, condenadores. Ojalá Jesús sea nuestro modelo de ternura, acogida y humanidad.

Cincinnati. St Charles)2.- Conmoción ante las necesidades de la multitud
La estrecha vida comunitaria de Jesús con sus discípulos no lo vuelve ciego a las necesidades de los demás, sino todo lo contrario: lo hace más sensible y comprometido  ante la presencia de una multitud que, como ovejas que vagan sin pastor, busca afanosamente más salud, más comprensión, más sentido, más vida. La actitud de Jesús es la misma que, muchos más años más tardes, adoptaría uno de sus discípulos, Daniel Comboni, quien, al llegar a Jartum (África), dijo: “Quiero hacer causa común con cada uno de ustedes”.
Antes la multitud de personas que hoy como ayer buscan salud, alimento, dignidad, amor…, la respuesta del discípulo misionero no es la indiferencia, el mirar hacia otro lado, sino el “hacer causa común”, compartir inquietudes, emociones y sueños. Esa conmoción, ese hacer causa común encontrará a su tiempo su expresión en iniciativas humanitarias concretas, en palabras y gestos de solidaridad. Pero lo primero es no caer en la indiferencia, conmoverse, sentirse parte de esa gente. La primera actitud del discípulo misionero es la de “estar”, compartir, sentir como propias las necesidades de los demás; y, a partir de ahí, echar una mano o las dos si hace falta, cada uno según sus propias posibilidades, con la confianza de que, si cada uno aporta lo suyo, se producirá el milagro del pan compartido, de la fraternidad, del gozo de la vida compartida.
P. Antonio Villarino
Roma

La misión de los Doce y la nuestra

Un comentario a Mc 6, 7-13 (Domingo XV T.O: 12 de julio del 2015

DSC02555Después de ser rechazado por los habitantes de Nazaret Jesús, según Marcos, inicia una nueva etapa de su misión, involucrando a los Doce, semilla de un nuevo pueblo que acoge el Reino de Dios y lo hace germinar en pueblos y ciudades. En el texto de Marcos que leemos este domingo hay muchas claves y puntos de meditación para nuestra vida de discípulos misioneros. Yo me detengo brevemente en cuatro puntos:

1) Llamó a los Doce y comenzó a enviarlos
La misión no es fruto de una iniciativa personal, sino de una llamada. En el camino del discipulado misionero hay momentos en los que parece que somos nosotros quienes tomamos la iniciativa y queremos difundir en el mundo nuestro proyecto de humanidad, nuestra ideología, nuestra manera de ver las cosas. Pero el discipulado verdadero sólo empieza de verdad cuando, superada la etapa del protagonismo personal, nos damos cuenta que es el Señor el que nos llama y nos envía.
Ya Moisés y otros grandes profetas experimentaron como la misión fracasa estrepitosamente cuando se asume como un modo de auto-realizare o de ser alguien importante en la sociedad, mientras se vuelve fecunda cuando se asume como respuesta a una llamada.
Y los artistas cuentan algo parecido. Los poetas, por ejemplo, dicen que no son ellos que buscan las palabras, sino que las palabras les buscan a ellos, es decir, que una poesía alcanza una especial fuerza expresiva cuando de alguna manera “se impone” al poeta que, a lo mejor ha trabajado por horas sin que su esfuerzo llegara a nada concreto. Igualmente, en el discipulado misionero, se requiere un momento de gracia inesperada, una toma de conciencia de haber sido llamado/a gratuitamente, un darse cuenta que la misión recibida supera nuestro auto-control, nuestra auto-realización, nuestras perspectivas ideológicas o de protagonismo… para ser la misión de Aquel que nos llamó y non envió. Sólo entonces la misión se hace fecunda, incluso cuando ello supone aparente fracaso o cruz.

LOs Angeles (centro)2) De dos en dos
Al enviar a sus discípulos “de dos en dos”, Jesús sigue la práctica judía de enviar los mensajeros en parejas: el portavoz debería tener a su lado a un compañero como ulterior confirmación de la autenticidad del mensaje. Al hacer la misión de dos en dos, los discípulos se ayudan mutuamente en el testimonio, dando credibilidad al mensaje de un Reino de fraternidad.
Además, la misión “de dos en dos” supera la experiencia individual, subjetiva, para hacerse propuesta social, compartida. Ciertamente, Jesús hace muchas horas de oración en solitario, pero su misión se desarrolla siempre en público, en plazas y sinagogas, casas, caminos, pueblos y ciudades. La misión no es un asunto privado, no es una iluminación individual; es un asunto público, comunitario, compartido. No es que la misión en común sea más fácil que la misión individual, pero es más auténtica, más fiable.

3) Entrar en las casas
En la práctica misionera de Jesús no hay lugares reservados a la misión: entra en las sinagogas, habla en la calle, junto al mar, en casas de familia… en todas partes. La misión no excluye el templo, pero tampoco permanece atada a él. Es evidente que la misión de la Iglesia hoy, sin dejar las parroquias, debe ir mucho más allá: salir al encuentro de las personas allí donde se encuentran y viven, con sus alegrías, luchas y preocupaciones.

4) Anunciar la cercanía del Reino
Cercanía: esa es una palabra clave en la experiencia de Jesús y de sus discípulos. Jesús anuncia sin descanso, con palabras y gestos, que Dios es cercano a las personas y por ello realiza gestos de sanación, de liberación, de perdón, de amor que hacen que las personas se pongan en pie y caminen. Ese es el poder de Jesús, el poder que comparte con sus discípulos misioneros, el poder de hacer que las personas se levanten y caminen como hijos e hijas.
P. Antonio Villarino
Roma

Dios anda entre los pucheros: Jesús carpintero, hijo, hermano, vecino

Comentario a Mc 6, 1-6 (Domingo XIV T.O: 25 de julio del 2015)

Conventual Teresa y JesusMarcos nos muestra a Jesús como un maestro peregrino, que, después de recorrer aldeas y pequeñas ciudades de Galilea, en las cercanías del Lago de Galilea, vuelve al pueblo donde creció, Nazaret, y donde, al parecer, en vez de acogerlo, como hicieron tantos vecinos de los alrededores, lo rechazaron. Marcos lo explica con la famosa frase de Jesús: “Ningún profeta es aceptado en su propio pueblo y en su propia casa” y concluye diciendo que Jesús se maravillaba de su incredulidad.
La experiencia de Jesús –ser rechazado por los suyos– es una experiencia bastante común, que a mi modo de ver refleja dos errores que todos cometemos con frecuencia:

1) Imaginarnos a Dios como alguien lejano de la vida cotidiana.
Ha pasado en todas las etapas de la historia y en todas las religiones: Muchos piensan que a Dios hay que buscarlo en lo extraordinario: un lugar maravilloso, una gran catedral, un santuario muy especial, un personaje con cualidades extraordinarias, más allá de las nubes… Como si Dios no tuviera nada que ver con lo que somos y vivimos e nuestra cotidianidad. Sin embargo Jesús muestra todo lo contrario: que Dios se hace uno de nosotros (Emanuel): nace como emigrante, trabaja como carpintero, va los sábados a la sinagoga, suda, bebe, come, hace amigos… Y en y todo eso se manifiesta como el Hijo amado del Padre.
La mejor manera que encuentro para explicar esta experiencia de Dios que hicieron los primeros discípulos de Jesús –y los que ahora siguen como discípulos- es la famosa frase de Santa Teresa de Ávila: “Dios también anda entre los pucheros”. Lo dicho: No busquemos a Dios en lo extraordinario, sino en lo ordinario de cada día: en el trabajo, en las relaciones familiares, en las amistades, en la lucha sincera por los derechos de los pobres, en el esfuerzo por la justicia y la honestidad, también en la oración sencilla y sincera (sin aspavientos ni pretensiones retóricas)… “entre los pucheros”.

2) Volvernos escépticos y duros de corazón, con los que viven con nosotros.
Dice un viejo dicho que no hay persona menos respetuosa en un templo que el sacristán: acostumbrado a moverse en un lugar sagrado, termina por perder el respeto… Nos puede pasar a nosotros con las personas que viven cerca de nosotros: miembros de nuestra familia o de nuestra comunidad, compañeros de trabajo, los catequistas o el párroco de mi parroquia… Viviendo cerca de estas personas, corremos el riesgo de ver sólo sus límites y defectos, ignorando quizá el mucho bien que hacen. Lejos de aprovecharnos de su cercanía para amarlos y aprender de ellos, terminamos por enredarnos en una visión hipercrítica y dura que nos imposibilita para descubrir el mensaje que Dios nos quiere transmitir a través de ellos, a pesar de sus límites y defectos… Dios no se nos presentará con el disfraz de una persona perfecta, sino con la realidad de las personas concretas que nos rodean.
Al escuchar el evangelio de hoy, pido al Señor para mí y para todos esta humildad que nos hace capaces de reconocer a Jesús en el humilde profeta de Nazaret y en tantas personas que hoy viven conmigo y me ayudan a descubrir la presencia divina en medio de la realidad que estoy viviendo, con sus oportunidades y problemas, con sus aciertos y fracasos.
Señor, no permitas que me vuelva arrogante o cínico como los habitantes de Nazaret. Que mi corazón esté siempre abierto a reconocer tu humilde presencia a mi alrededor, a pesar de mis propios límites y los de los demás.
P. Antonio Villarino
Roma