Laicos Misioneros Combonianos

El amor como misión

MarianaSi hace un año me hubieran dicho que hoy les estaría escribiendo sobre la Misión de Carapira, habría dicho que eran unos soñadores y que esas eran de tierras fértiles demasiado alejadas para mí. Pero Dios, como dice el padre Jorge, sabe mejor aquello que hace de lo que nosotros sabemos los que queremos. ¡Y es tan cierto!
Antes de lanzarme a intentar la arriesgada aventura de traducir en palabras lo que durante este mes de agosto he vivido en Carapira, quiero que sepan que se perderá parte del sentido: las manos que tocan y son tocadas; los olores extraños, pero que luego se echan de menos, como el de la tierra, el mercado, de la basura quemada, del aire caliente y pesado; los ojos que ven rostros que parecen pedir que los descubramos y sonrisas que nos recuerdan que la vida es el regalo más grande de Dios; las bocas que saludan en cada momento, incluso cuando no te conocen.
Agradecer, en primer lugar, a los misioneros ya estaban en Carapira y que, además de ser discípulos de Cristo, fueron heraldos de nuestra llegada y fieles compañeros de nuestros pasos, al tiempo que nos dejaban ser libres. Gracias por la confianza que han depositado en nosotros, sin la cual ningún trabajo podría desarrollarse.
El primer problema que me encontré fue el tiempo. En Carapira, el tiempo parece detenido en el tiempo y, de hecho, los días transcurrían lentamente. Las mañanas eran mucho mayores que las tardes y una cita marcada a las tres, podría ser en cualquier momento después de la hora señalada. Pensaba que el tiempo allá era lento porque estaba completamente enredada en el ritmo frenético que el mundo occidental nos impone. Fue entonces cuando me di cuenta que ser compasivo era caminar al paso del otro. Si el otro va más lento, camino más despacio con él. Enseguida nos dejamos llevar por este tiempo tan diferente al nuestro y nuestros días se llenaron: con el estudio nocturno en la Escuela Industrial; el apoyo a las niñas en el internado de las hermanas “Madre de África”; con la presentación de la encíclica “Laudato Si” a los estudiantes de la EIC, a los maestros, a la comunidad, a los sacerdotes y hermanas; llenábamos el día con momentos en los que rezábamos el rosario en las comunidades y tratamos de aprender Macua, visitando a los enfermos, o sustituyendo algún profesor que faltaba.
En Carapira descubrí mil maravillas. Una vez tratando de ayudar a las niñas con el Inglés, donde el tema era “gente famosa”, traté de ejemplificar con Cristiano Ronaldo y fue entonces cuando me di cuenta de que había caído en el terrible error de mirar la realidad sólo con mis ojos. No os digo que no me descoloqué, pero rápidamente conseguí el ejemplo correcto, que siempre ha estado allí y sabían muy bien: Jesús. ¿Quién más podía estar tan a escala global como él? Nosotros que íbamos con una voluntad enorme para hacer conocer a Jesús a los demás, íbamos, paso a paso, descubriendo que él ya estaba allí y se revelaba en las cosas más pequeñas: en los abrazos que recibí cuando con la hermana María José llevé a las niñas a casa para pasar las vacaciones; Jesús apareció en la forma cálida en la que este pueblo nos dio la bienvenida a la llegada y aceptó que estos extranjeros fueran parte de su vida diaria sin cerrar las puertas.
Vi en estos niños el rostro de Dios, porque ellos, sin saberlo, han sido y son un ejemplo para mí. Ellos consiguen ser tan iguales y tan diferentes en su pequeñez. Y cuántas infancias existen en todo el mundo. Son los niños, héroes de palmo y medio, que antes de saber hablar, llevan cubos de agua sobre sus manos y cabeza. Como si, en ese momento, tuvieran que soportar un fardo que no es suyo. Son los niños que llevan ladrillos. Los niños que cuidan de otros niños como ellos. Son los niños que están a kilómetros y kilómetros de su casa para ir a la escuela. Me sorprendí también con la capacidad que tuvieron de correr para nuestros brazos, de sonrisas sinceras y contagiosas. Y os digo que nunca, nunca, ser capaz de olvidarme de como corrían calle arriba y abajo con coches hechos con botellas y tapones de plástico, o las carreras que hacían empujando los neumáticos con un palo.
Me conmovió cuando descubrí que algunas personas salían de casa, tres y cuatro horas antes de la Misa, para poder beber de la palabra del Señor. No puedo olvidar al grupo de jóvenes de discernimiento vocacional, que viajaban kilómetros a pie y / o en bicicleta con el fin de asistir un domingo a la formación. Y hacerlo cada mes. Aquí a veces, cuando llueve o hace frío, los niños ya no quieren ir a catequesis. E incluso nosotros, me pregunto, ¿cuántas razones colocamos para excusar nuestras faltas a misa? Teniendo en cuenta esto, está clara que quién quiere busca las formas y quien no quiere encuentra una disculpa. ¡Ellos son la prueba viviente de eso!
Hay personas, gente como nosotros, que sorprende que sean felices con tan poco. No es tan poco… están contentos sencillamente por vivir. Y que regalo tan grande es este: ¡la vida! Y cuán grande son, imagínense estas personas, profundamente agradecidas que cumplen con los designios del Padre. A finales de este mes, sé que mi contribución fue sólo una gota en un océano de tareas que faltan por cumplirse. Sin embargo, como leí en el mercado el primer día que fui: “La fuerza parada no produce nada”. Tengo la certeza de que ser joven y cristiano, hoy en día, es precisamente esta fuerza que nunca se detiene. Es no caer en la indiferencia para que la vida nos toque y seamos capaces de hacer lo que Dios espera de nosotros. Por poco que sea, hagámoslo, porque si hay una cosa que he aprendido aquí es que de lo poco se hace mucho. Y mi corazón está tan lleno y agradecido por esta experiencia.
Un “Koshukuru” (gracias) del tamaño de la distancia entre Portugal y Mozambique es poco para todo lo que he podido vivir este mes. Hasta que regrese, hay un inmenso océano de anhelos y el deseo de nuevos encuentros. ¿Y sabes qué? Creo sinceramente en aquella vieja máxima del “Principito”, que dice que “aquellos que pasan por nosotros, no van solos ni nos dejen solos”. Hoy, soy una afortunada por todos los encuentros que tuve en esta tierra que es un paraíso perdido en medio de la nada. Hoy, soy más rica por ser un poco de todos aquellos con quienes compartí este mes.

Mariana
Mariana Gonçalves

Tres “dichos” de Jesús

Comentario a Mc 9, 38-48 (Domingo XXVI T.O., 26 de septiembre del 2015)

jesus

Los evangelios, además de narrar episodios de la vida de Jesús y reproducir las parábolas que contaba, recogen y organizan, cada evangelista a su modo, colecciones de “dichos” que Él seguramente pronunció en distintas ocasiones y  que los primeros discípulos recordaban de memoria, compartían entre sí y transmitían a los nuevos discípulos como un tesoro de sabiduría y una guía práctica para sus vidas. En el texto que leemos en este domingo podemos identificar tres de estos dichos, que yo entiendo de la siguiente manera:

1.- El bien no tiene fronteras religiosas o de otro tipo. El dicho exacto de Jesús es “quien no está contra nosotros está con nosotros” y lo dice porque algunos querían impedir que personas que no pertenecían al grupo de los discípulos actuasen en su nombre. Es como si hoy prendiéramos que un no cristiano no ayudase a los pobres, porque no es cristiano. Cualquier bien, venga de donde venga, es una participación de la bondad de Dios. Debemos reconocerlo, agradecerlo y alegrarnos.

2.- Un vaso de agua puede tener un valor infinito. Jesús dice exactamente: “Quien dé un vaso de agua en mi nombre, no perderá su recompensa”. A veces hace falta poco para alegrar la vida de una persona, para hacer que se sienta respetada, para darle esperanza ante las dificultades. Dar un vaso de agua es signo de acogida, de respeto, de disponibilidad a “echar una mano” si hace falta. El que da un vaso de agua al que lo necesita, está abierto al otro y quien se abre al otro se abre a Dios. ¿Cuál es el “vaso de agua” que yo puedo ofrecer a las personas que encuentro e mi alrededor?

  1. ¡Ojo con ser un tropiezo para los pequeños! Marcos recoge aquí varias sentencias que tienen como elemento común una referencia al “escándalo”. Sabemos que esta palabra significa, en realidad, “tropiezo”, es decir, “zancadilla”, hacer que una persona indefensa caiga. Jesús, que es bondadoso y lleno de ternura, se vuelve serio y duro cuando alguien profana la casa de su Padre (el templo) o cuando alguien quiere hacer tropezar a los pequeños, a los “pobres de Yahvè”, a los que sólo tienen a Dios en quien confiar. Con los “pequeños” de Dios no se juega. Al mismo tiempo, Jesús nos dice algo así como: “No te hagas trampas a ti mismo”; si algo te está haciendo daño, no pactes con el mal, córtalo de raíz, escoge el camino del bien con decisión y claridad.

Como cada domingo, al celebrar la Eucaristía y escuchar estas palabras de Jesús, le decimos: Amén, gracias, quiero que estas palabras iluminen mi vida de hoy y de siempre. Ayúdame a hacer que sean verdad en mí.

P. Antonio Villarino

Roma

Testimonio en Carapira

Carapira“Lo esencial es invisible a los ojos”! Nunca le encontré tanto sentido a esta frase como después de Mozambique … Cuando nos atrevemos a abrir el corazón a la llamada de Dios, corremos el riesgo de descubrir el verdadero significado de la felicidad. De hecho, fueron tantas las gracias recibidas, tanto el amor vivido y compartido, que esta experiencia ha dado forma a mi vida, me lleno el corazón de tal manera que mis pensamientos, deseos y sueños se dirigen todos ellos a Mozambique.

A lo largo del año que preparamos estos meses de misión en Mozambique, nos fuimos preparando con obras de caridad, formaciones intensas, encuentros íntimos con Dios por medio de la oración y por tanto las expectativas eran altas e inmensa la ansiedad. La verdad, sin embargo, es que nunca pensé vivir este mes tan intensamente, con tanta entrega, con tanto amor… ¡Débil era mi fe, lo reconozco! Después de todo fueron muchas las personas que rezaron por nosotros, fueron muchos los corazones sinceros que han dirigido sus oraciones a Dios.

Los siete miembros del grupo Fe y Misión que llegaron a la misión Carapira, en Mozambique, solo tenemos razones para dar gracias a Dios por todo lo recibido.

En Carapira, acogidos como familia por los varios miembros de la familia comboniana presente allí desde el principio, nos sentimos bienvenidos, integrados. La primera noche tuvimos una reunión para presentarnos entre todos, lo que nos permitió conocer un poco del trabajo que se realiza, y para afirmar nuestra voluntad de trabajar intensamente este mes. Sí, fue siempre una preocupación de todo el grupo entregarse por completo, o en palabras de Fernando Pessoa, poner todo lo que somos en lo más pequeño que hagamos. Y no nos quedamos sin respuesta. Al día siguiente tuvimos una reunión donde nos hicieron varias propuestas, ya sea en la Escuela Industrial de Carapira, en la pastoral, en el internado de las hermanas, así como junto a la comunidad. Recuerdo que después de esta reunión, el grupo comenzó a dividirse las tareas, especificamos las tareas de cada uno, con una intensidad que llenó rápidamente el cuadrante en el que siempre anotábamos todas nuestras actividades. Me sentí siempre contento de ver el cuadro completo. Soy muy consciente de que esto sólo fue posible por la confianza que han depositado en nosotros desde el principio, pero también sé que a lo largo del mes hicimos todo lo posible para cumplir con las expectativas. Para ser honesto, a pesar de querer dar el máximo de mí y trabajar duro, siempre tuve conciencia de que un mes sería muy poco para poder entregarnos sin reservas. La verdad es que yo estaba equivocado. Por supuesto, la dificultad de la lengua y la adaptación complicaban las cosas, pero también las sonrisas, la simpatía, la confianza depositada en nosotros y la fantástica acogida que se nos presentó, hizo todo mucho más fácil. Desde el principio, el hermano Luis permitió que participásemos sin reservas en la escuela, ya sea en el trabajo administrativo, ya sea en actividades con los estudiantes; el padre Firmino permitiendo que lo acompañásemos en sus visitas a las comunidades; las hermanas permitiéndonos  que las ayudásemos con las explicaciones a las niñas en el internado así como al visitar a los enfermos y ancianos de la comunidad y los Laicos Misioneros Combonianos que siempre nos han seguido de cerca y con los que trabajamos muy a gusto. Del trabajo de las hermanas, hermanos y sacerdotes sabía mínimamente por los diversos testimonios que había escuchado. Pero confieso que no sabía el gran trabajo que realizado por los Laicos Misioneros Combonianos. Su dedicación en la Escuela Industrial de Carapira, en clase, en la administración, la enfermería, en el comedor, así como el seguimiento de las actividades extracurriculares es impresionante. Pero más allá de eso, el trabajo pastoral en las comunidades, el trabajo en la parroquia, en la formación de los animadores, el papel de la Justicia y paz en favor de las comunidades me dejaron deslumbrado. Honestamente, por primera vez, desee  ser Laico Misionero Comboniano.

A nivel personal, este mes fue muy importante para mí. Encontré muchos de mis límites cuando la fatiga quería vencerme, fui desafiado a aprender a vivir en comunidad, cómo ser tolerante, a tratar de resolver los problemas a través del diálogo, a examinarme internamente. Ahora que lo pienso todo, me alegro de lo que pude crecer. Pero aparte de todos estos retos he sido tan feliz… Las Eucaristías me llenaron el corazón, con canciones y danzas que expresaban tanto, las sonrisas de los niños, la alegría de la gente de las comunidades, la familia Comboniana en Carapira a quien ahora llamo amigos y amigas, las niñas del internado que tanto me hicieron sonreír, los jóvenes de la escuela, los jóvenes … Oh, Dios mío, como lo echo de menos! Tengo ganas de llorar de alegría …. Me apetece volver…  quiero volver !!!

¡En Mozambique sentí el sol en mi mano! ¡El sol de la alegría, el sol que ilumina nuestra vida, el sol que nos calienta, que calienta nuestros corazones, el sol que nos permite intercambiar miradas, el sol nos hace vivir intensamente el día! ¡En Mozambique tuve el sol en mi mano!

Carapira

Pedro Nascimiento

Jornada capitular con la Familia Comboniana

LMCEl XVIII Capítulo General de los Misioneros Combonianos sobre el tema “Discípulos misioneros combonianos, llamados a vivir la alegría del Evangelio en el mundo de hoy” ha iniciado el 6 de septiembre en la Casa General de Roma. La jornada del lunes, todavía en la fase de lectura de la realidad, dio la palabra a los institutos de las Seculares Combonianas, las Misioneras Combonianas y los Laicos Misioneros Combonianos. A través de sus informes, la Asamblea se acercó a los logros, dificultades y sueños; en los que de una forma u otra también se ve reflejado el Instituto de los Misioneros Combonianos.

 

Secular

La secular Isabella d’Alessandro expresó preocupación por el descenso de personal, sin embargo, esto no es un límite al entusiasmo y deseo de abrirse a los desafíos que la misión plantea. Recordó que la experiencia de fragilidad es una oportunidad para colaborar con otros, lo cual invita a profundizar en nuestra identidad.

 

Combonianas

La Madre Luzia Premoli, superiora general de las Misioneras Combonianas, expuso las líneas centrales de la reflexión que se llevó a cabo en el Instituto en torno al tema de la Ministerialidad. La transformación de la misión exige un cambio en el modelo de gobierno. También, la rápida disminución de hermanas en el Instituto plantea desafíos a los que se va dando respuesta a por medio de diversas formas de reorganización.

 

LMC

Finalmente, Alberto de La Portilla, coordinador de los LMC presentó su informe a la Asamblea. Explicó la estructura interna del movimiento y los retos asumidos en la pasada asamblea intercontinental de los LMC en Maia (2012). Expresando el deseo de consolidar los grupos ya establecidos y mejorar la coordinación internacional.

Los tres primeros días del XVIII Capítulo General en Roma

Capitulo MCCJEl XVIII Capítulo General de los Misioneros Combonianos que está teniendo lugar en Roma se inició la mañana del lunes con la presentación del Estatuto del Capítulo por parte del P. Pietro Ciuciulla, miembro de la comisión precapitular. Este documento es un instrumento que guía el desarrollo del Capítulo y sirve en la planificación de las diversas fases de trabajo. Por la tarde, el trabajo se ha realizado a nivel de grupos continentales con el fin de ver y sugerir cambios, enmiendas o mociones para mejorarlo.   Una vez en aula, los capitulares han compartido sus puntos de vistas y cada grupo ha presentado sus propuestas. Al día siguiente se continuó con la votación de las diversas enmiendas hasta ser finalmente aprobado. El cambio principal respecto al Capítulo precedente es que se da un mayor tiempo a la fase de discernimiento hecho en grupos y así se logra una metodología más adecuada para el fin que pretendemos. Se ha evidenciado el deseo de que este Capítulo no caiga en la tentación de producir un largo documento, sino que se concentre en el contenido de un texto que focalice sobre algunas prioridades del Instituto. Después de la aprobación del calendario de trabajo, la sesión de la tarde del martes, día 8 de septiembre, se ha dedicado al discernimiento en grupos para buscar las personas más adecuadas en cada uno de los servicios del Capítulo. La jornada concluyó con la elección de los cuatro escrutadores. El miércoles, 9 de septiembre, la sesión se inició con la elección de los oficios y continuó durante toda la jornada. Consejo de Presidencia: P. Enrique Sánchez, presidente; P. Giuseppe Moschetta y P. Manuel Augusto Lopes Ferreira. Secretario general: P. Pietro Ciuciulla. Moderadores: P. Pedro Andres Miguel, P. Joseph Mumbere Musanga, Hno. Alberto Degan y P. Rogelio Bustos. Comisión especial: P. Rafael Ponce (coordinador), P. Dario Bossi y P. Jeremias dos Santos Martins. La Comisión central está constituida por el Secretario general, los cuatro moderadores y el coordinador de la Comisión especial. Su labor es la de coordinar el trabajo del Capítulo. Escrutadores: Hno. Matthias Adossi, Hno. Dessu Yisrashe, Hno. Humberto da Silva Rua y P. Felix Cabascango. Comunicadores: Hno. Alberto Lamana (coordinador), P. Jean Claude Kobo y P Efrem Tresoldi. Comisión litúrgica: P. Roberto Turyiamureeba, Hno. Jean Marie Mwamba y P. Alcides Costa. Comisión recreativa y cultural: P. Juan Armando Goicochea, P. Karl Peinhopf y P. Ramon Vargas. La jornada concluyó con la celebración de las vísperas de la solemnidad de S. Pedro Claver, patrono del Instituto.

Capitulo MCCJ