Laicos Misioneros Combonianos

Un grito en el desierto

Comentario a Lc 3, 1-6 (Segundo Domingo de Adviento,  8 de diciembre del 2015)

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El segundo domingo de Adviento se centra en la figura de Juan el Bautista, al que el texto de Lucas (copiado del profeta Isaías) describe como “la voz de uno que grita en el desierto”.

Lucas presenta a Juan en un momento muy concreto de la historia del Imperio Romano y de Israel, cuando gobernaban unas personas determinadas, con mucho poder y riqueza, mientras el pueblo sencillo sufría unas condiciones muy concretas de explotación y humillación.

En esas circunstancias históricas tan precisas, Juan aparece como una trompeta en el desierto, para avisar que las cosas no pueden continuar como están, que ha llegado el tiempo de un cambio profundo, que Dios viene para intervenir en la historia humana. Como siempre sucede, a la voz de alarma dada por Juan, algunos responden positivamente, otros siguen durmiendo, como si nada pasase… hasta que es demasiado tarde.

Al releer hoy esta historia de Juan y de su mensaje de conversión, lo hacemos con la intención de abrir nuestro oído y escuchar los signos de los tiempos, por si Dios nos está haciendo algún llamado a cambiar.  Para hacer nuestro el mensaje del Bautista, a mi parecer, podemos hacernos algunas preguntas, como por ejemplo:

  • ¿Qué está pasando en el mundo hoy? ¿Quién gobierna en los imperios de nuestro tiempo y en nuestra propia patria: Hay violencia, corrupción, división, abuso de los pobres? ¿Qué pasa en la Iglesia? ¿Los casos de escándalos junto a la presencia profética del Papa Francisco a qué nos invitan? ¿Qué pasa en mi vida personal y de familia? ¿Se ha instalado la rutina o la indiferencia o acaso sentimientos más negativos?
  • En toda esta realidad, ¿escucho alguna voz interior o exterior que me invita a un cambio profundo, a aceptar la gracia de Dios que quiere venir a mí como salvación y regeneración?
  • ¿Hay en mi vida y alrededor de mí tanto ruido, tantas distracciones, que no me permiten escuchar la voz del Señor que me habla a través de los acontecimientos, a través de una palabra escuchada en la iglesia,en una novena o en cualquier parte?
  • ¿Cuál es la necesidad más urgente en este momento de mi vida? Es importante tomar conciencia de nuestros deseos y necesidades más profundas. Así como la comida tiene un sabor especial cuando tenemos hambre, de la misma manera Dios encuentra su camino hacia nosotros a través de nuestra “hambre” de verdad y amor.

En todo caso, el Adviento es un tiempo oportuno para hacer “desierto”, es decir, buscar momentos de silencio, intimidad y oración, de modo que podamos escuchar la voz de nuestro interior o la voz de los que alrededor nuestro nos invitan insistentemente a un cambio, a preparar mi vida para que Dios se haga presente en ella, a través de mis propias necesidades profundas.

P. Antonio Villarino

Madrid

¡Atención: no se duerman! Camarón que se duerme…

Comentario a Lc 21, 25-28.34-36 (I Domingo de Adviento, Año C, 29 de noviembre del 2015)

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Estamos en el primer domingo de adviento de un nuevo ciclo litúrgico. Recuerdo que las lecturas bíblicas de los domingos, en la liturgia católica, se realizan en ciclos de tres años: A,B y C, mientras que las lecturas de cada día siguen otros dos ciclos paralelos: años pares e impares.

Aprovecho para decir que, a mi parecer, si uno sigue estos ciclos preparados por el organismo de la Iglesia católica para la liturgia, al final de tres años ha hecho un verdadero curso de Biblia y ha tenido la oportunidad de ir asimilando gradualmente lo más importante del texto sagrado.

Cada año, por otra parte, está organizado en tres grandes “tiempos”: Navidad (incluida la Preparación con el Adviento y algunas semanas posteriores), Pascua (incluida la preparación con la Cuaresma, algunas semanas posteriores y Pentecostés)  y el Tiempo Ordinario (34 semanas).

Ahora estamos, como decía, en el primero de los cuatro domingos de Adviento, que nos preparan a la celebración de Navidad; este año, el “C”, leemos un texto del capítulo 21 del evangelio de Lucas. Se trata de una partecita de lo que se conoce como “discurso escatológico” (sobre los últimos acontecimientos de la historia), que Lucas pone inmediatamente antes de la Pasión.

Al leerlo, nos cuenta enseguida que no se trata de un texto “navideño” en el sentido que ordinariamente damos a este término, influidos como estamos por el folclore que se ha montado en torno a las fiestas de Navidad, como una cosa de niños, de dulces y de regalos. Todo eso puede ser entrañable y tener elementos positivos, pero el misterio de Navidad es algo mucho más serio e importante: Se trata del misterio de la presencia de Dios en la Historia de la humanidad, una historia en la que abunda la confusión, la corrupción, la injusticia, la mentira, una cierta ligereza y superficialidad.

Todo esto nos puede “embobar”, aturdir, y llevarnos a perder la conciencia de nuestra propia realidad e ignorar el paso de Dios por nuestra vida, de la mima manera que un padre borracho no acierta a ver las lágrimas de su hijo o los signos de un negocio que se desmorona. Como dice un proverbio latinoamericano, “camarón que se duerme, se lo lleva la corriente”. Por eso Jesús nos advierte: Presten atención, no se dejen “emborrachar” por las cosas (el dinero, los placeres excesivos, el orgullo desmedido, la indisciplina). Esté vigilantes. Oren bastante y asuman una disciplina de vida que les prepare a acoger la vida en plenitud que Dios les quiere regalar en Navidad. Eviten así que “les lleve la corriente”, como al camarón dormido.

Ante tu cuerpo, presente en la Eucaristía, te pido, Señor, la Fuerza de tu Espíritu para que permanezca siempre vigilante, orante y abierto a tu presencia en este momento de mi vida, de mi familia, de mi comunidad y de mi pueblo.

P. Antonio Villarino

Roma

Camino a Misión – Envío de María Augusta para RCA

LMCEl pasado 25 de octubre, haciendo eco del mensaje que trae el octubre misionero, celebrado en todo el mundo, celebramos con alegría y fe, el envío de la María Augusta Pires para la República Centroafricana.

Damos gracias a Dios por una semana de la animación misionera en las escuelas de Pampilhosa y Dornelas do Zêzere, compartimos con gran alegría con los niños nuestras experiencias en las misiones, mientras que dábamos testimonio de Aquel que nos envía siempre en misión.

En los cuatro hogares de la zona, después de un momento de oración, fue hermoso ver los rostros de los ancianos que se abrían en una gran sonrisa cuando empezamos a cantar y dar palmas… Todos estaban muy felices y prometieron orar por los misioneros todos los días.

El sábado por la tarde, en las eucaristías celebradas por los tres sacerdotes (P. João y P. Orlando, de estas parroquias y el P. Dario de los Misioneros Combonianos) en seis parroquias en torno a Janeiro de Baixo (lugar de nacimiento de María Augusta), dimos testimonios misioneros los Laicos Misioneros Combonianos.

Esta semana misionera culminó con una misa celebrada en la iglesia parroquial de Janeiro de Baixo, presidida por D. Virgilio, obispo de Coimbra, donde se celebró solemnemente el envío de la LMC María Augusta Pires, que saldrá el próximo día 09 de noviembre a la Misión de Mongoumba – RCA – donde hará comunidad con la LMC Elia Gomes que está allí desde 2011.

En esta Eucaristía tan especial y tan llena de significado, la iglesia estuvo llena de cristianos procedentes de las varias parroquias de la zona que querían unirse a nosotros para orar por todos los misioneros. Al final de la misa hubo lágrimas y emoción en los rostros de casi todo el mundo, movidos por las palabras de María Augusta sobre la Misión. Muchas, muchas personas se acercaron a saludarla y desearle buena suerte para la misión y que rezarían por ella.

Terminada la misa D. Virgilio saludó y habló con todas las personas que querían estar con él (¡y fueron muchos!).

Al final de este día, sólo me queda, agradecer, dar gracias al Obispo por su presencia, al Padre Pedro su secretario, al padre Darío, misionero comboniano y a los Padres Juan y Orlando por el esfuerzo que pusieron en la realización de esta semana misionera. Todo fue muy bien, por lo que agradecemos de todo corazón al Señor.

LMC

María Augusta Pires (LMC camino a Misión)

Venga a nosotros Tu Reino

LMC PortugalAquel fin de semana lluvioso del 9 al 11 de octubre fuimos acogidos en la Casa de Viseu de los Misioneros Combonianos para el segundo encuentro formativo.

Para mí fue la primera vez que he experimentado, y de manera muy satisfactoria, esta caminata mensual que me propuse: un viaje a Viseu, la cálida bienvenida en la casa de nuestros hermanos misioneros, el profundizar la fe y el amor a Jesús, a San Daniel Comboni y al prójimo.

En la reunión previa en Fátima, se habían reunido por primera vez los nuevos candidatos que ahora están comenzando su proceso de formación, para conocer el Movimiento LMC. Esto me animó a decidirme, tomar conciencia interior y la decisión de comenzar “ya”.

Ahora nos enfrentamos a un primer tema en forma de pregunta o desafío – Reino de Dios: ¿mito o realidad? – En el que la misionera comboniana Secular Clara Carvalho nos guio y ayudó a profundizar.

En primer lugar, ¿qué es un mito? ¿Qué es la realidad?

A partir del sentido común, si pensamos que la realidad no es sólo el cuerpo sino también la mente, sensaciones, sentimientos y emociones, nuestra relación con Dios y su amor son realidades.

¿El Reino de Dios es algo que ya existe y todavía está en construcción? ¿O es algo que está por venir de aquí a muchos siglos? Nada mejor que la Palabra de Dios para encontrar respuestas.

De una larga lista de referencias a textos bíblicos del Antiguo y Nuevo Testamento, creamos dos grupos de trabajo, uno para examinar la pregunta ¿Cómo es el reino de Dios?, el otro para la cuestión ¿Cómo entrar en el Reino de Dios?

Un reino para todos, universal. Para todos los tiempos, que no podrá ser destruido. Que ya está entre nosotros (y en nosotros), aunque no parezca visible. A diferencia de los reinos y repúblicas de los hombres, el Reino de Dios no es “comer y beber”, sino justicia, paz y alegría. Crece como el grano que germina en la tierra (incluso mientras el agricultor duerme) y da fruto, como el grano de mostaza, como la levadura que hace subir la masa.

¿Qué se necesita para “formar parte” del Reino de Dios?

(Cómo “entrar en” el Reino, quién “merece” el Reino… no me parecen formas acertadas de colocar la pregunta. ¿Será que no merecen todos los hombres, dejando el trigo y la cizaña crecer al lado uno del otro hasta la siega? ).

“Dejad que los niños vengan a mí”.

“Bienaventurados los pobres… los que lloran…, los mansos… los que tienen hambre… sed de justicia… los misericordiosos… los limpios de corazón… los pacificadores… los que son perseguidos… “.

“Vosotros sois la sal de la tierra… la luz del mundo…”.

¡Qué responsabilidad la nuestra! Y ¡qué honor!

¿Cuál es nuestro papel aquí y ahora, como súbditos y siervos de este reino? ¿Dónde y a quién tenemos todavía que llegar? Creer en la Buena Nueva es aceptar la misión de ir a dar una buena noticia.

Deja todo y sigue sin mirar atrás. ¡Cómo este desafío nos llama y nos asusta! ¿Cuántos de nosotros estamos dispuestos a ello? Confiamos en Dios que Él providencia el resto, cuando y como nos llama.

En el segundo día Clara compartió con nosotros su testimonio de amor a Dios y a nuestros hermanos que sufren, en las varias partes del mundo donde fue llamada. Retengo, de sus palabras encendidas, la idea de que “la acción en misión es siempre de Dios, nosotros somos sólo sus colaboradores”.

No puedo dejar de evocar y subrayar los momentos de oración y celebración eucarística en la que todos participaron y me hicieran sentir (como en el cenáculo de los discípulos de Jesús) la presencia del Espíritu Santo y el espíritu misionero comboniano.

Fue una reunión muy especial también porque, al mismo tiempo transcurría la asamblea anual de los LMC de Portugal y tuvimos la oportunidad de vivir y compartir los momentos de oración con los laicos. Y, sobre todo, por tener la presencia, serena pero decidida, de María Augusta que partirá en breve para la misión Mongoumba en la República Centroafricana. Oremos al Señor para que la proteja y bendiga su misión.

Que la lluvia que cayó durante el fin de semana, bendecida por el Señor, haga germinar las semillas lanzadas a la tierra y haga crecer su mies.

Mario Breda (Portugal)

Reino de Dios, ¡¿ mito o realidad?!

LMC Portugal“… Dios revela al hombre las inconmensurables riquezas de su Ser, su Poder, su Bondad.

La Creación y la Revelación son su lenguaje…”

(Pablo VI)

 

¡El amor no es un mito!

¡Entonces el Reino de Dios tampoco es un mito! ¡Porque hablar de amor es hablar de Dios! Su Reino no es un espacio, un lugar, una jerarquía, un sistema. ¡Él está dentro de nosotros, al igual que el amor! Somos (todos) una partícula de Su Reino.

Tenemos la obligación de cuidarlo, de alimentarlo; ¡Cada uno con su responsabilidad y su forma, pero siempre con mucha intimidad! ¡Todos somos diferentes, es cierto! ¡Pero la diversidad es la riqueza que Dios nos da para conocer y darnos a conocer!

Es en esta relación de intercambio que Dios está presente y se revela, haciéndonos sentir ese amor incondicional, que nos hace creer en nuestra capacidad de crecer con él y para él; ¡Ese amor que se funde y nos transforma en una hermosa unidad, trascendente que nos hace ver en el otro su rostro!

¡Un Amor único, grande, misericordioso, que nos provoca constantemente!

¡Sin embargo, es necesario e imprescindible que este Amor se instala en nuestras entrañas y brote en nuestros corazones a través de las palabras, pensamientos, acciones y ambiciones para así ser partículas activas de su Reino!

Porque el Reino es real, el amor es el que no siempre es cierto! (La pregunta más correcta sería: Amor: ¡¿mito o realidad?!)

Cristina Sousa (Portugal)