Laicos Misioneros Combonianos

El encuentro del domingo

Un comentario a Jn 20, 10-31, segundo domingo de Pascua (3 de abril de 2016)

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El evangelista nos narra dos encuentros, en dos domingos sucesivos (a los ocho días) de la primera comunidad de discípulos con Jesús, después de su muerte. Destaco en el texto de hoy cinco pasos:

  1. Una comunidad con las puertas cerradas por miedo. Así era la comunidad de los discípulos después de aquella experiencia traumática de la muerte de Jesús. Habían soñado tanto con un Mesías y Rey poderoso e invencible… Hasta esperaban que alguno de ellos podía ser ministro o un personaje importante en este reino que Jesús iba a inaugurar. Pero el fracaso que tuvieron en Jerusalén y la muerte de Jesús les hunde en el miedo. Sólo piensan en esconderse, defenderse, evitar correr la misma suerte del Maestro, evitar riesgos, exponerse.

Pienso que muchos de nosotros somos así: Cuando tenemos un fracaso, un problema, una enfermedad, un pecado… nos acobardamos, nos encerramos en nosotros mismos o en el círculo de los amigos y no queremos saber nada de sueños o de compromisos.

  1. Paz a vosotros. En esa situación de desaliento y miedo, Jesús aparece, “de pie”, es decir, erguido, levantado, en actitud positiva y dinámica; y se hace presente en medio de la comunidad con un mensaje claro, simple y rotundo: “Paz a vosotros”.

Estoy seguro que también hoy Jesús se nos presenta en la familia, en la parroquia, en el grupo de oración, en la intimidad de nuestra conciencia y nos dice: “tranquilo”, “no es el fin del mundo”, “yo sigo estando contigo y con tu comunidad”, “no te dejes acobardar”, “fortalece tus rodillas y tu esperanza”. ¿Lo has sentido alguna vez en tu vida? En todo caso, aviva tus sentidos interiores, abre tu corazón y escucha su voz que te habla por medio de tu conciencia, de las lecturas evangélicas, de la palabra de un amigo, de la esposa o el esposo, de tus hijos o padres… ¡Escucha bien! No permitas que la bulla exterior o interior te impida escuchar su voz que te dice: “Paz, yo estoy contigo”.

  1. Les enseñó las manos y el costado. Aquellas manos y aquel costado estaban agujereados y portaban las señales de la tortura. El Jesús vivo que experimentan los discípulos no es una persona ajena a las duras realidades de la vida; al contrario, él pasó por el sufrimiento, la lucha interior, el fracaso y la muerte. Pero en ello y a través de ello experimentó el amor del Padre, así como su obediencia total y ahora sabe que el mal no vence al bien, que el odio no vence al amor, que la duda no es superior a la fe.

A veces nos gustaría un mundo idílico en el que fuera muy fácil ser buenos, en el que la alegría fuera permanente, en el que no existiera la duda o el mal. Pero la realidad no es así. En la realidad hay límite, enfermedad, duda, fracaso, odio, pecado… Pero Jesús nos dice: de todo eso se puede salir vencedor.

  1. Como el Padre me ha enviado, también os envío yo. Una vez confortados, pacificados, serenados y fortalecidos, los discípulos deben abrir las puertas, salir a la calle y afrontar la sociedad con la fuerza del Espíritu Santo y un mensaje claro: el perdón de los pecados, el amor sin condiciones del Padre, la posibilidad de empezar una vida nueva, como le sucedió a Zaqueo, a la Magdalena, a la adúltera, a Pedro, a Juan y a Tomás, entre otros.

Se dice que todo niño nace con un pan bajo el brazo, es decir, con lo necesario para vivir. De la misma manera podemos decir que todo cristiano (y todo hombre o mujer) nace con una misión bajo el brazo, es decir, con una misión que realizar en el mundo: en la familia, en la sociedad, en la Iglesia. Escuchemos la palabra de Jesús: Yo te envío al mundo, para que seas un testigo de mi evangelio, para que seas agente de paz, para promuevas una humanidad nueva. ¿Cuál es tu misión? Realízala. No te encierres, no seas cobarde. Sé valiente y comparte las riquezas que has recibido.

  1. A los ocho días Tomás estaba con ellos. Tomás se había alejado de la comunidad un domingo y se perdió el encuentro con el Maestro vivo. Los otros lo habían “visto”, pero él no estaba. Fuera de la comunidad no es fácil reconocer a Jesús vivo, que nos trae la paz.

Algunos dicen que no hace falta ir a Misa para encontrarse con Dios. Muy cierto. Pero la experiencia dice que, cuando uno se aleja de la comunidad, termina alejándose de Dios. Sin embargo, la compañía de otros discípulos y la humilde perseverancia en la vida comunitaria son medios muy útiles para percibir la presencia de Jesús que vive y nos acompaña en medio de nuestras crisis y dificultades. Por eso la fidelidad al domingo y al encuentro comunitarios son una gran apertura en nuestra vida para que el Señor se haga presente en ella.

P. Antonio Villarino

Madrid

Mira, ¡ahí están los Laicos Misioneros Combonianos!

LMC AlemaniaEncuentro de los Laicos Misioneros Combonianos (LMC) en la casa de Nürnberg del 18 al 21 de marzo del 2016

El viernes, 18 de marzo, llegó el momento: los LMC venidos de todos los rincones de Alemania acudimos a nuestro encuentro. Durante cuatro días, el grupo ha preparado un stand para la presentación de la Familia Comboniana en la reunión nacional de los católicos en Leipzig y a la vez nos dedicamos a ver el texto de preparación de la asamblea continental que tendremos los LMC europeos en Portugal.

Los primeros laicos llegaron muy motivados la noche del jueves, la última llegó bien entrada la noche del viernes, con un arca en el equipaje. Era un ambiente de alegría donde todos estábamos dispuestos y deseosos de celebrar este tiempo juntos y hacer las diferentes actividades. Dado que las últimas reuniones se habían caracterizado por un trabajo más teórico, de reflexión e intercambio de ideas para esta reunión del curso programamos hacer trabajos prácticos, concretos y creativos.

El sábado por la mañana se inició con la misa junto con los Combonianos y las Hermanas Paulinas. Fortalecidos por el desayuno afrontamos los dos temas del encuentro: el encuentro nacional de los católicos y el encuentro LMC internacional. Con gran alegría dimos la bienvenida al nuevo “miembro” (recién nacido) Stella, junto con sus padres Irene y Ulrich, quienes participaron con mucho ánimo.

Con la ayuda de una canción de fondo expresamos pensamientos e ideas por escrito sobre el tema y lema de la reunión de los católicos, “¡Mirad, aquí está el hombre!” Pusimos en práctica las ideas para el stand de la Familia Comboniana, realizamos un juego vinculado a la globalización, ensayamos canciones y preparamos el material. Nos encantó poner ropas de África y América en los maniquíes y hacer carteles para ellos.

LMC AlemaniaEl domingo participamos con la comunidad en la misa del Domingo de Ramos. En la misa se hablaron temas de actualidad como la esclavitud, la situación de los migrantes y la Iglesia mundial. Los niños pusieron símbolos en el altar mientras que los adultos contaron la pasión de Cristo. Pudimos ver bastantes temas vinculados a nuestro camino como LMC.

A partir de la información sobre la historia del movimiento internacional LMC y del texto preparatorio para el encuentro continental de los LMC en Portugal se discutió mucho sobre diferentes temas, en especial sobre los retos de nuestro grupo LMC. Hay avances en nuestro camino así como mucho camino por delante…

Por la noche tuvimos un momento de oración junto con los miembros de la comunidad local en la casa de los Combonianos. Después nos dedicamos de nuevo al trabajo creativo. Algunos realizaron un pequeño folleto sobre nuestro grupo de LMC.

El lunes dejamos a un lado el trabajo e hicimos una visita especial al centro de Núremberg: Un hombre que había vivido en la calle, nos guio por la ciudad por los lugares donde se encuentran las personas sin hogar e instituciones de apoyo. Nos habló de sus experiencias de vida y de lucha. También hablamos con los trabajadores sociales de “Lilith”, “Kassandra” y el punto ecuménico” que sirven a las mujeres con problemas de drogadicción, prostitutas y personas sin hogar.

En este fin de semana hemos sido enriquecidos por los dones de cada uno y el empeño de nuestros compañeros de grupo LMC. Convivimos: Mira, ahí está el hombre – individuo y miembro del grupo; creativo, lleno de ideas, solidario – viviendo la misión.

LMC Alemania

Barbara Ludewig

Noticias de Centro África

Maria Augusta Hola a todos,
Espero que se encuentren así como toda su familia.
Estoy en Bangui, llegué anoche. Yo y toda la comunidad apostólica estamos bien gracias a Dios.
Pasé hoy por la puerta Santa de la catedral de Bangui. Yo estuve allí el día de su apertura, pero no pude pasar, salimos por una de las puertas laterales. Me gustó mucho pasar por allí hoy.
¡En Centro África fue abierta en primer lugar la puerta de la catedral de Bangui, por el Papa, antes que las demás! El 20 de diciembre se abrió la puerta Santa de la catedral de Mbaiki, nuestra diócesis. El día de Navidad abrió la puerta Santa cada parroquia. Del 17 de enero hasta ayer, las puertas Santas se abrieron en todas las capillas que tenían puerta y el Santísimo Sacramento estuvo expuesto en todas ellas para la adoración, en la custodia que el Santo Padre ofreció a nuestra diócesis y que también ofreció a todas las otras de Centro África. Las personas fueron en peregrinación a pie las capillas cercanas. Nosotros, el domingo, fuimos a entregarla a la parroquia de Safa. Vinieron a buscarla a 6 km de la ciudad y luego fuimos en procesión a la iglesia y permanecieron en adoración. La custodia con el Santísimo visitará todas las parroquias de la diócesis hasta terminar “El Año Santo de la Misericordia”.
Desde el 13 de diciembre, no vengo a Bangui, siempre hay mucho que hacer en la Misión…
Desde principios de enero un profesor y yo estamos dando algunas clases por la tarde a los estudiantes para ver si empiezan a leer. Hay muchos estudiantes en CE2 (4º grado y que no leen nada). Gracias a Dios, parece que comienzan a leer un poco las primeras letras. Con la ayuda de Dios, que nos da la fuerza y paciencia para el trabajo, y el deseo los estudiantes de aprender, vamos a conseguir que aprendan. Este mes estuve con una clase tres días, pero es muy difícil porque los estudiantes no entienden francés y yo no sé Sango para traducirles lo que digo. A partir de mayo estaré como directora de la escuela. Recen para que Dios me ayude en este nuevo trabajo.
Desde el 2 de diciembre no llovía, solamente el 17 de febrero se produjo un aguacero como de costumbre aquí. Fueron 75 días sin lluvia… Ya había arbustos secos, algún aguacatero también, veremos si todavía dan frutos. Hubo muchos incendios en el bosque y muchos campos de yuca se quemaron. Muchos árboles cayeron quemados. La atmosfera estaba llena de humo sólo olía eso. ¡Era tanto que hasta te hacía llorar! Esperamos que no cause más hambre de la que ya hay. Gracias a Dios que llegaron dos aguaceros y toda la naturaleza ha cambiado… pasadas 34 horas ya se veían diminutas hierbas a salir donde parecía que todo estaba seco. En realidad, ¡el agua es la sangre de la tierra! Aquí a la lluvia le dicen “ngu ti Nzapa” = agua de Dios, y es verdad. Aquí, en Bangui, no ha llovido y todo está muy seco… ¡hace mucho calor!
Elia sigue cuidando a los niños desnutridos y no sólo. En enero comenzó a ir a Batalimo y encontró casos muy graves, niños muy enfermos. Cuando las madres hacen lo que se les pide (dar a los niños todo lo que se distribuye se pueden recuperarse bien). Cuando se trata de casos más graves son hospitalizados algún tiempo en el hospital.
Los Pigmeos siguen siendo ayudados con medicamentos cuando están enfermos. Menos mal, porque muchos morirían pues no tienen dinero para comprarlos.
En la misión que tenemos un hogar para que los estudiantes pigmeos pueden aprovechar mejor la escuela. Aquí comer, duermen, por la mañana van a la escuela y por la tarde vienen a estudiar durante una hora a la biblioteca. Son una docena de estudiantes.
La semana pasada estuvieron cuatro días en la misión el médico Omnimos y su esposa, como siempre muy amables. Fueron operadas, 16 personas (adultos y niños). Gracias a Dios todo salió bien. Esta semana aquí en Bangui también están operando. ¡Si hubiera más gente como ellos, el mundo sería mejor!
Les deseo una Cuaresma bien vivida.
Unidos por la Oración
Besos
Maria Augusta LMC

Carta a la familia comboniana en ocasión del ‘año de la misericordia’

Daniel ComboniEste Corazón adorable, […] exuberante de toda gracia, no conoció un instante desde su formación en que no palpitase del más puro y misericordioso amor por los hombres. Desde la sagrada cuna de Belén se apresura a anunciar por primera vez la paz al mundo: niño en Egipto, solitario en Nazaret, evangelizador en Palestina, comparte su suerte con los pobres, invita a que se le acerquen los pequeños y los desdichados, conforta y cura a los enfermos, devuelve los muertos a la vida, llama al buen camino a los extraviados y perdona a los arrepentidos; moribundo en la Cruz, en su extrema mansedumbre ruega por sus mismos crucificadores; resucitado glorioso, manda los Apóstoles a predicar la salvación al mundo entero (E 3323).

Queridos todos, miembros de la Familia Comboniana:

Con esta carta, fruto de la oración y reflexión que compartimos juntos al final del Año de la Vida Consagrada y al inicio del Año Jubilar de la Misericordia, queremos ofrecer a todos ustedes, miembros de la Familia Comboniana, algunas reflexiones y, sobre todo, deseamos invitar a cada uno(a) de ustedes a vivir en profundidad los desafíos y las oportunidades que el Año Jubilar nos ofrece a cada uno y a todos, como familia.

Con este propósito, les proponemos una Jornada de oración, recordando aquello que decía nuestro Fundador: la omnipotencia de la oración es nuestra fuerza (E 1969).

Miserando atque eligendo: amados-perdonados / llamados-perdonados

Llamadas(os), por gracia de Dios, a seguir a Cristo en las huellas de San Daniel Comboni – nos ha escogido antes de la creación del mundo para ser santos e inmaculados ante Él en la caridad” (Ef 1, 4) – tenemos, como parte integrante del DNA carismático, la invitación a contemplar el Corazón traspasado de Cristo en la Cruz, expresión más elocuente de la misericordia infinita de Dios por la humanidad entera para dejarnos transformar, y para que también nosotros nos convirtamos en abrazo de amor y misericordia para todas(os). Esto, “para alabanza y gloria de su gracia che nos ha sido dada en su amado Hijo, en el cual obtenemos la redención por su sangre, la remisión de los pecados según la riqueza de su gracia” (Ef 1, 6-7).

Como todas(os) discípulas(os) de Cristo, somos conscientes que el evangelio que queremos anunciar nos supera. Sabemos bien que el seguimiento de Jesucristo, que nos llama a testimoniarlo con nuestra vida y palabras, es exigente y no siempre estamos a la altura del mensaje que Él nos confía: nos falta, a veces, la profundidad para vivir conforme a nuestra vocación.

En la oración personal, en la vida sacramental, en la dirección espiritual y en el encuentro con nuestras hermanas y hermanos experimentamos la misericordia de Dios. Estamos agradecidos con el Espíritu Santo que actúa en nuestro corazón, donándonos el espíritu de arrepentimiento y purificación. Agradezcamos a Dios por esa alegría de sentirnos perdonadas(os) pues nos renueva y hace capaces de recomenzar cada día.

Misericordes sicut Pater: dentro de nuestras comunidades y familias

Dios nos ama y perdona haciéndonos experimentar este misterio a través del encuentro personal con Él y expresa su misericordia a través de nuestros hermanos y hermanas. En nuestras comunidades y familias estamos llamados(as) a reconocernos recíprocamente, gracias al Espíritu Santo que nos une alrededor de Jesús y nos convierte en cenáculos de apóstoles.

En la vida diaria, en los momentos de corrección fraterna y en nuestros encuentros y reuniones, descubramos la manera en la que podemos experimentar la misericordia recíproca. Nos ayudamos a crecer, a purificarnos y a reconciliarnos cuando todos nos esforzamos en vivir la buena noticia del amor misericordioso de Dios.

Los hermanos, hermanas y familiares demuestran que nos perdonan cuando caminan pacientemente a nuestro ritmo; nos acercan al amor cuando nos dan confianza, pese a nuestros límites. Cuando la comunidad y la familia viven la misericordia, convirtiéndose en espacio de gracia, lugar de sanación y reconciliación en el que se construye la comunión de vida, sin negar las fatigas, debilidades y limitaciones propias y ajenas.

Todo esto califica la experiencia de misericordia que se vive entre nosotros. La misericordia no es contraria a la justicia cuando expresa la actitud de Dios hacia el pecador, ofreciéndole siempre la posibilidad para arrepentirse, convertirse y creer” (MV 21).

Misericordes sicut Pater: en la comunidad apostólica

Dios nuestro Padre nos ha llamado a servirlo y a trabajar juntos, como comunidad apostólica. En este lugar de colaboración, nosotras(os) somos desafiadas(os) a ponernos en actitud ‘de salida’ saliendo de nosotras(os) mismas(os) para configurarnos a Cristo, siervo obediente. Llamadas(os) a vivir el nuevo mandamiento del amor: que se amen unos a otros; como yo los he amado, así ámense también ustedes unos a otros (Jn 13, 34-35), el Señor nos dona las gracias necesarias para compartir su misericordia y nos da la capacidad de perdonarnos.

El don de la misericordia nos permite salir de nosotras(os) mismas(os), de practicar gestos de ternura y de ser caritativas(os) entre nosotras(os), es decir, practicar las obras de caridad espirituales y corporales entre nosotras(os).

Con frecuencia, es difícil para nosotros ‘vivir la misericordia’, hacer nuestros los sentimientos del corazón de Jesús. A veces, nos es fácil ser caritativas(os) con las personas que están fuera de nuestras comunidades/familias, olvidando aquellos con los cuales vivimos y trabajamos cotidianamente, como comunidades evangelizadoras. Dios, que nos quiere misericordiosas(os) desea que practiquemos la misericordia, antes de todo, entre nosotros y con los más cercanos.

Misericordes sicut Pater: con el pueblo de Dios

Nuestro ministerio, nos invita a confiar en el pueblo de Dios que nos acoge en Su nombre. La experiencia nos enseña que si somos humildes y abiertas(os), nuestras(os) y hermanas(os) serán misericordiosas(os) con nosotras(os). Actitudes arrogantes o de superioridad de parte nuestra darán pie a otro tipo de respuesta. La llamada a vivir de misericordia, como la vivió Comboni, nos obliga a emprender un camino de conversión y sanación, para poder vivir nuestras relaciones con sencillez, humildad y humanidad.

Misericordes sicut Pater: con nuestros institutos

El hecho de sentirnos miembros de un Instituto, grupo o familia comboniana, tendría que fortalecer el sentimiento de amor, de sano orgullo y de gratitud hacia el mismo. Pero, a veces, en su lugar encontramos sentimientos de amargura, crítica destructiva, “el terrorismo de las habladurías”, como lo llama el Papa Francisco. Se podría decir que esto es parte de nuestra condición humana, marcada por el pecado, todavía en el camino de la transformación. Nuestras debilidades no deberían sorprendernos o ser motivo de escándalo, poniendo en riesgo nuestro sentido de pertenencia y la alegría de ser combonianas(os), o disminuir el deseo y el propósito de vivir, en forma digna, la llamada a ser Santos y Capaces, siguiendo las huellas de san Daniel Comboni.

En este año de la Misericordia, dejémonos reconciliar con nuestros límites y heridas y revistámonos verdaderamente… de sentimientos de misericordia, de bondad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia…” (Col 3, 12) y, así, reavivar nuestro amor hacia la gran Familia Comboniana.

Misericordes sicut Pater: instrumentos de la misericordia

La experiencia de la misericordia nos llena de alegría y nos empuja a proclamar que su misericordia y su amor es desde siempre (Sal 25, 6).

A ejemplo de san Daniel Comboni, la experiencia de la misericordia divina nos dilata el corazón y hace que abramos los brazos hacia la humanidad sufriente a fin de que …podamos también nosotros consolar a aquellos que se encuentran en cualquier tipo de aflicción con el consuelo con el cual también nosotros somos consolados por Dios (2 Cor 1, 4). A través de nuestro testimonio, servicio y presencia entre el pueblo de Dios, a través de nuestro ser misión, somos llamadas(os) a participar en la obra salvadora del Dios misericordioso revelado en Jesús.

Y entonces… Celebramos la misericordia

En este Año Jubilar, por intercesión de María, Madre de la Misericordia, pedimos a Dios Padre el regalo de reconocernos necesitadas(os) de su Misericordia y deseosas(os) de ser reconciliadas(os): con nosotras(os) mismas(os), con las hermanas y hermanos en comunidad, con nuestros parientes, con nuestras(os) colaboradoras(os), con los Pueblos a los que servimos, con nuestros Institutos y grupos combonianos.

Les invitamos, pues, a todos los miembros de la Familia Comboniana; SMC, ISMC, MCCJ, LMC y a los otros Grupos/Movimientos que se inspiran en el carisma comboniano, a celebrar, el 17 de marzo próximo, el XX Aniversario de la Beatificación de San Daniel Comboni, con una Jornada de oración-contemplación de la Misericordia de Dios en Comboni. Es una invitación, como hijas e hijos a dejarnos transformar por la Misericordia de Jesús y reavivar nuestra compasión y compromiso de anunciar, con palabras y acciones, al Dios-Misericordia a las hermanas y hermanos más abandonados y sufrientes.

Con grande afecto les saludamos:

Los Consejos Generales y el Coordinador del Comité Central de los LMC:

SMC – Hermanas Misioneras Combonianas,

ISMC – Instituto de las Misioneras Seculares Combonianas

MCCJ – Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús

LMC – Laicos Misioneros Combonianos

 

Roma, 28 de febrero de 2016