Laicos Misioneros Combonianos

Tercera Unidad Formativa – Espiritualidad laical y misionera

LMC Portugal

LMC PortugalEn los pasados ​​días 17 y 18 de noviembre, en la casa de los Misioneros Combonianos en Viseu, nos encontramos una vez más para un encuentro de formación, orientado por el LMC Carlos Barros, con el tema “espiritualidad laical y misionera”.
¿Qué es la espiritualidad? ¿Espiritualidad o espiritualidades dentro de una espiritualidad mayor? ¿Qué significa ser laico hoy en la Iglesia? ¿Cuál es el lugar y las formas concretas de vivencia espiritual de la vocación laical? ¿Cuáles son los aspectos que marcan el ser y vivir como Laicos Misioneros Combonianos, a la luz del Directorio de los LMC y de los recién aprobados Estatutos?
A través de los momentos de formación orientados por Carlos, del compartir en grupo, de la reflexión personal y de la oración, hemos intentado responder a estas cuestiones y – sobre todo – entender lo que para cada uno de nosotros es el sentido concreto de todo lo que escuchamos y reflexionamos en este encuentro y, de ahí, sacar propósitos concretos para dar pasos hacia una relación cada vez más profunda e íntima con Cristo y a una comunión mayor con todas las personas.
Por encima de todo, nos llevamos de este encuentro el que todos fuimos hechos, creados, soñados para lo mismo: entender la presencia de Dios, abrazarla y moldear nuestra vida para que esta presencia sea cada vez más profunda y vivida. Cada uno por su camino; y en el concreto de la vida de cada uno. Ganando en intimidad con Cristo, damos mejor testimonio y caminamos hacia la santidad.
El domingo fue un día diferente: en grupos, compartimos y reflexionamos propuestas concretas en el contexto de los trabajos preparatorios de la Asamblea General de los LMC que se celebrará en Roma, del 11 al 16 de diciembre. Fue una gran oportunidad para cada uno de compartir ideas, aprender más sobre el Movimiento de los Laicos Misioneros Combonianos y cada uno poder contribuir con lo que piensa y reflexionó, de algún modo, para el camino de este Movimiento.

LMC Portugal

LMC Portugal

VI Asamblea Internacional de Laicos Misioneros Combonianos en Roma

Asamblea LMC

Asamblea LMCDel 11 al 17 de diciembre se está celebrando en la Casa General de los  Misioneros Combonianos en Roma, la VI Asamblea Internacional de Laicos Misioneros Combonianos (LMC), un evento que tiene lugar cada seis años. En total, son 51 participantes. Además de los representantes de los LMC y de los combonianos que los acompañan en sus respectivos países, venidos de 20 países de África, Europa y América, participan también la hermana Ida Colombo, del consejo general de las Misioneras Combonianas y Maria Pia Dal Zovo, del consejo central de las Seculares Misioneras Combonianas.

La Asamblea se inició con las palabras de bienvenida pronunciadas por el Alberto de la Portilla, coordinador del Comité Central de los LMC, y el P. Pietro Ciuciulla, en nombre del Consejo General de los misioneros Combonianos.

La mañana del primer día, 11 de diciembre, se dedicó a la oración, la reflexión y el compartir, guiados por los Gonzalo Violero García y María Carmen Polanco Delgado, ambos LMC de España. Por la tarde, los participantes estuvieron reunidos por continentes.

Asamblea LMCEl segundo día cada continente presentó el informe de las actividades realizadas durante los últimos seis años y presentaron sus principales desafíos en relación al futuro. En la misma línea, se siguió la presentación del informe del Comité Central y el informe económico de 2012 a 2018.

Por la tarde, se inició la reflexión del primer tema de la Asamblea, que está relacionado con la organización de los LMC (composición, estructura, comunidades internacionales y economía).

Hoy y en los próximos días, se debatirán otros tres grandes temas: formación y espiritualidad, la misión de los laicos y los documentos fundamentales de los LMC. Se dará tiempo para hablar de un modo especial sobre las comunidades internacionales para compartir las experiencias de la vida de los LMC en los diversos contextos continentales e informar sobre la actual relación de los LMC con la Familia Comboniana.

En los momentos de oración y en la Eucaristía también están presentes todas y todos los LMC y, en especial, los que se encuentran trabajando en contextos difíciles como, por ejemplo, en la República Centroafricana.

Que la luz del Espíritu Santo sea el faro que ilumine a los participantes en esta Asamblea y a los LMC en general, para que sean capaces de dar continuidad a la obra y al carisma iniciados por San Daniel Comboni.

Asamblea LMC

Erguidos, sobrios y vigilantes

adviento

Un comentario a Lc 21, 25-28.34-36 (I Domingo de adviento, 2 de diciembre del 2018)

advientoIniciamos el nuevo año litúrgico (I domingo de adviento), cuyas lecturas parecen enlazarse directamente con las lecturas de la última semana del año anterior. La primera parte del texto de Lucas que leemos hoy (versos 25 a 28) habla con lenguaje apocalíptico del “final de la historia” y de un tiempo en el que parece que “todo se derrumba”. “La angustia –dice Lucas- se apoderará de los pueblos, asustados por el estruendo del mar y de sus olas”.

No hay que olvidar que en la Biblia frecuentemente el mar es el lugar de una violencia incontrolada y una maldad que a veces parece amenazar a la humanidad, como en el caso del Diluvio o del Mar  Rojo que impedía la liberación el pueblo elegido. El mar es imagen de un tiempo de desazón, desorden y confusión que produce temor e inquietud.

En los museos capitolinos de Roma hay una sala dedicada a la “era de la angustia”, en referencia a los siglos de transición de la cultura romana antigua a la era de la cristiandad. Era un tiempo en el que un mundo viejo desaparecía y el nuevo no acababa de afirmarse. Algo así vivieron las primeras comunidades cristianas en el siglo Primero, con la destrucción del Templo, de Jerusalén y del Sistema judío al que pertenecían.

Hoy no usamos ese lenguaje, pero sí hablamos de una época de crisis, en la que parece que ya no vivimos los valores de la Tradición, en la que abunda la confusión y una cierta violencia que nos hace perder la confianza en nosotros mismos y en Dios.

Ante tal situación, la conclusión del evangelista es: cuando suceda todo esto, no se asusten, levántense, alcen la cabeza, manténganse vigilantes y orantes. Quien está con Dios no tiene por qué temer ante las convulsiones dela historia. Como dice San Pablo, ¿quién nos separará del amor de Dios?

Vivir el adviento es renovar esta actitud de esperanza y de orante vigilancia. No se trata de ponernos nerviosos ante los males de nuestro tiempo, sino de mantenernos erguidos, sobrios y vigilantes para ver las nuevas oportunidades que se nos ofrecen.

¡Buen Adviento! ¡Buena preparación de la Navidad!

Antonio Villarino. Bogotá

 

 

 

Erguidos, sobrios y vigilantes

Adviento

Un comentario a Lc 21, 25-28.34-36 (I Domingo de adviento, 2 de diciembre del 2018)

AdvientoIniciamos el nuevo año litúrgico (I domingo de adviento), cuyas lecturas parecen enlazarse directamente con las lecturas de la última semana del año anterior. La primera parte del texto de Lucas que leemos hoy (versos 25 a 28) habla con lenguaje apocalíptico del “final de la historia” y de un tiempo en el que parece que “todo se derrumba”. “La angustia –dice Lucas- se apoderará de los pueblos, asustados por el estruendo del mar y de sus olas”.

No hay que olvidar que en la Biblia frecuentemente el mar es el lugar de una violencia incontrolada y una maldad que a veces parece amenazar a la humanidad, como en el caso del Diluvio o del Mar  Rojo que impedía la liberación el pueblo elegido. El mar es imagen de un tiempo de desazón, desorden y confusión que produce temor e inquietud.

En los museos capitolinos de Roma hay una sala dedicada a la “era de la angustia”, en referencia a los siglos de transición de la cultura romana antigua a la era de la cristiandad. Era un tiempo en el que un mundo viejo desaparecía y el nuevo no acababa de afirmarse. Algo así vivieron las primeras comunidades cristianas en el siglo Primero, con la destrucción del Templo, de Jerusalén y del Sistema judío al que pertenecían.

Hoy no usamos ese lenguaje, pero sí hablamos de una época de crisis, en la que parece que ya no vivimos los valores de la Tradición, en la que abunda la confusión y una cierta violencia que nos hace perder la confianza en nosotros mismos y en Dios.

Ante tal situación, la conclusión del evangelista es: cuando suceda todo esto, no se asusten, levántense, alcen la cabeza, manténganse vigilantes y orantes. Quien está con Dios no tiene por qué temer ante las convulsiones dela historia. Como dice San Pablo, ¿quién nos separará del amor de Dios?

Vivir el adviento es renovar esta actitud de esperanza y de orante vigilancia. No se trata de ponernos nerviosos ante los males de nuestro tiempo, sino de mantenernos erguidos, sobrios y vigilantes para ver las nuevas oportunidades que se nos ofrecen.

¡Buen Adviento! ¡Buena preparación de la Navidad!

Antonio Villarino. Bogotá

 

 

 

Una parte de mí llamada Perú

LMC Peru

LMC PeruPienso muchas veces en el sentido de las vidas que se cruzan en mi camino. Pienso muchas veces en la condición en que nos conocemos y cuanto nos acerca la sencillez.
Podía enumerar una cantidad interminable de situaciones que ya he vivido aquí. Muchas de ellas superadas y otras que seguiré madurando para comprenderlas.
Son ya muchas las vidas que son mías, son ya muchas las sonrisas que me pertenecen y los abrazos que no niego y me devuelven las fuerzas. Con la sensibilidad de apenas estar, me entrego horas sin fin a conversaciones en el umbral de la puerta. La misión para mí no tiene tiempo.
Nuestra casa tiene las puertas abiertas, puertas que se abren para recibir las mayores alegrías de los que pasan y acoger los sufrimientos de aquellos que buscan en nosotros su refugio. Buscan de ti la única cosa que tienes para dar, tú mismo.
LMC PeruCuando la noche cae es cuando más me gusta revisar mis días y aunque muchas veces me entrego a las lágrimas, éstas son de contemplación en las maravillas que Dios opera en mí y a través de mí, es imposible no ver, es imposible no dar gracias Dios por todo. Son muchas las veces en que reveo, veces y veces sin llevar la cuenta, los pequeños milagros y señales que me han llegado a través de estas personas que ahora son mías.
La misión es dura, mentira si os dijese que no. La misión es árida, aquí, donde el paisaje está cubierto por las chapas de lo que queda de las casas que con los fuertes vientos casi se derrumban.

En agosto, parte del trabajo de un año se deshace cuando la naturaleza sopla tan fuerte que es imposible de resistir. Sin temor, ellos se arremangan las mangas, sin desistir y, aunque sea escaso lo que tienen, nada es más fuerte que la voluntad de continuar.
No miento, la misión es dura. Muchas veces llega a ser cruel, llega a doler. Ver el sufrimiento en la mirada de estos mis hermanos y ver la incapacidad frente a tantos desafíos por los que pasan.
LMC PeruSon tantas las veces en que me limito a escuchar, a dar la mano, el hombro. Son tantas las veces que sonreímos juntos, en que compartimos ese amor de Dios tan concreto y libre al mismo tiempo. Son tantos los abrazos, las manos extendidas. Son tantos los momentos de silencio y entrega al otro, en la más sencillez de sentarte en el suelo y ser uno con ellos.

La misión es dura, sí. Fue en esta dureza que encontré el sentido más profundo de mi presencia en tierras peruanas. Fue en esta tierra árida que deposité mis sueños y mi esperanza. Es en este pequeño pedazo de mundo que oro día tras día por la integridad y los derechos de un ser semejante a mí, creado por Dios. Es un constante estar frágil y entregarte en la sencillez y humildad de aquel que nada tiene. Así desinteresadamente.

La misión es dura, pero esta es la misión que siempre soñé, este constante descubrir quién soy y lo que hago aquí. Es saber que no soy nada y ver a menudo como los milagros suceden así, naturalmente. En una confianza que nos hace carne de la misma carne.
Poco a poco todo va encontrando su lugar, poco a poco todo sucede simplemente, en los tiempos no humanos pero celestiales.

Con amor y gratitud

LMC Peru

LMC, Neuza Francisco en Perú