Laicos Misioneros Combonianos

Foro Social Comboniano marzo 2021

FSC

Los pasados 5-6 de marzo hemos celebrado el segundo encuentro del Foro Social Comboniano 2021. Si en las anteriores ediciones este evento se hacía coincidir con los Foros Sociales Globales, en esta ocasión se optó por celebrarlo on line, lo que permitió enriquecer la participación, superándose los 200 participantes. Este encuentro da continuidad al encuentro del pasado diciembre en el que se reflexionó sobre la ministerialidad comboniana.

Esta edición del FSC partió de los desafíos de la significatividad de la misión comboniana, la sinodalidad dentro de la Familia Comboniana y el estilo de vida. Para avanzar respuestas, se ha diseñado el Mapeo de la Ministerialidad Social en la Familia Comboniana, que se presentó en este encuentro. Durante varios meses se recogieron un total de 205 presencias combonianas, que ahora se han presentado en una web propia a la que se puede acceder también desde la web del Secretariado General de la Misión de los MCCJ.

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En una tarea formidable, las diversas presencias se han clasificado según el instituto que las coordina, la región geográfica, el sector [Salud, Educación, Desarrollo y Justicia, Paz e Integridad de la Creación (JPIC)] y el ámbito prioritario, entre los que se pueden encontrar afrodescendientes, trata de personas, animación misionera, migrantes… Cada sector se subdivide a su vez en otros más concretos, para detallar en lo posible cada presencia.

Entrando en cada continente se puede acceder a las presencias concretas que se dan en el mismo, presentadas cada una a través de una completa ficha que incluye un breve resumen, el carisma comboniano al que se vincula, los Objetivos de Desarrollo Sostenible implicados o los grupos humanos que participan principalmente. Entre los carismas, podemos destacar Hacer causa común, Regenerar África con África, Cenáculo de Apóstoles o Al pie de la Cruz.

Además incluye un elemento de análisis muy interesante, como es el Rombo del Ministerio Social, que permite visualizar rápidamente esa presencia concreta en función de 2 dimensiones: servicio directo y Justicia y Paz:

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Este rombo se puede utilizar para visualizar el conjunto completo de todas las presencias, pero también por continentes o en función de qué instituto la lidera:

FSC

Una primera impresión muestra que la dimensión más presente es la de promoción humana, mientras que la de denuncia es minoritaria. En África, este sesgo es aún más claro, y en cuanto a las presencias lideradas por LMC, el peso del eje vertical de JPIC es mayor que en el promedio.

Otros aspectos muy relevante recogidos en el mapeo son la articulación de cada presencia con entidades civiles o eclesiales y la participación conjunta de varios de las varias ramas de la familia comboniana en el mismo.

FSC

No es posible resumir toda la cantidad de información que presenta este mapeo sino más bien invitar a que cada uno la explore, según sus inquietudes propias. Por otra parte, en las conclusiones del mismo que se presentaron durante el FSC se insiste en la necesidad de crecer en la dimensión de denuncia profética. En esas conclusiones también destacamos el reto de la sinodalidad, pues esta primera foto que hemos dibujado invita sin duda a compartir entre proyectos semejantes en cuanto a geografía, sector, ámbito… para la reflexión-acción compartida. Y el potente enfoque sistémico que nos permite buscar respuestas nuevas a los enormes retos misioneros que afrontamos. Es una inyección de entusiasmo conocer todas las presencias combonianas documentadas y todo lo que este mapeo nos invita a crecer al servicio del Reino.

Gonzalo Violero, LMC España

Luces y oscuridad

Etiopia

Compartir el amor de Dios con los demás, recibir y dar, han determinado nuestra vocación misionera (Hermana Vicenta Llorca, Misionera Comboniana en Etiopía durante más de 40 años y Pedro Nascimento, Laico Misionero Comboniano, dos años en Etiopía). Como hizo con Abraham, también a nosotros, a través de la oración y el discernimiento personal, Dios nos dijo: “Deja tu país y vete a la tierra que te mostraré” (Gn 12,1). Nuestro destino fue Etiopía, un país lleno de sol y hospitalidad. Etiopía es un hermoso país, con una gran riqueza histórica y cultural, lleno de tradiciones y con muchos pueblos, con gran diversidad lingüística.

Etiopia

Benishangul-Gumuz forma parte de una de las regiones de Etiopía y una de las tribus presentes aquí es la de los Gumuz, un pueblo de carácter fuerte, dispuesto a luchar para defenderse de muchas maneras. Nuestra labor misionera se desarrolla especialmente entre los Gumuz.

Nuestra primera impresión fue muy buena, ya que siempre quisimos compartir nuestra vida con gente tan sencilla. La comunidad de las Hermanas Combonianas, situada en Mandura, ofrece servicios de educación, asistencia sanitaria y pastoral catequética. La comunidad de Laicos Misioneros Combonianos (David Aguilera y Pedro Nascimento) vive con los religiosos Combonianos en Guilguel Beles, a diez kilómetros de Mandura, e intenta ayudar a ambas comunidades en las áreas de educación y pastoral catequética, así como en el cuidado de algunos enfermos.

Etiopia

Vicenta y Pedro trabajan en la pastoral y el servicio social, ya que la persona se completa con el desarrollo del alma y el cuerpo. Una de las actividades que realizamos juntos es el acompañamiento de la catequesis de mujeres en su desarrollo espiritual, humano y material. Sabemos que la mujer tiene un papel importante en la transformación de la sociedad y aquí ellas necesitan ser conscientes de ello. La mujer gumuz trabaja muy duro y a menudo se ve relegada en oportunidades como la educación, donde los logros educativos no son una prioridad, especialmente para las mujeres y las niñas. Sobre todo, tienen que trabajar en el campo, recoger leña para cocinar, acarrear agua de la fuente o del río, cargar pesados sacos de cereales (fruto de su trabajo en el campo), cuidar de sus hijos, cocinar… La vida de la mujer gumuz es difícil y está llena de sacrificios y trabajo duro.

Nos reunimos cada semana con un grupo de mujeres que han elegido un nombre para el grupo: “Constructoras de Paz”, un nombre debido a la situación de guerra que vivimos desde hace más de dos años en nuestra zona. En este grupo compartimos la Palabra de Dios, oramos por la paz y tomamos un café juntos con la colaboración económica de todas, y nos hacemos cercanos en nuestras experiencias de dolor y sufrimiento, fortalecemos nuestra amistad, compartimos sueños y aspiraciones para el futuro. Estos encuentros nos dan la posibilidad de conocernos y estar más cerca unos de otros.  Es nuestro deseo, según nuestras posibilidades, desarrollar actividades que puedan ayudar a las mujeres en la parte económica, ya que tienen un papel importante en el mantenimiento de la familia.

Todo esto es muy bello y atractivo, pero la vida humana está hecha de momentos felices y momentos dolorosos, días de luz y días de oscuridad.

Debido a los enfrentamientos étnicos, especialmente por la propiedad de la tierra, la estabilidad social ha empeorado, muchos han sido asesinados, los pueblos han sido incendiados, algunas cosechas han sido robadas por oportunistas, muchas personas inocentes han sido encarceladas sin saber las razones, las escuelas y los puestos médicos han sido cerrados debido a la inseguridad, por temor a que los estudiantes sean atacados por los rebeldes y los profesores y enfermeras atacados y secuestrados, ya que la mayoría de ellos pertenecen a otro grupo étnico. Desgraciadamente, esta ha sido nuestra realidad durante los dos últimos años, con tiempos de paz y tiempos de conflicto e inseguridad. Sin embargo, tanto si vivimos como si morimos, pertenecemos al Señor (Rm 14,8) y Él siempre está con nosotros y nos acompaña.

Etiopia

En la misión de las Hermanas, algunas mujeres pidieron protección durante unas semanas, quedándose allí a dormir. La situación se agravó y decidieron escapar al bosque, donde pudieron esconderse. Cuando la situación se calmó, poco a poco, las familias volvieron a sus cabañas.  Como ya hemos dicho, esta situación se ha repetido durante dos años y juntos hemos experimentado el dolor, la inseguridad, pero también la protección de Dios. Las obras de Dios nacen y crecen al pie de la Cruz, decía San Daniel Comboni.

Nada de esto estaba contemplado cuando, llenos de ilusiones, llegamos a esta misión, pero decidimos hacer causa común con este pueblo, compartir los buenos y los malos momentos, decidimos quedarnos aquí y abandonarnos en las manos de Dios. Hemos vivido muchos momentos difíciles y nuestra presencia aquí, en medio de las dificultades, pretende ser un testimonio de fidelidad a Dios manifestada en la fidelidad a las personas con las que compartimos la vida. Fue Jesús quien nos dijo: “He aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28,20).

En medio del dolor, de ver sufrir a las personas que escapan, de los que lloran por sus seres queridos, ya sea porque han muerto o porque están privados de su libertad, todo esto se ha convertido en un tiempo de gracia que nos ayuda a fortalecer nuestra fe y fidelidad a un pueblo que vive tiempos de sufrimiento. Hacer mío el dolor del otro nos muestra lo importante que es el otro para nosotros, lo mucho que lo queremos. San Daniel Comboni nos enseñó: Hago causa común contigo y el día más feliz de mi vida será aquel en que dé mi vida por ti.

En este momento se están celebrando conversaciones de paz entre el gobierno y los grupos rebeldes, se están empezando a abrir escuelas y puestos médicos (algunos). Tenemos la esperanza de que se puedan vivir tiempos de paz, felicidad y prosperidad.

Rezad por nosotros y por el pueblo de Etiopía, porque no podemos perder la esperanza; rezad para que encontremos apoyo para desarrollar actividades económicas con las mujeres y ayudar a las familias necesitadas; rezad por la paz y la comunión fraterna.

Etiopia

Hermana Vicenta Llorca, Misionera Comboniana y Pedro Nascimento, Laico Misionero Comboniano

Colegio Esperanza

Colegio Gumuz
Colegio Gumuz

La etapa escolar, sobre todo la infantil y la primaria, suele marcar nuestras vidas de una manera u otra. Grandes recuerdos se amontonan: amigos y amigas que son una gran parte de lo que fuimos, maestros y maestras que tocaron nuestros corazones y abrieron caminos que hasta entonces ni imaginábamos… En general, vida compartida que nos apasionó, nos llenó de alegría y que casi siempre consideraremos como la mejor etapa.

Sin embargo, en Etiopía, el colegio puede tener un sentido más completo.

En la región en la que vivo, Gumuz, la familia Comboniana tiene 5 guarderías (3 los padres Combonianos, 2 las hermanas Combonianas) y un colegio de primaria (de las hermanas Combonianas). Todos estos centros fueron petición del propio gobierno local, hace ya más de 20 años, que entendió que esta región escasamente desarrollada precisaba de espacios educativos que cumplieran dos objetivos: por un lado, potenciar la educación con el fin de poder garantizar un futuro autónomo y digno; por otro lado, crear espacios donde puedan convivir niños y niñas de todas las etnias presentes en la zona, en igualdad y compañerismo, de manera que la división (tan presente y tan profunda en la región) vaya desapareciendo desde los pilares de la vida (la infancia y la adolescencia) y se fomente la idea de la fraternidad completa.

Colegio Gumuz

Ese ha sido el objetivo de la familia Comboniana todos estos años, desde los planes educativos generales hasta el quehacer diario: crear un lugar en el que la convivencia sea tan importante como la adquisición de conocimientos y competencias.

Sin embargo, la realidad social ha cambiado mucho en los últimos dos años. Cuando llegué a Etiopía, esta región estaba sumida en un conflicto étnico de unas etnias contra otras (con asesinatos, desplazados, quema de viviendas, etc.). Cuando la situación estaba normalizándose, el Covid-19 apareció para volver a romper la normalidad, cerrar todo y sembrar el pánico (que ya se había convertido en “visitante” asiduo por esta zona). Y, sin haber conseguido frenar este problema, un nuevo conflicto étnico, aún más grave que el anterior, azotó la vida de los habitantes de la región. Los problemas que encontrábamos en el primer conflicto se multiplicaron, se expandieron y no conocían de religión, edad o sexo para tener un poco de piedad. El día a día quedó dominado por un pánico ya conocido, pero que alcanzó límites insospechados. TODO volvió a cerrarse con la llave del miedo, la violencia y el desánimo.

La situación exigía una respuesta, y el colegio de las hermanas Combonianas, que es sobre el que escribo, se convirtió en algo más que un centro de convivencia, se convirtió en el “Colegio Esperanza”.

Colegio Gumuz

Ante la realidad de violencia, muchas personas, principalmente mujeres, niños/as y ancianos/as optaron por abandonar sus casas. Muchos marcharon a esconderse al bosque, pero la gran mayoría de los que vivían alrededor del colegio, de manera casi instintiva, y por una confianza enorme en las hermanas, optó por refugiarse en masa en dicho colegio. Fue sorprendente ver cómo entraban por decenas, o cientos, con lo principal que pudieron coger antes de huir, en una diáspora improvisada, cargando enseres, niños, bebés, grano, animales, etc. El colegio abrió sus puertas, y se convirtió, más que en su casa, en su refugio, puesto que, más que comodidad, buscaban seguridad. Las clases fueron vaciadas y transformadas en lugares donde dormir, cocinar, comer y recibir cuidados; así como otros espacios y zonas comunes, hasta los patios y las fuentes.

Con el paso de las semanas, la situación dio alguna tregua; las personas volvieron a sus casas, pero no a la normalidad. Ante el miedo de que pudieran saquear sus pertenencias, temían principalmente por el grano recolectado durante todo el año. Volvieron a depositar la esperanza en el colegio, que abrió de nuevo sus puertas para que llevaran ese grano, en sacos de cien kilos, para ser almacenado en el único lugar en el que entonces confiaban.

Esta situación fue especialmente grave para los niños y las niñas, que vivían instalados en el miedo y el sentimiento de desprotección. Las hermanas, conscientes de ello, volvieron a poner el colegio al servicio de la infancia, creando un espacio de confianza. A pesar de que oficialmente todos los centros educativos de la zona estaban cerrados, las puertas de nuestro centro protagonista se abrían casi a diario para dar clases de apoyo y repaso, para acoger a todo el que viniese y permitirle pintar, dibujar, leer o escribir; y, lo que más éxito tenía, para organizar (o más bien, improvisar) juegos y actividades deportivas. En ese momento, lo más importante no era que los niños/as y jóvenes aprendieran o fueran evaluados, sino que pudieran entrar en un lugar en el que se sintieran seguros, ilusionados, con la alegría que debería reinar en esta etapa de la vida. Que pudieran jugar, relacionarse en paz y tranquilidad y que se sintieran abrazados y consolados fue la prioridad; en definitiva, que pudieran ser lo que son, niños y niñas, forzados a crecer por una realidad más dura de la que deberían haber conocido.

Colegio Gumuz

En todo este proceso, mi compañero de misión (Pedro) y yo nos quisimos implicar al máximo (aunque algunas veces nos fuera imposible desplazarnos por la peligrosidad de los diez kilómetros de camino que separaban nuestra casa del colegio, debido a ataques, redadas, disparos, etc.). Nuestro hacer diario, nuestra ilusión y nuestras fuerzas se volcaron principalmente en acompañar y ayudar a sacar adelante las actividades diarias para niños y niñas; como improvisados profesores, entrenadores deportivos, monitores, acompañantes, y todo lo que podamos imaginar, procurábamos ofrecer un espacio de acogida y esperanza a todo el que cruzaba las puertas de la calle.

Colegio Gumuz

Mañana, veintitrés de febrero, y tras haberse estabilizado bastante la situación, el colegio abre sus puertas al nuevo curso de manera oficial (habiéndose perdido casi medio año). Los alumnos y las alumnas, desde los 3 años hasta el fin de la primaria, volverán a sus clases. En este retornar, la pesadilla quedará atrás; y dudo que alguno llore a las puertas del mismo. Todo lo contrario, estarán deseosos de volver al lugar del que nunca se sintieron apartados; el lugar que supuso para ellos el único espacio de tranquilidad y despreocupación. Los padres y las madres, por su lado, se sentirán más aliviados que nunca, puesto que, si en los momentos de mayor tormento confiaron ciegamente para proteger a sus hijos e hijas (el regalo más preciado que tienen), el que vuelvan a dar clase les llenará de renovada ilusión.

Es por eso que, a pesar de que tiene otro nombre, yo he preferido bautizarlo como el “Colegio Esperanza”.

Colegio Gumuz

David Aguilera Pérez, Laico Misionero Comboniano en Etiopía

Reportaje informe de investigación: Dossier Carajás, Corrupción y dejadez (2)

Piquiá

El equipo de informe de investigación muestra en el reportaje como el paso de los trenes comprometen las comunidades que viven en sus márgenes y como el polvo de hierro de las siderúrgicas se infiltra en las casas y amenaza la salud de un poblado entero.

Piquiá

En el podemos ver el poblado de Piquiá de Baixo (a partir del minuto 35) donde nuestra familia comboniana acompaña de cerca esta realidad y la lucha por un reasentamiento en el barrio de Piquiá de la Conquista.

Dejamos este segundo video (en portugués) del canal de Justicia de los Caminos de JnT*

* Justiça nos Trilhos trabaja para fortalecer las comunidades del Corredor de Carajás en el noreste de la Amazonia brasileña y denunciar las violaciones de los derechos humanos y del medio ambiente, responsabilizando al Estado y a las empresas y evitando nuevas violaciones de los derechos humanos.

Reportaje informe de investigación: Dossier Carajás, Corrupción y dejadez

tren

Dividido en cuatro capítulos, el primer episodio muestra parte de los impactos que uno de los trenes de carga más grandes del mundo deja en las 28 ciudades y más de 100 pueblos que atraviesa. El gran informe de investigación revela cómo la riqueza de la minería contrasta con la miseria y el sufrimiento de los vecinos del ferrocarril de Carajás, cómo la falta de puentes peatonales expone a los residentes a la rutina de accidentes en los cruces y cómo los escándalos de corrupción desangran las arcas públicas de los municipios cortados por la CFE.

tren

En este informe podemos ver la realidad de las comunidades afectadas por los problemas de la minería en el noreste de Brasil, la Familia Comboniana acompaña estas comunidades. Nuestra comunidad LMC está presente desde hace más de 25 años.

Dejamos este video (en portugués) del canal de Justicia de los Caminos de JnT*

* Justiça nos Trilhos trabaja para fortalecer las comunidades del Corredor de Carajás en el noreste de la Amazonia brasileña y denunciar las violaciones de los derechos humanos y del medio ambiente, responsabilizando al Estado y a las empresas y evitando nuevas violaciones de los derechos humanos.