Laicos Misioneros Combonianos

“Razones del corazón”

LMC PortugalHay muchas razones que lo hacen palpitar.

Pero es una, sólo una, la esencia de las razones, que marca el ritmo de todas las demás ¡”el amor”!

Es el que orienta toda nuestra vida.

Pero, como seres humanos que somos, y porque, cada vez vivimos más en un mundo de la razón y para la razón, vemos el amor como una fórmula química que podemos manejar de acuerdo a nuestra voluntad.

El corazón tiene sus límites, ¡lo sabemos!

Los derrumbamos, volvemos a levantarlos y volvemos a eliminarlos…

¡¿Pero tiene que ser así?! ¿No podemos aprender? ¿No podemos ser valientes? ¿no podemos creer?

¡Quizás, sólo necesitemos un poco de coraje, de esperanza y creer!

Tal vez no habrá límites si elegimos hacerle frente, curarlos, ¡acogerlos!

Tal vez el corazón después de todo pueda ser ilimitado si tenemos el valor para decidir que el Amor no tiene límites.

Y si se trata de la pasión de Cristo, en su dolor por nosotros, donde encontramos el bálsamo de la misericordia, ¡sanaremos nuestras heridas sumergiéndonos en su amor!

¡No basta pedir, agradecer, orar!

¡Es obligatorio experimentar el perdón en nosotros y para nosotros!

Para después vivir en el otro y para el otro la alegría del amor…

Seamos un buen legado de su Pasión de Corazón abierto, sano y lleno de razones para vivir…

Cristina Sousa

Maia, 27 de Mayo de 2016

Entrevista a Ana Obyrtacz en Radio Maria en Congo

  1. Anna Congo Hola Anna. ¿Podrías presentarte a la audiencia? Háblanos de tu familia

Buenos días padre. Buenos días a todos.

Mi nombre es Anna Obyrtacz. Soy de Cracovia en Polonia. Soy cristiana, católica y Laica misionera comboniana. Tengo 30 años. Estoy en Kinshasa desde el 22 de enero de 2016. He venido aquí para aprender francés. Todavía estoy en Kinshasa durante una semana y luego me iré a la República Centroafricana para la misión por dos años. Voy a trabajar con los pigmeos de Mongoumba. El pueblo está situado a unos 200 km al sur de Bangui, capital de la República Centroafricana.

Mi familia vive en Polonia y está a la espera de mi regreso, 🙂 pero espero que vendrán a verme algún día a África. Nací en una familia de 4 hijos y yo soy la penúltima.

Mi familia está compuesta por mi padre Jean, mi madre Joséphine, mis hermanos y hermanas. Mi hermana mayor se llama Kinga después de ella viene mi hermano Christoper, después yo y por último mi hermano pequeño Michel. Mi hermano mayor está casado y es padre de dos hijos, un niño y una niña.

  1. ¿Polonia es un país más católico que el Congo?

Con el tiempo que pasé aquí en Kinshasa cuando miro los números, puedo decir que en el Congo como en Polonia hay muchos cristianos católicos. Pero también podemos decir que el número no refleja la verdad.

Para mí la comparación es difícil porque no tenemos las mismas realidades y tampoco me gusta comparar la fe. Y, además, creo que no se trata de números, sino de la “calidad” de nuestra fe.

  1. ¿Cómo es tu vocación laical Comboniana?

Dicen que la vocación es un misterio 🙂

Creo que mi vocación comenzó mucho antes de que yo pienso.

Cuando era joven, nunca pensaba en las misiones. Siempre quise vivir y trabajar en Polonia mi país. Pero hoy creo que el trabajo es el mismo en todas partes del mundo, también la gente es igual en todas partes del mundo.

Conocí a los misioneros combonianos (mccj), en marzo de 2012 en Cracovia, en una adoración que organizaron por los misioneros mártires. En Polonia hay dos comunidades combonianas, una en Cracovia y otra en Varsovia.

Yo estaba involucrada en las reuniones de pastoral misionera con los estudiantes.

También soy parte del movimiento misionero TUCUM, asociado con los Combonianos en Polonia que ejercen su actividad misionera en las parroquias. Son personas que quieren vivir conscientemente y trabajar juntas. Nuestras actividades: la oración, los actos de caridad, la promoción de la misión. Tenemos un signo de pertenencia al movimiento que es el anillo negro.

También trabajé con niños. Era un grupo de niños de mi parroquia. Después también llevé un grupo de infancia misionera para los niños de mi parroquia en Cracovia. Teniamos reuniones una vez por semana, estudio de la palabra de Dios y hablar sobre temas misioneros. Invitamos a los misioneros al grupo y también vemos películas misioneras. Siempre oramos por las misiones.

También hacía voluntariado con una Fundación polaca que ayuda a los pacientes de hematología y oncología.

Antes de venir aquí, estaba trabajando como especialista en el departamento de inversiones – en una institución pública para la construcción y mantenimiento de la vía pública.

Toda mi vida es un tiempo de discernimiento de mi vocación. Quiero vivir plenamente y en verdad por Dios, aunque humanamente pueda flaquear a menudo, sé que hay Alguien en quien siempre se puede confiar.

Dios está conmigo todos los días en cada paso de mi vida. Él ha preparado para mí un camino, y me ha mostrado las señales. Me ha permitido descubrir mi identidad laical, mi identidad Comboniana y mi identidad misionera. A continuación, ÉL me ayudó a tomar la decisión de partir a misión. Dios me ha quitado el miedo y me dio fuerza y ​​confianza.

El momento más importante de mi vocación ha sido la formación de la comunidad LMC:

  • Cada mes tenía una reunión de formación para explorar y descubrir el carisma y la espiritualidad de San Daniel Comboni
  • La oración individual (meditación)
  • La oración comunitaria
  • El discernimiento con los otros
  • La dirección espiritual

Cada día descubro mi vocación, para mí es un proceso continuo.

  1. ¿Por qué elegiste África, precisamente Centroáfrica para ir a misión y no en otra parte?

Después de descubrir mi vocación LMC no he pensado en ningún lugar de misión particular. Sólo sabía que me dispondría para donde fuese necesario o donde pueda ser útil, como dicen las palabras de nuestro fundador, San Daniel Comboni, “para los más pobres y abandonados”. Para mí el lugar no importa mucho. En cuanto a la ubicación, estaba abierta a lo que Dios preparase para mí, porque tengo confianza en que elija mejor que yo, que Dios sabe mejor que yo.

Como Movimiento Internacional de Laicos Misioneros Combonianos tenemos varias comunidades internacionales en África: Etiopía, Uganda, Mozambique, República Centroafricana, Malawi y también en América del Sur. Intentamos dar continuidad a esos lugares donde ya estamos sirviendo, pero también podemos ir a otro lugar si es necesario.

La elección de un lugar no sólo está en función de la profesión, la preferencia de la persona que parte, sino también, por supuesto, de la necesidad de la iglesia local, nuestra prioridad es la primera evangelización y cerca de los pobres, asegurando la continuidad de las comunidades.

También es importante que la decisión sea compartida por la persona y la coordinación del equipo en el país.

Pero tenía que ser África o América del Sur. Durante mi formación yo estuve en Uganda durante un mes, esta fue mi primera experiencia en África. Creo que África se ha metido en mi corazón.

He conocido las realidades de nuestras comunidades, y sabía que en la RCA se necesitaba personal. También hablamos de la situación política difícil, inestable y peligrosa. Y era consciente que tenía que aprender el francés.

No fue una decisión fácil, incluso diría difícil. Podría haber elegido algo más seguro y más fácil. ¿Pero será que mi elección debe ser por lo sencillo? o ¿voy a donde Dios me está llamando? Sabemos que hacer la voluntad de Dios no es humanamente fácil. Pero estoy segura de haber elegido la mejor.

Así que como país de misión, decidí ir a la República Centroafricana.

  1. ¿Qué has aprendido durante tu estancia estos 3 meses del Congo y de la iglesia de Kinshasa en particular?

Si vine al Congo era para aprender el idioma, que me ha costado mucho. Además, todos los días he tenido que aprender a vivir en otra realidad de la que dejé en Polonia y a veces ha sido difícil. ¿Por qué? porque ahora, con Internet, tenemos la facilidad de tener comunicación permanente con mi familia, con mis amigos en Polonia, por lo que podemos estar cerca.

Para mí, la misión es sobre todo vivir con la gente. A través de las diferentes conversaciones llegué a conocer la realidad a la que se me envió, en la misión se deja una realidad para vivir otra.

Creo que el futuro mostrará lo que he aprendido en el Congo y si he sido una buena estudiante.

Otra cosa muy importante durante mi estancia en Kinshasa ha sido aprender la apertura a lo nuevo. A pesar de ser muy diferente a Polonia.

  1. ¿Qué mensaje dejarías a los jóvenes y especialmente los laicos africanos?

Que busquen al Señor en su vida todos los días, en todo lo que hacen descubrir lo que él ha preparado para ellos.

Jóvenes, vivid sólo el Plan de Dios en vuestras vidas pues es el mejor.

Sabemos que la vida no se termina en esta tierra, esta es sencillamente una etapa.

Estén seguros de que no están solos. A pesar de sufrir cuando uno se siente solo, Dios siempre está presente.

No tenga miedo de vivir con pasión y hacer lo que amas.

Otra cosa que mi obispo me dijo antes de ir a la misión, “ni la fe ni la ciencia, sólo el amor nos ayudará a conocer y experimentar a Dios”, y tenemos que decir a los otros que es el más grande y primer mandamiento de Dios. Yo se lo digo a todo el mundo.

  1. ¿Qué plato congoleño te gusta más?

Me encanta el pescado, especialmente el pescado salado y también el pondu, sobre todo preparado por Irene. Irene es una laica Comboniana de Kinshasa, con la que he vivido durante mi estancia aquí.

Anna Congo

Muchas gracias

Anna Obyrtacz LMC

Mi comienzo en Etiopía

EtiopiaDespués de largos preparativos por fin llegué a Etiopía. Todo el mundo me recibió muy bien. Nuestra Laica Misionera Comboniana Madzia Plekan vino de Awassa a recogerme al aeropuerto, para ayudarme y explicarme todo lo referente al principio de mi estancia. Junto con el Padre Sixto y el Padre Julio (Provincial de Etiopía) hemos tomado la decisión de ir a Awassa al día siguiente. El primer plan establecido era que iba a aprender amárico en la capital durante al menos 3 meses. Un nuevo curso de amárico comenzará en junio, por lo que podré pasar las primeras semanas para conocer a mi destino en Awassa, la comunidad y los fundamentos del lenguaje. Esto fue una sorpresa muy agradable para mí. Mi nueva comunidad me recibió muy afectuosamente. Madzia, Maggie y Mark me ayudan tanto como les es posible. Los tres hijos de Maggie y Mark son motivo de mucha alegría y vida. Los niños también me aceptaron como un nuevo miembro de su comunidad. Awassa es una ciudad grande, sin embargo, es tranquila y muy pintoresca. Ahora me estoy empezando a conocer el lugar, la gente y los diferentes servicios misioneros.

La semana pasada celebramos la Pascua. No fue sólo un momento de encuentro con el Señor resucitado, sino también una experiencia interesante de celebración en mi nueva cultura que está llena de diferentes elementos sorprendentes. La Iglesia Católica en Etiopía tiene mucho en común con la Iglesia ortodoxa. Obviamente pasamos Pascua en nuestra comunidad. Se mantuvieron dos tradiciones polacas: Pintar el huevo de Pascua y el desayuno del domingo de Pascua.

Estoy empezando a aprender amárico esta semana. Voy a tener tres clases por semana con un maestro profesional y cinco clases de tutoría con un chico de la zona que habla inglés. Si estamos satisfechos con el método de aprendizaje, tal vez continuaré mis estudios aquí, en Awassa. En ese caso, podría quedarme en casa. Un gran reto me está esperando ahora – ¡el aprendizaje del lenguaje amárico!

Magda Fiec, LMC en Etiopía

 

Tercer encuentro de la Fundación Fe y Cooperación (Portugal)

FFCEl fin de semana del 13 y 14 de febrero tuvo lugar en Fátima la formación del 3º Encuentro FEC (Fundación Fe y Cooperación) con el tema “Misiones, culturas y religiones” en los que tuvimos el placer de tener como formador al Provincial de los Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús, padre José Vieira. Como en otras reuniones, hubo una gran diversidad de instituciones, grupos y organizaciones misioneras que estaban presentes. Agradecemos a Dios por la presencia de todos, la unión fraterna y la alegría que siempre sucede cuando nos encontramos en su nombre.

De esta reunión nos quedó como principal mensaje la importancia de ir al encuentro del otro. Ir a su encuentro implica conocerle a él y a su cultura. Y este encuentro de culturas a menudo implica que, por un momento, nos olvidamos de nosotros mismos, de nuestros hábitos culturales y de las rutinas que son tan naturales en nosotros. Aceptarlo a él y a su cultura es un desafío necesario para la completa experiencia del amor de Dios en tierra de misión. Más que testigos Dios nos invita a ser, a su ejemplo, Evangelio vivo de su amor. Y para ello hay que conocer a la gente, su cultura y sus costumbres… debemos inculturarnos y así amar a las personas de una forma plena.

FFCDe hecho Jesús es el verdadero ejemplo de inculturación. Él que para testimoniar el alcance infinito de su amor por nosotros se hizo hombre como nosotros. Siguiendo su ejemplo también nosotros debemos no sólo respetar sino conocer y participar en la cultura, las rutinas y los hábitos del lugar donde vamos. Y este es un ejercicio más complicado de lo que pensamos, en primer lugar, porque todos somos intrínsecamente etnocéntricos y vemos el mundo a partir de nosotros, de nuestra experiencia y de nuestra cultura. Sin embargo, nunca nos podemos olvidar que la diversidad cultural es un don querido y respetado por Dios. Cada uno de nosotros se le presenta con todo lo que es: defectos, cualidades, historia de vida y también la cultura ya que nuestra fe es el resultado de una relación personal con Dios. Sin embargo, es importante no olvidar que las culturas que nos dan la bienvenida y reciben son territorio sagrado ante el cual tenemos que descalzar las sandalias de los pre-juicios y preconceptos. De aquí nace la importancia de aprender el idioma, aprender la cultura, aprender, sobre todo, a celebrar y estar con las personas compartiendo nuestras vidas con ellos. Por lo tanto, partir a una nueva cultura requiere la disponibilidad para nacer de nuevo aprendiendo la vida de manera diferente.

Durante esta reunión, el 13 de febrero tuvimos el honor de dar gracias a Dios por la vida de Marisa, que cumplió 23 años. Agradecemos a Dios por la gracia de caminar y celebrar la vida a su lado. La vida se hace más grande y mejor cuando estamos rodeados de personas con Dios en el corazón.

Marisa y Paula