Esperamos que os vaya bien. A nosotros nos va genial. Estamos empezando el nuevo año escolar. Linda y Pius vuelven a las escuelas para enseñar habilidades para la vida. Yo paso cada vez más tiempo en las clínicas. Espero pacientemente mi permiso de trabajo oficial. Nuestro trabajo pastoral, el proyecto Why Blue Sky de apoyo a los profesores, también vuelve al horario habitual.
Las tres últimas semanas, las del cambio de año, las pasamos de viaje. Justo después de Navidad, que pasamos en Kitelakapel, fuimos a la región de Turkana, habitada por la tribu del mismo nombre. Fuimos allí junto con Guilia y Hani, que nos visitaron de nuevo 🙂 . Fuimos a visitar dos misiones combonianas en Lokichar y Lodwar. Construidas desde cero por los Misioneros Combonianos. En medio de la nada. En Lokichar hay una iglesia, una escuela y un centro para niños con diversas discapacidades. En los pueblos cercanos hay más escuelas construidas por los combonianos y entregadas a la gente. Lo mismo ocurre en Lodwar. Escuelas, capillas, centros de salud. De pueblo a pueblo. Creados con amor para servir a los demás.
El lunes regresamos de Nairobi. Allí pasamos una semana, realizando diversos trámites, pero también conociendo numerosos proyectos, como un centro infantil en medio de los barrios marginales más grandes de África, dirigido por nuestro amigo de la comunidad LMC, o el hogar para niños de la calle Kivuli Center, fundado por el sacerdote diocesano Kizito. Como comunidad internacional, también participamos en la reunión anual del grupo LMC de Kenia. Juntos hicimos balance de 2023 y planificamos 2024. Durante la reunión, se eligieron nuevos líderes y en la Santa Misa solemne, una de las candidatas, Mercy, se convirtió oficialmente en laica misionera comboniana. Es increíble lo mucho que nos sentimos parte de este grupo.
Tenemos varias ideas en la cabeza y talleres planeados. El nuevo año promete ser intenso. Os mantendremos informados de lo que nos pasa.
A lo largo del 2023 nos encontramos con muchas emociones y realidades, llenas de alegría, tristeza, reconforto, anhelo y cruz…
Los LMC de Guatemala iniciamos un año lleno de esperanzas puestas en el programa de nutrición Chispuditos, el cual creció de manera increíble a tal punto que logramos, junto con profesionales, hacer jornadas médicas y dentales, ya que el suplemento, las formaciones y los víveres no estaban ayudando a los niños a salir de la anemia y de sus enfermedades. Hemos hecho grandes esfuerzos por innovarnos, capacitarnos, pero no ha sido suficiente ya que cuando llegó el pediatra, la nutricionista y la dentista observaron un alto grado de desnutrición, problemas psicomotrices, dentaduras inservibles, enfermedades genéticas, deficiencias en el habla y el crecimiento, causados muchas veces por la misma desnutrición de las madres y la mala educación alimentaria. Son 6 años de un camino arduo, trabajando la mente, el corazón y el estómago, sin duda nos llena de alegría ver a los niños de 6 años que salen del programa sin anemia y con un tamaño y peso promedio, ¡Es para darle gloria a Dios!
Al mismo tiempo nos adentramos en la JPIC sabiendo que San Daniel Comboni tenía un interés especial en la justicia hacia los marginalizados y olvidados; nos sumergimos en la formación para conocer la migración en Guatemala y esta nos llevó a la trata de personas, situación terrible y muy latente en nuestro país. Descubrimos que Comboni lucho mucho por la trata de personas, evitando que se llevaran tantos negros como esclavos. Entendimos con charlas, encuentros personales y varios Cineforos sobre la trata de personas, Conocimos la realidad y crudeza de la vida de mujeres en situación de prostitución. Nuestro corazón se doblegó ante tal situación e iniciamos una campaña de concientización. Guatemala sufre trata de personas, mujeres, niños y surge a partir de la migración, la cual es una de las mayores problemáticas del país, de ahí se desprenden estos problemas sociales, culminando con una mal nutrición de niños, familias desmembradas, mujeres solas y niños prácticamente huérfanos.
Creemos que ha sido un año marcado por un despertar profundo al camino de Comboni. Tuvimos formaciones enriquecedoras, formamos nuevos candidatos a LMC, nos encontramos varias veces con un pequeño grupo de laicos en San Luis Petén que están haciendo su formación para ser LMC, ampliamos nuestra visión hacia nuevos proyectos y crecimos en el carisma Comboniano.
Nos espera un 2024 con nuevos y grandes desafíos, a nivel comunitario, misión ad gentes y a nivel económico, pero confiamos en la santa intercesión de San Daniel Comboni, nos acogemos a los corazones de Jesús y María y le pedimos a San José, que ayude a este pequeño grupo a ser luz y sal por donde vaya.
Feliz Inicio de año 2024 que este lleno de muchas bendiciones y nuevos caminos para cada LMC
Desde el LMC esperamos que vuestro 2024 esté siendo estupendo hasta ahora.
Estamos agradecidos a Dios por su gracia que nos acompañó en un nuevo año y que nos sigue arropando. Nuestra comunidad crece y no podemos estar más contentos. Ciertamente, Su amor perdura para siempre.
¿Qué mejor manera de planificar nuestro nuevo año que reflexionar sobre el año que fue? Tuvimos nuestra reunión anual del LMC el pasado fin de semana, del viernes 12 de enero al domingo 14 de enero. Siempre es una gran alegría estar juntos. Durante estos tres días, reflexionamos sobre nuestras actividades e intercambiamos ideas para 2024, además de mejorar lo que ya estamos haciendo. También revisamos nuestras finanzas y analizamos nuestros ingresos y gastos. Estamos agradecidos a Dios por su providencia. Estamos especialmente agradecidos por personas como tú y como yo, a quienes Dios ha llamado para apoyar a “los más pequeños” en su Reino. En 2024, pedimos más Gracia. Gracia para dar más de nosotros mismos por el Reino, Gracia para servir en las situaciones más difíciles y Gracia para vivir como Cristo lo hizo – amándonos los unos a los otros sin medida.
También tuvimos la ceremonia de entrega de uno de los nuestros. Después de dos (2) años de formación, Mercy Chepoghisho es ahora miembro de pleno derecho de los Laicos Misioneros Combonianos. Ha sido formada, está bautizada y ahora está lista para ser enviada a hacer el trabajo del Señor. Todos estamos muy orgullosos de ella. Que su fe ilumine siempre su camino.
El domingo tuvimos el envío de dos Combonianas Seculares para el trabajo misionero en Uganda. Lucy y Ruth. Les deseamos lo mejor.
Este nuevo año ha sido también año de elecciones en el LMC. Como parte de la constitución del LMC, los líderes elegidos deben servir por un período renovable de dos años. Estamos agradecidos a nuestros líderes que asumieron muy bien sus funciones los dos últimos años. Nuestros nuevos líderes del LMC son el P. Maciej Zielenski – Asesor/Capellán, Martin Juma – Coordinador, Maria Ajiambo – Secretaria y Mukami Muthee – Tesorera. Martin, Maria y Mukami serán nuestros representantes hasta enero de 2026, fecha de las próximas elecciones. Enhorabuena a los tres.
Nos gustaría aprovechar esta oportunidad para dar las gracias a los MCCJ, que nos acogieron generosamente durante todo el fin de semana. Gracias por la hospitalidad y los recursos que nos brindaron. Nuestras palabras no bastan, pero que nuestro buen Dios se acuerde de vosotros por vuestra hospitalidad.
Hemos tenido un gran comienzo de año, y todos estamos muy esperanzados para el 2024.
Que Jesús Eucaristía sea siempre nuestra fuerza. (San Daniel Comboni – Escrito 6044).
Pregón realizado por Monseñor Jesús Ruiz, Obispo de M’baiki, República Centroafricana.
¡Todos los días, en África, son Navidad…! ¡Todo en África nos habla de una eterna Navidad!
Me han pedido hacer el pregón de Navidad…; yo no sé pregonar.
¿Qué es eso de pregonar, me he preguntado…, sino dar voz a tu vida interior…? Así, permitidme, dar rienda suelta a mi corazón… os voy a pregonar.
Mi pregón quiere ser hoy un recuerdo de infancia en la lonja parroquial de Alfonso VI allá por Navidad. Eran los años `70. Con nuestro párroco don Miguel, subíamos al monte de san Juan para buscar el musgo y adornar el belén repleto de casas de corcho, ríos de plata y figuras que caminan hacia el portal… Mi recuerdo se va a la misa del gallo en familia seguida de una copita y turrón…; mi recuerdo se goza viendo a los catequistas disfrazados en Reyes Magos durante la Misa de niños repartiendo regalos…; regalos siempre, nunca carbón.
Fui creciendo… y descubrí que el verdadero belén está fuera… Ya seminarista, en el nuevo templo parroquial, cada Navidad, con Ester, Mamen y otros jóvenes, visitando las casas del barrio para el concurso de belenes… En cada casa siempre nos esperaba una copita de licor dulce y un trozo de turrón…; cada año ensayábamos en el coro villancicos no comerciales que hacían furor: “uri, uri, ura…” y “en el portalín de piedra estaba María y José, estaba María llorando, estaba nervioso José…” Navidad visitando a los pobres de la parroquia con regalos y comida para así su soledad acompañar…;
Hace 36 años me fui a África…, pero yo…, yo no sé pregonar…
Allí, en África, descubrí que la Navidad no son luces de colores, ni árboles de Navidad…; allá, sin villancicos ni reclamos publicitarios por Navidad… sin mazapanes ni turrones… pero hay Navidad; en África no nieva…, no; hace calor, mucho calor por Navidad. En mi África no es costumbre la cena de Noche buena y menos aún el reveillón…, tampoco hay lotería del Niño ni se canta el gordo de Navidad… ¡Cómo recuerdo aquella mi primera Navidad en África en una lejana capilla donde después de celebrar el misterio de un Niño Dios nacido a las afueras, cené solo, con gran emoción, una lata de sardinas que llevaba en mi zurrón…! No…, en África no se estila nuestra forma de hacer Navidad…// Lo único que añoro en África son los Reyes Magos que nunca van…, y me temo nunca llegarán… ¡Qué pena que mis niños de África no sueñen con Reyes Magos… por Navidad…! Al rey Baltasar le pregunto cada año, tú que eres negro, ¿por qué olvidáis mis niños negros…, sin pasar? Y rezo con fuerza, ¡venid Reyes Magos, venid… que miles de niños negros y buenos, con grandes ojazos blancos, esperándoos están…!
Y cada año constato que la Navidad no es un veinticinco de diciembre… ¡Todos los días, en África, son Navidad…! ¡Todo en África nos habla de una eterna Navidad! La gente, cual belén viviente, por caminos de tierra roja y polvo avanza día a día no obstante su pesar… Unos sufren…, otros gozan…, hay quien llora… hay quien grita… y aquel que no puede más…; los hay que danzan… los hay en duelo… y otros ríen sin parar… Todos sin saberlo buscando van… Como figuras vivientes de barro caminan sin parar… Allí la mujer con su mandioca en la cabeza, erguida al andar…, un joven desde su quiosco contempla los niños danzar…, allá, hombres de piel curtida por el sol caminan hacia su huerto trabajar…, ancianos desdentados sentados frente a su hogar, viendo pasar las motos que como taxis van…, en cada concesión niños jugando a saltar…, una niña llevando a su hermanito pequeño detrás… Todos, cual figuras de barro vivientes, aún sin saberlo…, todos caminan hacia el portal… Cada uno su camino, cada cual su cantar…, pero todos en la misma dirección sin saberlo van a adorar. Y todos te regalan una sincera sonrisa si les saludas al pasar… Cada cual con cada cual, cada quien con cada quien haciendo camino al andar… Todos van buscando…, figuras de arco iris sin igual, en ese gran Belén que es la humanidad… Y al caer la tarde, cansados… a los pies del recién nacido, van sus cuerpos reposar, que esa es su forma de adorar. No tienen oro, ni plata, ni regalos para dar…, pero su cansancio se convierte en ofrenda difícil de igualar. Tienen hambre de comida y sed de verdad… hambre de justicia y de paz…, hambre de amor y también de dignidad. No…, en mi África la gente no pone belenes de barro y cartón, ni buey ni burra en el portal… Que son ellos, mi gente…, ese gran Belén viviente, no decorado, que cada día me encuentro al pasar… Yo, figurita de ese Belén, con ellos me uno adorar.
Van buscando al que ha nacido, tienen hambre de pan y verdad… / A tientas caminan, muchas veces en la oscuridad… / A tientas yo con ellos camino improvisando a veces un cantar… / La alegría en su corazón es la estrella que les guía… y nos dicta dónde andar / Alegría pues al Rey de los cielos van a adorar… / Cual pastorcillos…, con gallinas, mandioca, cacahuetes, bananas… y leña van… / Avanzan siempre pues al Niño quieren a adorar… Como los Reyes Magos sus presentes aportarán; no oro, ni incienso, ni mirra… No… Sus presentes son sus simples y duras vidas, todas ellas al Rey celestial ofrecerán. Y cada vida es preciosa ofrenda que al Niño Dios agradará… Y viéndolos María y José adorar… de sus labios una complaciente sonrisa escapará.
¡Ay, cuando estoy fuera de África, cómo añoro esta mi otra Navidad…!, sin luces, ni decorados, ni reclamos publicitarios de efímera felicidad… Ahora comprendo que Navidad es la vida de mi gente que busca la Luz en medio de tanta oscuridad… Hoy, perdido en la ciudad que me vio crecer, yo también busco y busco a ese Niño pequeño para adorar, mientras luces, escaparates y altavoces me insinúan… ¡Aquí no hay Niño que adorar!
Cuando era niño, en cada Navidad, siempre había algún gamberro que robaba al Niño del parque de Antonio Machado por Navidad… Hoy que soy grande, me gustaría gritar: ¡Que nos han robado al Niño una vez más…! Lo han cambiado por un frondoso abeto de colores y luces artificiales…, lo han suplantado por Papá Noel… Nos quieren vender toda clase de productos para colmar nuestra felicidad… Pero la ternura del Niño ¿quién nos la dará…?, el amor de ese Niño Dios ¿quién lo podrá suplantar…?; su luz maravillosa, no artificial, ¿quién podrá iluminar…?
Amigos, alerta, que nos están robando al Niño con ese consumo desenfrenado donde los pobres -como antaño el de niño de Belén- se quedan siempre a las afueras de la ciudad… “Amigos, despertad…, que nos están robando al Niño… por Navidad…
Amigos, es urgente reaccionar pues están matando al Niño…, por Navidad; los están matando a miles en la franja de Gaza…; los dejan morir de hambre a decenas de miles en África…; permiten que se ahoguen con sus padres en alta mar… No lo saben que Dios se hace Niño en el emigrante, en el refugiado, en el pobre y en el que no puede más… Como antaño en Belén, hoy dicen: “no hay sitio para vosotros… iros a otro sitio pues con nosotros no podéis habitar…” Amigos, hermanos… ¡qué tragedia! como Herodes en otro tiempo, hoy en 2023, están…; estamos… matando al Niño… por Navidad.
Es como si este mundo loco de luces de colores efímeras y girando borracho repleto de sí mismo dijera: ¡No, no vengas Niño a la tierra pues no tienes nada que dar…! Estamos tan llenos de nosotros mismos…, tan satisfechos… ¿qué nos puede un Niño dar? No, no vengas por Navidad.
Amigos, hermanos… despertémonos, unámonos, al Niño hay que salvar… ¡reinventemos la Navidad!
Saint d’Exuperi, el autor de “El principito”, decía que “todas las personas mayores fuimos al principio niños, aunque pocos lo recordamos”. Hermanos, amigos, recuperemos al Niño que llevamos dentro… ahora que es Navidad.
Sí, Navidad es ternura de Dios hacia la humanidad.
Navidad es abrazo al abuelo… Navidad es caricia al niño…
Navidad es sonrisa abierta…
Navidad es mirar con amor a los ojos del extranjero y del pobre…, sin juzgar…
Navidad es visitar al enfermo y al que está solo…
Navidad es pedir perdón…; y al hermano abrazar…
Navidad es contemplar al recién nacido y elevar los ojos al cielo…
Navidad es acompañar un trozo del camino de aquel que no puede más…
Navidad es salir del confort de tu casa para acompañar a la familia que lo está pasando mal…
Navidad es denunciar este mundo injusto y comprometerse por otro más igual…
Navidad es entrar en el templo de tu corazón… y allí a Dios adorar…
Navidad es regalo… TODO UN DIOS QUE SE DA.
Permitidme que os cuente un cuento de Navidad para acabar:
“Se estaba acercando la Navidad en nuestro pueblo…
Una de las grandes jugueterías se había surtido generosamente a fin de satisfacer todos los requerimientos de sus clientes… En las estanterías podían verse de todo. Armamentos de plástico y hojalata con banderas extrañas a nuestro pueblo para defenderse del enemigo, decían…; había también monstruos de pésimo gusto televisivo. Por supuesto, había también muchas otras cosas bonitas y dignas de ser obsequiadas en la alegría navideña.
Entre estas se encontraba un precioso osito de peluche, de gran tamaño. Realmente era bonito. Parecía transmitir cariño, y sus ojitos pequeños y brillantes le daban una extraña vida que cautivaba a quienes quisieran mirarlo con interés. Era un juguete valioso, y por tanto nada barato. Y Peluche lo sabía. Sin delirios de grandeza, él se sentía entre lo mejor que se podía conseguir en aquel lugar.
Justamente ése era su drama. Porque los que tenían suficiente dinero como para comprarlo, no tenían niños a quienes obsequiarlos. Y los que tenían muchos niños carecían de dinero.
El ser valioso era la causa de sus problemas. Porque a medida que se acercaba la Nochebuena, Peluche veía cómo las estanterías se iban vaciando de juguetes, mientras que él continuaba siendo admirado, pero sin que nadie se decidiera a adquirirlo para alegría de un niño.
La ansiedad que había ido creciendo con las horas se le transformó en angustia, cuando vio que el dueño de la juguetería bajaba lentamente las pesadas cortinas metálicas de aquella juguetería. Luego se apagaron las luces y dentro reinó el silencio. De afuera, en cambio, llegaba todo el bullicioso festejo navideño.
En la oscuridad, a Peluche le entraron ganas de llorar. Se dio cuenta que pasaría la primera Navidad de su vida de la manera más triste que se podía imaginar. Solo y sin nadie con quien compartir todo eso valioso que sentía poseer. Lo que más le dolía era saber que se había quedado solo justamente por ser valioso. Si hubiera sido barato ya estaría en manos de alguien, compartiendo la fiesta, aunque más no fuera que por unas horas.
De repente se sobresaltó. Creyendo soñar, vio que la sala se iluminaba con una luz suave y bella. Y sus ojitos brillaron de estupor cuando vio al mismísimo Jesús, que había entrado en la juguetería con una gran bolsa en la mano. Había venido a buscar juguetes a fin de distribuirlos él también. Porque tienen que saber que aquí, a los chicos ricos son sus padres quienes les traen regalos. Mientras que a los pobres, se los manda Dios.
Peluche tuvo la certeza de que esta vez alguien se lo llevaría con él para ser la alegría de un chico. Este Señor tenía muchos niños, y además era suficientemente rico como para pagar su precio y adquirirlo. Esperó, por tanto, con ansiedad, que se le acercara.
Cuando estuvo delante, el Señor lo miró -como nunca nadie antes lo había mirado- y le dirigió la palabra con toda naturalidad:
– Peluche, ¿quieres acompañarme esta Nochebuena para repartir regalos a los chicos pobres del barrio?
Y como la palabra del Señor es poderosa y da vida a todo aquel a quien se dirige, Peluche sintió que un extraño temblor se apoderaba de todo su cuerpo. Saltó de la estantería y dando cuatro vueltas de carnero en el piso se puso a bailar lleno de alegría. De no haber sido de peluche hubiera hecho un ruido infernal. Pero nadie sintió nada. Sobre todo, porque todos estaban ocupadísimos, celebrando la Navidad. Tan entretenidos estaban en ello que ni siquiera vieron a Jesús con la bolsa al hombro y con Peluche de la mano, caminando por sus calles rumbo a la salida. Hubo quienes al verlo desde atrás pensaron que se trataba de un vagabundo, acompañado de su perrito. Es tan fácil confundir al Señor con un pobre cualquiera… ¡y más en Navidad!
Cuando ganaron las afueras del pueblo, Peluche quedó extasiado. Vio por primera vez la noche de los campos. El cielo estaba que hervía de estrellas. A lo lejos los perros y los gallos indicaban donde vivían los pobres.
– ¡Qué hermosa es la noche!, exclamó Peluche.
– Sobre todo, si vas de mi mano, le dijo Jesús.
Y así fueron visitando las casas de las afueras. Cuando se acercaban a una casa pobre, les salían al encuentro los perros. Los perros de los pobres no ladran. Van derecho al bulto. Pero cuando descubrían que era Jesús quien venía, inmediatamente se abuenaban.
Y mientras el Señor los acariciaba para entretenerlos, Peluche sacaba de la bolsa un regalo, y entrando sigilosamente por la ventana abierta lo dejaba al lado de los niños dormidos.
Y todavía se quedaba un ratito para mirarlos sonreír en sueños. Como sucede en Navidad.
Y así se fue gastando la noche. Cuando ya quería ir saliendo el lucero, Jesús le dijo a Peluche:
– Mira, ahora vamos todavía a visitar la casa de Doña Matilde. El mejor de los regalos tiene que ser para su nietita, que está enferma.
Y nuevamente, mientras el Señor se entretenía con los perros de Doña Matilde, Peluche buscó en la bolsa el regalo mejor. Pero descubrió con sorpresa que ya no había más regalos. Estaba completamente vacía. Y perplejo se lo dijo a Jesús. Pero éste, guiñándole un ojo, como quien ya sabía el asunto, le dijo:
– Haz como yo. ¡Regálate tú mismo!
Nota: Nunca se supo en la barriada cómo hizo Doña Matilde para conseguir a su nietita un regalo tan hermoso. Y hasta hubo gente malintencionada que sospecho de ella… Son tan ladrones los pobres… Si te acercas, te roban el corazón.
Hermano…, hermana… Navidad eres tú… sé peluche… regálate.
Navidad soy yo…
No, yo no soy pregonero, no sé pregonar…, solo figura de barro y cartón que buscando al Niño camino hacia el portal…
Yo he encontrado al Niño; más bien, me he dejado encontrar… Este es mi pregón para dar: ¡Vamos juntos a adorar!
Los Laicos Misioneros Combonianos (LMC) de Italia se reunieron en Venegono Superiore, al norte de Italia, del 8 al 10 de diciembre, para celebrar su Asamblea nacional. Los participantes eran alrededor de 80, provenientes de Palermo, Lecce, Firenze, Bologna, Padova, Verona, Milano y Venegono Superiore. Estaban, también, presentes dos misioneros combonianos (el P. Eliseo Tacchella, consejero provincial, superior de la Casa Madre de Verona y referente de los misioneros combonianos para los LMC-Italia, y el P. Alessio Geraci, de la comunidad de Padova), una misionera comboniana, una misionera secular comboniana, el sr. Alberto de la Portilla, español, coordinador de los LMC, el sr. Marco Piccione, italiano, membro del Comité Central y el P. Arlindo Pinto (referente del Consejo General de los misioneros combonianos para los LMC, en Roma, y miembro también del Comité Central de los LMC).
Durante los dos primeros días, se hicieran cinco mesas redondas sobre temas específicos, en las que los LMC tuvieron la oportunidad de compartir sus puntos de vista sobre su sentido de pertenencia, el servicio específico de los laicos, las normas para el envío de los LMC en misión a otros países, la organización y estructura nacional e internacional de los LMC, y la colaboración, especialmente, con la Familia Comboniana.
En la tarde del sábado 9 de diciembre, pudieron reunirse online con los LMC italianos comprometidos en el servicio misionero en Brasil, Kenia y Castel Volturno, en la provincia de Caserta, en Campania/Italia.
Tras un prolongado intercambio de opiniones, los participantes a la asamblea decidieron adoptar en su plan de formación las directrices para la formación aprobadas en sus asambleas internacionales, así como sostener el diálogo con el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, con vistas al reconocimiento de su “Movimiento LMC” como Asociación Internacional de Fieles (AIF) por el mismo Dicasterio vaticano.
A nivel europeo, se decidió que los LMC seguirán promoviendo la campaña “Stop border violence”, contra los delitos de tortura cometidos dentro de las fronteras de Europa.
El próximo mes de enero, el grupo de coordinación de Italia (actualmente es compuesto por dos representantes de cada grupo local, es tan numeroso que dificulta sus procesos de decisión) se reunirá para elegir un nuevo grupo de coordinación, compuesto únicamente por cinco miembros, que se encargará de coordinar las actividades del Movimiento LMC y de llevar a cabo las iniciativas conjuntas sobre los distintos temas.
La reunión terminó con la celebración de la Misa, presidida por el P. Arlindo. Después de la comunión, tuvo lugar la ceremonia de envío de Ilaria y Federica, que parten para la misión de Carapira, en Mozambique, y de Julia, que irá a Kenia para un breve período de servicio misionero.
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