Laicos Misioneros Combonianos

ECONOMÍA, TIERRA DE MISIÓN

P Albanese

Una nueva perspectiva sobre Europa y el mundo para los Laicos Misioneros Combonianos

Sábado 11 Septiembre 2021, hora 10.00 – 13.00

https://www.youtube.com/channel/UC-_1UzNojFeGAiUMch1wFJQ

P Albanese

En el XX aniversario del atentado terrorista a las Torres Gemelas de Nueva York, el misionero y periodista comboniano P. Giulio Albanese MCCJ abordará el tema de la economía civil en el webinar “Economía, tierra de misión”, promovido por la Coordinadora Europea de los Misioneros laicos Combonianos. El encuentro, en línea con el proyecto “La Economía de Francisco”, será retransmitido en directo el sábado 11 de septiembre de 2021 de 10.00 a 13.00 horas en el canal de youtube de los Misioneros Combonianos:

https://www.youtube.com/channel/UC-_1UzNojFeGAiUMch1wFJQ

La grabación de la reunión estará disponible posteriormente en el mismo canal.

A partir de un análisis geopolítico del continente europeo, P. Albanese revelará los mecanismos del sistema bancario en la sombra, el llamado “Shadow Banking”, uno de los principales culpables de la brecha cada vez más infranqueable entre el Norte y el Sur del mundo, agravado aún más por la pandemia de Covid-19.

A continuación, el misionero reflexionará sobre el tema de la solidaridad, entendida como la corresponsabilidad de ciudadanos, creyentes y no creyentes, en la lucha contra la exclusión social y en el cuidado de la “res publica”, o “casa común” de la humanidad.

La referencia a las palabras del Papa Francisco es clara, la nuestra no es una época de cambios, sino un cambio de época, o – explica el P. Giulio – una realidad espacio-temporal que necesita redención, es decir, evangelización entendida como “globalización perspicaz”. de Dios “.

De ahí la pregunta crucial: ¿es posible conciliar los negocios con las demandas que plantea el bien común para una sociedad más equitativa, justa y solidaria?

La respuesta es sí y este es el mensaje clave del webinar: apelar a la ciudadanía, y en particular a los Laicos Misioneros combonianos, a cuidar los bienes comunes junto con las administraciones locales, un discurso ya sancionado por la Constitución italiana en el último párrafo del ‘art. 118 que cuestiona el “principio de subsidiariedad”.

Entonces, ¿qué hacer en la práctica, pensando sobre todo en las necesidades de desarrollo y progreso en las periferias del planeta? – pregunta el P. Giulio – Está claro que el mundo misionero debe salir al campo de juego, evangelizando incluso en el ámbito económico. Se necesitan consagrados y laicos que sean capaces de estudiar nuevas estrategias como esperaba el Papa Francisco en la histórica cumbre de jóvenes economistas en 2020 en Asís.

De ahí la propuesta, realmente concreta desde el punto de vista de la economía real, de un modelo innovador que involucre a la sociedad civil, la denominada empresa social.

El objetivo del modelo, concebido por el premio Nobel Muhammad Yunus (1940), economista bengalí y creador del microcrédito moderno, es la creación de empresas con fines sociales para ser concebidas y gestionadas como empresas reales, pero con el imperativo de la ventaja social. en lugar de maximizar los beneficios. ¿Palabra clave? Sostenibilidad y concepto de bienestar compartido, nunca exclusivo.

También el sábado 11 de septiembre de 2021, el encuentro continuará en forma privada por la tarde, de 17 a 19, como un momento de verificación para los Laicos Misioneros combonianos, europeos y no europeos, llamados a reflexionar sobre las enseñanzas del P. Albanese. y sobre las oportunidades reales de concretización del modelo Yunus.

P Albanese

Padre Giulio Albanese MCCJ (Roma, 1959) es miembro de la Congregación de los Misioneros Combonianos y periodista. Dirigió el New People Media Center en Nairobi y fundó la Agencia de Noticias del Servicio Misionero (MISNA) en 1997. Autor de 15 libros publicados por editoriales como Feltrinelli, Einaudi, EMI Editora Misionera Italiana, Messaggero di Padova, colabora con numerosos periódicos, entre ellos L’Osservatore Romano, Avvenire, Vatican Radio, the Giornale Radio Rai, así como colaboraciones anteriores con CNN, BBC, Swiss Italian Radio.

Ha sido profesor de Periodismo Misionero y Periodismo Alternativo en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma y ha dirigido las revistas misioneras de las Obras Misionales Pontificias (Popoli e Missione e Il Ponte d’Oro).

En 2003 el presidente Carlo Azeglio Ciampi le otorgó el título de Gran Oficial de la República Italiana por méritos periodísticos en el Sur del mundo. Desde enero de 2018 también es editor jefe de la revista “Amici di Follereau”.

También es miembro del Comité de Intervenciones Caritativas a favor de los países del Tercer Mundo de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI) y presentador de retransmisiones y foros sobre temas relacionados con África y el Sur del mundo. Realiza su ministerio pastoral en la parroquia Regina Pacis en Fiuggi.

Los Laicos Misioneros Combonianos (LMC)

Son hombres y mujeres de todas las edades, individuos, parejas y familias, inspirados en el Evangelio de Jesús de Nazaret y el carisma de su discípulo San Daniel Comboni (Limone sul Garda, 1831 – Jartum, 1881).

Viven de su trabajo y proyectan un estilo de vida al servicio de la justicia y la paz y respetando el medio ambiente.

Forman parte de la Familia comboniana junto con los misioneros combonianos, las misioneras combonianas y las misioneras combonianas seculares. Juntos se comprometen a llevar a cabo el plan de Comboni “Regenerar África con África” ​​(1864), algunos a través de períodos de voluntariado y servicio en el Sur del mundo y en los que viven y trabajan todos los días. LMC está presente en Europa (Austria, Alemania, Italia, Polonia, Portugal, España), en África (Benín, Chad, Congo, Egipto, Etiopía, Ghana, Kenia, Mozambique, República Centroafricana, Togo, Uganda) y en las Américas. (Brasil, Canadá, Colombia, Ecuador, Guatemala, México, Perú, Estados Unidos).

Lo que importa es el corazón

Jesús

Un comentario a Mc 7, 1-8.14-15.21.23 (Domingo XXII T.O. 29 de agosto del 2021)

Jesús

Después de cinco domingos leyendo el capítulo sexto de Juan  (sobre Jesús Pan de Vida), volvemos ahora a la lectura continuada de Marcos, que habíamos dejado en Galilea, orando, caminando sobre el lago, curando enfermos… anunciando el Reino de Dios, hecho de cercanía, misericordia y verdad.

En la lectura de hoy lo vemos enfrentado nítidamente a un grupo de personas –fariseos y escribas- que confundían las normas y tradiciones humanas (incluso religiosas) con el verdadero culto a Dios. No es un tema del todo nuevo, ya que los profetas de Israel llamaban continuamente la atención a los judíos sobre la tentación de quedarse en las formas, pero sin un corazón sincero. De hecho Jesús cita un texto de Isaías que es tan claro y contundente que penetra como un cuchillo afilado en la hipocresía y falsedad:

              “Este pueblo me honra con los labios,

Pero su corazón está lejos de mí.

En vano me rinden culto,

Enseñan doctrinas que son preceptos humanos” (Is 29, 13).

Y Jesús insiste:

              “No es lo que viene de fuera

lo que contamina al ser humano,

              sino lo que sale de dentro”.

Me parece que no hay que darle muchas vueltas. No se trata de despreciar las normas y leyes humanas (civiles y religiosas). Nada de eso. Jesús se mostró, en general, respetuoso y obediente a las leyes de su pueblo y de su comunidad religiosa. Eso es de sentido común, de respeto al grupo humano del que formamos parte y de solidaridad. Pero no debemos confundir las buenas formas humanas con el “verdadero culto a Dios”, sobre todo, cuando detrás del cumplimiento de normas y tradiciones se esconde un corazón torcido, soberbio y desconfiado.

 El culto, dice Jesús, es verdadero cuando tiene su raíz en un corazón recto, verdadero y misericordioso. El árbol no da mejores frutos porque le abrillantemos las hojas, sino por el tipo de tierra en la que hunde sus raíces. De la misma manera, no se cambia la actitud de una persona con ritos externos, sino con la Palabra de Dios, acogida en un corazón abierto, sincero y recto. Así es el corazón de Jesús, con el que nos identificamos al comulgar cada domingo. De ese corazón nacen siempre nuevos frutos: buenas obras, nuevas tradiciones, nuevas formas de culto…. Donde hay vida, surge la vida.

Dame, Señor, un corazón sincero, sensible y abierto a tu Espíritu que constantemente lo hace todo nuevo.

P. Antonio Villarino

Bogotá

La gran crisis: El escándalo de la debilidad

carne

Comentario a Jn 6, 60-69; Domingo XXI T.O., 22 de agosto del 2021

Carne

Leemos hoy la última parte del capítulo sexto de Juan, que hemos venido meditando a lo largo de cinco domingos seguidos. El capítulo termina con una gran crisis, que lleva a muchos discípulos a abandonar el seguimiento de Jesús. Me parece muy importante meditar este texto, porque todos nosotros debemos pasar por una crisis semejante, antes de que nuestra fe se asiente, más allá de simpatías superficiales o, como diría un gran teólogo protestante, la búsqueda de una “gracia barata”. A este propósito se me ocurren dos reflexiones:

1.-¿En qué consiste el escándalo?

Los discípulos acusan a Jesús de decir “palabras duras”.  Durante mucho tiempo se explicó esta dureza como la dificultad de aceptar la expresión literal de Jesús sobre “comer su carne y beber su sangre” o que aquel trozo de pan es “su carne” y aquel vino es “su sangre”.  Pero, a estas alturas, ya sabemos que ese no era el sentido de las palabras de Jesús ni creo que eso fuera un escándalo para los judíos más habituados que nosotros al lenguaje bíblico. Como hemos venido explicando, en los domingos precedentes, “comer su carne” significa creer en la presencia divina en su humanidad y “beber su sangre” significa aceptar la donación de su vida por amor en la cruz.

Y ahí residía precisamente el problema, que desató la gran crisis. Muchos no podían aceptar la imagen de Dios que Jesús representaba. Para ellos, Dios es todo poderoso, Dios es dueño de todo, Dios triunfa siempre, Dios debe ser temido… Y así debería ser su Mesías en la tierra. Pero Jesús se presentaba como la encarnación de un Dios diferente: Un Dios que acoge al pecador, un Dios que prefiere la curación de un enfermo al respeto rígido del sábado, un Dios que se muestra débil al sufrir el castigo injusto de la cruz, un Dios que se hace solidario del ser humano hasta compartir su condición de mortalidad…

Y eso, para muchas buenas personas religiosas, era inaceptable. Se habían entusiasmado con las palabras maravillosas de Jesús, se habían visto atraídos por su deseo de renovar la religión, se conmovían ante su amor por los enfermos… Pero ahora iba demasiado lejos. Ahora les invitaba a un profundo cambio en su imagen de Dios. Ahora les pedía que superaran toda hipocresía y falsedad para aceptar que también ellos eran pobres, pecadores, frágiles y dejar que Dios se hiciera compañero de su fragilidad, para curarles desde la raíz de su orgullo ciego y absurdo.

2.- ¿Cuál es nuestro escándalo?

También nosotros pasamos por momentos de escándalo. Pero no se trata, a mi juicio, de dificultades de tipo teórico o intelectual sobre algún “misterio” que no entendemos. Ciertamente, hay cosas de la verdad revelada, como de la vida, que no entendemos en algún momento de nuestra historia. Ciertamente, debemos tratar de entender cada vez mejor nuestra fe a partir de nuestra cultura y de nuestras experiencias personales. Pero, a mi juicio, el verdadero escándalo que nos impide creer y aceptar a Jesucristo con radicalidad es la incapacidad para aceptar nuestra propia fragilidad (personal y social);nos escandaliza el pecado de tantos (dentro y fuera de la Iglesia); nos escandaliza nuestro propio pecado y nuestros fracasos; nos escandaliza que Dios no actúe como un mago que resuelve todos los problemas; nos escandaliza un Jesucristo que no triunfa, que se hace pobre y humilde, que fracasa en la cruz, que confía en Dios a pesar de todo; que se hace cercano y solidario de los pobres, los enfermos y los pecadores.

Y, sin embargo, en esto consiste el mayor don, el que, como dice Juan, hace que los que creen se conviertan en hijos. Esta fe hace que mi vida no sea una carrera por demostrar que soy el mejor, que no me equivoco nunca, que triunfo siempre. Esa obsesión me lleva normalmente a vivir en la hipocresía y en la falsedad. Jesús, sin embargo, acepta su fragilidad humana que le lleva al fracaso, al rechazo y a la muerte. Pero, aceptando esa su humanidad, Jesús es precisamente “hijo”, incondicionalmente amado y capaz de amar sin condiciones. Creer eso, “comer esa carne” de Jesús, comulgar con este Jesús, Hijo obediente, es encontrar la vía del amor, es encontrar una vida que supera toda dificultad. No aceptarlo, no “comerlo” es seguir viviendo lejos del Padre, en la mentira de un Adán que se cree falsamente “dios”.

Todos nosotros, en algún momento de nuestra vida, tenemos que pasar por esta crisis: ¿Pretendo ser, como Adán, un falso “dios” o, como el hijo pródigo, vivir lejos de la casa paterna, creándome una falsa autonomía y brillantez personal? O ¿Me acepto a mí mismo, en mi fragilidad, y acepto la solidaridad de Jesús que baja conmigo al río Jordán de mi fragilidad y conmigo se alza hasta la comunión con el Padre?

Participar en la comunión es afianzar cada día esta segunda respuesta, ante los continuos motivos de escándalo que se nos presentan en nosotros y alrededor de nosotros.

P. Antonio Villarino

Bogotá

El canto de María

Magnificat

Comentario a Lc 1, 39-52 (Solemnidad de la Asunción de María, 15 de agosto 2021)

Magnificat

Este domingo cae el 15 de agosto, en el que se celebra la Solemnidad de la Asunción de María, una fiesta de gran tradición en el mundo católico. La liturgia ha escogido para esta celebración el famosísimo canto de María en el encuentro con su prima Isabel. Su prima la llama “bendita entre todas las mujeres” y María responde con un himno que se reza todos los días, por la tarde, en lo que se conoce como Liturgia de las Horas, que los consagrados y muchas personas rezan diariamente.

Este Canto de María, en el evangelio de Lucas, conocido como “magnificat”, es muy denso y lleno de referencias del Antiguo Testamento. En buena medida está construido sobre el Canto de Ana, la mujer que era estéril y rogaba a Dios con ansiedad y fe para tener un hijo, que de hecho tuvo y al que puso en nombre de Samuel. Cuando quedó embarazada recitó un canto que es muy parecido al de María (Cfr 1 Sam 2, 1-10). Pero también se pueden encontrar referentes en los salmos; por ejemplo, 111, 9; 103, 17; 89, 11, etc.

“La buena noticia que María transmite -dice E. Ronchi- es el enamoramiento de Dios, de un Dios que ha puesto las manos en la espesura de la vida, en las heridas de la historia. El Magnificat es el evangelio que pone en el centro de la religión, no lo que yo hago por Dios, sino lo que Dios ha hecho por mí”.

María, que ha sido alabada como madre y creyente, se reconoce a sí misma como humilde sierva. Solo desde esa actitud (de conciencia de la propia fragilidad) puede uno cantar las maravillas que ha alcanzado a vivir. Una persona humilde se maravilla. Una prepotentes se queda siempre decepcionada. En el colegio, el que esperaba una nota de diez se amargaba si recibía un nueve; el que esperaba un cuatro, saltaba de alegría si recibía un cinco.

La humildad nos lleva a agradecer el don de la vida con tantos dones que lleva anejos. Como ha dicho Jesús, el que se humilla será exaltado y el que se exalta será humillado. La María elevada al cielo es la misma María de un pueblito de Galilea, joven de pueblo, a la que Dios bendijo y se convirtió en una mujer de la que hoy hablan todas las naciones. ¡Qué gran lección para nosotros! No por mucho hinchar nuestro ego somos más, sino por servir más y mejor en la confianza de ese amor gratuito que recibimos de Dios. Porque somos grandes en el amor de Dios no tenemos necesidad de alimentar ridículamente nuestro orgullo.

Buena Fiesta de la Asunción.

P. Antonio Villarino

Bogotá