Laicos Misioneros Combonianos

La importancia de la Tierra

La tierra es fundamental para la vida de las personas en esta región, ya que sobreviven fundamentalmente de lo que producen en la machamba (la granja, o la tierra donde cultivan sus cosechas). Tristemente, los megaproyectos vienen llegando reclamando grandes extensiones de tierra que pertenecen a la población. Digo “pertenecen a la población “, ya que en Mozambique, de conformidad con la Constitución, la tierra es de la República, en beneficio del pueblo, y es por esto que la tierra que pertenece al estado no se puede vender o ser propiedad de una persona o institución particular. Estos megaproyectos pueden obtener un certificado con la aprobación y el derecho a usar esta tierra por un período de tiempo determinado (DUAT).

A pesar de la posibilidad de esta documentación, el derecho tradicional también se considera válido, en el que cada nacional que hace uso de una superficie determinada por más de 10 años tiene derecho a utilizar la tierra y con la aprobación garantizada en cuanto a su uso. Se da la circunstancia de que con la falta de conocimiento, la mayor parte de la población se han retirado a sus respectivos lugares y las zonas en las que normalmente cultivaban, por las empresas extranjeras que llegan – la mayoría de las veces con el apoyo del gobierno o de la autoridad local.

Por no saber este derecho de los suyos a la zona, y de ver que quien llega tiene “papeles” que le reconoce el derecho de esta tierra a esa persona en particular, muchas veces la población simplemente abandona la zona y se quedan sin formas de cómo reaccionar y sin un lugar para trabajar su sustento. Es por eso, que en los últimos años, la Diócesis de Nacala, a través de la Comisión de Justicia y Paz, ha desarrollado una labor de concienciación de la población acerca de la Ley de la Tierra de 1997. A pesar de la antigüedad de la ley, se sabe muy poco y no se divulga al respecto, ya que no hay ningún interés de que la población de los agricultores conozcan sus derechos. Además de eso, la Diócesis también da apoyo en la obtención de la DUAT a la comunidad de los “regulados ” (forma de organización social de las comunidades, donde hay una autoridad local, a saber, el Régulo, considerado por la comunidad como la autoridad tradicional que tiene la responsabilidad en esa área). Este último domingo, estuvimos en una comunidad más para presentar y explicar a la población sus derechos sobre la tierra, con la presencia de un abogado de Mozambiqueño para acompañar los procesos, para explicar la forma en que se obtiene el documento, como una garantía importante por el derecho tradicional que ya tienen a la tierra.

El interés es enorme. Parece como si las poblaciones están cada vez más y más preocupadas con las situaciones que están pasando. Había cerca de 190 personas presentes, entre ellas cristianos, musulmanes y de las religiones tradicionales. Después de todo, estas reuniones son para toda la población, ya que todos tienen derecho a la tierra. Y así, en esa comunidad se les dieron los primeros pasos con los que seguir adelante con el proceso. Vamos a orar por todas las personas que sufren de la falta de tierra para su sustento, también en la realidad de nuestro Brasil, y por aquellos que experimentan lo mismo en tantos otros países. E sigamos trabajando para que la tierra pueda ser utilizada en beneficio del pueblo, y no sólo para los intereses particulares de unos pocos. ¡Estamos juntos, unidos en la oración y en la misión! ¡Un gran abrazo desde Mozambique!

Por Flávio Schmidt LMC Brasileño en Mozambique

De regreso a la misión

DSC08793bTras una corta estancia en tierra de misión peruana ya estoy de vuelta, pero agradezco al Movimiento LMC que me dio esta oportunidad.

Se trataba de apoyar a una de nuestras familias en misión: Isabel y Gonzalo con sus dos hijos, Ángel y Carmencita, tras un accidente. Gonzalo, caminando por una barranquera para atender su labor junto a la gente, resbalo y rodó unos ocho metros dañándose hombro, brazos, cabeza… y lo más grave, una vértebra. Esto fue en noviembre y lo ha tenido postrado en cama hasta mediados de enero, que tras una nueva revisión, el médico le aconsejó empezar a levantarse para dar pequeños paseos.

Nunca se me ocurrió pensar en una vuelta a Perú después de un período misionero en lo alto de la sierra hace más de 10 años… ¡pero estas son las sorpresas que nos brinda el Señor!  Así que totalmente abierta a lo que encontrase y sin saber a ciencia cierta cuál sería mi labor  “…me puse en camino”, más bien, a volar, para aterrizar en Arequipa. Allá me reuní con mis hermanos Gonzalo e Isabel.

DSC05867Ha sido tan rico este mes que deseo compartir en este blog lo que percibí estando a su lado.  Me acogieron con todo cariño haciéndome sentir como un miembro más de la familia, ya que desde el primer momento me descubrieron lo que son y lo que viven desde sus entrañas, su vulnerabilidad, fragilidad y gran generosidad.

Dejando atrás amigos, trabajo, familia… salieron de sí mismos pensando en los demás, en llevar a otros hermanos la Buena Noticia, la certeza de que Dios está en su mundo de pobreza, junto a ellos, que no los olvida, que hay esperanza a pesar de las duras condiciones en las que viven. Pero esto son palabras y no eran suficientes para que esa verdad, calase hondo o resultase convincente. De manera que dejando la casa parroquial en la que vivían, se instalaron en Villa Ecológica, un asentamiento en la periferia de Arequipa. Y lo que he visto allá es cómo con su forma de vida, imbuidos entre el pueblo como una familia más, han sabido llevar la experiencia liberadora de Jesús al mismo centro de sus corazones. Día a día comparten la pobreza y limitaciones del entorno, la carencia de comodidades; atienden y acogen a cada persona con respeto, paciencia y amor; forman a grupos que luchen contra la violencia y la injusticia, que reconociendo sus derechos las puedan denunciar; apoyan la pastoral y organizan con jóvenes grupos de oración… Sobre esto, acompañé en ocasiones a Isabel confirmando lo que de alguna manera conocía.

¿Qué me ha supuesto…? una “puesta a punto” En los encuentros con la gente revivir muchas cosas: la alegría del encuentro; la escucha; dejarme acoger; crear, aunque por poquito tiempo, una relación de respeto, de cordialidad, ellos me mostraron sus casas sencilla; la esperanza en Diosito para sus vida… Y el sentimiento que surgía en mí era de agradecimiento y de humildad,  pues ¿qué podía decirles con un billete de vuelta en el bolsillo?

DSC05884Por otro lado tuvimos los tres ratos para compartir sobre su trabajo y su  estilo de vida. Planteamos los retos de la misión: la soledad cuando falta una comunidad; el desgaste y los tiempos de cansancio; la necesidad de estar física y psíquicamente fuertes; las dificultades que conlleva la presencia de familia con hijos de 4 y 7 años; la falta, a veces, para tener un “acompañante” que ayude a discernir en tiempos de frustración o de sequedad; la pérdida de perspectiva cuando se entra en una rutina. También, en algunos ratos, la certeza de que sigues los pasos de Jesús sintiéndose instrumentos…

Oramos juntos todo esto y fue una gozada… Han sido muchos diálogos francos y abiertos que me han calentado  el corazón y mi vocación misionera se ha ilusionado como si fuese una jovenzuela.

Junto a ellos de alguna manera mi vida ha crecido porque he tenido la oportunidad de ver a Isabel y Gonzalo  vivir honestamente el Amor de Dios. Que Él les bendiga siempre.

Mª Carmen Polanco. LMC España

 

Asistencia sanitaria nómada

croppedLa misión de Dadim se ubica en la remota zona Borana, en el lejano sur de Etiopía, cerca de la frontera con Kenia. El nombre Dadim proviene de “dakkaa diimaa” que significa piedra roja, y el nombre es obvio en cuanto pones tus pies en el brillante suelo rojizo de Dadim por primera vez. La carretera que viene de Awassa es bastante buena hasta el cruce para la misión, ya que es la principal ruta asfaltada que conecta Etiopía con Kenia. Pero para recorrer los últimos 11 km hasta la misión se tarda 1 hora en un buen 4×4 en la estación seca, pues en la época de lluvias no se puede llegar. Aquí están dos padres: el P. Boniface (Kenia) y el P. Lede (Holanda), y tres hermanas: Anila, Annie y Shirley que son de la India. Juntos llevan la parroquia, la escuela, el centro comunitario y el consultorio. El P. Lede lleva gran parte de su vida aquí en Dadim, llegó en 1973 a petición de los ancianos Borana para establecer la educación primaria en la región. Sus dos primeros años durmió en una tienda. Aunque los ancianos Borana no tenían una educación formal, si pensaban que la educación era una prioridad y esperaban que un mayor nivel educativo pudiese preparar mejor a sus niños para hacer frente a los cambios que afectaban a los pastores como grupo. Después de fundar la primera escuela, la atención se centró en la salud y en 1981 comenzaron los primeros servicios de asistencia sanitaria. La ubicación de Dadim fue elegida porque estaba en “tierra de nadie”, situada entre las zonas de pasto y los principales puntos de agua de los tres grupos étnicos que se dedican al pastoreo: Borana, Guji y Ghabra. Esto significaría que los tres grupos podrían tener acceso pacífico a los servicios sanitarios y de educación, con los estudiantes permaneciendo en su entorno y por tanto en contacto con su estilo de vida indígena de pastoreo

Al entrar en el consultorio de Dadim hoy, tras 30 años de Desarrollo, nos quedamos muy impresionados con la cuidada organización. Sin embargo nos sorprendimos de ver que sólo 15 pacientes lleguen por tratamiento un día cualquiera a pesar de ser el principal centro de salud en un área aproximada de 27.000 habitantes. Esto se deba a que el pueblo Borana es tradicionalmente pastor (son pastores semi-nómadas ) y sobre todo durante la estación seca se mueven de un lugar a otro buscando pasto y agua para sus animales.

El Ganado y los camellos son fundamentales en su estilo de vida. En la época seca toda la preocupación de los Borana se centra en el agua y el pasto – los dos recursos vitales para mantener sus rebaños y por tanto su subsistencia. Los Borana han desarrollado un complejo sistema de gestión y de reglas sociales para los derechos de acceso, control y desarrollo sostenible de los dos valiosos recursos: agua y pasto. Como en la época seca el agua escasea, ellos empacan sus pocas posesiones y sus sencillas chozas de paja y se desplazan para acercarse a las valiosas últimas fuentes de agua como son los agujeros y pozos excavados a mano. La dieta de los Borana se basa sobre todo en la leche (de vacas, camellas y cabras). El ciclo anual de las estaciones secas y de lluvias se puede ver en el aspecto físico (y subyacentemente en la salud) tanto de las personas como de sus rebaños. Ambos pasan de estar rollizos a consumidos, de enérgicos a raquíticos conforme pasan de la estación lluviosa a la seca.

Dado el estilo de vida de los pastores, la atención sanitaria es cuanto menos un reto. El consultorio Dadim es el eje central, pero el programa de atención sanitaria implica un gran despliegue hacia fuera para el cuidado de la salud comunitaria. Por esta razón tres días a la semana el personal sale a buscar a los Borana donde quiera que estén, llevándoles cuidado prenatal, vacunaciones y cuidado a pacientes agudos ¡en la mitad de ninguna parte!. En realidad no están en medio de ninguna parte (la consultorio tiene 15 puestos de salud con una red de agentes de salud comunitarios que movilizan a la gente hasta los puestos), pero parece que lo fuera.

Cuando estuvimos visitando Dadim acompañamos a las hermanas y al personal a uno de esos remotos puestos de salud. Fue una aventura encontrar el camino (o más bien hacer nuestro propio camino) a través de los árboles de Acacia que cubren la sabana. Nauseas fue el tema central en nuestro viaje en el todoterreno sacudiéndose arriba y abajo sobre el paisaje esculpido por el agua. Cuando llueve aquí, en la sabana, llueve muy fuerte, tan fuerte que la tierra seca se convierte inmediatamente en una zona inundada y la violenta corriente de agua daña la tierra. Durante el trayecto vimos liebres gigantes, pequeñas gacelas dik dik (del tamaño de un pequeño perro), hermosas cebras y por supuesto un montón de camellos.

Finalmente llegamos a nuestro destino – un pequeño conjunto de chozas de barro sobre la cresta de una colina. Aparcamos el coche bajo la sombra de un árbol y comenzamos a descargar mesitas, sillas, libros de registro, una nevera portátil con las vacunas y otros materiales.  Vimos mujeres y niños subiendo la colina desde todas direcciones. Cuando algunos de los niños mayores vieron a las Hermanas las llamaron cariñosamente “¡Yoya!” (que significa te abrazo). Había una choza vacía que pareció adecuada para las vacunaciones de los niños, otra para el cuidado prenatal y  los cuidados a los enfermos agudos se hicieron en la parte de atrás del vehículo.

El pueblo Borana es completamente diferente de la étnia Sidama con la que nosotros trabajamos y vivimos en Awassa. Las mujeres Borana usan ropas de fuertes colores y grandes collares de cuentas,  y tienen a sus bebés dormidos con sus caritas sudorosas, envueltos con telas llenas de colorido.

Las mujeres vienen tanto de lejos como de cerca, y se pasan la mayor parte del día a la sombra del árbol, riendo y charlando con las demás. Había un enfermero de salud pública, del pueblo Borana,  que en un determinado momento y aprovechando que estábamos todos reunidos dio una lección de concienciación/sensibilización sobre el VIH/SIDA donde habló de las ventajas de hacerse el test voluntariamente. Al cabo del día más de 150 mujeres llegaron a esta clínica móvil.

Este tipo de atención sanitaria ambulatoria tiene grandes retos, prácticos, financieros y clínicos. A veces las Hermanas y el personal acaban viajando por carreteras pésimas durante más de 90 km, trabajando todo el día bajo un calor abrasador y  sin un almuerzo adecuado. Además los gastos de combustible, vehículos y las bonificaciones que se le pagan al personal, hacen que estos viajes sean muy caros. La calidad de la atención ofrecida en estos puestos de salud dispersos es baja sin un lugar adecuado donde realizar los exámenes a los pacientes, equipamiento limitado y sin un laboratorio. El consultorio Dadim está trabajando para cambiar el modelo de salud mediante la formación de una red de promotores de salud (como en las parteras tradicionales) que en realidad vivan en las comunidades Borana. También están fortaleciendo los servicios que se ofrecen a través del consultorio central. Ahora tras décadas apoyando al pueblo para acabar la educación superior en salud, 20 de los 22 sanitarios son Borana. Esto significa que los Borana están sirviendo a su gente, trabajando juntos para construir una sociedad más fuerte. Así que como el estilo de vida del pastoreo cambia inevitablemente, los Borana estarán mejor equipados no solo para aceptar los cambios sino para ayudar a trazar su propio rumbo.

– Maggie, Mark y Emebet Banga, Laicos Misioneros CombonianosAwassa, Etiopia

¡16 años caminando como LMC!

El 25 de enero de 1998 en la casa de los Misioneros Combonianos de Maia (Oporto), comenzó la aventura de los Laicos Misioneros Combonianos en Portugal. Muchos fueron los que asistieron a esta primera reunión, y Dios quiso que, con el esfuerzo de algunos, esta aventura estimulante continúe hasta hoy.
En la actualidad, los LMC, dentro y fuera de sus fronteras, dan testimonio de Cristo como St. Daniel Comboni. De hecho, para nosotros “no hay ni Judío ni Griego, esclavo ni libre, no hay varón ni mujer, porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Ga 3, 28), por eso debemos anunciar a Cristo – Luz del mundo y Alegría de la humanidad – a todos los hombres y mujeres. Para nosotros, esta llamada desafiante pasa por el anuncio explicito, así como también por el desarrollo y la promoción humana.
16 años después, somos parte de la gran Familia Comboniana y, en particular, de la gran familia LMC extendida por todo el mundo. Hoy, queremos dejar un agradecimiento a todos los que “sembraran y cuidaran” esta semilla LMC y a todos los que, con nosotros, siguen viviendo esta apasionante aventura que nos hace atrevemos a ir más lejos por los caminos de la misión.

por Susana Vilas Boas