Laicos Misioneros Combonianos

Recuerdos de Semana Santa en Metlatónoc

LMC Costa Rica

Después de esto, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos delante de Él, a toda ciudad y lugar adonde Él había de ir. Y les decía: «La cosecha es mucha, pero los obreros pocos; rueguen, por tanto, al Señor de la cosecha que envíe obreros a su cosecha».” (Lucas 10:1-9 Biblia Latinoamericana)

No puedo dejar de pensar en esta cita bíblica sin rememorar cómo sería aquel momento en que Jesús hizo el envío de los 72, e imaginar la experiencia y las vivencias de aquellos enviados.

El pasado mes de abril, nosotros, el grupo de Laicos Misioneros Combonianos Costarricenses, tuvimos la experiencia de vivir el campo de misión de Semana Santa como preparación para la Misión Ad gentes, en el estado de Guerrero, México, específicamente en el municipio de Metlatónoc.

Esta experiencia, sin duda, me marcó en el aspecto cultural, espiritual y personal, permitiéndome valorar el Don del llamado a la vocación al servicio hacia los demás y, al mismo tiempo, entender la esencia de la vida misionera: Los retos y desafíos que enfrentan nuestros misioneros en cada uno de los países a donde son enviados.

En mi caso, fui asignado a la comunidad de Valle Hermoso, compuesta por indígenas mixtecos, en compañía de José David Rojas (LMC), donde participamos, acompañamos y vivimos la Semana Santa de una manera muy particular, escuchando, observando y aportando, siempre con respeto a la comunidad y su cultura, nuestra compañía y sugerencias en las celebraciones.

Como profesional en Ciencias de la Salud (enfermero) y terapeuta en adicciones, esta vez evité cualquier situación que me impidiera involucrarme en la experiencia espiritual y personal y me despojé de cualquier expectativa, para dejar mi mente en blanco y poder recibir, aprender y acompañar de forma objetiva a todas estas personas que venían a nosotros muchas veces con sus inquietudes, costumbres  y cultura. Esto me llevó a entender que, a veces, solo la presencia y el modo de vida al que hemos sido llamados hablan por sí solos.

Debo confesar que la experiencia fue maravillosa, el aprendizaje de un valor incalculable, y el sentimiento de nostalgia me embargó cuando nos despedimos. Sin duda, aprendí que se puede ser feliz con muy poco, y además, me hizo cuestionarme si estaría preparado para vivir en condiciones tan austeras por un largo tiempo entre ellos.

Puedo decir que sigo feliz con mi llamado, a veces con inquietudes, pero también con muchos sueños. Sentirme llamado y enviado al mismo tiempo me hace evocar nuevamente la cita del Evangelio de Lucas antes mencionada, y confirmar que mi vocación es el mejor regalo que el Señor me ha hecho.

A la comunidad de Metlatónoc, y a Valle Hermoso, a su gente, niños, jóvenes y adultos, gracias por su acogida.

Extiendo también mi agradecimiento especial a nuestro acompañante en Costa Rica, Hermano Jesús Pérez, por sus consejos, y de manera muy especial a los padres Miguel Navarrete y Wojciech Chwaliszewski. ¡Qué Dios les bendiga!

Jorge Zamora, LMC Costa Rica

Misión con los LMC de México en Metlatonoc

LMC Mexico

Experiencia misionera en Semana Santa en México (Tlapa – Metlatónoc), un pueblo indígena con costumbres, tradiciones, con otro idioma (el Misteco), con su doctrina de Fe Católica, pero con unos ritos diferentes pero un mismo Dios y su alabanza y gloria para nuestro Señor Jesucristo.

Una Misión con gran bendición para nosotros y el pueblo de Metlatonoc. Vivir y compartir con niños, adolescentes, adultos y adultos mayores, ver la sonrisa, la alegría, la felicidad en cada rostro de nuestros hermanos. Me doy cuenta de que llevar la Palabra, Yo soy el camino la Verdad y la Vida, se hizo vida en las diferentes actividades religiosas realizadas: la Procesión del encuentro, la Institución de la Eucaristía en vivo, con sus costumbres, la entrega de Jesús y la crucifixión de Cristo.

El convivir en las diferentes comunidades con todos los miembros, desde los niños hasta los adultos, fue muy hermoso; donde evangelizamos y disfrutamos de diferentes dinámicas, cantamos y bailamos, se coloreó, jugamos y bailamos, cantamos con los adultos.

Esta experiencia misionera vivida, es una oportunidad de involucrarnos en la vida de otros, compartir el evangelio y servir a los necesitados. Se trata de una vivencia solidaria donde se forjan relaciones, se colabora en soluciones comunitarias y se vive en comunidad intercultural, buscando la transformación personal y la evangelización.

Implica prestar ayuda, colaborar en soluciones y estar presente en la vida cotidiana de la comunidad donde se desarrolla la misión. Se enfoca en anunciar la Buena Noticia, compartir la fe y hacer discípulos de Jesús, a través de la Palabra y el testimonio. La misión se vive en comunidad, compartiendo la experiencia y aprendiendo juntos, tanto de los demás como de la situación que se vive. Puede representar un antes y un después en la vida del misionero, fortaleciendo la fe y generando un cambio positivo.

Y lo viví de ese modo especialmente en cada actividad a lo largo de esa semana: desde la primera oración de la mañana, la salida a las casas, el compartir en los encuentros con los niños, celebrar la eucaristía, hasta terminar compartiendo en la noche con mis hermanos ya no tan desconocidos compañeros de comunidad, me empezó a embarcar en esta “Misión”.

Ahí empezó la misión. Ahí empecé a intentar mirar un poco con la mirada de Cristo: cada entrada a una casa era motivo de alegría y de agradecimiento, que se me permita palpar con la escucha, con las charlas, con las sonrisas, con las lágrimas del tesoro más preciado de Jesús que es el corazón de cada uno de esos rostros con los que nos fuimos encontrando. Los encuentros con los más chicos fueron el motor de cada día, un momento para olvidarse de las preocupaciones, las estructuras, las “cosas de los grandes” para entrar en ese mundo sencillo y tierno de jugar y reír sin importar tiempo ni lugar, simplemente hacerse como niños.

Karol Chacón, Candidata a LMC, Costa Rica

Tras las huellas del Resucitado (IV)

Resucitado
Resucitado

Hace algunos años en una aldea, perteneciente a la parroquia de Mongoumba, había una familia cristiana, comprometidos en la parroquia, el padre catequista, tenía varios hijos; uno de ellos, Eloy, tenía 10 años.

Eloy, un día fue a bañarse al rio, como de costumbre, y cuando volvió a casa cayó desplomado, sin conocimiento, entró en coma.

El padre, rápidamente, lo llevo al centro de salud, donde no pudieron hacer nada, porque el centro es muy básico, y lo orientaron al hospital de Mongoumba.

LMC RCA

Cuando llegaron al hospital y lo ingresaron, nadie sabía dar una respuesta, las posibilidades de hacer pruebas, análisis son nulos, no hay aparatos para realizar un TAC. Y su padre, Jean Batiste, sin saber que hacer y donde llamar, fue a buscar consuelo a la iglesia y habló con el párroco; y a partir de ese momento en la oración comunitaria, siempre Eloy y su familia estuvieron presentes e intentamos apoyar a la familia, tanto física como espiritualmente.

No sabemos cómo o por qué, pero un día Eloy comenzó a despertar, su cuerpo seguía paralizado.

El centro de rehabilitación “DA TI NDOYE” perteneciente a la parroquia, lo acogió. Con el esfuerzo y la esperanza de todos, el fisioterapeuta comenzó a trabajar con él.

LMC RCA

Después de un mes de trabajo diario y esfuerzo Eloy, en su silla de ruedas, comenzó a frecuentar la escuela de la misión, su sueño era jugar al futbol.

En Mongoumba, él continuó su vida, lo más normal posible, frecuentó la catequesis, como en su comunidad, y recibió el bautismo y la primera comunión.

Un domingo, durante la misa, en el momento de acercarse a comulgar y delante de todos se puso de pie y sin ayuda de nadie consiguió llegar solo.

10 años después, el domingo de Resurrección, encontré a Eloy en su comunidad, con sus amigos; es un joven de 20 años, autónomo que camina sin ningún apoyo externo y tiene una sonrisa que llena el corazón del que la recibe.

Teresa Monzón, LMC Mongoumba

Iza de Polonia llega a Kenia para comenzar su misión.

Iza Kenya

Kenia da una calurosa bienvenida a Iza de Polonia, que llegó el 6 de mayo para comenzar su misión aquí en Kenia. Su llegada es un momento significativo, y fue recibida con entusiasmo por un grupo de Laicos Misioneros Combonianos de Kenia que fueron al aeropuerto a darle la bienvenida. El ambiente estaba lleno de expectación y de saludos cordiales.

Cuando Iza salió, fue recibida con sonrisas y cálidos abrazos. Estamos muy contentos de tener a Iza con nosotros. Estamos deseando apoyarla en su misión”. Iza expresó su gratitud: «Estoy muy agradecida de estar aquí y ansiosa por empezar a trabajar con la comunidad».

LMC Kenia

Celebración de Pascua de los LMC en Kenia

LMC Kenia Pascua

Nuestra celebración de Pascua fue increíble. La celebración tuvo lugar en la comunidad internacional de Kitelakapel. Nos acompañaron otros miembros y candidatos de los LMC de Nairobi

El Jueves Santo

Comenzamos el día dando la bienvenida a nuestros miembros y candidatos de los LMC de Nairobi a la comunidad de Kitelakapel, fue un momento de construcción de comunidad entre nosotros compartiendo responsabilidades

Por la tarde tuvimos el privilegio de mostrar nuestro aprecio y gratitud celebrando a nuestro asesor el P. Maciej en el día del sacerdote

Durante la tarde en el Triduo Santo, tuvimos momentos de compartir nuestros testimonios y vocaciones con la comunidad local

El Viernes Santo

Nos unimos a la comunidad local en oración y cantando durante el vía crucis.

Después continuamos construyendo y comprometiéndonos en nuestra comunidad compartiendo tareas, comiendo juntos y rezando juntos

El Sábado Santo

Tuvimos catequesis bíblica con el Padre Maciej, un pequeño retiro donde reflexionamos sobre la Palabra de Dios y la oración y después, compartimos nuestras reflexiones individuales.

Por la tarde nos unimos a la comunidad local para celebrar el Sábado Santo donde participamos en la liturgia

También aprovechamos ese momento para dar la bienvenida a dos de nuestros nuevos miembros al grupo, Gabriel y Anastasia

Domingo de Resurrección

Fue un día lleno de alegría y esperanza porque nuestro Señor Jesucristo ha resucitado de entre los muertos. Nos unimos a la comunidad local durante la misa donde participamos en la liturgia y en la escuela dominical con los niños.

El lunes falleció nuestro querido papa Francisco. Rezamos por su eterno descanso y por toda nuestra iglesia católica. Estemos unidos en la oración.

Belinda Awino, LMC Kenia