Laicos Misioneros Combonianos

La noche de los deseos

LMC RCA12 de marzo de 2018
Día 388 Restante 712

Saludos a todos, ¿cómo estáis? Espero que bien… esta Navidad y Año Nuevo 2018 fueron un poco extraños, pasados ​​en el calor de la República Centroafricana, vistiendo una camiseta de verano y comiendo bacalao portugués … 🙂

LA NOCHE DE LOS DESEOS

¡Es de noche aquí! ¡Una noche profunda que envuelve todo! UNA NOCHE que no es como todas las otras NOCHES, ¡porque es una NOCHE perenne! ¡Es NOCHE incluso durante el día! Vivimos en esta NOCHE, en un presente infinito, ¡vivimos como si no hubiera mañana!

Nuestras escuelas necesitarían ser reconstruidas porque los ladrillos son devorados literalmente por las termitas y, cuando llueve, se inundan, y durante la NOCHE están habitadas por murciélagos que te revuelven el estómago…
Nuestro hospital no tiene suministros médicos, no hay alimentos para los pacientes, y los que necesitan cirugía deben proporcionar todo, hasta el último centavo …
Nuestras carreteras tienen baches que parecen cráteres debido a los grandes camiones y la lluvia, y la velocidad promedio en la carretera Bangui-Mongoumba es de alrededor de 30 km/h y el viaje dura entre 7 u 8 horas…
Necesitaríamos un puente sobre el río Lobaye o un nuevo ferry porque los camiones grandes y pesados ​​de las multinacionales extranjeras que transportan nuestra madera desde la selva lo han dañado… Necesitaríamos doctores, pediatras, profesores, instructores, profesores universitarios para cuidar de las nuevas generaciones, y en cambio…

…¡vendrán más soldados!

¡Tal vez sea el único que no comprende cómo más soldados pueden ayudarnos a salir de esta oscura y profunda NOCHE en la que vivimos!

El nuevo año nos trajo como regalo una nueva base militar en nuestra diócesis de Mbaiki… llegó el bulldozer, aplastó un área enorme, cavó rápidamente una trinchera, levantó grandes barreras de tierra y he aquí… una hermosa, nueva y segura base militar de la ONU… ¿para protegernos de quién? ¡Lobaye es la única área pacífica en la RCA!

Quizás soy el único que no comprende cómo más soldados, más armas, más vehículos blindados, más recursos para mantenerlos en marcha, pueden ayudarnos a salir de esta noche oscura y paralizante en la que vivimos. Añadiendo el riesgo de que nuestra NOCHE se convierta en una NOCHE aún más oscura. ¡Todos somos como equilibristas caminando por el cable, arriesgándonos a caer de nuevo en nuestros miedos, en lugar de encontrar el coraje para salir de esta NOCHE que parece ser eterna!

No hay dinero para las escuelas, para la atención médica, para los salarios de nuestros maestros, para los hospitales, para reparar nuestras carreteras…

…pero hay dinero para construir una nueva base militar y pagar 900 soldados…

¡Quizás es que no lo entiendo!

Alguien me preguntó qué habríamos DESEADO en la NOCHE de Navidad … y para 2018 …

… un poco de LUZ …

El pueblo que caminaba en TINIEBLAS ha visto una gran LUZ …
… para aquellos que vivieron a la sombra de la muerte, una LUZ ha brillado … (Mt 4:16)

Saludos, un abrazo, un beso, una oración y GRACIAS …
Simone, LMC

Paz, alegría, perdón, misión

Comentario a Jn 20, 19-31: Segundo Domingo de Pascua, 23 de abril del 2017

En este segundo domingo de Pascua, seguimos leyendo el capítulo 20 de Juan, que nos habla de lo que pasó “en el primer día de la semana”, es decir, en el inicio de la “nueva creación”, de la nueva etapa histórica que estamos viviendo como comunidad de discípulos misioneros de Jesús. La presencia de Jesús vivo en medio de la comunidad se repetiría después a los ocho días, para tocar el corazón de Tomás, exactamente como sucede con nosotros cada domingo, cuando cada comunidad cristiana se reúne para celebrar la presencia del Señor.

El evangelio nos dice que Tomás no creyó hasta que puso sus manos en el costado herido de Jesús. Precisamente de ese costado herido de Jesús, de su corazón que se da hasta el final, surge, el Espíritu que permite a la Iglesia seguir viviendo de Jesús. Con el Espíritu la comunidad recibe los siguientes dones: paz, alegría, perdón, misión. Veamos brevemente:

  • “Paz a ustedes”

Jesús usa la fórmula tradicional del saludo entre los judíos, una fórmula que algunas culturas siguen usando hoy de una manera o de otra. En nuestro lenguaje de hoy quizá podríamos decir: “Hola, cómo estás, te deseo todo bien, soy tu amigo, quiero estar en paz contigo”. ¿Les parece poco? A mí me parece muchísimo. Recuerdo cuando el actual Papa Francisco, recién elegido, salió al balcón de la basílica de San Pedro y simplemente dijo: “Buona sera” (Buena tardes). Bastó ese pequeño saludo para que la gente saltara de entusiasmo. No se necesitaba ninguna reflexión “profunda”, ninguna declaración especial; sólo eso: una sencilla palabra de reconocimiento del otro desde una actitud de apertura y amistad.

Pienso en la importancia y belleza de un saludo cordial y cariñoso entre los miembros de una familia, reafirmando día  a día esa cercanía amorosa que nos da vida y alegría; pienso en el saludo respetuoso y positivo entre compañeros de trabajo que hace la vida más llevadera y productiva; pienso en esa mano que nos damos durante la Misa reconociendo en el otro a un hermano, aunque me sea desconocido; pienso en el gesto de comprensión y apoyo hacia el extranjero… Pienso en una paz mundial que necesitamos tanto en tiempos de gran violencia y conflictividad. En todas esta situaciones, Jesús es el primero en decirme: “Hola, paz a ti”.

Es interesante anotar que, saludando, Jesús muestra sus manos y su costado que mantenían las huellas de la tortura que había padecido. Es decir, la paz de Jesús no es una paz “barata”, superficial; es una paz que le está costando mucho, una paz pagada con su propio cuerpo. Nos recuerda que saludar con la paz a nuestra familia, a nuestro entorno laboral, a nuestra comunidad… no siempre es fácil; más bien a veces es difícil. Pero Jesús –y nosotros con él- es un “guerrero” de la paz”, un valiente, que no tiene miedo a sufrir.

  • Alegría: “Los discípulos se alegraron de ver al Señor”.

La llegada de Jesús, con su saludo de paz, produce alegría. Como produce alegría la llegada de un amigo; como hay alegría en una familia o en una comunidad cuando hay aceptación mutua. No se trata de una alegría tonta, que oculta las dificultades, los problemas o hasta los pecados; no es la alegría de quien falsea la realidad o se droga con el vino, la droga, los placeres de cualquier tipo o un orgullo inconsciente e insensato.

Es la alegría de quien se siente respetado y respeta; la alegría de quien se siente valorado y valora; la alegría de quien se sabe amado gratuitamente y ama gratuitamente; la alegría de quien se reconoce como Hijo del Padre. Es la alegría honda de quien ha encontrado un sentido a su vida, una misión a la que entregar sus días y sus años, aunque eso implique lucha y sufrimiento. Es la alegría de quien ha encontrado en Jesús a un amigo fiel, a un maestro fiable, a un Señor que vence el mal con el bien.

  • Perdón: “a quienes perdonen les quedará perdonado”.

 La alegría del discípulo, como decíamos, no es la del inconsciente ni la del “perfecto”, que pretende hacerlo todo bien. Es la alegría de la persona que acepta ser perdonada y sembrar semillas de perdón. Jesús infundió en su Iglesia el Espíritu del perdón, de la misericordia y de la reconciliación. El Papa Francisco ha recuperado para nuestro tiempo este “principio misericordia”. La Iglesia no es el espacio de la Ley o de la condena; la Iglesia de Jesús es el espacio de la misericordia, de la reconciliación, el lugar donde siempre es posible comenzar de nuevo. Sin misericordia, la humanidad se hace “invivible”, “irrespirable”, porque, al final, no somos capaces de vivir de solo ley. Necesitamos la misericordia, la paz, la alegría de la fraternidad.. y eso solo viene realmente como fruto del Espíritu.

  • Misión: “Como el Padre me envió, así les envío yo”.

 La comunidad de discípulos, pacificada, perdonada, convertida en espacio de misericordia, se hace comunidad misionera, enviada al mundo para ser en el mundo precisamente eso: espacio de misericordia, de reconciliación y de paz. ¡Cuánto necesita nuestro mundo este espacio! ¡Cuán necesario es extender por el mundo estas comunidades de discípulos para que humildemente creyentes sean lugares de saludo pacífico, de perdón y de alegría profunda!

P. Antonio Villarino

Bogotá

“Soy piedrecita, soy Iglesia” – 6ª Unidad Formativa LMC

LMC PortugalEn los días 17 y 18 de febrero tuvimos la formación “Soy piedrecita, soy Iglesia”, en Viseu. El sábado, tuvimos como formador al P. José Augusto Duarte Leitão, del Verbo Divino, que a lo largo del día nos fue hablando de principios de la doctrina de la Iglesia: la centralidad de la persona humana, el bien común, el principio de subsidiariedad y el principio de la solidaridad.

Fuimos reflexionando y compartiendo momentos de la vida de Jesús donde estos principios se hicieron presentes y notorios. Hemos entendido que estos principios se interconectan casi siempre y que nos muestran cómo debemos actuar y relacionarnos en el mundo, a la luz de Jesucristo y de la Iglesia.

Me inspira confianza y esperanza entender que muchas de las cosas que para mí tienen sentido y que intento tener presentes en mi día a día son consideradas por la Iglesia como estructurales en la doctrina social y caritativa.

Entendí que aquello en lo que creo y la forma como veo la vida y mi relación con los demás y con el mundo que me rodea es lo que la Iglesia defiende y promueve.

Tuvimos después un momento de oración, un poco diferente, con el paso a rezar que estuvo muy bien. Guardo las palabras Eres precioso a mis ojos“, intento no olvidarme de este Amor que Dios tiene por mí, de la valía de mi persona a sus ojos. ¿Habrá mayor alegría que ésta, de saberme amada por el Señor? Sólo Él me salva, sólo Él me conoce y es Él quien me llama por mi nombre y me hace correr a su encuentro en los demás, en los que se cruzan conmigo. Es Él quien me llama a servir, a amar, a dar. Es Él quien me llama a ser Amor, como lo es conmigo. Sé que muchas veces estoy lejos de este amor pleno, soy frágil… Pero sé que soy una piedrecita en esta Iglesia del mundo, tengo mi lugar y voy intentando día tras día convertirlo en un sitio mejor.

Por la noche vimos la película Germinal, una película francesa que retrata la lucha por los derechos de unos trabajadores en una mina. Fue intenso, tanto por la historia que retrataba, como en términos de imagen. ¡Fue duro! Pero fue también emocionante, y me hizo pensar en tantas desigualdades y en cómo muchas veces tenemos que someternos a ciertas cosas que pueden no parecer bien a primera vista, pero que, en el fondo, no perdemos nuestra integridad como personas, y que sólo estamos luchando por un bien mayor.

El domingo, tuvimos con nosotros al hermano José Manuel que nos vino a hablar de la urgencia de unir la mente con el corazón, para conseguir volver a la esencia del Amor de Dios, que Jesús nos vino a traer. Y sólo uniendo la mente con el corazón podemos mirar el mundo y podemos encontrar este Amor que transforma.

El hno. José Manuel nos contó acerca de las situaciones que está viviendo desde que está en Portugal, como la situación del barrio de la Torre con una comunidad de gitanos que están sin hogar y sin condiciones, en Beja. Esencialmente nos ha hablado del sufrimiento de personas que habitan en nuestro país y con el que no puede ser indiferente. Reitera la idea de que es importante ir a la causa del problema, escuchar a las personas, entender el origen de las situaciones de sufrimiento y actuar en consecuencia, siempre a la luz de lo que Jesucristo haría. Siempre a la luz de su amor.

Fue hermosa la forma como el testimonio del hno. José Manuel vino a traer a la vida las enseñanzas que el P. José Augusto nos transmitió el sábado. Fue hermoso ver esta unicidad entre la “teoría” y la “práctica”. Como las enseñanzas de la Iglesia se hacen presentes en nuestro día a día y principalmente se deben hacer presentes en el mundo en que vivimos. Siento que quiero ser una piedrecita viva de esta Iglesia y que no puedo permanecer indiferente al sufrimiento del mundo. ¡Hay que actuar, hay que luchar, hay que hacer nuestra parte!

Y para terminar, guardo una idea que el hermano nos dejó “vais a donde manda la agenda de Dios”… Y es esa agenda, aquella en que reina el Amor de Dios, que gobierna nuestra vida y nuestra misión en el mundo. Que sepa dejarme llevar a donde me lleve la agenda de Dios.

En los días 17 y 18 de febrero tuvimos la formación "Soy piedrecita, soy Iglesia", en Viseu. El sábado, tuvimos como formador al P. José Augusto Duarte Leitão, del Verbo Divino, que a lo largo del día nos fue hablando de principios de la doctrina de la Iglesia: la centralidad de la persona humana, el bien común, el principio de subsidiariedad y el principio de la solidaridad.  Fuimos reflexionando y compartiendo momentos de la vida de Jesús donde estos principios se hicieron presentes y notorios. Hemos entendido que estos principios se interconectan casi siempre y que nos muestran cómo debemos actuar y relacionarnos en el mundo, a la luz de Jesucristo y de la Iglesia.  Me inspira confianza y esperanza entender que muchas de las cosas que para mí tienen sentido y que intento tener presentes en mi día a día son consideradas por la Iglesia como estructurales en la doctrina social y caritativa.  Entendí que aquello en lo que creo y la forma como veo la vida y mi relación con los demás y con el mundo que me rodea es lo que la Iglesia defiende y promueve.   Tuvimos después un momento de oración, un poco diferente, con el paso a rezar que estuvo muy bien. Guardo las palabras "Eres precioso a mis ojos", intento no olvidarme de este Amor que Dios tiene por mí, de la valía de mi persona a sus ojos. ¿Habrá mayor alegría que ésta, de saberme amada por el Señor? Sólo Él me salva, sólo Él me conoce y es Él quien me llama por mi nombre y me hace correr a su encuentro en los demás, en los que se cruzan conmigo. Es Él quien me llama a servir, a amar, a dar. Es Él quien me llama a ser Amor, como lo es conmigo. Sé que muchas veces estoy lejos de este amor pleno, soy frágil... Pero sé que soy una piedrecita en esta Iglesia del mundo, tengo mi lugar y voy intentando día tras día convertirlo en un sitio mejor.   Por la noche vimos la película Germinal, una película francesa que retrata la lucha por los derechos de unos trabajadores en una mina. Fue intenso, tanto por la historia que retrataba, como en términos de imagen. ¡Fue duro! Pero fue también emocionante, y me hizo pensar en tantas desigualdades y en cómo muchas veces tenemos que someternos a ciertas cosas que pueden no parecer bien a primera vista, pero que, en el fondo, no perdemos nuestra integridad como personas, y que sólo estamos luchando por un bien mayor.  El domingo, tuvimos con nosotros al hermano José Manuel que nos vino a hablar de la urgencia de unir la mente con el corazón, para conseguir volver a la esencia del Amor de Dios, que Jesús nos vino a traer. Y sólo uniendo la mente con el corazón podemos mirar el mundo y podemos encontrar este Amor que transforma.  El hno. José Manuel nos contó acerca de las situaciones que está viviendo desde que está en Portugal, como la situación del barrio de la Torre con una comunidad de gitanos que están sin hogar y sin condiciones, en Beja. Esencialmente nos ha hablado del sufrimiento de personas que habitan en nuestro país y con el que no puede ser indiferente. Reitera la idea de que es importante ir a la causa del problema, escuchar a las personas, entender el origen de las situaciones de sufrimiento y actuar en consecuencia, siempre a la luz de lo que Jesucristo haría. Siempre a la luz de su amor.   Fue hermosa la forma como el testimonio del hno. José Manuel vino a traer a la vida las enseñanzas que el P. José Augusto nos transmitió el sábado. Fue hermoso ver esta unicidad entre la "teoría" y la "práctica". Como las enseñanzas de la Iglesia se hacen presentes en nuestro día a día y principalmente se deben hacer presentes en el mundo en que vivimos. Siento que quiero ser una piedrecita viva de esta Iglesia y que no puedo permanecer indiferente al sufrimiento del mundo. ¡Hay que actuar, hay que luchar, hay que hacer nuestra parte!  Y para terminar, guardo una idea que el hermano nos dejó "vais a donde manda la agenda de Dios”... Y es esa agenda, aquella en que reina el Amor de Dios, que gobierna nuestra vida y nuestra misión en el mundo. Que sepa dejarme llevar a donde me lleve la agenda de Dios.   Ana Isabel Sousa

Ana Isabel Sousa

Retiro Cuaresmal de los LMC de Uganda

lenten recolation UgandaSaludos de los LMC ugandeses. Esperamos que todos estén bien. Nosotros estamos caminando bien con la gracia de Dios.

Tuvimos nuestro retiro Cuaresmal en nuestra comunidad apostólica en la Parroquia de Mbuya, Nuestra Señora de África, que fue dirigido por el Padre. John Bosco Nambasi – MCCJ con el tema la Relevancia de la Vida Religiosa en la Sociedad de Hoy – 1 Reyes 3: 4-13 y Mt. 6:30

Él nos mostró muchas características de nuestro mundo que afectan a nuestra vida de oración y cómo vivir en armonía con nosotros mismos y con los demás. Algunas de estas características incluyen extrema necesidad/pobreza, anhelo de auténtica espiritualidad, compromiso/estabilidad, verdadero significado del amor de Dios. Además, aleccionó sobre la necesidad de vivir el espíritu de pobreza mencionado por el Papa Francisco, que ha declarado el año 2018 como el año de los pobres, que es un verdadero reflejo del mundo en el que vivimos, lleno de gente pobre. Esta pobreza, dijo, es material, espiritual y de otros tipos.

También nos animó a buscar un lugar solitario donde descansar un rato. Esto ayuda a escucharnos a nosotros mismos (a hacer discernimiento), orar y hacer opciones importantes para el trabajo apostólico. Una vida sin reflexión no vale la pena vivirla como dijo un gran escritor una vez. Cuando nos retiramos a un lugar solitario para hacer una oración significativa, es probable que atraigamos a otros hacia nosotros y esto nos hará relevantes para el mundo actual que estamos viviendo lleno de desafíos.

Muchas personas viven como ovejas sin pastor, donde no hay ningún tipo de cuidado de la familia, de la sociedad y los roles de padres para los jóvenes están en falta, no existe orientación para los que la necesitan. Nuestro apostolado debe dirigirse a estas personas que son como ovejas sin pastor. Aquí es donde se encuentran la mayoría de la gente pobre y tenemos que hacer todo lo que podamos para mejorar sus vidas. Nos habló que priorizar a los pobres es fundamental, enseñarles los valores/virtudes del evangelio tan necesarios para esta sociedad.

Dijo además que debemos estar atentos a ser en lugar de preocuparnos con el hacer. “Ser” que se refiere a cuáles son nuestros valores fundamentales como personas religiosas, que implica la oración, caridad, además de nuestros votos o los compromisos que tomamos. La esencia del ser es, por tanto, esforzarse por vivir una vida de fidelidad, justicia e integridad de corazón, en vez de procurar una vida larga, riquezas y fundarse en la mentalidad capitalista del consumismo, el relativismo, el cientifismo y el individualismo. “Hacer”, por otro lado, se refiere a tratar de vivir de acuerdo con la opinión pública y hacer todo lo posible para impresionar a los demás, lo que al final nos hace vivir una doble vida llena de estrés. Dijo que lo malo muere pronto y los bueno dura mucho. Debemos tratar de vivir una vida equilibrada. Nos instó a orar en todo momento y citó que hay evidencia científica (trabajos de investigación) que indican que las personas que rezan permanecen en paz consigo mismas y con los demás y es probable que vivan más que otros (The Longevity Project, un libro de Dr Leslie Martin y el Dr. Howards S. Friedman informan de 20 años de investigación y seguimiento de 1500 adultos desde 1921). También San Agustín, después de tantos años de vida terrenal después de encontrarse con Dios, comenta: “nos has hecho Oh Señor, nuestros corazones están inquietos hasta que descansen en ti“. Estos investigadores descubrieron que las personas que rezan se involucran más en el trabajo social y el servicio gratuito a los demás que aquellos que no valoran la oración. Hizo hincapié en la necesidad de la Lectio Divina, que se centra en la oración personal centrada en las Escrituras, que debemos ser capaces de relacionar nuestra vida personal y nuestro trabajo. Dijo que la Lectio Divina es diferente de las oraciones de la comunidad como el Breviario, y que muchas veces confundimos.

Este fue un momento también para que podamos renovar nuestros votos y compromisos diarios basándonos en el carisma de Comboni, necesitamos renovar nuestros votos y compromisos y ver si todavía estamos en camino o no nos hemos desviado del primer amor. Necesitamos orar en todo momento y el padre Paulino Mondo, Asistente del Párroco de la Parroquia de Nuestra Señora de África, MCCJ La Parroquia de Mbuya, compartió hermosamente en una de las Misas de la mañana que la Oración del Padrenuestro tiene tres puntos en los que siempre debemos concentrarnos; nos enseña a pedir comida que utilizamos para alimentarnos y también debemos pedir esta comida para los pobres y necesitados y debemos esforzarnos por hacer esto en beneficio de los demás. En segundo lugar, dijo que nos enseña a liberarnos del pecado y del mal que es lo fundamental de este período de Cuaresma y esto lo podemos hacer a través del autoexamen diario de conciencia como lo enseña San Ignacio de Loyola en su hermoso libro de Ejercicios Espirituales y reflexiones personales durante nuestros momentos de soledad. El tercer elemento es prepararse para la muerte como decimos en la oración del Avemaría… la muerte es segura y tenemos que prepararnos para este momento. Cuando lleguemos al juicio final, ¿qué se dirá de nosotros, seremos las personas a la derecha del Señor o los de la izquierda que están malditos y arrojados al infierno eterno…? La respuesta debe ser profunda en nuestros corazones.

¿Qué debería hacerse a pesar de todo esto?

John Bosco MCCJ nos dio algunas sugerencias sobre cómo vivir con los asuntos anteriores que afectan nuestra vida de manera especial en este tiempo de Cuaresma;

Necesitamos adaptarnos a la novedad y renovar nuestra vida poniendo más énfasis en la oración y el ayuno, así como el apostolado que hacemos. Dijo que la vida religiosa no debería funcionar como las empresas que se administran con el objetivo de tener grandes resultados. Todos somos seres humanos que necesitamos de la misericordia de Dios para vivir una vida digna de su llamado. Dijo que los superiores necesitan buscar nuevas formas de animar sus comunidades y debemos leer los signos del tiempo en términos de tecnología y desarrollo humano. Debemos salir de las zonas de confort del así es como solía hacerse, los tiempos han cambiado. Cada uno debemos estar contentos con nuestra vocación, poner a Cristo/Iglesia en el centro de nuestras vidas y reducir el consumo de medios de comunicación, dinero, aparatos electrónicos, poder/política y satisfacción corporal de sexo y belleza. Debemos dejar de decir que “lo hago por obediencia” cuando alguien nos pone una tarea contraria a nuestra vocación.

También dijo que vivimos una vida centrada en Dios a través de los consejos evangélicos, la Lectio Divina y la reflexión diaria sobre el carisma del fundador. Nos animó a tener una proximidad constante a los valores del Evangelio, aceptar nuestras debilidades y trabajar en ellas para vivir fielmente.

También dijo que somos dadores de vida. Hay muchos hombres y mujeres religiosos hoy que tienen un conocimiento muy amplio sobre la humanidad y las instituciones que dirigen, pero que no tienen corazón para las personas y, sin embargo, nuestro Señor Jesús dijo “Padre, que sean uno…”. Juan 17:21 “. Tienen un conocimiento excelente de las instituciones que administran, pero nada de la vida en Cristo. Nos comentó que los votos nos ayudan a afirmar el sentido, obedecer las leyes de la naturaleza y Dios y enfrentar la vida con realismo. Finalizó este punto diciendo que “solo puedes tomar decisiones desde una posición reflexiva y discernida si aceptas el ciclo de vida: Nacimiento-crecimiento-muerte. Por lo tanto, llevemos a Cristo a las personas con las que trabajamos, las personas que lideramos y las personas que vivimos especialmente en las diferentes instituciones con las que dirigimos y trabajamos.

También fuimos bendecidos por la visita de los del Consejo General de los MCCJ de Roma que nos hicieron una visita apostólica y fue un momento maravilloso. Nos encargaron hacer nuestro trabajo en el espíritu de San Daniel Comboni a los pobres y necesitados. Nos dijeron que promoviéramos vocaciones ya que muchos sacerdotes y hermanas misioneras combonianas tienen una edad avanzada y es necesario traer a muchos a la mesa del Señor. Por lo tanto, todo lo que hacemos debemos promover el mensaje de San Daniel Comboni a los jóvenes para que lleven la vela de San Daniel Comboni ardiendo al resto del mundo.

Desde Uganda les deseamos feliz cuaresma, descubriendo dónde nos equivocamos para ser dignos seguidores de Jesús y renovar nuestras vidas imitando al Señor cuando estuvo en el desierto durante los 40 días que vivió entre los animales salvajes con los ángeles custodiándole. Nuestros animales salvajes incluyen el odio, los celos, el orgullo, la lujuria, la gula, la avaricia y muchos otros que llamamos ángeles para protegernos.

Eric Ezati LMC Uganda

Pascua: María Magdalena, Pedro y el “otro discípulo”

Comentario a Jn 20, 1-10, Domingo de Pascua, 1 de abril 2018
En este Domingo de Pascua, leemos la primera parte del capítulo 20 de Juan, en el que encontramos una comunidad de discípulos formada por tres protagonistas: María de Magdala, Pedro y el “otro discípulo”, al que podemos llamar Juan siguiendo la tradición. Los tres, además de ser ellos mismos, nos representan a nosotros y a todos los discípulos que quieren aprender del Maestro a vivir la vida verdadera. Les invito a leer con calma, lentamente, este pasaje del evangelio, a partir de la propia vida. Por mi parte, me detengo brevemente en cada uno de estos tres personajes:

1) María Magdalena: amor fiel e incondicional
María de Magdala (el pueblo del que procedía) era seguramente una mujer extraordinaria, con una gran fuerza interior. No conocemos su historia previa, pero sabemos que había encontrado en Jesús un Amigo fiel, un Maestro indiscutible, un señor del que fiarse… Ella le siguió desde Galilea hasta Jerusalén, en las duras y en las maduras, y le ha permanecido fiel hasta la muerte, y más allá de la muerte, como demuestra el episodio de hoy.
Precisamente, en el evangelio de hoy, la vemos caminando hacia el sepulcro, movida por una absoluta fidelidad, aunque no sabía cómo remover la piedra que cerraba la entrada al sepulcro y a pesar de pensar que su Amigo y Maestro estaba muerto. Nada de eso le importaba a ella, cuyo amor era sin condiciones, absoluto. Y aquel amor, que no se rendía ni ante la muerte, obtuvo el premio de encontrar la piedra removida, supo reunir la comunidad y recuperar la esperanza, que más tarde se verá confirmada: Verá a Jesús como es realmente, en su realidad más auténtica, no como un hombre muerto, sino como el Hijo del Padre, viviendo para siempre.
Contemplando a esta mujer, nos vienen ganas de imitarla en la radicalidad de su amor, contra toda tentación de abandono, y de entregarnos totalmente a Jesús sin condiciones, en las duras y en las maduras, sin miedo a las posibles “piedras” –pecados, fracasos, oposiciones– que se nos atraviesen en el camino, con una fidelidad sin fisuras, sabiendo que, como ella y como San Pablo, “sabemos de quien nos hemos fiado” y que también a nosotros Jesús se nos manifiesta vivo y presente en nuestra historia personal, en la Iglesia y en el mundo de hoy. Y es a partir de esta experiencia de Jesús viviendo en nosotros que somos llamados a ser misioneros, testigos ante un mundo incrédulo, que piensa que la muerte y el mal tienen la última palabra.

2) Pedro: el pecador que se deja guiar
Pedro era, según todos los indicios, el jefe de aquel pequeño grupo de discípulos, pero no parece que fuera el más creyente, ni el más lúcido, ni el más rápido en comprender las cosas.. De hecho, no fue el primero en ir al sepulcro, ni fue el primero en llegar: era el más lento, aquel al que le costaba más comprender los caminos de Dios. Pero era humilde, sabía reconocer sus errores y abrirse a los otros, aprovechándose de su lucidez.
Contemplando a Pedro, muchos de nosotros nos vemos representados en él. También nosotros tenemos nuestra historia de pecado e infidelidad; también nosotros tenemos dificultades para comprender los caminos de Dios en nuestra vida; también a nosotros nos cuesta creer que Dios sigue vivo y operante en nuestra Iglesia y en nuestro mundo de hoy; también nosotros tenemos miedo de ser engañados y estamos tentados de caer en la decepción… Pero también nosotros, como Pedro, estamos llamados a abrirnos a los otros, dejarnos acompañar por quien ha visto primero, dejarnos conquistar una vez más por Jesús y, como Pedro, decir: “Señor, tú sabes que te amo”.

3) “El otro discípulo”
Entre los discípulos hay uno (llamémoslo Juan), que parece ser el más veloz, el más intuitivo, el más capaz de percibir la novedad de Dios, de creer y ver más allá de la superficie. Ciertas cosas, en efecto, solo se comprenden con los ojos del amor, que nos permite ir más allá de las apariencias.
También entre nosotros, hay algunos que parecen ver con mayor rapidez los signos de los tiempos, percibir antes que nadie el “viento” de la historia con el que Dios está impulsando a la humanidad. Estos discípulos son un don para todos, aunque con una condición: que sepan permanecer “comunitarios”, que no vayan adelante en solitario, que sepan adaptarse al ritmo de los más débiles o más lentos… Solamente así se construye la comunidad, solamente así el Señor se revela verdaderamente como el centro del nuevo proyecto de humanidad, la nueva creación, la “nueva semana” o tiempo de gracia iniciado con el Domingo de Pascua.
En efecto, como Dios ha creado el mundo en una “semana” simbólica, según el Génesis, así también Dios está re-creando el mundo, re-generando la humanidad en esta nueva “semana”, en la cual actúa Jesucristo, eternamente vivo, Palabra eterna del Padre. Como María de Magdala, Pedro y Juan, también nosotros creemos en esta nueva creación, en este nuevo amanecer que despunta de las tinieblas de la muerte, porque el Amor de Dios es más fuerte que la muerte y el pecado.

P. Antonio Villarino
Bogotá