Laicos Misioneros Combonianos

Ecos del Simposio Comboniano

ComboniSe celebró en Roma del 15 al 19 de septiembre la reflexión sobre la actualidad del Plan de Comboni para la regeneración de Africa pasados 150 años desde el momento en que fue escrito e inspirado. Para esta reflexión llegaron representantes de las diversas provincias de los Misioneros Combonianos (MCCJ), así como, asistieron representantes de las Hermanas Misioneras Combonianas (MC), Misioneras Seculares Combonianas (MSC) y Laicos Misioneros Combonianos (LMC).

A lo largo de esta semana de trabajo, hemos llegado a algunas conclusiones que servirán de “provocación” para el próximo capítulo de los MCCJ y que también nos pueden ayudar a una reflexión más profunda:

  • El Plan de Comboni se mantiene actual en la medida que nos permite darnos cuenta de las urgencias y prioridades de nuestro tiempo. Hacemos muchas cosas importantes, pero no podemos responder a todas las necesidades, por ello debemos discernir lo que es vital para el mundo de hoy y redimensionar nuestro servicio misionero en consecuencia.
  • Comboni tuvo la inspiración del Plan porque se colocó a los pies de la cruz. Hoy la misión ya no tiene un cariz “geográfico”, por eso, a los pies de la cruz debemos tratar de darnos cuenta de los movimientos del Espíritu y cómo respondemos a nuestro mundo, no importa dónde estemos llamados a estar.
  • El “Salvar África con África” no puede limitar nuestra acción. Más bien, debe llevarnos a adoptar una metodología renovada, a la medida de nuestras fuerzas. Por lo tanto, la misión en Europa implica re-creen en los valores de la cultura europea y adoptar su lenguaje como medio de liberación y evangelización. Lo mismo ocurre con otras culturas donde reconocemos como “vital” la presencia Comboniana.
  • “Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades “, dice el Papa Francisco en la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium (# 49). Con este llamamiento del Papa nos interpela a atrevernos a crecer y especializarnos dentro de los ministerios que consideramos que son los más urgente y prioritarios en el mundo actual.

Después de una semana de trabajo y reflexión, partiendo del Plan de Comboni y de las interpelaciones de la propia Iglesia, se concluyó que la misión de hoy pasará siempre, y sobre todo, por la lucha en favor de la Vida.

De esta manera, animados por el carisma de Comboni, estamos llamados a repensar y redimensionar nuestro ser misionero para que muchos “tengan vida y la tengan en abundancia.”

Susana Vilas Boas

Retiro anual LMC Perú 2014

Retiro LMCLos días 26, 27 y 28 del presente mes de septiembre los Laicos Misioneros Combonianos del Perú tuvimos la oportunidad de convivir un retiro espiritual en la casa Foyer de Charité en Ñaña, un distrito de Lima. Estuvieron presentes LMC de Trujillo, Arequipa, Huánuco y de Lima. La ocasión fue propicia para reflexionar puntos importantes de nuestra vida como Laicos Misioneros Combonianos, compartir nuestras experiencias de vida en la misión especialmente con nuestros hermanos ad-gentes nacionales y extranjeros.

Las dificultades van y vienen en nuestra vida, son cotidianos los problemas económicos, familiares, laborales, etc. Sin embargo nuestra fortaleza está en la oración y la fe que compartimos en medio de estas tempestades.

Ser un Laicos Misionero en estos tiempos requiere mucha entrega y pasión por esta opción de vida para la que San Daniel Comboni procuraba misioneros “Santos y Capaces”.

Este retiro nos reconforta y nos impulsa a dar pasos significativos en nuestra vida como LMC y a crecer como familia misionera.

Fisher LMC Perú

Con el corazón en la misión

P._Enrique_Sanchez“Ante la cercanía de la fiesta del Sagrado Corazón –viernes, 27 de junio–, deseo compartir con vosotros esta pequeña reflexión que nos ayude a prepararnos para esta celebración clavando nuestra mirada en ese Corazón abierto del que brota nuestra vocación misionera para adquirir la fuerza que necesitamos en este momento de nuestro viaje como herederos de san Daniel Comboni”, P. Enrique Sánchez G. mccj.

Con el corazón en la misión

“No quiero ocultarle que, cuando la Santa Sede me confió esta vasta y laboriosa Misión, mi conciencia estaba un poco titubeante, porque conocía mi pequeñez ante esta tarea enorme que Dios me había confiado por medio de su augusto Vicario Pío IX, y pensaba que con nuestras fuerzas nunca conseguiríamos establecer el catolicismo en estas inmensas regiones, donde la Iglesia, a pesar de los esfuerzos de tantos siglos, jamás lo había logrado. Entonces puse toda mi confianza en el Sagrado Corazón de Jesús y decidí consagrarle todo el Vicariato el 14 de septiembre próximo. Al objeto de llevar a cabo esta gran solemnidad mandé una circular, y rogué al admirable apóstol del Sdo. Corazón, el P. Ramière, que redactara el acto de consagración solemne, lo cual ha hecho” (Escritos3318).

Queridos hermanos,
Ante la cercanía de la fiesta del Sagrado Corazón, deseo compartir con vosotros esta pequeña reflexión que nos ayude a prepararnos para esta celebración clavando nuestra mirada en ese Corazón abierto del que brota nuestra vocación misionera para adquirir la fuerza que necesitamos en este momento de nuestro viaje como herederos de san Daniel Comboni.

El 31 de julio de 1873, san Daniel Comboni escribió una carta al obispo Joseph De Girardin, de la que tomé el texto con el que comienzo mi reflexión.Lo elegí porque creo que contiene algunos elementos que se corresponden con la realidad con la que nos enfrentamos en este momento de nuestra vida y de nuestra misión y que merecen una reflexión por nuestra parte.

Igual que en aquel tiempo, también hoy se puede decir que la misión que nos es confiada sigue siendo extensa y laboriosa;a menudo parece mucho más exigente y más allá de nuestras fuerzas.Y esto – lo digo sin rodeos – no es una ayuda para vivir de manera responsable y eficaz.

Durante los últimos treinta años, el Instituto ha crecido considerablemente en su proceso de crecimiento y se ha involucrado en muchas áreas, en muchos frentes y en muchas diferentes realidades misioneras cuya magnitud es evidente.El inmenso Vicariato de África Central se ha convertido para nosotros en más inmenso todavía, con presencia en cuatro continentes y una diversidad de compromisos misioneros de tal envergadura que nos hace creer que estamos presentes en todos los frentes de la misión.Esta realidad, para algunos de nosotros, es un bien, parece responder a la necesidad de hacer valer el propio ego, nos hace creer que somos grandes misioneros porque llevamos el Evangelio a todos los rincones del planeta y a todas las periferias de la humanidad, para usar una expresión querida por el Papa Francisco.

A la inmensidad, hay que añadir el trabajo arduo, la complejidad de una misión que demanda, desafía, pasa por un cambio profundo debido a una transformación de ritmo frenético del mundo y de la sociedad.La misión está cambiando sin darnos tiempo para averiguar qué dirección hemos de tomar y, parece haber una incapacidad de nuestra parte, para anticiparnos a estos cambios.

Pero el trabajo duro que requiere la misión hoy se convierte en un desafío para nuestra creatividad, nuestra capacidad para cuestionarnos a nosotros mismos, a soñar para emprender nuevos caminos que nos pueden obligar a caminar sobre tierra desconocida, inédita – como se nos ha dicho hace algún tiempo – que nos invita a no vivir de rentas de la herencia recibida que puede llevarnos a engaño con una pretensión de omnipotencia misionera.

Comboni, en la carta de 1873, se confesaba indeciso debido a su pequeñez.También hoy nosotros estamos siendo conscientes de nuestra pequeñez, y no sólo porque las estadísticas nos recuerdan la continua disminución de la plantilla.Creo que no es sólo una cuestión de números.Creo que esta pequeñez nos puede hacer entender que nuestras fuerzas no serán nunca suficientes para responder a las necesidades de la misión y que el Señor no hace sus cálculos usando las matemáticas.

Sagrado Corazón¿Hacia dónde dirigimos, pues, nuestra mirada, de dónde obtener las fuerzas y la luz para vivir radicalmente nuestra vocación misionera comboniana?

Creo que nosotros hoy día, la pequeñez tenemos que medirla mirando a nuestra calidad de vida, a la coherencia en el cumplimiento de nuestros compromisos y opciones personales de vida que hemos hecho, la capacidad de no ser superficiales en vivir nuestra consagración religiosa para la misión, nuestra total disponibilidad a ir a servir a los pobres, a la libertad de no dejarnos engañar por las sugestiones fáciles de nuestro mundo: el consumismo, la apariencia, la superficialidad, etc.

Sin apuntar con el dedo a nadie en particular, y sin querer regañar, creo que cada uno de nosotros debe reconocer su pobreza, su fragilidad y sus límites, la tentación de hacer de la misión algo que me es útil y no más bien una realidad que me llama a entregarme incondicionalmente y sin usar pretextos para convertirla en una “misión a medida”.

Tengo una profunda admiración por tantos hermanos que viven con enorme entusiasmo, dedicación y sacrificio en situaciones de violencia indescriptible y peligro.Son esas piedras ocultas con las cuales – Comboni nos recuerda – hay que construir la misión.Es a la luz de estos testimonios que tenemos que medir nuestra respuesta a la llamada que hemos recibido y vamos a descubrir lo grandes, fuertes y capaces que podremos ser para abrazar la misión que se nos confía hoy.

Comboni dijo humildemente: “Pensé que con nuestra propia fuerza nunca lo conseguiremos”.No es una expresión de desaliento, es la convicción de tener entre manos una misión que no depende de nosotros.“Así que deposité toda mi confianza en el Sagrado Corazón de Jesús”.Tal vez, y sin tal vez, creo que es el momento para nosotros de hacer esta experiencia de abandono y confianza, de fe y apertura a la acción de Dios en nuestras vidas, lo cual no quiere decir refugiarse en una espiritualidad que nos saque de la realidad, de la responsabilidad de participar en la construcción del Reino.

La confianza en el Sagrado Corazón de Jesús es para nosotros hoy día, el reto que nos obliga ensuciar nuestras manos en la transformación de nuestra humanidad, a través de nuestro servicio misionero, sin olvidar que el único y verdadero protagonista de la misión es y será siempre el Señor.

Si Comboni quiso consagrar su Vicariato a este Corazón, que no es sino el amor infinito de Dios por cada uno de nosotros y para todos aquellos a quienes somos enviados como misioneros suyos, creo que vale la pena que vivamos esta celebración, renovando nuestra disposición, para que el Señor cumpla en nosotros sus planes, reconociendo que la misión que brota de su corazón tiene un futuro brillante. Debemos vivir en la confianza de que el Señor no nos va a defraudar.
Feliz fiesta a todos.
P. Enrique Sánchez G. mccj

Te confesamos como el Señor de la Vida

CruzQueridos amigos,

¡qué alegría poder celebrar la Pascua con el pueblo en lucha!

Este año la comunidad de Villa Ecológica se siente más madura y crecida, y nosotros participamos en las celebraciones con más calma, menos responsabilidad y cierta distancia.

Ocurre que el Señor toca los corazones cuando quiere y como quiere. Ayer frente al Monumento me tocó esa canción Mi confianza eres Tú, Señor. Yo descansaba contemplando mi futuro en paz, en confianza. Aún en la noche del Jueves Santo, Jesús es Señor. Su sonrisa calma las tempestades. Como cuando Carmen tiene miedo en la noche y mi presencia a su lado la hace dormir en paz. Así me sentí anoche frente al Santísimo.

No sabemos lo que tenemos por delante y el temor me quiere agarrar, pero descanso en Jesús. Estos meses doy gracias en todo momento por estar vivo y por tener salud. Puedo caminar, puedo vestirme sólo, puedo tomar un carro para ir al centro, puedo cargar a mis hijos… El Señor me ha permitido seguir acá. Ojalá nunca se me pasara la claridad de esa certeza.

Al terminar la oración ante el Monumento, una vecina que sufre maltrato por su esposo desde hace demasiados años se arrodillaba ante el Señor, y yo me arrodillé con ella. Sentí clarito que ella estaba compartiendo la lucha de Jesús, víctima injusta. Ella y Jesús, Jesús y ella. Ella me muestra a Jesús y Jesús me señala a ella. Yo tenía que estar como ella, de rodillas ante el Señor. Adorándole, descansando junto a Él, el único que tiene palabras de Vida. Suplicándole que pase de ella el cáliz amargo que representa su esposo ¡Qué privilegio poder compartir, en la distancia, el camino con estas mujeres, protagonistas de la fe!

¡Qué alegría sentí por haber podido compartir estos seis años con este pueblo! El Señor me ha regalado muchas enseñanzas y ha obrado en mí.

Ayer en la mañana vino otra vecina que lleva a cuestas dieciocho años de maltrato. Tanto le pesa esta carga que la pobre va encorvada, flaquita, incapaz casi de mirar a los ojos. No puedo imaginar la carga del dolor que lleva encima, hasta ver a su hija intentando quitarse la vida. Vino a mi casa el Jueves Santo a preguntar cómo había progresado su última denuncia. Pero el poder judicial está en huelga. El Jueves Santo el mismo Jesús con su cruz a cuestas vino a mi casa. ¿Por qué Jesús ha querido manifestárseme de forma tan clara? Yo he podido abrazarla, tratar de fortalecerla y aumentar su esperanza de justicia. Me siento muy feliz por ello. Sufro con ella y me siento a la vez feliz. ¿Y si una noche de estas esta vecina se quita la vida? ¿Qué voy a hacer entonces?

Isabel y yo llevábamos semanas incómodos por el señor Juan, mi vecino de enfrente, enfermo desde hace seis meses que ha pasado dos operaciones y no sana, sino que empeora. Es un suspiro del hombre fuerte que era. ¿Por qué Dios nos pone esto delante? ¿Cómo he podido pasar delante de su puerta cada mañana sin conmoverme? Juntos nos dimos cuenta que el Señor nos llamaba a hacernos presentes con mayor intensidad. Lo primero pensamos en pagarle un doctor particular para que le diagnostiquen bien. Pero eso no es todo lo que necesita. Paulina llevó una tarde al padre y le administró la Unción. Porque Juan no está cerca de la Iglesia, no participa en la comunidad. Llamamos a Bety y Domingo, del equipo del padre Jaime, para que le rezaran. Y vinieron enseguida a evangelizarle. Y Juan y Yanet se pusieron contentos, lo agradecieron mucho y quieren casarse después de veinte años de convivencia. Si Dios quiere, Isabel y yo les vamos a preparar de emergencia. El Domingo de Ramos fueron a la misa juntos, no sé cuánto tiempo hacía que no iban, y el jueves el padre les lavó los pies en la celebración. ¡Quieren acercarse al Señor! El Señor está actuando, le está sanando. Así nos lo dijo Bety después de una misa de salud. El Señor trabaja los cuerpos y los corazones.

Yo he sentido que Juan es mi última enseñanza. ¿Creo o no creo que el Señor lo puede sanar? ¿Seré capaz de verlo morir poco a poco sin hacer nada, más que pagarle un doctor? Juan necesita la fuerza del Señor Jesús para levantarse de su postración. Sólo Jesús lo puede levantar.

¡Señor Jesús, salva a tu pueblo, que tanto te espera! Te confesamos como el Señor de la Vida, pero mi fe es tan débil…

Gonzalo Violero. LMC español en Perú

Pascua LMC-España “en clave de hospitalidad”

Hospitalidad

HospitalidadComo cada año, los LMC de España nos hemos reunido como comunidad para celebrar la Pascua. Este año hemos querido vivir estos días en “clave de hospitalidad”, y es que vivir la experiencia de la hospitalidad y de la acogida en nuestro mundo es todo un reto para nosotros. En estos días de encuentro hemos querido  dejarnos tocar por Jesús que “está a nuestra puerta y llama” para acogerle a ÉL en nuestros hermanos más necesitados.

“Es tempo de convicciones. Estamos convencidos de que somos humanos, somos hermanos. Que no hay fronteras para la vida. Recojamos todos nuestros sueños, como una antorcha, para alumbrar un mundo nuevo donde quepamos todos. Un mundo sin fronteras, ni alambradas de espino.”

LMC España