Laicos Misioneros Combonianos

Encuentro europeo de Laicos Misioneros Combonianos

ViseuLa Asamblea Europea de los Laicos Misioneros Combonianos (LMC) se está realizando del 21 al 27 de agosto en Viseu, la casa madre de los Combonianos en Portugal. Participan en la reunión 74 adultos y 22 niños procedentes de Alemania, Austria, España, Italia, Polonia y Portugal. Los Combonianos que trabajan con el LMC en sus respectivos países también están presentes. Dos representantes fueron invitados a participar de las Combonianas y Seculares. Es una semana con un programa detallado de oración, reflexión, intercambio de experiencias y convivencia.

El LMC organiza sus asambleas europeas cada tres años. El último encuentro europeo tuvo lugar en 2013 en Cracovia, Polonia. En esa reunión se destacó algunos temas que fueron considerados de prioridad para profundizar en los grupos e individualmente, a nivel de los LMC en todos los países de Europa. Los asuntos estaban relacionados con la vida del LMC.

Los temas de esta semana son: identidad y vocación, formación, organización y coordinación, la economía y la sostenibilidad, la comunión y la familia comboniana.

El objetivo de todo este trabajo es compartir el camino de cada grupo en cada uno de los temas.

Este intercambio entre las personas de diferentes países ayudará a los miembros del LMC a integrar mejor su vocación misionera.

Los objetivos específicos de la asamblea son:

• Celebrar la vocación LMC, a partir de las características que son comunes a todos los grupos;
• Compartir experiencias hechas por los miembros de los diferentes países con el fin de conocer el estilo de vida de unos y otros;
• Reflexionar sobre el camino ya realizado tanto en Europa como a nivel intercontinental, en el que se evaluará lo que falta para alcanzar la meta;
• Dibujar algunas líneas inspiradoras para ayudar al LMC a caminar mejor a todos los niveles;
• Fortalecer los lazos como Movimiento Europeo LMC y su sentido de pertenencia a la familia comboniana.
“La reunión no sería posible – dijo Paula Ascensão – sin el esfuerzo, la disponibilidad y la dedicación de la comunidad de Viseu. Los Combonianos abrieron sus puertas y mostraron la disponibilidad para acoger la formación de los LMC y las reuniones en sus casas. Cuando preguntamos sobre la posibilidad de organizar la asamblea LMC Europea en Viseu, dieron una respuesta positiva y nos están ayudando a la organización de la misma. Es gracias a ellos que el LMC portugués es capaz de dar la bienvenida a casi 100 LMC de Europa aquí en nuestro país. Estamos muy agradecidos. Y pedimos las oraciones de parte de todos los que nos están siguiendo de lejos, para que esta asamblea europea puede tener éxito y producir mucho fruto”.

Viseu

¿Son muchos los que se salvan?

Un comentario a Lc 12, 21-30 (XXI Domingo ordinario, 21 de agosto 2016)

escogidosDurante la tercera etapa del viaje de Jesús hacia Jerusalén, alguien le hace una pregunta que, al parecer era común en aquella época, como lo sigue siendo ahora en algunos ambientes: ¿Son muchos los que se salvan? La respuesta ordinaria entre los compatriotas de Jesús sería: “Se salvan los judíos que cumplen la ley”. De hecho, incluso algunos decían que los primeros discípulos que venían de la cultura greco-romana, para ser cristianos, tenían que hacerse primero judíos y por eso querían obligarlos a circuncidarse, hasta que San Pablo se opuso rotundamente, diciendo que salva la gracia de Dios y la muerte-resurrección de Jesucristo, no la Ley judía o cualquier otra.

¿Cómo responderíamos nosotros hoy a esa misma pregunta?

Algunos dirían que se salvan solo los católicos o los cristianos; otros que se salvan las personas buenas de cualquier religión; otros que se salvan todos; algunos dirían que la salvación no les importa…

¿Que respondió Jesús?
A mí me parece que podemos interpretar las palabras de Jesús en estos términos: la salvación está abierta a todos -“Dios quiere que todos se salve”, dirá más tarde San Pablo-, de Oriente y de Occidente, judíos o no, cristianos o no. Pero para todos es una cuestión seria, que exige emprender la senda estrecha de la conversión al amor y a la misericordia. Cada uno debe hacer su propio camino; no vale acudir a los méritos de nuestros padres, de nuestra nación o de nuestra comunidad religiosa. Cada uno hace su propio camino.

Necesito ser salvado
La salvación puede entenderse a diversos niveles. Por ejemplo, yo puedo necesitar salvarme,liberarme, de una adición que me esclaviza (drogas, alcohol, sexo…); puedo necesitar salvarme (ser perdonado) de un grave pecado que me humilla y me hunde en el abismo de la culpa; puedo necesitar salvarme de mi orgullo y egoísmo y de otras actitudes que me esclavizan; y, en definitiva, necesito salvarme como persona humana con una historia llena de aciertos y fracasos, pero hambrienta de un amor gratuito y firme que sólo Dios me puede dar, aunque yo no me lo merezca, un amor que se hace eterno y definitivo.

En todos esos casos, la salvación (liberación) tiene mucho de don gratuito, ya que “sólo el amor salva”, como dice Benedicto XVI. Pero al mismo tiempo, la salvación requiere que me la tome en serio, que sepa escoger la “puerta estrecha”, que no me abandone a la comodidad o la indiferencia.

Hay algunas puertas por las que no entran las personas demasiado gordas, porque no caben. De la misma manera, cuando nosotros permitimos que nuestro “yo” se infle y se agrande con una vanidad exagerada o una cómoda flojera, no podemos pasar por la “puerta estrecha” del amor, de la misericordia y de la confianza en Dios. Por eso Jesús nos avisa: la salvación no se hereda ni se obtiene por derecho de pertenencia a un determinado pueblo o comunidad.

La salvación exige una cierta “lucha” espiritual, un saber “desinflarse” para dejar que el amor gratuito de Dios nos llene, nos libere y nos dé una vida que dura hasta la eternidad.

P. Antonio Villarino
Quito

Polonia – Hawassa JMJ

Magda LMCEn Cracovia, Polonia, más de un millón de personas celebraron el Día Mundial de la Juventud, del 25 de julio al 31. Mi pequeño sueño habría sido asistir al evento (en Cracovia). Sin embargo, siguiendo mi gran sueño – el de ir en misión a África, tuve que dejarlo. Sin embargo todavía quería unirme con Polonia y todo el mundo en la celebración de la JMJ en cualquier forma que fuera posible. Así que dándole vueltas se me ocurrió organizar un festival para la juventud en Awassa, coincidiendo con la visita del Papa Francisco y el programa en Polonia. La verdad es que no resultó fácil.
La cooperación supuso un gran reto: algunos llegaban atrasados, a otros le costaba cumplir lo comprometido; las cosas andaban algo desorganizadas y alguno que otro fallaba en sus funciones. Antes de la fiesta, traté de construir un equipo, pero los líderes que se suponía iban a ayudar no siempre aparecían por las reuniones.
Dos personas fueron las que más ayudaron en la mayoría de los temas: Tesfa, un joven muy involucrado en las actividades de la Iglesia y Engida, un trabajador de la parroquia. La verdad es que el primer día quede algo decepcionada. Algunas personas que se suponía iban a preparar algunas partes o se atrasaron o ni siquiera llegaron. Con lo cual a veces hubo que improvisar. Más adelante, las cosas comenzaron a mejorar un poco. A pesar de las dificultades, hemos conseguido mantener nuestro plan original.

Durante el festival, cantamos el himno de la JMJ, rezamos la oración oficial de la JMJ, dimos a conocer a San Juan Pablo II y Santa Faustina Kowalska y tuvimos algunas charlas sobre la misericordia. Celebramos la adoración del Santísimo Sacramento el jueves. El viernes, preparamos el Viacrucis y una celebración de la Reconciliación. Cada día, seguíamos juntos lo que estaba ocurriendo en Polonia, las noticias e incluso algunas retransmisiones en vivo.
El sábado fuimos a la Casa de las Misioneras de la Madre Teresa – un centro para enfermos donde organizamos un paseo juntos. Por la tarde tuvimos un programa artístico que incluyó una pequeña conferencia, una obra de teatro, preparamos algunos cantos, coreografías, poesía y un concurso sobre Polonia.

Todas las partes de la celebración se asociaron con la Divina Misericordia. Tengo que decir que el sábado fue maravilloso.
Tuvimos algunos problemas técnicos el domingo, pero finalmente logramos ver parte de la transmisión en vivo desde Polonia. Cantamos algunos himnos y evaluamos todo el programa. Los participantes parecían estar muy feliz. Aun cuando algunas cosas estuvieron algo descontroladas, incluso con todos los defectos, los enormes retrasos y diferentes problemas, puedo decir que, con la ayuda de Dios, las cosas salieron bastante bien.

Sin duda fue una gran lección de humildad. Mis dificultades con el idioma fue un gran obstáculo y la falta de un equipo bien organizado también fue un gran inconveniente. Algunas personas pusieron mucho de su parte para el evento, especialmente Tesfa que trabajo mucho en el programa. También recibí mucha ayuda de personas que se ofrecieron voluntariamente. Además tengo que decir que toda la gente, como siempre, fue muy amable, comprensiva y un gran apoyo cuando vieron que necesitaba ayuda. Fue un gran privilegio poder ayudar a organizar el festival. Me enseñó mucho sobre el lugar y la cultura. Doy gracias a Dios por esta maravillosa experiencia; Doy las gracias a todos los que ayudaron a que fuera un éxito. ¡No me arrepiento de nada!

Magda LMC
Magda Fiec, LMC Etiopía

Testigo de un camino común

Marisa LMCEl 7 de agosto, de este año 2016 se celebró en Viseu, Vila Nova do Campo, el envío misionero de la Laica Misionera Comboniana (LMC) Marisa Almeida en una misa presidida por el Obispo D. Ilídio Leandro en la Iglesia Parroquial de Vila Nova do Campo.
José Tolentino Mendonça dice: “Al lado de tu amigo, ningún camino será largo.” Y este camino hecho junto con los LMC parece que comenzó ayer. Parece que fue ayer cuando empecé este viaje con Marisa, la LMC a la que presentamos “con todo lo que somos”. Conocer a Marisa ha sido uno de los mayores tesoros que este camino me ha traído. Al igual que el Evangelio de este domingo, Jesús vino a repetirnos una y otra vez: “No tengan miedo.” Él nos conoce. Él conoce nuestros miedos más profundos, nuestras ansiedades, nuestros obstáculos y las heridas que tenemos que superar. Pero frente a todo esto nos repite: “No tengan miedo”. Y a menudo, tan a menudo, nos centramos en nuestra debilidad, en nuestros miedos y nuestra pequeñez. Tantas veces repetimos con palabras y con la vida: “Señor, soy tan pequeña, pecadora, débil e incapaz”. Y Él siempre nos repite: ” No tengan miedo”.
Así os pasa a vosotros. Así me pasa a mí y lo mismo le ocurre a Marisa. Muchas fueron las veces que en silencio, cada uno de nosotros se preguntó: “¿Yo? ¿Pero yo? Pero Dios, ¡¿con la cantidad de gente tan audaz y valiente me eliges a mí?! “Tantas veces hemos pensado que no somos capaces. Pero él no elige a los capacitados, sino que capacita a los escogidos. Es a nosotros, los frágiles y pecadores a quienes Dios da el Reino de los Cielos. Este fue el tesoro encontrado en los LMC y al que todos ustedes están invitados a seguir y descubrir en su vida: el Amor. Es este Amor que nos hace estar aquí. Es este Amor que nos hace ir. Y cuando nos atrevemos a seguir, compartir y vivir este amor, somos y experimentamos un poco del Reino que el Padre por tiene preparado en el cielo. Este camino es el que nos hace ir, y por eso estamos aquí.
Pero, yo no existo sola. Ninguno de nosotros existe en soledad. Marisa no existe por sí misma. Estamos juntos, como repito a menudo. Y este estar juntos es ir con ella, aunque sea a océanos de distancia. Es por haber experimentado y sentido este amor que Marisa responde a la llamada con un SÍ. Ella también se equivoca, como nosotros. También cae como nosotros. También tiene miedo, como nosotros. Pero escucha en su corazón a Jesús que le dice: “No tengan miedo” y confía diciéndole SÍ con su vida. Y nosotros vamos con ella, estamos con ella y somos misioneros con ella. La misión se hace con los pies de los que parten, las rodillas de los que rezan y las manos de los que ayudan. Haciéndolo así permanecemos juntos. Estando juntos experimentamos el amor de Dios.
Doy las gracias a toda la familia comboniana, presente a través de los Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús, las Misioneras Seculares Combonianas, las hermanas misioneras Combonianas y los Jóvenes en Misión, toda la comunidad y todos los que se unieron a ella, físicamente y espiritualmente, en este momento – hicieron de este momento una experiencia de Amor, un pedazo de cielo. Sintámonos provocados, como ella, a confiar en Dios respondiendo con un SÍ a su invitación Amor.
“Pensar en una persona que ama es rezar por ella”, dice Santa Teresa del Niño Jesús, por eso os invito a cada uno de ustedes a pensar en Marisa para que su misión sea rica y produzca mucho fruto.

¡No tengan miedo, permanecemos juntos!
Marisa LMC
Paula Sousa. Portugal