Laicos Misioneros Combonianos

Carta a los hermanos en situaciones de violencia y de guerra

Superiores MCCJ 2014Sábado, 22 de febrero de 2014
Algunos países africanos se encuentran víctimas de la violencia y de la guerra, sobre todo en Sudán del Sur y en la República Centroafricana. Nuestros hermanos que trabajan allí han decidido quedarse con la gente y compartir su vida. Una opción valiente que nos lleva a recordar cómo San Daniel Comboni continúa amando y haciendo causa común hoy con los más pobres y abandonados en África a través de nuestros hermanos. El mensaje que ajuntamos quiere ser un signo de agradecimiento, de aliento y de cariño de parte de la Dirección General y de los superiores de circunscripción de estos hermanos nuestros, para que puedan, a su vez, consolar a las personas con las que comparten sus vidas.

Misioneros Combonianos
Via Luigi Lilio, 80
Roma

Roma, 22 de Febrero de 2014

“Consolad, consolad a mi pueblo, dice el Señor”
(Is 40,1)

Queridos hermanos, hermanas y laicos misioneros combonianos
de Sudan del Sur y de la República Centroafricana,

Os saludamos en el nombre del Señor de la Misión.

Durante estas dos semanas de encuentro, oración y reflexión que nosotros, superiores de circunscripciones, hemos tenido con la dirección general de nuestro instituto, hemos seguido con preocupación la situación de violencia en curso en vuestros países. Nos negamos a la indiferencia y por eso les dirigimos estas palabras de comunión y de fraternidad.

Dolor y muerte siguen marcando, indeleblemente, el camino de la misión. El testimonio de presencia, de “estar con” de todos vosotros en esta realidad de violencia irracional e injustificada nos llevan a animaros a descubrir que San Daniel Comboni continúa a amar y a hacer causa común con los más pobres y abandonados del África de hoy a través de vuestra presencia. Vuestro testimonio torna su presencia viva y actual.

Somos igualmente conscientes de los intereses político/económicos que han llevado a una crisis profunda oponiendo los componentes de una sociedad multiétnica y multireligiosa. Se ha fragilizado así la convivencia pacífica y fraterna de largos años compartidos en un mismo territorio. La crisis humanitaria generada es sin precedentes. Sabemos igualmente que las puertas de muchas de nuestras parroquias y casas de formación han sido abiertas para acoger, acompañar y consolar a los miles de refugiados y desplazados. Es, sin duda, una faceta del ministerio misionero de la “consolación” de un pueblo en busca de paz. Comulgamos de vuestros riesgos y peligros, solidaridad y valentía.

Os recordamos las palabras que nuestro padre e inspirador ha escribido una semana antes de morir: “Que ocurra todo lo que Dios quiera. Dios no abandona nunca a quienes en El confían. El es el protector de la inocencia y el vindicador de la justicia. Soy feliz en la cruz, que, llevada de buena gana por amor de Dios, genera el triunfo y la vida eterna” (Escritos 7246). Y sus palabras en el lecho de muerte: “Ánimo para el presente, pero sobre todo para el futuro.”

Rezamos para que cese todo tipo de violencia y violación de los derechos humanos; para que la paz, la justicia y la reconciliación rompan el horizonte de lo “humanamente imposible” y encuentren un lugar en el corazón de los hombres y mujeres de buena voluntad en vuestros países.

Os abrazamos con ternura y cariño y os tenemos presentes en nuestras oraciones y en nuestros corazones. San Daniel Comboni cuide de cada uno de vosotros y de las personas que os han sido confiadas.

Superior general y su consejo
Superiores Provinciales/Delegados
Dirección General de los Misioneros Combonianos

La importancia de la Tierra

La tierra es fundamental para la vida de las personas en esta región, ya que sobreviven fundamentalmente de lo que producen en la machamba (la granja, o la tierra donde cultivan sus cosechas). Tristemente, los megaproyectos vienen llegando reclamando grandes extensiones de tierra que pertenecen a la población. Digo “pertenecen a la población “, ya que en Mozambique, de conformidad con la Constitución, la tierra es de la República, en beneficio del pueblo, y es por esto que la tierra que pertenece al estado no se puede vender o ser propiedad de una persona o institución particular. Estos megaproyectos pueden obtener un certificado con la aprobación y el derecho a usar esta tierra por un período de tiempo determinado (DUAT).

A pesar de la posibilidad de esta documentación, el derecho tradicional también se considera válido, en el que cada nacional que hace uso de una superficie determinada por más de 10 años tiene derecho a utilizar la tierra y con la aprobación garantizada en cuanto a su uso. Se da la circunstancia de que con la falta de conocimiento, la mayor parte de la población se han retirado a sus respectivos lugares y las zonas en las que normalmente cultivaban, por las empresas extranjeras que llegan – la mayoría de las veces con el apoyo del gobierno o de la autoridad local.

Por no saber este derecho de los suyos a la zona, y de ver que quien llega tiene “papeles” que le reconoce el derecho de esta tierra a esa persona en particular, muchas veces la población simplemente abandona la zona y se quedan sin formas de cómo reaccionar y sin un lugar para trabajar su sustento. Es por eso, que en los últimos años, la Diócesis de Nacala, a través de la Comisión de Justicia y Paz, ha desarrollado una labor de concienciación de la población acerca de la Ley de la Tierra de 1997. A pesar de la antigüedad de la ley, se sabe muy poco y no se divulga al respecto, ya que no hay ningún interés de que la población de los agricultores conozcan sus derechos. Además de eso, la Diócesis también da apoyo en la obtención de la DUAT a la comunidad de los “regulados ” (forma de organización social de las comunidades, donde hay una autoridad local, a saber, el Régulo, considerado por la comunidad como la autoridad tradicional que tiene la responsabilidad en esa área). Este último domingo, estuvimos en una comunidad más para presentar y explicar a la población sus derechos sobre la tierra, con la presencia de un abogado de Mozambiqueño para acompañar los procesos, para explicar la forma en que se obtiene el documento, como una garantía importante por el derecho tradicional que ya tienen a la tierra.

El interés es enorme. Parece como si las poblaciones están cada vez más y más preocupadas con las situaciones que están pasando. Había cerca de 190 personas presentes, entre ellas cristianos, musulmanes y de las religiones tradicionales. Después de todo, estas reuniones son para toda la población, ya que todos tienen derecho a la tierra. Y así, en esa comunidad se les dieron los primeros pasos con los que seguir adelante con el proceso. Vamos a orar por todas las personas que sufren de la falta de tierra para su sustento, también en la realidad de nuestro Brasil, y por aquellos que experimentan lo mismo en tantos otros países. E sigamos trabajando para que la tierra pueda ser utilizada en beneficio del pueblo, y no sólo para los intereses particulares de unos pocos. ¡Estamos juntos, unidos en la oración y en la misión! ¡Un gran abrazo desde Mozambique!

Por Flávio Schmidt LMC Brasileño en Mozambique

Asamblea LMC en Portugal

Es hora de (re)lanzar desafíos y de respirar profundo

El pasado fin de semana realizamos nuestra segunda Asamblea Nacional. Nos encontramos en nuestra querida casa de Coímbra y aprovechamos este tiempo para mirar y reflexionar sobre el presente y sobre todo el futuro.

Con la gracia de Dios, llegamos al final de la revisión de nuestro directorio (que esperamos sea aprobado en breve) y, ante la realidad de nuestras comunidades de vida, trazamos directrices para el futuro teniendo en cuenta los retos planteados en la Asamblea LMC International de diciembre del 2012 en  Maia.

Quisimos, como es habitual, vivir esta Asamblea con la presencia de las personas que están en formación. Así que con ellos, compartimos los  momentos de oración, comida y ocio, viviendo estos momentos a la luz de la Exhortación Apostólica “La alegría del Evangelio”. Por tanto, fue con esta alegría y con la ayuda del P. Silverio Malta (MCCJ) que, estando en Asamblea, permanecimos en comunión con los candidatos en formación y con toda la familia comboniana.

En nuestras oraciones, la “Alegría del Evangelio” fue leída y rezada a la luz de la alegría, el sufrimiento y la esperanza de los LMC en misión y de los pueblos a las que somos enviados.

De hecho, la creciente violencia en la República Centroafricana y la inestabilidad política en Mozambique nos deja inquietos, en sufrimiento y en comunión con los LMC allí presentes y con estos pueblos víctimas de estas situaciones, pero, es también por esta cruz que encontramos la fuerza para nuestro caminar en la fe y la esperanza de Aquel que ha vencido la muerte y el dolor.

por Susana Vilas Boas

Desde el silencio

Retreat Centre

Maggie y yo hace poco que nos hemos tomado un tiempo para hacer un retiro de 10 días en silencio en el centro de retiros Galilea, que está junto a un lago en un cráter volcánico en las tierras altas de Etiopia. Maggie y yo no solo estuvimos en silencio con el resto de personas,  sino que nos colocaron en cuartos situados en lugares  opuestos, de modo que también estuvimos en silencio entre nosotros. Fue mi primer retiro “dirigido” de tanta duración y solo podía romper el silencio una vez al día durante 30 minutos, en el encuentro diario con mi director espiritual que me ayudaba a dirigir mi oración.

El primer día, mi director espiritual, Fr. Wolde Meskel, un sacerdote etíope, me pregunto por mis expectativas ante el retiro y le respondí algunas cosas relacionadas con mi deseo de estar mar próximo a Jesús. Después el me pilló desprevenido y me dijo que dejara de lado durante el resto del retiro todos los libros de espiritualidad que llevaba conmigo. ¿Qué? ¿Ni siquiera echarles un vistazo? El me aseguró que aunque los libros estuvieses llenos de buenas ideas, éstas me ocuparían de un modo cerebral, leyendo sobre Dios, y esto no es lo mismo que conocer a Dios experimentándole durante mi trabajo en el retiro. En su lugar, Fr Wolde, me dio unos cortos textos bíblicos para que pudiera simplemente sentarme en silencio con Dios.

Salí de la reunión preguntándome como podría sentarme durante 10 días en silencio son solo unas pocas palabras de la Biblia. Durante dos días estuve inquieto y di algunos golpes al aire de mi silencio. Supongo que tenía algunas ideas preconcebidas de cómo debía transcurrir mi tiempo con Dios, yo dictaba los términos. Me di cuenta de lo mucho que necesito sentirme eficaz incluso cuando estoy rezando.  No fue hasta el tercer día en que fui capaz de dejar mis planes de lado y rendirme. Y así comenzó mi retiro de verdad.

¿Qué fue lo que hice? Prácticamente nada.  Mis días de silencio transcurrieron siguiendo una rutina de meditaciones de una hora durante el día basadas en unos pocos versículos de la biblia cada vez, las bienaventuranzas del evangelio de Mateo consumieron la mayoría de la semana. Me di cuenta de que no me sentía cómodo en el silencio. Pertenezco a la cultura del loco ritmo de trabajo de nuestra sociedad moderna, estoy acostumbrado al ruido, a los estímulos sensoriales y la distracción, y con este bagaje es muy difícil oír la voz de Dios en el susurro. Me da miedo estar solo porque me lleva a cuestionarme si realmente si realmente amo y acepto a la persona con la que paso todo mi tiempo. Me lleva a confrontarme con mi debilidad y mi pasado y me siento expuesto a Dios de tal modo que no puedo esconder mis mayores faltas y mi poca fe.

En los primeros días tuve que luchar con mi necesidad de ser más productivo y eficiente, pero después esa necesidad desapareció. A los pocos días saboreaba cada momento de soledad. En realidad lo que hice fue simplemente estar con Jesús, para aprender de su vida en esos pocos versículos, ponderar su personalidad, contemplar su relación con el pueblo, disfrutar de sus palabras, percibir su forma de amar. Al contemplarle y dejar mis preocupaciones de lado fui capaz de entrar en ese lugar dentro de mi donde Dios reside y en el que me invita a seguirle, a estar y a ser con El.

Lo que sucedió durante el retiro fue un indicador del cambio que se está gestando en mi durante estos últimos años. El silencio le está transformando despacio. Cada vez lo aprecio más porque  que quiero a Jesús cerca y sin filtros. En silencio le encuentro revelándose a mí. Vivir aquí en Etiopía es ajetreado y la mayoría de mis días son tan exigentes como mi vida en Toronto. Pero  lentamente me estoy convirtiendo en un ermitaño, justo en medio del mundo. Aún estoy volcado en sacar adelante el trabajo frenético de cada día, pero valoro los momentos en que sigo la voz de Dios y me siento con El en su esplendor, incluso aunque sea por un momento.

Mark

Maggie, Mark y Emebet Banga, Laicos Misioneros Combonianos, Awassa, Etiopia