Laicos Misioneros Combonianos

Voz desde la misión

Recibimos con alegría, un testimonio de la Misión de la misionera secular comboniana Palmira Pinheiro que se encuentra actualmente en la República Centroafricana junto con la LMC Élia Gomes. Aquí les dejamos el testimonio de las alegrías y fatigas de esta misión en el corazón de África.

VOZ DESDE LA MISIÓN

Aunque hoy no es Samedi (sábado), ¡Samedi llegó! Como siempre fuera de hora, cuando ya he cerrado la puerta del dispensario y con ganas de descansar un poco, pues el cansancio ya se siente. Sin embargo, aunque me pongo a refunfuñar con su madre, porque no viene en horas, su sonrisa, sus ojitos brillantes como dos estrellas, sus bracitos extendidos hacia mí, me hacen dejar a un lado por completo mi mal humor. Todos son “mis queridos”, pero Samedi tiene un lugar especial en mi corazón. ¡Él fue uno de mis primeros casos de éxito! Era un niño destinado a morir, pero ¡la Vida ganó!

Palmira

En la segunda semana de mi llegada, un cierto día, cuando tenía que cerrar la puerta del dispensario, aparece una mujer, para más señales pigmea, que me dio la impresión de tener algo de retraso, y que sostenía en sus brazos a un niño pequeño que la según la explicación de alguien que la acompañaba sería prematuro, recién nacido y que la madre no tenía leche para darle de comer. Pesé al bebé, que realmente no alcanzan los 2 kilos porque los pigmeos son pequeños, pero que ya tenía un “tiempo”. Lo que él realmente tenía era hambre, ya que la madre, que parecía deprimida, aunque con unos enormes pechos, no estaba motivada para dar de mamar, por lo que las glándulas mamarias necesitan ser estimuladas por la succión del bebé para producir “el jugo de la vida”.

La dejamos permanecer en el Centro de Rehabilitación alrededor de un mes y medio en el tratamos de alimentar a la madre e incentivarla a dar de mamar al niño, lo que fue tarea difícil, porque no siempre podíamos estar presentes y, cuando íbamos la encontrábamos tendida en la veranda del Centro dormida con su enorme pecho extendido, con el niño tumbado también al lado, pero, como es lógico, sin la capacidad de tomar el pecho y mamar. Utilizamos como estrategia, otra madre también pigmea, que estaba acompañando a su pequeñito desnutrido, Jean Pierre, otro de mis favoritos, a quienes confiamos el enseñarle y animarle a amamantar el niño. Y así se fue superando la fase más crítica, en la que, para empeorar las cosas fueron apareciendo algunas enfermedades (malaria, la neumonía, la diarrea, etc.) a la que respondimos con la medicación adecuada. Hasta que un día la madre decidió marcharse sin decir nada y entonces perdimos la esperanza y pensamos que iba a morir, ¡no va a tener oportunidad! Pero para nuestra sorpresa, ella apareció, dos semanas más tarde con el niño muy enfermo de neumonía, tremendamente debilitado y dudamos de poder salvarla. Pero permaneció aquí unos días, y comenzamos el tratamiento, alimentando a la madre para que ella a su vez alimentara al hijo, pero cuando todo comenzaba a ir bien deja el tratamiento y vuelve al “Campamento”. Y así continuó apareciendo cuando el niño estaba en las últimas y nosotros continuábamos diciendo: ¡De esta vez no pasará! Pero la “VIDA” es más fuerte que la muerte y ¡Samedi ganó! Ahora tiene 9 meses, sigue siendo pequeño (como todo pigmeo), pero ya pesa 8 kilos. ¡Qué bueno! Cuando me acerco a él, salta de alegría, sonriendo y abriendo sus bracitos para venir a mi regazo.

PalmiraLo aprieto contra mi pecho como a un hijo amado a quien siento que he ayudado a vivir. Él juega, ríe y se divierte. ¡Es un niño feliz! Sin dejar de tener sus crisis de paludismo, diarrea, bronquitis, etc., pero al menos la madre tiene consciencia de traerlo cuando está mal, porque además de la medicación, lleve siempre una bolsa llena de comida para dos.

Creo que para mí y para Dios: “Aunque, no haya hecho nada más, ya valió la pena venir a Mongoumba para ver este niño sonreír después de estar destinado a morir”

Un abrazo a tod@s.

Palmira Pinheiro (MSC)

La Pascua en Etiopía

El camino de la Semana Santa aquí, en Etiopía, requiere descalzarse y sentir el pedregoso suelo bajo los pies. Los etíopes no celebran la Pascua como algo meramente intelectual; en vez de eso necesitan sentirla físicamente. Por eso manifiestan el camino espiritual de la Semana Santa con expresiones tangibles, que son al mismo tiempo profundas aunque sencillas: La alegría al agitar las palmas para recibir al Rey que llega sobre un burro de verdad, los 10 kilómetros de recorrido de las estaciones del Vía Crucis bajo un sol abrasador, en los que suben literalmente al monte del Calvario, representaciones teatrales vivas para complementar las liturgias, cuatro horas seguidas de postraciones y oraciones en el Viernes Santo para sentir la Pasión con el propio cuerpo. Sin embargo, la expresión de la fe está marcada por una humilde sencillez – procesiones por el barro junto a los rebaños de ganado, cruces sin adornos hechos con dos pedazos de madera unidas por un clavo, los bautizos del Domingo de Pascua con un balde de plástico en una capilla hecha con paredes de barro. Todo es hermoso y lleno de sentido, de la misma forma que la pasión de Jesús, para ser completamente redentora necesita también ser física.

La procesión del Domingo de Ramos:

Ethiopia palm sunday

El Vía Crucis del Viernes Santo:

Ethiopia - Good Friday1 good friday1

La Vigilia Pascual y el Domingo de resurrección:

Vigil and easter sunday   Mark & Maggie Banga

Laicos Misioneros Combonianos en Awassa, Etiopía

Primeros meses en Etiopía

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Madzia-AdisA principios de enero llegué a Etiopía, para comenzar mi misión. Voy a trabajar como fisioterapeuta en el Centro de Salud de Bushullo, cerca de Awassa (en la parte sur de Etiopía). ¡Uniéndome allí a Maggie & Mark con sus hijos!
amaricPero ahora los primeros meses estoy en Addis Abeba (en la comunidad de MCCJ) en la formación lingüística – tratando de aprender amárico. Es la segunda lengua semítica más hablada en el mundo, después del árabe. Los gráficos del sistema de escritura amárico se llaman fidel. Cada carácter representa una secuencia “consonante + vocal” y ¡hay más de 230 de ellos! Ahora es una gran alegría para mí poder leer algo (¡por fin!). Así que donde quiera que voy trato de descifrar los textos que me rodean – en los autobuses, en los edificios… 😉

Después de la escuela por lo general paso algo de tiempo en el servicio voluntario, utilizando mis habilidades de fisioterapia y al mismo tiempo mejorando el amárico través de la comunicación con los pacientes 🙂 . La gente aquí es muy amable conmigo, lo que me ayuda mucho en todo, siempre sonriente y saludando. ¡Realmente lo disfruto mucho! Y también me enseñan su cultura – como por ejemplo invitándome para las ceremonias del café o de enjera. También tuve la oportunidad de estar aquí para Timkat – una de las mayores fiestas de la Iglesia Ortodoxa Etíope, donde celebran la Epifanía y el Bautismo de Jesús. Para mí es muy interesante experimentar la variedad de iglesias que hay aquí – la católica es sólo el 1%, la mayor es la iglesia ortodoxa, a continuación, protestantes y musulmanes. Pero la religión parece formar parte muy importante de la vida, incluso en el lenguaje todas la expresiones más comunes incluye a Dios – como por ejemplo la respuesta al saludo es “Estoy bien, gracias a Dios”.

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Así que poco a poco estoy conociendo este lugar, esta gente, esta cultura, esta lengua. ¡Y día a día estoy más feliz de que Dios me haya enviado aquí!
Madzia Plekan. LMC en Etiopía

Llamados a vivir y ser comunidad

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Durante el fin de semana 21 y 22 de febrero, los Laicos Misioneros Combonianos se reunieron en Viseu para el sexto encuentro de formación sobre el tema: “Comunidad: Retos y Oportunidades” orientado por la comunidad de vida de Oporto. La reunión se celebró en el Monasterio de Santa Beatriz da Silva, quienes muy amablemente nos acogieron en su casa y les estamos muy agradecidos.

A lo largo de este encuentro tuvimos la oportunidad de reflexionar y entender en profundidad la vida comunitaria. La comunidad aparece al principio de la Biblia, cuando Dios dice: “No es bueno que el hombre esté solo” (Génesis 2, 20). Así, de hecho, somos llamados a lo largo de nuestra vida a vivir y a ser comunidad. Como dijo Susana: “El mundo es nuestra estructura. Las personas son nuestro hogar. Sin este mundo no podemos tener otro. Sin las personas el ser humano no vive”. De esta manera, debe ser con las personas y para las personas que debe existir la comunidad.

 “Tenemos que ser partes de un mismo cuerpo”

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La comunidad está en todas partes, en los más diversos ámbitos de nuestra vida: la escuela, el trabajo, la familia, los amigos, la iglesia, la catequesis y la misión. Pero sólo hablamos plenamente de comunidad si aceptamos a Jesucristo como miembro de nuestra comunidad, como el hermano que nos ama tanto que murió en la cruz con el peso de nuestros pecados. Jesús nos ama y forma parte de nuestra comunidad y junto con el Padre y el Espíritu Santo son el centro, el corazón de cualquier comunidad. Al igual que ellos debemos ser una sola voz, ser una sola alma debemos ser partes de un mismo cuerpo. Este es el verdadero desafío de ser comunidad. Esto se debe a que todos somos diferentes en nuestros defectos y cualidades. Y Dios nos llama individualmente por nuestro nombre. Dios llama los diferentes, los pecadores. Dios nos llama a nosotros. Y somos nosotros, con todo lo que nos caracteriza, los que formamos comunidad.

 “Tenemos que ser partes de un mismo cuerpo”

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Y la pregunta que tantas veces nos hacemos es: ¿funcionará la comunidad a pesar de las diferencias entre las personas? Sí, no es fácil, pero es definitivamente posible. Funciona si conocemos nuestro centro, si somos sinceros el uno con el otro, si usamos los dones de cada uno al servicio en las cosas donde somos mejores. Funciona si tenemos la humildad de compartir tareas. Pero no es para dividirnos sino para unirnos. De esta manera la comunidad pasa por la fe en el otro. La comunidad es una cuestión de amor en la que hay un solo corazón, una sola alma y una sola voz. Deja de ser un yo para ser un nosotros. Donde todo es puesto en común.

 “La comunidad es amor”

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La comunidad es, sin duda, el amor. El amor que viene de Dios, que nace de Aquel que nos ama primero de una manera abrumadora. Es este amor que mueve el mundo al que estamos llamados a ser para nuestros hermanos. Y como S Juan Pablo II afirmó: “El amor es un acto de voluntad”.

Por eso parte de cada uno de nosotros el perdonar, disculpar, querer amar a los demás, elegir amarlos a pesar de todos sus defectos y errores, que yo también tengo, y amarnos con nuestras diferencias y nuestras debilidades.

 Por: Paula Sousa