Laicos Misioneros Combonianos

¿Qué es la misión, si no es conectar a la gente?

LMC Kenia

Aquí estamos, LMC de Kenia, en la reciente fiesta de los Amigos de Comboni en Utawala, el día de la Ascensión, para despertar el entusiasmo de la gente sobre el trabajo misionero, sobre lo que significa ser LMC, ya sea en Nairobi, o en West Pokot, o donde quiera que estemos. Construir puentes entre nuestra misión en Kitelakapel y esta parroquia comboniana dentro de Nairobi, y todos los Amigos de Comboni allí reunidos.

A medida que seguimos llegando a nuevas parroquias con nuestras animaciones misioneras, cada vez más gente nos conoce, abraza nuestra causa, se implica, nos apoya espiritual y económicamente y, lo que es más importante, aumenta nuestro número. Ahora somos tantos que estamos buscando un nuevo lugar para nuestras reuniones mensuales, pues ya no cabemos en la casa de huéspedes que hemos estado utilizando hasta ahora.

La misión es una pasión, que puede impulsar a cada uno de nosotros a contribuir a su manera: a los que están en el campo, en el extranjero o haciendo servicio en el lugar donde viven, a los que apoyan económicamente cerca y lejos, a los que dedican su tiempo y servicio a recaudar fondos, a dar a conocer nuestro trabajo y carisma, a construir relaciones, a involucrar a nuevos miembros y formarlos, a conectar con las otras ramas del LMC y permanecer unidos.

Y mientras agradecemos a la familia comboniana por involucrarnos en este ejercicio, queremos enviar un mensaje de ánimo a todo el LMC: ¡no perdamos la esperanza y sigamos llegando a nuevos lugares, física y virtualmente (¡medios sociales!) con nuestra animación misionera! La única herramienta para que sigamos creciendo, en número y en fuerza, para que no se desperdicie el buen trabajo que estamos haciendo en todas partes del mundo, y especialmente en las comunidades internacionales donde tanta falta nos hacen más misioneros.

¡¡¡Que el Espíritu nos dé ese ánimo!!!

LMC Kenia

Durante el periodo de Pascua en Mozambique

La Palabra
La Palabra

Aquí estamos, dándoos algunas noticias después de un tiempo….

Este periodo ha estado muy lleno de experiencias y de belleza, hecho de encuentros sencillos e inesperados, pero al mismo tiempo siempre enriquecedores para nuestras vidas.

En este último mes, hemos participado en ordenaciones sacerdotales, hemos visitado y compartido momentos con los hermanos del noviciado comboniano, hemos participado en bautizos y comuniones en una comunidad aquí cerca de Carapira junto con nuestros padres combonianos, hemos cenado en casa de una familia aquí en el pueblo, etc… diría que hemos experimentado la esencialidad del compartir y de la vida misma.

Cuánto nos gustaría encontrar la manera de llevarles todas las emociones y la belleza, que el pueblo Macúa siembra cada día en nuestros corazones. Cada día es siempre un buen motivo para sonreír, vivir con ternura y encontrar todas las excusas posibles para encontrarnos y estar juntos.

Qué agradecidos nos sentimos a la vida por este regalo que hemos recibido y que nos gustaría devolveros. Cada día que pasa, sentimos que vivimos aquí desde siempre y que no estamos en tierra extranjera, sino que nos sentimos como en casa.

Os dejamos con esta imagen que es la Palabra, fuente esencial en nuestra Vida, para dirigir siempre nuestros pasos.

Un fuerte abrazo a cada uno de ustedes y gracias por caminar con nosotros y estar siempre a nuestro lado.

Feliz Pentecostés

Ilaria, LMC

Encuentro con los adolescentes de Ipê Amarelo

LMC Brasil

Volver a mi tierra, a mi país, es maravilloso. Pero nada se compara con la alegría que sentí con los niños con los que trabajé en Ipê Amarelo.

Isabela, Larissa, Laisla y Erik son algunos de los adolescentes que ahora forman parte del coro de niños.

Después de 2 años y 4 meses en Mozambique, volví a Ipê Amarelo y recibí una bienvenida que no esperaba.

El gran abrazo y el «cuánto os he echado de menos» que escuché de cada uno de ellos fue el momento más emotivo que he sentido nunca. Para mí, esta es la mejor recompensa del misionero.

Después de reunirnos en la iglesia, a petición de ellos organizamos un momento para recordar lo que habíamos vivido y para que cada uno de ellos compartiera lo que había vivido después de partir. Trabajar, estudiar y desahogarse.

Fue un momento muy agradable, charlamos y cada uno habló de sus expectativas para el futuro.

Tito y yo compartimos con ellos un poco de nuestra experiencia en Mozambique.

Tomamos un tentempié y terminamos la reunión viendo fotos de actuaciones, teatros y los primeros ensayos del coro hace años. Nos reímos mucho. Fue maravilloso.

Estoy agradecida a ellos y aún más a Dios por haberme permitido vivir una experiencia tan bonita.

Regimar. LMC

La verdadera resurrección pascual

LMC Mozambique

Con alegría y gratitud, les escribimos con noticias directamente desde Mozambique. Nuestro primer mes pasó muy rápido, intenso y profundo. Desde el principio, fuimos recibidos con gran entusiasmo, por la gente de esta tierra que todavía sufre la injusticia y no tiene muchas esperanzas para el futuro. El pueblo Macua, realmente tiene un corazón grande y generoso, a pesar del sufrimiento en sus ojos.

 En este primer tiempo, donde todavía estamos tratando de entender dónde estamos, tuvimos un gran regalo, el de compartir con ellos, los cuatro días más importantes del tiempo de Pascua, desde el Jueves Santo hasta la Pascua de Resurrección. Salimos de casa el jueves por la mañana temprano y hasta el domingo de Pascua por la tarde, vivimos en el pueblo en estrecho contacto con ellos. Nos llevamos algunas cosas, lo imprescindible para pasar esos días. Evidentemente, en estas comunidades nos recibieron con los brazos abiertos; y vivir en la aldea con ellos significaba no tener agua, ni luz, dormir en el suelo con escorpiones, murciélagos, etc… sin todas las comodidades que ahora en Occidente damos por sentadas.

 Para nosotros fueron cuatro días de verdadera esencialidad, de puro amor que nos permitieron amar aún más su historia y cuestionarnos sobre nuestra forma de estar cerca de los demás, sobre la importancia del estilo con el que estar en misión. ¡Cuánta riqueza recibimos, cuánto aprendimos de ellos una vez más, a vivir lo esencial en profundidad y riqueza que el Señor nos sigue regalando cada día! A partir de ahora, nuestras vidas están siendo moldeadas con una nueva forma, la que nuestros hermanos/hermanas nos enseñan cada día. Nuestras vidas están experimentando realmente una Resurrección Pascual, gracias a ellos y gracias a lo que el Señor nos enseña cada día gracias a su Palabra que es Vida y vivificante para hacer camino en su Voluntad (y no en lo que nosotros en cambio buscamos para satisfacernos, para dar respuestas a nuestro sentido de estar aquí ejecutando sólo proyectos). Para nosotros, incluso antes de venir, estaba muy claro que la belleza de la vida y de ser misión es precisamente compartir todo nuestro ser con ellos, en el mismo plano con ellos. Creo que este punto es fundamental para nosotros, y sobre todo es una forma de vida que cada uno de nosotros puede sentir en su interior, pero hace falta mucho valor para vivirla en la sencillez y en el amor al otro. Estamos firmemente convencidos de que el mayor testimonio que podemos dar es precisamente el camino y la actitud cristiana, no las palabras… en cambio, muchas veces nos perdemos en esto sin un verdadero testimonio de lo que somos, pero sobre todo de a Quién amamos.

Sentimos que esta presencia nuestra aquí está realmente acompañada por la presencia del Señor. Realmente hemos echado de menos volver a abrazar la pobreza, la esencialidad y el compartir total con los más solos y abandonados. Es un gran don vivir la misión porque es Vida, es alegría, es coraje, es salir de uno mismo para darse totalmente al Otro.

Por esta riqueza que estamos recibiendo en nuestras vidas, queremos agradecer a todas las personas que nos están apoyando, que nos están acompañando con la oración y con su estar cerca de nosotros, porque ésta también es una Iglesia en salida, donde el problema de una persona se convierte en el problema de una comunidad. Creemos firmemente en este sueño de vida, que el Señor ha puesto en nuestros corazones, y confiamos siempre en Él, que conoce mejor que nosotros el camino y la forma de construir una nueva manera diferente de estar en misión. Y recordemos siempre que: «si existo es porque el otro me hace existir» y este debe ser un punto fundamental sobre el cual construir puentes y no muros.

Os abrazamos con mucha estima, gratitud, afecto, y esperamos de verdad que toda nuestra alegría pueda llegar hasta vosotros para construir juntos algo diferente, donde también vosotros estéis en comunión con nosotros en este camino de la vida. Seguimos rezando por todos vosotros y llevándoos en cada uno de nuestros pasos, buscando siempre el Rostro de Dios; nosotros también contamos con vuestras oraciones. Hasta la próxima…

Con afecto Ilaria y Federica