Kenia da una calurosa bienvenida a Iza de Polonia, que llegó el 6 de mayo para comenzar su misión aquí en Kenia. Su llegada es un momento significativo, y fue recibida con entusiasmo por un grupo de Laicos Misioneros Combonianos de Kenia que fueron al aeropuerto a darle la bienvenida. El ambiente estaba lleno de expectación y de saludos cordiales.
Cuando Iza salió, fue recibida con sonrisas y cálidos abrazos. Estamos muy contentos de tener a Iza con nosotros. Estamos deseando apoyarla en su misión”. Iza expresó su gratitud: «Estoy muy agradecida de estar aquí y ansiosa por empezar a trabajar con la comunidad».
A veces, en el hospital, los días transcurren inmersos en la cotidianidad, en el trabajo rutinario. En muchas ocasiones, resulta difícil romper la monotonía. Aunque tratamos con personas distintas, se repiten los mismos momentos: el llanto, la desorientación, la espera agotadora antes de una despedida que no queremos que llegue, un diagnóstico que nos detiene la vida, una soledad no deseada, dolores persistentes y crónicos…
En medio de todo este sufrimiento, y en el contexto del tiempo pascual que estamos celebrando, me pregunto una y otra vez: ¿Dónde estás, Señor? ¿Cómo verte y descubrirte resucitado? ¿Qué signos de Vida puedo encontrar en medio de tanto dolor?
Y entonces te veo. Te descubro en esas palabras llenas de ternura que piden permiso para asear a un paciente en la cama, para tomarle una analítica. Te reconozco en las manos que acarician con consuelo las mejillas de quien sufre, en los ojos de la persona postrada que, con una mirada y una sonrisa, nos da los buenos días. Estás en las manos siempre dispuestas a ayudar, en quienes, a pesar del ajetreo diario, encuentran tiempo para escuchar.
Sí, Señor, habitas en todas esas situaciones. Y es ahí donde te reconozco y te veo Resucitado, dando VIDA en medio de tantas experiencias de muerte que a veces nos toca vivir como sanitarios.
Seguimos transitando este tiempo pascual, descubriendo el paso del Señor resucitado que camina junto a nosotros. Hoy, Mª Carmen Tomás, LMC de Sevilla, nos comparte la historia de vida de JJ, una verdadera historia de Pascua y resurrección.
Vivimos en un mundo en el que las personas migrantes solo encuentran barreras físicas, políticas, relacionales… Nos cuesta mirar más allá de lo que vemos, de lo que creemos, de lo que juzgamos…
Hoy me gustaría compartir el proceso migratorio de JJ, un chico colombiano de 25 años. Tuvo que salir de su país y se vino a España, con las manos en los bolsillos, huyendo de situaciones de violencia, de miseria, rompiendo lazos con su familia de origen sin saber cuándo y cómo los podría recuperar.
Llegó a Madrid, y ahí “no tuvo suerte”, no encontró ninguna puerta, ventana o resquicio, y como había sido militar en su país, se fue a Ucrania, a unirse al ejército, buscando una solución desesperada. Pero la realidad de la guerra, la destrucción, el dolor que veía a su alrededor, le hizo tomar conciencia de estar arriesgando su vida y tuvo que salir de allí, pues la seguridad que le proporcionaba un alojamiento y un salario (que poder enviar a su familia) no compensaba.
Así llega a París, deshecho, y se encuentra con otros tres chicos (también latinoamericanos), que como él estaban viviendo en la calle, sin recursos, sin conocer el idioma…, y crean una nueva familia, de esas que unen más que la sangre. El invierno allí es muy duro, con temperaturas muy bajas, así que deciden venir a España, donde al menos conocían el idioma, y acaban llegando a mi ciudad, donde los inviernos son muy suaves, hace siete meses. Desde la entidad en la que trabajo, mis compañeros del proyecto de personas sin hogar los atienden en calle y los animan a acudir por la mañana a una cita en nuestra oficina. Y ahí poco a poco, con mucho esfuerzo y perseverancia por parte de mis compañeros se van consiguiendo pequeñas cositas, y sobre todo ellos va recuperando poco a poco la esperanza y la ilusión.
No os quiero cansar, pero desgraciadamente los recursos para personas sin hogar están bastante saturados, y no es fácil encontrar plaza para una persona, así que menos para un grupo de cuatro. El recurso no era el adecuado, pero les permitía tener una cena, cama y ducha. Se le pudo solicitar el empadronamiento en calle y la asistencia médica, que son la base para poder acceder a los recursos más básicos.
Allí otras personas, en su misma situación, les ayudaron a buscar trabajo en el campo, a pesar de lo difícil que es trabajar cuando estás en situación irregular administrativa. Y ellos no dudaban en levantarse a las 5 de la mañana para llegar a los puntos de recogida de trabajadores, como ya ocurría en los tiempos de Jesús…
La relación con los otros jornaleros, les ayudó también a ir sanando heridas, a recuperar su autoestima, … a sentir que la vida les empezaba a dar una oportunidad y a luchar por ella y no abandonar.
La campaña de frío acababa, y tenían que salir del recurso. Durante todo ese tiempo se había trabajado con ellos, acompañándolos en sus procesos. JJ empezaba a tener una vida más regulada, trabajando, pero sin posibilidad de pagar la fianza para meterse en una habitación… Se le ayudó pagándole un mes de alquiler, dándole la oportunidad de ahorrar durante ese mes y así poder continuar en la habitación. Y lo consiguió.
Ahora lleva ya tres meses autónomo, sigue trabajando en el campo, tiene su habitación de alquiler, ha recuperado el contacto con su familia, mantiene su amistad con sus compañeros, de los que uno volvió a su país, pero los otros dos también están bien. Y sigue viniendo a ver a mi compañero, para contarle como está, como le van las cosas….
Esta mañana me acerqué a su mesa y le pedí si me podía contar alguna historia de esperanza y de resurrección que compartir con vosotros, y me dijo, pues mira, te voy a contar la historia de JJ, que acaba de salir ahora mismo de aquí….
“¡La paz sea con todos ustedes! Este fue el primer saludo de Jesús resucitado. El buen pastor que ha dado la vida por el pueblo de Dios”.
Así ha comenzado el nuevo Papa León XIV su primer saludo al ser elegido.
Misionero Agustino, hijo de migrantes, estadounidense de nacimiento y peruano de adopción, que por doce años ejerció como prior general de los agustinos y que ha estado de misionero en Perú por 18 años.
En estos días se hablará mucho de su pasado, intentarán averiguar su estilo, sus inclinaciones, se debatirá sobre si es más conservador o progresista…
Por sus frutos lo conoceréis (Mt 7,16)
Rezamos por él y por su nueva misión, tan importante para toda la iglesia y para todo el mundo.
Pero no solo queremos acompañarle con nuestra oración sino hacernos corresponsables. La Iglesia ha estado en oración para que el Espíritu Santo nos acompañe en esto momentos y nos ayude a caminar siguiendo los pasos de Jesús y ayudando en las necesidades del mundo.
Esta no es solo tarea del papa, sino de todos y cada uno de nosotros cristianos. Somos nosotros y nosotras las que estamos llamados a ser fieles al Evangelio. Si queremos una Iglesia cercana a los que sufren, de vida sencilla, de esperanza profunda que pueda transmitir la paz que el Señor resucitado quiere para todos, … Si queremos que sea una mano amiga que consuela y ayuda en los momentos difíciles, la compañera incansable que alienta en la lucha por un mundo más justo y humano para todos, que cree puentes para que la guerra o la violencia no sea nunca la solución a los conflictos, que ayude a entender la riqueza del que es diferente y ahuyente el miedo a lo desconocido o al que viene de otro país, de otra cultura o que profesa otra fe. Si buscamos un mundo sin tantas desigualdades donde sepamos compartir las riquezas, más que suficientes para todos pero que muchas veces se acaparan por pocos y provocan dificultad en muchos… Si queremos cuidar la tierra, nuestra casa común, que es préstamo de las futuras generaciones y que sea un lugar donde disfrutar de las maravillas que Dios nos ha regalado…. Si queremos una Iglesia digna del mismísimo Espíritu Santo, nos toca a todos discernir la responsabilidad que tenemos. Nos toca a cada uno en lo personal dar un paso al frente. Nos toca como comunidad ayudarnos, confortarnos, cuestionarnos, fortalecernos y caminar porque juntos encontramos a Dios que se hace presente entre nosotros.
Rezamos por el nuevo papa y por cada uno de nosotros cristianos llamados a servir al mundo y a seguir las huellas de Jesús Resucitado que nos precede, que sigue abriendo caminos, acompañando y viviendo en las periferias, cercano a quien lo necesita y fiel hasta el último suspiro.
Primeras palabras de nuevo Papa León XIV
Os dejamos su primer mensaje traducido:
¡La paz sea con ustedes! Queridísimos hermanos y hermanas, este fue el primer saludo de Cristo resucitado, el buen pastor que dio su vida por el rebaño de Dios. Yo también quisiera que este saludo de paz entrara en los corazones de ustedes, llegara a sus familias y a todas las personas, dondequiera que estén; y a todos los pueblos y a toda la Tierra: la paz sea con ustedes.
Esta es la paz de Cristo resucitado, una paz desarmante, humilde y preservadora. Proviene de Dios. Dios, que nos ama a todos, sin límites ni condiciones. Mantengamos en nuestros oídos la voz débil, pero siempre valiente, del papa Francisco, que bendijo a Roma, el papa que bendijo a Roma y al mundo aquel día, en la mañana de Pascua.
Permítanme que continúe con esa misma bendición. Dios nos ama, a todos nosotros, el mal no prevalecerá. Todos estamos en las manos de Dios. Sin miedo, unidos, de la mano de Dios y entre nosotros, vamos a seguir adelante. Somos discípulos de Cristo, Cristo va delante de nosotros, y el mundo necesita su luz. La humanidad lo necesita como un puente para llegar a Dios y a su amor. Ayúdanos a construir puentes con el diálogo y el encuentro para que todos seamos un solo pueblo siempre en paz.
¡Gracias, papa Francisco!
Gracias a mis hermanos cardenales que me eligieron para ser el sucesor de Pedro y caminar junto a ustedes como una Iglesia unida buscando todos juntos la paz y la justicia, trabajando juntos como mujeres y hombres, fieles a Jesucristo sin miedo, anunciando a Cristo, para ser misioneros, fieles al Evangelio.
Soy hijo de San Agustín, soy agustino. Él dijo: “Con ustedes soy cristiano, para vosotros obispo”. Que caminemos todos juntos hacia esa patria que Dios nos ha preparado.
A la Iglesia de Roma, un saludo especial: tenemos que buscar juntos cómo ser una Iglesia misionera, tendiendo puentes, dialogando, siempre abierta a recibir con los brazos abiertos a todos, como esta plaza, abierta a todos, a quien necesite de nuestra caridad, de nuestra presencia, del diálogo, del amor.
Y si me permiten también una palabra, un saludo, a todos aquellos, y en modo particular a mi querida diócesis de Chiclayo en el Perú, donde un pueblo fiel ha acompañado a su obispo, ha compartido su fe, y ha dado tanto tanto, para seguir siendo Iglesia fiel de Jesucristo.
A todos ustedes hermanos y hermanas de Roma, de Italia, de todo el mundo, queremos ser una Iglesia sinodal, caminando y buscando siempre la paz, la caridad, la cercanía, especialmente con quienes sufren.
Hoy es el día de la Súplica a la Virgen de Pompeya.
Nuestra bendita madre María siempre quiere caminar con nosotros, estar cerca de nosotros, siempre quiere ayudarnos con su intercesión y su amor. Por eso, recemos juntos por esta misión, por toda la Iglesia y por la paz en el mundo.
Pedimos esta gracia especial a María, nuestra madre.
Pues sí, a veces vemos a personas como nosotros y no nos podemos imaginar la vida que tienen detrás. En Cáritas atendemos a mucha gente, casi a “todos” los que llegan esperando soluciones inmediatas, comida, ayuda, consuelo, o lo que sea. Cuando vienen muchos corres el riesgo de no “ver” a la persona, sino al número, de no ver por dónde han pasado, ni lo que han vivido, sino “lo que piden”.
Se presentan historias de familias, de chicos que vienen solos, de mujeres con hijos…
Vienen a España heridos y con expectativas. Algunos por decisión y otros empujados por los conflictos que los echan de tierras, de casas y del abrazo de sus familias. Cuando escuchas historias que no te imaginas ni en una película, te das cuenta de lo grande que es el mundo y de la maldad humana, pero también de lo que necesitamos a Dios, y tener una mente y un corazón dispuestos.
En medio de ese acompañamiento, a veces en el desahogo se verbaliza estar “peleado con Dios”, “¡cómo un Dios bueno, ha permitido que yo haya sufrido tanto!”. “¿Dónde estaba Dios cuando he estado amenazado de muerte?” “¿Dónde estaba Dios cuando me han echado de mi casa y robado todo lo que tenía?”
Me ha pasado…por inspiración, estar en la oficina y se me ocurre invitar a una de estas personas heridas a participar de la Pascua en la parroquia. Un Triduo vivido en Comunidad. No dice que no, pero no estaba segura de que vendría. Tiene la valentía de hacerlo. Se sienta en el último banco de la iglesia, como queriendo ver pero de lejos, cerca de la puerta. Yo respeto la distancia, y el espacio, pero estoy atenta.
Jueves Santo. Se emociona y dice haber estado tranquila, después de seis años sin pisar una iglesia. Le ha gustado, ha sentido paz. Dice que sus problemas se han quedado por un momento en la puerta, se ha parado todo. Lleva meses medicándose para poder dormir, dice que ha respirado.
Viernes Santo. En la cruz se clavan todas las noticias que hablan de los Cristos que se siguen crucificando cada día. Y se responde a su famosa pregunta “¿Dónde está Dios?” y resulta que Dios está sufriendo al lado de cada persona, y lo que nos toca preguntar es ¿dónde están los hombres y mujeres de buena voluntad para acercar la caricia y el consuelo de Dios a los que están desesperados?”
Sale muy tocada de esta celebración, dice que ha sentido que lo que ha pasado en la iglesia “era verdad”… pero que necesita tiempo para digerir y entender. Necesita tanto tiempo, que no da el salto para participar del Sábado, de la fiesta de la Resurrección.
Me ha dado las gracias por invitarla, a través del móvil. Dice que duerme mejor, que se siente mejor. Quiero pensar que la puerta de la reconciliación se está abriendo, y en ese camino, en esa experiencia ojalá se encuentre pronto con el resucitado que no abandona nunca, que siempre sostiene, que nos ama con locura.
Este sitio web utiliza cookies para mejorar su experiencia. Si continúa navegando consideramos que acepta el uso de cookies, pero puede optar por lo contrario si lo desea.
This website uses cookies to improve your experience. If you continue to browse we consider you accept the use of cookies, but you can opt-out if you wish. Acepto Puede obtener más información - You may have more information here
Politica y privacidad de Cookies - Privacy & Cookies Policy
Privacy Overview
This website uses cookies to improve your experience while you navigate through the website. Out of these, the cookies that are categorized as necessary are stored on your browser as they are essential for the working of basic functionalities of the website. We also use third-party cookies that help us analyze and understand how you use this website. These cookies will be stored in your browser only with your consent. You also have the option to opt-out of these cookies. But opting out of some of these cookies may affect your browsing experience.
Necessary cookies are absolutely essential for the website to function properly. This category only includes cookies that ensures basic functionalities and security features of the website. These cookies do not store any personal information.
Any cookies that may not be particularly necessary for the website to function and is used specifically to collect user personal data via analytics, ads, other embedded contents are termed as non-necessary cookies. It is mandatory to procure user consent prior to running these cookies on your website.