Laicos Misioneros Combonianos

1ª sesión de Formación FEC – Voluntariado Misionero y Espiritualidad

Portugal

PortugalVoluntariado Misionero y Espiritualidad” fue el tema de la 1ª sesión de formación para voluntarios de la FEC (Fundación Fe y Cooperación), que se celebró los pasados ​​días 13 y 14 de enero de 2018 en la Casa de Salud del Telhal (Sintra). En ella participaron algunos LMC y candidatos. Aquí dejamos el testimonio de Ana Raposo, participante de esta formación de la FEC.
En el 1º encuentro de la FEC profundizamos sobre la temática “Alegría del Evangelio” que tiene como mentor al Papa Francisco. La alegría del Evangelio nos llama a una Iglesia en salida para cuidar de la casa común, una Iglesia que contempla el mundo en la alegría, el amor y la alabanza promoviendo así el bien común y el cuidar del prójimo. Nos habla de un buscarse a uno mismo, descubrir un “tú” que me hace un yo, tener como misión acoger la voluntad de Dios y llevar a Dios que ya está allí, encender la llama.

Esta alegría, ese amor, fue vivido este fin de semana, en la formación y en la homilía del domingo. El brillo y la alegría que imanaba el párroco y a los asistentes a pesar de sus limitaciones y del formador Juan Ambrosio que nos hizo ver con otra perspectiva mientras nos aclaraba algunas dudas.
Dios el amante, Jesús el amado, Espíritu Santo el amor.
Dios es Amor, Alegría.
Ana Raposo

Salida de la LMC Cristina Sousa para la RCA

LMC Portugal

LMC PortugalEsta tarde nuestra Cristina partió para la misión de Mongoumba, en la República Centroafricana, donde se unirá a la comunidad LMC presente allí (con nuestra María Augusta de Portugal, Anna de Polonia y Simone de Italia).
Como era de esperar, fue un momento de fuertes emociones, donde se mezclaban los problemas burocráticos del peso de las maletas con la agitación interior natural que provoca la despedida de familiares y amigos por un período de tiempo importante como son 2 años.
Al ver a Cristina despedirse y acercarse a las escaleras mecánicas que cortarían el contacto visual con nosotros, sentí claramente que las miradas se torcían y casi se abrazaban, como si quisiéramos permanecer juntos un poco más, pero las escaleras comenzaron a subir y Cristina partió.
En el camino a casa venía impresionado por la escena (como si no hubiera tenido otras veces la gracia de ser testigo de otras despedidas igualmente intensas) y pensaba en qué tipo de fuerza estaría en la cima de aquellas escaleras mecánicas para atraer a Cristina con más fuerza que nuestros deseos de permanecer juntos un poco más.
Mirando en mi interior creo que la respuesta no puede ser otra que Jesús.
Es Jesús quien, desde nuestra interior, nos llama a dejar todo y seguirlo… allá donde Él quiera.
Es Jesús quien quiere siempre dar la Buena Nueva especialmente a los pobres y que, al hacerlo con nosotros, nos desafía y envuelve en un encuentro cada vez más profundo con Él.
Esta decisión de partir puede parecer a algunos como egoísta. Pero no lo es.
Esta decisión viene de la escucha que pone de manifiesto un imperativo de conciencia que nos impulsa a hacer es lo que debemos hacer.
¡Es Él quien nos llama!

El dolor de la separación de nuestros familiares y amigos viene justamente a comprobar que no se trata de una decisión egoísta, sino altruista, mayor que nosotros.
En cuanto a nosotros, los que quedamos, a pesar de la nostalgia estamos felices porque vemos a aquellos que amamos vivir la vida en plenitud… llena de sentido.
Participaremos en esta misión de pleno derecho a través de la oración, la nostalgia y el apoyo que damos en la decisión (aunque a veces no lo comprendamos).
Agradezco desde el fondo del corazón el testimonio de Cristina y de su familia, así como a todos los LMC y familiares que van pasando por el aeropuerto demostrando con sus vidas que el Espíritu continúa soplando donde quiere e impactando nuestras pequeñas vidas tan ocupadas en el día a día.

Un fuerte abrazo a todos.
¡Hasta pronto Cristina!
LMC Pedro Moreira

Encuentro de Navidad: de la familia de Nazaret a la Familia LMC

LMC Portugal

LMC PortugalEn los pasados ​​días 16 y 17 de diciembre tuvo lugar, en Viseu, en casa de los Misioneros Combonianos el encuentro de Navidad de los LMC. El tema fue “De la familia de Nazaret a la familia LMC”. Participaron varios Laicos Misioneros Combonianos, así como los formandos. Un encuentro que quedó marcado por la alegría y el clima de ser familia: familia comboniana; y familia LMC. Una familia unida alrededor del mismo ideal -que es Cristo- y del mismo carisma comboniano.
Durante la mañana del sábado la LMC Sandra Fagundes hizo una presentación sobre San Daniel Comboni y el movimiento. A continuación, hicimos un juego en el que tuvimos la oportunidad de ir descubriendo más sobre la Familia Comboniana, sobre el sentido de la Navidad, sobre la Navidad en misión,… a medida que íbamos reflexionando y rezando sobre los diversos puntos de reflexión. Una experiencia de diálogo, de compartir, que nos ha enriquecido y nos ha hecho presentes en la oración varias realidades distantes a nuestros ojos y toda la familia comboniana.
La tarde nos trajo otra sorpresa: tuvimos la oportunidad de, en varios grupos, estar y conversar con los Misioneros Combonianos más ancianos que viven en la casa de Viseu sobre la Navidad en la misión, sobre su rico testimonio de vida; con las Hermanas Misioneras Combonianas, en su casa sobre lo que las marcó más en los varias Navidades vividas en misión; y en casa de la familia de la LMC Marisa Almeida, conversando, conviviendo, estando unidos a una familia que es también parte de la familia LMC, pues con ella comparte y vive la dedicación y el cariño por la misión. Una tarde de unión, de hacer encuentro y compartir unos con otros y con otros miembros de la familia comboniana. Una tarde en que fuimos interpelados y desafiados por muchos testimonios de vidas llenas, totalmente entregadas a la misión.

LMC PortugalDespués de la oración de la tarde y la cena, tuvimos un momento de convivencia en el que, una vez más, se compartieron muchas alegrías, sonrisas, bromas y música (donde el padre Feliz nos deleitó con su acordeón). ¡Hemos tenido incluso intercambio de regalos! Una vez más, un momento de unión, durante esta convivencia alegre y genuina, de la familia LMC y con la familia comboniana.

El domingo, la LMC Susana Vilas Boas presentó el tema “de la familia de Nazaret a la familia LMC”, con un momento de reflexión y compartir al final. De la mañana, me queda la idea de camino: la familia LMC hace una caminata, como decía Comboni, con los ojos fijos en Cristo – sólo así esta caminata tiene sentido, para seguir el ejemplo de la familia de Nazaret: la unión de María y José, su servicio humilde a Jesús, su voluntad de cumplir la voluntad de Dios y la entrega total a su voluntad deben ser ejemplo para la familia LMC, para que pueda cumplir el sueño que Dios tiene para ella, hacer un camino de continuo crecimiento siempre con el propósito de servir a la misión al estilo de San Daniel Comboni.

Terminamos el encuentro de Navidad con la Eucaristía, presidida por el padre Francisco Medeiros y con la alegría de tener a los padres y familiares de la LMC Neuza Francisco presentes en el almuerzo de familia.
Sería precisamente esa la palabra que escogía para resumir el encuentro de Navidad de los LMC: familia. En la oración, en el compartir, en la convivencia, en la escucha, este encuentro ha despertado en cada uno de nosotros una noción de pertenencia a algo mayor que nosotros mismos, una familia espiritual que nos acoge y nos desafía a ser más, a hacer y vivir la misión a la manera de Comboni, con los ojos fijos en Cristo, apasionados por Él y por las personas.
LMC Portugal
Filipe Oliveira

Primeras navidades en Mozambique

LMC Mozambique

LMC MozambiqueEn las vísperas de Navidad casi que sólo me apercibí de su cercanía cuando iba a rezar y ‘por mi cuenta’ hojeaba la Liturgia en las páginas de Adviento.
Sé que, muy probablemente, si no estuviera aquí, todo a mí alrededor evocaría la Navidad. La proliferación de anuncios navideños tratarían de centrarme en estas fiestas a partir del tercer trimestre del año, prácticamente, en un juego astuto y paulatino.
Entre los juegos de luces, las decoraciones interiores y exteriores, sugerencias tanto para los Menús cada vez más exquisitos como para el “dress code” de la Noche Buena y del almuerzo de Navidad, la magia que se siente en las calles de las ciudades, los típicos villancicos (…) entre una y otra cena entre amigos y grupos de esto y de aquello, nada dejaría escapar la atención, ni siquiera de los más distraídos, para ‘Lo que está para llegar’…
Aquí, no hay nada – de eso. En las ciudades se ven algunos signos “navideños importados”. Pero aquí, no. Los sentidos no son invadidos por esta avalancha de estímulos. No hay el frío ni vidrios empañados que dejen ver las luces parpadeando. No se oyen las canciones típicas. No se siente, ni uno se une, a la bulimia de las compras ni de los regalos – y, mucho menos, de las compras y las necesidades de última hora. No se asiste a ‘solo en casa’ en televisión. El calor es demasiado para pensar en sustituir las zapatillas, las faldas o pantalones cortos y las camisetas por ropa más calientita. No se publicita el bacalao ni el aceite virgen extra. No hay el bolo-rey, las rabanadas, polvorones o dulces de esto y de aquello. No se sueñan con juguetes ni se envuelvan promesas de pequeños paraísos instantáneos y de corta duración.
Confieso que, en la semana de Navidad, me sentí un poco aprensiva: por ser m primera navidad en misión, por añorar a la familia, por ser todo tan diferentes de lo que estoy acostumbrada, y hasta por no haber tenido ni luz ni agua en esos días, dificultando la comunicación y desafiando la creatividad…
Pero, este año, el Niño Jesús me ha traído este aprendizaje: la Navidad no es ornamento. A nuestro alrededor puede parecer Navidad, pero nunca lo será si no está ya dentro de cada uno de nosotros. La Navidad es, también, movimiento, itinerancia. Siempre tenemos que estar en camino para encontrarlo. Si queremos ver una ‘gran luz’ tenemos que levantarnos y partir; tenemos que ir al encuentro de los pesebres donde se encuentra el sufrimiento humano; tenemos que volver al establo donde nos encontramos con la sencillez; tenemos que regresar al pesebre donde la esperanza de Dios y la esperanza de la humanidad se encuentran – pero, con la confianza de que, entre el silencio y la palabra que buscamos, una estrella nos guiará siempre.
La Navidad, creo, nos despierta para volver a nuestras verdaderas raíces, hacia el primer sueño de Dios para cada uno de nosotros. La infancia de Jesús es, también, nuestra infancia. Es por eso que, después de una larga espera encontramos paz cuando, finalmente, reposamos en Dios.

Curiosidad…
Después de la independencia Mozambique se convirtió en un estado laico. Sin embargo, el día de fiesta del día 25 de diciembre fue preservado, no por ser día de Navidad, sino como el Día de la Familia. Así, en este día, independientemente de la religión que profesen, las familias se encuentran y celebran el don de la Familia (claro que, para la comunidad cristiana, este día es más que eso, es el día del nacimiento de Jesús, en que la Salvación y la verdadera Paz descienden a la Tierra). Así, deseablemente, se reúnen para confraternizar y recuperar fuerzas para el año que está por venir – pero, después de todo, ¿no es, también, esto la Navidad? En la Navidad, cada vez que celebramos la esperanza conseguimos decir en nuestro corazón “la Humanidad tiene futuro”.

Dejo parte de un poema de José Tolentino Mendonça (“El pesebre somos nosotros”) que me acompañó en las últimas semanas:

El Pesebre somos nosotros
Es dentro de nosotros que Jesús nace
Dentro de cada edad y estación
Dentro de cada encuentro y de cada pérdida
Dentro de lo que crece y de lo que se derrumba
Dentro de la piedra y el vuelo
Dentro de lo que en nosotros atraviesa el agua o atraviesa el fuego
Dentro del viaje y del camino que sin salida parece
LMC MozambiqueEsperando que hayan tenido una buena Navidad,
Votos de un Feliz Año Nuevo,
Marisa Almeida. LMC en Mozambique

Con María y José en camino a la Navidad

LMC PeruLa verdadera alegría nace del amor. Sólo cuando nos atrevemos a vivir por amor permitimos que Dios nazca en nosotros haciendo de nuestro corazón su pesebre. Sólo cuando creemos en el misterio de Jesús somos verdaderamente felices. La alegría brota de un corazón que poco a poco se ha ido y se va enamorando por Dios. Reconocer que Dios existe es tener la certeza que jamás caminamos solos y la alegría de saber que Él camina con nosotros y transforma diariamente nuestras vidas. El camino no es tan simple como las palabras que decimos, es exigente. Exige esfuerzo por nuestra parte, exige que nos coloquemos en camino, exige que salgamos de nosotras y como María y José caminemos hasta la Galilea de nuestros corazones en busca del mejor lugar para renacer junto a Jesús. Porque Jesús está vivo y viene a nosotros.
Como María tenemos muchos miedos, inquietudes y temores, pero inspiradas por su ejemplo, decimos nuestro sí cada día. María al aceptar ser madre renunció a todo lo que había planeado para cumplir la voluntad de Dios en sí. A pesar de no estar en los planes de María ser la elegida de Dios para ser madre de Jesús, ella aceptó. Como María entregamos nuestra vida en las manos de Dios.
San José nos inspira a acoger el proyecto que Dios tiene para nosotros a pesar de las dificultades y desafíos. Para San José no fue fácil comprender que María estaba embarazada del hijo de Dios. Hasta pensó en dejarla secretamente pero cuando el ángel le habló él se entregó completamente.
La familia de Nazaret nos enseña a vivir en comunidad. María y José, como comunidad, supieron vivir la encarnación de Dios en sus vidas. No es fácil seguir la voluntad de Dios en comunidad pero ellos comprendieron que cuando Dios nos llama, tocando nuestro corazón, nuestra vida nunca más será la misma. Nuestro sí abre puertas a muchas otras maravillas, no sólo en nuestras vidas sino también en las vidas de otras personas. Ellos encontraban en la oración el coraje que necesitaban para llevar la misión de forma alegre y confiada. En los momentos de oración abrimos las puertas de nuestro corazón y de nuestra casa para que Dios venga y diariamente nos diga cuál es el camino a seguir. La oración es la base de la comunidad y es a través de ella que consagramos todas nuestras vidas al Señor.
“Vivamos esta Navidad, recordemos que tal como dice José Tolentino Mendonça “el pesebre somos nosotros, es dentro de nosotros que Jesús nace”. Preparemos nuestro corazón y nuestras vidas para ser la casa donde Jesús se prepara para renacer.

Paula y Neuza. LMC en Perú.