Laicos Misioneros Combonianos

Proyecto Memoria de África: Jorge Naranjo

Jorge Narjanjo

Seguimos esta serie con el P. Jorge Naranjo, sacerdote comboniano, ha trabajado con la población refugiada de la guerra civil entre Sudán del Norte y Sudán del Sur, conflicto que duró más de 40 años. A lo largo de esta entrevista, grabada por Casa África para su «Proyecto Memoria», nos cuenta la experiencia de un misionero en países con una presencia cultural mayoritariamente islámica.

Jorge Naranjo recibió la Cruz de la Real Orden de Isabel la Católica.

Dios anda entre los pucheros

Jesús

Jesús carpintero, hijo, hermano, vecino

Jesús

Comentario  a Mc 6, 1-6 (Domingo XIV T.O: 4 de julio del 2021)

Marcos nos muestra a Jesús como un maestro peregrino, que, después de recorrer aldeas y pequeñas ciudades de Galilea, en las cercanías del Lago de Galilea, vuelve al pueblo donde creció, Nazaret, y donde, al parecer, en vez de acogerlo, como hicieron tantos vecinos de los alrededores, lo rechazaron. Marcos lo explica con la famosa frase de Jesús: “Ningún profeta es aceptado en su propio pueblo y en su propia casa” y concluye diciendo que Jesús se maravillaba de su incredulidad.

La experiencia de Jesús –ser rechazado por los suyos– es una experiencia bastante común, que a mi modo de ver refleja dos errores que todos cometemos con frecuencia:

  • Imaginarnos a Dios como alguien lejano de la vida cotidiana.

Ha pasado en todas las etapas de la historia y en todas las religiones: Muchos piensan que a Dios hay que buscarlo en lo extraordinario: un lugar maravilloso, una gran catedral, un santuario muy especial, un personaje con cualidades extraordinarias, más allá de las nubes… Como si Dios no tuviera nada que ver con lo que somos y vivimos en nuestra cotidianidad. Sin embargo Jesús muestra todo lo contrario: que Dios se hace uno de nosotros (Emanuel): nace como emigrante, trabaja como carpintero, va los sábados a la sinagoga, suda, bebe, come, hace amigos… Y en y todo eso se manifiesta como el Hijo  amado del Padre.

La mejor manera que encuentro para explicar esta experiencia de Dios que hicieron los primeros discípulos de Jesús –y los que ahora siguen como discípulos-  es la famosa frase de Santa Teresa de Ávila: “Dios también anda entre los pucheros”. Lo dicho: No busquemos a Dios en lo extraordinario, sino en lo ordinario de cada día: en el trabajo, en las relaciones familiares, en las amistades, en la lucha sincera por los derechos de los pobres, en el esfuerzo por la justicia y la honestidad, también en la oración sencilla y sincera (sin aspavientos ni pretensiones retóricas)… “entre los pucheros”.

  • Volvernos escépticos y duros de corazón, con los que viven con nosotros.

Dice un viejo dicho que no hay persona menos respetuosa en un templo que el sacristán: acostumbrado a moverse en un lugar sagrado, termina por perder el respeto… Nos puede pasar a nosotros con las personas que viven cerca de nosotros: miembros de nuestra familia o de nuestra comunidad, compañeros de trabajo, los catequistas o el párroco de mi parroquia… Viviendo cerca de estas personas, corremos el riesgo de ver sólo sus límites y defectos, ignorando quizá el mucho bien que hacen. Lejos de aprovecharnos de su cercanía para amarlos y aprender de ellos, terminamos por enredarnos en una visión hipercrítica y dura que nos imposibilita para descubrir el mensaje que Dios nos quiere transmitir a través de ellos, a pesar de sus límites y defectos… Dios no se nos presentará con el disfraz de una persona perfecta, sino con la realidad de las personas concretas que nos rodean.

Al escuchar el evangelio de hoy, pido al Señor para mí y para todos esta humildad que nos hace capaces de reconocer a Jesús en el humilde profeta de Nazaret y en tantas personas que hoy viven conmigo y me ayudan a descubrir la presencia divina en medio de la realidad que estoy viviendo, con sus oportunidades y problemas, con  sus aciertos y fracasos.

Señor, no permitas que me vuelva arrogante o cínico como los habitantes de Nazaret. Que mi corazón esté siempre abierto a reconocer  tu humilde presencia a mi alrededor, a pesar de mis propios límites y los de los demás.

P. Antonio Villarino

Bogotá

Último seminario web sobre ministerialidad

Webinar FC
Webinar FC

Este pasado fin de semana tuvimos el tercer y último seminario web sobre ministerialidad de la familia comboniana.

Durante los dos primeros estuvimos recibiendo como participantes numerosas propuestas y retos. También nos fue presentado el gran trabajo de recogida de información sobre todos los proyectos que como Familia comboniana se realizan por el mundo en los diferentes países y continentes.

Es mucha la riqueza del servicio que se lleva adelante.

En este último encuentro tuvimos bastante tiempo para conversar.

El viernes, además de recoger el camino recorrido, pudimos compartir en pequeños grupos el trabajo concreto que cada uno desarrolla y profundizar sobre él. Fue un momento muy bonito para conocer de primera mano el servicio directo de los participantes del grupo y la importancia del mismo. Es cierto que es solo un botón de muestra de todo lo que se hace como familia comboniana pero conseguimos descubrir la pasión con la que se realiza y la interrelación entre un servicio y otro.

El sábado continuamos en esta línea analizando el impacto que estos servicios están teniendo en las diferentes comunidades e incluso intentamos ampliar la visión sobre nuestro trabajo, la necesidad el trabajo en red con el resto de la familia comboniana así con otros grupos dentro y fuera dela iglesia y ser consciente de cómo los aspectos macro estructurales influencian a las comunidades concretas y hace cada vez más necesario este trabajo en red.

Webinar FC

Terminamos compartiendo ideas de cómo continuar la colaboración como familia comboniana como ha sido durante estos encuentros.

Agradecemos a la comisión sobre la ministerialidad de la familia comboniana que ha hecho posible estos encuentros y al gran trabajo de sistematización de todo lo compartido en estos años que nos ofrece mucho material de análisis para mejorar nuestro servicio misionero.

La idea de seguir colaborando por sectores se repitió mucho, de manera que aquellos que compartimos el mismo tipo de servicios podamos colabora e intercambiar experiencias.

Por otro lado, hablamos de la importancia de poder encontrarnos regularmente como familia. Del encuentro nace el conocimiento mutuo y pueden ir surgiendo nuevas ideas de colaboración. Quizás el poder tener un encuentro anual en cada país sea una idea a plantearnos. Un lugar donde conocernos en mayor profundidad, compartir los servicios que vamos realizando y dar respuesta como familia a los desafíos de la misión desde el lugar donde nos encontramos. A partir de ahí surgirán iniciativas que también pueden ser llevadas a cabo tanto a nivel continental como internacional.

Webinar FC

Que el carisma de Comboni nos inspire en esta colaboración para un mejor servicio misionero

Alberto de la Portilla. Comité Central LMC

Dos vidas recuperadas

Mujer

Comentario a Mc 5, 21-43 (XIII Domingo del TO: 27 de junio del 2021)

Mujer

Marcos sigue presentando a Jesús actuando en las dos orillas del lago de Galilea, con un mensaje claro de cercanía divina a los pobres y a los corazones “rotos”; un mensaje que se expresa, no sólo en palabras inspiradoras, sino también en gestos concretos que confirman las palabras y les dan concreción “física”; Jesús realiza lo que podemos llamar “signos mesiánicos”, es decir, acciones concretas que se convierten en manifestaciones de la presencia de Dios en medio de su pueblo, tanto entre los habitantes de Gerasa (en la “otra orilla”) como entre los de Cafarnaúm.

De “impuras” a hijas

En la lectura de hoy se nos cuenta la historia de dos mujeres (una niña de doce años y una adulta enferma el mismo número de años), que, siendo impuras (una, cadáver y la otra perdiendo sangre) son tocadas por Jesús y recuperan, no sólo la vida, sino también su dignidad de hijas, capaces de levantarse (“a ti te lo digo, levántate”), de creer (“tu fe te ha salvado”) y de participar en el banquete de la vida (“denle de comer”).

A veces leemos estos episodios como si Jesús fuera un mago que, con poderes especiales, produce efectos mágicos… Ciertamente, yo no dudo de los poderes extraordinarios de Jesús. Pero creo que esa no es la perspectiva adecuada para entender lo que pasó en la rivera del lago de Galilea ni lo que sigue pasando hoy. La perspectiva adecuada es la del “signo mesiánico”, es decir, una acción, un gesto que nace de la confluencia de dos elementos fundamentales:

-La extraordinaria capacidad de Jesús de amar y entrar en sintonía con las personas en su situación concreta, a pesar de estar condenadas por la tradición; su cercanía afectiva profunda, que, tomando muy en serio la realidad de cada persona, le transmite su propia experiencia de la cercanía amorosa del Padre. Como dice Benedicto XVI, sólo el amor salva. Cuando alguien se sabe amado, recobra su dignidad, es capaz de levantarse y de realizar una vida plena.

– La fe de personas sencillas, que, amenazadas por la enfermedad y la muerte, levantan sus corazones y sus esperanzas a Dios como único refugio… En mi vida misionera en África, Europa y América, he encontrado muchas personas que son como el papá de la niña moribunda o la mujer desesperada ante una enfermedad humillante, prolongada y esterilizante.

Ante una situación así, esas personas buscan una salida por cualquier parte: la medicina, la oración, el buen consejo… Cualquier cosa que ayude a recuperar la vida amenazada. Muchos les dicen que no hay nada que hacer, que se resignen; se burlan de su búsqueda, de su fe, de su no contentarse con lo peor. Sin embargo, esa búsqueda merece ser respetada y tomada muy en serio. Eso es lo que hace Jesús, que, desde una experiencia extraordinaria de comunión con el Padre de la Vida, se siente también en comunión con los hijos e hijas que pasan por momentos difíciles, que, marginados, dudan de su propia dignidad y de ser amados.

Palabras y gestos

Todos los seres humanos, incluso los que se creen más seguros y prepotentes, somos creaturas débiles expuestas a enfermedades, sufrimientos, desprecios, peligros y, en definitiva, a la muerte, aunque algún “milagro” aleje la muerte de nosotros por algún tiempo, como sucedió a la hija de Jairo, la hemorroísa o Lázaro. Por eso no creo que el objetivo de los milagros de Jesús fuese el de dar a las personas un poco más de tiempo en una vida, de todos modos, mortal, sino una vida diferente, una vida con amor y dignidad, como hijos e hijas de un Padre amoroso, que se interesa por nosotros y toma en serio todo lo que nos pasa. Las dos mujeres, después de la acción de Jesús, podían decir en verdad: “Yo soy importante para Dios, yo soy importante para Jesucristo, yo soy importante en la comunidad de los amigos de Jesús. Yo no soy una enferma o una muerta. Soy HIJA”.

Ese es el mensaje central de Jesús. Para manifestarlo se sirve de palabras, pero también de signos “mesiánicos”, que, tal como aparecen en Marcos, tienen una doble condición:

-son concretos y prácticos, ligados a la vida de la gente; ayudan a las personas de manera “física”; resuelven un problema real de la vida.

-transcienden la materialidad, para transmitir algo que va más allá del gesto concreto en su estricta materialidad: no se reducen a una “ayuda material”, sin alma, desconectada del amor; comunican una confianza en la persona y la llevan a superarse a sí misma, a levantarse y ponerse ella misma a servir.

Por eso, tomando como modelo a Jesús, la misión cristiana camina siempre por ese doble raíl de la palabra y la acción, de la caridad y la fe, de lo material y lo espiritual. Ambas dimensiones son esenciales y se reclaman mutuamente: la palabra sin acción se hace mentirosa, la acción sin palabra pierde su sentido.

P. Antonio Villarino

Roma