Laicos Misioneros Combonianos

Hacer causa común con los pobres y con la casa común

Encuentro Amazonia

Carta del Encuentro Comboniano de Ecología Integral

Cerca de treinta miembros de nuestra Familia misionera (LMC, Seculares, Combonianas y Combonianos, entre los cuales tres provinciales), provenientes de África, América y Europa, nos reunimos los días 27 de julio al 03 de agosto de 2022 en Belém do Pará, Brasil, en ocasión del X Foro Social Pan – Amazónico (X FOSPA) y del Encuentro Comboniano de Ecología Integral.

Abrimos oídos, corazones y mentes ante los gemidos de la Madre Tierra, de los pueblos amazónicos y de las comunidades que acompañamos, que claman por la plena regeneración de las hijas e hijos del Dios de la Vida (Cf. Rom 8,19-23), presente en toda su Creación.

Lo hicimos en continuidad con el largo camino de los Foros Combonianos y con el mapeo de la ministerialidad social en nuestra Familia y misión.

Nos inspira la mística de los pueblos originarios y su fuerte interligación con los elementos primarios del cosmos, con las aguas, los ríos, las florestas, la tierra y todos los seres.

A través de ellos, Jesús de Nazaret nos sigue invitando a “contemplar a las aves del cielo y a los lirios del campo” (Cf. Mt 6,26.27) para aprender y asumir, juntos, el Buen Vivir.

A partir de la ESCUCHA atenta, respetuosa y compasiva de la realidad de muchos pueblos:

1. CONSTATAMOS que la crisis climática, socioambiental y política, derivada del modelo económico dominante e insustentable, que separa, excluye y mata, pone en serio riesgo la sobrevivencia humana y la vida plena de toda la Creación, en los territorios donde vivimos nuestra vocación y misión a servicio del Reino.

Son los pueblos indígenas, las comunidades tradicionales, las mujeres y los jóvenes que todavía alimentan la esperanza, a partir de su resistencia, ¡en defensa de la Amazonía!

2. COMPRENDEMOS que la gravedad de la situación exige urgentemente, de la Iglesia y de nuestros Institutos, desencadenar procesos de conversión ecológica.

Sentimos que es preciso:

  • revisar y desaprender muchos de nuestros conceptos y vivencias en relación con Dios y la Naturaleza, entre hombres y mujeres, sobre inculturación, prácticas pastorales y liturgia;
  • integrar, en nuestra acción misionera, la defensa de los cuerpos de quienes luchan por el respeto al medio ambiente y de los territorios donde estamos presentes;
  • cultivar y compartir la eco – espiritualidad, relecturas bíblicas y la conexión fe y vida;
  • adoptar una metodología misionera que nos posibilite una mayor conexión y una efectiva inmersión en los valores, las lenguas, las culturas y la sacralidad de los pueblos y territorios con los cuales nos relacionamos;
  • revisar y corregir, en nuestros proyectos y estructuras, los estilos de vida y de consumo incompatibles con la sobriedad ecológica y evangélica;
  • invertir en una formación de base y permanente que integre, en la teoría y en la práctica, los principios de la ecología integral;
  • informar y animar a las Iglesias locales y a nuestra Familia, sobre los eventos, medios y procesos que nos ayuden a asumir y profundizar la experiencia de la sinodalidad y ministerialidad social en clave ecológica;
  • reforzar la solidaridad, la participación, el acompañamiento y el trabajo en redes con los pueblos originarios, los laicos, las congregaciones, los movimientos sociales y los organismos intereclesiales y extra – eclesiales.

3. PROPONEMOS, a las coordinaciones de nuestros Institutos, a los consejos de las circunscripciones en todos los continentes, a los responsables de los sectores y a todos los miembros de nuestra Familia:

  • asumir, como inspiración común, la adopción del Pacto Comboniano para la Causa Común y, como eje transversal de toda nuestra actividad y presencia misionera, la Ecología Integral;
  • favorecer el intercambio permanente de reflexiones, aprendizajes y prácticas entre los miembros de la Familia Comboniana;
  • intercambiar personal entre las comunidades y circunscripciones que actúan en un mismo territorio;
  • cualificar nuestros procesos formativos con investigación, el compartir metodologías de intervención y transformación social y la definición e integración teórico – práctica de la ecología integral, en sintonía con la Laudato Si’ y la Querida Amazonía;
  • participar en la discusión y elaboración de planes de pastoral en las diócesis y parroquias que asuman los principios de la Ecología Integral;
  • promover nuestra cualificación y participación en las instancias de advocacy y de decisión política en defensa de la Casa Común;
  • apoyar y apostar en los mecanismos y prácticas de economía inclusiva;
  • acoger y defender a personas en riesgo o amenazadas por causa de sus luchas.

4. ASUMIMOS, como participantes de este Encuentro de Familia y de esta rica experiencia de escucha, el compromiso de:

  • divulgar y apoyar la Declaración Pan – amazónica de Belém, que integra los Saberes y Sentires compartidos en el X FOSPA;
  • Dar continuidad a la reflexión y al compartir de las intuiciones que han emergido en estos días;
  • traducir y vivir, en los diversos contextos de nuestra misión, la inspiración carismática de Comboni (regenerar a África con África) y la consigna “Amazonízate”, que ha ecoado fuertemente entre nosotros en estos días, respetando y promoviendo siempre el protagonismo de los pueblos originarios.

5. CONFIAMOS todo este camino que queremos recorrer a la intercesión y protección de las y los mártires de la Amazonía, quienes nos animan a la radicalidad y a la fidelidad en el seguimiento de Jesús y en la vivencia de nuestro carisma común.

Desde el fluir de la vida, a orillas del Río Guamá, en Belém do Pará, 03 de agosto de 2022.

Los participantes en el Encuentro Comboniano de Ecología Integral

Fiesta de San Daniel Comboni: 10 octubre 2022

Comboni

Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. Quien permanece en mí y yo en él, lleva mucho fruto” (Jn 15,5).

“Animo; tened ánimo en esta hora difícil, y más todavía para el futuro.
No desistáis, ni renunciéis nunca jamás. Enfrentad sin miedo cualquier borrasca.
No temáis. Yo muero, pero la obra no morirá”.

(Últimas palabras de San Daniel Comboni pronunciadas poco antes de entrar en agonía el 10 de octubre de 1881)

Queridos hermanos,
¡Feliz Fiesta de nuestro padre y fundador San Daniel Comboni! Saludos fraternos a todos vosotros, donde os encontréis, para celebrar esta fiesta que es siempre fuente de gracia, de bendición y no menos ocasión para volver a la fuente de nuestro ser consagrados según el carisma comboniano.

El 10 de octubre 1881, como el “grano de trigo caído en tierra”, nuestro padre fundador moría en tierra sudanesa, pero ¡aquella “buena semilla” ha germinado y continúa todavía hoy a dar muchos frutos! En esta ocasión de su y de nuestra fiesta, no podemos no recordar las palabras de Don Francisco Oliboni, del 26 de marzo de 1858: “Pero vosotros no os perdáis de ánimo, no os apartéis de vuestro propósito, continuad la obra comenzada; y, si uno solo quedase, que no le falte la confianza, ni se retire”. Estas palabras, como bien sabemos, han dado vigor a toda una generación de misioneros de África, entre los cuales Comboni; y son las mismas palabras a inspirar la solicitud hecha por nuestro padre fundador a sus misioneros poco antes de su muerte: nos pide “ser fieles a la misión”. Es esta gracia especial de la fidelidad a la misión que queremos pedir hoy a Dios e a María, madre de la “Nigricia”.

El contexto de la festividad de Comboni de este año 2022 lleva consigo mucha gracia y bendición. Ante todo, a casi tres meses de la celebración del XIX Capítulo General de nuestro Instituto, hoy, hemos publicado oficialmente los Documentos del Capítulo. El 20 de noviembre, exactamente dentro de cuarenta días, tendrá lugar en Kalongo (en Uganda) la beatificación de P. José Ambrosoli. Finalmente, en este momento de gracia, las Misioneras Combonianas están celebrando el Capitulo General en Verona, vivificadas por el sacrificio de la Hna. María De Coppi, asesinada en Mozambique el 6 de septiembre pasado. Todas estas celebraciones son, para nosotros, ocasiones de gracia y crecimiento que contribuyen abundantemente a dar un sabor y un perfume de santidad a la fiesta de San Daniel Comboni. Al mismo tiempo, se convierten en una ocasión de recogimiento y de intensa oración para renovar nuestra identidad comboniana, construir una relación siempre más íntima con nuestro Padre Fundador y con toda la misión de la Iglesia.

El ejemplo de vida de nuestro Padre Fundador nos desafía continuamente a ir más allá de nuestros límites y fragilidades y abrazar la “santidad” como don de Dios que se transforma en estilo de vida. Hoy, Comboni quiere hablar al corazón de cada uno de nosotros con las mismas palabras con las que desafiaba, instruía y animaba a sus misioneros, a sus misioneras y a los laicos, a veces usando expresiones dulces, otras veces duras, pero, en todo caso, con palabras de un padre que ama a sus hijos. Afinemos, pues, nuestra capacidad de escucha y abramos nuestros corazones y nuestras mentes a acoger sus palabras de padre para que nuestra relación con él pueda ser siempre más profunda, estimulante y fecunda.

En este día de fiesta, dediquemos un poco de nuestro tiempo para contemplar y meditar sobre su ejemplo de vida, sobre sus opciones, sobre su determinación; pidamos humildemente su intercesión para que podamos también nosotros continuar a ser fieles a nuestra vocación de consagrados y misioneros al servicio del pueblo de Dios. Mantengamos la mirada siempre fija en el corazón de Cristo y amémoslo tiernamente para que El continúe a ser la única fuente de nuestra vida y el centro propulsor de nuestra misión. Seguros que sin una vuelta radical a Cristo y al carisma de Comboni, nuestra misión no dará frutos.

Hagamos nuestro el deseo de san Daniel Comboni para que nuestras comunidades se conviertan en pequeños cenáculos de apóstoles donde los hermanos se puedan encontrar juntos para celebrar, reflexionar y orar, en espíritu sinodal, involucrando, donde es posible, los laicos con los cuales trabajamos en las misiones y en la Iglesia local.

Pidamos la intercesión de San Daniel Comboni también para los procesos de discernimiento respecto a la elección de los superiores de circunscripción y de sus respectivos consejos, para que Dios nos conceda superiores santos y capaces, enamorados de la misión comboniana y del Instituto, para animar y acompañar los hermanos y para promover y coordinar las actividades/prioridades de la circunscripción, teniendo presente también las orientaciones del XIX Capitulo General.

María, Madre de la Iglesia, interceda por nosotros.
A todos deseamos una feliz fiesta de San Daniel Comboni.
El Consejo General MCCJ

Queridos amigos de la misión de Mozambique

LMC Mozambique

Ya han pasado seis meses de nuestra misión en Carapira, en el norte de Mozambique. Nos gustaría hablar con ustedes sobre cómo es nuestra vida y lo que hacemos.

Nuestra Iglesia parroquial, una pretendida catedral.

El 1 de marzo conocimos Carapira por primera vez, nuestro lugar de trabajo y misión. Hace mucho tiempo se planeó que este pueblo se convirtiera en la sede de la diócesis, con la construcción de una iglesia de impresionantes dimensiones. Además de la pertenencia a la catedral, también está el Instituto de Tecnología Industrial, fundado por los Misioneros Combonianos, que con su reputación atrae a estudiantes de lugares de hasta 150 km de distancia. Nuestras responsabilidades se reparten entre el trabajo en el instituto (participamos en el internado, la secretaría, la producción, la administración, la sección de agricultura, la biblioteca y la sala de informática) y en la parroquia (somos miembros del consejo de niños y jóvenes, de vocaciones, de educación, de Cáritas y asistencia fraterna y de justicia y paz). Además, preparamos encuentros de formación para mozambiqueños que desean ser misioneros laicos, preparamos la adoración o el compartir con la Palabra de Dios, viajamos a comunidades lejanas (en nuestra parroquia hay hasta 93 comunidades cristianas, a veces el viaje de ida dura varias horas, y la Santa Misa se celebra sólo una vez al año) y también tenemos nuestras responsabilidades domésticas. ¡Hay mucho que hacer y eso es muy bueno! Cuantas más responsabilidades, menos tiempo se pierde, y el resto del tiempo se convierte en un verdadero descanso.

Como he mencionado, hemos pasado por diversos problemas. Hace sólo unas semanas que se inició la construcción de una casa largamente prometida para nuestra comunidad. Hasta entonces viviremos en la casa de los Combonianos. También se descubrió que la reparación del coche, utilizado hasta ahora por los misioneros laicos, no tiene sentido. Esto significa que hasta que tengamos el dinero para comprar un nuevo vehículo, la libertad de nuestro trabajo se verá considerablemente limitada.

Durante una visita a una de las comunidades

También tuvimos algunos problemas de salud. En total, en nuestra comunidad, hemos cogido la malaria nueve veces. Tres días después de llegar a Carapira, caí enfermo por primera vez. Al principio me sentí muy débil, así que fui a la clínica local para hacer una prueba rápida que confirmó mi enfermedad. Aparte de las oleadas alternas de escalofríos y fiebre, no tenía ningún síntoma. Estaba sudando a mares y el colchón en el que dormía parecía que alguien había vertido un cubo de agua sobre él. Después de tres días de tomar la medicación, te recuperas, pero tu cuerpo queda debilitado y debe recuperarse durante los siguientes días. Esta enfermedad es inevitable. La región en la que vivimos tiene mucha malaria. La anterior misionera laica polaca, Kasia, enfermó aquí quince veces en dos años.

Isla de Mozambique. Antigua capital y patrimonio Mundial de la Unesco.

Los días 10 y 11 de marzo, la provincia de Nampula, donde vivimos, fue azotada por el potente ciclón Gombe, que mató al menos a 61 personas y destruyó completamente 45.079 casas. El número de víctimas relativamente bajo es el resultado de las advertencias meteorológicas anteriores. En las sencillas casas, construidas principalmente con barro y madera, nadie durmió esa noche, esperando ansiosamente la llegada del ciclón. A partir de las 9 de la noche no había electricidad y se sentía un fuerte viento, que se hizo más fuerte a las 2 de la madrugada. En la más absoluta oscuridad, los árboles y los tejados se rompieron, los muros se derrumbaron y la gente, aterrorizada, buscó refugio. En Carapira, sólo sobrevivieron algunos de los edificios más sólidos. Los meteorólogos observaron que la fuerza del viento era de 190 km/h y que estaba cayendo una fuerte lluvia, correspondiente a una capa de agua de 20 cm. El agua penetró a través de las grietas de las puertas, las ventanas y el techo, incluso en nuestras habitaciones.

Las casas quedaron completamente arruinadas.

              Aunque fuimos testigos del paso del ciclón, no fuimos conscientes del alcance de la destrucción durante mucho tiempo y la mañana transcurrió tranquilamente. De repente, el padre Jaider, claramente conmovido, entró corriendo diciendo: “Muchos edificios están en ruinas. Hay muchas mujeres con niños pequeños cerca de la iglesia. Están temblando de frío. Necesitan ropa seca. Tenemos que ayudarles. Tenemos que encontrarles un refugio, no pueden entrar en la iglesia. Esas últimas palabras me sorprendieron mucho. Entiendo que la iglesia es un espacio sagrado, pero la situación es crítica, ¿por qué no pueden refugiarse allí?

              No hubo tiempo para hacer preguntas. Corrimos a nuestras habitaciones para buscar ropa de abrigo. Chaquetas, sudaderas, pantalones, camisetas. Vinimos en una misión con maletas pesadas, la oportunidad de compartir con los necesitados surgió rápidamente. Con las maletas llenas de ropa, nos apresuramos a ir al templo. Gente empapada agitando los dientes, pequeños temblando de frío. He mirado dentro. El agua salía a borbotones por los agujeros del techo, y partes del techo de piedra se habían caído. Ahora entendía por qué estas personas no podían esconderse en el edificio de la iglesia.

              Separamos a las mujeres y a los niños pequeños y corrimos con ellos a los edificios cercanos de la antigua escuela. Había agua en todas las habitaciones, pero al menos una de ellas disponía de un espacio en el que fue posible refugiarse. Distribuimos ropa, las madres envolvieron a los niños con nuestras chaquetas, sudaderas, camisas y blusas… Todo el tiempo oímos el aterrador sonido de las chapas dobladas, El viento era muy fuerte y seguía doblando y rompiendo el techo. Esta escuela se convirtió en un refugio temporal para los más desfavorecidos. Con un esfuerzo considerable y con un coste, se reparó el techo de las habitaciones restantes. Trajimos colchonetas para que durmieran. Conseguimos organizar dos comidas calientes al día. Distribuimos plásticos para reparar techos, harina y frijoles a los más necesitados.

El ciclón arrasó con puentes y aisló a muchas aldeas.

              Muchos árboles y un viejo cactus de seis metros de largo cayeron alrededor de la iglesia. Un grupo de adolescentes se ofreció para ayudar a limpiar la zona. Durante todo el caluroso día trabajaron duro con hachas y machetes, cargando pesadas ramas y hasta dañándose las manos. No teníamos almuerzo para servirles. La única comida era un vaso de zumo de limón y dos galletas.

              Cuando ustedes lean este artículo ya habrán pasado cinco meses desde el paso del ciclón. Estamos organizando una segunda oleada de ayuda. Hemos recaudado más de 2.300 euros en el portal de crowfounding. Junto con las personas implicadas en el Consejo Parroquial de Cáritas y Fraternidad, seleccionamos a los más necesitados. No fue una tarea fácil, ya que la población local es en su mayoría muy pobre. Queríamos seleccionar a personas que fueran completamente incapaces de trabajar y que no pudieran ayudarse a sí mismas. Visitamos a paralíticos, reumáticos, discapacitados, personas con miembros torcidos, enfermedades no diagnosticadas, enfermedades mentales y amputados… Estaban muy agradecidos por los pocos kilos de frijoles y harina, por una manta y una mosquitera, unas láminas para arreglar el techo de sus casas. Para los que pueden hablar, pedimos una grabación de su agradecimiento. Dirigirse a personas que viven en la desconocida tierra de “Polonia”, utilizando nombres polacos difíciles de pronunciar: “Piotr”, “Konrad”, “Mariusz”, “Pawel”, “Urszula”, “Wiesławie”, “Agnieszka”: “gracias por su ayuda”.

Señoras Laurinda y Filomena con la ayuda recibida

              La gente de aquí vive de cultivar los campos, pequeñas granjas donde se cultiva mandioca, frijoles, maíz, en cantidades muy pequeñas. Mata el hambre durante unos meses, pero es una dieta pobre. La carne o el pescado son un lujo. Trabajan duro, en el calor y con herramientas sencillas, incluso con la ayuda de niños jóvenes para ayudar a mantener a su familia. Su única posibilidad de ganar dinero es vender parte de sus cosechas cuando el campo es fértil. Caminan con sacos de 50 kg en la cabeza durante muchas horas hasta el mercado más cercano. En nuestro pueblo, un niño de cinco años se tragó una moneda y hubo que operarlo. Sus padres tuvieron que vender sus lechones para conseguir dinero para un viaje a la ciudad y pagar a los médicos. Unas simples zapatillas o una camisa usada en el mercado cuestan menos de 1 euro. Sin embargo, no todo el mundo puede permitirse este “exceso”. Los que no pueden permitírselo llevan la ropa rota y desgastada, muchos caminan descalzos por falta de zapatos.  

También ayudamos con chapas metálicas para reparar los techos de las casas

La pobreza inimaginable y la falta de perspectivas no doblegan a los mozambiqueños. Por la noche juegan con música, aceptan humildemente la dura vida en toda su plenitud, reaccionan con indisimulada alegría cuando les saludamos en la lengua local macúa. Cabe recordar que por ejemplo la generación de nuestros bisabuelos se encontraba en una situación similar. Varias novelas de finales del siglo XIX y del XX describen una pobreza similar, el riesgo constante de pasar hambre, el analfabetismo, la superstición, el difícil acceso a la sanidad y la dependencia de pequeñas parcelas. Hoy, agradezcamos que nuestras casas y pisos no se hayan derrumbado, que no pasemos hambre, que podamos leer y escribir, que podamos curar a nuestros seres queridos de forma gratuita. Que esta gratitud se traduzca siempre en solidaridad con nuestros hermanos y hermanas oprimidos.

Regimar, Valmir y Bartek con un saludo