San Daniel Comboni nació el 15 de marzo de 1831, en Limone sul Garda, Italia. En la escuela del sacerdote Nicolás Mazza, en Verona, descubrió sus principios fundamentales: la santidad, la búsqueda de la verdad y el ímpetu misionero. Fundó los institutos de los combonianos y las combonianas que hoy están un poco por todo el mundo anunciando el Evangelio entre los más pobres y abandonados. Hace diez años, Comboni fue proclamado santo. Publicamos una guion que nos ayude en la celebración como Familia Comboniana a poner los pies sobre las huellas del santo Fundador.
ORACIÓN COMBONIANA
15 de marzo 2014
Celebramos el aniversario de Comboni durante la Cuaresma, donde todo en la Palabra nos llama a la conversión, a despertar del sueño, a dedicarnos a las obras de la luz. Comboni, hombre de fe, supo despertar y dejarse iluminar por Cristo, y también supo despertar el mundo que le rodeaba con su incansable y apasionada animación misionera.
Hoy, en el contexto de la celebración del décimo aniversario de su canonización, nos unimos en oración con la Familia Comboniana, para invocar al Dios de la luz sobre cada uno de nosotros y sobre todos los pueblos que viven en la “sombra de la muerte” debido a las guerras, la injusticia, la pobreza y la opresión. Con Comboni, le pedimos que nos despierte del sueño.
Celebración litúrgica
Canto
De la Carta de San Pablo a los Efesios (5, 8-14)
Antes, ustedes eran tinieblas, pero ahora son luz en el Señor. Vivan como hijos de la luz. Ahora bien, el fruto de la luz es la bondad, la justicia y la verdad. Sepan discernir lo que agrada al Señor, y no participen de las obras estériles de las tinieblas; al contrario, pónganlas en evidencia. Es verdad que resulta vergonzoso aun mencionar las cosas que esa gente hace ocultamente. Pero cuando se las pone de manifiesto, aparecen iluminadas por la luz, porque todo lo que se pone de manifiesto es luz. Por eso se dice: Despiértate, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo te iluminará.
Palabra de Dios
Carta de Comboni a cada uno de nosotros
Yo estoy con ustedes, vivo la sed de agua viva y el deseo de REGENERAR. Rezo con ustedes.
“Despierta, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo te iluminará”.
Sí, es el momento de despertar, de dejarse despertar por el Resucitado, que siempre se adelanta a nuestros días y nos muestra la aurora de nuevos horizontes. Despertar, abrir las puertas de nuestra vida para dejar entrar la vida de Dios a través de la vida de la humanidad.
Despertad del sueño, poned vuestros pies en las huellas que nuestros pueblos están dejando en el surco de la vida para cosechar la época de la esperanza Pascual que con sabiduría y de mil maneras continúan indicando, siendo testigos y compartiendo con nosotros.
Despertad con el canto de esperanza que tiene el coraje de cantar en la noche oscura.
Despertad del sueño de la mediocridad para hacer eco de la buena noticia de Isaías, preludio del Evangelio: ” No se acuerden de las cosas pasadas, no piensen en las cosas antiguas; yo estoy por hacer algo nuevo: ya está germinando, ¿no se dan cuenta? Sí, pondré un camino en el desierto y ríos en la estepa” (Isaías 43: 18-19).
Despertad con el grito de los empobrecidos, oprimidos, excluidos, olvidados, los que tienen hambre y sed de justicia, aquellos que todavía no conocieron la esperanza anunciada por Cristo Jesús.
Despertad a la brisa del viento para abrir vuestros oídos y comprender el eco de la sabiduría de vuestros pueblos que os mantienen en el día a día, el eco de vuestras Iglesias locales que vibran con la vida nueva, el eco del testimonio fiel y mártir de tantas hermanas y hermanos de ayer y de hoy. Permaneced vivos como la semilla que se pudre en el suelo, pero tiene en sí misma el poder para generar vida.
Permaneced despiertos y atentos como las mujeres en la mañana de Pascua, las únicas que fueron al sepulcro, movidas por el valor de una fe que sabe ver más allá de la piedra que bloquea la vida.
San Daniel Comboni:
“… Ahora no hay hora o momento que no piense en vosotros” (Escritos 162). Vosotros sois mi herencia…
Canto
Pregunta para la reflexión:
¿De qué apatías sientes que Comboni te pide que despiertes para llevar adelante su Obra con pasión, alegría y radicalidad?
Breve silencio
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Consagración al Sagrado Corazón de Jesús y Padre Nuestro…
Oremos juntos:
¡Gracias, Daniel!
Porque creíste en tu sueño.
Tú nos enseñas que es posible ver África a través de los ojos de Dios.
Gracias porque viste y permaneciste fascinado con los africanos viéndolos con el rayo puro de la fe, una mirada de hermano y no de imperialista o esclavista.
Creíste en las capacidades humanas de los africanos, y viste ya a África protagonista de su proceso de liberación.
Tu sueño era el sueño de Dios, tú que creíste y nos enseñas a creer.
Tu vida nos habla de dos encuentros fundamentales:
El primero con Dios y el segundo con los africanos.
Fuiste testigo audaz de la exploración de África y no permaneciste indiferente, ni te refugiaste en un conformismo desesperado mas sentiste dentro la llama de la liberación y quisiste hacer historia con los africanos. Su causa se convirtió en la tuya.
El Espíritu te susurró un Plan sabio:
La regeneración de África por la propia África, y fue primavera, fue fuerza, fue pasión, fue liberación integral.
Gracias porque tu sueño nos ilumina hoy frente a los proyectos neo-imperialistas que continúan a abrir la brecha entre el Norte y el Sur del mundo.
Tu sueño nos guía y nos hacen tomar una posición frente al dios-dinero, frente al ídolo que deshumaniza a las personas.
Hoy en día estamos inmersos en una humanidad perdida y débil, y tú nos invitas a creer en la humanidad, a anunciar a Jesucristo con pasión y credibilidad.
No es fácil vivir en un mundo plural y dividido pero tú nos demostraste que el amor lo puede todo.
Te pedimos que nos mantengas unidos a ti y entre nosotros, tus hijos e hijas, para que permanezcamos fieles al sueño de Dios.
Que nuestras diferencias sean fuente de riqueza y creatividad.
Gracias, Daniel, por creer en tu sueño.