Laicos Misioneros Combonianos

Wawotowu!*

AsiayEwaSaludos desde nuestro muy hermoso Gulu. En primer lugar deciros que sentimos mucho que les escribamos tan pocas veces, pero el tiempo pasa muy rápido. (Yo y Ewa) llevamos 3 meses en Uganda! Durante este tiempo hemos podido conocer el lugar, los niños, las madres y también el barrio en el que vivimos. Ahora es realmente nuestro hogar. Estamos todavía comenzando a conocer la cultura Acoli, cada día descubrimos cosas nuevas, costumbres y normas … Por supuesto también tenemos la oportunidad de ver la riqueza de esta cultura Acoli, me refiero entre otras cosas a los bailes. La tribu Acoli tiene más de 20 danzas tradicionales diferentes. Cada una de ellas muy enérgica y llena de vida. Cuando vemos a la gente que baila nos sentimos en deuda con ellos, nos encantan sus movimientos y su condición. También deciros que terminamos el curso de Acoli. Acoli no es tan fácil como habíamos escuchado, pero poco a poco empezamos a hablar con los niños usando su lengua.

Como escribí en el comienzo, el tiempo pasa muy rápido, probablemente porque estamos muy ocupadas. De momento intentamos hacer lo mejor y ayudar al hermano Elio para dar un espíritu fresco al orfanato de S. Judas donde nos encontramos. Ahora estamos involucrados en diferentes trabajos de oficinas. Ewa trabaja como asistente social, yo tuve que cambiar mi profesión de momento y me convertí en contable. Cuando llegamos aquí no habíamos soñado trabajar en la oficina, pero sabemos que las exigencias de la misión a veces cambian tus ideas. Por eso con humildad y apertura nos involucramos en los lugares que necesitan nuestra ayuda. Todavía observamos cosas que no entendemos y nos hacen enojar y estamos humildemente a la espera de cooperar con los trabajadores locales. Cada día descubrimos una gran cantidad de necesidades en este lugar y en nuestras cabezas hay un montón de ideas diferentes para organizar las reuniones con los niños. Estamos llenas de buena voluntad y felices y esto es lo más importante.

También cooperamos con los LMC locales, cada primer viernes de mes tenemos encuentro y oración en común. Nos preguntamos cómo organizar nuestra cooperación en el futuro, lo que podemos hacer juntos en este lugar. La comunidad local está muy abierta, así que creo que podemos hacer un montón de cosas muy buenas juntos. También conocimos a Marco y Maria Grazia, que acaban de terminar su misión en Aber y regresan a Italia.

El jueves Monika y Carmen se nos han unido, así que estamos muy felices porque por fin estamos juntas. Ahora las niñas tienen curso de Acoli así que permanecen en Layibi pero vivimos en la misma ciudad. Ahora realmente comenzamos a organizarnos nuestra vida en comunidad así como las actividades. Escribiremos al respecto pronto.

Muchas gracias por vuestro apoyo, por vuestra oración, que es muy importante para nosotras. También pensamos y oramos por ustedes. “Os saludamos” de nuevo.

Asia

*en Acoli- Os saludamos

Celebrando la pluralidad

Encuentro alemaniaAsamblea de Laicos Misioneros Combonianos de la provincia de lengua alemana (DSP), julio 2014 en Nuremberg.

Hace ahora treinta años desde que el primer LMC alemán fue a las misiones en Kenia. Era considerado como un miembro asociado de los Misioneros Combonianos, en alemán se llama “MaZ” (misionero ad tempus – Missionar auf Zeit). Un número de MaZ que han regresado de mision y algunos amigos se reunieron en Nuremberg con el fin de celebrar este jubileo. Algunos de los participantes se quedaron durante todo el fin de semana; otros simplemente se unieron a la reunión durante un día. Todos disfrutamos de compartir experiencias, hablar de nuestra vocación, de nuestra vida y por turnos jugar con los hijos de los LMC. En total estuvieron diecisiete LMC, siete amigos y ocho Misioneros-Combonianos, incluido el P. Provincial Karl Peinhopf así como antiguos y actuales Combonianos encargados de los LMC.

Al comienzo de la asamblea, se mostraron cuatro carteles sobre los resultados de una tesis de maestría sobre los impactos sostenibles del voluntariado internacional y Misioneros Laicos como los MaZ de Alemania. Los carteles presentaban las principales conclusiones de una encuesta entre las personas que habían regresado de su compromiso misión. Por ahora, la mayoría de ellos trabajan como profesores, en el ámbito parroquial, como trabajadores sociales o en el sector de atención a la salud (por ejemplo, enfermeras). Incluso si actualmente no trabajan en las misiones en el extranjero o en el trabajo de desarrollo, ellos incluyen esta experiencia en su trabajo, por ejemplo en proyectos paralelos, compromisos interculturales o donaciones financieras. Por otra parte, el impacto en la vida de los ‘misioneros ad tempus” les hace estar presentes en compromisos relativos a temas como la forma de vida sostenible, la migración y la globalización, así como la justicia global. Al ser entrevistado, algunos repatriados hicieron hincapié en que su fe fue fortalecida por las experiencias tenidas en otras partes de la iglesia universal.

Más tarde, en el trabajo del día se confirmaron este impacto positivo y sostenible: Mathias regresó de Uganda el año pasado e informó sobre su tiempo en Kasaala. Juntos hablamos de los proyectos y su trabajo en la escuela secundaria y en la agricultura.

Sigrun, que había estado en Matany / Uganda hace algún tiempo, proporcionó información sobre su campo de profesión en la agricultura y la horticultura tropical. Durante los últimos años regresó a West Uganda varias veces para realizar estudios biológicos.

Lena nos ayudó a echar un vistazo detrás de la cortina de las ciencias políticas, acercando la disputa entre la Unión Africana y la Corte Penal Internacional.

Todas las contribuciones mostraron la pluralidad de los MaZ y los temas que llevan adelante. El padre Markus Körber y el padre Hubert Grabmann, dos Misioneros Combonianos que participaron en la reunión, informaron sobre su actual trabajo misionero en el sur de Sudán y en Kenya. El padre Hubert Grabmann ayudó en la formación de LMC en la DSP hace algunos años; ahora ha recibido LMC en su parroquia en Kenia por segunda vez.

Además del programa oficial, hubo tiempo para compartir información sobre la vida de cada uno, ver algún partido de fútbol de la Copa del Mundo, hacer barbacoa además de cantar y orar juntos. En la misa de clausura oramos por los LMCs en formación y aquellos en las misiones. Agradecemos al hermano Friedbert Tremmel por la hospitalidad. Nos despedimos del padre Günther Hofmann antes de su partida a Sudáfrica. Para el tiempo de Adviento y para el próximo año ya hemos estado planeando nuevas reuniones con la participación de los MaZ /CLM.

Encuentro alemaniaChristoph Koch

Magda Plekan, “Nueva” Laica Misionera Comboniana

MagdaEl 27-29 de junio tuvimos la última reunión LMC antes de las vacaciones durante la cual concluimos nuestro año de formación. Esta fue una reunión especial, no sólo para el grupo de LMC, sino también para toda la familia Comboniana también.
El 27 de junio, durante la Santa Misa de la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, presidida por el P. Maciek Miąsik, Magda Plekan entró oficialmente en la comunidad de lso LMC. El momento más importante fue la lectura de oficial de su oración como acto libre y el deseo de unirse a la comunidad de los LMC.
Fue una gran celebración para toda nuestra comunidad, aunque joven en edad, valientes en la respuesta a la llamada de Dios. Estamos orgullosos y felices por Magda, quien junto a Danka, Ewa, Asia y Monika ya son miembros de pleno derecho de la comunidad de Laicos Misioneros Combonianos. Todas las niñas y todos los que formamos la comunidad internacional de los LMC la encomendamos en nuestra oración y le deseamos un entusiasmo duradero tomando como modelo a S. Daniel Comboni.
Durante la celebración de la Eucaristía del sábado también celebramos el envío misionero para la experiencia mensual de nuestro grupo de siete personas: Zuza, Magda, Kasia, Piotrek, Maciek y la hermana Ula acompañadas por el P. Maciek van a pasar un mes en África para experimentar un poco de la vida misionera y discernir su propia vocación.
El domingo hemos escuchado el testimonio de Magda, nuestra nueva LMC. Subrayó que la comunidad era muy importante para ella en la vida misionera y lo importante que es la oración que une. Ella compartió con nosotros cómo fue su discernimiento a l ahora de decidir entrar en la comunidad de los LMC. Destacó que durante el discernimiento la paciencia es importante así como la confianza en Dios.
Agradecemos a Dios por Magda y por su vocación de LMC.

Magda Magda
Magda Magda

Grupo LMC Polonia

Con el corazón en la misión

P._Enrique_Sanchez“Ante la cercanía de la fiesta del Sagrado Corazón –viernes, 27 de junio–, deseo compartir con vosotros esta pequeña reflexión que nos ayude a prepararnos para esta celebración clavando nuestra mirada en ese Corazón abierto del que brota nuestra vocación misionera para adquirir la fuerza que necesitamos en este momento de nuestro viaje como herederos de san Daniel Comboni”, P. Enrique Sánchez G. mccj.

Con el corazón en la misión

“No quiero ocultarle que, cuando la Santa Sede me confió esta vasta y laboriosa Misión, mi conciencia estaba un poco titubeante, porque conocía mi pequeñez ante esta tarea enorme que Dios me había confiado por medio de su augusto Vicario Pío IX, y pensaba que con nuestras fuerzas nunca conseguiríamos establecer el catolicismo en estas inmensas regiones, donde la Iglesia, a pesar de los esfuerzos de tantos siglos, jamás lo había logrado. Entonces puse toda mi confianza en el Sagrado Corazón de Jesús y decidí consagrarle todo el Vicariato el 14 de septiembre próximo. Al objeto de llevar a cabo esta gran solemnidad mandé una circular, y rogué al admirable apóstol del Sdo. Corazón, el P. Ramière, que redactara el acto de consagración solemne, lo cual ha hecho” (Escritos3318).

Queridos hermanos,
Ante la cercanía de la fiesta del Sagrado Corazón, deseo compartir con vosotros esta pequeña reflexión que nos ayude a prepararnos para esta celebración clavando nuestra mirada en ese Corazón abierto del que brota nuestra vocación misionera para adquirir la fuerza que necesitamos en este momento de nuestro viaje como herederos de san Daniel Comboni.

El 31 de julio de 1873, san Daniel Comboni escribió una carta al obispo Joseph De Girardin, de la que tomé el texto con el que comienzo mi reflexión.Lo elegí porque creo que contiene algunos elementos que se corresponden con la realidad con la que nos enfrentamos en este momento de nuestra vida y de nuestra misión y que merecen una reflexión por nuestra parte.

Igual que en aquel tiempo, también hoy se puede decir que la misión que nos es confiada sigue siendo extensa y laboriosa;a menudo parece mucho más exigente y más allá de nuestras fuerzas.Y esto – lo digo sin rodeos – no es una ayuda para vivir de manera responsable y eficaz.

Durante los últimos treinta años, el Instituto ha crecido considerablemente en su proceso de crecimiento y se ha involucrado en muchas áreas, en muchos frentes y en muchas diferentes realidades misioneras cuya magnitud es evidente.El inmenso Vicariato de África Central se ha convertido para nosotros en más inmenso todavía, con presencia en cuatro continentes y una diversidad de compromisos misioneros de tal envergadura que nos hace creer que estamos presentes en todos los frentes de la misión.Esta realidad, para algunos de nosotros, es un bien, parece responder a la necesidad de hacer valer el propio ego, nos hace creer que somos grandes misioneros porque llevamos el Evangelio a todos los rincones del planeta y a todas las periferias de la humanidad, para usar una expresión querida por el Papa Francisco.

A la inmensidad, hay que añadir el trabajo arduo, la complejidad de una misión que demanda, desafía, pasa por un cambio profundo debido a una transformación de ritmo frenético del mundo y de la sociedad.La misión está cambiando sin darnos tiempo para averiguar qué dirección hemos de tomar y, parece haber una incapacidad de nuestra parte, para anticiparnos a estos cambios.

Pero el trabajo duro que requiere la misión hoy se convierte en un desafío para nuestra creatividad, nuestra capacidad para cuestionarnos a nosotros mismos, a soñar para emprender nuevos caminos que nos pueden obligar a caminar sobre tierra desconocida, inédita – como se nos ha dicho hace algún tiempo – que nos invita a no vivir de rentas de la herencia recibida que puede llevarnos a engaño con una pretensión de omnipotencia misionera.

Comboni, en la carta de 1873, se confesaba indeciso debido a su pequeñez.También hoy nosotros estamos siendo conscientes de nuestra pequeñez, y no sólo porque las estadísticas nos recuerdan la continua disminución de la plantilla.Creo que no es sólo una cuestión de números.Creo que esta pequeñez nos puede hacer entender que nuestras fuerzas no serán nunca suficientes para responder a las necesidades de la misión y que el Señor no hace sus cálculos usando las matemáticas.

Sagrado Corazón¿Hacia dónde dirigimos, pues, nuestra mirada, de dónde obtener las fuerzas y la luz para vivir radicalmente nuestra vocación misionera comboniana?

Creo que nosotros hoy día, la pequeñez tenemos que medirla mirando a nuestra calidad de vida, a la coherencia en el cumplimiento de nuestros compromisos y opciones personales de vida que hemos hecho, la capacidad de no ser superficiales en vivir nuestra consagración religiosa para la misión, nuestra total disponibilidad a ir a servir a los pobres, a la libertad de no dejarnos engañar por las sugestiones fáciles de nuestro mundo: el consumismo, la apariencia, la superficialidad, etc.

Sin apuntar con el dedo a nadie en particular, y sin querer regañar, creo que cada uno de nosotros debe reconocer su pobreza, su fragilidad y sus límites, la tentación de hacer de la misión algo que me es útil y no más bien una realidad que me llama a entregarme incondicionalmente y sin usar pretextos para convertirla en una “misión a medida”.

Tengo una profunda admiración por tantos hermanos que viven con enorme entusiasmo, dedicación y sacrificio en situaciones de violencia indescriptible y peligro.Son esas piedras ocultas con las cuales – Comboni nos recuerda – hay que construir la misión.Es a la luz de estos testimonios que tenemos que medir nuestra respuesta a la llamada que hemos recibido y vamos a descubrir lo grandes, fuertes y capaces que podremos ser para abrazar la misión que se nos confía hoy.

Comboni dijo humildemente: “Pensé que con nuestra propia fuerza nunca lo conseguiremos”.No es una expresión de desaliento, es la convicción de tener entre manos una misión que no depende de nosotros.“Así que deposité toda mi confianza en el Sagrado Corazón de Jesús”.Tal vez, y sin tal vez, creo que es el momento para nosotros de hacer esta experiencia de abandono y confianza, de fe y apertura a la acción de Dios en nuestras vidas, lo cual no quiere decir refugiarse en una espiritualidad que nos saque de la realidad, de la responsabilidad de participar en la construcción del Reino.

La confianza en el Sagrado Corazón de Jesús es para nosotros hoy día, el reto que nos obliga ensuciar nuestras manos en la transformación de nuestra humanidad, a través de nuestro servicio misionero, sin olvidar que el único y verdadero protagonista de la misión es y será siempre el Señor.

Si Comboni quiso consagrar su Vicariato a este Corazón, que no es sino el amor infinito de Dios por cada uno de nosotros y para todos aquellos a quienes somos enviados como misioneros suyos, creo que vale la pena que vivamos esta celebración, renovando nuestra disposición, para que el Señor cumpla en nosotros sus planes, reconociendo que la misión que brota de su corazón tiene un futuro brillante. Debemos vivir en la confianza de que el Señor no nos va a defraudar.
Feliz fiesta a todos.
P. Enrique Sánchez G. mccj

Necesitamos misioneros y misioneras

MozambiqueDurante este tiempo, donde he tenido la suerte de servir dentro de la organización internacional de los LMC, he contado con la fortuna de conocer y relacionarme con muchos misioneros y misioneras de todo el mundo.

Muchas cartas nos hemos cruzado de un lado a otro. En muchas comparten la alegría de una vida al servicio de los demás, de cómo en su entrega han ido viendo como su vida se llenaba y eran felices. Me cuentan los sueños y dificultades en el trabajo en las periferias de las grandes ciudades, las peripecias de dar clases en una escuela con pocos medios y con mucha ilusión. La búsqueda de una buena formación profesional para los alumnos y familias de las comunidades donde están, la atención a los enfermos en los hospitales y puestos de salud donde se encuentran.

Comparten también como viven su fe con las comunidades donde están, las responsabilidad de cada miembro de la comunidad, el llevar la Palabra a lugares remotos, andando, en bici, en todoterreno o canoa.

Son una infinidad de experiencias, de alegrías y dificultades compartidas con la gente.

Pero también me llegan muchas peticiones de personal. ¡Se necesitan misioneros! De muchos rincones se repite la llamada ¿hay personas disponibles para venir a nuestra comunidad?

Los proyectos de cooperación son importantes, las escuelas, hospitales, el trabajo de cooperativas, de denuncia de las injusticias… todo ello es central y necesita de personas que sigan animando y siendo puentes. Hay quien me recordaba que “los ladrillos no abrazan”. Y es verdad, si algo oigo siempre de la gente sencilla son las gracias por la compañía que los misioneros le ofrecen, por estar con ellos, apoyándoles en los momentos duros, celebrando las alegrías juntos… poder contar con el abrazo cercano. Hacer presente el amor de Dios a través de sus manos, que apoyan y acompañan en el camino.

Por eso, en esta celebración de Pentecostés dejemos que el Espíritu nos llene, nos saque de nuestras habitaciones cerradas y nos lleve a la plaza, al camino.

Si sentís una inquietud misionera os invito a buscar el grupo más cercano del país donde viváis. Podéis visitar también nuestra web donde encontrareis el contacto de los 20 países donde estamos en Europa, África o América. Buscar otras personas como vosotros y buscar un tiempo para discernir vuestra vocación.

No esperéis. Ahora es el momento. No retraséis la respuesta y comenzar un camino de formación que os lleve a vuestra entrega misionera.

Reproducir

Comboni decía que “la misión es un plan de amor en el que no podemos ahorrar esfuerzos”.

Adelante