Laicos Misioneros Combonianos

¡Un sueño hecho realidad!

Sofia3Misión en África, un sueño. Algo que hace tiempo que quería vivir y finalmente conseguí. Tenía 17 años cuando empecé a soñar con África cuando empecé a querer conocer más el “mundo” de la Misión. En agosto, fui como parte del grupo de Fe y Misión con cuatro jóvenes y dos misioneros de la Familia Comboniana, fuimos para Mozambique, a la misión de Carapira. Siempre he pensado que la misión era llevar a Jesús a los demás, pero cuando llegué a Carapira Él ya estaba allí y con los brazos abiertos para recibirme y decirme que me había elegido y que ese pueblo era de Él.

Fue una experiencia indescriptible, pero intentaré compartirla: Encontré un pueblo acogedor, generoso, alegre, lleno de sonrisas. Un pueblo sin prisa, donde el tiempo es un pormenor.

La gente siempre tiene tiempo para hablar, se detienen para saludarse. No se siente estrés, si mi vecino está mal, no soy indiferente.

Encontré un espectacular equipo de misioneros que hace un trabajo de excelencia, todos los días se entrega en cuerpo y alma a la gente de Carapira.

SofiaHermanos, hermanas, sacerdotes y laicos misioneros Combonianos, dan lo mejor como educadores, formadores. Acompañan a decenas de jóvenes, sin tener en cuenta su creencia. Acompañan a las comunidades, tratando de ser presencia de Cristo en medio del pueblo. Conocí de cerca el trabajo de los misioneros laicos, que trabajan apoyando las distintas actividades en la Escuela Industrial, donde tienen un papel muy activo. Laicos que están presentes como alguien que educa, cuida, como alguien que ama, ya que los jóvenes que asisten a la Escuela Industrial dejaron sus casas para poder estudiar. Los laicos son una presencia amiga e incluso materna. Los laicos también ayudan en la pastoral, ayudan a los niños y a los jóvenes a descubrir a Jesús.

Con toda la comunidad misionera que conocí y al lado de los que trabajé y aprendí mucho, encontré que un misionero ama verdaderamente, es capaz de amar, es capaz del amor incondicional. Guardo conmigo cada momento que viví, agradezco la confianza que han depositado en mí y mis colegas.

El mayor desafío que enfrenté a lo largo de este mes fue sin duda el vivir en comunidad.

Toda la experiencia fue extraordinaria, imposible permanecer indiferente, me gustó mucho todo el trabajo que pudimos hacer con los jóvenes de la Escuela Industrial. Sobre la Laudato Si, me encantó estar con las chicas del internado, me gustó haber trabajado con los jóvenes de la comunidad, “Salvar la juventud con la juventud”.

SofiaMe marcó realmente una conversación que tuve en los primeros días, cuando llegué al internado a trabajar con las chicas para apoyar en el estudio y aclarar dudas de portugués y matemáticas. Nelson, una chica de 13-14 años, que asiste a séptimo grado, no se acercaba mucho, siempre me observaba, pero siempre un poco distante, cuando me acerqué para tratar de poner fin a las reservas de ella, ella me dijo: “No quiero ser tu amigo, porque te vas a los pocos días y nunca más te veré”. Esto me cortó el corazón, me dejo parada, quise decir algo, pero no encontraba palabras, quería decirle a esa chica que no sería así, pero estaría mintiendo porque era cierto, tenía un viaje programado. Acepté su elección, decidí no insistir. Y durante los 15 días trabajados en el internado, hablábamos poco, estudiamos juntas, descubrimos palabras nuevas y difíciles, hacíamos la tarea.

Pero yo sé que interactuaba con Nelson, estoy segura, ella sonreía e incluso bromeaba cuando pronunciaba algo mal en Macua, o cuando les dije que tenía miedo de enfermarme de malaria. Y llegó el día en que tenía que decir adiós a ella y a todas las otras chicas. Y Nelson me preguntó: “¿Maestra ahora me va a olvidar?”

Ella es experta en dejarme “bloqueada”, es hermosa, tiene unos ojos grandes, hermosos, brillantes, y estaban llenos de agua y pensé ¿cómo voy a olvidar esto, Señor? No lo haré. La abracé y le dije que no me voy a olvidar de ti.

Algo que también me marcó mucho fueron las Eucaristías, celebran con mucha alegría, cantan, aplauden, son fuertes, muy bonitas. La mujer mozambiqueña, no os puedo dejar de hablar de ella, es luchadora, trabajadora, siempre a cargo de las tareas más complicadas. Tiene un papel fundamental.

Esto es un poco de lo que viví, fue una buena experiencia que yo realmente quiero repetir.

Fue muy importante para mí, cada día tuvo hechos significativos que no podré olvidar.

Y no se olviden que los sueños se hacen realidad. Sólo tenemos que hacer un 5%, Dios hace el resto.

Sofia Coelho

XVIII Capitulo General de los Misioneros Combonianos

Capitulo MCCJAyer domingo se ha iniciado oficialmente el XVIII Capitulo General de los Misioneros Combonianos con la Santa Misa de apertura.

Los capitulares han tenido una semana de preparación previa.

El capítulo finalizará el próximo 4 de octubre. Durante este tiempo permaneceremos en oración por la buena marcha del mismo, por el bien de la familia comboniana y de la misión a la que estamos llamados.

Para una información constante se puede visitar la página oficial del instituto religioso masculino www.comboni.org donde además de noticias diarias encontramos una serie de videos llamados “Voci del capitolo”, donde algunos capitulares nos ofrecen los aspectos importantes que van tratando y la marcha de las sesiones y encuentros.

Unidos en oración.

Capitulo MCCJ

Capacitado para escuchar y para hablar

Comentario a Mc 7, 31-37 (Domingo XXIII T.O., 6 de septiembre del 2015)

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En la lectura de hoy Marcos presenta a Jesús en territorio “pagano”, donde habitaban personas que no seguían las prácticas religiosas judías, que eran las suyas. Pero, más allá de las diferencias religiosas o culturales entre los habitantes de la Decápolis y los de Nazaret o Jerusalén, Jesús encuentra a un hombre concreto, con un problema “humano”, que afecta por igual a creyentes y no creyentes, ricos y pobres, cultos y analfabetos: es sordo y mundo.

Parece bastante evidente que este caso concreto de un sordo mundo en territorio pagando es, en la intención del evangelista Marcos, un signo evidente de la misión e Jesús.

Él usa el poder-amor de Dios (simbolizado en la imposición de manos) para liberar al ser humano de su sordera (su incapacidad para escuchar a Dios y a los demás, su egoísmo y orgullo auto-referencial, centrado en sí mismo) y de su mudez (su incapacidad para decir palabras comprensibles, su incomunicación, su incapacidad para decir la verdad que vive).

Cuando era joven sacerdote, conocí un niño de diez años al que todos consideraban sordo-mundo, hasta que una joven religiosa comenzó a prestarle mucha atención, a seguirlo de cerca, a mostrarle un amor concreto, sincero, gratuito y constante. Después de un tiempo, la hermana se dio cuenta de que el niño tenía un problema en el oído y lo llevó al médico; resuelto el problema, el niño comenzó a escuchar palabras y a repetirlas, dejando de ser sordomudo. Pensé entonces en la el gran poder del amor, capaz de poner en marcha procesos liberadores.

Sabemos que en la mayoría de los casos no es así. Que frecuentemente la sordera y la mudez no tienen solución, aunque, gracias a Dios, hay muchas maneras de superar la incomunicación. Pero, como en el Evangelio, el problema no reside tanto en la incomunicación física cuanto en otro tipo de incomunicación: aquella que nos lleva a cerrar los cauces de comunicación y de amor con miembros de la propia familia, con miembros de la comunidad, con personas de otras culturas, de otras ideas políticas o de otras religiones…

Frecuentemente nosotros nos volvemos “sordos” y “mudos” en el corazón de nuestra personalidad: Nos negamos a escuchar lo que los otros nos tienen que decir y, por eso mismo, no tenemos una palabra sincera, auténtica, liberadora para los demás.

Todos recordamos el pasaje de Emaús, en el que Jesús camina con los discípulos, escucha sus inquietudes y, sólo después, les comparte unas palabras iluminadoras.
A veces parece que nuestras propias comunidades eclesiales son sordas y mudas: no quieren escuchar los gritos de la humanidad (emigrantes, prófugos, jóvenes, parejas rotas, mujeres…), ni a los profetas de nuestro tiempo que nos muestras caminos de libertad y solidaridad. Esa “sordera” nos hace también “mudos”, incapaces de decir palabras significativas, constructoras de humanidad.

Una Iglesia misionera es una Iglesia que escucha, libre de la sordera del orgullo y de la arrogancia. Sólo así podrá ser liberadora.
En la Eucaristía Jesús nos toca con su cuerpo. Pidámosle que cure nuestra sordera y libere nuestra lengua para que podamos ser sus misioneros, curados y capaces de curar a otros miembros de nuestra humanidad. Y en ello encontremos un camino cada vez más claro hacia la comunión con el Padre.
P. Antonio Villarino
Roma

“Misión en el mundo de hoy”: encuentro de Laicos Misioneros Combonianos (LMC) en Mellatz los días 3 y 4 de julio 2015

German CLMEl 3 y 4 de julio 2015, algunos miembros de los Laicos Misioneros Combonianos (LMC) se reunieron con los Misioneros Combonianos P. Franz Weber y H. Friedbert Tremmel en la casa de misión en Mellatz para cambiar impresiones sobre el tema “misión en el mundo de hoy”. El sábado, algunos miembros de la “Mellatzer Weggemeinde” llegaron por lo que el grupo aumentó al menos 15 personas.

A principio de la reunión el P. Franz Weber dio una breve presentación introductoria: el término “misión” está bastante afectado negativamente por la historia de la conquista y la colonización que a veces iba de la mano con la evangelización de los pueblos de África, América y Asia. Hoy en día, este término debe ser redescubierto. La Misión debe venir del corazón desde donde uno puede vivir y actuar como misionero, es decir, la Misión empieza por mí mismo.

Jesús, que fue el “primer misionero y el origen de todo el trabajo misionero” trae buenas noticias a los pobres, y esto lo atestiguó con su vida y sus curaciones. El núcleo de la misión es la Buena Nueva, el Reino de Dios que se hace presente con Jesús. “No podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído” (Hechos de los Apóstoles 4:20).

Después de esta introducción al tema, el grupo comenzó a pensar en la forma en que podemos actuar en el sentido de Jesús, como individuos y como grupo. Una de las opciones en la que se puede hacer es en la familia, con los amigos, en el trabajo o en la parroquia.

En conclusión, podemos decir que la misión es por y para los hombres. La esencia está regalada por mí. Es dar y recibir. El día terminó con una misa en la que dimos gracias a Dios por nuestras habilidades y talentos.

La próxima vez el grupo LMC se reunirá en la casa Comboni en Nuremberg desde el viernes noche (9/10/2015) al domingo (11/10/2015) al mediodía. El tema será la nueva encíclica “Laudato sí” del Papa Francisco. Se invita a todas las personas que tengan interés.

LMC Alemania

 

El verdadero Pan de la vida: Más allá de las apariencias

Un comentario a Jn 6, 24-35: XVIII Domingo del T.O.; 2 de agosto del 2015

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Seguimos leyendo el capítulo sexto de Juan, que hemos comenzado a leer el domingo pasado con el signo de los panes abundantes. La verdad es que de un domingo a otro nos saltamos una parte que habla de Jesús que desaparece de la vista de la multitud satisfecha, atravesando el mar, y de la multitud que le busca afanosamente. Lo que leemos hoy es parte de la respuesta de Jesús a la inquietud de la gente. Con ello Juan nos explica la fe de los primeros discípulos que creen en Jesús como el verdadero Pan de la vida.
Para entender esta respuesta, les propongo algunas reflexiones sobre el valor del Pan en la tradición bíblica y en nuestra fe:

1.- El pan que permite sobrevivir
Hubo una primera experiencia que quedó marcada en la historia de Israel: el alimento que milagrosamente pudieron obtener en los momentos más difíciles de su marcha hacia la tierra prometida. Todos recordamos la historia del maná, aunque no sabemos cómo sucedió la cosa físicamente, aunque los exégetas hacen varias hipótesis plausibles. Pero lo importante es que lo que sucedió permitió al pueblo de Israel sobrevivir y ellos siempre vieron en este hecho la presencia de la mano providente de Dios.
Pienso que algo parecido nos pasa a nosotros muchas veces: Cuando estábamos desesperados, encontramos un trabajo que nos permite ganar la vida, nos va bien un negocio, encontramos una ayuda inesperada, superamos una enfermedad… En esos casos podemos pensar que es una casualidad, que ha sido todo mérito nuestro… o que Dios está guiando la historia a nuestro favor. Eso es lo que hicieron los judíos y lo que sigue haciendo tanta gente sencilla y llena de fe, yendo más allá de las apariencias y de la superficie de los acontecimientos.

2.- Del Pan a la Palabra-Ley
Cuando Moisés presentó a su pueblo la tabla con los diez mandamientos y el conjunto de la Ley, Israel experimentó que la LEY era un favor tan grande como el alimento del desierto. Con la Ley el pueblo crecía, se defendía, progresaba, sabía cómo orientarse en los momentos de duda y encontraba armonía y felicidad. Poco a poco el pueblo aplicó a la Ley su experiencia con el pan físico y afirmó: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.
Pienso que también nosotros hemos hecho esta experiencia, tanto a nivel personal como comunitario. A veces despreciamos el valor de las leyes, pero una buena Ley puede ayudar a un pueblo a vivir mejor. Sin ley caemos en la anomia y la anarquía, que normalmente favorece a los más poderosos y violentos. Tener una buena Ley (o un buen proyecto de vida personal) es tan importante como tener las necesidades básicas cubiertas.

3. De la Ley a la Palabra-Sabiduría
Pero la Ley no era la única manifestación de la sabiduría divina, que guiaba al pueblo. Estaban los profetas, los salmistas, los poetas, los filósofos de otras culturas, los ancianos sabios… Toda manifestación de sabiduría fue considerada como PAN que alimenta el espíritu. Si el pan es imprescindible para la vida del cuerpo, la sabiduría es imprescindible para la vida del espíritu.
También nosotros necesitamos alimentarnos de toda sabiduría que la humanidad produce en la ciencia y la filosofía, en las religiones y en el arte. Todo pensamiento positivo, toda palabra luminosa puede ayudarnos a vivir mejor.

DSC004324.- De la Palabra-Sabiduría a Jesucristo
Lo que los discípulos experimentaron es lo que viene explicado en el evangelio de hoy: El pan que nos alimenta en el desierto no es más que la imagen de Jesucristo como verdadero Pan que alimenta nuestra vida espiritual. Su Palabra -repartida en parábolas, sermones, diálogos y dichos-, su cercanía a los enfermos y pecadores, y toda su presencia era como el Pan del Desierto, como la Ley de Moisés, como la más alta Sabiduría de la humanidad. En él se encuentra la plenitud de la Vida que Dios quiere para todos sus hijos.
Cierto, todos nosotros queremos tener aseguradas las necesidades básicas de la vida (pan vestido, techo) y Jesús –como la Iglesia hoy- sale al encuentro de la gente en esas necesidades básicas, pero no se queda ahí: nos invita a aspirar al Pan verdadero que es la Palabra-Sabiduría-Amor de Dios hecho carne en Jesús de Nazaret.
Aceptar esto, “comerlo” y dejar que forme parte de nuestra vida es abrirse una vida en plenitud, capaz de superar las pruebas de cualquier desierto que nos toque atravesar.
P. Antonio Villarino
Roma