Laicos Misioneros Combonianos

Encuentro LMC europeo en Cracovia

LMC Europa

El pasado 12 y 13 de octubre celebramos en Cracovia la asamblea de representantes de los LMC de Europa. Un encuentro que ha estado postpuesto varias veces por causa de la Covid o de la invasión de Rusia a Ucrania y la crisis de refugiados que ha generado. Finalmente, hemos podido encontrar unos días para compartir.

Ha sido grande la alegría de todos los participantes por poder encontrarnos presencialmente. Después de muchos años trabajando y compartiendo encuentros online la posibilidad del encuentro personal la hemos vivido como un momento de gracia. Es la alegría de la familia que se encuentra, la alegría de soñar juntos, de rezar juntos, de reflexionar juntos…

Ha resultado un encuentro sencillo. Donde nos hemos sentido en casa en todo momento por la maravillosa acogida recibida por los LMC y los MCCJ de Polonia. Aquellos que llegamos antes tuvimos la oportunidad de visitar el Santuario de la Divina Misericordia y encomendar al Sagrado Corazón de Jesús los días a compartir.

Al día siguiente, y con todos ya presentes, hemos comenzado un análisis compartido de la realidad de cada uno de nuestros grupos. Paso a paso, tema a tema, hemos ido compartiendo y profundizando en la riqueza de nuestra vida misionera, en las dificultades que afrontamos en cada país (muchas de ellas comunes a todo el continente) y en los sueños que tenemos.

Una vez que hemos tenido una idea más clara del camino recorrido durante estos años y cómo nos encontramos en cada país llegó el momento de adentrarnos en los temas fundamentales del encuentro.

En primer lugar, tuvimos tiempo para profundizar sobre nuestra vocación LMC y el compromiso de vida que ella implica. Descubrir a qué estamos llamados como misioneros en Europa. Comprender las dificultades y desafíos que nuestro continente nos presenta. Una Europa cada vez más secularizada, donde el peligro del individualismo y la indiferencia se cierne frente a los muchos problemas que deberían ser afrontados de manera solidaria. Un estilo de vida que tantas veces se contrapone a los valores del evangelio y a la búsqueda del bien común.

Pero frente a todas las dificultades encontramos el antídoto a usar, las características ideales del buen misionero que deben ayudarnos a superar todas estas dificultades (aquí debimos emplear nuestra faceta más artística).

Y de ahí ir profundizando y entendiendo que nuestra comunidad LMC es nuestra principal fortaleza, que solos es difícil pero que en comunidad y colocando a Jesús en el centro todo es posible.

Reconocer que estamos implicados en muchos aspectos de la vida, que la vida laical con todos sus aspectos familiares, laborales, de implicación pastoral y social no es sencilla, que debemos aprender a priorizar. Ser conscientes que nuestra vida no está compartimentada en nuestros muchos quehaceres sino unida por una sola vocación que se expresa en los diversos ámbitos donde estamos presentes y compartimos nuestra vida. Que la oración, la formación y el acompañamiento comunitario como LMC son pilares básicos que nos ayudan y fortalecen la fidelidad a nuestra vocación. Somos consciente de las dificultades de muchos de nuestros LMC en vivir su vocación en el día a día, que muchas veces el regreso de la misión en otros países no es sencillo y el encontrar lo que el Señor nos pide cada día es un desafío, pero que desde el discerniente personal y comunitario es posible.

También tuvimos tiempo para reflexionar sobre nuestra responsabilidad con la misión fuera de nuestro continente. Que la diversidad con la que nacimos cada grupo nos trae mucha riqueza que no queremos perder, pero a la vez la esencia de una sola vocación LMC y el compromiso de afrontarla entre todos es fuerte. Nuestros grupos LMC son la expresión local de un solo compromiso global, ser parte del LMC nos hace pertenecer a una gran familia internacional con la que nos sentimos comprometidos al servicio del Reino de Dios. Hacer misión allá donde estamos en cada momento no nos quita el tener presentes las demás responsabilidades que tenemos a nivel global, comenzando con nuestras comunidades internacionales presentes en África o América y todo lo que tiene que ver con nuestra pertenencia a nivel internacional.

Los numerosos acuerdos que tenemos a nivel internacional, los documentos aprobados conjuntamente y las herramientas que hemos creado (como el plan de formación internacional o la guía de comunicación) son herramientas importantes que nos pueden ayudar en nuestro caminar.

Por último, dedicamos un tiempo para visualizar que tipo de servicio se espera del Comité Europeo en los próximos años, dónde centrar las prioridades de trabajo del mismo y de qué manera puede ser instrumento de ayuda para los diferentes grupos en Europa.

Sin duda unos días muy intensos, que como siempre se hacen cortos porque uno disfruta mucho cuando está en familia. Pero no toca ahora hacer tres tiendas sino bajar a la realidad y hacer posible el sueño de Comboni en y desde Europa.

Gracias a todos y todas las que habéis hecho posible estos días (tanto a los que habéis asistido como los que lo habéis preparado con anterioridad) y mucho ánimo para hacer vida nuestra vocación LMC.

Un saludo

Alberto de la Portilla, Coordinador Comité Central LMC.

Emprendimiento: Propósito + Personas

Entrepreneurship

Buenos días a todos.

Este pasado sábado tuvimos una nueva formación a nivel del LMC. En este caso, el tema fue sobre Emprendimiento.

Se trata de una presentación que ya hicimos en español y que hemos repetido para los angloparlantes.

Entender y comunicar el “¿por qué?” de nuestra misión, compartir el ¿cómo? queremos hacer posible la mismas y explicar “¿qué?” hacemos para hacerlo posible, fueron tres claves fundamentales de esta exposición. Os animamos a escucharla con atención.

Sin duda nos ayudará a centrar nuestra acción misionera y dará pistas para extender una red de colaboradores que se unan y apoyen la misión.

Saludos cordiales

Alberto de la Portilla. Coordinador del Comité Central del LMC.

Puedes ver la presentación en español: https://lmcomboni.org/blog/emprender-y-compartir-proyectos-lmc/

El Papa Francisco en la Audiencia General de hoy: ‘Nos detenemos hoy en el testimonio de San Daniel Comboni’

Papa Francisco

Os dejamos traducida la intervención del Papa Francisco hoy, con el video de la misma en italiano.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! En el camino de la catequesis sobre la pasión evangelizadora, nos detenemos hoy en el testimonio de San Daniel Comboni. Fue un apóstol lleno de celo por África. De aquellos pueblos escribió: “se han apoderado de mi corazón que sólo vive para ellos” (Escritos, 941), “moriré con África en los labios” (Escritos, 1441).

Y a ellos se dirigió así: “el más feliz de mis días será cuando pueda dar mi vida por vosotros” (Escritos, 3159). Es la expresión de una persona enamorada de Dios y de los hermanos y hermanas a los que servía en la misión, de los que no se cansaba de recordar que “Jesucristo sufrió y murió también por ellos” (Escritos, 2499; 4801).

Lo afirmaba en un contexto caracterizado por el horror de la esclavitud, de la que fue testigo. La esclavitud “cosignifica” al hombre, cuyo valor se reduce a ser útil a alguien o a algo. Pero Jesús, Dios hecho hombre, elevó la dignidad de todo ser humano y denunció la falsedad de la esclavitud. Comboni, a la luz de Cristo, tomó conciencia del mal de la esclavitud; comprendió también que la esclavitud social tiene sus raíces en una esclavitud más profunda, la del corazón, la del pecado, de la que el Señor nos libera. Por eso, como cristianos, estamos llamados a luchar contra todas las formas de esclavitud. Por desgracia, la esclavitud, como el colonialismo, no es cosa del pasado. En el África tan amada por Comboni, hoy desgarrada por numerosos conflictos, “después del político, se ha desencadenado un ‘colonialismo económico’ igualmente esclavizante (…). Es un drama ante el que el mundo económicamente más avanzado cierra a menudo los ojos, los oídos y la boca”. Por ello, renuevo mi llamamiento: “Dejad de asfixiar a África: no es una mina que explotar ni una tierra que saquear” (Reunión con las autoridades, Kinshasa, 31 de enero de 2023).

Volvamos a la historia de San Daniel. Tras un primer periodo en África, tuvo que abandonar la misión por motivos de salud. Demasiados misioneros habían muerto tras contraer enfermedades, debido al desconocimiento de la realidad local. Sin embargo, si otros abandonaban África, no así Comboni. Tras un tiempo de discernimiento, sintió que el Señor le inspiraba un nuevo modo de evangelizar, que resumió en estas palabras: “Salvar África con África” (Escritos, 2741s). Era una intuición poderosa que ayudaba a renovar el compromiso misionero: las personas evangelizadas no eran sólo “objetos”, sino “sujetos” de la misión. San Daniel deseaba que todos los cristianos fueran protagonistas de la acción evangelizadora. Con este espíritu pensó y actuó de forma integral, implicando al clero local y promoviendo el servicio laico de los catequistas. Así concibió también el desarrollo humano, cuidando las artes y las profesiones, y fomentando el papel de la familia y de la mujer en la transformación de la cultura y de la sociedad. ¡Qué importante es, también hoy, hacer avanzar la fe y el desarrollo humano desde dentro de los contextos de misión, en lugar de trasplantar modelos externos o limitarse a un asistencialismo estéril!

La gran pasión misionera de Comboni, sin embargo, no fue en primer lugar el resultado de un esfuerzo humano: no fue impulsado por su coraje o motivado sólo por valores importantes, como la libertad, la justicia y la paz; ¡su celo nació de la alegría del Evangelio, se inspiró en el amor de Cristo y condujo al amor por Cristo! San Daniel escribió: “Una misión tan ardua y laboriosa como la nuestra no puede vivir de pátinas, de sujetos de cuello torcido, llenos de egoísmo y egocentrismo, que no se preocupan como debieran por la salud y la conversión de las almas”. Y añadía: “Debemos encenderlas con la caridad, que tiene su fuente en Dios y en el amor de Cristo; y cuando se ama verdaderamente a Cristo, entonces las privaciones, los sufrimientos y el martirio son dulzura” (Escritos, 6656). Su deseo era ver misioneros ardientes, alegres, comprometidos: misioneros -escribía- “santos y capaces. […] Primero: santos, es decir, libres de pecado y humildes. Pero esto no basta: hace falta la caridad que hace capaces a los sujetos” (Escritos, 6655). La fuente de la capacidad misionera, para Comboni, es por tanto la caridad, en particular el celo de hacer propios los sufrimientos de los demás, de sentirlos en la propia piel y saber aliviarlos, como buenos administradores de la humanidad.

Su pasión evangelizadora, además, nunca le llevó a actuar en solitario, sino siempre en comunión, en la Iglesia. “No tengo más que una vida para consagrarla a la salud de esas almas”, escribió, “ojalá tuviera mil para dedicarlas a ese fin” (Escritos, 2271). Una vida o mil vidas: ¿quiénes somos nosotros solos con nuestra corta vida, si no es toda la Iglesia haciendo misión? ¿Cuál es el celo de nuestro trabajo -parece preguntarnos Comboni- si no es eclesial?

Hermanos y hermanas, San Daniel da testimonio del amor del Buen Pastor, que sale a buscar a los perdidos y da su vida por el rebaño. Su celo fue enérgico y profético para oponerse a la indiferencia y a la exclusión. En sus cartas recordaba de corazón a su amada Iglesia, que había olvidado África durante demasiado tiempo. El sueño de Comboni es una Iglesia que hace causa común con los crucificados de la historia, para vivir con ellos la resurrección. Su testimonio parece repetirse a todos nosotros, hombres y mujeres de Iglesia: “No olvidéis a los pobres, amadlos, porque en ellos está Jesús crucificado, esperando resucitar”.

Original en comboni.org