Laicos Misioneros Combonianos

Pastoral del niño hoy

Pastoral
Equipo fundador de la Pastoral del niño Don Icaivera en Contagem (MG), Doña Alicia y su esposo de 85 años. La de camisa verde es de Petrolândia, Contagem (MG).

Este trabajo se realiza en todo Brasil voluntariamente por parte de 218.000 personas que participan en esta red de solidaridad humana que une fe y vida. Gracias a este trabajo voluntario la realidad de Brasil ha cambiado. A esta historia de éxito se fueron incorporando diferentes acciones complementarias, tales como la generación de ingresos, la alfabetización, las ludotecas comunitarias, programas de seguridad alimentaria, salud mental, etc.

Esta gran red de solidaridad humana se ha extendido por todo Brasil y en la actualidad está presente en 3.616 municipios, acompañando aproximadamente 79 mil 500 mujeres embarazadas y más de 1 millón y 630 mil niños. El promedio nacional es de 12 niños por líder, más del 90% de los líderes de la comunidad son mujeres pobres.

Pastoral
¡Mirad que equipo!

“EL MUNDO NO SERÁ MEJOR SI ES MÁS RICO, SINO SI TODAS LAS PERSONAS CRECEN EN IGUALDAD ” (Zilda Arns)

Gracias al equipo de líderes del sector 189, que con entusiasmo y compañerismo durante todo el año 2014 hizo posible la Pastoral del niño en el sector de Renza de la parroquia. Santo Domingo, Icaivera y Jesús Obrero.

Por María de Lourdes, Laica Misionera Comboniana

Experiencia en Mozambique

BeatrizQuerida Familia Misionera:

En la alegría de recibir al Niñito Jesús en nuestros corazones transformando todo aquello que solos no conseguimos y nos hace daño, para así habiendo cerrado nuestro año civil en armonía con nosotros mismos y nuestros hermanos. Aprovecho en este inicio de año para compartir hasta hoy lo que he vivido en esta misión.

Finalizando el 2014, haciendo comunidad con los Laicos Misioneros Combonianos, Flávio Schmidt (Brasileiro) e Márcia Costa (Portuguesa), uniendo fuerzas con los LMC de Mozambique en formación Francisco y Margarida mejor conocidos como el matrimonio Martinho, Ancha (los tres son profesores) y Zeferino joven de la comunidad; trabajando en sintonía con la Equipa misionera conformada por los Misioneros Combonianos (Sacerdotes y Hermanos) y las Hermanas Combonianas, en la parroquia de Carapira.

Beatriz            En lo que corresponde a mi persona, hago lo necesario para mantenerme lo mejor posible en lo humano, espiritual y mental. Aun con los cuidados que consigo tener no escapo de las enfermedades comunes en esta zona, también he tenido mis momentos de cansancio espiritual por descuidar mi oración personal no obstante a eso procuro retomarla de nuevo, para conseguir la paz interior. En relación al estudio, la lengua local para mí ha sido una limitante pues no consigo darme el tiempo y la concentración para estudiarla, la mayor parte del tiempo las personas hablan portugués. Personalmente me siento bendecida por Dios por permitirme y confiarme esta misión donde con mi presencia y aportaciones voy dando el mensaje que Dios tiene para este pueblo dejándolo en el corazón de cada una de las personas que encuentro cada día.

La comunidad para mí ha sido el hogar que conseguimos construir, tenemos un día comunitario a la semana distribuyéndolos en el mes de la siguiente manera: 1ºRetiro, 2ºLibre, 3ºTema de Formación, 4ºEvaluación y cuando hay 5º Libre. En los cuales reconocemos que no es fácil, siendo limitada nuestra comunicación y la integración para trabajar en equipo; más importante para un trabajo en conjunto como el que se nos ha confiado, centralizando nuestra mirada en la persona de Cristo, siendo nuestro motor, ha sido nuestra fuente para conseguir anunciar “La Alegría del Evangelio”; pasando por los momentos de prueba donde cada uno de nosotros mostramos nuestras cualidades y nuestros límites, poniendo en común los puntos a mejorar ha sido una manera en la que conseguimos restablecer el dialogo cuando nos hemos alejado el uno del otro, así es que hemos conseguido caminar juntos en este tiempo, realizando de la mejor manera posible nuestro trabajo y compromisos adquiridos. Hemos pasado por diferentes etapas las cuales hemos aprendido a respetarnos, solidarizándonos y apoyarnos en lo que se nos solicita o es permitido, en los momentos de enfermedad, actividades en casa, trabajos a realizar, apostolado en la parroquia, días de descanso, etc.

Beatriz            Los LMC en formación han sido un apoyo importante en mí caminar misionero poniéndome en sintonía con la realidad de la comunidad que muchas veces a simple vista no se deja ver. Es un desafío para mí estar como responsable en la formación del mismo, siguiendo la propuesta del comité internacional elaboramos un plan de Formación que responde a las necesidades del grupo y así conseguir estar en sintonía con los LMC del mundo. Con ellos hacemos Laudes los martes y jueves una semana en cada casa. Nuestro encuentro anual han participado de inicio a fin los LMC de Mozambique enriqueciendo los resultados que conseguimos pues siempre hicieron sus aportaciones para la toma de decisiones, realizamos algunas animaciones misioneras en las parroquias combonianas y en la escuela Femenina de Nacala donde trabajan las hermanas combonianas, nos encontramos con un grupo de Laicos que acompañan las hermanas en Nampula; en algunas de ellas pusimos a la venta algunos accesorios religiosos para reunir fondos para la realización de nuestra semana misionera. Tuvimos una semana misionera en la comunidad de Namajuba donde conocimos otra realidad ya que es una zona donde están  a explorar los minerales de la tierra y como algunos de los problemas de nuestra comunidad se repiten (agua, escuelas, tierra) y sobre todo formando un buen equipo de trabajo con los dos jóvenes estudiantes de la EIC que se unieron al grupo de LMC.

En la Escuela mi trabajo ha sido de acuerdo a lo que se va necesitando, principalmente en la Secretaria desde ahí se puede realizar cualquier trabajo: limpiezas en los diferentes lugares de la escuela, ventas, inventarios, manuales de operación, orientación y acompañamiento vocacional a los alumnos, etc; tratando de identificar cual sería la mejor manera para realizar mudanzas donde son necesarias entrando en la conciencia de las personas de la localidad que trabajan en la misma, en coordinación con la dirección, la administración, pedagógico y jefe de internado; con la llegada de dos trabajadores que envía el distrito se ha dinamizado la realización de las tareas.

Formo parte del equipo vocacional de la parroquia con el Hermano Luis (Ita), la Hermana Lily (Mex) en su ausencia se unió la Hermana María Pia (Ita), en el cual organizamos retiros mensuales con los jóvenes que quieren tener un acompañamiento vocacional para entrar al seminario o a las congregaciones religiosas. Ha sido un espacio misionero que siempre he gustado trabajar.

BeatrizHa sido un año jubilar lleno de fiestas, iniciando con la apertura de los 150 años del plano de Comboni, tuvimos nuestros encuentros bimestrales donde con el método ver-juzgar-actuar, analizamos la realidad de nuestra misión. Siguiendo con la ordenación diaconal de MCCJ José Alberto y Abelino Diocesano, ya también tuvimos sus ordenaciones sacerdotales en mayo y en diciembre en las dos me toco participar. Los votos perpetuos de la Hermana Lily, los 50 años de la Parroquia de Carapira, la asamblea de los Combonianos, la asamblea de las Combonianas celebrando sus 60 años de presencia en Mozambique. Fiestas del sagrado corazón y San Daniel Comboni, los 50 años de la Escuela Industrias de Carapira, Despedidas, bienvenidas y aniversarios.

En el pueblo de Carapira siempre se aprende algo nuevo su paciencia y disponibilidad me compromete cada día más para dar lo mejor de mí en la realización de cualquier actividad, no es fácil pues desconozco la lengua, mas estamos apostado por la formación de los líderes, en cada una de los diferentes ministerios siendo esta nuestra principal actividad, cabe mencionar que todos las experiencias misioneras que viví en México me han servido muchísimo para saber compartir lo que tengo respetando lo que tienen, sin imponer la forma de vivir mi Fe, sino enriqueciéndola. Tenemos grandes retos como equipo misionero en este compartir y recibir.

Agradezco sinceramente su ayuda y colaboración, seguimos en contacto unidos en oración por el bien de la misión, su hna en Cristo Misioneros: Beatriz LMC

P.D. Jesús Misionero que ha nacido para mostrarnos con sencillez a Ser Humanos en el Amor de Dios, nos conceda las gracias que necesitamos para este año 2015.

Niños y pobres se alegran con mi presencia

Lety LMCTestimonio de Leticia Ordoñez Bañales

Originaria de Guadalajara, México, esta Laica Misionera Comboniana (LMC) decidió acompañar a la comunidad católica de Rondos, un pequeño pueblo ubicado en las alturas de la provincia de Lauricocha, en el departamento de Huánuco, desde noviembre del 2011. Termina su compromiso este año y a continuación nos narra su experiencia.
Mi vocación empezó cuando tenía 16 años al participar de una misa de envío misionero. La parroquia organizó el evento para despedir a un sacerdote comboniano que partía para África. Sentí el llamado de Dios y en 1988 entré como religiosa a las Misioneras de Guadalupe. Aun así, no sentía realizada mi vocación y en 1999 me retiré para participar de los campos de misión en Guatemala con las Obras Misionales Pontificias Episcopales de México (OMPE) hasta el 2000.
En el 2001 ingresé a los LMC y al mismo tiempo trabajaba en la notaria parroquial de los Santos Crispin y Crispiniano de Guadalajara. En 2004, tuve que dejar todo y viajar a México DF para participar en una experiencia de formación comunitaria con otras laicas combonianas.
Llegué por primera vez al Perú junto con Rocío Quintero, mi compañera mexicana, en 2005. Las dos fuimos enviadas a Huarin, en la sierra de Huánuco. Salomé Flores, una laica peruana, se unió a nosotras y nos acompañó por un año. Rocío tuvo que volver a México luego del segundo año. Al tercer año llegaron los laicos peruanos Doris Pereira y Enrique García. Volví a mi país y entre 2009 a 2011 participé, junto a las LMC mexicanas Marcela Alanís y Olivia Ayala, de la nueva misión de Metlatonoc en el Estado de Guerrero.
Actualmente, Rondos es el pueblo en el que desempeño mi misión desde noviembre del 2011. Cuando llegué, encontré nuevamente a Rocío. Juntas llevamos adelante el trabajo con las mamitas y la enseñanza a los niños de la localidad. Damos clases de religión en las escuelas primarias y catequesis bíblica a niños y jóvenes. Mantenemos abierta la biblioteca durante los meses de verano y organizamos las vacaciones útiles con cursos taller para los alumnos. Aparte tenemos formación en la Escuela de Madres y preparamos a los candidatos para los sacramentos. Especialmente, motivamos a las parejas a casarse por la iglesia, pero solo hubo un matrimonio en 2013. Las fiestas patronales son las épocas de mayor demanda para los sacramentos. Siempre consideramos en nuestra agenda la visita a los enfermos y la ayuda a los pobres y ancianos desamparados.
Esta segunda experiencia en Perú se ha caracterizado por la soledad que muchas veces me ha tocado vivir. Luego de seis meses, Rocío tuvo que regresar a México. Después de un tiempo llegó Daniel, un LMC peruano, con un gran deseo de colaborar y gran amigo de los niños. Pero solo permaneció 7 meses. El tiempo que estuvo logramos hacer un gran trabajo de equipo. El año pasado enviaron a Sharliman, una LMC brasileña, quien no pudo acostumbrarse a la altura de 3650 msnm y tuvo que pedir su traslado para Arequipa a un mes de llegar a Rondos. Sin embargo, todo el tiempo que estuve sola, Dios y María Santísima han sido mi compañía.
Les confesaré que varias veces le digo a Dios: “¿Qué es lo que hago aquí sola?” Y la respuesta llega de los niños que tocan la puerta para pedirme algo; las mamitas que me preguntan “¿Cómo estás?”; los jóvenes que me dicen: “Te he venido a visitar”; los enfermos y abandonados que se alegran con mi presencia. Los niños de la escuela exclaman de alegría ¡la hermana Lety! ¡He ahí mi razón de estar presente en medio de ellos! Se preguntarán ¿Por qué no me quedo? Porque necesito de mi familia de sangre y ellos de mí. Además Rondos tiene derecho a que TÚ ocupes mi lugar.
Revista Misión sin Fronteras

Hemos descubierto la riqueza de la vida

Entrevista a Emily y Rafael Harrington en “Misión sin fronteras”.
Una pareja de laicos que encontró el amor y la inspiración en la entrega a niños con habilidades diferentes y a sus familias.

PeruLos Harrington vivieron su primer año de casados en Estados Unidos y se prepararon para colaborar con el trabajo de los misioneros combonianos en el Perú. Llegaron a Lima desde Minneapolis, Minnesota, hace tres años y al día siguiente partieron rumbo a Trujillo, donde los esperaban 30 pequeños de una escuela para niños especiales. La pareja termina este año el primer periodo de labor y evalúa si renovará el compromiso. Interpelados relatan algunos pormenores de su experiencia.

¿Qué actividades realizaron en estos tres años?
Grupo reposteriaEmily: Trabajamos en tres centros de la parroquia: Santa Rosa, Kumamoto y Villa El Paraíso, todos en la periferia del distrito de El Porvenir. En Santa Rosa, he apoyado en el área de psicología de la escuela y Rafael en educación física. He participado en la escuela para las madres de familia y, durante la cuaresma, en un grupo de oración junto a mi esposo. Además, la comunidad de señoras se entusiasmó con la repostería, solicitaron a la directora de la escuela que diera un taller y me eligieron coordinadora. Tres veces por semana, asistimos a los niños de Kumamoto, y algunas veces a Villa El Paraíso, en la organización del reforzamiento escolar, oración y juegos.

¿Qué desafíos encontraron en su labor?
Emily: Los primeros meses sirvieron para conocer a los vecinos. En Kumamoto, fue difícil convocarlos porque no vivimos allí y conocemos a poca gente. El centro pastoral permanecía cerrado y cuando abrimos las puertas nadie entraba. Tuvimos que salir a buscar a los niños. Ahora son tantos que tenemos que dividirlos en pequeños grupos para trabajar con comodidad. En Santa Rosa, el desafío fue organizar mi trabajo en el departamento de psicología de la escuela especial, porque me confundían con terapeuta. Cuando alguien necesita esa atención los refiero a la persona adecuada.
En el grupo de repostería, las mamás quedaron contentas desde la primera reunión. Pero el reto en ese grupo fue la falta de recursos y las pequeñas peleas internas. A partir de esas crisis aprendieron a trabajar en equipo, crearon normas de convivencia y tomaron mejores decisiones.

Rafael: La primera dificultad que encontré en la educación física fue carecer de entrenamiento adecuado para personalizar mis intervenciones terapéuticas. Cada niño tiene habilidades diferentes: uno está en silla de ruedas, algunos no caminan bien o su estado intelectual difiere del resto. No he podido ayudar a todos de igual manera. Mi tratamiento ha sido general para abarcar a la mayoría. Uno o dos niños han quedado al margen, porque requieren la atención exclusiva de una persona.
La segunda limitación fue la falta de recursos. Por ejemplo el primer año, la escuela no tenía ni siquiera una pelota y poco a poco adquirimos el equipo básico que era necesario. En tercer lugar, la escuela es pequeña y el espacio de recreación no alcanza para realizar bien las actividades físicas.

¿Cómo se ayuda a las madres de los pequeños?
Emily: Las familias por lo general no aceptan fácilmente tener en casa a un niño con habilidades diferentes. Deben vivir con la carga de la gente en la calle, que se los queda mirando o hace comentarios inapropiados. A raíz de eso, creamos el grupo de apoyo para las mamás que se reúne dos veces al año. Allí tienen oportunidad para contar su experiencia. Yo las acompaño para moderar, controlo el tiempo para que todas tengan oportunidad de hablar y al final del ciclo hacemos un pequeño paseo. Es una actividad que gusta y las señoras preguntan cuándo organizamos otra reunión nuevamente.

¿Qué alegrías les ha dado su trabajo?
Rafael en TrujilloRafael: Una de las cosas positivas ha sido incentivar el básquet, como principal actividad deportiva. Logramos que cada niño tenga su propio balón. Por eso, este año ha aumentado la población de niños especiales, ahora asisten 30. Me gusta ver como cada niño avanza en cositas sencillas, que son grandes logros para ellos. Por ejemplo, había un niño que no podía saltar, pero luego de mucho trabajo y esfuerzo, al final del año logró hacerlo. La sonrisa que te da cuando cumple su cometido es emocionante. Ver el fruto de su dedicación es un regalo de Dios. Otro momento lindo es ver como un joven desde su silla de ruedas participa en el básquet, sus compañeros lo empujan y el hace rebotar la pelota. Pocas veces encesta, pero cuando le da, todos aplauden y se alegran con él.

Emily: En el grupo de mamás la actividad que nos une es la repostería, pero estamos allí para algo más. Una vez pregunté a las señoras: “¿Por qué vienen?” Mencionaron que para hacer amistades, compartir ideas o para tener un espacio donde desenvolverse, pero nadie recordó la repostería. Están allí para algo más profundo y ha sido muy bueno ver cómo se ha desarrollado el grupo. Por ejemplo, dos señoras vivían en la misma cuadra por más de veinte años, pero desconocían sus nombres. El año pasado nació de ellas hacer una oración al empezar y al terminar las reuniones. Y aun cuando no todas son católicas, porque tenemos una señora adventista, se turnan para dirigir la oración. Este año hicimos repostería de inclusión. Organizamos un compartir en la capilla e invitamos a otros niños para crear vínculos de amistad. Lamentablemente, algunos niños copian las actitudes de sus padres y hubo niños que no querían que sus compañeros especiales les repartan galletas.

¿Qué se llevan de esta experiencia?
Uno viene a la misión con la idea que va a dar más que a recibir. Pero nunca es así. En la misión uno recibe más de lo que puede dar. Para mí la sonrisa de un niño es lo máximo que puedes recibir y lo máximo que él te puede dar. Yo viví en un orfanato y cuando llegaban misioneros que me regalaban una hora para jugar, eso era suficiente. No recuerdo regalos o cosas, pero sí el acompañamiento de muchas personas. Mi presencia en medio de ellos es lo más importante y hago lo imposible para que un niño sonría.

¿Algo que deseen añadir?

Emily: Desde la perspectiva de nuestros amigos en Estados Unidos, hemos detenido nuestras vidas por tres años para venir a la misión. Pero para mí ha sido descubrir la riqueza de la vida.
Rafael: En Norteamérica hemos olvidado las cosas sencillas, nuestros amigos nos dicen que hemos sacrificado nuestras vidas. No saben que estamos creciendo y nos vamos uniendo más. La misión ha sido una experiencia que no podríamos comprar con todo el dinero del mundo.